1

Genes satánicos

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Estimado lector, estamos en la Edad Media.

Usted puede pensar que exagero en tiempos de edición genética, descubrimiento de cuásares, pulsares, ondas gravitacionales, desarrollo de computadoras cuánticas y bases espaciales; sin embargo, analice su entorno. Nunca antes, las religiones organizadas tuvieron mayor número de fieles en el orbe (esto es un sesgo debido a la sobrepoblación, pero no deja de ser cierto); y aunque desde que Galileo y Newton y luego Einstein desplazaron el primer móvil aristotélico como explicación del movimiento, la resurge victoriosa en videos de Youtube.

Pero, ya no es una escolástica que busca probar lo espiritual en la lógica, sino que se ha transformado en una escolástica ladrona. Roba hipótesis y conceptos científicos.

Los fanáticos son legión y la disonancia cognitiva reina con salud envidiable. La moda es robar conceptos y teorías para adecuarlos en groseras falacias ad hoc para justificar dogmas irracionales y milenarios.

También te podría interesar: Jaws no fue la culpable

 

A veces, la falacia de ligar hechos a un principio general hace pensar en que la realidad depende de una explicación. Eso causa sandeces de todo tipo cuando se ligan hechos a supuestos principios científicos.

Un ejemplo que puede encontrar en la página web llamada Ciencia e Islam, donde se relaciona el giro de los fieles musulmanes en sentido contrario a las manecillas del reloj alrededor de la Kaaba, tal como enseño el profeta Mohamed con la rotación de los electrones en sus órbitas alrededor del protón. ¡Vaya analogía!

En el mismo tenor el rabino Iosef Bittón clama en su libro Big Bang y Judaísmo (¡desde el título ya prevemos la falacia!): “a teoría del Big Bang, abre las puertas para la idea de un Creador. Lejos, muy lejos de que el Big Bang sea una teoría de exclusión de Dios, es una teoría que confirma el Génesis. ¿Sabrá el rabino diferenciar modelos matemáticos basados en teorías como la de relatividad y la mecánica cuántica de mitos consignados en un libro del siglo VII a. C?

Ejemplos sobran, y parece que estamos entre la estupidez, la ignorancia y la malicia. ¿Qué hacer? Estudiar, ir a las fuentes, entender el rigor que exigen las ciencias, separar la paja del diamante, entender los principios epistemológicos, metodológicos y filosóficos de cada ciencia, describir lo más preciso que se pueda los resultados de las investigaciones y no inferir más allá de lo que se registra en ellas. Puede ser arduo para los mediocres, gris para los tontos e insuficiente para los fanáticos, pero es la única manera de ser congruentes y honrados en una época donde lo fácil nos tiene sumidos en un medioevo contemporáneo.

Sueño. Eso no pasará.

El colmo es mezclar la herencia genética con demonología. ¿No me cree?

El pastor cristiano Armando Alducín clama en una ponencia que titula La genética de Satanás que Dios (será el suyo) ¡tiene DNA!

El pastor se pregunta porque la penicilina, el motor de gasolina (sic), los satélites, la fisión nuclear, etc.… no se descubrieron o inventaron en milenios de historia sino hasta el siglo XX. ¿Sabrá este pastor que el humano lleva evolucionando más de un millón de años? Según él, Dios había sellado las profecías tal como lo dice El libro de Daniel (???) y el Espíritu Santo las abrió hasta el siglo XX.

No, pues vaya lógica.

En una sala atiborrada de fieles que le escuchan atentamente (¿Cuánta pasta habrá ganado aquella noche? ¿Dios requiere dinero?) promete explicar la semilla de Satanás.

Y ahí mete la baza del código genético, según él, Dios introdujo su código genético en las células humanas como si fuese un software… ¿y en una arqueobacteria no? Yo nunca he entendido porque un simio sí tiene alma, pero una bacteria no…tremendas dudas teológicas me asaltan.

Luego el pastor habla de maremotos y de Satanás, espeta a los ignorantes de no entender la palabra de Cristo, pero él si la entiende por supuesto, bendita sea que lo tenemos para que nos ilumine. Luego dice que la Biblia contradice a Carlos (sic) Darwin. Cita el Génesis en español. Más tarde clama que el hombre es superior a los animales y entonces acepta que los animales tienen alma, (menos mal) ¿y las bacterias? ¿Y los hongos?

¡Ay, nunca los menciona! Bueno, los caballos y los delfines tienen un alma limitada -dice-; recuerda a sus propios caballos (vaya, la religión si deja dinero para criar) pero el ser humano tiene espíritu. Ya salió Hegel, pienso, o Anaxímenes con el pneuma. Sigo sin entender. Somos seres espirituales pero un ornitorrinco no.

Pero Adán desobedeció, porque comió un fruto (¿el fruto tendría DNA?) y Eva decidió…y Alducín dice que eso es relativismo y luego habla de adulterio y marihuana (delicioso) y mete a los nazis. En una discusión suficientemente larga, alguien sacara a los nazis. ¿Sabrá que Hitler fue cristiano?

Bueno, al grano, después de 28 minutos de confundir la gimnasia con la magnesia habla de la palabra zera (simiente= semen = esperma = descendencia = relaciones sexuales = alianza), que aparece en el Génesis. ¡Vaya hermenéutica etimológica adecuada como falacia de petición de principio!

Pondré enemistad, entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente dijo el dios del jardín a la serpiente. ¡WTF! (¿Sabrá el pastor que las serpientes son reptiles y son vertebrados y compartimos un buen porcentaje de código genético?)

El pastor cita con alegría el Levítico, Números y Daniel y dice que un hombre lanza 500 millones de espermatozoides (gran relación). Luego intenta dar clases de embriología de preescolar y explica las leyes de Mendel. Tal vez no se dé cuenta de que son modelos del siglo XIX.

En el minuto 35 el pastor concluye algo digno del Nobel: Dios traspasó su DNA a Cristo. Si José hubiera heredado su cromosoma Y a María (sic), Jesús hubiera sido un pecador (no se ría). El pecado se transmite por el cromosoma del varón (las femisoviets adorarían este argumento, pero ¡ay! son enemigas de los pastores- harían tan buena alianza-).

Los hombres somos malvados genéticamente, es más, ¡pecadores! Las mujeres no, sus óvulos son santos, tan puras ellas. Pero…el Espíritu preñó a María y de la chistera se cita el Levítico 17:11 Porque la vida de la carne está en la sangre …aplausos.

Por cierto, ¿cómo preñan los espíritus?

Dios puso su esperma en María, dice él. Pues muy virgen no sería… ¿no? Aquí el pastor parece contradecirse pues dice que Cristo tenía genes de Adán, de David, de Jacob…bueno, le vendrían de parte de la madre…yo ya no entiendo nada. Reprobado en embriología.

¿Y Satanás? Ahí viene lo bueno…también el diablo tiene esperma, embaraza a gusto. El Anticristo nacerá de la alteración genética de una mujer humana. Según Alducín, el diablo odia a la mujer y por eso no debemos hablar mal de las suegras (los borregos aplauden).

Satanás intenta pervertir la semilla de las mujeres, y para eso se ha convertido en hacker genético (ni los chinos), y los demonios controlan nuestras neuronas (posesión neurológica, el medioevo avanza) y preñan mujeres y las hacen parir gigantes de catorce dedos. Luego cita el Deuteronomio y vuelve a la genética.

¡La conferencia dura siete horas! Los fieles sudan, se rascan, su cabeza poseída está frita; el pastor habla de misticismo, espíritu renovado que manda mensajes al alma (¿será el espíritu un RNA mensajero?), dice que las células de Adán no tenían mutaciones, pero Set ya tenía distorsión en el DNA, luego cita a Kant y a Nietzsche y termina de nuevo con la Biblia…el libro más manoseado para justificar cualquier barrabasada.

La tesis del pastor en suma es que el conocimiento de Dios estaba en el DNA solo en Adán, pero desde que desobedeció, Satanás mutó el código genético.

A estas alturas yo ya no podría pasar un examen de bioquímica. Al final no supe si las arqueobacterias tenían alma o solo los caballos.

Por cierto… ¿qué genes regulan el espíritu?

 

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

 




Ciencia y religiones: ¿son compatibles? (III)

FOTOS: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Corán copia de la tradición talmúdica el mito de los ángeles rebeldes, en el que son los demonios que enseñan ciencia y magia a los hombres y por lo tanto son infieles. El islam permitió el cultivo de las matemáticas. El álgebra se desarrolló a su amparo, también la geometría, la astronomía y la óptica; pero como nos recuerda Michel Onfray, eso está al amparo de la religión pues estos lenguajes científicos eran para calcular mejor la dirección hacia La Meca con las estrellas o establecer calendarios religiosos.

Según Onfray ningún conocimiento científico ha surgido durante siglos en los países musulmanes. El físico paquistaní Abdul Mohammed recibió el Premio Nobel en 1979, pero su trabajo lo realizó con equipos de investigación en Italia e Inglaterra.

También te podría interesar: Ciencia y religiones ¿Son compatibles? (II)

Lo anterior no es rigurosamente cierto, parece que Onfray cae en el error del universalismo prejuicioso. Si usted revisa artículos científicos realizados en universidades o institutos de países islámicos como Irán,  se encontrará con una pléyade de estudios principalmente en química, microbiología y medicina.

Durante más de cuatro siglos a partir de Muhammad, los imperios islámicos rescataron conocimientos de la antigüedad clásica como tratados aristotélicos y cultivaron el pensamiento científico. En el siglo IX, Al-Haziz desarrolló una teoría de la evolución biológica en donde los seres cambiaban mediante un mecanismo parecido al de la selección natural.

Al-Hazen desarrolló el método científico moderno seis siglos antes que Galileo, e Ibn Al- Shatir ya había modelado el movimiento de los planetas en un cosmos heliocéntrico dos siglos antes que Copérnico.

¿Qué sucedió entonces? Al-Ghazali, el filósofo del islam más influyente en la historia del islam en el año 1100 se opuso a la idea de las posibles leyes naturales pues, de existir, estas leyes ataban la voluntad de Alá. A partir de ese momento esta religión se volvió más estrecha. El ulema de Córdoba ordenó quemar en el 1194 todos los textos médicos y científicos considerándolos blasfemia.

Las religiones teístas tradicionales no avanzan en un mundo que cada vez adquiere conocimientos más complejos. Es muy desalentador el observar cómo antiquísimos modelos de una zarza ardiendo, de un dios que hace llover fuego en una ciudad aislada en medio del desierto, un carpintero que multiplica pescados o un dios invisible que amenaza a camelleros, sigan vigentes en una época que tiene modelos cosmológicos con agujeros negros, teoría de supercuerdas, teoría de la epigenética ambiental, medicina molecular, nanotecnología y aceleradores de partículas.

Algunas religiones han tratado de adaptarse, como la Cienciología inventada por Hubbard que ya incorpora dioses alienígenas y bombas nucleares en su teología.

El que la realidad todavía —y quizá para nuestra inteligencia— sea incognoscible de manera esencial, no significa tampoco que las religiones sean el mejor método para acceder a esa sustancia. Si la física está lejos de saber qué es la materia o qué es exactamente la base material de la gravitación, esto no significa que la creencia en un dios semítico que separa la luz de la oscuridad sea la mejor respuesta. Si la biología no sabe aún cómo surgió la vida con exactitud, esto no significa que una divinidad sopló e insufló a la materia inerte como una creación especial. Si la psicología o la neurología no son capaces de resolver el problema de cómo la conciencia o el pensamiento emergen de un sustrato orgánico, eso tampoco significa que la teología sea una mejor respuesta.

La ciencia (o más bien los científicos) admite su ignorancia, la religión (o más bien ciertos fanáticos) jamás, se jacta de tener la verdad revelada. Esta última al tener un componente idealista realiza el proceso de antropomorfización; hace depender a la naturaleza de una Inteligencia Superior Divina con un propósito casi siempre ligado al hombre como creación especial.

El que ciertas religiones rechacen las teorías de la evolución biológica se debe a varias razones. Una es la materialidad de la teoría. El religioso no puede aceptar que la conducta de los seres vivos se deba a una conformación material: genética, fisiológica o bioquímica, que se va desarrollando con el tiempo y que el alma no esté separada del cuerpo. Dos: la ausencia de un Dios creador en la biogénesis. Tres: la noción de que el humano no es una creación especial sino uno más entre la diversidad de los tiempos geológicos. Cuatro: la idea de que la evolución es contingente va en contra de un Creador con un propósito.

En su fanatismo, el religioso rechaza las pruebas evolutivas como los fósiles, alegando el argumento de los fósiles intermedios. También es incrédulo respecto a las dataciones con isótopos de carbono y arguye la metáfora del diseñador inteligente. Sin embargo, no investiga o pone a prueba sus hipótesis. Descree de las rocas y los estratos geológicos pero acepta algo nunca experimentado como el espíritu, como cosa dada.

En la actualidad algunos teólogos hacen trampa, escogen algunos conocimientos científicos para supeditarlos a sus doctrinas particulares. Esta es la falacia de ligar hechos especiales a un principio general, o falacia non sequitur.

Por ejemplo, en la Internet usted puede entrar a una página titulada Ciencia e Islam en donde se relaciona la supuesta rotación de los electrones en siete órbitas con el deber de los musulmanes de girar siete veces alrededor de La Meca en su peregrinación. Semejante estulticia no toma en cuenta que su modelo atómico está ya pasado de moda sino que lo relaciona, mediante una hermenéutica espuria, con una tradición de hace siglos.

Escuché a un pastor cristiano en la radio que mezclaba naranjas con cebollas, o sea confundía la gimnasia con la magnesia escupiendo estupideces de esta calaña: que los humanos estábamos genéticamente corruptos desde la caída de Adán en el jardín del Edén. Otro ejemplo, según el Rabino Joseff Bitton en su ensayo Big-Bang y Judaísmo, la teoría de la Gran Explosión que es un modelo cosmológico, confirma el Génesis. Visión simplista y adecuada si no se ahonda en los principios de la física actual y su diferencia con un libro de la época del Rey Josías como mera propaganda religiosa que sincretiza mitos egipcios y sumerios.

La religión es compatible con la ciencia mientras esta última no desarrolle teorías y modele esquemas del mundo en contradicción con los dogmas religiosos. De lo contrario, el aparato de poder religioso prefiere el ataque y la condena antes que el pensamiento crítico. Ciertos modelos cosmológicos como el de Copérnico fueron condenados mientras que el del Big-Bang es aceptado por la Iglesia Católica pues no contradice la Creación ex – nihilo.

Y es que la religión ya no cambia sus dogmas tan fácilmente, debido quizá al temor de verse como lo que siempre ha sido, una institución defensora de supercherías para sostener un poder político y económico. Las religiones combaten a ciertas ideas y hombres que sostienen la mentira de las doctrinas religiosas bajo la supremacía de las teorías científicas.

Pero, voy a agitar el avispero. En un sentido estricto, las teorías científicas son mitos (mito es un ejemplo, narración, un conocimiento poético que se vuelve modelo de pensamiento). El científico puede volverse un sacerdote que, si cree que su modelo científico es verdadero, puede institucionalizar este mito y, por lo tanto, trocar a la ciencia en religión. ¿Acaso no es un instituto o un laboratorio una especie de templo sagrado? ¿Y las jerarquías académicas y los congresos no son sino conciliábulos de hierofantes y modelos olímpicos?  Las ciencias describen fenómenos, pero cuando intentan explicar el universo hay que pensar en la sustitución de Dios como principio por otras teorías absolutistas.

El modelo cosmológico del Big-Bang es tan mítico como La Creación por parte de dioses arcaicos (entiéndase esto como modelo matemático).

Lo único que puede salvar a la ciencia de convertirse en religión es el escepticismo: la lucidez de pensar que los conocimientos científicos pueden acercarse o no a una mejor comprensión de la realidad, pero en última instancia no pueden ser verdades reveladas ni mucho menos la metodología científica nos llevará a una Verdad Absoluta. Por lo tanto, el científico no debe dejar de filosofar —de dudar—, pienso que el científico debe ser hereje de su propia actividad pues de otra manera la ciencia y la religión no sólo serían compatibles, sino lo mismo.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Ciencia y religiones ¿Son compatibles? (II)

FOTOS: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El que Dios sea algo opcional, es decir, una entre muchas creencias y no el primer móvil es lo que rechazan los religiosos. ¿Qué dios? Un aspecto demencial es que las religiones teístas parten de la adoración a Dios. ¿Qué Dios? ¿Es lo mismo Alá que Cristo o que Shiva? ¿Por qué la creencia en alguno de estos tendría que chocar contra el conocimiento científico?

No podemos demostrar que Dios (cualquiera) no existe. En todo caso, el que defiende su existencia debe demostrarla, pero las argumentaciones lógicas al estilo de Tomás de Aquino o racionales como la de Descartes, no demuestran su existencia como ente físico sino tan sólo como una idea. Bertrand Russell es muy claro al respecto: no porque algo se defina entonces existe.

También te podría interesar: Ciencia y religiones ¿Son compatibles? (I)

La noción de Dios es semejante a la de alma, un modelo, una intuición o una teoría sobre la conciencia o el cosmos. Este vocablo Dios (Theos, Zeus) o God en inglés (Wotan, Odín) tiene tantas definiciones e interpretaciones que su uso se vuelve absurdo si el que lo utiliza no lo define con anterioridad.

¿Es lo mismo Jehová que Alá que Atón? Para muchos antropólogos y mitólogos claro que es lo mismo. Pero Robert Graves plantea que Yahvé o Jehová es una transliteración de una diosa de Palestina: Evohé, y Alá una derivación de la diosa árabe Alalita. Entonces el sentido cambia, lo cambia radicalmente.

¿Por qué el biólogo Morgan dijo que la fuente de los emergentes es una actividad inmanente a lo real llamada Dios? ¿Es lo mismo el Primer móvil aristotélico que el Demiurgo platónico? ¿El Arquetipo de Malebranche que la Inteligencia? ¿El Dios de Algazali que es la noción del hombre religioso y no el primer móvil natural? ¿El Dios de Malebranche que es lo infinitamente infinito que contiene en su esencia todas las finitudes?  ¿El de Leibniz como Mónada Suprema? ¿Una persona como sostienen los católicos o una fuerza como defienden algunos rabinos? Así, Dios puede ser la Voluntad, el Espíritu, el Ser, el dinero, el Orden, el Bien, el Uno, un carpintero judío, un dictador celestial, un furibundo con relámpagos, una Fuerza, una partícula, la luz, el rey de los fantasmas, un soplo impersonal, una realidad impersonal, lo incognoscible, un noúmeno, etc.

Escribir una historia sobre la idea de Dios sería relatar la historia de la humanidad. Parafraseando a un jesuita si todo es Dios entonces Dios es nada. Apelar a Dios nada significa pues puede ser cualquier cosa. De pronto tengo la ingenua y grosera idea de que a veces es fácil ser filósofo, mezclo palabras y escribo, luego pongo a Dios como causa, lo defino como quiera y lavo mis manos ignorantes. Además, ¿por qué no Diosa? ¿Qué acaso es macho?

La creencia en los dioses o en Dios como principio implica que él explique todo. El problema es que Dios no es perceptible, no es distinguible para nuestros sentidos. Lo que ciertas teorías científicas destacan es que la noción de Dios es prescindible. Si existe o no, no afecta a las hipótesis. Es más, quitar a Dios como hipótesis es mejor, pues se soslaya el problema de un fin último y la teoría se enmarca en un ámbito materialista. Como menciona el filósofo argentino José Pablo Feinmann, si Dios existe no tiene caso pensar pues ya todo está pensado. O mejor, la máxima de Epicuro: o los dioses no existen o, si existen, no se ocupan de nosotros.

Los dogmas religiosos pueden refutarse con investigación antropológica si estudiamos cuándo y en qué contexto histórico fueron inventados, pero esos dogmas son defendidos como verdades absolutas por los sacerdotes. La diferencia es que en la ciencia, los modelos de la realidad son falseables y cambian continuamente, mientras que las religiones teístas conservan sus mitos como verdad anquilosada. En una época en donde la embriología y la genética han demostrado que ciertos cromosomas determinan el sexo del embrión humano, conservar la leyenda de la virginidad de María resulta hilarante.

El científico rechaza el milagro divino y lo sobrenatural, el religioso creyente los acepta como revelación de un dios no inventado por él mismo sino dado ya por una educación que le ha enajenado. Irónicamente, piensa Anne Fagot-Largeault, la pérdida del punto de vista en Dios en el siglo XX significó la pérdida del absoluto en el universo, lo que sembró la duda sobre la verdad científica pues significó la pérdida de todo privilegio humano para enunciar lo verdadero. A mí me parece esto excelente. El científico debe dudar de la propia ciencia.

Lo que algunas doctrinas religiosas condenan es el escepticismo y que exista una ética no basada en la divinidad. Las religiones teístas son las que más han condenado algunas teorías científicas, especialmente ciertos mecanismos de evolución biológica y algunos modelos cosmológicos.

Las religiones ateas como el Jainismo y el Budismo no han tenido problemas con la ciencia actual, incluso el último Dalai Lama envió a un grupo de monjes a que meditaran mientras eran examinados por neurólogos de la Universidad de Chicago, y en sus escritos se ha mostrado abierto al conocimiento de las últimas teorías de física cuántica.  El hinduismo, tradicionalmente no ha mostrado rechazo con el conocimiento científico, debido quizá a que su postura es que la realidad es sólo una ilusión incognoscible (Maya).

Pero el Cristianismo —en todas sus sectas—, el Islam contemporáneo y, en menor medida, el Judaísmo, son hostiles a ciertas teorías y conocimientos científicos. La hostilidad tiene su base en la conservación del poder. Incontables personas fueron torturadas y asesinadas como herejes[1] debido a que no profesaban la fe imperante. Tanto la condena a Giordano Bruno como la acusación contra Galileo fueron porque sus tesis de la infinitud del universo, el que el espíritu estuviese hecho de átomos y el modelo copernicano, podían hacer tambalear los dogmas del cristianismo imperante. La condena de los rabinos de Ámsterdam a Spinoza por negar la inmortalidad del alma, era en realidad por defender el hedonismo, y eso que en ese momento el filósofo no había publicado aún nada y tenía 23 años.

La Carta al personal de la salud del Vaticano condena la experimentación con el embrión, las fecundaciones in vitro y la transferencia embrionaria; también la procreación asistida médicamente para las parejas no casadas u homosexuales, la clonación terapéutica y la eutanasia.

En el mismo Génesis se condena el conocimiento, Iahvé prohíbe comer el fruto de la sabiduría pues los humanos serían como dioses y el castigo es la muerte. Poéticamente es un símbolo poderoso, el que la lucidez total destruye al estilo de Rimbaud es el mismo principio de la Esfinge edípica. Pero si como mito es sabio, como dogma es nefasto pues prohíbe la curiosidad y la investigación, el anhelo de ser dioses en lugar de prosternarse ante ellos.

El Génesis es una obra probablemente escrita en el siglo VI a.NE en la corte del rey Josías. Ni siquiera es un texto original, sino que toma mitos egipcios y sumerios en un sincretismo propio de la época. La condena al conocimiento se explica en que sólo los nobles y los colegios sacerdotales tenían acceso al conocimiento, la coerción es el arma predilecta de los poderosos.

En 1340, Nicolás d’Autrecourt propuso que la luz era un corpúsculo y por lo tanto su teoría era atómica. La Iglesia Católica lo obligó a abjurar y quemó sus escritos. Quemar escritos y personas, condenar, prohibir ideas, coaccionar, vigilar, castigar, imponer dogmas parecen acciones propias de criminales. Eso es lo que las iglesias cristianas, y algunas islámicas, han hecho sistemáticamente por más de 1500 años de poder.

Las opiniones de líderes religiosos son tomadas como guías morales y, si alguien piensa que ya han pasado los excesos de tiempos en que una turba de cristianos instigados por el obispo de Alejandría linchó a Hipatia, considere algunos ejemplos recientes: el Cardenal Alfonso López de Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la familia del Vaticano, aseguró que los condones se fabrican con agujeros microscópicos para que pase el virus del SIDA, mientras que el Cardenal Wamala de Uganda escupió que las mujeres que mueren de SIDA deben considerarse mártires cristianas.

Timothy Dwight, rector de Yale, se opuso a la vacunación  pues  la consideraba una injerencia contra la voluntad de Dios.

¿Sigue usted creyendo que la religión y la ciencia son compatibles? No tanto desde la estética religiosa. Algunas lindezas del Concilio Vaticano I en 1968 bajo la autoridad del Papa Pío IX anatemiza a “quien diga que la ciencia humana debe proseguirse con tal espíritu de libertad, que puedan considerarse sus afirmaciones como verdaderas, aun cuando se opongan a la verdad revelada” y a “quien diga que la revelación divina no puede hacerse creíble por pruebas exteriores”.

 

Continuará…

[1] Hereje es una palabra hermosa, significa él que decide por sí mismo, o sea, él que piensa.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Ciencia y religiones ¿Son compatibles? (I)

FOTOS: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Una religión es un sistema cultural de creencias en lo sobrenatural, teleológica y que funda una moral. Se caracteriza por ser grupal y ritualista. Hay religiones teístas y ateas.

Los rituales ligados a la religión son prácticas sociales, pero la base religiosa es la fe. La fe es la creencia ciega a ciertos dogmas, nociones o doctrinas, sin el uso del pensamiento crítico. ¿Es compatible con las metodologías científicas que se basan en la duda? Históricamente, la respuesta es sí.

También te podría interesar: ¿El Método o los métodos? Feyerabend y su anarquismo (II)

Tan sólo si revisamos la biografía de la mayoría de los naturalistas, filósofos y científicos, resulta que han sido personas religiosas. Sobre todo los matemáticos y físicos como Napier, que —al tiempo que desarrollaba los logaritmos—escribió un tratado sobre el día del juicio final. O Newton o Galileo. Quizá el alto índice de matemáticos que cree en Dios se deba no sólo a su educación, sino a la noción de cosmos, de estructura lógica que para ellos posee el universo, lo cual lo liga a una Creación ordenada.

La noción de causalidad del científico es compatible con la del mago. El pensar que los fenómenos son causados por otros, que pueden ser descubiertos, es un principio religioso. Platón, en el Sofista, sostiene que la naturaleza no engendra sin inteligencia pues, si no, el mundo no sería ordenado, por lo tanto la causa debe ser una divinidad artística, y en el Timeo nombra a este creador como: “Demiurgo”.

Algo similar ocurría entre los naturalistas como Cuvier o Agassiz, quienes, a pesar de sus nociones evolutivas, pensaban que Dios era el primer motor, ya que la belleza de la vida podía clasificarse.

Sin embargo, la ciencia moderna entendió la filosofía kantiana de no hacer de la relación causal un nexo ontológico, sino una conexión de las cosas como objetos de la experiencia. Según Kant, no hay medio para remontarse desde la causalidad empírica hasta una causalidad divina o, como lo interpreta Brunschvicg: un Dios que por hipótesis no lo es, es una operación imposible.

Las ideas sobre el origen y la estructura universal ya no son principal doctrina religiosa y, los dioses, para la mayoría de la población, no son entidades cósmicas que parten de ideas filosóficas sino ídolos reales, al servicio de los anhelos personales, que viven en lugares incognoscibles y existen atentos a las banalidades humanas.

Dios no sería un principio de movimiento sino un ídolo gigantesco y omnipotente, que ha creado humanos a su imagen y semejanza para regir el planeta con un sentido misterioso, pero especial. Según González Rojo, esta psicosis —tratar lo ficticio como real— proviene de una introyección mediante la educación o, en palabras groseras, i.e., lavado de cerebro.

Casi todas las doctrinas religiosas parten de los mitos institucionalizados. La única diferencia entre el mito de Zeus preñando a Dánae en forma de luz dorada y el dogma del Espíritu Santo preñando a María, es que en el primero ya nadie cree, mientras que el segundo es venerado como un hecho milagroso. Al institucionalizar los mitos, la religión se vuelve una charlatanería alienante.

Convertir una metáfora o un símbolo en una verdad se conoce como psicosis (creer que lo ficticio es real)[1]. Muchas religiones aluden a la resurrección o al regreso de los muertos, reencarnados de un más allá. La putrefacción de los cuerpos muertos ni siquiera es una teoría científica ¡es un hecho natural! Sin embargo, las religiones, al tomar los mitos como hechos, psicotizan al creyente.

De esta manera, la religión como sistema político puede condenar la observación y forma el sentido común. Como escribe Edward Gibbon en Decadencia del Imperio Romano, lo que más condenaba la Iglesia de Bizancio a partir del siglo VI, era el estudio de la naturaleza. Tristemente, somos animales que esculpen una verdad no basada en los hechos, sino en la interpretación de los hechos.

Los que piensan que ciencia como pensamiento crítico, y religión, pueden convivir de manera armónica, son ingenuos o ignorantes de los hechos históricos y de las doctrinas religiosas. Una cosa es que los científicos tengan una fe individual y otra es que la fe como institución no sea hostil a las teorías científicas.

La religión es una abstracción, lo que la sustenta son los creyentes. Y muchos creyentes siguen siendo hostiles a diversas consideraciones de conocimiento científico. Quizá, lo que algunas personas fanáticas atacan, no sea a la ciencia como tal sino al pensamiento crítico, que es la base del científico. Las preguntas son incómodas y las probables respuestas, o hipótesis, tienden a abrir panoramas más bastos que las doctrinas de religiones anquilosadas. Esa pérdida de certeza es lo que temen los sacerdotes, teólogos y autoridades eclesiásticas, pues el negocio se les viene abajo.

Casi no existen registros de una incompatibilidad entre la ciencia y las religiones antiguas. Esto puede deberse a que la ciencia era considerada una actividad mística, que los propios iniciados ejercían en los colegios de sacerdotes, como las enseñanzas de Hermes en Egipto. La misma geometría era considerada dentro de los aspectos religiosos, cuyo conocimiento era tanto esotérico como exotérico entre las culturas sumerias, babilónicas y egipcias. Incluso los pitagóricos tenían la creencia de que el número era la esencia del universo, desde una estética doctrinal. En la Academia de Platón, por ejemplo, la ciencia —conocimiento— de la música, las matemáticas y la astronomía, estaba ligada al culto a las musas y se relacionaban con sacrificios rituales.

Dos ejemplos ilustran que no es tanto la ciencia como el ateísmo lo que sancionaba la sociedad: la condena a Anaximadro, por haber considerado al sol como una bola de fuego más que como un dios, y el desprecio de San Jerónimo al pensamiento atomista de Lucrecio, que negaba a los dioses o les restaba importancia. De aquí, podemos inferir que los científicos debían ser creyentes, por lo menos para la opinión pública, ya que de otra forma serían condenados a muerte por blasfemia.

El atomismo le horrorizaba a Platón, pues el agnosticismo de Leucipo y Demócrito consideraba que los dioses no eran necesarios y, según el cosmos platónico, la causa del orden es el Demiurgo o la Divinidad Creadora, que teólogos medievales identificaron como su propio Dios cristiano, falsificando o torciendo las doctrinas platónicas. Irónicamente, Newton contribuyó a establecer explicaciones no deístas para entender el movimiento físico, aun cuando él consideraba que no podía existir otra explicación que Dios.

La idea de que la religión es mera superstición se afianza en el siglo XVIII, gracias a materialistas como La Mettrie o el Barón de Holbach. Lo que critican, más que la filosofía como base de la doctrina religiosa, es a la religión como detentora del poder.

Los enciclopedistas sustituyeron a Dios por la Diosa Razón y se mostraron hostiles al clericalismo. Pero el sueño de Condorcet de que el Iluminismo sustituiría a las prácticas religiosas no se cumplió. Incluso la célebre muerte de Dios según Nietzsche, en una época donde el psicoanálisis freudiano atacaba a la religión como mecanismo represivo, el darwinismo social de Spencer se afianzaba como dominante, la tesis de Feuerbach sobre la religión como aparato de alienación y el anarquismo de Bakunin que clamaba que mientras existiera un dios en el cielo el hombre no sería libre en la Tierra; no llegó realmente a cumplirse.

¿Puede morir algo que no existe como realidad material? Pues sí, muchos dioses han muerto, ya no se les considera reales y sus ritos han sido abandonados, pero esto se debe a procesos de guerra en donde el conquistador somete al conquistado ideológicamente; recordemos cómo se expandieron Judaísmo, el Islam o el Cristianismo, mediante  rutas de sangre y genocidios.

Lo que los filósofos materialistas comenzaron a cuestionar, era que los dogmas eran invenciones. Ya Nietzsche pensó en que la moral era un invento de las clases poderosas para mantener su poder mediante las doctrinas y espetó a los sacerdotes de parásitos. La noción de que las religiones surgieron en una época de ignorancia absoluta no es del todo cierta, pues en la actualidad siguen surgiendo doctrinas y sectas, pero la noción de que toda aseveración metafísica es falsa, permea en un pensamiento crítico radical, tal como lo pregonaba Christopher Hitchens. Esta es una postura un tanto simple, ya que la misma concepción de vida y materia son también metafísicas y no han impedido el desarrollo de la biología ni de la química.

 

Continuará…

[1] Una discusión filosófica de este tipo ocurre en las matemáticas; la noción de si los números son reales (concretos y materiales)  o no.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.