Ciencia y religiones ¿Son compatibles? (II)

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El que Dios sea algo opcional, es decir, una entre muchas creencias y no el primer móvil es lo que rechazan los religiosos. ¿Qué dios? Un aspecto demencial es que las religiones teístas parten de la adoración a Dios. ¿Qué Dios? ¿Es lo mismo Alá que Cristo o que Shiva? ¿Por qué la creencia en alguno de estos tendría que chocar contra el conocimiento científico?

No podemos demostrar que Dios (cualquiera) no existe. En todo caso, el que defiende su existencia debe demostrarla, pero las argumentaciones lógicas al estilo de Tomás de Aquino o racionales como la de Descartes, no demuestran su existencia como ente físico sino tan sólo como una idea. Bertrand Russell es muy claro al respecto: no porque algo se defina entonces existe.

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La noción de Dios es semejante a la de alma, un modelo, una intuición o una teoría sobre la conciencia o el cosmos. Este vocablo Dios (Theos, Zeus) o God en inglés (Wotan, Odín) tiene tantas definiciones e interpretaciones que su uso se vuelve absurdo si el que lo utiliza no lo define con anterioridad.

¿Es lo mismo Jehová que Alá que Atón? Para muchos antropólogos y mitólogos claro que es lo mismo. Pero Robert Graves plantea que Yahvé o Jehová es una transliteración de una diosa de Palestina: Evohé, y Alá una derivación de la diosa árabe Alalita. Entonces el sentido cambia, lo cambia radicalmente.

¿Por qué el biólogo Morgan dijo que la fuente de los emergentes es una actividad inmanente a lo real llamada Dios? ¿Es lo mismo el Primer móvil aristotélico que el Demiurgo platónico? ¿El Arquetipo de Malebranche que la Inteligencia? ¿El Dios de Algazali que es la noción del hombre religioso y no el primer móvil natural? ¿El Dios de Malebranche que es lo infinitamente infinito que contiene en su esencia todas las finitudes?  ¿El de Leibniz como Mónada Suprema? ¿Una persona como sostienen los católicos o una fuerza como defienden algunos rabinos? Así, Dios puede ser la Voluntad, el Espíritu, el Ser, el dinero, el Orden, el Bien, el Uno, un carpintero judío, un dictador celestial, un furibundo con relámpagos, una Fuerza, una partícula, la luz, el rey de los fantasmas, un soplo impersonal, una realidad impersonal, lo incognoscible, un noúmeno, etc.

Escribir una historia sobre la idea de Dios sería relatar la historia de la humanidad. Parafraseando a un jesuita si todo es Dios entonces Dios es nada. Apelar a Dios nada significa pues puede ser cualquier cosa. De pronto tengo la ingenua y grosera idea de que a veces es fácil ser filósofo, mezclo palabras y escribo, luego pongo a Dios como causa, lo defino como quiera y lavo mis manos ignorantes. Además, ¿por qué no Diosa? ¿Qué acaso es macho?

La creencia en los dioses o en Dios como principio implica que él explique todo. El problema es que Dios no es perceptible, no es distinguible para nuestros sentidos. Lo que ciertas teorías científicas destacan es que la noción de Dios es prescindible. Si existe o no, no afecta a las hipótesis. Es más, quitar a Dios como hipótesis es mejor, pues se soslaya el problema de un fin último y la teoría se enmarca en un ámbito materialista. Como menciona el filósofo argentino José Pablo Feinmann, si Dios existe no tiene caso pensar pues ya todo está pensado. O mejor, la máxima de Epicuro: o los dioses no existen o, si existen, no se ocupan de nosotros.

Los dogmas religiosos pueden refutarse con investigación antropológica si estudiamos cuándo y en qué contexto histórico fueron inventados, pero esos dogmas son defendidos como verdades absolutas por los sacerdotes. La diferencia es que en la ciencia, los modelos de la realidad son falseables y cambian continuamente, mientras que las religiones teístas conservan sus mitos como verdad anquilosada. En una época en donde la embriología y la genética han demostrado que ciertos cromosomas determinan el sexo del embrión humano, conservar la leyenda de la virginidad de María resulta hilarante.

El científico rechaza el milagro divino y lo sobrenatural, el religioso creyente los acepta como revelación de un dios no inventado por él mismo sino dado ya por una educación que le ha enajenado. Irónicamente, piensa Anne Fagot-Largeault, la pérdida del punto de vista en Dios en el siglo XX significó la pérdida del absoluto en el universo, lo que sembró la duda sobre la verdad científica pues significó la pérdida de todo privilegio humano para enunciar lo verdadero. A mí me parece esto excelente. El científico debe dudar de la propia ciencia.

Lo que algunas doctrinas religiosas condenan es el escepticismo y que exista una ética no basada en la divinidad. Las religiones teístas son las que más han condenado algunas teorías científicas, especialmente ciertos mecanismos de evolución biológica y algunos modelos cosmológicos.

Las religiones ateas como el Jainismo y el Budismo no han tenido problemas con la ciencia actual, incluso el último Dalai Lama envió a un grupo de monjes a que meditaran mientras eran examinados por neurólogos de la Universidad de Chicago, y en sus escritos se ha mostrado abierto al conocimiento de las últimas teorías de física cuántica.  El hinduismo, tradicionalmente no ha mostrado rechazo con el conocimiento científico, debido quizá a que su postura es que la realidad es sólo una ilusión incognoscible (Maya).

Pero el Cristianismo —en todas sus sectas—, el Islam contemporáneo y, en menor medida, el Judaísmo, son hostiles a ciertas teorías y conocimientos científicos. La hostilidad tiene su base en la conservación del poder. Incontables personas fueron torturadas y asesinadas como herejes[1] debido a que no profesaban la fe imperante. Tanto la condena a Giordano Bruno como la acusación contra Galileo fueron porque sus tesis de la infinitud del universo, el que el espíritu estuviese hecho de átomos y el modelo copernicano, podían hacer tambalear los dogmas del cristianismo imperante. La condena de los rabinos de Ámsterdam a Spinoza por negar la inmortalidad del alma, era en realidad por defender el hedonismo, y eso que en ese momento el filósofo no había publicado aún nada y tenía 23 años.

La Carta al personal de la salud del Vaticano condena la experimentación con el embrión, las fecundaciones in vitro y la transferencia embrionaria; también la procreación asistida médicamente para las parejas no casadas u homosexuales, la clonación terapéutica y la eutanasia.

En el mismo Génesis se condena el conocimiento, Iahvé prohíbe comer el fruto de la sabiduría pues los humanos serían como dioses y el castigo es la muerte. Poéticamente es un símbolo poderoso, el que la lucidez total destruye al estilo de Rimbaud es el mismo principio de la Esfinge edípica. Pero si como mito es sabio, como dogma es nefasto pues prohíbe la curiosidad y la investigación, el anhelo de ser dioses en lugar de prosternarse ante ellos.

El Génesis es una obra probablemente escrita en el siglo VI a.NE en la corte del rey Josías. Ni siquiera es un texto original, sino que toma mitos egipcios y sumerios en un sincretismo propio de la época. La condena al conocimiento se explica en que sólo los nobles y los colegios sacerdotales tenían acceso al conocimiento, la coerción es el arma predilecta de los poderosos.

En 1340, Nicolás d’Autrecourt propuso que la luz era un corpúsculo y por lo tanto su teoría era atómica. La Iglesia Católica lo obligó a abjurar y quemó sus escritos. Quemar escritos y personas, condenar, prohibir ideas, coaccionar, vigilar, castigar, imponer dogmas parecen acciones propias de criminales. Eso es lo que las iglesias cristianas, y algunas islámicas, han hecho sistemáticamente por más de 1500 años de poder.

Las opiniones de líderes religiosos son tomadas como guías morales y, si alguien piensa que ya han pasado los excesos de tiempos en que una turba de cristianos instigados por el obispo de Alejandría linchó a Hipatia, considere algunos ejemplos recientes: el Cardenal Alfonso López de Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la familia del Vaticano, aseguró que los condones se fabrican con agujeros microscópicos para que pase el virus del SIDA, mientras que el Cardenal Wamala de Uganda escupió que las mujeres que mueren de SIDA deben considerarse mártires cristianas.

Timothy Dwight, rector de Yale, se opuso a la vacunación  pues  la consideraba una injerencia contra la voluntad de Dios.

¿Sigue usted creyendo que la religión y la ciencia son compatibles? No tanto desde la estética religiosa. Algunas lindezas del Concilio Vaticano I en 1968 bajo la autoridad del Papa Pío IX anatemiza a “quien diga que la ciencia humana debe proseguirse con tal espíritu de libertad, que puedan considerarse sus afirmaciones como verdaderas, aun cuando se opongan a la verdad revelada” y a “quien diga que la revelación divina no puede hacerse creíble por pruebas exteriores”.

 

Continuará…

[1] Hereje es una palabra hermosa, significa él que decide por sí mismo, o sea, él que piensa.

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

Doctor en Ciencias Marinas. Recibió el Premio Internacional de Divulgación Científica “Ruy Pérez Tamayo” en 2012. Entre sus libros sobre temas científicos destacan “Tiburones, supervivientes en el tiempo” y “Ensayos en Filosofía Científica” en coautoría con David Siqueiros.

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