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Por puta

FOTO: Internet

Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

No te quejes, oh Nice, de tu estado

porque te llamen puta a boca llena,

pues puta ha sido mucha gente buena

y millones de putas han reinado.

Dido fue puta de un audaz soldado,

a ser puta Cleopatra se condena,

y el nombre lucrecial, que tanto suena,

no es tan honesto como se ha pensado.

Que fue de los carajos centinela,

entre más de dos mil murió orgullosa;

y pues ya lo dan todas sin cautela,

haz tú lo mismo, Nice vergonzosa,

que esto de honra y virgo es bagatela.

Samaniego

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Puta. Puta. Puta. Un insulto que podemos recibir en tantos y tan diversos contextos que haciendo un poco de memoria, casi nada, a todas nos han llamado así en algún momento de la vida: puta. Por todo. Por nada. Porque sí. Porque no. Al final todas somos putas para alguien, algunos, aunque no queda muy claro cómo llegamos a serlo.

Porque la puta no es prostituta. No nos lo escupen porque sospechen que nos dedicamos de manera profesional a vender caricias, no. Nos lo lanzan para denigrarnos, minimizar nuestros argumentos y responsabilizarnos por los actos violentos de los que podamos llegar a ser víctimas. ¿Alguien filtra tus fotografías desnuda en redes sociales? Quien te manda, puta, tomarte ese tipo de fotos y compartirlas con alguien. ¿Te manosearon sin tu consentimiento? Eso te pasa por andar en la calle vestida como puta. ¿Apoyas el aborto legal? Mejor cierra las piernas y no mates bebitos ingenieros, puta.

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Y así, ad infinitum. Rechazas los avances sexuales de un desconocido y te escupe lo puta que eres. Aceptas los avances sexuales de un desconocido y también. Incluso si te suceden cosas buenas, habrá quien descalifique tus méritos para lograrlo y murmure que lo conseguiste puteando. Y es que puta —y sus derivados— es casi la palabra comodín para esgrimir contra cualquier mujer por cualquier cosa. Pero vamos a ponernos doctrinarios, ¿de dónde viene este asunto de tildar de putas?

La Real Academia de la Lengua Española define en primer lugar la palabra puta como adjetivo malsonante utilizado como calificación denigratoria. En el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico encontramos que procede de la palabra putta (muchacha), femenino de putto (muchacho), a los que ya en la época romana se les asociaba con la prostitución. En varias publicaciones y páginas fiables de internet encontramos que “los filólogos clásicos, asocian la palabra puta con el latín putta (muchacha, chicuela, especialmente “chica de la calle”) que ya en latín se usó con el valor de prostituta, derivado, en realidad de puto”.

Aunque se documenta que históricamente viene de una locución masculina, a la fecha puta no tiene equivalente masculino. Sí que existe el puto, pero esto no refiere a la misma categoría de insulto, por el contrario, se utiliza para feminizar al hombre: puto es un afeminado, relacionado con la homosexualidad –como si ser homosexual fuera insultante, pero eso es hilo de otra media.

La falta de una palabra que denigre al hombre apelando al ejercicio de su sexualidad no es más que el reflejo de los doble estándares con que es bien sabido se rige la sociedad. La mujer que no se conduce con el decoro esperado —¿esperado por quién?, por cualquiera— pierde el derecho hasta de no ser violentada, pero el hombre con conductas similares no recibe este señalamiento público. En ocasiones, hasta es vitoreado.

Para ejemplo, un botón. En el verano del 2018, se filtró un video donde Luis Roberto Alves “Zague”, exfutbolista y comentarista deportivo, mostraba su pene frente al espejo. Lejos estuvo la sociedad de denostar, juzgar o señalar. Aún y cuando el contexto del video era una infidelidad. Por el contrario, eran épocas del mundial de futbol y los hinchas pamboleros coreaban que “Mexico le metería la de Zague” al rival en cada encuentro. A la fecha, el futbolista incluso esta sacando ganancias económicas del Imprechionanti que se escucha en el video en cuestión. El mismo Zague ha dicho que no le impactó negativamente: “¿Molestarme yo? No. Soy feliz como soy, con lo que tengo y he logrado. Tengo muchas admiradoras y admiradores”.

En cambio, la mayoría de las mujeres cuyos cuerpos o actividad sexual es exhibida en Internet son cosificadas, rechazadas por sus familias y en sus centros de estudio o afectadas en su trabajo. Aunque se ha avanzado en la legislación para sancionar a quien saque a la luz videos íntimos, las víctimas siguen convirtiéndose en blanco de burlas, obligadas a avergonzarse por haber cogido. Por haberse grabado. Por putas.

De entre las muchísimas mujeres que han sido víctimas de un slut-shaming viral, no han faltado las que terminan atentando contra su vida.

Slut shaming que mata

Llamar puta a cualquier mujer que decide llevar algún aspecto de su vida fuera de los códigos de la moral en turno es un fenómeno viejo, ya desde la segunda ola del feminismo a mediados del XIX se luchaba por la libertad sexual, sin prejuicios. Pero, en esta era digital el escarnio público pasa a convertirse en algo global. En inglés, a esto se le como slut-shaming que en nuestro idioma es algo así como tildar de puta.

Para muchos la ligereza con que se llama puta a una mujer es sólo una forma de hablar o de expresarse, sin embargo, el slut-shaming es mucho más dañino de lo que podría parecer. No solamente atenta contra la libertad sexual de la mujer, sino contra su vida. Más allá de la humillación y el rechazo público, en su extremo sirve incluso para justificar o no condenar una agresión.

Volvamos al 2018. El 19 de marzo de ese año Óscar Munguía disparó 3 veces en contra de su expareja, Selene. El feminicida, antes de dispararle la arrinconó para darle una nota en la que le decía que “por puta” le pasaba eso. Ella, días antes, le pidió el divorcio. Selene murió por querer su libertad: por puta. En México, en este 2020, se asesinan en promedio a once mujeres diariamente.

Tan solo estos últimos días, han trascendido los horrendos feminicidios de Jessica, Alondra, Alexandra, Nayeli y Carmen “Caramelo”. Las tres primeras jóvenes en sus tempranos veintes, cuyos cuerpos han aparecido con huellas de violencia sexual. Al difundirse en redes sociales el reclamo social de justicia, hay cientos de comentarios tachándolas de putas. Si, a las víctimas. Y también a los grupos feministas que rompen y queman, clamando justicia.

Y es solo un ejemplo, en la cotidianidad. ¿Cuántas veces has escuchado que un hombre, por inseguridad o celos, justifique la violencia verbal y psicológica —cuando no física— que ejerce, acusando de puta a su propia pareja o expareja? Y generalmente por acciones tan banales como usar una falda corta, saludar o convivir con compañeros de trabajo o vecinos.

Llamar así a una mujer por su forma de vestir, su conducta o pasado sexual o sus opiniones y posturas, es un ataque en toda regla a la libertad femenina y genera un perverso escenario en el que una mujer para ser respetada tiene que demostrar que es merecedora de ello. Así, ante la violencia nos encontramos con una sociedad que voltea a culpabilizar a la víctima que se expuso, no se cuidó o, sencillamente: se lo buscó por puta.

¿Qué hacer?

Desde el 2011 ya hay ciertos movimientos que están luchando contra este concepto, por ejemplo las caminatas conocidas como Slut Walk. Pero el cambio de fondo lo hacemos todos. No te sumes a las condenas públicas que señalan a una mujer de puta. Por el contrario, enfrenta a las personas que lo practican. Soltemos los prejuicios moralinos que nos impulsan a juzgar a quien vive su vida sexual fuera de los cánones de la moral en turno.

Si eres víctima de slut shaming, denuncia en la medida de lo posible –cuando derive de alguna filtración de videos personales o el ataque se lleve a cabo en centros de trabajo o escolares. Y recuerda que nadie tiene derecho a reprimirte. Vergüenza debería de darnos señalar a alguien de puta, antes que serlo.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




¿Viva México…?

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). México lindo y querido… y misógino, machista, racista, clasista, xenófobo, homofóbico y transfóbico, ¿falta algo?, seguramente sí. Acabamos de celebrar 210 años de la Independencia de México, pero, ¿qué festejamos realmente?, ¿hay motivos para festejar?

Actualmente, México es el primer lugar mundial en maltrato y abuso infantil, feminicidios, muertes de profesionales de la salud, segundo lugar latinoamericano en crímenes por homofobia, décimo lugar en impunidad, entre muchos otros primeros lugares deshonrosos. El detalle es, que a donde voltees hay cifras alarmantes: 108 activistas asesinados, deforestación, desvío de recursos, pornografía infantil, funcionarios captados abusando de niñas sin repercusiones, otros funcionarios golpeando comerciantes sin consecuencias.

IMAGEN: Jorge Arellano

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Y es que México raya en lo surrealista, mientras que miles de mexicanos están festejando una fiesta más la lucha que nos condujo a la libertad, condenan a las madres y mujeres que toman edificios públicos como protesta por las desapariciones de sus hijas; mientras que nuestros líderes políticos dan el tan conocido grito de “Viva México”, policías de nuestro gobierno atentan contra la seguridad de sus ciudadanos; mientras que una parte de la población se prepara con gusto su pozole, hay una violación, desaparición, asesinato y feminicidio al mismo tiempo.

Según Animal Político, México batió un nuevo récord de violencia, sólo en el primer semestre del 2020 hubo 17,982 asesinatos, en promedio, casi 100 asesinatos de forma premeditada todos los días, de los cuales 2,240 fueron feminicidios. Solo para que puedas hacer una comparación, Esteban Moro, investigador del MIT Media Lab, de la Universidad Carlos III, realizó una investigación sobre el número total de personas que podemos conocer en toda nuestra vida, y el promedio fue 5000, lo que significa que, en solo seis meses, mataron tres veces más al número de personas que conoces actualmente o que siquiera llegarás a conocer.

Aun así, México es un país maravilloso, sin embargo, nos estamos acostumbrando a vivir en la cara oscura, ya sea por apatía, miedo u otra emoción, los que deberíamos de estar protestando, estamos encerrados en el aire acondicionado y las personas que actualmente están dejando su vida en las calles para manifestarse reciben en su mayoría críticas y amenazas, porque “esas no son las formas”: pero bien, si después de bailar de manera pacífica, hacer marchas en silencio, denunciar, dar seguimiento a la denuncia, ir a desenterrar cuerpos para buscar a sus hijos, gastar todas las instancias y recursos, para que terminen dando carpetazo a la desaparición/crimen que he sufrido, ¿qué otra cosa queda?

Esas mujeres que están tomando la CNDH ya no tienen miedo, les han quitado su vida, su tranquilidad, su paz, y lo que llenó ese vacío fue la furia, el coraje, la impotencia… esas mujeres dejaron el miedo atrás por nosotros, los que estamos cómodamente sentados, esperando… que no sea yo o alguien de mi familia.

Ante esto, ¿cuál es la respuesta de los mexicanos en redes sociales? Hacer memes, compartir packs, burlarse de la lucha ajena, en fin, la hipocresía. Estamos tan cómodos en nuestro privilegio que se nos olvida o queremos olvidar que existen muchos Méxicos, tan distintos al mío, y utilizo ese privilegio para taparme los ojos ante la injusticia.

Pero no todo está perdido, cada vez somos más los que queremos gritar ¡viva México!, con la seguridad de que es un país por el que vale la pena luchar. Cada vez nacen más colectivos que alzan la voz, nacen grupos en redes sociales de hombres que cuestionan su machismo y masculinidad. México, el México de las víctimas, ya no se está quedando en silencio y para muestra, todas las marchas feministas que han salido a protestar por aquellas que ya no pueden.

¿Qué me toca como mexicano? Cuestionarme todo, mis costumbres, prácticas, mi respuesta ante alguien que necesita ayuda, el discurso que aprendí para no ser empático con otra vida humana.

Quiero concluir con las palabras de Yesenia Zamudio, madre de María de Jesús Jaimes Zamudio, víctima de feminicidio en enero de 2016 en la Ciudad de México.

“De aquí no nos vamos a mover y van a seguir llegando más madres de toda la república, somos un chingo y somos de todo el país, y así tengamos que quemar las pinches fiscalías, lo vamos a hacer. ¡Hagan su maldito trabajo, fiscales y ministerios públicos! Y si no pueden, tengan tantita dignidad y renuncien”.

 

Bibliografía

• Animal Político. (2020). Nuevo récord de violencia: primer semestre de 2020 dejó 17 mil 982 asesinatos; violencia subió en 11 estados. Recuperado de https://www.animalpolitico.com/2020/07/record-violencia-semestre-2020-asesinatos/
• Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (2020). Boletín 128/2010 México, segundo país en América Latina en casos de Crímenes de odio por homofobia. Recuperado de https://cdhcm.org.mx/tag/segundo-pais-en-america-latina-en-casos-de-crimenes-de-odio-por-homofobia/
• El País. (2019). ¿Cuánta gente vas a acabar conociendo en toda tu vida? Muy poca. Recuperado de https://elpais.com/tecnologia/2019/07/09/actualidad/1562709377_124629.html

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FRENA, la pasarela de la mezquindad

FOTO: Tribuna de Los Cabos

Colaboración Especial

Por Pablo Chiw

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Regis Debray advierte sobre el auge del fundamentalismo como una consecuencia defensiva ante la pérdida del sentido de pertenencia; las palabras de Debray se ciernen sobre México, cuando atestiguamos el levantamiento del Frente Nacional Anti AMLO (FRENA), un movimiento de corte fascista caracterizado por un discurso racista, misógino y clasista.

El Frente Nacional se articula como respuesta defensiva por parte de un sector poblacionalmente minoritario, pero con recursos políticos y económicos superiores al ciudadano promedio, el cual reacciona frente a la pérdida de un sentido de pertenencia. La pregunta es obligada, ¿pertenecían a qué?

FOTO: El Sudcaliforniano

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La respuesta no se responde en términos de jerarquía económica, al final de cuentas, los ricos siguen siendo los ricos. Víctor Frankl diría que se trata de valores (irónicamente de interpretación prosocial), los cuales dan coherencia, propósito y finalidad a nuestra existencia, al perderlos se produce un estado general de desesperanza, desamparo.

Pero ¿qué valores se perdieron con la llegada de MORENA al poder?

Me parece necesario contextualizar, los valores se entienden como virtudes o cualidades de gran importancia para un grupo social determinado; ahora, tal entendimiento no es universal sino particular, por ejemplo, las corridas de toros son un tesoro social para algunas personas y una aberración para otras.

Recobro el hilo, había una alucinación colectiva muy valorada entre las élites nacionales: la del México pintado de Europa, tanto para las familias de alcurnia como para la ciudadanía transburguesa*, la continuidad del proyecto neoliberal obedecía fielmente a las premisas del colonialismo interno: un gobierno rubio, constituido por hombres educados en el extranjero, expuestos a una experiencia política internacional invaluable y fielmente acompañados por los intereses corporativos trasnacionales, una metaidentidad que se antojaba inmutable por su imperceptible transformación.

Para ellas y ellos, existía un México que navegaba por los canales de Venecia, con un Lord Peña inmortalizado en el Times Magazine como “el gran salvador de México”; la continuidad del delirio anunciaba la llegada de un Steve Jobs mexicano a la presidencia, el joven maravilla del inglés perfecto, diestro en el uso de las tecnologías y las triangulaciones aritméticas: Mr. Richard Anaya.

Pero conocemos esa historia y su final. Así, el valor que se pierde el dos de julio es el de la blanquitud como clase gobernante, un sistema de castas estratificado a partir de las directrices de la pigmentocracia, certidumbre financiera vitalicia como su derecho universal irrevocable, amparado bajo el contrato del compadrazgo y el capitalismo de cuates, endorsado por poderes extranjeros que daban fe de una democracia inexistente, a cambio de cuotas, préstamos y contratos infames.

Las élites tienen razón, México era suyo e hicieron con él lo que quisieron, lo confirma la CFE y sus ductos inoperantes por los cuales debemos pagar 21 mil millones de dólares, el Narcoestado de Felipe Calderón con todo y su suavicrema, el escándalo de Altos Hornos de México, los negocios con Obredecht.

México fue una tarjeta de crédito sacada a nuestro nombre, mientras nosotros acumulábamos deuda, ellos gozaban el placer de crearla.

La cruda realidad

Después de una inolvidable borrachera transgeneracional, los juniors del poder amanecieron empiernados con una vergonzosa resaca existencial, despertaron en un país gobernado por indios prietos quienes les extendían la factura de sus excesos: 155,000 millones de pesos en impuestos adeudados, órdenes de aprensión, cuentas congeladas, contratos suspendidos, apellidos en desgracia.

Sigmund Freud podría fácilmente predecir el comportamiento consecuente de quienes son incapaces de aceptar la angustia o ansiedad que significa la pérdida de control sobre la realidad para el yo consciente: negación, proyección, escisión.

Un aspecto fundamental para entender el comportamiento del fascismo mexicano es la negación; curiosamente, en su narrativa, dejan fuera el hecho de que fueron más de 30 millones de personas quienes exigieron la salida del PRIAN en las urnas. Pero asimilar que son millones de seres humanos que buscan una realidad distinta a la anterior, les resulta insoportable. Por lo tanto, la opción es invisibilizarles y condensar al enemigo en una sola persona: el presidente.

El México que se hunde en las profundas aguas del Maracaibo es en realidad la proyección de un grupúsculo que conocía perfectamente las paupérrimas condiciones económicas en las que se encontraba la nación, condición construida a fuerza de privatizaciones, triangulaciones y préstamos internacionales.

Para alcanzar una consciencia más certera sobre sí misma, la humanidad debe ser capaz de reconocer las consecuencias de sus actos, de hacerlo, las élites se darían cuenta de la bancarrota moral en la que habitan. Aceptar el daño causado es un paso imprescindible para la construcción de la paz, pero tal posibilidad requiere ciertas capacidades intrapsíquicas por ahora inexistentes en las derechas nacionales: vergüenza, por ejemplo.

Al no haber quórum para la madurez comportamental, sus opciones de acción se remiten a lo primitivo y disfuncional: separarse de la insoportable realidad creada con los actos propios y construir una realidad alterna, en el caso mexicano, una alucinación dentro de otra alucinación: el México que transmuta, “fuimos Luxemburgo, ahora Venezuela”.

Sin antipsicóticos, las alucinaciones se vuelven indiferenciables de la realidad, hoy los tambores de guerra azuzan sus pulsiones, de pronto la patria les llama al oído, allá van, montados en sus Rocinantes de lujo, cabalgando a toda prisa, con el heroísmo empuñado en su lanza mediática, desbocados para derrumbar al dictador que habita en los molinos de viento.

A estas alturas, no sabemos si se trata de esquizofrenia social o de simple psicopatía de clase, lo indiscutible son las desgarradoras grietas, fronteras y barrancos que existen entre nosotros y ellos. El dos de julio no cambiaron las cosas, se volvieron radicalmente honestas, hoy se devela la obra magna de quienes tuvieron el cincel del poder: desigualdades abismales, injusticias seriales, violencia enraizada al subgénero gore, corrupción conspicua y entreguismo desenfrenado.

*Transburgués: Persona burguesa, que siente y piensa como burgués, pero que nació en la precariedad, creció en la precariedad y actualmente vive en la precariedad.

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Temerario el Gobernador, mete las manos y los memes al Congreso

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Gobernador del Estado, Carlos Mendoza Davis, habla del “secuestro” del Congreso estatal, refiriendo que hay violación de leyes en manera legal por parte del grupo “usurpador” parlamentario mayoritario del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en un galimatías que sólo es apto para su comprensión, pues si es el grupo mayoritario y por votación se ha determinado su superioridad y en consecuencia la aprobación de asuntos, que al mandatario estatal le desagradan, no se está transgrediendo ley alguna, simplemente se está haciendo uso de las facultades que una bancada mayoritaria tiene en un Congreso; es una acción de estrategia política que —por supuesto— harían las bancadas opositoras si tuvieran los números y la fuerza necesaria; esos factores de los que hoy carece el Partido Acción Nacional (PAN) en todo el país y, por lo visto, en nuestro Estado.

El asunto aprobado por la bancada de Morena que parece haber molestado más al Gobernador es la destitución de las diputadas: Perla Flores Leyva, de pecados políticos banales y corruptos ya conocidos; Lorenia Lineth Montaño Ruiz, conocida por asegurar que las oficinas del Congreso son suyas y por llevarse la campana del mismo; Daniela Viviana Rubio Avilés, con amplia trayectoria de destituciones en contra y desconocida ya una vez por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); y Elizabeth Rocha Torre, así como del diputado Rigoberto Murillo Aguilar, quienes quedaron inhabilitados por dos años del ejercicio público por haber faltado a cinco sesiones de trabajo continuas. Todos ellos conocidos por sus afinidades políticas con Mendoza Davis.

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Se escuda el Gobernador para intervenir hasta con memes, del periódico Reforma, en el Congreso, diciendo que la bancada morenista mayoritaria es artificial; y al llamar a Morena a no adueñarse del Congreso hace lo propio al intervenir desde el Poder Ejecutivo estatal en una cargada de toda fuerza en contra de la mayoría del Congreso, pues la minoría opositora a la que pertenecían los hoy destituidos es la que lo avala y apoya sus políticas.

El mandatario estatal está violentando el principio de la independencia de los poderes al hacer anuncios públicos y tomar acciones directas al respecto. Y justifica su vendetta política diciendo que el comportamiento del Congreso retrasa las acciones indispensables para el bienestar de la población en medio de la pandemia por la Covid-19. En fin, el Gobernador anda más temerario que nunca inmiscuyéndose en los asuntos del Congreso de manera abierta y haciendo llamados a la población para desconocer a la mayoría de Morena en el máximo palacio legislativo de Baja California Sur, justo en tiempos en que los juicios políticos acechan hasta a los ex presidentes; por lo que un Gobernador sería peccata minuta si es el pueblo bueno y sabio el que lo juzga, otra cosa sería que la mayoría de nuestro Congreso le solicitará el juicio político al Senado de la República.

Mención aparte merece el meme racista, clasista y denigrante que ha usado el Gobernador para hacer mofa de la bancada morenista de nuestro Congreso del Estado, pero no sólo a ellos sino a todo mexicano con rasgos físicos relacionados al del individuo de la caricatura, tema que deberá ser objeto de un análisis aparte y es que una imagen dice más que mil palabras sobre la persona que la usa.

Polilla política es que los diputados destituidos sean cesados por flojos y faltistas y no por otros asuntos más turbios que ya los caracterizan, como las vacaciones pagadas por el pueblo de la diputada parisina o por acusaciones de desvíos monetarios y por agresiones físicas a otros miembros del Congreso, asuntos en los que se han visto involucrados algunos de los destituidos.

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Francisco María Piccolo, pilar fundamental de la conquista espiritual de la California

FOTOS: Cortesía

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Los polvorosos caminos del desierto Californiano fueron testigos de los afanes y preocupaciones de los Misioneros Jesuitas que, desde finales del siglo XVII y hasta poco más de la mitad del siglo XVIII, se dedicaron a traer la Fe y la cultura europea a la California ancestral. Uno de estos destacados sacerdotes fue el italiano Francisco María Píccolo, el cual sería el segundo integrante de la Compañía en arribar a estas tierras (en la etapa jesuita), sólo precedido por el Apóstol de las Californias, Juan María de Salvatierra.

Píccolo (bautizado con el nombre de Francesco Maria Piccolo o Francisco Picolo) nació el 25 de marzo de 1654 en el poblado Siciliano de Palermo, Italia; que en ese entonces formaba parte del reino de España. A los 19 años siente el llamado de la religión y decide integrarse al seminario de la Compañía de Jesús (1673).

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Conforme fue avanzando en sus estudios su espíritu inquieto y sobretodo imbuido por el carisma misionero de la Orden, lo motiva a solicitar a sus superiores el ser trasladado a alguna Misión en la Nueva España. Una vez obtenida la autorización viaja hacia el nuevo continente en el año de 1684. Como muchos de sus hermanos, al llegar a la ciudad de México, fue destinado a las Misiones de la Sierra Tarahumara, al norte del virreinato, teniendo su cabecera en el poblado de Carichí. Durante 13 años, el padre Píccolo recorre las montañas y desfiladeros de aquellos sitios tratando de convertir al mayor número posible de tarahumaras, sin embargo, esto no era tarea fácil. En uno de sus relatos sobre sus andanzas por estas tierras comenta que, en una ocasión que cabalgaba por un camino en la serranía, se topó de súbito con un desfiladero de muchos cientos de metros de profundidad lo que hizo que se aventara del caballo, horrorizado, y tardara mucho tiempo en recobrarse del susto. En el año de 1689, a la edad de 35 años, profesa su último voto sacerdotal en la Compañía para ser ungido con el sacramento completo.

Es importante mencionar que durante su estancia en la tarahumara es muy probable que conoce al padre Juan María de Salvatierra, el cual seguramente le expuso este el proyecto de evangelización que estaban planeando junto con uno de los primeros Misioneros Jesuitas que había viajado a la península de California, Eusebio Francisco Kino. Después de conocer los detalles, Píccolo debió haber aceptado unirse a la expedición y apoyar en todo lo que estuviera en su mano para lograr el éxito de este gran paso que se estaba fraguando. En el año de 1697, una vez concedida la autorización por parte del virrey José Sarmiento y Valladares para que los sacerdotes Salvatierra y Kino iniciaran su actividad Misionera en la California, se da inicio a esta gran epopeya. Lamentablemente el principal promotor, Eusebio Francisco Kino, no logra acompañarlos, sin embargo el destino le tenía predestinada otra misión tal vez mucho más importante, que fue el dar apoyo con provisiones a las primeras Misiones que se fundaron en la California.

Unos pocos días después de fundada la impronta del Real Presidio de Loreto, llega al puerto el sacerdote Píccolo (23 de noviembre) el cual de inmediato inicia el estudio de la lengua de los laimones (grupo de naturales de la rama de los Cochimíes que habitaban en la Bahía de San Dionisio). A finales del mes de diciembre de 1698, una vez que estaba suficientemente preparado en el conocimiento de la lengua y costumbres de los habitantes de esas latitudes, organiza un plan con el padre Salvatierra a fin de explorar las rancherías que se encontraban en la irreductible Sierra de La Giganta y de paso explorar si fuera posible la costa del Pacífico (Mar del Sur) para localizar algún puerto de acogida para el galeón de Manila. Esta primera exploración la realizó acompañado del capitán del presidio de Loreto, don Luis de Torres y Tortolero así como de un pequeño grupo de Californios bautizados. Llegaron hasta lo que se conocía como Puerto Danzantes (hoy Puerto Escondido), lamentablemente no pudieron localizar algún sitio por donde franquear los altos cerros de la Giganta.

De regreso a Loreto, emprende el reconocimiento de un paraje que ya había sido visitado en el año de 1685 por el sacerdote Eusebio Fco. Kino durante la frustrada exploración encabezada por Isidro de Atondo y Antillón, este sitio era llamado por los Californios como “Londó”. Al llegar al lugar, acuden a recibirlo una gran cantidad de Californios los cuales aún recordaban al sacerdote Kino, ante la excelente disposición de los habitantes y por ser un lugar adecuado para fundar una Misión, lo anota como uno de los sitios donde se establecerá posteriormente cuando lleguen más hermanos de la Compañía a auxiliarlos.

El 10 de marzo de 1699 realiza un segundo viaje para incursionar en la sierra La Giganta. Hacía unos meses se había bautizado a un joven de aquellos lugares, al cual impusieron el nombre de Francisco Javier. Él y sus acompañantes relataron que era un sitio muy bien puesto para establecer una Misión, con mucha agua, tierra para cultivar y una gran cantidad de gentiles que serían rápidamente convertidos. Fue un viaje sumamente difícil y accidentado debido a lo abrupto de la serranía. Sus únicos acompañantes fueron algunos Californios bautizados, así como un pequeño grupo de Yaquis. Al llegar al paraje conocido en lengua Cochimí como “Vigge Biaundó”, quedó maravillado al poder corroborar el dicho de Francisco Javier. De inmediato inicia la construcción de una pequeña capillita y el día 11 de mayo de 1699 se declara formalmente fundada la Misión, la cual llevó por nombre San Francisco Javier. Al mismo tiempo que se hacía lo anterior, el padre Píccolo encabezó a un grupo de Californios los cuales fueron abriendo un camino entre este sitio y Loreto a fin de que pudieran estar mejor comunicados y sobre todo pudiera ser accesible a los caballos y mulas con el fin de poder llevar las provisiones necesarias. Fue en el mes de junio de 1699 que se da por finalizado este tramo de camino.

Durante el tiempo que permanece en el sitio recabó información entre los naturales sobre el mejor camino para acceder a la costa Oeste. Los informes que recibió le indicaron que la mejor opción era continuar por el cauce del arroyo “Las Parras”, por el mismo que había llegado a este sitio. Regresa a Loreto en donde prepara todos los materiales, cabalgaduras y personas que lo acompañarían en esta aventura y, el día 7 de octubre de 1699, inicia su viaje hacia las costas Occidentales. Lo acompaña además del grupo de naturales y Yaquis, el capitán del presidio y unos cuantos soldados. El último punto explorado donde hicieron escala fue en San Francisco Javier, momento que aprovechó el capitán del presidio y los soldados para fabricar adobes e iniciar con la construcción de una capilla y un cuarto para el sacerdote. El 27 de octubre, muy de mañana, salen los exploradores y durante su ruta fueron bien tratados por todos los Californios que encontraron los cuales les regalaban mezcales y conchas y les daban información o los acompañaban hacia los aguajes más cercanos.

Durante este viaje, el padre Píccolo pudo hacer gala de sus dotes de gran diplomacia, algo que lo caracterizó durante toda su vida. Siempre se distinguió por el gran respeto y aprecio por los naturales y sus costumbres, negándose, cuando así se lo ordenaban, a educar a los Californios  sólo en idioma Español. Su respeto por las decisiones de los naturales era tal que, por ejemplo, en este viaje pidió a las mujeres de una ranchería que le dejaran bautizar a sus hijos, pero ellas le replicaron que debían esperar a que regresaran sus esposos, que estaban de cacería, para que ellos tomaran esa decisión; el sacerdote Francisco María no puso objeciones ni reparos y prodigó el mismo cariño y alimento a todos sin molestia por la negativa.  Al poco tiempo llegan a su destino final y pudieron contemplar una inmensa bahía, con abundante alimento, pero que lamentablemente no ofrecía refugio pertinente para el Galeón de Manila. Permanecieron en el sitio por varios días hasta que empezaron a escasear las provisiones por lo que el padre Píccolo y el capitán ordenaron el regreso a San Francisco Javier. Tras una penosa marcha por parajes con escasa agua, llegan a San Javier el 30 de octubre aproximadamente a las 3 de la tarde. Como conclusión de este viaje podemos decir que había sido un éxito, puesto que llegaron a las costas del Mar del Sur y entablaron alianzas de amistad con los grupos de Californios que habitaban en esos terrenos.

Un suceso que estuvo a punto de dar por los suelos con este proyecto de Misión de San Francisco Javier Vigge Biaundó fue protagonizado por un soldado el cual se había casado con una neófita del lugar. Cuando llegó la temporada de la cosecha de pitahayas (denominada  Mejibó en lengua Cochimí) la esposa del soldado decide unirse con sus familiares y vagar por el monte recolectando y disfrutando de estos frutos. El esposo, molesto por su ausencia, decide seguirla para traerla de regreso, en el camino es abordado por un Californio ya anciano el cual trata de convencerlo para que no lo haga pero al calor de la discusión, el soldado le dispara y lo mata. Los demás habitantes de la ranchería al escuchar la detonación acuden al sitio y, al percatarse de lo ocurrido, asesinan al soldado destruyendo a su paso lo poco que se había construido de la Misión. Afortunadamente para el sacerdote Píccolo, éste se encontraba de viaje, ya que de lo contrario seguramente habría pagado con su vida por esta desafortunada situación. Con el tiempo los ánimos se calmaron y los cabecillas del levantamiento fueron perdonados, regresando la tranquilidad a esta Misión.

Durante el año de 1700 y 1701 se dejó sentir una gran hambruna en la California, al igual que otros sitios de la Nueva España, provocada por la casi total ausencia de lluvias. Esto motivó al padre Píccolo para que acudiera a las ciudades de Guadalajara y de México para gestionar apoyos en alimento y dinero para sus misiones Californianas, de no obtenerlo su labor evangélica en la península estaría comprometida. Durante su ausencia, el sacerdote recién llegado, Juan de Ugarte, lo cubrió en la titularidad de la misión de San Francisco Javier. Gracias a los buenos oficios de Píccolo, en enero de 1702 regresa a Loreto en el barco “San Javier” cargado con una buena cantidad de alimentos. Como un comentario que ejemplifica la desesperada situación que se vivía en la California por parte de los Colonos, el sacerdote Salvatierra dejó registrado en sus cartas que tanto sacerdotes como soldados “se habían visto en la necesidad de salir a buscar alimentos a la manera como lo hacían los nativos”.

Durante el año de 1702, el sacerdote Francisco María Píccolo, escribe su célebre informe titulado “Del estado de la nueva Christiandad de California, que pidió por auto la Real Audiencia de Guadalajara”. Este documento era un intento desesperado que realizó el ignaciano para convencer a las autoridades en apoyar de inmediato a sus hermanos de la California. En el escrito también realiza algunos comentarios sobre la fauna, flora y geografía de esta península. También reseña los esfuerzos que realizó al llegar a Loreto y cómo paulatinamente fue aprendiendo el idioma de los grupos de Californios hasta realizar los primeros viajes y fundaciones de misiones, las cuales hasta esa fecha eran cuatro: Nuestra Señora de Loreto, San Juan Londó, San Francisco Javier y Nuestra Señora de Los Dolores (en ésta última sólo había realizado algunos bautizos y concentración de naturales en este paraje).

El mencionado documento ha sido muy criticado por considerarlo como una versión con datos “exagerados y muy alegres” de la California. Incluso el mismo Miguel del Barco, misionero jesuita que por treinta años trabajó en las misiones de la península, lo califica de “tener muchos yerros” entre los que sobresale las “alabanzas a la fertilidad de la California”. Los defensores de los escritos de Píccolo sostienen que el sacerdote por lo general escogía sus caminos de exploración en cañadas de Arroyos y casi siempre en fechas en las que es probable que hubiera llovido, motivo por el cual hacía descripciones muy elogiosas del verdor de la península y la gran cantidad de flora y fauna que encontraba en su camino. En la actualidad, el proceso de desertificación que paulatinamente se ha extendido por la península ha ocasionado que el paisaje sea mucho muy diferente del que conoció Píccolo. A pesar de todo, el informe se ha publicado como libro en varios idiomas, sobresaliendo su inclusión en el libro “Kino’s historical Memoir of Pimeria Alta” de Herbert E. Bolton

Continuando con la vida del padre Píccolo, a pesar de sus grandes esfuerzos, como resultado de su viaje sólo obtuvo que se le pagara un apoyo de 6000 pesos que había estipulado el rey Felipe V para sostenimiento de las Misiones. En el mes de octubre de 1702, el barco que transportaba estas provisiones así como dos sacerdotes que se integraban a las acciones misioneras: Juan Manuel Basladúa y Jerónimo Minutuli, fueron sorprendidos por una gran tormenta la cual obligó al capitán a lanzar al mar la mayor parte de los suministros para evitar el naufragio y una muerte segura. Finalmente volvió la calma y pudieron llegar exhaustos y cansados a Loreto.

De regreso a la California se decide relevarlo definitivamente de su responsabilidad en la Misión de San Francisco Javier, quedando oficialmente encargado el padre Juan de Ugarte. A partir de este momento, Píccolo se dedica a gestionar recursos económicos y de alimentos para las escuálidas misiones Californianas y, en el año de 1704 viaja acompañado del sacerdote Basaldúa hacia Sonora, para solicitar al padre Eusebio Francisco Kino los socorriera con todo lo que pudiera enviar para estas tierras tan necesitadas. Como ya se ha comentado, Kino jamás se desvinculó de la California y puso a disposición de sus hermanos de Orden así como de los Californios todo lo que tuvo en su poder, enviando a través del puerto de Guaymas cargamentos de granos, herramientas, telas y en fin todo lo que pudieran necesitar. Por un breve periodo, durante este año,  el sacerdote Píccolo estuvo al frente de la Misión de San José de la Laguna o San José de Guaymas (hoy Guaymas), en Sonora.

De regreso a la península, el barco en que venía Píccolo transita frente a Bahía Concepción y Mulegé, causándole una grata impresión por su abundante agua y arboleda, pensando que sería un magnífico sitio para establecer una nueva Misión.  Lamentablemente, el honor de ser el fundador de la Misión no le tocó a Píccolo sino a su compañero de viaje, Juan Manuel Basaldúa, el cual en noviembre de 1705 funda la Misión que llevaría por nombre Santa Rosalía de Mulegé. En ese mismo año, el padre Francisco María es nombrado Visitador de las Misiones de Sonora y California por lo que tuvo que viajar constantemente en la gran extensión de este territorio, sin embargo, siempre tenía en mente a sus Californios y hermanos de la Compañía que habitaban estas tierras, por lo que de forma frecuente acudía al padre Kino para recordarle el envío de los apoyos.

En el año de 1709, al finalizar su encargo de Visitador, se traslada a la Misión de Santa Rosalía de Mulegé, donde el sacerdote Basaldúa había caído gravemente enfermo víctima de viruela. Debido a la severidad de su mal se le ordena quedarse con la titularidad de este sitio, permaneciendo en él por espacio de 9 largos años (hasta 1718). Como siempre, el padre Píccolo reinició su trabajo al frente de los Californios de esta misión evangelizándolos y enseñándoles las costumbres europeas, asistiéndoles en la enfermedad, la muerte y en general en todos los asuntos de la vida Misional. Aunado a lo anterior, continuó haciendo viajes de exploración por la sierra La Giganta para encontrar nuevos parajes y así evangelizar a más Californios. También, no cejaba en su empeño de encontrar algún puerto en la costa occidental para que sirviera como puerto para el Galeón de Manila.

En el año de 1706 aconteció un suceso muy desafortunado entre los sacerdotes y el hasta entonces capitán del presidio de Loreto, Antonio García de Mendoza. Esta persona acusó a Píccolo y Salvatierra de que les imponían mucho trabajo, a él y sus soldados, sin embargo, esto era una calumnia. El verdadero motivo de molestia del capitán era que los sacerdotes se oponían a que utilizara y explotara a los Californios en la pesca de perlas. Al final, la acusación del capitán no prosperó por lo que no le quedó más remedio que solicitar ser “licenciado” de su puesto, algo que de inmediato aceptaron los sacerdotes. A los pocos días y en votación secreta, los soldados deciden nombrar al portugués don Esteban Rodríguez Lorenzo como su nuevo comandante, destacando por ser muy trabajador y sobre todo afectó en grado sumo a los sacerdotes.

En el año de 1709, a petición de un grupo de Californios que procedían de una ranchería de nombre Kaelmet (hoy La Purísima), decide acompañarlos para verificar las condiciones del lugar y saber si era propicio para fundar una Misión. Al llegar al sitio lo encuentra muy hermoso con abundante agua y árboles, lo habitaban una gran cantidad de Californios los cuales se mostraron amables y afectuosos con los visitantes regalándoles agaves. Algunos de los naturales presentes le platican al padre Píccolo que siguiendo el cauce del arroyo pueden llegar al mar, el cual se encuentra a corta distancia. El sacerdote emprende el camino acompañado de los Californios y descubre un sitio maravilloso desde el que se aprecia el Mar del Sur, sin embargo no lo encuentran adecuado para establecer un puerto. Ese sitio actualmente se conoce como Boca de San Gregorio. Muy satisfecho de lo logrado, regresa a la Misión de Mulegé a la cual arriba el 24 de junio de 1709. En el año de 1712 realiza un nuevo viaje a este sitio en donde encuentra un lugar más propicio para fundar una Misión, lamentablemente por falta de misioneros esta fundación se retrasó hasta el año de 1717, imponiéndosele el nombre de La Purísima Concepción de la Santísima Virgen. En 1734, la Misión se traslada a un nuevo sitio que es donde definitivamente se encuentra.

El andariego padre Píccolo fue visitado en la misión de Mulegé por un grupo de Californios que residían en el valle de San Vicente, en un lugar por donde pasaba el arroyo Kadakaamán, y le piden que los acompañe ya que deseaban que los bautizara a ellos, sus mujeres y sus hijos y fundara una Misión en sus tierras. Ni tardo ni perezoso, el padre Píccolo, con sus 62 años a cuestas, hace los preparativos para visitar aquel lugar y parte de esta misión el día 13 de noviembre de 1716. A los pocos días llegan al lugar donde reconoce que es muy adecuado para la fundación de una Misión: mucha agua, muchas tierras para cultivar y una enorme cantidad de Californios que día a día iban llegando, tantos, que era imposible calcular la totalidad. En el paraje permanece todo el mes de diciembre y presencia diferentes ceremonias y costumbres de los habitantes de las rancherías, mismas que reseña en las cartas que escribió al padre Jaime Bravo, dejando evidencia con ello de su aguda inteligencia y gran capacidad de observador lo que permitió dar cuenta en estos maravillosos escritos etnográficos.

En el año de 1720 es nombrado Superior de las Misiones Californianas, pasando a residir al puerto de Loreto. Con el paso del tiempo la salud del sacerdote se va debilitando hasta el grado que en el año de 1721 se encuentra casi ciego, pero aún así seguía tratando de cumplir con sus obligaciones.  La falta de más misioneros que se destinaran al servicio de esta tierra y, el que todos los que residían en California se encontraran ocupados en resolver los graves problemas que les aquejaban en sus Misiones, ocasionaba que no pudiera relevársele de sus actividades. Aún con su precaria salud, el sacerdote Píccolo dictaba cartas en las que, tanto  intercedía ante las autoridades para que ampararan a los hijos de algún soldado del presidio como solicitaba encarecidamente que se destinaran más recursos para socorrer a las misiones que recién se iban fundando o se necesitaba fundar.

En el año de 1728, el sacerdote Jaime Bravo es comisionado para acudir a Loreto y socorrer en sus actividades al padre Píccolo. Los estragos que habían causado en su salud los años de privaciones así como los largos y pesados viajes de exploración fuero mermando día con día su cuerpo. El 22 de febrero de 1729, a la edad de setenta y cinco años, el sacerdote Francisco María Píccolo fallece en la quietud de su humilde camastro, rodeado por sus queridos Californios los cuales lo lloraron por varios días. Sus restos fueron sepultados en Loreto y tuvo el honor de ser el primer sacerdote jesuita que rindió tributo a la tierra en esta península Californiana.

Francisco María Píccolo fue un incansable viajero por las tierras Californianas, realizando incursiones de exploración y evangelización. Gracias a su espíritu inquieto y perseverante, contribuyó de forma directa e indirecta al establecimiento de un tercio de los establecimientos Misionales fundados por los jesuitas en nuestra península. Existe una frase que se atribuye a la Madre Teresa de Calcuta: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería mucho menos si le faltara una gota”. De la misma manera podemos resumir la obra del padre Píccolo, sin su entrega y amor por esta tierra, no seriamos la California que hoy tenemos.

 

Bibliografía:

Ponce A. (2012). Misioneros jesuitas en Baja California – 1683-1768. Madrid: Editorial Bubok

Lazcano C. (2017). Francisco María Píccolo: 288 años de su muerte, consultado el 18 de julio de 2020, de https://www.elvigia.net/general/2017/2/5/francisco-mara-pccolo-aos-muerte-263130.html

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