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Mi experiencia como becaria en la Universidad de Ohio

FOTOS: Alma Angélica López Acuña

Colaboración Especial (*)

Por Alma Angélica López Acuña

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El día miércoles 27 de junio del 2018, a media jornada se me abrió una oportunidad como docente del idioma Inglés de PRONI-BCS (Programa Nacional de Inglés. Baja California Sur). Obtuve un espacio para el programa 2018 summer Institute For Teaching Innovation For English Educators. Se trata de una beca de estudio que los alumnos de doctorado de Lingüística de OSU (Universidad de Ohio) organizaron con una duración de un mes —se llevó a cabo en Columbus, Ohio, EUA, en el mes de junio.

Mientras nuestros alumnos vacacionaban los docentes nos preparábamos para realizar importantísimas transformaciones en la praxis educativa, no solo en el área académica-cultural, sino también en los procesos sociales. Una vez que se nos concedió la aceptación, hubo una sesión informativa donde nos comunicaron los pormenores del viaje, así como llevar medicamentos y dólares para lo que se ofreciera.

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Debido a esta reunión y al júbilo que todos mostramos, los catorce docentes y nuestros dos coordinadores decidimos uniformarnos con el fin de dar una mejor imagen e identificarnos como grupo de nuestro Estado, así mismo nos informaron que llevaríamos una vida de estudiantes tal cual como la viven los alumnos universitarios en los Estados Unidos. ¡Cómo olvidar el día de partida! Salimos de San José del cabo en la aerolínea United Airlines a las 12:35 horas llegando a las 16:10 horas a Houston, y de ahí partimos a las 19:40 horas a Columbus llegando al aeropuerto a las 23:19 horas. De ahí nos trasladamos en autobús para instalarnos en una universidad privada, Capital University en Bexley, Ohio, a unos minutos de distancia de OSU.

En total fuimos 87 docentes de la República Mexicana que contamos con suites con sala, baño compartido para dos o tres personas, cocineta, refrigerador, algunos dormitorios tenían microondas, solo un grupo muy reducido contaba con habitación individual, con baño y cocineta, contábamos con áreas verdes, instalaciones deportivas, transporte privado, seguro médico de gastos mayores. Así mismo, se añadió el desayuno y cena buffet todos los días, comida en OSU con tarjeta de alimentos de 100 dólares y pases para camiones públicos los fines de semana. Antes de instalarnos en los dormitorios nos dijeron que uno de los seis Estados de la República Mexicana que formaban parte de la misma beca compartiría el edificio con nosotros y el cuarto de lavado con auto servicio.

Capital University es una de la más antiguas universidades del centro de Ohio, está afiliada a las universidades luteranas más antiguas y más grandes de Norte América, establecida el 3 de junio de 1830. La fachada de los  edificios estaba decorada con ladrillo decorativo, hermosos ventanales y elevador hasta el cuarto piso. Debo sumar un detalle muy significativo: nos dejaron decorar los dormitorios a nuestro gusto, ya que era esta suite exclusiva para mis compañeras y para mí. Nos tocó, por sorteo, ser roomies —compañeras de cuarto—, a Adriana, de Loreto; Pamela y a mí, de la Paz, pasamos grandes y divertidos momentos juntas, hicimos mucha amistad, nos turnábamos para limpiar la habitación y nos convidábamos la comida.

Los horarios anglosajones son algo diferentes a los de México, la cena para ellos es entre las 17:00 y 18:00 horas, mientras que, para el promedio de mexicanos comienza 20:00 a 22:00 horas. Recuerdo que el refrigerador estaba lleno de leche, fruta y algunas delicias para cenar. En ocasiones, como a las 21:00 horas nos tocaban la puerta de la suite, salíamos de nuestro dormitorio a ver quién era, y eran nuestros compañeros de diferentes Estados, pidiendo plancha de ropa o detergente para alistar la ropa del día siguiente. Muy padres momentos los que vivimos.

Por cierto, cómo olvidar que justo al frente de nuestro dormitorio al cruzar la calle College Avenue Road estaba un cachito de muro que me tope por casualidad, estaba muy grafiteado y al leer la leyenda casi me desmayo del sentimiento de saber que estaba en frente, ¡tocando y respirando en lugar! Era el muro de seguridad que formó parte de la frontera interalemana de 1961 a 1989. ¡Sí, era una parte del Muro de Berlín! El día 2 de julio, un grupo de maestros de Sonora, Aguascalientes, Chihuahua, Baja California Sur, Michoacán y Durango, nos presentamos a clases. Todos dispuestos a llevar el curso de inmersión educativa donde se reforzaba el desarrollo profesional de los docentes de inglés en dos áreas: mejoramiento del idioma inglés y conocimiento de cómo aplicar el enfoque sociocultural en las clases.

Lo primero que nos anunciaron cuando nos dieron la bienvenida fue un “ritual” muy propio de esta institución: que cuando ellos dice “O-H” —pronuncian en inglés las letras—, nosotros tenemos que responder “I-O” a manera de saludo e identificarnos como integrantes de Ohio. Después nos enseñaron los “ademanes” que caracterizan las fotos de todos los que pasan por esta universidad —cuatro personas simbolizan una letra. Después nos dieron un recorrido por el edificio educativo. Es una universidad púbica, que cuenta con cinco campus. La Universidad fue fundada en 1804, lo que la hace la más antigua del Estado, donde se vive una fuerte cultura académica, social y deportiva.

Durante este tiempo tuvimos excursiones los días miércoles, el 4 de julio a Bexley 4th of july Parade & Fireworks —Festejamos la independencia de EUA—; el 11, visitamos escuelas; el 18, visita a COSI & Ohio Statehouse, es un centro de ciencias con división educativa; el 25, a  State Fair & Ohio History Center —la Feria Agrícola de Ohio. Los sábados, regularmente, se hacían excursiones opcionales a áreas verdes. Como es de imaginarse, la vegetación es muy diferente a la de nuestro Estado, hay grandes árboles de maple que adornaban los edificios universitarios, el olor a pavimento mojado, las luciérnagas de noche volando alrededor, todo esto nos movió a un grupo de docentes compuesto por Norberto, Benjamín, Nonatzin, Eder, Alexis, Ariana y yo, a conocer el área.

Fuimos a un centro comercial y justo cuando salimos comenzó a llover, pero ¡llovió tan fuerte! que en cuestiones de minutos se inundó. Buscamos la parada de autobuses y estaba muy lejos, que comenzamos a correr buscando un refugio, hasta que por fin llegó un camión urbano, nos subimos, y a los minutos comenzó a llover más, ¡pero, adentro del camión! Llegamos al edificio del dormitorio muertos de cansancio y empapados de tanta lluvia, fue un momento de tanta risa, emociones, nos sentíamos como que volvimos a ser niños, sólo se escuchaban carcajadas en ese tarde.

Una de las primeras visitas recreativas, es decir, el primer fin de semana tuve un incidente que jamás olvidaré. Para el colmo de mi suerte fue el más doloroso jamás experimentado, me aguanté las ganas de llorar lo más que pude frente a mis compañeros y al llegar a mi dormitorio estallé en llanto. Fuimos a una BBQ —comida en asador—, en donde la pasamos muy bien. Era un parque precioso, con un clima muy agradable, comenzamos a jugar en el pasto, unos jugaban Hula Hoop, mejor conocido como aros de cintura, otros voleibol, tomamos turnos y me invitaron a jugar. Al ver el pasto tan verde y recién recortado, se veía tan parejito el lugar, daba la apariencia que era una alfombra al aire libre.

Me levanté de mi asiento decidida a pasar un buen momento, justo cuando me tiraron la pelota di un paso atrás y mi pie izquierdo cayó por un hoyo que no se veía. No está de más decir que se oyó como me tronó en tres partes mi tobillo, fue un dolor tremendo. Mis compañeros corrieron a apoyarme a caminar, me llevaron al camión mientras continuaba el convivio. Unos se quedaron conmigo a acompañarme, cosa, que me daba pena porque sentía que los privaba de la diversión, otros iban y venían trayéndome agua. Después de media hora, regresamos a los dormitorios, el pie comenzó a hincharse y ponerse morado, mis compañeros pidieron medicamento para el dolor, después que lo tomé, coloqué el pie en alto y me quedé dormida hasta el otro día.

Durante los siguientes días no pude usar mis zapatos debido a la inflamación del pie, mi compañera de cuarto me prestó sus zapatos deportivos por lo que pude sentir un alivio. Era mucho caminar y tomar breves espacios para sentarme, estaba tan consentida por mis compañeros docentes que realmente los sentía como mi familia, he aprendido a quererlos con tanto amor que cada que pasa el tiempo recuerdo más detalles de sus muestras de afecto. ¡Son unos seres maravillosos!

Después, un organizador del evento —una persona turca de nombre Emre—, me llevó a una clínica, donde me tomaron una radiografía y descartaron una fractura. Sané como a las dos semanas, no en su totalidad, pero ya era una ventaja muy grande. Los talleres y seminarios a los que acudimos fueron “Aprendiendo el idioma a través del juego”; “Instrucción basada en contenido e idioma”; “Adaptar la metodología PRONI a los estudiantes”; “Pedagogía basada en género”; “Vocabulario, colaboración en la planeación y enseñanza”; “Proyecto basado en la enseñanza”; “Idioma y conexiones matemáticas”; “Lectura y escritura colaborativa”; “Alfabetización bilingüe y pedagogía translenguaje —es el proceso mediante el cual los hablantes multilingües utilizan sus idiomas como un sistema de comunicación integrado—, muchos idiomas en una sola aula”; y “Mentores-textos orales”.

Debo mencionar que para obtener el certificado de desarrollo, se requería el 100% de presencia en actividades de lunes a viernes, y desarrollar un proyecto innovador en donde se  incluyera todo lo aprendido. Se podía hacer en equipos o individual y se presentaba al final del curso. El tiempo pasaba, nos presionaban para estructurarlo. Las ideas iban y venían en mi cabeza, daba vueltas y más vueltas, lo cambiaba y volvía a cambiarlo cada día, y eso que ya llevaba uno en mente desde La Paz, hasta intente unirme con varios compañeros para hacer el proyecto en binas, pero no se pudo.

Aun faltando una semana para entregar el proyecto no lograba asentar mi cabeza, era una constante desvelada al ver tan buenos proyectos de todos mis compañeros de varios Estados, que me daba pena mostrar el mío, me acuerdo que Argelia y las chicas me animaban. Faltando tres días para la entrega, en la tarde me encerré en mi dormitorio, me llevé comida al cuarto, prendí la computadora y me dije: “NO ME PARO DE AQUÍ HASTA TENER UN AVANCE”. Casi todos habían terminado su proyecto, —excelentes, por cierto—, los veía trabajar en recortes de decoración del su presentación.

Alrededor de media noche tomé virtualmente mi programa de PRONI, mis apuntes de las clases de los cursos, me puse a pensar que necesidades requiero como docente de Inglés y qué condiciones me pedía el proyecto. Este se tenía que presentar en un cartón dividido en tres partes: en medio llevaba el título del proyecto, lo teníamos que decorar y el cartón tenía que tener los pasos bien esclarecidos sobre mi proyecto, a su vez pasaban los jueces calificadores para que uno diera una presentación oral en 5 minutos, lo bueno de todo esto es que el Inglés es una lengua franca que acorta o simplifica muchas palabras, así que logré el cometido en el tiempo establecido. Los jueces llevaban consigo una hoja donde calificaban, al final sumaban puntajes entre todos los Estados y sacaban a cinco finalistas.

El último día fue una presentación entre ellos para premiar a los tres primeros lugares. Mi proyecto obtuvo el segundo lugar, se titulaba Straight forward elementary school “Lesson Plan”. Ofrece beneficios  cuantiosos en lo que respecta a ganar tiempo al momento en que los docentes se encuentran haciendo su propia planeación semanal. Lo especial de esta metodología que propuse es que se puede modificar al gusto, guardar, verificar  y cambiar logos, evaluar, poner nombres de escuelas, poner fotografías personalizadas, pasar de unidad en unidad, guardar las lecciones, poner anotaciones si un alumno es acreedor de una nota, es decir todo se registra por años con solo presionar un botón, también ofrece agrupar a los alumnos y en que aula o zona llevar a los alumnos para presentar la clase ya sea plaza cívica, cancha de deporte, entre otras.

Cabe resaltar que este proyecto compitió con varios Estados de México que participaron como invitados en el programa antes mencionado de la universidad de Ohio. Mi especial agradecimiento a mi familia, a mis colegas, amigos Norberto López Aguirre, Manuel Alexis Fort Ruiz y Argelia Victoria Astorga Hernández quienes me acompañaron en recordar, recolectar detalles de este bello viaje, así mismo, a mi coordinadora Lic. Adriana Fiol y Lic. Raúl Villafán —y la invitación a escribir en este medio de “Cultura y Comunicación B.C.S.” de mi amigo Sealtiel Enciso Pérez.

(*) Esta es un crónica que narra el proceso de creación de Straight forward elementary school “Lesson Plan” proyecto que ganó el segundo lugar en el programa 2018 summer Institute For Teaching Innovation For English Educators.

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Francisco María Nápoli SJ entra a la nación cora

FOTOS: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). En muchos trabajos como la milicia, la docencia en educación básica, las misiones culturales y unos pocos más, es común que a los que se inician en estas labores se les envíe a zonas precarias y los que ya han estado antes desean salir lo más pronto posible para acercarse a un lugar más poblado y con mayores posibilidades de progreso. Sin embargo, hubo un tiempo en que acudir a los sitios más apartados y peligrosos fue algo deseable por parte de un grupo de individuos, como lo fueron los misioneros de la Compañía de Jesús.

A partir del año de 1697, el sacerdote Salvatierra fundó la misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó en la California, el sitio más apartado y agreste de lo que en ese entonces era la Nueva España. El clima árido y extremoso de estas tierras hacía que la vida de sus habitantes nativos y de los colonos que llegaban a ella fuera un suplicio. Era común que se vivieran grandes hambrunas, así como epidemias que diezmaban no sólo a los californios, sino también a aquellos que se aventuraba a realizar sus labores en estas latitudes.

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Tarea permanente de los jesuitas fue el establecer una cadena de misiones que abarcara toda la península. En el año de 1721, se había reiniciado el establecimiento gracias a la llegada de más misioneros. Fue para el mes de marzo de este año que arribó a Loreto el sacerdote italiano Francisco María Nápoli, el cual de inmediato fue comisionado por el sacerdote Juan de Ugarte, que en ese entonces tenía bajo su responsabilidad la dirección de las misiones de California, para que estableciera una misión en un sitio que se denominaba La ensenada de las palmas y que estaba ubicado al sur de la misión de Nuestra Señora de La Paz Airapí.

De forma apresurada se le entregó bastimento, así como objetos que entregaría a los habitantes del sitio donde establecería la misión para granjearse sus favores y amistad, algo muy usual cuando se pretendía ingresar a un territorio inexplorado y/o establecer una misión. Para que fuera más rápido el traslado del padre Nápoli a la misión de La Paz, se decide que se le lleve en el barco con el que se contaba en Loreto, sin embargo, lejos estaba de ser una buena idea. Debido a que durante los meses en que se inició la empresa son comunes los temporales en el Golfo de California, tuvieron mal tiempo por lo que este periplo duró 14 días, en los cuales el mismo Nápoli sentía que iban a ser los últimos de su existencia.

Al llegar a La Paz fue recibido de forma por demás afectuosa por los catecúmenos que ya estaba en proceso de evangelización por el padre Jaime Bravo. Algo muy interesante que sucedió fue que el padre Nápoli al entrar al puerto traía en sus manos un crucifijo, y se acerca a uno de los guaycuras más viejos del lugar preguntándole que si quién era al que traía en sus brazos, este le respondió “que era un viejo a quien le habían traído muerto en esta tierra, y nosotros le habíamos dado un flechazo porque no quería coger venados”. Poco después el sacerdote reflexionaba sobre el enfado que esta gente tenía siempre con los hombres de lengua barba ya que los consideraban capaces de hacer “más hechicerías”.

Durante los cinco o seis días que permaneció el sacerdote Nápoli en La Paz, auxilió al padre Bravo bautizando a algunos niños. También pudo apreciar la forma en que los californios trataban el cuerpo de sus difuntos, a los cuales incineraban, y en caso de sepultarlos lo hacían “retorciéndolos”, a decir del padre. Dentro de las explicaciones que le dio el padre Bravo sobre la ubicación de la ensenada donde plantaría la misión, le informó que había tenido oportunidad de conocer este sitio en el año 1708, cuando partiendo del puerto de Matanchel hacia Loreto, fue “arrebatado” por una tormenta y varó el barco en esa ensenada. Durante las horas que estuvo en el sitio pudo constatar el carácter afable de los pericúes, los cuales les regalaron fruta, pescados y cueros, además de tratarlos con cordialidad. El mismo testimonio daban los buzos que habián llegado a este sitio.

El día 17 de agosto de 1721, parten por tierra los sacerdotes Bravo y Nápoli, una pequeña escolta de cuatro soldados encabezados por el capitán Esteban Rodríguez Lorenzo y un pequeño grupo de guaycuras fieles, mientras tanto en algunas canoas deciden enviar a la ensenada, la mayor parte del bastimento y regalos. Durante ocho largos días se internaron por diferentes rutas rumbo a su destino, pero por ser camino inexplorado en ocasiones deben regresar o avanzar muy poco. El padre Nápoli hace referencia que en dos ocasiones el capitán Rodríguez Lorenzo y su caballo se despeñaron y sólo por la “intervención de la sagrada madona” no perdió la vida.

Algo que se le ha criticado al padre Nápoli son sus descripciones “alegres y fantasiosas” que realizó de los sitios que conoció en la California. Un ejemplo de ello fue lo que dejó escrito en el informe de este viaje y que a continuación transcribo:

“Gracias al Señor que al remate de esta pobre tierra haya puesto lo que tiene. Primeramente, es tierra llana y fertilísima, que lo denota su apariencia misma. Tiene llanos espaciosísimos hasta el cabo de San Lucas, y desiertos de gente, llenos todos de bellísimas y amenas flores, muchísima arboleda grande y gorda para mucha tablasón, que se hallan en tierras calientes, [in]números y cuantiosos arroyos, ríos, valles muy grandes y buenos y sin dificultad para que dicha agua baje a dichas tierras, para que pueda fructificar bastantísima copia de maíz, trigo y cuanto se sembrara, que bastaría para abastecer toda esta pobre tierra de California en un paraje muy hermoso que tiene llanos muy grandes y valles sin monte ninguno, donde se halla muchísima arboleda grande que da mucha sombra, al cual le puse Santa Rosalía.

Es bastante para nutrir muchísimo ganado así mayor como menor, y otras bestias por el bastante pasto y hermosos aguajes. Lo mismo digo del otro más importante paraje, que le puse San Bernardo por haberse descubierto el día del santo, y tiene hermosísimos llanos, bosques de flores, mucha arboleda grande. Llueve en mayor cantidad que en otras partes, tiene pastos riquísimos para muchísimo ganado mayor, tierras húmedas de por sí, bastantes palmares, muchas aguas corrientes y cuatro sacas de ellas, y cuantiosas de importancia que corresponden a las tierras bajas y cercanas, y despegadas de montes y limpias de piedras, que tienen varios carrizales de cañas muy gordas, que son las primeras descubiertas y vistas en la desdichada tierra de California”. 

Pero bueno, como descargo puedo decir que a los ojos de estos hombres de fe, de estos valerosos y abnegados misioneros que venían a dar la vida por su obra misionera, cualquier matorral verde en estas latitudes, se les antojaría como el abeto más grande de un bosque europeo. Además, el padre Nápoli había emprendido su viaje en la temporada de mayor lluvia en nuestra península, por lo que no miente al decir que todo era verdor y que encontró una gran cantidad de arroyos de agua bebible.

Al final, el 25 de agosto, llegó la expedición de tierra a La ensenada de las palmas, la cual describe de la siguiente forma el padre Nápoli: “Que es muy grande, teniendo de punta a punta cerca [de] doce leguas, es muy amena, así por el espacioso mar, como por las muchas lagunas que tiene de agua muy buena y los muchísimos palmares que parecen [otros] tantos bosques”. De lo que ocurrió en los siguientes días de su llegada al sitio nos ocuparemos en un nuevo reportaje.

Bibliografía:

“Tres documentos sobre el descubrimiento y exploración de Baja California por Francisco María Píccolo, Juan de Ugarte y Guillermo Stratford”. Roberto Ramos (comp.).

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Los de antes

FOTOS: Roberto Morales Hirales

Colaboración Especial (*)

Por Roberto Andrés Morales Hirales

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En febrero del 2021 fue publicado el cortometraje Más allá del recuerdo, una charla con la familia Lucero acerca de las raíces culturales en la subdelegación El Cardonal. Tres personas de allí compartieron un fragmento de su vida. De todo el trabajo documental surge la denominación Los de antes, a las generaciones pasadas, refiriéndose a una temporalidad, aproximadamente, de 1930 para atrás.

Las personas de las generaciones anteriores tienen un espacio particular entre los sentimientos y los recuerdos de las personas, porque en el rancho permanecen nociones de habilidades y la historia de sus antepasados, un gesto de honor de pertenecer, reconocer, amar y trabajar el territorio natural que sus ancestros han cuidado, desarrollado, amado, durante muchos años. Las anécdotas perduran en la ranchería.

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Este racimo histórico y generacional fue con la idea de retratar —mediante una cápsula audiovisual—, algo muy curioso que sucede en las personas como narrar una anécdota. Parece sencillo, pero no lo es. La labor de mantener el hilo y el tono, es ya una disciplina, así que me di a la tarea de hacer una grabación.

¿Qué es un ranchero sudcaliforniano?

Lo más cercano que es posible definir esta identidad es una pieza fundamental: un narrador de historias. Esta es una pieza de la dinámica cultural. Un ejemplo recurrente de su presencia en las actividades, es el hecho de sentarse frente a la fogata y escuchar las historias que las personas mayores ofrecen. Momentos así cultivaron el recuerdo, el conocimiento y las nociones de lo que hoy existe en la ranchería.

¿Cómo se ha desarrollado la familia Lucero en la ranchería?

La familia vibrante con el corazón honroso, se originaron hace más de cuatro generaciones entre senderos de terracería, caminos que trabajaban con pico, pala y machete. Un lugar que tiene características con las prácticas del ranchero de la región, una variedad de enfoques de la vida para desarrollar la pesca, la ganadería, la herrería, la recolección de madera, la caza, incluso cuenta Juan —uno de los testimonios—, se vendían hasta las ardillas con la intención de generar un ingreso.

La cultura sudcaliforniana tiene el ingrediente particular de la facilidad del relato oral. Un almacén de una gran cantidad de anécdotas acerca de las generaciones pasadas, desde historias de los oficios, la música, el origen, las migraciones, entre otras. Estos relatos forman parte sustancial para la dinámica de la historia y cultura. La ranchería es una arquitectura social e histórica en la región, un vínculo social entre la naturaleza y lo histórico que se ha forjado en la memoria de cada participante.

En este sentido, es que podría afirmar que existe la identidad forjada en un proceso oral, pero no en la historia escrita de la mayoría de las rancherías y es un proceso de archivo que los testimonios de El Cardonal afirman al aceptar como motivo: la conservación de la historia que ya no podrán contar. En este lugar los sucesos históricos transcurren de boca en boca. Su proceso social continúa hasta que una generación deje de contarla, solo así, la memoria que circula en la comunidad perdería eslabones hasta el momento de encontrarse con el olvido.

Por ello es que el patrimonio oral importa, para reconocer a sus participantes y la historia como un proceso de esfuerzo, disciplina, risas y mucho decoro, es por ello su importancia. Y si lo dejamos en el olvido, ¿qué pasaría? En algún momento llegué a escuchar: “Roberto, lo que me pides es difícil de escribir. Dame la oportunidad de sentarme a meditar, porque si quiero recordar algo, hago todo mi esfuerzo de ir desde la A a la Z”. Otro testimonio, Silvino Lucero, desde que lo conocí, tiene la convicción al narrar que es importante “conservar este conocimiento para las siguientes generaciones”.

El trabajo y la familia son dos de muchas palabras que tienen profundidad en este lugar. Rubén Lucero y Silvino aseguran que ya no hay personas parecidas a los de antes. Los pozos, los molinos, el ganado, el parto, las plantas, los batequis, el transporte de rocas enormes, las herramientas y las migraciones estacionarias que eran necesarias para conseguir comida, el vasto conocimiento que conforma la ranchería se encuentra en las anécdotas, en la memoria de El Cardonal.

¿Qué tanto tuvo que narrarle un hombre a su hijo, para que esté a su vez le hiciera entender al suyo, la forma de cómo no perecer ante la primera sequía? Ahora, parece difícil recordar caminos sin GPS, una historia sin un libro, un número sin agenda, una dieta sin una receta, un rostro sin foto, una palabra sin escritura. Pasan los años y la sabiduría se hace necesaria en un presente. Un narrador que nos cuente algo de aquellos recuerdos, para los que somos nuevos en estas tierras, conozcamos las premisas del porvenir. Como un viejo de la Ciudad de México decía: “somos hijos de nuestros recuerdos”.

(*) Este es un resumen de un ensayo que obtuvo Mención Honorífica en el Primer Certamen de Ensayo de Divulgación sobre Temáticas Sociales y Ecológicas “Mtro. Luis Alberto González Sotomayor”, en la UABCS.

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Los altares portátiles de los jesuitas en la California

FOTOS: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Leyendo el libro Historia natural y crónica de la Antigua California, que fue producto de los afanes del Dr. Miguel León-Portilla por traernos hacia nuestro tiempo los manuscritos del jesuita Miguel del Barco, quien por 30 años misionó en esta California.

Me llama mucho la atención que en sus frecuentes exploraciones dentro de la península, los misioneros no dejaban de celebrar las misas los domingos y fiestas de guardar aún se encontraran en parajes recónditos y en condiciones poco propicias para estas celebraciones. Inmediatamente, surge en mi mente la duda de cómo fue que oficiaban estas misas y cómo trasladaban los objetos litúrgicos que se necesitaban.

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Como bien sabemos, la Compañía de Jesús fue una orden misionera que se destacó en el terreno de la evangelización, sobre todo, de territorios que marcaban los límites de la civilización en las tierras que se iban “descubriendo” en América. Para llevar a cabo este proceso de evangelizar las diferentes etnias que encontraron a su paso se valían, principalmente, de la apropiación de su lenguaje para establecer un nexo de comunicación efectivo.

Una vez logrado lo anterior —aunque en muchos casos no de forma perfecta—, procedían a dar a conocer el catecismo y la doctrina cristiana a través del uso de la nemotecnia (memoria), pero también se apoyaban en pinturas, estandartes y esculturas con temas sacros. Los jesuitas como fieles representantes de la contrarreforma daban una especial preponderancia a las imágenes religiosas como intercesoras entre los hombres y la divinidad por lo que procuraban su difusión y culto en donde quiera que se plantaban.

Un artículo religioso que les fue de inigualable valor para realizar este “teatro religioso” entendido “teatro” en el sentido que se le atribuía en los libros religiosos del siglo XVII y XVIII como un conjunto de sucesos, significados y conceptos que giran en torno a una situación, fueron los altares portátiles. Estos artefactos eran objetos de reducido tamaño que podían ser transportados con facilidad, y que en su interior preservaban los paramentos litúrgicos necesarios para oficiar la misa y realizar el acto de la consagración eucarística.

En un sentido amplio el altar portátil puede trasladarse de un lugar a otro, pero en un sentido litúrgico es un ara consagrada, lo suficientemente, grande como para contener la sagrada hostia y la mayor parte de la base del cáliz. Se emplean estrictamente para el oficio divino, de modo tal que a partir de ellos se determina el centro del culto.

Los mencionados altares eran utilizados por todas las órdenes religiosas misioneras, ya que por llevar a cabo su trabajo en lugares muy apartados y en la construcción de un templo donde se pudieran guardar estos objetos de culto podría tardar decenios, era necesario que el misionero los llevara consigo a donde se trasladara.

Incluso, aún cuando el sacerdote tuviera una iglesia de cabecera, le era necesario contar con un altar portátil debido a que muchos de sus catecúmenos se encontraban diseminados por un territorio grandísimo, a veces de varios cientos de kilómetros, tenía la obligación de trasladarse regularmente a visitarlos con el propósito de realizar la misa como una ceremonia vinculante y reafirmadora de la evangelización.

En el caso de la California, se sabe que desde el trayecto en los barcos que transportaron a los primeros expedicionarios que llegaron a estas tierras, se celebraban misas en alta mar, lo cual sólo podía ser posible si contaban con estos altares portátiles. Durante la estancia de Eusebio Francisco Kino en La Paz, San Bruno y Londó, se lee en los diarios que escribió, que siempre se celebraron las misas ya sea para dar gracias de haber llegado a un buen lugar para sentar el campamento, como en los días que marcaba el calendario litúrgico.

Otro ejemplo de lo anterior lo encontramos en una carta escrita por Juan María de Salvatierra al padre Juan de Ugarte, donde menciona la celebración de una misa en el barco que los llevó a la California en octubre de 1697 y que ofició antes de desembarcar:

Hasta aquí habíamos caminado (teniendo) a nuestra vista la embarcación chica cuando, esta noche, tuvimos así aires como fuertes corrientes que iban para adentro; y así, amanecimos el día 13, domingo, sin tener a la vista la lancha ni poder saber más de ella.

El viento lo tuvimos contrario el domingo y, así, no pudimos entrar en San Bruno, en su media ensenada, y, así, por tanta fuerza del (viento) sudueste, nos dejamos llevar para arriba, de suerte que el lunes 14 nos hallamos a vista de la serranía que llaman de las Vírgenes, y por no coger más altura nos entramos en una grande bahía llamada La Concepción, muy asegurados del aire.

Y quiso la Virgen tomar posesión de ésa, su bahía, de suerte que allí dije misa el día de la gloriosa Santa Teresa y salté en tierra, comimos unas pitahayas y no vimos gente, aunque reconocimos mucho rastro, y fresco”.

Es obvio que para celebrar esta ceremonia se valieron de un altar portátil que debieron traer con ellos, el cual contenía todos los objetos requeridos para el culto. Lamentablemente, a la salida de los jesuitas de la California y de acuerdo a lo consignado en los inventarios que se levantaron de los objetos que había en las misiones, no se registra la existencia de uno sólo de estos altares portátiles.

Podemos especular que no se registraron como tales por ser denominados de otra forma o bien porque, paulatinamente, fueron dejados de usar ya que la mayoría de los californios estaban habituados a vivir en las misiones por lo que acudían a misa en el templo de la misma.

Bibliografía:

Los altares portátiles tras la expulsión de la Compañía de Jesús en el Río de la Plata y Chile (1780-1820): una historia de agencias y resignificaciones – Nicolás Hernán Perrone y Vanina Scocchera

California jesuita (Salvatierra, Venegas, Del Barco, Baegert) Selección, introducción y notas de Leonardo Varela Cabral

Descripción e Inventarios de Las Misiones de Baja California, 1773 – Eligio M. Coronado.

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Orquesta de memorias: un viaje a los recuerdos musicales

FOTOS: Internet

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Poco a poco se está dando paso a los libros digitales. Son baratos, tienen un alcance masivo y pueden ser leídos por cientos de personas alrededor del mundo. La transición tiene algunos años dándose y cada vez más es común que le apostemos por proyectos editoriales de este tipo, hechos por amigos y equipos de trabajo que piensan en el exclusivo placer de leer.

Agustín Cadena nos ha reunido en un libro digital llamado Orquesta de memorias, con el propósito de compartir las experiencias de vida en torno a la música. Agustín es un reconocido escritor mexicano que nació en Ixmiquilpan, Hidalgo, en 1963; ha escrito ensayo, cuento, novela, poesía y es, además, traductor. Estudió Letras Inglesas y Literatura Comparada en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; asimismo, su obra ha sido antologada y traducida al inglés, el italiano y el húngaro. Fue premiado con el Nacional Universidad Veracruzana 1992, Juegos Florales de Lagos de Moreno 1998, el Nacional de Cuento Infantil Juan de la Cabada 1998, el Timón de Oro 2003, el Sexto Continente 2012, entre otros.

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A partir de sus primeros libros, Agustín Cadena tuvo una buena aceptación crítica, que incluye a cientos de lectores a nivel global. El escritor Eusebio Ruvalcaba ha dicho de él: “Cadena tiene algo que muy pocos escritores tienen: la devoción por la palabra escrita. No vive más que para y por la literatura”. Las características de su obra sobresalen de la de su generación, con temáticas de la vida citadina, el sondeo constante de símbolos particulares, el amor y los universales humanos que hacen sus libros excéntricos, con personajes solitarios, aventureros, vagabundos que van hacia el encuentro consigo mismos.

Les decía que nos había juntado en un libro, Orquesta de memorias, que es un compendio de aventuras, recuerdos de la infancia, escenas memorables que nos hacen ver que la cotidianeidad está provista de hallazgos, sorpresas, alegrías, tristezas, ritmos, temas, canciones; en suma: un encuentro de escritores, poetas, artistas, científicos de las más diversas voces y disciplinas que tienen el único fin de traer de regreso al presente el momento en que fuimos tocados, inspirados, salvados por la música. Un libro que sin duda nos hará sonreír, reflexionar, enojar, donde podremos ver lo distintos que somos como especie con respecto al resto del reino animal. Una obra para gozarse y para leerse una y otra vez.

Por mi parte, agradezco la invitación de Agustín Cadena a participar en este ejercicio monumental, un trabajo de casi siete meses que fue realizado por un equipo editorial conformado por el propio Agustín, Azucena García, María Elena Ortega y con el diseño de portada de Édgar Islas Cruz. Son ochenta autores de once países, que fueron convocados a partir de un post de Facebook sobre la música que generó un debate interesante y que empujó a que naciera una empatía por acopiar más de aquel ejercicio en redes: la música sería nuestro origen y quimera, nuestra sangre frente al silencio y la soledad. Está conformado por nueve secciones: 1. La música de la tierra originaria; 2. De la casa; 3. De los padres; 4. De los abuelos y los tíos; 5. Los fans; 6. Momentos especiales; 7. De los que hacían o siguen haciendo música; 8. Música y reflexiones, y 9. La música como testigo de la historia.

Orquesta de memorias fue lanzado el 21 de junio, Día de la Música; La Fête de la Musique, el Musikfest, una fiesta europea que se celebra todos los años y que coincide con el solsticio de verano, simbolizando el triunfo de la naturaleza viva, cuyo origen hace alusión a fiestas de corte pagano ofrecidas a la vida y a las cosechas desde tiempos antiguos. La pueden hallar y descargar gratuitamente —anexo al final el vínculo o link—, como nos explica Agustín Cadena: “Una forma es con pago social, que significa que los lectores eligen voluntariamente, recomendar la editorial en sus redes sociales; y otra que es completamente, gratuita: clic y ya tienen el PDF. La plataforma pide que a cambio se registren, pero es un trámite sencillo y seguro.”

Vínculo para descarga del libro: Orquesta de memorias 

Así que ahí tienen esa excelente recomendación. Por mi parte, les comparto un pequeño video en YouTube del escrito con el que participé en este ejercicio de voces. Espero les guste.

Vínculo para ver video: “La primera música”  

 

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