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Violencia sexual, ahora bajo la perspectiva de género

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Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La violencia es referente específico de la desigualdad y discriminación que sufren las mujeres en la sociedad mexicana, derivadas de estigma sociales, y culturales, que impactan directamente en el marco de desarrollo personal en el núcleo familiar, propiciadas por esquemas de desigualdad heredados, y fuertemente arraigados en los patrones de comportamiento que presuponen una superioridad masculina respecto del género femenino, manteniendo estructuras de poder y autoridad masculina, que sostienen y alimentan la violencia de género, con  graves repercusiones en la salud, la libertad, la seguridad, el patrimonio y la vida de niñas y mujeres.

Esta espiral de inequidad se reflejaba hasta hace poco, incluso en el marco legal. Hasta 1970, el estuprador libraba cualquier sanción penal, si se casaba con su víctima, lo que de facto se constituía en una cadena perpetua para su víctima, pues en ese entonces, el matrimonio duraba “hasta que la muerte los separaba”. De tutela penal sólo eran titulares las menores castas y honestas, y la carencia de uno de estos requisitos, excluía de delito al estuprador. El delito de aborto se sancionaba con pena atenuada, si la abortante había ocultado su embarazo y gozaba de buena reputación. Tanto en el delito del aborto como en del estupro, el honor y el buen nombre de la familia eran más importante que el libre desarrollo de la personalidad, la libertad y la vida. El concepto de honor, desde luego, se tejía en torno al buen nombre del patriarca familiar.

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Existía un código no escrito —prevalente en algunos medios actualmente—, en el que se presuponía un grado de responsabilidad a la víctima, a partir de presupuestos conductuales de moralidad exigible a las mujeres: Seguro se lo buscó por vestirse de esa manera, No son horas de andar en la calle para una señorita decente, Eso les pasa por no darse a respetar, por citar algunas frases de uso común para exculpar al agresor y atribuir responsabilidad a la víctima.

La violencia, discriminación y desigualdad apuntada llevó a México, como nación, a enfrentar en el primer decenio del siglo XXI, tres sentencias condenatorias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: El caso Campo Algodonero, por la desaparición y muerte de jóvenes mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, y las sentencias de los casos de Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, por tortura y violación sexual en agravio de una mujer y una niña, ambas indígenas en el Estado de Guerrero.

La CIDH determinó en los tres casos, que las investigaciones por violencia sexual deben incluir una perspectiva de género, y partiendo de este postulado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó la obligatoriedad de verificar si existe una situación de violencia o vulnerabilidad que, por cuestiones de género, impida el acceso a la justicia de manera completa e igualitaria para mujeres con relación a los hombres, en la investigación de los delitos de violencia sexual.

Por mandato constitucional, la investigación de los delitos se rige por los principios de objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez, lealtad legalidad y respeto a los derechos humanos. Tratándose específicamente de los delitos de violencia contra las mujeres, deberá sujetarse la investigación a las siguientes reglas mínimas: (Artículos 127 a 131 del Código Nacional de Procedimientos Penales):

  • Toda diligencia debe ser impulsada de oficio, sin imponer la carga de la iniciativa a la víctima y/o sus familiares.
  • Investigar con la sensibilidad requerida a las necesidades y condiciones de la víctima.
  • Sin interpretaciones formalistas en materia de violación.
  • Tener siempre en cuenta que la fuerza no es un elemento imprescindible para castigar una conducta sexual no consentida, basta con que haya elementos coercitivos derivados de las circunstancias.
  • Que la investigación de los actos sexuales no consentidos, en la práctica, se hace con base tanto en el tipo penal como en una valoración sensible al contexto de la evidencia del caso.

Garantías mínimas que debe proporcionar el Ministerio Público en la investigación de hechos con la apariencia de delito relacionados con la violencia sexual:

  • Toda entrevista a la víctima debe realizarse en un ambiente, privado, digno, cómodo y seguro que le brinde confianza y protección.
  • Registrar la declaración de la víctima de modo que se evite o limite la necesidad de su repetición.
  • Invariablemente, de manera inmediata otorgar atención médica, sanitaria y psicológica tanto de emergencia como continuada si así se requiere, para reducir las consecuencias de salud y postraumáticas derivadas del evento.
  • Se realice inmediatamente un examen médico y psicológico completo y detallado por personal capacitado, sensible, respetuoso, de su mismo sexo si la víctima así lo desea, ofreciéndole que sea acompañada por alguien de su confianza.

Se documenten y coordinen los actos de investigación y se maneje diligentemente la prueba, tomando muestras suficientes, realizando estudios para determinar la posible autoría del hecho, asegurando otras pruebas como la ropa de la víctima, investigando de forma inmediata el lugar de los hechos y garantizando la correcta cadena de custodia, así como dar intervención a peritos en genética forense, para recabar indicios y/o evidencias que se encuentren en cualquier parte del cuerpo de la víctima.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Hipersexualización en la infancia, o cómo volvemos a las niñas objetos sexuales

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Acabamos de pasar el Día Internacional de las Niñas, conmemorado el 11 de octubre, y, pese a que en redes sociales se subieron diversas publicaciones sobre el porqué es necesaria esta fecha, otros post parecían tomar el día como el 30 de abril, más un festejo que un día de reflexión. Pero, ¿por qué un Día Internacional de la Niña?

El Día Internacional de la Niña se estableció el 19 de diciembre de 2011 en la resolución 66/170 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), deviene de instrumentos relativos a los derechos del niño, en particular los relativos a la niña, con inclusión de la Convención sobre los Derechos del Niño, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Busca el bienestar integral de las niñas, pero, sobre todo, erradicar cualquier tipo de violencia que las niñas pudieran estar viviendo. Y como sabemos, México es tristemente célebre en ejercer violencia hacia cualquiera que tiene o quiere tener una vulva.

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Desde violencia económica, psicológica, social, física, verbal, patrimonial, hasta sexual, las niñas de nuestro país han sido el blanco perfecto para nuestro sistema social. Para empezar, por ser infantes no se les reconoce su capacidad para pensar libremente, es común escuchar en los hogares mexicanos en casa se hace lo que yo diga, instaurando la obediencia ciega — tan peligrosa a esta y cualquier edad— y no el libre pensamiento. Como niñas, se les obliga a comportarse como mini adultas: no corras, no saltes, no te trepes, no te ensucies, no hables… en fin, el mensaje es claro, no seas niña, no te comportes de acuerdo a tu edad, actúa como alguien mayor.

Y es precisamente este último punto, sobre lo que quiero incidir en este artículo, el cómo hemos obligado a nuestras niñas a ser mayores y a la vez a odiar sus cuerpos, hablo de una violencia enorme que hemos normalizado, invisibilizado e incluso legitimado a niveles insospechados, la hipersexualización en la infancia, la sexualización de expresiones, posturas o códigos de vestimenta, actuar o pensar impuestos a las niñas. Básicamente, es hacerlas vivir una infancia como objetos sexuales.

Me imagino que, al leerlo así, de golpe, puede parecer hasta agresivo decir que como sociedad educamos a nuestras niñas para ser un objeto sexual, pero revisemos la evidencia:

  1. Concursos de belleza. No solo es vestir a las niñas con poca ropa y exhibirlas ante un público, también es la preocupación casi obsesiva por ser perfectas a los 4 o 5 años de edad. Un gran número de niñas que participan en estos concursos tiene sesiones de bronceado, diversas operaciones en nariz, pómulos o barbilla, además de inyectarse Botox de forma recurrente, y en los casos más extremos como el de Maddy Jackson, sus padres han pagado por implantes de senos y nalgas para lucir “mejor”. 
  2. Maquillaje infantil. El problema no es que las niñas se maquillen, a muchas les gusta jugar con eso — a veces por identificación con los padres, como un juego de roles—, el problema es la raíz del porqué las niñas se quieren maquillar, es decir, no debería ser normal como sociedad, instigar a nuestras niñas a ser o verse adultas o a resaltar su físico como atributo principal.
  3. Preguntar por novios. Por un lado, son niñas, lo único que conocen del amor son las películas Disney, que solo perpetúan estereotipos rancios del amor romántico y lo que observan de los adultos a su alrededor, que para los porcentajes de violencia que tenemos en nuestro país, podemos asumir que en su mayoría no hay modelos adecuados, y, por otro lado, se da por sentado que las niñas son heterosexuales, y que, si no tienen esta orientación, hay algo mal con ellas.
  4. Bailes sexualizados. Que parecen divertir más a los espectadores que a las participantes. Además, hay otras acciones que hacemos como darles besos en la boca, pidiéndoles que posen sexy para la foto o video, dejando que vean películas, series, o páginas en internet que no corresponden a su edad, presionarlos para besar a alguien y romantizarlo, entre otras. 

Pero, ¿por qué todo esto es un problema? “Si solo son bailes, o un poquito de maquillaje”, bueno, es un grave problema estar fomentando en la mente de las niñas que deben venderse como sexys para ganar la aprobación de un sector mayormente masculino. De aquí se desprende la cultura de la pedofilia por ejemplo, en donde las mujeres deben depilarse o no se les tiene que notar las arrugas o las canas, porque los cuerpos jóvenes y lampiños son mejores o se aceptan más, y ¿quiénes tienen cuerpos lampiños y pieles tersas? Las niñas. De igual forma, la hipersexualización delimita un modelo de mujer ideal basado en sus atributos sexuales.  En palabras de la psicóloga Cecilia Rodríguez:

Por un lado la sexualidad es un tema tabú, pero además vivimos en una sociedad moderna, donde se habla de valores internos, donde se dice abiertamente que debemos cultivar y valorar los valores y cualidades internas, más allá de lo físico. Sin embargo, los medios muestran otra cara haciendo uso de mensajes subliminales exponen el éxito en mujeres y hombres que tienen valor sexual.

Por otro lado, al crecer con estos estereotipos sexualizados, promovemos que su autoestima o valor propio sea medido por cuan hermosas o provocativas son, lo que puede desencadenar en baja autoestima, trastorno de ansiedad, trastorno de la conducta alimenticia, pero, sobre todo, las vuelve posibles víctimas de violencia sexual.

Aunque prevenir la hipersexualización infantil es algo complicado, ya que los medios masivos de comunicación así como la sociedad actual lo perpetúan, si hay acciones que podemos comenzar a implementar para prevenirla. En primer lugar, identificar estas señales en las niñas o niños que tengo a mi alrededor, dosificar y supervisar contenidos, fomentar la comunicación, pero, fundamentalmente, dejar de festejar conductas no apropiadas, la infancia es un periodo único del desarrollo del ser humano, permitámosles crecer y desarrollarse en un ambiente adecuado para su sano, pero sobre todo feliz desarrollo.

 

Bibliografía

  • Naciones Unidas. (2009). Resolución aprobada por la Asamblea General el 19/12/2011. Recuperado de https://undocs.org/es/A/RES/66/170
  • Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (2020). ¿Cómo afecta la hipersexualización a niñas, niños y adolescentes? Gobierno de México. Recuperado https://www.gob.mx/sipinna/es/articulos/como-afecta-la-hipersexualizacion-a-ninas-ninos-y-adolescentes?idiom=es
  • (2018). Día Internacional de la Niña, ¿por qué se celebra hoy? Milenio. Recuperado de https://www.milenio.com/estilo/dia-internacional-de-la-nina-por-que-se-celebra-hoy
  • Ortiz, S. (2016). Niñas bailan perreo y profesores aplauden. El Puntero. Recuperado de http://elpuntero.com.mx/n/16011/ninas-bailan-perreo-y-profesores-aplauden

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Feminicidios en México, la indiferencia de un sistema corrupto

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

La Paz, Baja California Sur (BCS). Me dueles, México. En fechas recientes, ha sido cotidiano leer en redes sociales el creciente malestar de las personas —en su mayoría mujeres—, sobre la violencia que vivimos día con día, una violencia que ha escalado todos los niveles del violentómetro y que parece no importar en ciertas esferas de nuestro país. Esta indiferencia ha provocado aún más indignación y las muestras del hartazgo no se han hecho esperar: marchas, pintas, grafitis, hasta la propuesta de un paro nacional, pero, ¿por qué sigue pareciendo insuficiente para generar empatía?

México es el primer lugar a nivel mundial en materia de abuso sexual, violencia física y homicidios de menores de 14 años, según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE); tan solo en 2019, más de seis millones de mujeres sufrieron delitos sexuales ¡en sólo seis meses! Y pese a estas cifras, los medios de comunicación se suman a la revictimización y al escándalo de los feminicidios, exhibiendo los cuerpos de mujeres ultrajadas para el goce de los morbosos y de un país que compara a una mujer, madre, hija, esposa, con un carnero a las brasas.

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“Es preciso aclarar que hay feminicidios en condiciones de guerra y de paz. El feminicidio es el genocidio contra mujeres, y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres. En el feminicidio concurren en tiempo y espacio, daños contra mujeres realizados por conocidos y desconocidos, por violentos, violadores y asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales, que conducen a la muerte cruel de algunas de las víctimas”, explica Ana Isabel Garita, experta del Programa de las Naciones Unidas para Poner Fin a la Violencia contra las Mujeres.

Y es que, por favor, hagamos un examen de conciencia, desde que tenemos uso de razón los estereotipos de género han grabado con fuego en nuestras mentes lo que debe de ser un hombre y una mujer. Al niño se le premia por ser valiente y a la niña por ser sumisa: este pequeño ejemplo nos ha acompañado desde siempre. Súmenle los recuerdos de su adolescencia y juventud, donde a las mujeres las llamaste putas por no hacerte caso; putas si eran mejores que tú; putas si no actuaban como tú querías; mujeres putas por existir y pensar por sí mismas. Este miedo disfrazado y alimentado por el odio, es lo que genera una sociedad homicida, misógina y podrida hasta la médula.

De los miles de feminicidios que ocurrieron el año pasado, de los que salieron a la luz, se leían comentarios como: se lo merecía, quien le manda andar a esas horas en la calle, porque estaba sola, o es que mira cómo iba vestida, entre muchos más, siempre culpando a la víctima en lugar de a su agresor. Pero, esta vez, el caso de la pequeña Fátima ha sacudido a todo México, porque los acusadores detrás de las pantallas de siempre, no la pudieron culpar a ella de lo que le pasó.

En palabras de Adriana Segovia, el caso de Fátima es un enorme ejemplo de todas las esferas de violencia y opresión de este asqueroso sistema. La mataron por ser niña, por ser vulnerable. Pero también la mataron las normas de las instituciones educativas públicas que sacan a las y los niños de la escuela al terminar el horario escolar. La mató la incompatibilidad de horarios con la extensa jornada laboral que no contempla ni comprende la maternidad en sus cuadrados estatus en medio de la precariedad. La mató la inseguridad en que vivimos. La mató la indiferencia de quienes la vieron y la supieron sola y no hicieron nada por acompañarla. La mató esa falta de red de apoyo que es fundamental en la crianza.

A las mujeres nos mata un sistema corrupto e indiferente. Sí, el perpetrador es un hombre, que es protegido por ese mismo sistema que archiva los casos de feminicidio, que se burla de las mujeres que quieren hacer su denuncia y que exhibe los datos personales y/o fotografías a los medios. Un sistema al que pertenecemos todos y que es momento de romper.

Y es verdad que no todos los hombres son feminicidas, pero sí los suficientes para que, en apenas mes y medio del 2020, ya se hayan registrado más de 265 feminicidios; no todos los hombres son pedófilos, pero sí los suficientes para que el algoritmo de Facebook recomiende “fotos sexys de menores de edad”; no todos los hombres acosan, pero sí los suficientes para que todas mis alumnas y conocidas hayan sufrido un acoso (Viñeta de Ariadna Moncada, Primera Vía). Los hombres que no son malos tienen la obligación moral de frenar las prácticas machistas que viven a diario.

Es momento de que los hombres que no son malos se cuestionen sus chistes, piropos, miradas y prácticas misóginas y le den cabida a una nueva masculinidad. No nos sirve de mucho que “nos quieran cuidar”, nos sirve más que dejen de acosarnos, que dejen de creer que son sólo bromas, que dejen de compartir las “nudes” y que dejen de creer que tienen poder sobre nuestro cuerpo. Que nos dejen en paz.

Ante toda esta ola de violencia contra la mujer, ¿cuál ha sido la respuesta de nuestras autoridades? En el panorama nacional, nuestro Presidente, al momento de ser cuestionado por los feminicidios mencionó No quiero que el tema sea nada más lo del feminicidio. Ya está claro, entre otras declaraciones, que solo evidencian la falta de empatía ante todo el dolor y el hartazgo de las miles de familias que tienen que levantarse con el corazón oprimido por la falta de su ser amado.

Por otro lado, en el panorama local, según el portal El Organismo, el director de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de Los Cabos, el capitán Juan José Zamorano, propuso —ante la ola de abusos sexuales que se ha desatado en este municipio— que las mujeres no usaran cabello largo, poner atención a nuestros horarios y moderar la forma en que vestimos. O sea, nuevamente es la culpa de la mujer por “provocar” aquello que le pueda pasar.

¿Dónde está la condena y el repudio al agresor?, está en el pacto de silencio entre machos.

Es triste pensar que esta vez fue Ingrid, fue Fátima, pero que es sumamente probable que la próxima seas tú o alguien de tu familia o entorno. Nuestra realidad como mexicanas está jodida, y nos toca decir ya no más, ni una más. El pueblo no debería temer a los gobernantes, los gobernantes deberían temer al pueblo. Si es necesario acabar con todos los símbolos de un Estado misógino para evidenciar que nos están matando, pues tendremos que quemarlo todo. Se viene el paro nacional este próximo 9 de marzo, solidaricémonos con la causa.

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Violencia sexual en BCS

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Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, define a la violencia sexual como: “Cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto

Más allá de las interpretaciones simplistas que vinculan este tipo de violencia con un impulso sexual masculino, las connotaciones sociales y culturales que rodean este fenómeno recurrente, nos permiten establecer como sus principales elementos la discriminación y el abuso de poder, que se cultivan mediante estereotipos que asignan una supuesta superioridad masculina en los roles interpersonales de convivencia.

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Siendo la violencia sexual una de las modalidades que más lastima al sector femenino, y que se da en todos los ámbitos de desarrollo personal: familiar, conyugal, comunitaria, escolar, laboral, e incluso político, el Estado se encuentra obligado a prevenirla y sancionarla en todas sus modalidades.

Actualmente, la legislación penal sudcaliforniana previene y sanciona como delito:

◉ Peligro de contagio (Art. 168)

◉ Corrupción de menores (Art. 169)

◉ Pornografía infantil (Art. 173)

◉ Lenocinio (Art. 175)

Violación (Art. 177)

Abuso sexual (Art. 179)

◉ Hostigamiento sexual, (Art 182)

◉ Acoso sexual (Art. 183)

Ciberacoso sexual (Art. 183 bis)

◉ Violación a la intimidad sexual (Art. 183 quáter)

◉ Estupro (Art. 184)

◉ Incesto (185) y

◉ Exhibicionismo corporal (Art. 187).

Estimamos que nuestro Código Penal contempla todas las modalidades de violencia sexual reconocidas en los tratados internacionales suscritos por México, cuya previsión y sanción competen a la esfera competencial del fuero común.

No obstante, tener un marco legal apropiado, resulta irrelevante, cuando se carece de las políticas públicas adecuadas para aplicarlo. La legislación se convierte en letra muerta cuando el ejecutivo encargado de aplicarla, no dota al órgano procurador de justicia, de los insumos materiales y humanos adecuados, mínimos e indispensables para ello.

 

En esta entidad, los delitos de naturaleza sexual son  los que más engrosan la cifra negra, (delitos que no se denuncian) y el personal encargado de atender los que sí se denuncian, no cuenta con los recursos necesarios para ello. En muchos casos, el personal de actuaciones ni siquiera reúne el perfil profesional adecuado para llevar a cabo la delicada labor de atender a las víctimas de violencia sexual.

Pese a existir protocolos muy estrictos respecto al personal de actuaciones encargado de atender a las víctimas de este tipo de agresiones, debido a las enormes carencias materiales y humanas, y a la falta de voluntad política para mejorar los presupuestos sobre el tema, todavía encontramos carpetas de investigación donde las víctimas femeninas son atendidas por médicos y agentes de investigación de sexo masculino, lo que dificulta el que se genere el espacio de empatía y flujo eficaz de comunicación entre la víctima y el personal actuante.

Se programa el presupuesto anual de la procuración de justicia tomando como base los requerimientos de atención preferente a los delitos de mayor impacto, y en ese rubro, la atención a víctimas de violencia sexual no son prioridad, frente a otros delitos, como los de tipo patrimonial, lo cual consideramos un grave error de estrategia y programación.

Una víctima de robo puede olvidar y superar un robo, pero una agresión sexual, de no ser  oportuna y eficazmente atendida, puede lacerar a la víctima a lo largo de toda su existencia.

Necesitamos en el área de atención a víctimas de violencia sexual, suficientes profesionales en la materia, bien capacitados, bien remunerados y dotados de los implementos tecnológicos adecuados y necesarios para llevar a cabo eficientemente su labor.

La selección del personal debe ser estricta, cuidando que cada elemento humano reúna el perfil que el encargo requiere, para evitar con ello la re-victimización de quienes acuden a formular su denuncia o a darle seguimiento al procedimiento relativo a su caso.

Las instalaciones también deben adecuarse. Actualmente en Cabo San Lucas, la región del estado con mayor incidencia en este tipo de delitos, carece de instalaciones propias. Sus oficinas improvisadas se ubican en un local que ni siquiera cuenta con señalética externa que lo identifique; el área de espera es abierta y coincide con el área de actuación. Pese a tratarse de delitos que por su naturaleza el sigilo es de obvia exigencia, cualquier persona puede sentarse y escuchar lo que acontece, violentando con ello la secrecía que el procedimiento exige en estos casos.

Lo más grave que hemos encontrado, es la falta de capacitación de algunos integrantes del personal a cargo de la integración de las carpetas de investigación. No solo ocurre que errores técnicos dan al traste con el éxito de los procedimientos de persecución, -lo que genera una elevada tasa de impunidad-, también es frecuente detectar falta de tacto o sensibilidad del personal al tratar a las víctimas.

Un ejemplo de las carencias enunciadas, que en seguida comparto, nos deja en claro la urgencia que existe de dotar a la Procuraduría de Justicia de los recursos mínimos e indispensables para evitar que en lo sucesivo, se siga revictimizando a quien acude a denunciar actos de violencia sexual.

La víctima de una violación, acudió a formular su denuncia. En el desarrollo de la investigación se descubrió que tiene el himen elástico, peculiaridad que impidió que el mismo se rompiera durante la agresión sexual de la que fue víctima. El tiempo pasó y la víctima notó que su caso no  avanzaba. Al cuestionar sobre el tema a la funcionaria a cargo de su carpeta, obtuvo la siguiente respuesta: Ya deberías superarlo. No te pasó nada. Muchas mujeres envidiarían tu caso.

Es inadmisible que en un área tan sensible de la procuración de justicia, se den este tipo de actuaciones que se constituyen en re-victimización por discriminación e insensibilidad prejuiciosa, que generan culpabilización y el silenciamiento de la víctima y construyen patrones de impunidad y permisividad de la violencia que se supone debemos combatir.

Podemos concluir que el marco legal estatal es adecuado, pero inoperante, a menos que se geste un programa ambicioso de reestructuración operativa en la Procuraduría de Justicia, que contando con el presupuesto adecuado para ello, permita contar con personal e instalaciones adecuadas para atender al sector que consideramos más vulnerable en el combate a la embestida delictiva en la entidad.

Proponemos al Congreso Local, que antes de aprobar el presupuesto de egresos, en Comisiones se escuche a los encargados de procurar justicia en los casos de violencia sexual, y se asignen suficientes recursos para que la atención a las víctimas sea integral y efectiva.

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Rape Day, el videojuego sobre violación a las mujeres. Insensibilidad a la violencia

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Sexo + Psique

Por Yaroslabi Bañuelos 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hagamos un pequeño ejercicio de visualización. Imagina que eres una niña. Acabas de cumplir 12 años y aún juegas con tus muñecas, pero a escondidas, porque mamá dice que ya casi eres una señorita. Imagina que corre una tarde cualquiera, en un barrio cualquiera.  Imagina que sales de tu casa a comprar tortillas en la tiendita de la esquina, o quizás caminas hacia el ciber más cercano para hacer la tarea de historia, o sencillamente vas al parque a pasearte en los columpios y trepar resbaladillas a plena luz del día. Ahora imagina que nunca vuelves a casa. Jamás saldrás de esa carnicería de Ecatepec que albergaba muerte y odio, de ese “café internet” que en realidad era la guarida de un monstruo, jamás te levantarás de aquel trozo de tierra podrida donde han quedado regado los fragmentos de tu cuerpo. Y decir “nunca volvió” es un triste eufemismo de “violada, secuestra, mutilada, asesinada”.

Casos similares a esta historia se han acumulado por cientos en nuestro país a través de los años, incrementándose cada vez más, basta con observar los datos duros: durante el 2018 se reportaron casi 800 feminicidios, 86 son casos de niñas a las que masacraron y les arrebataron la vida; sólo en el Estado de México, desde el 2015 han ocurrido 44 asesinatos de mujeres menores de 18 años, y únicamente en enero pasado se registró la alarmante cifra de 70 feminicidios a nivel nacional, de ese número once fueron las niñas asesinadas, esto según el reporte de Incidencia Delictiva del Fuero Común del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, así como de diversos medios internacionales.

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En dicho reporte de Seguridad Pública, no se registran casos de feminicidios en lo que va del año con respecto a Baja California Sur —aunque en el 2018 fueron 19 los crímenes de odio contra mujeres en la media península— sin embargo, el semáforo delictivo enciende su foco rojo para los delitos sexuales en nuestro Estado, ya que en el mes de enero hubo 49 denuncias de los llamados delitos contra la libertad y seguridad sexual, de ese total, 22 son casos de abuso sexual y 20 de violación, el doble de los reportados en enero del 2018.

A pesar de la siniestra realidad que muestran las cifras recientes, muchas personas aún perciben las agresiones sexuales y la violencia de género como hechos aislados e insignificantes, o ajenos a su mundo, incluso como material de diversión para pasar el rato. No es necesario ser el “violador” para lastimar, el silencio, la complicidad, la indiferencia y la burla abonan a la problemática.

Muestra de ello es el polémico videojuego Rape Day, un juego que trata sobre violencia sexual explícita. En esta “novela visual”, la cual se desarrolla durante un apocalipsis zombie, el jugador debe controlar al personaje de un violador y asesino serial; la meta es clara: agredir sexualmente a las mujeres y después asesinarlas. Según el periódico El País, el propio creador del videojuego declaró: “Quería hacer un juego para sociópatas. […] Normalizar la violación de la misma forma que la cultura popular ha normalizado el asesinato”.

Rape Day no tiene otro objetivo más allá de ejercer dolor y humillación, su meta es agredir sexualmente a una víctima que desea escapar de ese sufrimiento, tal como sucede fuera de la pantalla, en la vida real, con miles de mujeres de carne y hueso que son violentadas cada día alrededor del mundo. ¿Un ejemplo de ello? El año pasado salió a la luz el caso de una niña de 12 años, originaria de Chennai, India, quien fue violada por 17 hombres durante siete meses. La pequeña con discapacidad auditiva, era constantemente drogada y amenazada de muerte. Hay que resaltar que en la India se denuncian al día 100 casos de violación.

Regresando al punto del videojuego, ¿por qué es tan peligrosa esta apología a la violencia sexual? En primer lugar, porque busca reproducir la sensación que siente el agresor al violar a una mujer, como si el jugador fuera un “imitador”, y, aunque esto no te convierta automáticamente en un psicópata, así como los juegos de guerra no te convierten en un soldado o francotirador, ver repetidamente el sufrimiento de las mujeres y los diferentes mecanismos de una violación en un contexto lúdico puede provocar una insensibilización a la violencia. Situación parecida se observa con los narco-corridos y la violencia social.

Asimismo, la insensibilidad contribuye a la cultura de la violación y trivializa este tipo de delito; dicha normalización llega al grado en que la víctima se convierte a los ojos de la sociedad como la única culpable. Llevaba la falda muy corta. Ella se lo buscó. Había bebido mucho. Traía escote. Su mamá no la cuidó bien. Andaba en malos pasos. Se lo merecía. Era muy tarde. ¿Qué hacía en la calle a esas horas de la noche? Pareciera que la mujer o la niña que ahora yacen entre la maleza de un terreno baldío, devoradas por los buitres y la fauna del monte, son las responsables de ello, pero jamás el violador o el asesino.

No hay que olvidar que una violación no es una relación sexual, es una de las más terribles agresiones a la integridad física y psicológica de un ser humano. Esto no es un mal menor, en México se denuncian dos delitos sexuales cada hora, además de los siete asesinatos de mujeres al día; la mayoría de ellas fueron violadas antes de ser descuartizadas o arrojadas hasta el fondo de un arroyo de basura, como si fuesen un simple objeto desechable y no una persona, y eso es precisamente lo que la víctima representa para el violador, un mero objeto.

Los feminicidios y la violencia sexual hacia las mujeres son temas que duelen, que indignan y que necesitan ser visibilizados en la comunidad; no es un capricho de las feministas, es una vulneración a los derechos humanos.

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