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Tres insignes sudcalifornianas

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sin lugar a dudas, la mujer sudcaliforniana siempre ha sido motor y motivación de grandes cambios en esta parte de la geografía mexicana. Su inteligencia, carácter y belleza la han hecho sobresalir en cada una de las diferentes etapas del devenir histórico de nuestra patria chica, de tal forma que establece la fórmula perfecta y equilibrada en el binomio hombre-mujer que promueve la evolución en estas tierras.

El primero, de los muchos ejemplos que existen, lo encarna la señora Encarnación Canalizo Valdéz. Tal vez para muchos de los sudcalifornianos en la actualidad este nombre les resulte extraño, sin embargo, los hechos que esta dama de nuestra sociedad porteña realizó bien le valdrían el colocarla en un sitio preponderante entre los benefactores de la libertad que hoy disfrutamos. Encarnación, que era conocida por sus contemporáneos como Chonita Canalizo, era hija de los señores Antonio Canalizo Danila y Procopia Valdez. El señor Canalizo fue hijo de Valentín Canalizo, uno de los políticos que cubrió de forma temporal las incontables ausencias de la silla presidencial de Antonio López de Santa Ana. En el año de 1850, el señor Antonio Canalizo llega a nuestro puerto de La Paz, donde desempeñó los siguientes cargos: Diputado en el Congreso de la Unión, Secretario de la Jefatura Política, Secretario de Gobierno con el general José María Rangel y, en 1864, fue Presidente del ayuntamiento paceño.

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En el año de 1899, Encarnación Canalizo contrajo nupcias con Alejandro Elliot Allinson Suárez, el cual, dentro de los diversos cargos públicos que ostentó, fue el de ser Presidente Municipal sustituto a la renuncia de Gastón J. Vives en el año de 1912. La figura fuerte y decidida de la señora Canalizo salta a la historia durante los aciagos años de la Revolución Mexicana. En el año de 1915, durante el tiempo en que el General brigadier Félix Ortega Aguilar dirigía los destinos de nuestro territorio y empezó a llevar a cabo ciertos cambios y mejoras, buscando beneficiar a las clases sociales menos favorecidas, se empezó a gestar un movimiento en su contra, encarnado a nivel local por los comerciantes y militares que se sentían perjudicados en sus ganancias y negocios, al quedar bloqueados para seguir lucrando con la necesidad de la población y al no poder continuar con su régimen de corruptelas y canonjías, a las que estaban acostumbrados. A nivel nacional, el triunfo del ejército constitucionalista al mando de Venustiano Carranza y contrario a los villistas, a cuya línea se había sumado el General Ortega Aguilar, ocasionaron que en la madrugada del 29 de mayo de 1915 se sublevara la guarnición militar de la ciudad de La Paz y buscaran apresar a Félix Ortega y a todos aquellos que lo apoyaban. Afortunadamente el General Ortega logra huir de la ciudad, sin embargo, algunos de sus seguidores fueron apresados o perseguidos.

Uno de ellos fue el Mayor Eduardo Encinas, quien cuando iba a ingresar al cuartel fue conminado a deponer las armas y caer prisionero; no contaban con que este bravo militar estaba dispuesto a vender cara su detención, se hizo de tiros con la escolta que pretendía apresarlo y logró ultimar a dos de ellos, sin embargo, cayó herido de un balazo en una pierna. Al ver la superioridad numérica se da a la fuga y, no sabiendo a dónde ir, decide refugiarse con una familia amiga, los Allinson Canalizo, los cuales tenían su residencia en la calle Playa (hoy Álvaro Obregón) y callejón Constitución. Al llegar a la casa y ver su condición, los señores Alejandro Elliot y Encarnación, de inmediato lo reciben y curan sus heridas. Para ellos la amistad y el afecto eran valores que estaban muy por encima de la política y sus vaivenes. De inmediato Chonita envía a unos propios a que oculten el rastro de sangre que dejó el Mayor Encinas al llegar a su casa.

Casi en la madrugada llegaron a su casa un pelotón de soldados, los cuales le informaban que buscaban al Mayor Eduardo Encinas y que sería mejor que no lo ocultaran o, de lo contrario, sufrirían terribles consecuencias. Dejan entrar a su casa a los soldados, los cuales tras una intensa búsqueda se retiran sin encontrar al militar herido. La astucia de la señora Chonita les había permitido ocultar al Mayor Encinas en un ropero disimulado por una falsa pared. Pasaron algunos días y, cuando la salud del mayor se compuso y estuvo en condiciones de poder ser trasladado a otro sitio, fue la misma señora Chonita Canalizo la que dispuso, una noche, que se colocara una embarcación a la orilla del malecón y ella misma ayudó a subir al Mayor Encinas. Durante varias horas impulsó la canoa remando con todas sus fuerzas hasta un sitio que se encuentra cerca de la actual playa El Tesoro (la playa de Enfermería) y ahí esperaron varios días hasta que un barco pasó por él y lo trasladó hacia el puerto de Mazatlán, en donde, ya restablecido del todo, se incorporó a las fuerzas del general José María Maytorena, un destacado villista.

María Dionisia Villarino

Otra de las grandes mujeres que han saltado al escenario de la historia nacional es la egregia figura de la Señora María Dionisia Villarino Espinoza. Esta aguerrida sudcaliforniana nació en el pueblo de Todos Santos el 25 de junio de 1865, siendo sus padres los señores Jesús Villarino Villalobos y doña Liberata Espinoza Nieto. Sus primeros años los pasó entre las huertas y bellas playas de su pueblo natal y posteriormente se traslada a vivir con unos familiares en San Francisco, EUA. Ya siendo una señorita regresa a Todos Santos y contrae matrimonio con el señor Antonio Salgado Albáñez. En su matrimonio de corta duración, debido a la muerte prematura de su marido, logró procrear a 7 hijos. Presionada por la necesidad de dar sustento y cobijo a sus hijos se traslada a principios de 1910 al mineral de Santa Rosalía en donde pone un pequeño taller de costura así como venta de alimentos.

Durante el año de 1913 y ante los lamentables sucesos del asesinato del presidente Francisco I. Madero y la usurpación de la primer magistratura por parte de Victoriano Huerta, la señora Villarino, Nicha como era conocida cariñosamente, siente hervir en su sangre los deseos de libertad y de luchar en contra de esa dictadura que laceraba la vida de todos los mexicanos. En Santa Rosalía, los administradores de las minas mantenían un control férreo sobre la vida de sus empleados, sometiéndolos a condiciones infrahumanas de trabajo e impidiéndoles en todo momento el manifestar su descontento ante estas condiciones tan deplorables.

Es así como Dionisia decide formar parte activa de la Revolución Mexicana. “Se cuenta que Dionisia y sus amigas María Jesús Carlón y La Chayola, con el pretexto de vender alimentos, ofrecían tequila a las tropas enemigas y emborrachaba a los soldados de quienes obtenía preciada información que pasaba a los revolucionarios”.

Fue durante ese tiempo que llegan al mineral los revolucionarios Gaspar G. Vela y Manuel F. Montoya, los cuales deciden iniciar acciones de convencimiento de los trabajadores de las minas para que se unan a ellos e iniciar un movimiento armado en el lugar. Lamentablemente son delatados y se refugian en el sitio conocido como “la calera”, específicamente en La Casa Blanca. De inmediato, inicia el asedio de los soldados acantonados en el lugar y, ante la imposibilidad de hacerlos deponer las armas, solicitan al cañonero “Tampico”, que se encontraba en el lugar, que bombardee el sitio. Con saña inaudita, el cañonero lanza 86 cañonazos, con lo cual destruye completamente el sitio y da muerte a sus ocupantes. El jefe del piquete de soldados de ese lugar, un tal Pedro Condés de la Torre, ordena que sus cuerpos sean incinerados para evitar que puedan ser convertidos en mártires de la revolución. Al retirarse los soldados del lugar, Dionisia Villarino apaga el fuego que consumía a los cuerpos y, en franca rebeldía ante las órdenes de los militares, hace que lleven los cuerpos de los valientes revolucionarios a su casa en donde los vela. Cuando el militar Condés de la Torre se entera la manda apresar y la destierra presa al puerto de Guaymas, Sonora. No le dolió tanto el sufrir destierros por causa de su amor a la revolución, lo que más le dolió fue tener que dejar a sus pequeños hijos a cargo de buenas personas que prometieron cuidarlos en su ausencia.

Durante los meses que estuvo presa y debido a su bravura y temple, la gente la empieza a llamar La Coronela. Para poder mantenerse y enviar algo de dinero a sus hijos, reanuda la venta de alimentos al interior de la cárcel y, gracias a su don de gente y vitalidad, se le concede el que pueda vivir fuera de ella. Es en ese tiempo que Dionisia pone en funcionamiento un lugar de hospedaje para los viajeros que llegaran al sitio. Sin embargo, lejos de dejar de lado su compromiso con la revolución, éste se ve incrementado y reanuda sus actividades de espionaje obteniendo importante información la cual trasmitía a los revolucionarios.

En 1914 regresa a Santa Rosalía, se reúne con sus hijos y se dedica a las labores de costurera y partera, habilidad esta última que seguramente adquirió durante el tiempo que estuvo en la cárcel de Guaymas. En el año de 1932, el Doctor Quevedo le entrega una licencia para poder oficialmente atender a parturientas, así mismo, en ese mismo año, el delegado de Gobierno del Mineral, Felipe A. Montoya, le entrega una licencia automovilística para poder hacer uso de este medio de transporte y poder atender sus actividades de partera.

Para el año de 1938, La Coronela regresa a su pueblo natal en donde su carácter fuerte, dinámico y gestor se da rienda suelta siendo promotora de las candidaturas de destacados políticos, como el señor Braulio Maldonado Sández y Adán Velarde. También se afilia al naciente Partido Nacional Revolucionario, en donde fue una incansable promotora del los derechos de las mujeres sudcalifornianas y gestora de incontables mejoras para su pueblo natal. En el año de 1943, el Gobierno del territorio, que en ese entonces estaba bajo el mando del General Francisco J. Múgica Velásquez, le otorga un diploma “por la patriótica aportación que prestó a la legalidad de la República durante los aciagos días que dieron vida al movimiento revolucionario, como estímulo de un pueblo agradecido”. La señora María Dionisia Villarino Espinoza, La Coronela, fallece el 27 de abril de 1957 en su pueblo natal.

 

Amelia Wilkes

Y finalmente quiero traer a este escrito a la maestra, directora, enfermera, política y empresaria de nombre Amelia Wilkes Ceseña. Ella nació en Cabo San Lucas el 26 de febrero de 1907, sus padres fueron Cipriano Wilkes Ceseña y Petronila Ceseña. Tuvo una infancia muy tranquila y pasaba sus días disfrutando del sol y las hermosas playas, en ese entonces vírgenes, de aquel bello y paradisíaco lugar. Fue en el año de 1923, a sus 16 años que inicia su carrera de maestra rural en el rancho de la Candelaria. En 1948, se le asigna el puesto de directora de la escuela del rancho El Salto de San Nicolás.

Dentro de su intensa vida como gestora de mejoras para su pueblo natal, formó parte del “Comité de agua”, llegando a introducir el agua potable por medio de hidrantes a las principales calles y colonias. Colaboró con el comité de introducción de luz eléctrica al conseguir una planta pequeña, antes de ser construida la termoeléctrica. Fue la primera mujer distinguida con un cargo político en Baja California Sur. Ocupado la subdelegación municipal, hoy conocida como la delegación de Cabo San Lucas, cargo obtenido gracias a sus méritos en el año de 1966 y otorgado por el entonces Gobernador, Hugo Cervantes del Río. Fue socia fundadora del Club de Mujeres Profesionistas y de Negocios de San José del Cabo.

Como maestra, termina su fructífera carrera en el año de 1966 con 43 años de servicio docente ininterrumpido. Amelia Wilkes Ceseña, conocida cariñosamente como Melucha, fallece un 18 de Mayo de 1989 a la edad de 82 años; sus restos se encuentran descansando en el panteón del pueblo donde nació y al cual dedicó todos sus afanes y esfuerzos.

Haber nacido mujer en sudcalifornia es todo un privilegio, puesto que es una tierra que desde siempre se ha distinguido por ofrecer a todos sus ciudadanos la libertad y equidad que se merecen. Es una tierra en donde existe una cultura de gran aprecio y respeto por la figura de la mujer y que, sin lugar a dudas todos, ellas se han logrado empoderar obteniendo con ello una sociedad cada vez más próspera y acorde a la realidad que se vive a nivel mundial.

 

Bibliografía:

 

Doña Chonita Canalizo, de la revolución sudcaliforniana – Leonardo Reyes Silva.

Pervivencias – Ortega Romero, Félix Alberto, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1990.

Mujer y literatura mexicana y chicana. Culturas en contacto. DIONISIA VILLARINO, “LA CORONELA” – José Ríos Villarino.

Discurso pronunciado en el Aniversario Luctuoso de Amelia Wilkes Ceseña –  Eda Palacios Márquez.

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Amor peludo

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Agenda Comunitaria

Por Frank Aguirre

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Hoy quise salirme de mi zona de confort y hablar de un tema que no domino en absoluto: los perros de “la calle”.

Un investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), afirma que el 55% de los perros en sudcalifornia no tienen dueño. Viven en la calle. Según datos del Centro Municipal de Atención Canina (CEMAC), por cada 3 ciudadanos hay un perro, y en este centro se reciben casi 7 perros diarios, 3 de cada 5 llegan con problemas graves de salud y son sacrificados.

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Al año se dormían (eufemismo de sacrificar, matar) 3 mil perros, pero desde 2019 ya no se sacrifican perros ni se reciben en el centro. Por lo que se estima hay 47,000 perros sin dueño tan solo en La Paz, de los cuales la mayoría viven en las periferias, donde los dueños suelen llevarlos para abandonarlos.

Escribo entrecomillado la calle, porque después de platicar hace unos meses con un buen amigo cubano sobre éste tópico, no pude volver a pensar en “la calle” como un ente o como un sujeto.

Leonardo (mi amigo de Cuba), ferviente opositor al régimen castrista pero al mismo tiempo opositor al sistema económico corporativista y depredante, decía que para los cubanos no existe tal cosa como la calle. Decía Leonardo “¿Qué es eso de la calle? Si la calle no existe, es un espacio ¿Cómo la calle va a ser dueña de los perros? ¡Nooo pinga! si los dueños de la ciudad son los que la habitan ¡coño! lo que pasa en la cuadra nos compete a todos.”  Y bien mirado, tiene razón.

Leonardo me describió un sistema nada sofisticado de apropiación del espacio público, de solidaridad inmediata y de comunidad en constante crecimiento con el que se encargan de los perros sin dueño:

En Cuba (si, la Cuba represora, sin libertad de expresión, pero sin hambre, sin analfabetas, con una de las esperanzas de vida más altas de Latinoamérica, la Cuba contradictoria) los perros sin dueño, son de todos.

El Comité de Defensa de la Revolución (lo que sería para nosotras los vecinos vigilantes o la junta de colonos), se encarga de que el perro (o los perros si andan en jaurías) tenga todo. Un vecino se propone a tenerle sus vacunas actualizadas (casi siempre es un veterinario, allá hay cientos de miles, como los doctores), otro le pone la correa y una placa. Otro vecino le pone el agua todas las mañanas en la banqueta, y otro las croquetas. Uno último (el más tolerante o amante de los animales), lo baña de forma periódica y hasta lo deja dormir en su casa.

Así el perro se vuelve amistoso, sabe dónde conseguirá comida y a qué horas, muchos dejan de buscar en la inmundicia, no hacen desastres con la basura, los números de ataques a transeúntes se reducen, lo mismo con la reproducción descontrolada y los casos de enfermedades asociadas a esta especie.

Pero ésta no es una peculiaridad de la isla entre el caribe y el Golfo de México. En El Manglito, uno de los barrios más antiguos e identitarios de La Paz, sucede un fenómeno igual de particular. Vecinas y vecinos se han organizado este año, en meses recientes, para hacer una gran esterilización masiva de los gatos.

Ahí, los perros sin collar tienen nombres y duermen con diversas familias a lo largo de la semana.  Algunos (pocos) están esterilizados, otros cuentan con sus vacunas completas (pocos). Ya saben en qué casas les dan de comer y dónde no, a donde ir a tomar agua, aunque siguen haciendo destrozos de basura o y suelen perseguir a uno que otro ciclista o peatón.

Quizá es la enajenación social y ecológica la que nos ha llevado a cifras tan desoladoras como las que te compartí al inicio de ésta columna. No conocemos a nuestros vecinos. De niños no nos enseñaron a tratar a los animales como a un ser, sino más bien lo vemos como un mueble o un objeto aspiracional. De cualquier forma hay personas formando comunidades es cada vez más fuertes, más sólidas, y El Manglito nos da una gran lección, de muchas, sobre cómo darle la vuelta al problema de los perros de “la calle”.

¿Te interesa el tema y quieres contribuir a cambiar esta situación? Visita en redes sociales a Me Interesa Adoptar un Gatito (M.I.A.U. Gatito), Comunidad Patitas La Paz A.C., Sociedad Humanitaria La Paz, Proyecto 4 patas Los Cabos.

Dona conocimiento, gasolina, víveres, si no tienes tiempo dona dinero para que otros puedan dedicar tiempo completo a la ardua labor de dignificar la vida de los animales domésticos en ésta ciudad. ¿Conoces a tu vecindad?¿Hay cohesión entre tus vecinos? En la próxima junta lanza una moneda al aire, pregunta si les late adoptar entre todos al típico perro sin dueño de la cuadra. Quien quita y todos ganen mucho amor. Amor peludo.

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Los polvorientos caminos de la fe. Consag y Link, dos exploradores

FOTO: Patricia Valenzuela Lugo.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la actualidad, el transitar por alguna de las carreteras de nuestra Sudcalifornia nos representa un gran engorro, ya que de antemano nos predisponemos a que va a ser aburrido, durará mucho tiempo y sólo vamos a ver pasar, por la ventanilla de nuestro auto, cardones, mezquites y cerros áridos. Sin embargo, no nos ponemos a imaginar la gran dificultad que fue, para los primeros colonos europeos, el transitar en caballo o mula, por senderos inexplorados que, por lo mismo, los hacían intransitables y peligrosos. Por lo anteriormente descrito, se antoja como titánica la gran labor que desempeñaron los jesuitas que arrostrando todos estos obstáculos decidieron explorar y conquistar palmo a palmo la península Californiana.

Uno de estos sacerdotes, el cual se distinguió por sus grandes dotes de explorador, fue Fernando Consag (en croata, Ferdinand Konščak). Este ignaciano había nacido en Varasdin, al noroeste de la actual Yugoslavia, el 3 de diciembre de 1703. Su ingreso a la orden lo lleva a cabo en Eslovaquia en el año de 1719, sin embargo, sus estudios de seminarista los desempeñó en Austria. Fue un alumno empeñoso y debido a su avanzado progreso, al profesar sus votos sacerdotales lo nombran catedrático en un seminario de Budapest. Es en el año de 1730 que solicita, y se le concede, el venir a trabajar en las misiones de la Nueva España. Después de permanecer por un corto tiempo en la ciudad de México, es enviado a las Misiones de la California en el año de 1732.

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A su llegada es destinado a la Misión de San Ignacio Kadakaaman, en donde se distingue por sus habilidades para la construcción, así como por ser un hombre diligente y de nobles sentimientos, siendo muy apreciado por los naturales de aquellas tierras. En el año de 1744 es destinado a la misión recién formada de Nuestra Señora de los Dolores del Norte y, al año siguiente, prosigue su apostolado en la de Santa María Magdalena. Debido a su vocación de explorador, se le envía a la región poco explorada del septentrión de la península y descubre un terreno muy bueno en donde funda la Misión de Santa Gertrudis, La Magna.

Al año siguiente de estar desempeñando su ministerio, el Provincial de los Jesuitas, el sacerdote Cristóbal de Escobar y Llamas, el cual tenía amplio conocimiento de las excelentes dotes de explorador y cartógrafo de Consag, lo envía hacia el norte de las Californias, con el objetivo de que indague si estas tierras son, o no, una isla. El día 14 de julio de 1746 parte en barco desde Loreto a este gran viaje. Durante su estancia en aquellas tierras, elabora un minucioso mapa el cual confirma lo que ya había descubierto el también jesuita Francisco Kino y otros exploradores, que la California era una península, y para demostrar su dicho elaboró uno de los mapas más completos, el cual aún se conserva. Aunado a lo anterior, llevó a cabo una minuciosa e interesante bitácora de viaje, la cual se encuentra resguardada en el Archivo Franciscano de la Biblioteca Nacional.

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Al regresar a Loreto es devuelto a su ministerio, sin embargo, su espíritu inquieto no lo deja estar tranquilo y para el 22 de mayo de 1751 emprende una nueva expedición, partiendo de la misión de San Ignacio, hacia la isla nebulosa o Isla de Cedros. Su recorrido lo realiza por tierra y le toma 41 días llegar hasta enfrente de la Isla. Durante sus jornadas, se dio tiempo para llevar un detallado e interesante registro de la flora, la fauna y los naturales de aquellas tierras, con los que se topaba. El mencionado diario, lo incorporó  José Ortega en un libro titulado Apostólicos Afanes de la Compañía de Jesús. De regreso de este viaje continuó desempeñando sus labores misionales, entre las que destaca la construcción del templo de la hermosa Misión de San Ignacio. El sacerdote Consag fallecería el 10 de septiembre de 1759, tras 27 años de servir en la California. Sus restos descansan en la Misión de San Ignacio Kadakaaman.

Sobre el sacerdote Wenseslao Link (Vaclav en su lengua natal), encontramos que nació en Nejdek, Bohemia occidental, el 29 de marzo de 1736. Su noviciado lo realiza en el poblado de Brno y, aún sin concluir sus estudios, lo envían a la Ciudad de México en la Nueva España en el año de 1754. Continúa sus estudios de teología y profesa sus votos en el año de 1761. Fue en ese mismo año que se le concede el iniciar su vida de misionero y al lugar que se le destina es a la California, específicamente a la Misión de San Borja Adac, la cual había sido fundada por el jesuita Georg Retz 2 años antes.

Tal parece que Link estaba destinado a ser un explorador, más que a desempeñar su vocación de sacerdote. Su primera expedición la realiza en los meses de marzo y abril de 1765 a la Bahía de los Ángeles y la Isla del Ángel de la Guarda. Posteriormente, de agosto a diciembre de ese mismo año, emprende un viaje hacia la desembocadura del Río Colorado, pero debido a los vientos y temporales propios de esas fechas en aquellas regiones, no logró llegar. Unos meses después, de febrero a abril de 1766, realiza un nuevo viaje y en esta ocasión tiene mejor fortuna y logra explorar la zona del Río Colorado.

Durante los viajes realizados por el sacerdote Link, elaboró unos minuciosos informes en los que daba cuenta de los animales y plantas de aquellas regiones, así como los encuentros con habitantes de estos sitios. También consigna una gran cantidad de detalles cartográficos de aquellos parajes. Fue tan abundante la información que logró registrar que Ernest J. Burrus pudo elaborar una obra en 3 volúmenes con todo el material que pudo reunir de los viajes del sacerdote. En total estuvo 6 años cumpliendo su labor de misionero y explorador en las Californias.

En el mes de febrero de 1768, Link, así como sus demás hermanos de la Orden, son embarcados en el puerto de Loreto en cumplimiento a la Orden de Expulsión de los integrantes de la Compañía de Jesús de todos los territorios de la Corona Española. Al llegar a España, estuvo preso casi 1 año y es hasta 1769 en que regresa a su tierra, a la ciudad de Olomuc, Moravia. Los siguientes 28 años de su vida continuaría desempeñando sus labores sacerdotales, hasta que el 8 de febrero de 1797 fallece a la edad de 94 años, víctima de hidropesía.

La fuerza y férrea convicción de Consag y Link, permitieron que las tierras Californianas fueran exploradas y, por consiguiente, conocidas por el mundo. Mucho debemos a estos hombres que, a pesar de no contar con los medios que tenemos ahora, pudieron llegar a regiones donde difícilmente cualquier persona lograría llegar en la actualidad. La fe inquebrantable de que estaban haciendo el bien para todos, los impulsó a realizar obras que aún en la actualidad nos sorprenden.

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¿Cómo debería llamarse Baja California Sur? Propuestas para un cambio de nombre

Casa del Estudiante en la Ciudad de México. FOTO: Modesto Peralta Delgado.

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hasta el momento, no se ha presentado una propuesta para cambiar de nombre al Estado de Baja California Sur, declaró para este medio el diputado Esteban Ojeda Ramírez; sin embargo, él mismo sabe de crecientes rumores sobre esta inquietud. CULCO BCS investigó la postura sobre el tema con diferentes expertos, y logró dar con quien podría ser la primera persona en solicitarlo ante el Congreso del Estado. De aprobarse, este hecho sería de una enorme trascendencia para la media península, y aunque no fuera así —al menos en un corto plazo—, el sólo hecho de analizar la posibilidad podría movilizar a una amplia discusión ciudadana.

¿Sabes cuáles son las propuestas para cambiar de nombre a BCS? Históricamente, por derecho o por costumbre ¿cuál le correspondería? ¿Qué significa California y qué tiene de particular? ¿Qué voces han surgido para analizar nuestra historia y el nombre de la Entidad? ¿Qué procedimiento se ocuparía? Para responder todas estas preguntas, CULCO BCS publica este reportaje y te invita a llegar hasta el final.

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Fácil pero complicado

En exclusiva para este medio, el diputado Ojeda Ramírez, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales del Congreso del Estado, dijo que hasta la fecha —entrevistado el 19 de diciembre de 2018— “no ha habido propuesta (…) No, aunque sí he escuchado un fuerte rumor”. A finales del año pasado, un grupo de historiadores regionales lo invitaron a una serie de conferencias, y aunque no pudo asistir, se enteró que se trataba de una propuesta académica sobre el origen del nombre California y la posibilidad de presentar una propuesta de cambio de nombre.

Se refería a la III Semana de Historia California en la identidad de los sudcalifornianos, que se llevó a cabo en el Museo Regional de Antropología e Historia en La Paz a principios de noviembre, por la Asociación de Californios Amigos de la Historia y los Estudios Locales (CAHEL, A.C.), en donde participaron los maestros Gilberto Ibarra Rivera, Eligio Moisés Coronado y Carlos Lazcano Sahagún, entre otros. Ellos, entrevistados para este reportaje, negaron que hasta el momento hayan solicitado el cambio de nombre de la Entidad a los diputados, aunque sí son simpatizantes de la idea.

¿Qué se ocuparía para cambiarle el nombre a Baja California Sur?, se le cuestionó al legislador —quien posee una Maestría en Historia por la UABCS—, y explicó que con las recientes modificaciones a la Ley, cuando antes se requería presentar alrededor de mil firmas, ahora sería relativamente fácil, pues bastaría que una sola persona reúna ciertos requisitos en su propuesta —antecedentes, fundamentos históricos, etcétera— y presente la iniciativa de ley ante del Congreso del Estado. “Todas la iniciativas se reúnen; la Comisión hace las revisiones y le notifica al ciudadano si pasa o no; la iniciativa va al Congreso, a la Oficialía Mayor; se presenta el dictamen al proceso, consulta y demás (…) Toda la instrumentación la operaría el Congreso”.

De haber una propuesta, el Diputado sería de los primeros en enterarse por presidir la Comisión mencionada, pero se trataría de un tema muy complejo que requeriría varias consultas: “es un tema muy delicado, seguramente tiene que haber una amplia consulta y no saldría en una primera etapa; tendría que hacerse una serie de indagaciones, propuestas, foros, una serie de actividades que involucraría a toda la sociedad: intelectuales, políticos, académicos, universitarios, políticos… Muy grande la consulta”.

Esteban Ojeda comentó que, si bien no es nada nuevo, sí se trata de “un rumor que corre” y del que ya le han preguntado personas de la sociedad civil. “Yo he escuchado en el transcurso de los años —tengo 42 años viviendo aquí, llegue a los 20 años—, he escuchado de hasta la fecha, dos nombres: el nombre de Sudcalifornia y recientemente he escuchado el de California“. ¿Usted en lo particular tiene alguna preferencia? Se le preguntó y dijo que no: “personalmente no tengo ningún interés de que se cambie, pero desde el punto de vista histórico, apoyaría que fuera California“. Y éste último nombre, ¿no presentaría alguna controversia internacional al tenerlo ya un Estado de Estados Unidos? “No se que implicaciones tendría a nivel internacional —dijo—, pero hay otras ciudades de igual nombre en diferentes países y lugares. Tendría que haber una argumentación con especialistas en la materia, mas allá de los historiadores, un asunto de políticos internacionalistas”.

El cambio de nombre de la Entidad, debe aprobarse o no, en el Congreso del Estado. FOTO: Archivo.

Que se llame Sudcalifornia

En 1967 se empezó a realizar la popular carrera off road Baja Mil. Fue a partir de su uso publicitario que a la fecha —y luego de más de 50 años—, a la Entidad se le empezó a llamar simple y llanamente Baja. Así lo explicó el maestro Gilberto Ibarra Rivera —autor de varios libros de historia, entre ellos Diccionario Sudcaliforniano—, preocupado por la pérdida de identidad sudcaliforniana con esta ya enraizada denominación. “Eso le gusta a los americanos —dijo—, pero el pueblo protesta”, y fue así que el entonces gobernador Alberto Alvarado Arámburo estableció el Decreto 374 que prohibía —y sancionaría— el uso de Baja para nombrar al Estado. Sin embargo, “no se hace nada en lo absoluto (…) fue un decreto muerto” del gobierno del PRI, que tampoco aplicaron los gobiernos del PRD y del PAN. Hasta la fecha —criticó— las áreas de Turismo y hoteleros siguen popularizando el acortado nombre: “les es más fácil hacer eso, como no hay sanciones, ellos siguen, ha podido más el poder económico que el poder legislativo”. El Decreto 374 fue publicado en 1982, sigue vigente y puede descargarse en línea, donde se lee que hay una multa de hasta 25 mil pesos para quienes “continúen utilizando solamente el calificativo “BAJA” para designar a nuestra Entidad”.

Gilberto Ibarra Rivera. FOTO: Modesto Peralta Delgado.

En un enorme esfuerzo de síntesis, Ibarra Rivera nos ayudó a esbozar la historia del nombre de esta tierra que ha tenido unos diez a lo largo del tiempo, y unas cinco propuestas para cambiarlo. A pesar de la bruma de datos, el maestro posee una memoria asombrosa. De entrada, comentó que el nuestro “es el único Estado de la República Mexicana que tiene su origen en la Literatura universal“. California proviene de Califerne, un lugar de fantasía mencionado en la novela Las Sergas de Esplandián de Garci Rodríguez de Montalvo. Publicado en 1510, las aventuras narran las aventuras de la guerra entre cristianos y musulmanes en la Edad Media, y allí se menciona a Califerne, donde reinaba Calafia. Fue así como los navegantes españoles que llegaron en el siglo XVI a lo que hoy es Baja California Sur, creyeron haber llegado a una isla llena de tesoros y habitada sólo por mujeres exóticas. Pronto les llegó el desencanto, pero la creencia de que estábamos en una isla perduró hasta entrado el siglo XVII.

El 3 de mayo de 1535 llegó Hernán Cortés a lo que hoy es La Paz —continuó el maestro—, y durante la expedición “se dice que los soldados vieron El Arco (de Los Cabos) y les hizo referencia la Califerne. ¡Aquí tienes tu California!, le dijeron, y de ahí surge el nombre de California“. El uso más antiguo del nombre está en un mapa que bautizó como Cabo California a lo que hoy es Cabo San Lucas, y pronto, se le llamó así todo el amplio territorio que abarcaba hasta el Sur de Estados Unidos. A partir de 1562, esta denominación tuvo un registro oficial por parte de la Corona Española, y así —o bien, Californias, en plural—, se le llamó a todo el conjunto de tierra con sus pequeñas islas. Incluso, luego de 1663, en honor al rey Carlos, un tiempo se le nombró Carolinas, lo que no duró mucho, si no, en vez de californios o sudcalifornios nos hubiésemos llamado carolinos.

Hasta el siglo XVII, el padre Eusebio Kino vino a descubrir que no se trataba de una isla sino de una península, pese a lo cual, los cartógrafos todavía la dibujaban de ambos modos; desde esta época misional, el nombre de California perduró para esta vasta región. Después se denominó Alta California —actualmente, EEUU— y Baja California a toda la península —algún tiempo a estas zonas también se les nombró Nueva y Antigua California, respectivamente. De manera que a inicios del siglo XVIII, empieza a utilizarse Baja California, pero luego de la Independencia de México, también se le nombró Territorio, Provincia o Departamento de Baja California. Viene después el gobierno de Antonio López de Santa Anna, quien pierde la guerra contra EEUU (1848): “nos ganan esa guerra y nos despojan de los territorios, y nos despojan también del nombre original de esta tierra, y la California se quedó Estados Unidos y a nosotros nos dejaron como Baja California“.

Así, la península duró muchos años como una sola entidad divida en Distritos y luego como Territorios. Para 1951, Baja California se convierte en Estado, pero aquí se le siguió llamando Territorio de Baja California Sur. En 1974, el Congreso tuvo la oportunidad para cambiar definitivamente el nombre al estado, “pero no hicieron ese cambio, ¡se les fue!”; sí dejaron el gentilicio como sudcaliforniano, pero a partir de ese año, formalmente, nuestra entidad se llamó y se sigue llamando Baja California Sur.

Luego de medio siglo en que se ha popularizado más llamarle Baja al Estado, “por economía de esfuerzo”, el tema de su denominación vuelve a surgir. Ibarra Rivera señaló que oficialmente no sabe qué organismo o ciudadano presente una propuesta, pero le gustaría que las autoridades por fin atiendan esta inquietud. ¿Qué otros nombres ha sabido, que se han dado, como propuestas para la Entidad?, se le preguntó, y respondió que han sido: Sudcalifornia, California, California del Sur y California Mexicana. ¿Con cuál simpatiza Usted? “A mi me parece bien Sudcalifornia —declaró—, por antigüedad y derecho. La simpatía parece que va mas por California, México. En lo personal, me gusta más Sudcalifornia porque estamos más identificados, pero históricamente le corresponde California“. Sería a principios de los años 70’s —comentó—, que el conocido historiador Miguel León Portilla, “perfiló que Baja California Sur iba al desarrollo (…) ¡Con qué anticipación lo dijo! Que se perfilaba un desarrollo enorme para que fueran pensando los sudcalifornianos, que la llamaran Sudcalifornia. Pero nadie hizo caso”.

Que se llame California

Por su parte, el maestro Eligio Moisés Coronado —quien fue cronista de La Paz, y hoy también miembro de la CAHEL, A.C., además de autor de varios artículos y libros—, facilitó a este medio algunos materiales sobre el tema. Lo que se muestra a continuación, es la propuesta publicada en 1970 en Excélsior por Miguel León Portilla, para designar Sudcalifornia a esta Entidad, y que se publicó también en el Estado como una posibilidad de cambio de nombre —4 años después se le da el nombre de Baja California Sur. Y en seguida, una resolución de la Comisión de las Californias, firmada por el propio Coronado en 1973, donde expresan su oposición en denominar a la Entidad sencillamente como Baja, por un uso “denigrante, dando la impresión de que la península es una sección menor de la California norteamericana“.

FOTOS: Cortesía.

Moisés Coronado dijo “considero justo que se niegue el registro de cualquier empresa que pretenda tener como razón social los solos calificativos de Baja o Baja Sur; que se establezca en cantidad alta de salarios mínimos la sanción a quien insista en usar alguno de estos títulos; y que a los reincidentes además se les cancele el permiso respectivo”.  Y sobre el respeto al Decreto 374, señaló que “lamentablemente sólo en parte, pero se han obtenido algunos logros: en La Paz, el nombre oficial del hotel Baja fue cambiado por el de hotel Baja California Sur; la agencia Volkswagen cambió de Automotriz Baja Sur a Automotriz Mar de Cortés, y algunos negocios en el estado han hecho el cambio correspondiente. Por fortuna son ya varios los empresarios que han optado por el nombre de California para aplicarlo a sus negocios, lo cual es absolutamente legítimo porque históricamente nos pertenece”. En conversación vía telefónica a este medio, el maestro Coronado indicó que simpatiza con la idea de que el Estado vuelva a tener su nombre original: California.

Que se llame California… ¡Y California Norte!

Carlos Lazcano Sahagún, director del Museo de Historia de Ensenada, recientemente publicó Sobre el nombre California, donde explica el origen de este nombre y la evolución de su cartografía. Como se dijo anteriormente, proviene de Las Sergas de Esplandián, donde se menciona el reino de California, aunque asegura que “no se sabe el nombre de dónde viene, ni de qué lengua es, ni qué significa”; estudiosos han creído que tiene raíces árabes, o que el autor de la novela lo tomó de Califerne, de Canción del Roldán que se publicaron tres siglos atrás. Todo esto es especulativo, comentó.

El también geólogo indicó que el primer registro de este nombre se hizo en un mapa de 1562, trazado por el cartógrafo real Diego Gutiérrez, donde coloca el nombre de Cabo California a lo que hoy es Cabo San Lucas, y de ahí, brincó al resto de la península. Según el mismo historiador, la confusión de que esta zona era una isla empezó a principios del siglo XVII, sin embargo, hubo un mapa de 1541 que ya la definía como península.

Lazcano Sahagún, propone que Baja California Sur sea llamada California, y su Estado, Baja California, sea denominado California del Norte. Sin embargo, “en Baja California hay sectores amplios que asumen el término Baja; esta propuesta que yo hago no es bien recibida, muchos piensan que no es válida (…) La actitud es más bien de rechazo, pero sin ninguna base firme. El término Baja es como un término comercial es como una marca”, asegurando que el fondo del asunto es que allí hay mucha migración y no existe el arraigo que hay entre los sudcalifornianos. Además, en su opinión, a pesar de que ya existe el mismo nombre en EEUU, “no tenemos porque tomar en cuenta  a los gringos, históricamente (el nombre) es de los mexicanos”.

Resistencia civil responsable

Quien presentará la iniciativa ante el Congreso del Estado es el periodista Cuauhtémoc Morgan Hernández, director general de Colectivo Pericú, pionero de los medios digitales en la media península —que este año cumple una década. En entrevista para este medio declaró que “absolutamente nadie ha manifestado públicamente su interés por meter una iniciativa a fin de cambiarle el nombre al Estado, ni siquiera a nivel de diputados o de alguna fracción; el único que ha externado llevar esto al Congreso, con algunos compañeros, es su servidor y sí lo voy a llevar al Congreso (…) Ojalá que sea en enero. Yo personalmente acudiré a presentar una iniciativa para presentar el aspecto legal para que se cambie el nombre del Estado Libre y Soberano de Baja California Sur a únicamente a California (…) Estamos a tiempo todavía de cambiarle el nombre”.

Cuauhtémoc Morgan Hernández. FOTO: Cortesía.

Desde hace 3 años, aproximadamente, ha sido un impulsor de este tema. Señaló que EEUU —y últimamente con más fuerza, Donald Trump—, se han encargado de hacer llamar Baja a esta Entidad, habiéndose apropiado del nombre que le pertenecía a los sudcalifornianos, calificando ésto como “el despojo más grande que se ha hecho a esta patria, el de su nombre original”. Conocedor de la historia regional, recordó que “como siempre, desde el centro de la República, a esta tierra olvidada la llamaron de diferentes nombres. Cuando se estuvo en la verdadera posición, cuando se constituyó como Estado Libre y Soberano, allí debió haberse colocado el nombre como California (…) Era la gran oportunidad de recuperar el nombre original”. Para él, llamarla sólo Baja “es una pérdida de identidad (…) Están tomando esto como algo insignificante que no tiene sentido, porque no tienen un claro sentido de pertenencia a esta tierra, y cuando le mencionan Baja lo ven como algo muy común, cuando nos esta despojando de algo original”.

Como un “acto de responsabilidad civil nativa, oriunda de BCS” y como “una resistencia civil responsable”, desde hace 2 años lanzaron un video donde anunciaban que cada que se publicara una nota en Colectivo Pericú, antepondrían el nombre de California, como “La Paz, California“, etcétera. Así, “estamos impulsando que a esta tierra se le devuelva su nombre original, ni Baja, ni Baja Sur, única, seca y llanamente, California. Y así vamos a seguir, como una protesta permanente, a fin de ir propagando la idea”. Esta posición que calificó de “atrevida” —contó—, le ha acarreado críticas y recriminaciones; le cuestionan que Si ya existe un California, Estados Unidos, ¿cómo vas a pretender que aquí se le llame igual?; él responde que, históricamente, le pertenece ese nombre, que hay otros lugares con nombres iguales en el mundo sin que signifique un problema, y que una “reafirmación del nombre de California está en el mismo golfo que es Golfo de California: ahí viene una reafirmación de nuestro nombre, que con millones de olas nos bautiza”.

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Diego Moreno, primer sudcaliforniano clasificado a Juegos Centroamericanos

FOTO: Insude.

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Diego de Jesús Moreno Amador se convirtió en el primer sudcaliforniano en clasificarse para los Juegos Centroamericanos y de El Caribe de Barranquilla, Colombia, al obtener su pase directo a la final del torneo clasificatorio de boxeo que tiene lugar en Tijuana, Baja California, una vez que su rival, Luis Hernández, de Panamá, presentó una lesión que le impidió subir al cuadrilátero, llegando así a la final y el próximo sábado disputará la medalla de oro.

El Instituto Sudcaliforniano del Deporte (Insude) da a conocer que esta situación puso a Diego Moreno en la final del próximo sábado donde disputará la medalla de oro, pero ya con el boleto asegurado para representar a México en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia, convirtiéndose a la vez en el primero de BCS en alcanzar ese objetivo.

El pugilista dijo sentirse “muy contento por alcanzar este objetivo por el que he trabajado mucho estos dos años, mi sueño era estar en la selección primero de mi estado y luego de México, ambos objetivos cumplidos, es un orgullo defender las siglas de BCS y ahora de mí país, hay que seguir echándole ganas porque esto todavía no termina, falta la final el sábado pero llego motivado por estar calificado a los centroamericanos“, se lee en el boletín de prensa del Insude.

También mencionó que “es un compromiso muy fuerte y como tal hay que asumirlo, agradezco al director de Insude, José Avila por todo el apoyo; al presidente de la Federación Ricardo Contreras, de la asociación Adriana Aguayo; a mis entrenadores, mi familia que es el sostén de mi carrera y sobre todo a Dios, por permitirme lograr estas metas”.