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Llaman a recordar cada 3 de mayo a construir un futuro mejor

FOTO: Archivo

La Paz, Baja California Sur (BCS). Por medio de un boletín de prensa por parte del Congreso del Estado se informó que, a casi cinco siglos de historia de La Paz, capital de Baja California Sur, la unidad de unas y otros ha logrado forjar la sociedad que hoy somos, expresó el presidente de la Comisión de Cultura y Artes, diputado Rigoberto Mares Aguilar, quien llamó a la ciudadanía a recordar cada 3 de mayo pues sólo unidos vamos a construir un futuro mejor para todos y todas.

Al subir la mañana del martes 02 de mayo a tribuna en sesión ordinaria, el diputado, precisó que el 03 de mayo, no sólo se trata de algarabía sino de la convicción de promover un verdadero sentido de arraigo y pertenencia personal y cultural de lo que significa la fundación de La Paz, que además de ser privilegiada con bellezas y riquezas naturales, es fuente de crecimiento para el país.

Enfatizó que lo que realmente hace que nuestra ciudad sea especial es su gente; La Paz es una ciudad llena de personas amables y generosas, que se preocupan profundamente por su comunidad y trabajan arduamente para hacerla un lugar mejor. Reconociendo nuestro pasado, trabajando en el presente por nuestro futuro, vamos a lograr hacer de nuestra ciudad y Estado, eso que tanto nos enorgullece, acotó el líder camaral, en la Sala de Sesiones José María Morelos y Pavón, reconociendo la voluntad, disposición y diligencia de autoridades del Gobierno Estatal, Municipal, de este Poder Legislativo y de la sociedad civil organizada, para hacer posible que en cada instancia se desarrollen actividades que son de interés para la comunidad, en temas de salud, educación, de cultura, arte y civismo, así como también por el ya conocido sabor de nuestra gastronomía, entre otras más que estarán difundiéndose dentro del marco de las Fiestas de Fundación de La Paz.

Finalmente, el legislador resaltó que, Como Presidente de la Comisión de Cultura y Artes, desde el primer año de esta Legislatura nos hemos sumado a la difusión de la cultura que dio origen a la Fundación de La Paz, desde ésta, la más alta tribuna del Estado, manifiesto el reconocimiento a todas las personas que con su entrega, entusiasmo, esfuerzo, horas de trabajo y sobre todo por amor a La Paz, se integran en el desarrollo de estas fiestas y la promoción de la cultura de Baja California Sur para todas latitudes, concluyó el boletín de prensa.




Recibe MUABCS donación de maquetas de la Ciudad de La Paz

FOTO: ISC

La Paz, Baja California Sur (BCS). Por medio de un comunicado de prensa por parte del Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC) se informó que, próximamente estará abierta al público en el Museo de Arte de Baja California Sur (MUABCS), la exposición de 4 maquetas que muestran diversos escenarios importantes de la fundación de la capital del Estado, mismas que fueron donadas por las y los estudiantes de la carrera de Arquitectura Iván Alegría Jiménez, Ángel Iván Manríquez Avilés, Angélica Patricia Castro Cuadras y Karina Esmeralda Romero.

De acuerdo con el comunicado, el acto de entrega contó con la presencia del titular del Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC), Víctor Hugo Caballero Gutiérrez, el Delegado Regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Luis Alberto Trasviña Moreno y el representante del Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU) Gilberto Piñeda Moreno.

Caballero Gutiérrez, enfatizó la importancia de exhibir y reconocer el trabajo que realiza la juventud sudcaliforniana en formación profesional, nos llena de orgullo mostrar estos ejemplares que muestran el esfuerzo y preparación de los futuros arquitectos y estoy seguro de que este es el primero de muchos proyectos, comentó.

Por tal motivo, se hace una invitación a estar pendientes de la apertura de esta exposición a través de las redes sociales Instituto Sudcaliforniano de Cultura y Museo de Arte de Baja California Sur, o bien comunicarse al teléfono 612-129-4176 de lunes a viernes de 11:00 a 19:00 horas, concluyó el comunicado de prensa.




Celebrar las Fiestas de las Fundaciones de La Paz

FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

El Beso de la Mujer Araña (*)

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 2019, como estudiante de la Maestría en Investigación Histórico-Literaria de la UABCS, me tocó realizar una estancia a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Para viajar a Chile, el Ayuntamiento de La Paz me otorgó algunos apoyos para el boleto de avión gracias a un par de regidores —especialmente, José María Avilés, a quien agradezco muchísimo el interés y la gestión—, incluyendo al Alcalde. Sin embargo, desde entonces y en todo el 2020, Rubén Muñoz Álvarez nunca me atendió personalmente. Busqué y busqué al Presidente Municipal para contarle en extenso mi investigación sobre las celebraciones de mayo y plantear una propuesta. Ni cuando se reorganizaba el trabajo, posterior a la pandemia, pudo o quiso escucharme.

Aquí no podría extender a detalle mi propuesta, opto por escribir un artículo de fondo sobre las Fiestas de Fundación de La Paz —tema de mi tesis de maestría—, una tradición inventada que podría considerarse la celebración identitaria más importante del Estado, pero cuyos supuestos históricos han sido cuestionados en los últimos años. Mi propósito es volver al Palacio Municipal, con quien gane la Alcaldía en estas elecciones, para replantearlo. Ahora no tiene caso, estamos en pleno tiempo de venta de ilusiones: las y los candidatos son capaces de bailarte una cumbia o correr descalzos sobre las brasas con tal de obtener tu apoyo. Todo/as dicen interesarse por la cultura, como siempre, y como siempre, olvidarse de ella nomás llegan al poder. ¡Cuento viejo, no se necesita un doctorado para saberlo!

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Todavía estamos en mayo, y aunque desde el año pasado, estas fiestas fundaciones han sido afectadas por la pandemia de la COVID-19 —el año pasado hubo charlas virtuales, este año no me enteré más que de una foto por ahí, o sea: nada—, nadie podría negar que son una tradición que, como tal, podría seguir indefinidamente, bajo las mismas premisas. Desde hace varias décadas, el Ayuntamiento de La Paz lleva a cabo las Fiestas de Fundación de La Paz con eventos artísticos, deportivos y culinarios, siendo la escenificación El desembarco de Hernán Cortés en La Paz, la perla del festejo. Esta representación teatral sugiere la idea de la fundación de esta capital el 3 de mayo de 1535, en el encuentro entre el conquistador de México, Hernán Cortés, y la reina Calafia —reina de los guaycuras—; luego de que el español supuestamente huye despavorido por la bravura de los indios, pronto llegan los jesuitas, y así, se da el proceso de mestizaje del que actualmente somos producto. Cierto, desde 1958 que se realizó por primera vez, han habido variantes en la interpretación, pero en lo esencial es esto; y como suele ocurrir con los mitos, no queda claro dónde empieza la fantasía y dónde la adulteración de la historia.

En 2020, publiqué el reportaje Los mitos de las Fiestas de Fundación de La Paz y la fundación desconocida, donde abundo en detalles sobre la historia de esta celebración. Los resultados de la investigación que realicé, me hacen concluir que esta tradición se inventó en la década de los 40 del siglo pasado, a través del Frente de Unificación Sudcaliforniana, bajo la responsabilidad de los profesores y con la anuencia del gobierno del entonces Territorio. Desde allí se “eligió” que la fundación sería desde entonces, con esos personajes y esas temáticas, lo que significaría que esta ciudad cumpliría ¡casi medio siglo de antigüedad! Y desde entonces también, esta borrado de la memoria colectiva —y de la educación histórica en la entidad— el proceso fundacional del que emergió realmente La Paz como poblado, en el primer tercio del siglo XIX —es decir, casi 300 años de diferencia con la versión oficial.

Esta versión de la historia, la de Cortés y Calafia, es rica en ironías, no sólo porque tal encuentro, literalmente, nunca se dio y poco o nada tiene que ver con la identidad local. Hay personas que han creído que Calafia era la reina de los guaycuras cuando los antiguos californios ni siquiera sabían de su existencia; los españoles que vinieron en busca de riqueza y exuberancia alentados por la idea de una “California”Calafia es un personaje secundario de la novela Las Sergas de Esplandián, donde era la reina de una isla prometida en oro, llamada “California”, precisamente—, huyeron pero por el hambre, la aridez y el calor. Es irónico que esta celebración “rescatara” un personaje escrito para divertir e ilusionar a los que venían a conquistarnos en aquella época, y en cambio, el punto de encuentro que es el nombre de “California”, no se rescate como nombre original de esta tierra que, a estas alturas, la mayoría conocemos como “Baja”. Nos hemos quedado con la parte más chafa del mito.

El desembarco de Cortés es una especie de libre interpretación de un desastre. Hernán Cortés gastó una fortuna para venir a California y regresó con más pérdidas y muertes que ganancias. Su último viaje a lo que él creía que era Asia, fue una verdadera hazaña, pero que acabó en un descomunal fracaso. Sin embargo, aquí se ha elevado su figura positivamente al representarlo como fundador —aunque él no le puso La Paz a La Paz, ni California a California; aunque de los campamentos para explorar que asentó, no quedaron ni las cenizas— y hasta el golfo lleva su nombre —como Mar de Cortés, no como el Golfo de Cortés, claro. Y de tanto que escribió, el europeo apenas mencionó lugares y hechos de este lado reseco del mundo. De manera que estos mitos elegidos a capricho, probablemente para crear lazos de identidad en el siglo pasado, para ensalzar una historia de 500 años de antigüedad, se originaron desde la ignorancia y desde la ignorancia se han seguido replicando.

Con todo, al realizar mi investigación y entrevistar a personajes que escribieron el guion de El desembarco de Cortés; que lo dirigieron, actuaron o fotografiaron, lo que sí pude constatar es el esfuerzo por llevar a cabo un evento tradicional, a veces, con irrisorios presupuestos; y un amor al terruño: el deseo de recordar a los guaycuras extintos. Por eso, en mi opinión, no sería un impulsor para cancelar la celebración, ¡al contrario: darle más difusión a la historia regional! En líneas generales, creo que las Fiestas de Fundación de La Paz puede ser el pretexto para contar la historia de LAS FUNDACIONES DE LA PAZ y ampliar el rango de tiempo, pues en tres siglos, asentar un poblado llevó más de cinco intentos. No cercenar la cabeza de Cortés: sí llegó a estas tierras, enteró de ellas al mundo y creó el puente para ser parte de México, el hecho no es poca cosa; pero tampoco cercenar, al soldado desconocido, Juan José Espinosa, el primer habitante y vecino de La Paz perdurable, por ejemplo, así como a los migrantes navegantes, marinos y comerciantes que realmente hicieron nacer y crecer a esta ciudad.

Si se realizan las Fiestas de las Fundaciones de La Paz se difundiría más la historia local, y en vez de dar una apariencia de entreguismo o derrota, reflejaría la cultura de las dificultades de vivir aquí, como ha sido en realidad la mística de nuestro desierto. Además, puede ser un atractivo turístico importante, si se invirtiera con esa visión, pues todavía tienen muy poco aforo sus actividades. Me parece plausible abarcar el espectro de promover a los deportistas y artistas locales, creo que como celebración de identidad puede ser también muestra de los talentos y generar convivencia. Creo que hay episodios históricos muy interesantes desaprovechados, así como ideas o recursos por explorar.

Pero, ya será cuando llegue la próxima alcalde o alcaldesa que compartamos los resultados y llevemos nuestros puntos de vista. Soy pesimista en creerles todo a los candidatos y candidatas, hasta veo con cierto hartazgo a algunos amigo/as peleándose con otro/as por cuestiones electorales, un escenario tan repetitivo como las ideas publicitarias de las campañas. Los discursos electorales son más predecibles que una telenovela. Pese a todo, seguiremos insistiendo. Sirva esta publicación como antecedente para pedir una cita en los próximos meses, y he de copiar alguna nota donde las futuras autoridades municipales hayan dicho que se interesaban en la cultura, por si sirve de algo, que de lengua, hasta Cortés se comió un taco.

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(*) Esta publicación obtuvo Mención Honorífica en el Premio Estatal de Periodismo 2021, en la categoría de “Artículo de Fondo”.

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Los mitos de las Fiestas de Fundación de La Paz y la fundación desconocida

FOTOS: Modesto Peralta Delgado, excepto donde se indica.

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Ni Hernán Cortés fundó La Paz, ni la reina Calafia existió, pero ¿qué pasa si presentamos “algo” con datos que no son del todo falsos, pero tampoco del todo verdaderos? Creamos mitos. ¿Y si lo repetimos cada tanto tiempo, incluso con el apoyo de las autoridades? Tenemos una tradición. Cada año —con ciertas excepciones como éste, ante la amenaza del COVID-19—, el Ayuntamiento de La Paz realiza las Fiestas de Fundación de La Paz que en la escenificación El desembarco de Hernán Cortés en la Bahía de La Paz, promueve la idea de que su fundación corresponde al 3 de mayo de 1533. De ser cierto, estamos a pocos años de ser una ciudad con 500 años de antigüedad.

El año pasado, en un pequeño sondeo que hicimos durante esta festividad, algunos ciudadanos no tienen idea de quien fue Calafia, pero hay quien cree que fue la reina de los antiguos californios o una guaycura destacada, y en la primera representación fue elevada a categoría de “diosa”. Derivado de una investigación bibliográfica, damos a conocer aquí información que, si bien está al alcance de quien quiera, no goza de mucha difusión. ¿Cuándo y cómo surgen las Fiestas de Fundación de La Paz? ¿Qué cosas realmente pasaron y qué otras han sido inventadas o “retocadas”? ¿A partir de cuándo esta ciudad, realmente, empezó a poblarse y crecer tal como la conocemos hoy?

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FOTOS Gabriel Larios Heredia.

Los orígenes y la interpretación

En 1945, nace un grupo y movimiento político muy importante en Baja California Sur: el Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS) que, entre otras causas, buscaba que el gobernador del entonces Territorio Sur fuera originario de esta entidad —pues desde el centro del país la Federación los imponía, ignorando las necesidades de los nativos. Pese a esta inquietud, de 1946 a 1956, el Gobierno de México impuso a Agustín Olachea. El general sí era nativo de BCS, era originario de Todos Santos, pero no tenía arraigo sudcaliforniano —de hecho, había gobernado ya entre 1929 y 1931, sin parecer un gobierno del todo fructífero, por lo que nadie parecía extrañarlo. Aunque al inicio de su gestión incorporó a algunos elementos del FUS, pronto los fue sacando y logró perdurar en la gubernatura por 10 años. Sobre estas circunstancias políticas se puede leer “El gobierno de Francisco J. Múgica y los movimientos civiles en la década de los cuarenta”, de María Eugenia Altable, en el libro Historia General de Baja California Sur.

Justo en este periodo de ese movimiento político local —también llamado “nativista”—, surgen las primeras Fiestas de Fundación de La Paz. En el Archivo Histórico del Estado —no confundir con el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” o AHPLM— se encuentran documentos que señalan los inicios de la tradición. El más lejano que encontramos es del año 1946, cuando se conmemora “el CDX Aniversario de la llegada del Conquistador Hernán Cortés a playas sudcalifornianas”. La invitación al público en general la realizó la Dirección de Educación Federal y el FUS —papeles de la época felicitan a la maestra Julia García de Ojeda por el éxito del festival llevado a cabo en el Palacio de Gobierno. Cabe anotar que entre los integrantes del Frente, en la élite intelectual de esos momentos, estaba Pablo L. Martínez, entre otros destacados maestros.

El FUS era eminentemente político, pero con fuertes inquietudes en el desarrollo del Estado. Lo que parece probable es que en el seno de este grupo —especialmente en el magisterio de las escuelas normales, hay que recordar que la UABCS se fundó hasta 1976—, decretaran como fundación de esta ciudad la llegada de Hernán Cortés en 1535. Desde los años 40’s se celebra así. Sería hasta 1958 la primera vez que se escenifica El desembarco de Hernán Cortés, un magno evento realizado en El Caimancito donde estuvo como invitado de honor Adolfo López Mateos. Allí incorporaron la figura de Calafia —entonces, presentada como una diosa—, inspirada en el clásico poema del mismo nombre de Fernando Jordán, quien había ganado los Juegos Florales 3 años atrás. Más detalles sobre este suceso se encuentra en la tesis de Gonzalo de Jesús Avilés Lara: Políticas Culturales en el caso de la Escenificación del Desembarco de Hernán Cortés en las Fiestas de Fundación de la Ciudad La Paz.

Pasaron más de dos décadas para volver a realizar esta representación, que luego quedó a cargo del Ayuntamiento de La Paz, aunque en buena medida, apoyados por las escuelas normales. Hasta la fecha, poco a poco se han incorporado artistas y promotores culturales que conservan la esencia de esta interpretación histórica, con algunos cambios, por ejemplo, darle un poco más de fuerza a la presencia guaycura —que nada tuvo que ver con la fundación “última” de la que hablaremos más adelante. Pablo L. Martínez fue, sin duda, uno de los principales promotores de esta idea fundacional, así lo defiende en una pequeña obra que merecería mucha más difusión: Las cinco fundaciones de La Paz, en la que, precisamente, enumera cada intento fallido de poblar esta tierra por siglos. El punto es que estas festividades, esta representación que juega entre ser artística y al mismo tiempo histórica, fueron decretadas de esa manera. Se “eligió” a esas figuras para inventar elementos de identidad sudcaliforniana, sin que emergieran realmente del pueblo, pero sin contar tampoco con oposición de ninguna clase, por lo que terminó convirtiéndose, sencillamente, en una tradición incuestionable.

Lo que sí pasó y lo que no pasó

Hernán Cortés sí desembarcó en la costa de lo que hoy serían las playas paceñas. Fue el 3 de mayo de 1535. El documento que lo prueba es el Auto de Posesión del Puerto E Bahía de Santa Cruz que se encuentra en el Archivo de las Indias; en este enlace se puede leer una transcripción. Más que una fundación, se trató de una apropiación de la tierra para la Corona Española, creyendo en aquel entonces que se llegaba a una isla de Asia —además, ni siquiera la nombró La Paz, así la bautizó Sebastián Vizcaíno seis décadas después. Sin embargo, tal exploración fue un descomunal fracaso, pues se invirtió una fortuna sin encontrar el oro esperado; en cambio, lo desértico de la tierra —literalmente: el hambre— hizo que el ejército no durara aquí ni un año. Cortés, que escribió muchísimo, no escribió casi nada de esta aventura. Por cierto, el primer europeo en llegar aquí no fue él sino Fortún de Jiménez, quien enviado previamente en una embarcación por el conquistador, amotinó el barco, descubrió por casualidad la península, pero tuvo un enfrentamiento con los antiguos guaycuras, terminando asesinado. Ni rastros quedaron de unos, ni de otros.

Sangre y sed de oro, hambre y deseo de evangelizar a esos escasos indios, hubo en esos primeros encuentros. No hubo matanza de indios porque apenas si encontraron, sin embargo, esos episodios debieron ser sumamente dramáticos, tal como si hubieran llegado a la Luna. La ignota California era el último brazo de tierra a conquistar sin que tuvieran una idea de a dónde llegaban. Hordas de hombres se perdieron en el mar tratando de reconocer los litorales, y otros murieron a falta de comida.

Cortés tampoco bautizó como California a nuestra actual tierra, aunque sí es evidente en los primeros mapas que así se le empezó a llamar desde el siglo XVI. De hecho, el legado del español fue, precisamente, ubicar a esta tierra en la cartografía: colocarla en el conocimiento del mundo que se tenía hasta entonces. El clásico Historia de Baja California de Pablo L. Martínez cuenta —y de forma amena—, todos estos eventos de la tierra que duró inconquistable por casi tres siglos. Otros títulos recomendables sobre esta etapa son A la diestra mano de las Indias de Ignacio del Río y La Bahía de Santa Cruz. Cortés en California 1535-1536 de Carlos Lazcano Sahagún.

Por su parte, la reina Calafia es un personaje secundario de Las Sergas de Esplandián de Garcí rodríguez de Montalvo. Jamás existió en la vida real. En dicha novela de caballerías —a propósito, no encontramos un solo ejemplar en ninguna biblioteca pública que consultamos— ella era una guerrera negra que reinaba la isla de California. Era una profana y asesina de hombres, pero se cristianizó al enamorarse de la belleza de Esplandián, quien al final de la historia no le correspondió.

En el siglo XVI en que los españoles navegaban hacia América, esta obra estaba de moda, y se cree que —en broma y en serio— este territorio que creían una isla, era “esa” California, y de allí se ha deducido como altamente probable que así haya sido el origen del nombre. Sin embargo, no era ninguna deidad y no tuvo nada qué ver con los guaycuras; se rinde tributo a un personaje cuyo autor ubicó ¡en Turquía! El personaje reinaba una isla de fantasía en los alrededores de lo que era Constantinopla.

La fundación desconocida

Dení Trejo Barajas y Marco Antonio Landavazo escribieron Población y grupos de poder en la península de Baja California, publicado en 1994 por la UABCS. En dos capítulos, explican de manera clara y contundente cómo fue realmente cómo La Paz empezó a poblarse, mantenerse y crecer hasta ser lo que es hoy en día, así como la forma en que los grupos fundadores fueron ganando poder hasta ser, en pocos años, la capital del Estado. En La Paz, sus tiempos y espacios sociales de Edith González Cruz, Ignacio Rivas Hernández y Francisco Altable, publicado por el AHPLM (descargable en línea), también se pueden encontrar datos importantes sobre los orígenes del Puerto de Ilusión. Realmente no hay muchos libros que traten el tema a profundidad, además de ganar más atención la versión de la celebración oficial. Por eso se trata de “la fundación desconocida”.

¿Que encontramos? Que las Fiestas de Fundación de La Paz tienen un “excedente” de ¡casi 300 años! El texto de la maestra Edith González dice literalmente: Fue en el transcurso de los años veinte del siglo XIX cuando comenzó a poblarse lo que hoy es la ciudad de La Paz, gracias a su condición geográfica, a la riqueza perlera que guardaba su bahía y a su vecindad con el pueblo minero de San Antonio; a ello se agregó, en 1828, su acondicionamiento como puerto de cabotaje y altura. Su desarrollo comercial llevó a que ahí se estableciera en 1829 las autoridades hacendarias y en 1830, sin disponerse de manera oficial, se convirtió en la capital peninsular; a la que se proveyó, al año siguiente, de vida municipal, que fuera reconocida por el gobierno central en 1833. Así pues, La Paz vio la luz como centro comercial, donde fueron estableciéndose varios inmigrantes extranjeros y del interior del país. De ocho a diez vecinos que había en 1826, para 1835 vivían casi 800 personas y en toda la municipalidad 1,226.

Antes, los exploradores no dejaron asentado nada; ni la misión perduró; no hay un solo rastro de que esta sea una ciudad colonial; en cambio, se desconoce que La Paz fue una de los primeros poblados del México Independiente. Y se fundó, especialmente, gracias al comercio. Tal vez no sea tan épico ni romántico, pero es. Existe, sin duda, un proceso fundacional: fundar una ciudad no es tan simple y rápido como firmar un documento. A veces tenemos que atenernos a símbolos y síntesis, pero las fiestas de mayo no le han hecho justicia alguna a los hombres y mujeres que hicieron esta ciudad en el siglo XIX; se les ha mutilado de la celebración.

Podría servir como un referente de la verdadera fundación de La Paz el año de 1923, ya que un documento —está en el AHPLM— señala que el entonces jefe político del Territorio, José Manuel Ruiz Carrillo, donó tierras para que poblara ese pedazo de arena frente a la playa que tenía tiempo usándose como fondeadero de barcos sin que hubiera provisiones de ningún tipo a la venta. Uno de los primeros, o el primer habitante, fue el soldado Juan José Espinoza. Tampoco suenan legendarios sus nombres, lo sé, pero fue así como La Paz se empezó a poblar, y lo hizo tan rápido que en pocos años se quedó como capital de Sudcalifornia. Muchos empresarios llegaron, se instalaron, dieron trabajo y vieron crecer este puerto. Entre muchos otros hombres y mujeres, están Antonio Ruffo, Antonio Navarro, Manuel Amao, Antonio Belloc, Juan Gómez, Manuel Galindo, Francisco Sosa y Silva, Manuel y Tirso Hidalgo, Juan José Encinas, Antonio Ramírez y Salvador Viosca. Avecinados del Sur que llegaron a instalarse en La Paz, marineros y hombres del mar que le dieron el ser, comerciantes y empresarios nacionales y extranjeros fueron los que hicieron a La Paz. No fue la espada ni la cruz, fue el comercio. Sí, poco espectacular en comparación.

Sin embargo, el mérito se le ha dado a Hernán Cortés. Es tanto como organizarle una fiesta a quien una vez, hace mucho, vino a nuestra casa pero cuando era un lote vacío, y al darse cuenta que no podía llevarse ni una piedra, se fue sin decir adiós. Las Fiestas de Fundación de La Paz ya son una tradición, ojalá implicara una mayor difusión turística pero también la oportunidad de acercar a la población a sus orígenes. Es interesante ir descubriendo cómo la literatura y la historia han estado implícitas en el destino sudcaliforniano, sin embargo, también podemos tener más claro qué son mitos y qué más episodios históricos están pendientes de difundirse. Por supuesto, los procesos siempre son más complejos y éste es solo un punto de vista. Yo te preguntaría. ¿cuándo celebrarías la inauguración de una obra, cuando se puso la primera piedra o cuando se concluyó?

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Pablo L. Martínez y la quinta fundación de La Paz

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Kiosco del malecón de La Paz. Fotos: Modesto Peralta Delgado.

Colaboración Especial

Por Manuel Lucero

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 1950, en el número 2 de la revista B. C. Sur, Pablo L. Martínez publicó un artículo titulado La fundación de La Paz, B. C. S. Dicho texto fue editado por el Archivo Histórico en 1984 con el título Las cinco fundaciones de La Paz, B. C. S. En ese texto brevísimo, el viejo profesor menciona, a vuelo de pájaro, los frustrados asentamientos que intentaron, según él, los navegantes Hernán Cortés, Sebastián Vizcaíno e Isidro de Atondo y el misionero jesuita Jaime Bravo entre los siglos XVI y XVIII. Asimismo, se refiere a la quinta fundación como la definitiva, y se la atribuye a un soldado de la guarnición del mineral de San Antonio llamado Juan José Espinoza, quien se estableció aquí a comienzos del siglo XIX. Sin embargo, tiene cuidado el autor en señalar que, “por primordial y dramática”, la llegada del conquistador de México, ocurrida el 3 de mayo de 1535, debe considerarse “como la verdadera y legítima” fecha de fundación de La Paz.

No sé en qué momento su propuesta fue aceptada por las autoridades en turno y comenzaron las celebraciones oficiales de esa fecha. Hoy forman parte del ceremonial cívico, el cual se realiza sin ningún rubor. De vez en cuando me pregunto cómo pudo aceptarse esa idea, sabiéndose, como se sabía, que La Paz era una ciudad del siglo XIX, sin ningún rastro de un pasado colonial que jamás tuvo, salvo los efímeros intentos de Atondo y Bravo, con casi cuatro décadas de distancia entre uno y otro. Aun así, este 2017 se anuncia con bombo y platillo el 482 aniversario de la fundación de La Paz. Vivimos pues, según la celebración oficial, en una ciudad con cerca de cinco siglos de existencia. Nada más alejado de la verdad, me temo. Confieso que me hubiese gustado que fuera cierto. Que alguna vez aquí, en estas playas, desembarcó el mismísimo Hernán Cortés y fundó un poblado que perduró y se convirtió en esto que hoy es este puerto. No fue así, y lo lamento.

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Nada en los documentos de la época nos indica con certeza que en esta ensenada, frente a esa lengua de arena que llamamos El Mogote, fue donde el Marqués del Valle estableció su campamento al que nombró Santa Cruz. Algunos señalan que se ubicó en la ensenada de Pichilingue, otros que en una pequeña bahía frente a la isla Cerralvo, en un lugar que hoy se llama Las Cruces pero que todavía en 1912, el año en que el explorador francés León Diguet publicó su libro sobre la península, se llamaba Santa Cruz.

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Cuando don Pablo escribió su artículo, La Paz era un pequeño puerto de 13 mil habitantes que no podía competir en tradición con la vieja Loreto, la antigua Capital de las Californias, fundada a fines del siglo XVII por el misionero jesuita Juan María de Salvatierra. Esa competencia no resultaba fácil para una población cuya apariencia era la de un asentamiento de fines del siglo XIX y principios del XX. Loreto, en cambio, podía presumir algunas construcciones de por lo menos dos centurias. La diferencia es muy simple: la antigua capital californiana ha sido habitada de manera permanente desde el 26 de octubre de 1697, mientras que en La Paz sólo ha vivido gente de manera ininterrumpida a partir de la tercera década del siglo XIX.

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No busco aquí denostar a nuestro “sudcaliforniano ilustre” ni pretendo que se modifique el calendario cívico ni tampoco deseo parecer un aguafiestas. Mi afán es documentar un poco más los varios intentos fallidos por establecer asentamientos humanos no indígenas en esta parte de la península, que son finalmente “una historia de encantos y desencantos”, como bien lo dijo ya el doctor Ignacio del Río, historiador de la Antigua California.

Veamos pues cada uno de esos intentos de colonización, sus circunstancias y desenlaces, y en qué medida cada uno de ellos corresponde al pasado mítico o histórico de este conglomerado humano que es hoy la ciudad y puerto de La Paz.

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*Este texto forma parte de un libro en preparación, el cual llevará por título Navegantes, misioneros y comerciantes en la fundación del puerto de La Paz, 1535-1830, mismo título de la conferencia que el Dr. Manuel Lucero impartirá este miércoles 3 de mayo a las 19:00 horas en Cafebrería Camelbook, en esta ciudad.