Nacer en medio de la pandemia. Ser madre en tiempos del COVID-19

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Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Lo último que pensó Claudia —mamá primeriza de 37 años—, al saber de su embarazo, es que su bebé nacería en medio de una emergencia sanitaria por una pandemia. Tuve a mi bebé un domingo 29 de marzo, ya estaba en la semana 41 y se tomó la decisión de inducir el parto para no estar en la siguiente semana en el hospital, ya que comenzaban a haber los primeros casos. No funcionó la inducción así que se tomaron medidas más drásticas y decidieron realizarme la cesárea cuanto antes, para que no tuviera que permanecer en el hospital durante más tiempo

Durante mi estancia en la clínica —la 1 del IMSS en La Paz, BCS– , las enfermeras murmuraban entre ellas de la situación que se aproximaba y lo temerosas que se sentían. Escucharlas me provocó temor de estar ahí expuestos mi bebé tan pequeño y yo. Al salir del hospital nos acompañó una enfermera a la salida y las indicaciones fueron que no tocáramos nada, así que preferí caminar —a pesar de haber tenido una cesárea hacía menos de 24 horas—  antes de sentarme en una silla de ruedas, por temor al contacto. Recuerdo que en el último pasillo, para salir, lo primero que vi al fondo fue a unos doctores vestidos de blanco con caretas y todos cubiertos. Fue impresionante, el área de los contagiados estaba ahí mismo, a unos cuantos pasos del área obstétrica.

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De finales de marzo a la fecha, el mundo se encuentra suspendido. Las actividades económicas y sociales que no se consideran indispensables, están detenidas. La interacción social, familiar y educativa, pendiente. Pero no todo puede esperar. En México, entre abril y junio de 2020 habrá 235 mil nacimientos, calcula el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGSR) de la Secretaría de Salud. ¿Cómo están afrontando las mujeres embarazadas este reto extraordinario?

Al platicar con mujeres de diferentes edades y semanas de gestación (SDG), todas ellas coincidieron en que la pandemia del COVID-19 ha alterado, principalmente, su calendario de citas de control y seguimiento. Muchos hospitales públicos han cerrado el servicio de atención preventiva, lo que ha obligado a mujeres en gestación a llevar sus seguimientos en clínicas con médicos privados. Dulce, de 22 años con 31 SDG, dijo que estos últimos 2 meses que debo ir a cita, he acudido a particular pues mi clínica cerró las consultas de medicina familiar. Estoy a pocas semanas de pedir la licencia de maternidad y no sé cómo le vaya a hacer pues no me dan información de cuándo puedan regresar a actividades normales. Por su parte, Edelmira, de 31 años y 38 SDG, contó que el control del embarazo lo realizaba a través del ISSSTEen La Paz–, pero a partir de que inició la cuarentena la atención de especialidades de no-urgencia se canceló, por lo que tuve que realizar el seguimiento con un especialista particular. Quien no tenga acceso a ello por razones económicas o de cualquier tipo, se queda sin atención regular. Existe el servicio de urgencias, pero no de prevención.

Pero la contingencia sanitaria no sólo ha impactado el aspecto clínico de las mujeres gestantes, quienes destacan el aislamiento social como uno de los aspectos que más han resentido en esta pandemia al no poder llevar sus embarazos, partos y puerperios cobijadas de su familia y amigos. Mis papás son de edad avanzada, con diabetes e hipertensión y son considerados dentro del sector vulnerable, por eso nos hemos mantenido sin verlos prácticamente desde que empezó la cuarentena y, por la relación que mantengo con ellos, realmente es un apoyo que me hace mucha falta, obvio nos comunicamos por teléfono y redes sociales, pero nunca será lo mismo, detalla Edelmira.

Claudia: Una vez fuera del hospital solo tuve contacto con un miembro de mi familia, mi madre, quien estuvo a mi lado cuidando de nosotros. Por culpa del COVID mi bebé solo conoce las paredes de su hogar y a 3 personas —su papá, su abuela y a mí, su mamá—, los planes de mi familia de viajar a conocerlo quedaron inconclusos por la emergencia sanitaria. Mi bebé ya casi cumple 2 meses y nadie lo conoce en persona, solo ha recibido “amor virtual” por parte de mi familia y amigos. Hay días difíciles por el cansancio físico y mental de la soledad que siento, porque aunque sé que estamos rodeados de amor, también es bueno tenerlos cerca y sentir su presencia físicamente.

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Esta soledad se convierte en algo aterrador cuando acompaña el momento propio del parto, Ángeles, quien tuvo recientemente a su hijo en una clínica del IMSS, considera que su peor momento fue cuando no tenía quien la acompañara a tener a su bebé: no había nadie en la sala de espera, todo mundo afuera, solo las embarazadas podían estar ahí y solo para esperar que las atendieran. Y los familiares afuera.

Miedo al contagio

El 13 de abril, ​​​​​​​el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, informó de 20 embarazadas infectadas con COVID-19 en México, de las cuales cuatro fallecieron. Aunque la cifra parece pequeña, muchas mujeres embarazadas están cambiando sus planes de parto por miedo al contagio en los hospitales públicos, donde se está atendiendo a los pacientes por COVID-19, sobretodo en aquellas que han registrado contagios al mismo personal médico, y defunciones por esta pandemia. Génesis, de 24 años y 12 SDG, lo tiene claro: de mi primer bebé me alivié en hospital público y en esta ocasión también me gustaría, pero como está la cosa tendré que sacar debajo de las piedras para poder parir en un hospital privado. Mi miedo es que en un hospital público hay demasiada gente y no quiero exponerme ni exponer a mi bebé.

De hecho, durante esta pandemia, los nacimientos han sido el servicio que más ha pedido el gobierno a hospitales privados dentro del convenio de subrogación de servicios médicos firmado con la Asociación Nacional de Hospitales Privados y el Consorcio Mexicano de Hospitales. El director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, dijo en la conferencia matutina de presidencia del 28 de abril que en una semana habían derivado 159 pacientes, de los cuales, 127 fueron partos, embarazos y puerperios, y 22 cesáreas. Es decir, el 94% de lo que el sistema público ha enviado al privado. Sin embargo, esto no se ha concretado en todo México.

Edelmira: En cuanto al parto, estamos en espera —e incertidumbre— de ver la situación de la contingencia en la ciudad, y las condiciones de saturación y servicios del hospital en el momento que llegue la hora de que nazca. Si las condiciones son adecuadas acudiremos al ISSSTE, pero si existe algún problema o riesgo deberemos buscar alguna alternativa con un servicio de atención particular y asumir el costo de ello, que es considerable. Creo existe un programa de acuerdos entre los servicios hospitalarios de seguridad social, pero tengo entendido que aún no se han habilitado para la ciudad de La Paz.

Gestación en la crisis

Esta incertidumbre sobre las condiciones y riesgos de contagio al momento del parto son una constante, sobre todo en quienes no cuentan con el recurso económico para afrontar el gasto de una clínica particular. Al respecto, Jazmín, de 15 SDG, dijo me estresa el hecho de que con lo mal que está la economía me tendré que aliviar en el IMSS y me da mucho miedo que para ese entonces aún allá COVID ya que la clínica que me toca es donde tienen a los infectados por la pandemia.

A causa de la misma emergencia sanitaria se ha desatado una crisis económica para muchas familias que han reducido sus ingresos o incluso perdido sus empleos, como la familia de Oralia. La verdad si tengo miedo, mañana cumplo 36 semanas y me tocará atenderme en hospital público pues particular no podemos permitírnoslo, ya que a mí esposo lo descansaron desde hace 2 meses sin sueldo.

Me siento feliz –por mi embarazo— pero también triste al ver a mi esposo sin trabajo, ha llevado solicitudes de empleo a tiendas, fábricas, supermercados y en ninguna hay respuesta. Dimos por hecho que las cosas materiales son para sacarnos de un apuro y así nos hemos mantenido adelante en esta pandemia, vendido aparte extras que teníamos, señaló Génesis.

Y es que no solo se ha complicado el servicio hospitalario, a causa de la pandemia en muchos lugares trabajan con plantilla mínima por las restricciones de movilidad, lo que limita la generación de empleo, y muchas otras actividades permanecen cerradas, como oficinas de gobierno. Esto dificulta también los procesos administrativos que conlleva el tener un recién nacido en casa, como le sucede a Claudia: Mi hijo ni siquiera tiene nombre oficialmente ya que todo permanece cerrado y no lo he podido registrar, tampoco he podido darlo de alta en el seguro porque el acta es un requisito, tampoco tiene un lugar en una guardería por los mismos motivos. Hasta el día de hoy no he podido llevar a mi hijo al pediatra para una revisión y aclarar tantas dudas que tengo.

Ya la propia experiencia del embarazo, parto y puerperio suponen una alteración en la vida de la futura madre, que hace frente a cambios físicos y emocionales inherentes a su condición con la carga de estrés que esto supone, en algunos casos más o menos, dependiendo de su situación particular en lo económico, laboral, familiar y de salud. Ahora, vivirlo en medio de una contingencia sanitaria mundial, una pandemia que dicta un distanciamiento social, que ha resultado en pérdidas de empleo, que anticipa devaluaciones y obliga al encierro, sin contar las restricciones en los hospitales y clínicas a las que una mujer embarazada suele acudir al menos una vez por mes, es un reto inmenso.

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Nadie sabe ser padres en sí, es mi primer embarazo, el primero dentro de mi familia y de la familia de mi pareja, así que sumarle a eso la incertidumbre de una pandemia mundial, obvio da miedo por todo lo que puede pasar. Definitivamente hemos perdido muchos momentos que podrían ser mejores emocional, familiar y económicamente, pero hemos tratado de disfrutar el embarazo y estamos muy felices con ello, la cuarentena nos ha dado el tiempo de preparar la casa donde viviremos y crecer como pareja en todo el proceso, concluye Edelmira.

Génesis comparte estos buenos ánimos: trato de mantenerme tranquila para mi niña, y también para mi esposo. Espero en la vida que todo esto mejore, mi esposo tenía un buen trabajo, y deseo que vuelva a él, que todo mejore para que esta cría nazca con mucha salud y en un ambiente sin carencias.

El COVID me deja cosas buenas como disfrutar de mi hijo sola y ver que soy capaz de sobrellevar situaciones difíciles, finaliza Claudia.

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Elisa Morales Viscaya

Nacida en La Paz de los ochentas. Maestra en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico de La Paz; Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Baja California Sur; editora y reportera web en CULCO BCS. Escritora por afición y ciudadana del mundo.

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