Colaboración Especial
José Luis Cortés
San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). En un Estado donde las playas de arena blanca y los lujosos resorts parecen prometer un futuro dorado, la realidad para muchos habitantes de Baja California Sur es muy diferente. A pesar del crecimiento económico impulsado por el turismo y la industria inmobiliaria, un 24.2% de la población vive en condiciones de pobreza, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Esta cifra, aunque inferior a la media nacional, revela una necesidad urgente de acciones efectivas.
Mientras en las zonas rurales de Los Cabos, La Paz y Loreto brillan como destinos turísticos, las comunidades de este tipo en Mulegé y Comondú enfrentan una dura realidad. En las zonas rurales de Los Cabos, el 32% de los habitantes carece de acceso a servicios básicos como agua potable, lo que agrava las condiciones de vida. La educación, vital para el progreso, también queda rezagada: en estas áreas, la tasa de deserción escolar alcanza el 25%, frente al 10% en las zonas urbanas. Las escuelas, muchas veces sin infraestructura adecuada, se convierten en un reflejo de la falta de oportunidades.
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El gobierno ha intentado abordar esta problemática a través de iniciativas como el Programa Integral de Desarrollo Rural y Educativo (PIDRE), enfocado en mejorar la infraestructura escolar y capacitar a docentes. Sin embargo, los recursos han sido insuficientes. En 2023, solo el 15% de las escuelas rurales contaba con acceso a Internet, limitando el aprendizaje tecnológico.
En el ámbito rural, los proyectos de agricultura sostenible están en marcha, pero su impacto es mínimo. Según el Consejo Estatal de Población, un 40% de las familias rurales enfrenta inseguridad alimentaria, comprometiendo su calidad de vida.
La solución a esta crisis requiere una estrategia que integre desarrollo económico y social. Expertos sugieren fomentar la participación comunitaria y crear cooperativas que empoderen a los habitantes, mejorando su capacidad de negociación en el mercado.
La colaboración con el sector privado también puede ser clave. Iniciativas de turismo comunitario han demostrado ser exitosas en otras regiones y podrían replicarse en BCS, generando ingresos y respetando las culturas locales.
A pesar de los esfuerzos, la falta de coordinación entre entidades gubernamentales y la escasa inversión en proyectos a largo plazo son obstáculos importantes. La migración de jóvenes a las ciudades agrava la falta de mano de obra en el campo, complicando aún más la situación.
Es esencial reevaluar las prioridades en la inversión pública. La educación y el desarrollo rural deben considerarse como inversiones fundamentales para el futuro del estado. Con un enfoque inclusivo y sostenible, BCS puede avanzar hacia un desarrollo más equitativo.
Sociedad Civil en acción
Organizaciones no gubernamentales están desempeñando un papel crucial en la mitigación de la pobreza. Proyectos que ofrecen capacitación en habilidades técnicas y financieras están surgiendo en diversas comunidades, fomentando la mentalidad emprendedora.
El uso de tecnologías digitales en la educación también abre nuevas oportunidades. Programas que conectan a estudiantes rurales con tutores en línea han demostrado mejorar los resultados académicos, pero requieren apoyo gubernamental y privado para expandirse.
El camino hacia la reducción de la pobreza en Baja California Sur es complejo. La intersección de educación, desarrollo rural y participación comunitaria es vital para construir un entorno en el que todos los ciudadanos puedan prosperar. Las políticas públicas y las iniciativas privadas deben trabajar juntas para abordar las desigualdades persistentes.
Sin embargo, el cambio no sólo depende de las autoridades. Cada uno de nosotros puede contribuir, aportando nuestro granito de arena. Ya sea a través del voluntariado en organizaciones locales, apoyando a emprendedores de la región, o simplemente informándonos y sensibilizando a otros sobre la situación que enfrentan muchas comunidades. Cada acción cuenta y puede marcar una diferencia significativa en la vida de quienes más lo necesitan. En este momento crucial, el compromiso colectivo es la clave para forjar un futuro más justo y equitativo para todos.
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