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Shazam 2: La furia de los dioses

Kinetoscopio


Marco A. Hernández Maciel

País: Estados Unidos

Director: David F. Sandberg

Elenco: Zachary Levi, Angel Asher, Djimon Hounsou.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Shazam, originalmente conocido como el Capitán Marvel, fue uno de los primeros cómics en alcanzar una enorme popularidad por allá de los años 40 del siglo pasado. Su premisa, la de un joven huérfano llamado Billy Batson que al decir la palabra SHAZAM! se convierte en un ser que conjuga los poderes de dioses antiguos, enamoró al mismísimo Elvis Presley quien al final de su carrera basó el vestuario de sus presentaciones en el traje de este personaje. Y esto hacía inevitable su llegada a la pantalla grande, presentando recientemente en cines su segunda parte.

Una segunda parte que pierde algo del encanto de la primera, en la que el director David F. Sandberg no logra cohesionar el espíritu alborotero y desenfadado de la anterior, con el tono épico que prometía esta continuación. Si bien, Zachary Levi repite de buena forma su papel como el protagonista, y en general el reparto sigue haciendo bien su trabajo, un punto bajo son las nuevas villanas de la historia, en las cuales es difícil entender el objetivo que persiguen y las acciones realizadas. Algo así como son malas porque sí, y los héroes pues las tienen que detener porque son los héroes.

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Además de ello, la historia no logra expandir otros puntos que serían muy interesante para el desarrollo de los personajes principales. La subtrama de los fiascos, y la llegada a la adultez de Billy Batson son tratadas de manera muy somera y eso impide que veamos una evolución en el personaje, porque hay que recordarlo, el verdadero protagonista es Billy Batson, y sin él, la historia no termina de cuajar. Así, la película se pierde en su intención de ser muy épica y deja de lado los detalles que nos permitirían identificarnos más con un personaje que podrá tener la sabiduría de Salomón, pero que no sabe cómo usarla.

¿Estamos ante un agotamiento y decadencia del género de súper héroes? Creo que este año tendremos esa respuesta. Puede ser que solo sea un bache, o quizás realmente ordeñaron las historietas a tal punto que ya no hay más que dar. Por lo pronto, Shazam es un vehículo de entretenimiento vacío, donde el verdadero protagonista, Billy Batson, es relegado a segundo término y eso deja a la película sin el espíritu encantador que tuvo la primera.

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Los Fabelman: De cómo Steven Spielberg se enamoró del cine

Kinetoscopio


Marco A. Hernández Maciel

Director: Steven Spielberg

Reparto: Paul Dano, Michelle Williams, David Lynch

La Paz, Baja California Sur (BCS). La primera película que vi en el cine fue Superman de Richard Donner. Allá por 1986, un tío me llevó al Cinema Juárez (hoy Teatro Juárez) y llegamos cuando la película ya había empezado. La sala oscura y enorme para un niño de 6 años, en lo que encontrábamos una butaca vacía, un gigante Marlon Brando enfundado en un traje blanco con una S al pecho, sufría por ver partir a su hijo a la par de los inolvidables acordes de John Williams, que nos decían que no había nada de qué preocuparnos; con esa música, la Tierra no corre ningún peligro. Entre chiflidos y aplausos que siguieron durante toda la película, las aventuras del superhéroe interpretado por Christopher Reeve se quedaron tatuadas en mis neuronas. ¿Será posible que en ese momento haya nacido mi fascinación por el cine? Lo más seguro es que sí, y cada que tengo oportunidad, no dudo en decir con orgullo yo, esa película la vi en el cine.

Esto viene a colación porque más o menos así empieza Los Fabelman, dirigida por Steven Spielberg, que es una película que está basada en su propia familia y sus recuerdos. En la escena inicial, el pequeño Sam tiene su primera experiencia cinematográfica y queda prendado de una escena de El Show Más Grande del Mundo, dirigida por el legendario Cecil B. de Mille. Una imagen que no puede quitarse de la cabeza y que quiere repetir hasta el cansancio, recreándola en el taller de su papá, hasta que su madre le sugiere filmarla, para que así la pueda ver cuando sea.

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Desde ahí, narrando la primera vez que tomó una cámara de cine y como esa cámara lo fue acompañando en momentos cruciales de su vida, Spielberg nos transporta a la intimidad de su familia, que a pesar de filmarse a través de una nostalgia que peca de optimista, es lo suficientemente hábil para introducir varias capas narrativas. Mismas que transitan por caminos de sufrimiento, infidelidad y egoísmo, desempolvando un acercamiento muy personal del director en cuanto a su historia familiar.

Además, aprovecha este film para mostrarnos un poco de su filosofía y visión del mundo en cuanto al matrimonio, amor, religión (judaísmo y catolicismo), y de paso también nos da la oportunidad de conocer el origen de algunas de sus obsesiones cinematográficas como las tomas a contraluz, la Segunda Guerra Mundial, y el tema más recurrente de persecuciones y cacerías de todo tipo donde el ingenio es la clave para derrotar al opresor.

Mención aparte merece la secuencia donde el aclamado director David Lynch se pone en la piel de la leyenda del cine John Ford. Sencilla y mordaz, logra englobar muchos conceptos del cine y su historia en dicha escena. No diré más, pero la próxima vez que tome una fotografía, no ponga el objeto de interés en el centro. Mágico, ¿verdad?

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Las palabras terminan encontrándote, aunque no sean tuyas

El librero

Ramón Cuéllar Márquez

La Paz, Baja  California Sur (BCS). Hay libros que pretenden llevarlos al cine y a veces son un éxito, pero otros se convierten en monumentales fracasos de taquilla, a pesar de que la obra literaria obtuvo gran difusión y superventas, sin que necesariamente esto signifique que es malo, pues se ha asociado a los bestsellers como productos literarios inferiores, sobre todo por escritores alzacejas que tienen obras espléndidas y reconocidas en el mundo académico e intelectual.

Hay escritores que debido a la dedicación literaria con que crean sus libros son rechazados por las editoriales comerciales por considerarlos demasiado cultos, pero de poco interés para el gran público. Yo creo que por eso existe tanto concurso literario lanzados por los gobiernos y las universidades, para hacerle frente a esos creadores que no obtienen respuesta en el mundo editorial, aunque puede ser un arma de dos filos, porque en ocasiones a los estados solo les interesa cumplir con su deber institucional, y terminan embodegando las publicaciones sin que se les dé amplia difusión. No es una regla general, pero sí ocurre con mucha frecuencia.

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Pienso en Mario Puzo, quien deseaba ser reconocido como un gran escritor por el mundo intelectual: sus primeras dos obras las escribió para ser admitido en el Olimpo de los dioses alzacejas. Nunca obtuvo ganancias económicas ni mucho menos reconocimiento, aunque algunos sí hablaron bien de esos dos libros, hay que decirlo. Así que decidió dejar atrás las exquisiteces culteranas y se dedicó a estructurar un libro libre de sus obsesiones de aceptación: de ahí nació El Padrino, un bestseller que como todos sabemos alcanzó el éxito internacional y con el que se inspiraron para hacer tres películas, con guiones del propio Puzo, en conjunto con Francis Ford Coppola.

Así que eso de que sueñes con hacer la gran obra de la lengua española para las editoriales comerciales es una apuesta económica que no están dispuestas a asumir; por supuesto, hay excepciones que han logrado una extraordinaria obra y ser un superventa —seguro que ya tienen dos en mente, ¿no?—, pero están contadas con la palma de la mano. Hay una película que vi en 2012 llamada en México Palabras robadas, pero en inglés The Words, es decir, Las palabras, que me parece es la forma en que debemos ver el filme, no por el robo, sino por la significación literaria que me produce. Según las reseñas cinematográficas, se trata de un drama romántico que me parece no le hace justicia a su estructura, que se maneja a varios niveles, pues no se trata solo de las relaciones humano-afectivas, ni creo que sea solo compleja y pretenciosa ni menos floja narrativamente como aseguraron algunos en su momento. Incluso algunos medios suizos dijeron que era un plagio de una novela de Martin Suter, de 2004, Lila, Lila, que incluso fue hecha película en 2009. Klugman y Sternhal, los directores, negaron tal cosa, pues según ellos era una historia que habían planeado desde 1999, mucho antes de que apareciera la mencionada novela.

The Words es una película debutante dirigida por Brian Klugman y Lee Sternthal, y protagonizada por Bradley Cooper, Zoe Zaldana, Dennis Quaid, Jeremy Irons, entre otros. La historia trata de un exitoso escritor —Clayton Hammond— que presenta su más reciente libro, The Words, quien va contando y leyendo la obra. El escritor actúa como narrador frente a un público y al mismo tiempo es el narrador que despliega la historia de Rory Jansen, un escritor que lucha por ser publicado y reconocido; sin embargo, al igual que con Mario Puzo, las editoriales han rechazado su primer libro por ser demasiado bello y culto. Decide casarse con Dora, su pareja, y como luna de miel se va a París, más que por placer, para olvidar la frustración de que no le publican su libro. Caminando por las calles, en un anticuario halla un maletín de piel que le gusta y Dora decide comprárselo. Al regresar a su país, la decepción de Rory es tan grande que está a punto de tirar la toalla para nunca más escribir porque ha sido rechazado nuevamente.

Atorado en la desilusión, se pone a revisar el maletín y descubre que dentro hay un manuscrito de hojas amarillentas y gastadas. Se pone a leerlo. Ahí es cuando entra el narrador del libro, quien comienza a contar su historia, ocurrida durante la segunda guerra mundial. Algunos dicen que la historia está inspirada en un hecho de la vida de Ernest Hemingway, quien en un viaje perdió su obra escrita hasta 1922 y que jamás recuperó. Rory queda impactado por el relato, lo que él siempre ha querido, aquellas palabras que hasta el momento no le han surgido más que a partir de sus lecturas y no de las experiencias que la vida le ha ofrecido. Para sentir el placer de cómo se escriben aquellas palabras, decide transcribirlas a su computadora, palabra por palabra, incluso los errores de dedo y las faltas de ortografía. 

El manuscrito que encuentra Rory Jansen trata sobre Jack, un joven que se enlista al ejército durante la segunda guerra mundial, que en lugar de ir al frente, lo utilizan para cosas logísticas, como la cocina. Ahí conoce a un soldado que le habla de cosas que le abrieron los ojos, de libros que nunca había leído, así que le presta libros, con los que Jack se mete en un mundo desconocido que no sabía de su existencia. 

Dora, la esposa de Rory, por accidente lee la novela en la computadora, quedando fascinada con la historia, por lo que anima a Rory a que busque quién se la publique; en la confusión, sin aclararle a Dora que no es de él, guarda silencio y decide entregar el manuscrito al director editorial donde trabaja. Y ocurre lo impensable: el libro es publicado, obteniendo con ello un éxito comercial sin precedentes.

Aquí es donde entra el tercer narrador de la historia, que hasta ese momento no existía porque lo suponíamos muerto (pero estaba vivo, como el gato de Schrödinger): aparece el verdadero autor del libro perdido, Jack, ya muy anciano. Sentado en una banca, Jack le dice a Rory que él es el autor del libro que lo ha vuelto famoso. Jansen queda impactado y su primer impulso es ofrecerle parte de las regalías, pero Jack lo rechaza. No se entiende por qué a Jack anciano no le importa el dinero, pero al mismo tiempo quiere dejar patente que él es el autor. Esto derrumba a Rory y provoca que su relación con Dora entre en conflicto.

Mientras el autor de The Words va relatando a su auditorio, hay una escritora novel joven, Danielle, quien curiosa y seductora pretende sacarle el final del libro a Hammond, pues este los dejó en ascuas en la presentación aseverando que para saberlo debían comprarlo. Danielle termina sacándole el final de la novela, pero al espectador de la película le queda ambiguo porque se podría deducir que es un libro autobiográfico de Hammond, o quizás no. De este modo, como se puede ver, hay varios niveles narrativos: uno, el de Clayton Hammond; dos, el de Rory Jansen, su historia, y tres, el de Jack, el autor del manuscrito. Para mí hay cuatro planos más: uno, el de los guionistas de la película; dos, el de la historia que cuenta Jack; tres, el del anciano Jack que termina de contarle a Rory su historia, y finalmente, que me parece el más importante: el observador de todos estos narradores, quien es el que puede mirar el conflicto creado por las palabras de todos ellos.

Como se puede ver, no solo es una historia que funciona como matrioshka, sino que es el encadenamiento de la duda de quién creó a quién, cómo en apariencia es una historia que en realidad se convierte en una cadena que llega hasta nosotros como espectadores, que se adiciona a la anécdota de Hemingway y el reclamo de plagio de otra historia similar… Lo cual nos lleva también a mirar nuestras propias narraciones, si no somos, asimismo, una concatenación de relatos que no tiene fin y que en algún momento podemos encontrarnos con nosotros mismos frente al espejo o en la calle con nuestras palabras, que al parecer no me pertenecen, pero que en definitiva terminarán por encontrarme debido al gigantesco encadenamiento a que estamos sometidos desde que apareció la primera palabra y nos comenzó a enredar hace miles de años.

 

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The Dropout: Elizabeth Holmes y la gota de sangre que iba a cambiar el mundo

FOTOS: Internet

 

 

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Marco A. Hernández Maciel

La Paz, Baja California Sur (BCS). No hay duda que el mundo de las creaciones e innovaciones tecnológicas es fascinante, pero considero que es aún más atractivo el conocer a las personas que tuvieron esas ideas. Tratar de entender su visión del mundo, su forma de pensar, de analizar, su filosofía de la vida y sus valores al vivirla. Más allá de convertirse en juez, entender al ser humano que logró cambios tan significativos y elementales para la sociedad. Da Vinci, Mozart, Newton, Tesla, Gates, Jobs, Curie y otras más que con su visión han transformado la historia.

Dentro de esa fascinación, hay un lugar también para aquellos individuos que aparentaban seguir ese camino, pero que infelizmente todo se trataba de un engaño, y por una u otra razón, lograron abrirse camino entre mentiras y manipulaciones, hasta que los límites de la razón no aguantan más el peso de las falsedades, o los inversionistas se cansan de no ver crecer su dinero y empiezan a hacer preguntas y exigir resultados que ya no son contestables mediante el carisma y la esperanza.

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En esa segunda categoría cae Elizabeth Holmes, empresaria fundadora de Theranos, quien aseguraba la creación de una tecnología revolucionaria que detectaría más de 200 padecimientos por medio de un análisis de sangre. Ahora, lo más impactante de ello es que no se requeriría extraer sangre de la vena, sino que todo sería posible con una gota (después lo modificaron a unas gotas) de sangre extraída de la yema del dedo.

En su visión, podrías acudir a hacer el mandado, o incluso ir a hacer una recarga a un Oxxo, y ahí pincharte el dedo, tomar la muestra, y al cabo de unos días te llegarían los resultados a tu teléfono. Una idea revolucionaria y económica que, de funcionar, sin duda habría cambiado la vida de muchas personas. El problema es que todo fue un engaño y ahí la dejamos para no caer en aún más spoilers de los que ya solté.

The Dropout, es una miniserie de 8 capítulos, disponible en la plataforma Star +, que cuenta la historia de Elizabeth Holmes, desde sus años como estudiante en Stanford hasta el colapso de su empresa Theranos. Esta serie, que estuvo nominada a varios premios Emmy, está bien construida y permite adentrarnos un poco en la vida, acciones y causas que hicieron creer a buena parte de la comunidad tecnológica e inversora de Silicon Valley que estaban ante la nueva encarnación de Steve Jobs. También cuenta con una destacada actuación de Amanda Seyfried como Holmes quien, apoyada en un guion construido sólidamente, logra materializar el encanto que magnetizó a inversores y expertos en tecnología con su visión de cambiar al mundo, pero que poco a poco se fue deconstruyendo para dedicarse principalmente a salvar una compañía que no fue capaz de desarrollar en algo concreto la idea y visión de su fundadora.

The Dropout es una producción que si bien no es disruptiva, el poder la historia que cuenta, un ritmo adecuado que aumenta la tensión capítulo a capítulo; y un reparto que cumple a la perfección, se convierte en una opción muy interesante para la amplia gama de series que hoy día podemos encontrar en los servicios de streaming.

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El cine mexicano: mucho, muchísimo más allá de Derbez y Chaparro

FOTOS: INTERNET

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Marco A. Hernández Maciel

La Paz, Baja California Sur (BCS). En días recientes la industria fílmica nacional se ha visto envuelta en polémicas en redes sociales que fueron desencadenadas por el comunicado de la Academia Mexicana de Cine en el cual informa que, debido a la falta de apoyo del Estado Mexicano, ha decidido posponer la entrega y convocatorias del Ariel, los máximos galardones a la industria cinematográfica nacional (Aquí la liga).

Después de ello, varios integrantes de la industria, entre productores, directores y actores, así como periodistas y público en general, expresaron en Twitter sus posiciones sobre la situación. Algunas muy críticas sobre el actuar del estado y otras menospreciando el trabajo de la academia cinematográfica nacional. Acorde a los tiempos que corren, la polarización de inmediato se hizo notar y hubo un argumento muy repetido por aquellos que defienden esta posición del austericidio cultural del Estado, en el que palabras más, palabras menos, cuestionan el apoyo a una industria que tiene a sus máximos exponentes, según ellos, en las figuras de Eugenio Derbez y Omar Chaparro.

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Y bueno, a veces uno se pregunta cómo es que personas que dicen saber de cultura simplifican tanto sus discursos y se encierran en una narrativa que más que velar por el quehacer cultural, busca proteger a toda costa la ideología del gobierno dominante que en repetidas ocasiones ha denostado otros puntos de vista que no convergen con su forma de ver las cosas, incluida la figura del reconocido director y productor Guillermo del Toro, que en cuanto expuso su posición contraria a la línea oficial actual, empezó a ser atacado en redes.

Porque más allá de Chaparro y Derbez, y usando las mismas palabras del Del Toro, quien amablemente les solicita a los bots oficialistas que se den una zambullida en todo el cine mexicano, el ganador del Oscar dice: Hay voces nuevas y fuertes en el cine mexicano. Esas voces están atrapadas y los Arieles, la academia y los festivales, las mantienen vivas y urgentes. Si les parece alto el costo de una identidad, no se imaginan el costo de no tenerla.

Por ello, en afán de estimular el conocimiento amplio de la cinematografía mexicana actual, comparto algunos nombres de directoras y directores, con sus respectivas producciones, que valen la pena ver, disfrutar y saborear, pues este cine es el que nos da identidad, fortalece nuestro papel cultural y nos da una voz que resuena en todo el mundo. Y es precisamente este cine el que está en riesgo, pues el cine de Derbez, de Chaparro, de Higareda seguirá existiendo y encontrará su camino en el ámbito comercial.

Pero, al contrario, estas otras voces, más poderosas, pero menos conocidas, si no son impulsadas desde una política inclusiva, será más difícil para nosotros, como público exigente, demandar que estas historias también lleguen a las salas de cine y no las condenemos a la voluble trascendencia del streaming, que, si bien les da un lugar, las excluye del grial que es la gran pantalla en la sala oscura. Aquí una probadita sólo para empezar, la mayoría las pueden encontrar en las plataformas como Netflix, Amazon Prime o Filmin Latino.

 

Lila Avilés: La Camarista

Tatiana Huezo: Tempestad, Noche de Fuego

Fernanda Valadez: Sin Señas Particulares

Alejandra Márquez Abella: El Norte sobre el Vacío, Las Niñas Bien

Fernando Frías: Ya no estoy aquí

Alonso Ruizpalacios: Güeros, Una Película de Policías

Lucía Puenzo: La Caída

Amat Escalante: Heli, La Región Salvaje

Issa López: Vuelven

Ernesto Contreras: Sueño en otro idioma, Cosas Imposibles

Kyzza Terrazas: Bayoneta

 

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