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Luca: un visor a nuestra niñez

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Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

La Paz, Baja California Sur (BCS). Una de las grandes cualidades de Pixar es la capacidad de dotar a sus historias y personajes de empatía, así como humanidad, partiendo de los sentimientos que a todos nos hacen ponernos la piel de gallina. De alguna u otra forma, logra movernos fibras sensoriales que provocan un alborotamiento acelerado de recuerdos y experiencias que nos recuerdan lo importante de vivir.

Porque más allá de los enormes y sofisticados avances en animación, lo que ha hecho grande a Pixar son sus historias, que aunque en los últimos años han batallado más en encontrarlas, pero con Luca —la más reciente producción estrenada hace unos días en Disney+—, vuelven a generar una historia sencilla, llena de vida, de corazón y empatía que puede generar una pequeña revolución en nuestros recuerdos.

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La historia nos sitúa en la costa italiana, donde vive una comunidad de monstruos marinos que al salir del agua se transforman en humanos. Por obvias razones, viven escondidos y temen salir a la superficie, pero esto cambia cuando Luca conoce a un monstruo marino que habita en la superficie y lo invita a acompañarlo para descubrir el mundo.

Es ahí cuando empiezan las aventuras, su lucha para adaptarse a la vida del pequeño pueblo al que llegan, en el cual los habitantes le temen a los monstruos y solo están buscando la oportunidad de ver uno para cazarlo. En palabras del director Enrico Casarosa la película está basada en los veranos que en su niñez pasaba en la costa italiana, sin duda tiene éxito al lograr recrear la idílica experiencia que fue esa etapa de su vida.

Tanto con la animación, los paisajes generados, como con el desarrollo de personajes. El viaje a Italia es un recorrido a nuestro pasado, a nuestros propios proyectos y recuerdos infantiles. Sin duda llegará el momento en que la memoria nos traiga de vuelta esos épicos partidos de futbol en la calle, o el momento en que los niños de la cuadra se juntaban en la puerta de la señora de la tiendita a comprarle los hielitos de fresa, mango o chocolate para mitigar el calor veraniego.

Luca tiene el poder de volver a hacernos niños de nuevo, de recordar aquellos proyectos, aquellos amigos, aquellas aventuras que decíamos haríamos cuando fuéramos grandes, y que conforme fuimos creciendo se hicieron más difíciles. Con Luca podemos intentar ser niños, a imaginar y a disfrutar como ellos. Re imaginar el sueño de irnos nadando hasta el Polo Norte, llegar en patineta hasta Los Cabos, o convertir nuestra bicicleta en una Harley con un poderoso motor construido con un Frutsi aplastado.

En aceptar y lidiar libremente, con nuestros sentimientos, en permitirnos soñar y construir con generosidad y perseverancia. De nueva cuenta Pixar lo vuelve a hacer y crea un pequeño visor a nuestro interior. Porque la verdadera historia de Luca no es la que vemos en la pantalla, sino la que se genera en ese momento en nuestros corazones.

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La visión jainista sobre la vida

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Quizá el jainismo sea la religión más utópica —en sus bases doctrinales—, con respecto a la visión de lo vivo. Tuve el privilegio de aprender superficialmente, la doctrina del ahimsa gracias al maestro Juan Miguel de Mora en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y nunca olvidaré la sorpresa que sentí cuando escuché que el jaina hacía depender la metafísica de la ecología.

Confinada hoy a pequeñas comunidades al norte de la India, su filosofía se hizo popular en occidente gracias a la doctrina de la no violencia que predicó Mohandas Gandhi. Hay un discurso constante en donde se alega que adquirió su filosofía de la no violencia de bases occidentales. Thomas Merton aseguró que Gandhi redescubrió su propia tradición y dharma (deber) de las lecturas pacifistas de Thoureu y Tolstoi y… ¡del Nuevo Testamento!

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Ese alegato es propaganda cristiana y muestra una gran ignorancia sobre la tradición india milenaria. Es cierto que Gandhi no era jainista, pero su filosofía pacifista maná principalmente, de fuente jainas. La llamada ecología profunda, filosofía surgida a finales del siglo XX ha sido comparada con las doctrinas jainas del siglo IV a.NE. Algunos filósofos como Trelinski no están de acuerdo en que el jainismo refleja los ideales de la ecología profunda desarrollada por Arne Næss.

Los principales pensamientos del jainismo con respecto a la vida conducen a una forma de pensar la naturaleza como algo sagrado más allá de cultos mágicos. La doctrina jaina carece de dogmas y supercherías que tanto cimientan otras religiones. Derivada de tradiciones hindúes brahmánicas en medio del conflicto con el punto de vista del primer Budismo, el jainismo surge de las experiencias místicas de un hombre y permaneció durante mucho tiempo como una filosofía exclusivamente, religiosa.

Ese hombre fue Mahavira o Majavirá (599 – 527 a.NE). El vigesimocuarto Tirthankara o Jina. Los tirthankara eran aquellos que establecen vados  a través del océano de la existencia, mientras que, jina significa el victorioso o el que conquista. Estos títulos se otorgan a aquellos que han superado la opresión  del samsāra —flujo de las transmigraciones—, y enseñan el camino de la liberación. Entre otros, el deber del jaina se basa en la ahimsa —principio de no violencia—, contrapuesto a la himsa —violencia—, que degrada a los hombres. A pesar de ser imposible se constituye como un camino.

Por otro lado, la realidad se constituye como posibilidad incapaz de ser abarcada en toda su magnitud. Como doctrina atea, en el jainismo no hay dioses ni una divinidad creadora, se nombra en sánscrito Nastika. El anekantabada es un mosaico subjetivo, que depende del observador. Hay tantas explicaciones sobre la realidad como observadores y no hay un marco privilegiado, milenios antes del posmodernismo y de la relatividad, los jainas ya pensaban en ello. Por eso nada es absoluto ni definido.

Todo lo vivo tiene un principio, una sustancia consiente capaza de aumentar o disminuir el cuerpo que la habita. Uno de los problemas biofilosóficos más difíciles se refiere a una naturaleza vital. Si el fenómeno de lo vivo se puede reducir a sus componentes celulares, o componentes moleculares. En el jainismo se nombra atman y depende de la materia que se conforma de anu (moléculas o átomos). Si el atman es una combinación de anu, tenemos una materialista y temprana teoría sobre lo vivo que se infiere y que coincide en varios puntos con la fisicoquímica actual.

Así, tanto el mosquito como el rinoceronte, tanto los hongos como las bacterias tendrían atman. Pero, esta doctrina conlleva a un respeto irrestricto del atman si quiere ser congruente con el ahimsa. Iguala a cualquier ser en un terreno ético. Por ello el jaina debe ser vegano absoluto, mantenerse inmóvil toda su vida, barrer el suelo con una escobilla ante su paso, usar cubrebocas, así como otras medidas para minimizar el daño y el dolor sobre lo vivo.

El jaina existiría en un no movimiento, en la contemplación de la realidad a través de una ruta que posiblemente, lleva al nirvana. He ahí en donde el materialismo se idealiza. Si se iguala lo ético, ¿es posible la satisfacción o el placer fuera de la contemplación inmóvil? ¿Se tiene en cuenta la imposibilidad de la santidad en los hombres? ¿Qué se hace con las cadenas tróficas? ¿Es compatible la idea frente al hambre? ¿Se puede luchar contra el determinismo genético?

El jainismo insiste en la realidad del cambio y por lo tanto permite el pensamiento evolutivo. Esto conllevaría a una paradoja, religión sin dogmas se vuelve cualquier cosa como ironía, contradicción y proteína —etimológicamente, hablando. Como teoría resulta un poema hermoso, como práctica, una frustración enorme. Recuerdo el día en que Juan Miguel me enseñó esta doctrina, yo deseaba creer, iluminarme a través de una posibilidad. Cuando salí de la instrucción lo primero que vi fue una madre golpeando a su hijo.

 Referencias:

Babb, Lawrence, Lord: Ascetics and Kings in a Jain Ritual Culture, Ingletarra, University of California Press, p. 96.

Tralinski Blair, Deep ecology and Jainism. A critical Assessment of Theory and Practice, Canada, Queen’s Univesity, 2010, p. i.

Biardeau Madelaine, Las filosofías de la India en Historia de la Filosofía. El pensamiento prefilosófico y oriental, México, Siglo XX editores, 1969, p. 145.

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El sacerdote Baegert y su Noticias de la Península Americana de la California

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Para todos aquellos que deseamos profundizar en la historia californiana es de primerísima importancia el leer las obras escritas por personas que estuvieron presentes en los primeros contactos con los naturales de estas tierras. En este caso vamos a hacer un análisis de la obra que nos legó el jesuita Juan Jacobo Baegert quien estuvo habitando y realizando su apostolado por 18 años en esta península.

Su biografía va íntimamente, relacionada con el contenido de esta obra y es necesario retomarla para que el lector tenga una idea clara de los motivos del porqué la redactó de la forma en que la hizo. Juan Jacobo Baegert —Johann Jakob Baegert, en su idioma natal—, nació el 23 de diciembre de 1717 en la villa de Sélestat —en idioma francés—, Schlettstadt —en alsaciano y alemán—, la cual en ese entonces formaba parte del reino francés. Su familia era de una gran raigambre católica y de su seno habían surgido una gran cantidad de clérigos. A los 19 años ingresó a la orden jesuita en la ciudad de Baviera, Alemania, en donde se ordenó como sacerdote en 1749, a los 32 años.

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En el mismo año —que se ordenó como sacerdote—, fue enviado a la Nueva España y tras una brevísima estancia en la capital lo enviaron a las misiones de la península de California. Al llegar a Loreto, se le da un curso introductorio de la lengua guaycura, una vez que aprendió los aspectos básicos de la misma lo destinaron a la misión de San Luis Gonzaga Chiriyaqui, la cual se encontraba en una de las regiones más apartadas y desérticas de la península, y a duras penas se sobrevivía —al igual que sus habitantes—, de un pequeño ojo de agua cercano a la misión. Durante los siguientes 17 años, hasta los primeros días del mes de enero de 1768, permaneció en este sitio donde es llamado a reunirse con sus hermanos de las demás misiones de la California en el puerto de Loreto y se les dio a conocer la orden de expulsión de los jesuitas de todos los dominios de España.

Es así como emprende el éxodo de salida de la Nueva España, el cual tenía como destino final la península ibérica. Al llegar a España, lo mantuvieron por un breve tiempo en un monasterio, para finalmente, retirarse al colegio Jesuita de Neustadt an der Haardt, en Alemania, donde finalizó su existencia cuatro años después. Muchas personas piensan que el carácter sobrio y bilioso de Baegert obedece a la estricta formación moral que tuvo en su casa materna, así como en los institutos en los que se formó. Su carácter metódico y muy prejuiciado por las ideas de superioridad de las razas civilizadas por su color, costumbres y profesar la religión católica, lo hizo interesarse por materias como la filosofía y la teología, llegando a ser profesor de Humanidades en Mannheim, Alemania.

Ahora bien, regresando a su obra literaria, el origen data desde el momento en que el sacerdote Juan Jacobo llegó al colegio Jesuita de Neustadt an der Haardt. De inmediato pone manos a la obra e inicia con la escritura de sus recuerdos del tiempo que vivió entre los californios de su misión de Chiriyaqui. Para dar estructura a este libro se basó en algunas de las obras que había estudiado durante los primeros años de su formación como sacerdote, entre ellas Historia animalium (Historia Animal) atribuida a Aristóteles.

Su libro está conformado por tres grandes bloques a los que el autor titula como “partes”. La primera de ellas trata sobre La California en general, su carácter, clima y productos que abarca los temas De la posición, longitud, latitud y extensión de California, así como del Golfo de California; Del calor, del frío y de las cuatro estaciones del año; De la lluvia y otras aguas; De las cualidades, fertilidad y aridez de la tierra; De los matorrales y espinas; De las frutas; De los cuadrúpedos, pescados y aves; De las sabandijas; y De las minas y perlas.

En la segunda parte titulada De los habitantes de California menciona Del aspecto, color y número de los californios, de dónde y cómo pueden haber llegado a California; De las habitaciones; De la indumentaria; De los bienes y utensilios, ídem del trabajo y actividades; De los alimentos, arte culinario y glotonería de los californios; De los matrimonios y crianza de los niños; De las enfermedades y medicinas de los californios; cómo mueren y cómo se entierran; Del carácter, costumbres y naturaleza; De ciertas costumbres y modo de vivir; y Del idioma.

Y finaliza con el capítulo De la llegada de los españoles a California e introducción de la fe cristiana, de las misiones y otras cosas anexas donde narra sobre las Expediciones infructuosas de los Españoles a California, el padre Salvatierra, un jesuita, pone pie firme en ella y funda la misión de Loreto; Progreso de la misión fundada y establecimiento de otras nuevas; De los ingresos y de la administración de las misiones; De las iglesias y sus ornamentos; De la agricultura; De los animales domésticos; De los soldados, marineros, artesanos y así como del modo de comprar y vender; De la muerte de los padres Tamaral y Carranco; Algunas preguntas dirigidas a los señores protestantes, principalmente, a sus señores ministros; y De la llegada de don Gaspar Portolá y salida de los jesuitas de California.

Para leer esta obra, una persona que no tenga un entrenamiento profesional para tomar su contenido de forma estéril y libre de prejuicios, se debe de proveer de una buena cantidad de antiácidos y tés tranquilizantes, puesto que el lenguaje frío, directo, incluso considerado por muchos, grosero y producto del carácter bilioso, los hará molestarse de momentos y otras desear tirar el libro a la basura. Baste la transcripción del siguiente párrafo que contiene el prólogo escrito por Baegert, para que aquellos que no lo han leído, se den cuenta del porqué de mis palabras.

“Todo lo concerniente a California es tan poca cosa, que no vale la pena alzar la pluma para escribir algo sobre ella. De miserables matorrales, inútiles zarzales y estériles peñascos; de casos de piedra y lodo, sin agua ni madera; de un puñado de gente que en nada se distingue de las bestias (….) ¿Qué gran cosa debo, que puedo decir?”.

Sin embargo, no crea el lector que el sacerdote Baegert dejaba nublar su juicio de naturalista y etnólogo por sus constantes frases hirientes y mordaces, muy al contrario, el ignaciano era capaz de llegar a razonamientos profundos y muy elaborados. Un ejemplo de ello fue que tras apreciar la formación de los cerros así como el descubrimiento de conchas de moluscos en lugares alejadísimos del mar, llegó a afirmar que, seguramente, el origen de nuestra península pudo deberse a que emergió del fondo marino. También, dio muestras de su paciencia al contar meticulosamente, cada una de las espinas de un brazo de pitahaya, llegando a expresar que cada matorral de esta xerófita tenía por lo menos un millón de espinas.

Es importante mencionar que para la época en que estaba realizando este libro, ya en Europa empezaban a circular algunos ejemplares realizados por personas que jamás habían estado en la California y mucho menos tenían fuentes confiables. Lo anterior, ocasionaba que estos textos que tanto gustaban a los ávidos lectores, estuvieran plagados de ideas erróneas como que la península estaba llena de minas de oro, de grandes y fabulosas riquezas, que había bosques frondosos, la cacería de grandes piezas como venados y cerdos salvajes era de lo más común. Baegert, con su carácter serio y socarrón se dedicaba a refutar estas obras, lo hacía de la forma en que mejor sabía hacerlo: con palabras hirientes, as como frases mordaces con las que se burlaba de aquellos textos y personajes que las elaboraban.

Sin embargo, la crítica no sólo fue para escritos realizados por personas fuera del campo religioso, también lo hizo hacia el interior. Antes de morir, Baegert realizó una segunda edición de su libro, al cual le agregó en el título la siguiente frase: mit einen zweifachen Anhang falscher Nachrichten, lo que se traduce en español: con un doble adjunto de mensajes falsos. Con lo anterior se refería a las críticas que dedicó a la obra que publicó su colega jesuita Miguel Venegas, titulada Noticia de la California, y de su conquista temporal, y espiritual hasta el tiempo presente en tres volúmenes. Como bien sabemos, esta obra de Venegas fue publicada en el año de 1757, contenía una serie de conclusiones que había sacado este autor derivadas de los cientos de cartas e informes que le fueron enviados para que realizara su escrito.

Venegas jamás estuvo en la California por lo que para redactar su obra confió en estos escritos, debido a lo anterior varios aspectos de lo que redactó era inexacto o completamente, falso y Baegert no desaprovechó la oportunidad de aguijonear con su acostumbrada ironía y filosa crítica los yerro de su hermano de la compañía. Baegert, cargado de los prejuicios de los hombres y sacerdotes de su tiempo, catalogaba a los habitantes de la California de la siguiente manera:

“Por regla general, puede decirse de los californios que son tontos, torpes, toscos, sucios, insolentes, ingratos, mentirosos, pillos, perezosos en extremo, grandes habladores y, en cuanto a su inteligencia y actividades, como quien dice, niños hasta la tumba; que son gente desorientada, desprevenida, irreflexiva e irresponsable; gente que para nada puede dominarse y que en todo siguen sus instintos naturales, igual a las bestias”.

Tomando en cuenta que esto escribió después de haber estado en la California 18 años y ponerlo por escrito cuatro años antes de morir, su concepto de los californios siempre fue el mismo, aunque en honor a la verdad, había momentos en los cuales entraba en profundas reflexiones que le permitían hacer comparaciones bastante justas y prudentes entre los naturales de esta península y sus congéneres europeos:

“En todo esto consisten los tesoros y riquezas de los californios, con los que pasan los días de su vida en perfecta salud, y con más grande sosiego, tranquilidad y buen humor, que miles y miles de hombres en Europa que nunca ven el fin de sus riquezas y que apenas pueden con las cuentas de sus monedas antiguas y modernas. Es muy cierto que California tiene sus espinas, pero estas no molestan ni lastiman con tanta frecuencia, ni tan hondamente, los pies de los californios, como aquellas otras que se guardan en los cofres de Europa y que desgarran los corazones de sus dueños, por medio de punzantes congojas, conforme a lo que está escrito en San Lucas 8, 14; sin tomar en cuenta las muchas heridas mortales que asestan, por medio de los abusos que se cometen con ellas.

Así es que la extremada pobreza de los californios y la absoluta falta de todas las cosas que a nosotros nos parecen indispensables para la vida humana, nos dan una demostración, de ninguna manera despreciable, que nos enseña cómo la naturaleza se conforma con tan poco y cómo con tan poco puede uno mantenerse; y que, por tanto, no es la miseria, sino una opulencia inmoderada y un exceso de lujuria, las que han inventado miles de cosas, con cuyo valor, tantos indigentes podrían y deberían ser alimentados y arropados”.

Mucho es lo que podemos concluir de este libro y los aspectos accesorios del mismo, sin embargo, el propósito de este documento es ser un acicate para que los lectores se motiven por leer esta obra y, lo más importante, obtengan conclusiones informadas producto de abrevar de las fuentes originales y hacer sus propias conclusiones. Como un obsequio para ustedes coloco el siguiente enlace de donde pueden descargar este libro de forma gratuita, en formato PDF: https://drive.google.com/file/d/1Od9Q8v3_6cF4xyOW4m0bKIRx344WspEJ/view?usp=sharing

Bibliografía:

Noticias de la península americana de California – Juan Jacobo Baegert

Historia de los animalesAristóteles

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El pasado está en el presente. La lengua nebe de Las Californias

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cada día se van encontrando más documentos que nos hablan de las maravillas que existían en nuestra hermosa península californiana a la llegada de los primeros europeos, y de cómo ellos dieron cuenta en sus escritos, los cuales nos han llegado hasta el presente para que disfrutemos y conozcamos más sobre la hermosa cultura que floreció en este rincón del Nuevo Mundo.

En el caso que hoy, comento sobre un documento que fue encontrado por un intelectual de la ciudad de Tijuana de nombre Manuel Acuña el cual obtuvo una fotocopia del original que se encuentra en el Centro de Estudio de Historia de México CARSO (Fundación Carlos Slim), —era conocido como el Archivo Histórico de Condumex—, este edificio está ubicado en la delegación Álvaro Obregón en la Ciudad de México. Fue hasta el 2011 que el escrito fue presentado por el historiador Carlos Lazcano Sahagún, al cual le fueron entregadas las fotocopias por Acuña durante el segundo Festival de la Antigua California.

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El documento consta de 22 cuartillas en letra manuscrita y se divide en dos secciones. La primera se titula Arte y bocabulario de la lengua Nebe de las Californias o Carolinas y la segunda Bocabulario de la lengua Nebe traducida en lengua castellana. El autor describió algunas reglas gramaticales sobre la pronunciación de las frases en dicha lengua así como 615 vocablos con sus respectivas traducciones al castellano —verbos, sustantivos y adjetivos.

Fue elaborado entre los años de 1683 a 1685 durante la expedición que realizó el almirante Isidro Atondo y Antillón a la península, en su larga estancia en lo que fuera el Real Presidio y misión de San Bruno. Lamentablemente, se desconoce su autoría. En la mencionada expedición viajaron los sacerdotes Eusebio Francisco Kino, Matías Goñi y Juan Bautista Copart con el propósito de fundar una misión y evangelizar al mayor número de gentiles, todo lo anterior incluido en el plan de formar un enclave permanente en esta península.

En diferentes testimonios que se levantaron por escrito, se menciona que los tres sacerdotes realizaron registros del vocabulario de los californios con el propósito de dominar su lengua y utilizarla como vía para transmitir la doctrina religiosa. No obstante, también uno de los alférez que acompañaba al comandante Isidro de Atondo aprendió rápidamente, esta lengua realizando para ello diversas anotaciones. El nombre de esta persona era Nicolás de Contreras.

Debido a lo antes mencionado y a que este documento no contiene datos que identifiquen a su autor ha sido muy difícil establecer este punto. El historiador Carlos Lazcano ha concluido que es muy probable que la autoría sea del sacerdote Eusebio Francisco Kino ya que basado en el tipo de letra que se utilizó y comparándola con otras cartas escritas por él, existe una gran semejanza.

Además de lo anterior, al inicio de este “bocabulario” existe una anotación sobre la dificultad de los californios de pronunciar los fonemas “f”, “s” y “r”; misma anotación que deja establecida Kino en el diario que llevó durante el año de 1684 que permaneció en esta península.

Sin embargo, independientemente, de quien sea el autor, su importancia es trascendental ya que viene a enriquecer aún más los aspectos culturales que tenían los primeros habitantes de esta tierra. Para tener una idea más clara del documento es importante mencionar que trata sobre una de las muchas variantes dialectales que se encontraron entre los cochimíes —grupo de californios que vivían a partir de la región de Loreto y hacia el norte de la península.

De acuerdo a los testimonios del sacerdote Kino, esta lengua era hablada por los habitantes de los sitios denominados por los colonos como San Isidro (San Juan Bautista Londó), San Nicolás, San Juan, San Bruno y al menos dos más, todos ellos a las orillas de la Sierra de La Giganta. Estos sitios fueron recorridos por Kino acompañado de un grupo de soldados durante diversas expediciones que realizaron en los dos años que ocuparon el Real de San Bruno.

El grupo de californios que vivían en este sitio fue denominado con diferentes nombres: didiu, didú, didius y didúes; sin embargo, generalmente, se usaba la palabra “Didios”. El significado de “nebe” en castellano es “higo” y “canción”; y “nebel” significa “lengua”, pudiendo ser éste último el sentido que le dieron a la palabra con la que se denominó esta lengua.

Algunas de las reglas gramaticales que se anotaron en este “arte y bocabulario de la lengua nebe” podemos resaltar algunas. Por lo general las palabras en plural finalizan en “i”, por ejemplo, Undaki significa “los muchachos”. El pretérito se utiliza agregando la sílaba “te” al final de una palabra; bandecute que significa “he llamado” o delete de significado “he peleado”. Para decir una palabra en futuro se le agregan las sílabas “doro”,  Badecudoro, es igual a “llamaré después”, o deledoro significa “pelearé”.

Dentro de las palabras que se tradujeron de esta lengua mencionaré las siguientes igui significa acarrear; menechip es algodón; guenbe, aposento; gassel, árbol; nebo, cabello; niemi, camisa; cade, caña; tegape, carta; mege, delgado; idoro, después; tegase meji, fabricar; ussi, fuego; gueke, herir; guegui, irse; nemesi, leche; chigue, madre; meleque, miedo; modo, muchos; y meji, obrar, entre otras.

Tenemos la fortuna que el mencionado documento se haya editado en un libro el cual podemos conseguir fácilmente, en el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” de esta ciudad de La Paz, Baja California Sur, el cual fue elaborado por el historiador Carlos Lazcano Sahagún y Arnulfo Estrada Ramírez. En esta obra aparece una fotocopia del escrito, así como una traducción y muchos más datos que nos permiten ubicar en todo su valor a este gran hallazgo.

Es probable que al igual que esta joya, miles de ellos se encuentren “extraviados” bajo pilas de papeles en los diversos archivos y colecciones particulares que existen en el mundo. Es por lo anterior de singular importancia la trascendencia que tienen los historiadores al investigar, estudiar y escribir sobre estas obras y compartirlas para que los actuales habitantes de esta bella tierra sudcaliforniana nos sintamos más orgullosos de nuestras raíces y apuntalemos nuestro sentido de identidad.

Bibliografía:

Arte y vocabulario de la lengua Nebe de las Californias o Carolinas. Eusebio Francisco Kino, Autores: Carlos Lazcano Sahagún y Arnulfo Estrada Ramírez.

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La triste y desalmada historia de cómo nos volvimos una sociedad crimefriendly

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El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Todo el periodo neoliberal estuvo marcado por la corrupción, el aumento de la pobreza del pueblo mexicano y la acumulación de la riqueza de las élites empresariales y políticas —la delgada línea entre unos y otros prácticamente, no existía, pues un día eran “políticos” y al siguiente “empresarios”—, pasaron de ser un par de decenas de familias ricas a más de ciento veinte. La promesa de que esa riqueza, si la manejaban los ricos, válgame el pleonasmo, desde arriba hacia abajo —iba a “llovernos” algo de ese caudal de dinero al resto de la humanidad—, era una mentira. Otro de los factores que fue sintomático de esa etapa y que salta a la vista de todos fue el crecimiento de la violencia.

Antes, la violencia solo pertenecía a la nota roja de la revista ¡Alarma!, a cosas lejanas que estaban fuera de nuestro contexto inmediato. Pero de pronto, durante la década de los noventa los actos violentos comenzaron a sucederse prácticamente, frente a nuestra casa. Recuerdo que se reprodujeron como conejos películas “de acción” donde la violencia era el meollo del asunto, incluso directores como Tarantino adquirieron fama con filmes que han llegado a ser de culto para ciertos sectores de cinéfilos.

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Me viene a la memoria también el descubrimiento —a finales de esa década—, de que habíamos sido metidos en una olla de agua fría, a la que le prendieron fuego para que nos fuéramos acostumbrando poco a poco al calor intenso. Hasta cocernos. Sí, como aquel experimento de las ranas. Ya entrados en el nuevo milenio y siglo, la violencia estaba más asimilada, que en apariencia se reducía a los cines y a la literatura. Pero, a partir de 2006, con la entrada de la presidencia espuria de Felipe Calderón, la cosa cambió: fue el completo terror que habría de prolongarse en el sexenio de Enrique Peña Nieto, incluso hasta nuestros días.

Además de las películas, también se metió como la humedad hasta nuestras casas en forma de telenovelas y series de televisión. Sin temor a equivocarme, ningún noticiero de TV o radio, ningún periódico puso sobre la mesa las causas, sino, solamente, los efectos. Y esos eran justamente, el negocio. La industrialización de la violencia se hizo algo común, algo rentable de lo que debía hablarse en mesas de análisis de los medios de comunicación, sin que jamás hubiera cuestionamientos profundos de lo que sucedía. No había respuestas, propuestas, crítica directa: solamente, soliloquios alrededor del tema, con vueltas alrededor de la noria de manera eterna. Por supuesto que hubo mucha gente, muchos periodistas que trataban de responderse las causas, pero eran silenciados.

No obstante, por otro lado, los movimientos sociales, la protesta social fueron estigmatizados por esos medios como “violentos”, a sabiendas de que la gente vivía en la zozobra, alimentaron la idea de que la gente que pedía justicia eran “revoltosos”, “agresivos”, “intolerables” y “güevones”. Es seguro que de ahí vino la frase clasemediera de “no sirve de nada que protesten, pónganse a trabajar”. Es decir, se satanizó la protesta social y al mismo tiempo se normalizó la violencia de los grupos del crimen organizado, volviéndolos productos glamourizados y mercantiles, en héroes fuera de la ley que merecían ser exaltados en biografías del séptimo arte para TV y salas de cine. Un producto crimefriendly.

De este modo el neoliberalismo convirtió un problema social —que estoy seguro no fue espontáneo, sino organizado y dirigido por personajes oscuros con fines económicos y políticos—, en un negocio muy lucrativo. Junto con el crimefriendly también vino el corruptfriendly, empatizar y simpatizar para que la corrupción fuera bien vista, de que se pudiera alcanzar el “éxito” a toda costa, sin escrúpulos de ninguna índole, que pareciera como parte de la cultura nacional, de nuestros “usos y costumbres”, que nadie se escandalizara, antes bien que se aplaudiera porque “les iría muy bien”; de ahí que se dijera: “el que no transa no avanza” o “roba, pero deja robar”.

Sin duda, con dificultades estamos saliendo de esa larga noche neoliberal, haciendo apuntes, preguntándonos cómo fue que permitimos que nos impusieran un modelo económico que afectaría a millones de personas, a niveles no solo humanos sino que también ecológicos. La democracia en su sentido amplio y verdadero es apenas una vela en el vasto universo oscuro y silencioso.

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