Krishnamurti, el Titán, Xóchitl y el Xaibo

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El librero

Ramón Cuéllar Márquez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Las elites siempre aspiran a dirigir y están dispuestas a hacer lo que sea con tal de perpetuarse en el poder y retener los privilegios que conlleva poseer el control de una sociedad, a la que explota para quedarse con todas las ganancias. Unas más y otras muchísimo más porque no se interesan por nadie, salvo ellos mismos; no hay punto medio en el que las mayorías se beneficien de las ganancias millonarias que esas elites medran y saquean de la Nación. Las clases bajas siempre serán pobres, y según esa lógica, ahí deben quedarse.

Jiddu Krishnamurti fue un filósofo religioso, místico, crítico (en realidad su mensaje nunca ha sido clasificable) que fue educado por la Sociedad Teosófica, lidereada en aquel tiempo por Annie Besant —quien años antes había conocido a Helena Blavatsky y que la condujo a la teosofía— y Charles Webster Leadbeater, para que fuera el Maestro del mundo, el nuevo Mesías. Para lograr esa descomunal empresa crearon la Orden de la Estrella, cientos de millonarios de todo el planeta, especialmente sajones, donaron y aportaron para que el camino se les facilitara y tuvieran acceso directo al líder religioso que sería el cimiento místico del siglo XX. Algunos pagaron millones extras, terrenos, propiedades para ser uno de los doce apóstoles que estuvieran cerca del mesías que estaba por venir, cuando el espíritu del señor Maitreya descendiera al nuevo líder, limpio ya, educado y preparado para cuando eso ocurriera… Pero, siempre hay un pero, Krishnamurti siguió su propio proceso interior: a través del ayuno y la meditación alcanzó el despertar y tomó conciencia de que estaba siendo utilizado con fines elitistas —yo diría que políticos, con propósitos de control social—, por lo que decidió romper con la millonaria Orden de la Estrella, además de todo lo relacionado con ser el mesías, a partir de ahí se dedicó el resto de su vida a divulgar el mensaje de que la verdad es una tierra sin caminos, que nadie nos salvará de nada, que estamos siendo condicionados en nuestras sociedades bajo todos los sentidos y a todos los niveles. Krishnamurti concluyó que conocerse a sí mismo era fundamental para llegar a una nueva sociedad que pudiera abandonar sus luchas interminables de unos contra otros y por fin vivir en paz colaborando mutuamente.

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Por otro lado, como ustedes saben, El Titán fue un submarino privado que vendía viajes turísticos para conocer los restos del icónico y malhadado Titanic, que se hundió en las aguas del norte el 14 de abril de 1912. El Titán ya había hecho otros viajes, por lo que se vendía la idea de que era seguro. Por supuesto, no cualquiera podía viajar en él, solo era para millonarios que pudieran pagar 250 mil dólares por persona. Así que hace unas semanas descendió y no regresó. La búsqueda fue inmediata, la noticia corrió como reguero de pólvora y cada minuto se informaba para darle esperanzas a sus familiares. Pero la nave marina no volvió jamás, se quedó allá abajo junto con el Titanic, implosionada junto con sus seis tripulantes. Lo irónico es que, al mismo tiempo, en los mares del Mediterráneo, frente a las costas de Grecia, una embarcación pesquera que llevaba al menos 750 viajeros migrantes, incluyendo 100 niños, se hundió, provocando la muerte de al menos 80 personas. Y no, esa no fue nota para los grandes noticieros; no hubo búsqueda millonaria ni apoyo ni preocupación mundial. Eran vidas desechables y para el olvido.

Luego en México, tomando en cuenta el cómo operan las elites, los jerarcas de la oligarquía tuvieron su cónclave con los intelectuales de derecha, la prensa corporativa: decidieron que la única capaz de enfrentar en su propio territorio a la Cuarta Transformación, a Morena y su candidato/a sería la panista Xóchitl Gálvez porque viene del pueblo, es de piel morena, tiene pasado indígena y, para salir adelante, de niña vendía gelatinas: era el Elvis Presley con voz de negro que se podía vender a los blancos; un tótem a la medida había aparecido… Y siempre estuvo frente a sus ojos. Por fin, después de cinco años de buscarle la cuadratura al círculo, después de menospreciar al pueblo de México, de insultarlo, de decirle idiotas, prietos, codos sucios, chairos, nacos, tomaron a alguien que matara el discurso de la pobreza, del pueblo, y qué mejor que una mujer empoderada a la que no se le podía decir fifí —en palabras de Aguilar Camín—, que viene de ese pueblo del que tanto habla el presidente, pero al que han insultado y llamado idiota, prieto, codos sucios, chairos y nacos. Una brillantísima decisión que de inmediato los millonarios tomaron para meterle dinero a raudales y crear, inflar, modelar lo que el pueblo quiere, porque en su ignorancia piensan que el pueblo es tonto y se tragará lo que sea, pues si el AMLO lo hizo, pos ellos también pueden y más con bastante dinero, que al cabo todo lo compra. De este modo, encontraron a su mesías: la educarán, la venderán como el producto más acabado de la oposición, la vestirán, le dirán qué decir y cuándo callarse, todo sea para que ellos sean los 12 apóstoles del reino de la Xóchitl, retomar el poder que es de su propiedad, que les fue arrebatado por el falso mesías tropical. Xóchitl es la nueva señora X.

Por último, dentro de ese concierto de devaneos, seducciones, manoseos, lucubraciones, conspiraciones, intrigas, planes, Claudio X González cede su X y se lo entrega a una mujer a la que le apuestan todo para recuperar a como dé lugar la vida nacional y el erario del país. Así, Claudio, al pasar la espantosa X —diría el ya no inmortal Chabelo—, solo trabajará desde las sombras pasando a ser solo El Xaibo de la historia que están armando a la manera de la película de Buñuel, Los olvidados, desde donde podrá observar cómo evoluciona la mesías malhablada que conecta con el pueblo, esa pinche gente delincuente que no tolera, pero que se comerá el anzuelo y votará en masa por su candidata, porque, pues, la inteligencia artificial está muy adelantada.

Como se puede ver, las elites y las oligarquías están convencidas de que el dinero todo lo puede, estar cerca de la acción para tomar el control a través de ella: solo basta crear y educar un mesías, inventar un submarino para mirar de cerquita al hundido Titanic y crear de la nada, de un día para otro, a una mesías política impulsada por los millonarios, a la que ya enviaron al fondo marino para que rescate al claudicado, deslucido y derrotado Priantanic… esperan que conforme descienda no les vaya a implosionar políticamente hablando. Sin embargo, como hemos visto, el dinero no logró hacer un nuevo mesías para el mundo porque éste terminó tomando conciencia de su devenir humano; tampoco garantiza la vida de las personas que compran un boleto para mirar al Titanic, pero eso sí, tal vez la nueva Señora X les funcione porque esa jamás despertará a la conciencia ni de clase ni espiritualmente y les cumplirá con cada punto que su agenda política le marque y le ordene. La disciplina es su mayor virtud.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña en Comunicación del Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.

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