Comportamiento homosexual en animales no humanos (I)

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SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La perspectiva de análisis de esta nueva entrega de Sudcaliciencia está basada en el trabajo de los doctores Volker Sommer y Paul L. Vasey, en su libro Homosexual behaviour in animals. An Evolutionary Perspective. El Dr. Sommer es profesor de Antropología Evolutiva en la Universidad de Londres (University College London) y el Dr. Vasey es profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Lethbridge en Canadá.

 

La violación de una “ley” básica de la naturaleza

De acuerdo con Sommer y Vasey, a primera vista, el comportamiento homosexual parece violar una ley básica de la naturaleza: la procreación. La noción de que los organismos existen para reproducirse es un elemento básico de las formas precientíficas de interpretar el mundo, y la teoría evolutiva, desde sus inicios, ha sido elaborada sobre esta idea. En una visión estrictamente Darwiniana, los individuos buscarían maximizar el número de descendientes reproductivamente exitosos y, con esto, la representación de su propia información genética transmitida a las futuras generaciones.

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La selección sexual es el marco teórico clave para interpretar el comportamiento sexual desde una perspectiva evolutiva. Darwin describió la selección sexual como un proceso de reproducción diferencial que ocurre porque los machos varían en su habilidad para adquirir compañeras reproductivas. Él identificó dos mecanismos básicos que influencian la adquisición de pareja. La competencia por pareja ocurre intra-sexualmente (entre los miembros del mismo sexo), entre machos que buscan conseguir hembras, y engloba peleas físicas y amenazas, así como despliegues rituales de cortejo. La elección de pareja ocurre inter-sexualmente (entre los miembros del sexo opuesto), y típicamente involucra hembras que seleccionan al competidor masculino más atractivo.

Por otro lado, las diferencias sexuales en los patrones de adquisición de pareja pueden explicarse en términos de la teoría de la inversión parental. En especies típicas, las hembras invierten más en la descendencia que los machos, dado que ellas no solo participan en la gestación y la lactancia (en el caso de los mamíferos), sino que también proveen la mayoría del cuidado postparto de la descendencia. Esta diferencia limita su tasa de potencial reproductivo, así que, en un momento dado, habrá menos hembras fértiles que machos reproductivamente activos en una población. Así que, en teoría, se espera que los machos compitan con otros machos por el acceso reproductivo a hembras y copulen relativamente sin discriminación. Las hembras deben discriminar entre los compañeros masculinos potenciales, en favor de aquellos que contribuyen más con la calidad y sobrevivencia de la descendencia.

En especies atípicas, como los caballitos de mar y varias especies de aves, los papeles se invierten: los machos proveen la mayor aporte de la inversión parental y son exigentes acerca de las hembras con las cuales copulan, mientras que las hembras compiten entre ellas por parejas masculinas.

Desde la perspectiva de la selección sexual y las teorías de inversión parental, uno puede tener la impresión de que el sexo es sinónimo de reproducción. La teoría de la inversión parental claramente predice que los individuos deben escoger y competir por parejas sexuales, que les confieran la mayor ventaja reproductiva. Así, cuando se tiene la opción, el sexo reproductivo debe preferirse sobre el sexo no reproductivo. Por lo tanto, las parejas del sexo opuesto deben preferirse sobre los compañeros sexuales del mismo sexo, y la competencia por pareja debe ocurrir intra-sexualmente.

Una realidad diferente

En la realidad, muchas especies se involucran en comportamientos homosexuales también. Sin embargo, los animales que se involucran en interacciones sexuales con miembros de su mismo sexo, obviamente, no están en una búsqueda inmediata de objetivos reproductivos, es decir, de procrear. Dado que el comportamiento homosexual parece socavar la reproducción, parece apropiado preguntar por qué los animales se involucran en estos comportamientos.

Los primeros estudios de comportamiento animal, tendieron a descartar la ocurrencia del comportamiento sexual entre miembros del mismo sexo como caprichos o peculiaridades, e incluso fueron clasificados como manifestaciones patológicas. El uso de sujetos de estudio enjaulados era lo más común y significaba que estas interacciones estaban caracterizadas, invariablemente, como productos anormales del encierro, a diferencia de lo que se encontraba en la naturaleza.

No obstante, más y más estudios detallados de animales en sus ambientes naturales, hicieron cada vez más difícil descartar todas las interacciones sexuales entre miembros del mismo sexo como excepciones, idiosincrasias, o patologías. Lenta, pero constantemente, una imagen muy diferente emergió. Se ha recabado una evidencia enciclopédica que el comportamiento homosexual se encuentra presente en cientos de especies de mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces, insectos, arañas y otros invertebrados. Claramente, lo que una vez se pensó como una aberración, actualmente parece ser un patrón de comportamiento que está ampliamente distribuido en el reino animal.

“Mejor no investigo para que no crean que soy gay”

Desafortunadamente, aunque la teoría acerca del comportamiento homosexual en animales avanzó significativamente, existe una pausa en la línea del tiempo de la investigación sobre el tema. La razón más citada al respecto es que los investigadores son temerosos acerca de reacciones homofóbicas. Algunos investigadores temen ser etiquetados correcta o incorrectamente como gays o lesbianas. Otros imaginan que sus carreras serán impactadas negativamente si sus nombres se asocian con este tipo de temas.

Por otro lado, la carencia de investigación sobre el tema puede deberse a que relativamente pocas especies se involucran en comportamiento homosexual habitualmente, es decir, cotidianamente. Así, un investigador difícilmente puede esperar llevar a cabo un proyecto que busque estudiar un comportamiento particular, si para hacerlo necesita observar a la especie de estudio durante cientos de horas antes de observar un solo ejemplo de este tipo de comportamiento. Ningún fondo económico apoyaría tal investigación y ningún científico sería capaz de sostener una agenda como esa. Así, la mayoría de los estudios de comportamiento homosexual se genera en conjunto con investigaciones de otros temas.

El término comportamiento homosexual en animales

La subjetividad para definir comportamiento homosexual de acuerdo con el contexto, función y motivación, ha sido repetidamente cuestionada y criticada al ignorar la naturaleza multifacética de estas interacciones. Para Sommer y Vasey, el comportamiento homosexual se refiere a los despliegues de cortejo, montaje y/o contacto genital y estimulación entre individuos del mismo sexo. En consecuencia, el comportamiento o actividad homosexual se refiere a los actos o interacciones específicos o particulares. Como tal, este término no implica ningún patrón de por vida, de actividad o exclusividad homosexual, ni tampoco denota ninguna forma particular de relación sexual duradera o monogamia.

Es necesario enfatizar que el comportamiento homosexual en animales no humanos no es, y no debe ser, tomado como sinónimo de orientación sexual, identidad de orientación sexual, preferencia de pareja sexual o categorías de seres sexuales.

Orientación sexual (por ejemplo, heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, asexualidad), se refiere al patrón general de atracción y excitación sexual (o carencia de) del individuo durante algún periodo definido (por ejemplo, adolescencia, adultez, el año anterior). Típicamente, este patrón está caracterizado por múltiples parámetros, incluyendo solicitudes sexuales, contacto sexual efectivo y flujo sanguíneo genital. En humanos, las fantasías sexuales también son utilizadas para caracterizar la orientación sexual, pero los investigadores que estudian a los animales no tienen medios para evaluar fantasías sexuales en sus sujetos de estudio, asumiendo que tal fenómeno exista.

Identidad de orientación sexual, se refiere a la orientación sexual que un individuo considera que tiene. Esta puede o no corresponder con los varios parámetros que caracterizan la orientación sexual de un individuo. Con excepción de los grandes simios, la evidencia de auto-reconocimiento en animales es débil. Por lo tanto, no hay razón para esperar que los animales desarrollen identidades personales basadas en un sentido introspectivo de orientación sexual.

Preferencia de pareja sexual se refiere a la predilección de un individuo por parejas sexuales de un sexo, o de otro, o de ambos, cuando se le da a elegir.

Finalmente, algunas culturas, pero no todas, han creado categorías de seres sexuales, clasificando a la gente basada en sus comportamientos sexuales y/o orientaciones sexuales. El desarrollo de tales esquemas de clasificación, típicamente involucra la presuposición implícita que los tipos particulares de comportamiento sexual y orientaciones sexuales encapsulan la esencia misma de un individuo. Clasificar a los individuos de esta manera resulta en categorías de seres sexuales construidas culturalmente (por ejemplo, el homosexual, el heterosexual, queer, lesbiana, gay, etc.). El comportamiento homosexual en animales no debe ser tomado como evidencia de membresía en alguna de estas categorías construidas culturalmente. No hay evidencia de que los animales no humanos clasifiquen a sus conespecíficos de esta manera, ni tampoco existe una razón particular para esperar que lo hagan.

De tal forma, sentados algunos conceptos teóricos fundamentales sobre el tema, en la segunda parte de este artículo abordaremos ejemplos de especies que se involucran en actividad homosexuales rutinarias y que poseen evidencia científica soportada con datos robustos.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Marián Camacho

Bióloga marina y comunicadora pública de la ciencia. Nació en la Ciudad de México, el 23 de noviembre de 1984, pero desde los tres años de edad radica en Baja California Sur, por lo que se autodenomina “choyera”. Licenciada en Biología Marina por la UABCS en 2006, Maestra y Doctora en Ciencias por el CICIMAR-IPN en 2009 y 2014. Es considerada persona muy preguntona y que siempre muestra interés por el mundo que le rodea. Su pasión es la investigación científica y su debilidad es compartir los resultados de la misma.

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