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La separación de The Beatles: 10 de abril de 1970

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Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El 10 de abril de 1970, hace 50 años, Paul McCartney anunciaba su separación de The Beatles, pero en realidad había comenzado desde antes, tal vez, como apuntan muchos biógrafos, desde la muerte de Brian Epstein en 1967, e incluso desde que dejaron los espectáculos y conciertos en vivo en 1966. Algunos afirman que por la relación de John con Yoko Ono, que comenzó en 1968.

Digamos que la declaración de Paul fue en realidad la crónica de una separación anunciada, a la que muchos se resistían aceptar, pues habían visto crecer y evolucionar a la banda durante los sesenta. The Beatles fueron amos y señores de esa década, reconocidos como los artistas más influyentes en la historia de la música, además del impacto sociológico, económico y comercial que significaron. Nadie, en ese sentido, los ha superado.

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La historia de The Beatles es la historia de los años sesenta. No se puede entender esa década sin la aparición de esa banda. Su separación en 1970, que coincide con la aparición de su último álbum, y de su película homónima, Let It Be, causó una profunda congoja en sus fans y un perpetuo deseo de que algún día volvieran a unirse en el futuro inmediato, lo cual nunca ocurrió, al menos no los cuatro, aunque Paul, George y Ringo sí llegaron a hacerlo durante la grabación individual de Harrison All Days Must Pass, en noviembre de 1970, tema que pudo ser parte del llamado “Álbum Blanco”.

Ese deseo habría de acabar con la muerte de John Lennon el 8 de diciembre de 1980, que por cierto este año cumple cuarenta años del deceso y ochenta de haber nacido. Paul, George y Ringo volverían a unirse para la grabación de los discos Anthology 1, 2 y 3 (acetatos y videos), en la década de los noventa, donde incluyeron dos canciones de John, grabadas con su voz domésticamente en la década de los setenta.

El rompimiento de The Beatles fue la fase final de un encuentro que comenzó el 6 de julio de 1957, cuando Paul —de 15 cumplidos en junio pasado— y John —de 16, a cumplir 17 en octubre— se conocieron en la iglesia de San Pedro de Woolton. Ese día John había tocado con su banda de skiffle The Quarry Men, que ya tenían un tiempo tocando y presentándose en diversos lugares, aspirando a convertirse en músicos profesionales.

Ese encuentro de los dos adolescentes habría de ser la dupla de compositores más importantes en los años por venir y, con ello, las canciones más entrañables de la historia de la música. Antes de decantarse en la formación de The Beatles, pasaron por varios cambios de nombre: The Beetles (sin la “a”), The Silver Beetles, The Beatals, The Silver Beets, The Silver Beatles, Long John and the Silver Beetles, hasta sintetizarse en The Beatles en agosto de 1960, cuando se fueron por primera vez a Hamburgo, cuyo nombre se le atribuye al artista plástico y amigo de John, Stuart Sutcliff.

Los primeros integrantes de The Quarry Men habrían de fluctuar durante algún tiempo, hasta la llegada de McCartney y Harrison —de 14—, los que final serían los definitivos, pero cuya consolidación lograrían hasta la llegada de Ringo Starr y la salida de Pete Best, bajo la representación artística de Brian Epstein. The Quarry Men grabaron un disco sencillo —que tuvieron que pagar por hacerlo—, con dos canciones “That’ll Be the Day”, de Buddy Holly y “In Spite of All the Danger”, de Harrison y McCartney, cantada por Lennon.

Así que ese nacimiento en julio de 1957, con la llegada de Paul a la vida de John, hasta abril de 1970 con el anuncio de Paul rompiendo con la banda y por tanto de la vida de John (durante algún tiempo), marcaría la evolución de la música del siglo XX, y del rescate inglés del rock and roll estadounidense, que ya estaba de salida desde que Elvis Presley se alistó al ejército. Fueron 13 años de una fuerza musical que se desarrolló hasta que se mostraron los síntomas de la fatiga, el desencanto, la falta de armonía y la explosión de egos, en especial de Lennon y McCartney, que no supieron cómo manejar los efectos del éxito y que terminaron por separarlos para siempre como asociación musical.

La verdad es que no me los imagino reunidos en los setenta, ni si esa reunión hubiera evitado el asesinato de John, ni tampoco los veo tocando en tours internacionales ya ancianos, aferrados a glorias pasadas como les dio un tiempo a tantas bandas de la época. La separación sólo vino a reforzar el mito que ya eran para ese momento de sus vidas

 

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Los casi 80 años de John Lennon: entre El Jóker y el ambientalismo

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Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este 9 de octubre John Lennon cumpliría 79 años, de no haber sido por un desconocido que decidió quitarle la vida. Muchas cosas se han dicho de él, positivas y negativas, pero todas invariablemente hacen mención de la importancia y el impacto mediático que tuvo como Quarrymen, como Beatle y como solista, no sólo como músico sino como artista y pensador.

Aún recuerdo a Aimeé de la Peña decirme, entre lágrimas, la mañana del martes 9 de diciembre de 1980 en San Antonio, BCS, que John Lennon había muerto, que lo habían asesinado. Visto a la distancia podemos percatarnos de la influencia y de cómo permeó en todos los niveles socioeconómicos, y de cómo su figura fue sentida y vista como si fuera la de un familiar en todos los rincones de la Tierra.

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Ciertamente fue un producto comercial, resultado del manejo de la mercadotecnia del momento y que gracias a ello se convirtió, junto con sus compañeros, en un fenómeno mundial. Pero la personalidad de Lennon estaba lejos de ser meramente la de un rockstar que se conformaba con ser famoso. La historia trágica de su vida lo marcó para siempre y terminó por moldear su talento, creándole una capa de supervivencia que le permitió reponerse de los fracasos, algo así como la antítesis del Jóker, personaje del universo de DC que ahora toma revuelo por la película de orígenes que estelariza de modo magistral Joaquin Phoenix, y que nos muestra lo que una sociedad decadente, injusta, indiferente, puede operar en la mentalidad perturbada de un hombre. Las correspondencias entre Lennon de la realidad y Jóker de la imaginación pueden ser asombrosas. Pero yo no quería hablarles de eso, quizá en otra ocasión les cuente algo del filme de Todd Phillips, Jóker, en particular.

Decía que esa historia trágica hizo algo con la personalidad de Lennon. La madre y el padre ausentes, y luego el regreso de la madre en la adolescencia que marcó su destino musical: la vida y muerte de Julia Stanley le dio a Lennon la tea definitiva del fuego sagrado de la creatividad, que lo llevaría hasta lo más alto del pináculo de la consagración poética, artística y musical.

Hay muchas películas y libros que hablan de él, muchos enfocados en cómo llegó al éxito —que sirve de caldo de cultivo para la cuestión comercial—, pero también hay puntos de vista que lo ponen en retrospectiva como un hombre ambiguo, atormentado, luchador social, adicto a las drogas y genial artista. Todo eso nos pone a un sujeto que fue dueño de su tiempo, y que influyó en la mayoría de jóvenes de su generación, no sólo en el nivel musical, pues muchos quisieron imitarlo, sino por las causas que comenzó a buscar y apoyar, acompañado por la artista plástica japonesa Yoko Ono, quien sería al final de su vida su meta y oportunidad de dirimirse con la vida y alcanzar una especie de redención con los afectos y cariños faltantes durante su infancia.

Los casi 80 años de vida de John Lennon recuerdan que la actividad humana que deja una honda huella en el camino, es la que permanecerá hasta que el mundo guarde silencio o la especie homo sapiens-sapiens se autoextinga sin control, como de hecho sucede ahora mismo: el clima está cambiando, hay anuncios apocalípticos de crisis ambiental, pero los únicos que no cambiamos somos nosotros, vemos la destrucción y nuestra conciencia sigue intacta, a pesar de que la realidad nos abofetea directamente en la cara todos los días con la muerte de cientos de luchadores sociales que defienden sus recursos hídricos, sus tierras y bosques. Pero tampoco quería hablarles de eso.

Sólo deseaba celebrar la vida de un músico genial y de haber tenido la oportunidad de vivir en su tiempo y disfrutar de su legado musical, que es mucho.

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