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Abuso sexual infantil

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Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), define el abuso sexual como cualquier acción dolosa con sentido lascivo que se ejerza en el sujeto pasivo, sin su consentimiento, la cual puede ser desde un roce, frotamiento o caricia, realizado con objeto de satisfacer un deseo sexual a costa del sujeto pasivo (Primera Sala, novena época, registro 1005394).

Si la imposición del acto lascivo se realiza en agravio de un menor, estamos en presencia de un acto de abuso sexual infantil.

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El marco punitivo nacional busca brindar a los infantes, la mayor protección posible al sano desarrollo de su personalidad y, por ello, el catálogo de conductas punibles incluye conductas que no necesariamente implican el contacto físico con la víctima, atendiendo en todo momento al interés superior del menor, y priorizando la obligación del Estado de protegerlo de toda conducta lasciva que lesione o ponga en peligro su salud emocional y su desarrollo psicoemocional, mental y físico.

El catálogo de modalidades de abuso sexual, de manera ejemplificativa, no limitativa o exhaustiva, incluye entre otras: exhibicionismo, tocamientos, comunicaciones presenciales o virtuales de tipo obsceno, y desde luego, cualquier tipo de interacción sexual.

Estadísticamente, el agresor sexual infantil en la mayoría de los casos es una persona cercana al núcleo familiar de la víctima, con autoridad moral o legal sobre ella. La manipulación es generalmente la herramienta mediante la cual el agresor somete a la víctima, aprovechando su posición de jerarquía para intimidar, coaccionar, amenazar y someter a su víctima.

Históricamente, todas las sociedades han enfrentado en el devenir de su desenvolvimiento, el abuso sexual infantil. Encontramos en el Código de Hammurabi, el primer registro histórico de que se tiene referencia de una norma punitiva que sanciona este tipo de conducta, específicamente en el caso de violación, que se sancionaba con pena de muerte.

En el texto bíblico del Antiguo Testamento, encontramos la misma penalidad, si la víctima estaba casada. En el antiguo Egipto, sin importar el sexo de la víctima, se imponía la castración al agresor. Los griegos no solo eran tolerantes en este tema, incluso fomentaban diversas formas de abuso sexual sobre menores adolescentes, bajo el justificante de formar parte de un proceso educativo en el cual el adulto formaba en valores a su pupilo.

En contrapartida, los romanos sancionaban con pena de muerte todo acto de imposición sexual, siempre y cuando la víctima fuera ciudadano romano o liberto. En el medioevo se mantuvo una política criminal similar al postulado legado por los romanos. Es en esta época donde se generaliza el uso de cinturones de castidad, práctica que quedó en desuso en el siglo XVIII.

En etapas posteriores, se mantiene la tendencia a sancionar las agresiones sexuales, aunque la motivación es distinta a la que actualmente imponen los tratados internacionales suscritos por México, pues no era el sano desarrollo psicoemocional de la víctima ni su libertad el bien jurídicamente tutelado. Todavía hasta mediados del siglo pasado, el objeto de protección era la integridad física de la víctima, como referente de la honra de la familia a la que pertenecía la víctima.

Atendiendo a los antecedentes históricos, podemos afirmar que el abuso sexual, si bien ha sido sancionado severamente en el devenir histórico de la humanidad, el bienestar de la víctima no ha sido materia de protección sino a partir de mediados del siglo pasado, en que surgieron las corrientes de pensamiento que privilegiaron la libertad sexual y salud psicoemocional de la víctima, en particular, de los menores de edad, sobre los tradicionales valores tutelados, como la honra familiar, el prestigio y reputación del marido o padre de la víctima.

Si bien en el siglo pasado surge una constante en la evolución del marco normativo, la sanción al abuso sexual no es suficiente para proteger a los menores, pues por la naturaleza del ilícito, es poco probable que se denuncie a partir de la decisión de la víctima, entre otros motivos, por la situación de privilegio en que generalmente se encuentra el agresor, por vínculos familiares, de cercanía o autoridad sobre el menor o su familia.

Se estima, que en Baja California Sur el abuso sexual infantil, después del robo, es el delito que más se comete pero que no se denuncia. La falta de datos formales al respecto es un evidente indicativo de la invisibilidad de los menores como víctimas del delito.

De ahí que sea imperativo que en todos los programas de política criminal, exista un enfoque preventivo que incluya programas que ayuden a padres y educadores a detectar indicativos de abuso sexual, identificar las señales de alarma.

Muchas veces las víctimas son incapaces de comunicar abiertamente las circunstancias en que son victimizadas, pero existen señales que pueden ser advertidas por el adulto encargado de la custodia del menor, y con ello, detener o evitar el daño que pudiera estar sufriendo el menor.

Necesitamos más y mejores canales de difusión y atención a esta problemática, sobre todo en las regiones del Estado donde la desintegración familiar y el hacinamiento, entre otros factores, elevan el grado de vulnerabilidad de nuestra niñez.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




La cultura de la violación

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía, el violador eres tú. A más de un año de este canto por parte de colectivos feministas, nos seguimos enfrentando a un mundo que condena a las víctimas y es permisivo y flexible con los agresores.

La opinión pública parece estar dividida, si es un extraño el que comete una violación se repudia, pero si es un conocido o alguien cercano, se buscan pretextos para no juzgarlo por lo que hizo. A esto se le conoce como cultura de la violación ¿has escuchado hablar de ella?

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La cultura de la violación, acuñado como concepto en los años setenta, vincula la violación y la violencia sexual a la cultura de una sociedad en la que lo habitual es normalizar, excusar, tolerar e, incluso, perdonar la violación y, al mismo tiempo, culpabilizar a la víctima – Nuria Varela

Rita Abundancia hace un análisis de la escritora Emile Buchwald en su libro Transforming a Rape Culture (1993), donde cuenta cómo se crea la cultura de la violación normalizando la violencia sexual, y como, a través de un complejo sistema de creencias, se permite que los hombres cometan agresiones. Cómo cierta violencia se ve como sexy y cómo la sexualidad se confunde con algo muy cercano a la violencia. En este contexto, tanto hombres como mujeres, asumen que la agresión es algo inherente a la vida y, por lo tanto, inevitable. La cultura de la violación, comprende, según Buchwald, la televisión, las bromas, los anuncios publicitarios, las leyes, el mundo laboral o cierta pornografía. La cultura de la violación es una especie de terrorismo que planea sobre la vida de las mujeres.

Como ejemplo de la normalización de la violencia está la película 365 DNI, que se acaba de estrenar en Netflix y que es una de las cintas más vistas en la plataforma. En donde el protagonista secuestra a una chica y la obliga a vivir con él por un año con la consigna de hacer que te enamores de mí. Entre maltratos y lujos — porque claro, las mujeres podemos soportar todas las vejaciones siempre y cuando nos compren el vestido que queremos— obliga a la protagonista a permanecer a su lado y ella comienza a enamorarse poco a poco de él. Todo lo que está mal con el amor romántico, la violencia, el machismo y el abuso de poder se retrata de manera romántica en esta cinta. Sin embargo, vende, y es por lo que Netflix no quiere desaparecerla de su catálogo, pese a las críticas recibidas. El falso amor romántico vende y contamina la mente de todos al creer que es aceptable vivir de esa forma.

Otro ejemplo actual, es la imagen que en estos últimos días circula por las redes sociales

Muchas de las reacciones ante esta imagen fueron de risas y el ya conocido Me divierte de Facebook, la mayoría de estas por parte de hombres. Pero, es solo una reacción, ¿por qué estaría mal? 

Porque, entonces, admites que te divierte que droguen a mujeres y luego las violen, te divierte que esto le haya pasado a miles de mujeres alrededor del mundo, te divierte que las mujeres no podamos sentirnos seguras cuando salimos, te divierte que haya red de trata de mujeres que utilizan este método para secuestrarlas y comerciar con ellas, te divierte que además de la violación, es altamente probable que aparezca muerta al día siguiente… no solo te divierte una imagen, te divierte todo lo que tiene que ver con ella y el sufrimiento que conlleva para las víctimas y familiares.

El que para algunas personas conservadoras esto pueda leerse y considerarse extremista, se debe a qué tan normalizada tenemos la violencia hacia las mujeres, al nivel de que no vemos “tan” mal que sucedan estas cosas o, si llegan a pasar, es culpa de las mujeres por salir solas, vestir provocativamente o estar en la calle a horas no adecuadas, en fin, siempre hay un pretexto para justificar al agresor.

Y esto es solo un meme, estoy segura que en algún momento de tu vida has escuchado las siguientes frases: se visten así y después piden que no las violen, pero ¿qué hacías tan tarde y sola?, es que mira que falda tan corta traes, los hombres tienen su instinto y tienen que desahogarse, eso te pasa por salir con puros hombres, si te hubieras dado a respetar no habría pasado nada, y muchas, muchísimas más de ese estilo. Porque, a fin de cuentas, vivimos en una sociedad machista hasta la médula y reproducimos comentarios que en ocasiones no entendemos o no dimensionamos su gravedad.

Es momento de decir basta a tanta agresión, basta a seguir vendiendo a las mujeres y basta a exhibirlas como mercancía. Como mujeres nos toca armar espacios seguros y desarrollar la sororidad, pero a los hombres les toca replantearse su masculinidad y los pactos entre machos, esos pactos que se solidifican con el silencio y la complicidad ante sus agresiones.

Si te interesa comenzar a contribuir a frenar la cultura de la violación, puedes empezar a valorar el consentimiento: si la otra persona no puede decir algo, no hay consentimiento; si esta borracha, drogada, o su conciencia esta alterada de alguna forma, no puede dar su consentimiento¸ por lo tanto tener un acto sexual con ella es violación.

Puedes dejar de culpar a las víctimas, no es la ropa, no es el lugar, no es la hora, son los agresores. Durante la pandemia se elevó hasta el 89% las agresiones a mujeres dentro de su hogar.

También puedes intentar tener cero tolerancia a la violencia y el acoso de otros hombres, aunque sean tus amigos, familiares o conocidos. Nada justifica que sigas protegiendo potenciales agresores. O, en caso de identificarte con algo de lo que se describe aquí, buscar ayuda psicológica para no seguir repitiendo estos patrones y poder establecer relaciones sanas.

En caso de que seas mujer y te hayas enfrentado a una situación como la de la imagen de antes, Mujeres de la Sal en uno de sus post en Facebook del primero de julio nos da algunos consejos por si te topas con una bebida adulterada:

¿Qué hacer si les pasa esto? Esta información es más completa:

La imagen representa que pusieron drogas en tu vaso para dejarte inconsciente, si llegas a verlo:

-No sueltes el vaso por nada del mundo o pídele a alguien que tome fotos o vídeo

-Provócate el vómito inmediatamente, aunque no estés en el baño (el vómito sólo retrasa el efecto)

-Irse rápidamente del lugar

-Llamar a una amiga(o) de confianza o buscarlos y comentarle la situación

-Denunciar lo que sucedió. (Para eso tienes que llevar el vaso o las pastillas que venían dentro de él)

Plus: Si el hielo de tu bebida NO FLOTA está alterada.

-Cuando alguien les invite una bebida preparada o abierta, pídele que le tome a esa misma bebida, si no lo hace mejor no te tomes nada.

Recuerden que nunca es su culpa que alguien se aproveche de ustedes.

No es gracioso que nos droguen para violarnos o matarnos. No es gracioso amanecer en un terreno baldío sin vida. No es gracioso despertar sin saber qué es lo que pasó la noche anterior.

Es importante que como mujer u hombre tengas en cuenta que nunca es culpa de la víctima y que ya es momento de replantearse todas las creencias con las que fuimos educados desde pequeños.

 

Bibliografía

• Abundancia, R. (2019) Cultura de la violación’: cuatro estrategias para frenarla. El País. Recuperado de: https://smoda.elpais.com/moda/actualidad/estrategias-frenar-cultura-violacion/
• Dieciséis maneras de enfrentarte a la cultura de la violación. (2019). ONU MUJERES. Recuperado de https://www.unwomen.org/es/news/stories/2019/11/compilation-ways-you-can-stand-against-rape-culture
• Jiménez, G. (2020). Aumentan feminicidios y abusos sexuales durante pandemia. Excelsior. Recuperado de: https://www.excelsior.com.mx/comunidad/aumentan-feminicidios-y-abusos-sexuales-durante-pandemia/1378842
• Mujeres de la Sal. (2020, Julio 01). Cultura de la violación. Post de Facebook. Recuperado de: https://www.facebook.com/mujeresdelasal/photos/a.111137817172710/151912396428585/?type=3&eid=ARDoUq3R1YkQaBlANpeqVbHnDjYOzbrTFGZJdOZXEw846Mync4N-XtL7v-5-z_6DxRY0tdqOtBgrBH6X&__tn__=EEHH-R

 

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Violencia sexual en BCS

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Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, define a la violencia sexual como: “Cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto

Más allá de las interpretaciones simplistas que vinculan este tipo de violencia con un impulso sexual masculino, las connotaciones sociales y culturales que rodean este fenómeno recurrente, nos permiten establecer como sus principales elementos la discriminación y el abuso de poder, que se cultivan mediante estereotipos que asignan una supuesta superioridad masculina en los roles interpersonales de convivencia.

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Siendo la violencia sexual una de las modalidades que más lastima al sector femenino, y que se da en todos los ámbitos de desarrollo personal: familiar, conyugal, comunitaria, escolar, laboral, e incluso político, el Estado se encuentra obligado a prevenirla y sancionarla en todas sus modalidades.

Actualmente, la legislación penal sudcaliforniana previene y sanciona como delito:

◉ Peligro de contagio (Art. 168)

◉ Corrupción de menores (Art. 169)

◉ Pornografía infantil (Art. 173)

◉ Lenocinio (Art. 175)

Violación (Art. 177)

Abuso sexual (Art. 179)

◉ Hostigamiento sexual, (Art 182)

◉ Acoso sexual (Art. 183)

Ciberacoso sexual (Art. 183 bis)

◉ Violación a la intimidad sexual (Art. 183 quáter)

◉ Estupro (Art. 184)

◉ Incesto (185) y

◉ Exhibicionismo corporal (Art. 187).

Estimamos que nuestro Código Penal contempla todas las modalidades de violencia sexual reconocidas en los tratados internacionales suscritos por México, cuya previsión y sanción competen a la esfera competencial del fuero común.

No obstante, tener un marco legal apropiado, resulta irrelevante, cuando se carece de las políticas públicas adecuadas para aplicarlo. La legislación se convierte en letra muerta cuando el ejecutivo encargado de aplicarla, no dota al órgano procurador de justicia, de los insumos materiales y humanos adecuados, mínimos e indispensables para ello.

 

En esta entidad, los delitos de naturaleza sexual son  los que más engrosan la cifra negra, (delitos que no se denuncian) y el personal encargado de atender los que sí se denuncian, no cuenta con los recursos necesarios para ello. En muchos casos, el personal de actuaciones ni siquiera reúne el perfil profesional adecuado para llevar a cabo la delicada labor de atender a las víctimas de violencia sexual.

Pese a existir protocolos muy estrictos respecto al personal de actuaciones encargado de atender a las víctimas de este tipo de agresiones, debido a las enormes carencias materiales y humanas, y a la falta de voluntad política para mejorar los presupuestos sobre el tema, todavía encontramos carpetas de investigación donde las víctimas femeninas son atendidas por médicos y agentes de investigación de sexo masculino, lo que dificulta el que se genere el espacio de empatía y flujo eficaz de comunicación entre la víctima y el personal actuante.

Se programa el presupuesto anual de la procuración de justicia tomando como base los requerimientos de atención preferente a los delitos de mayor impacto, y en ese rubro, la atención a víctimas de violencia sexual no son prioridad, frente a otros delitos, como los de tipo patrimonial, lo cual consideramos un grave error de estrategia y programación.

Una víctima de robo puede olvidar y superar un robo, pero una agresión sexual, de no ser  oportuna y eficazmente atendida, puede lacerar a la víctima a lo largo de toda su existencia.

Necesitamos en el área de atención a víctimas de violencia sexual, suficientes profesionales en la materia, bien capacitados, bien remunerados y dotados de los implementos tecnológicos adecuados y necesarios para llevar a cabo eficientemente su labor.

La selección del personal debe ser estricta, cuidando que cada elemento humano reúna el perfil que el encargo requiere, para evitar con ello la re-victimización de quienes acuden a formular su denuncia o a darle seguimiento al procedimiento relativo a su caso.

Las instalaciones también deben adecuarse. Actualmente en Cabo San Lucas, la región del estado con mayor incidencia en este tipo de delitos, carece de instalaciones propias. Sus oficinas improvisadas se ubican en un local que ni siquiera cuenta con señalética externa que lo identifique; el área de espera es abierta y coincide con el área de actuación. Pese a tratarse de delitos que por su naturaleza el sigilo es de obvia exigencia, cualquier persona puede sentarse y escuchar lo que acontece, violentando con ello la secrecía que el procedimiento exige en estos casos.

Lo más grave que hemos encontrado, es la falta de capacitación de algunos integrantes del personal a cargo de la integración de las carpetas de investigación. No solo ocurre que errores técnicos dan al traste con el éxito de los procedimientos de persecución, -lo que genera una elevada tasa de impunidad-, también es frecuente detectar falta de tacto o sensibilidad del personal al tratar a las víctimas.

Un ejemplo de las carencias enunciadas, que en seguida comparto, nos deja en claro la urgencia que existe de dotar a la Procuraduría de Justicia de los recursos mínimos e indispensables para evitar que en lo sucesivo, se siga revictimizando a quien acude a denunciar actos de violencia sexual.

La víctima de una violación, acudió a formular su denuncia. En el desarrollo de la investigación se descubrió que tiene el himen elástico, peculiaridad que impidió que el mismo se rompiera durante la agresión sexual de la que fue víctima. El tiempo pasó y la víctima notó que su caso no  avanzaba. Al cuestionar sobre el tema a la funcionaria a cargo de su carpeta, obtuvo la siguiente respuesta: Ya deberías superarlo. No te pasó nada. Muchas mujeres envidiarían tu caso.

Es inadmisible que en un área tan sensible de la procuración de justicia, se den este tipo de actuaciones que se constituyen en re-victimización por discriminación e insensibilidad prejuiciosa, que generan culpabilización y el silenciamiento de la víctima y construyen patrones de impunidad y permisividad de la violencia que se supone debemos combatir.

Podemos concluir que el marco legal estatal es adecuado, pero inoperante, a menos que se geste un programa ambicioso de reestructuración operativa en la Procuraduría de Justicia, que contando con el presupuesto adecuado para ello, permita contar con personal e instalaciones adecuadas para atender al sector que consideramos más vulnerable en el combate a la embestida delictiva en la entidad.

Proponemos al Congreso Local, que antes de aprobar el presupuesto de egresos, en Comisiones se escuche a los encargados de procurar justicia en los casos de violencia sexual, y se asignen suficientes recursos para que la atención a las víctimas sea integral y efectiva.

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De la diamantina a los chingadazos

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La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

Ciudad de México (CdMx). Los grupos sojuzgados, agredidos y vilipendiados, han tenido que revelarse contra sus opresores. Las transformaciones sociales no son tersas, y como vimos en la manifestación feminista #NoMeCuidanMeViolan del 16 de agosto en la Ciudad de México, tampoco lo son en cuanto a las conductas sociales agresivas y criminales, sobre todo las que tienen que ver con la violencia de género que sufren las mujeres; y en este asunto los cambios requerirán por parte de las afectadas un largo batallar, pero también la participación de todos, pues como sociedad estamos involucrados en la reproducción de conductas violentas contra las mujeres. Y en ese batallar, que se gesta desde hace décadas, sólo hubo un paso de la diamantina a la violencia.

El 12 de agosto una mujer le arrojó diamantina al jefe de la policía Jesús Orta, durante una manifestación afuera de las oficinas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana en la Ciudad de México, poco después un grupo de sus compañeras vandalizaron las instalaciones; esos actos se dieron en el marco de varias protestas de mujeres por la supuesta violación de una menor de edad por parte de cuatro elementos de la policía capitalina, en la alcaldía de Azcapotzalco.

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Tras esos primeros hechos violentos, las críticas y las opiniones a favor de la violencia ejercida por algunas mujeres no se hicieron esperar, muestras de apoyo y de repudio llenaron las redes sociales. Muchas mujeres dijeron que violentar autoridades, monumentos y propiedad privada no es nada comparado con violentar sus cuerpos y sus mentes, con las agresiones que ellas sufren; y sí, no lo es. Cabe resaltar que tras esos hechos no hablaron de infiltrados o infiltradas en su movimiento, se percibía a un amplio sector del género femenino solidario y orgulloso de la violencia que acababan de generar. Si es necesario que lo destruyan todo, que así lo hagan, dijeron en las redes otras y otros entusiastas de la violencia; otros, por supuesto, no compartíamos esa opinión.

Me queda claro que ninguna rebelión ha logrado grandes cambios sin infringir las leyes y el orden establecido por los grupos opresores, el mismo Gandhi tuvo que quebrantar la ley para ser tomado en serio por los ingleses. Es así que la indignación y la rabia de las mujeres encontró desfogue en la violencia, y es verdad que los daños a los monumentos históricos serán reparados; los daños materiales, públicos y privados, serán sufragados, y no se comparan en lo más mínimo con un solo feminicidio de los miles que debemos contabilizar en el país.

Sabemos que en muchas protestas ciudadanas hay infiltrados que buscan reventar  y desacreditar los movimientos, a veces los envían las autoridades, otras veces partidos políticos antagonistas,  o empresarios y líderes sindicales. Los infiltrados, vándalos y golpeadores, van disfrazados de anarquistas, militantes o manifestantes, en su mayoría son jóvenes que desatan el temor y la violencia arrojando petardos, rompiendo vidrieras, haciendo correr a la multitud para permitir a los policías encapsular manifestantes y aprehenderlos; los he visto trabajar en coordinación con los cuerpos policiales, en especial con el extinto grupo de granaderos. En la marcha del 16 de agosto no sucedió así.

También sabemos que, a veces, los que generan la violencia son miembros de los grupos que se manifiestan, pero son los más radicales y aprovechan el anonimato del tumulto y la rabia colectiva; en ocasiones esos individuos alientan a otros que se entregan a la agresión. De la marcha del 16 de agosto ya se han identificado a algunos infiltrados, sobre todo los sujetos relacionados a la agresión del periodista de Canal 40, ahora habrá que determinar quienes los mandaron y por qué.

Así mismo, hubo mujeres vandalizando, agrediendo, golpeando, arrojando objetos contra otros ciudadanos y puede que algunas de ellas fueran también infiltradas, y eso sería lo peor, pues estaríamos hablando de violencia ejercida por mujeres contra mujeres, pues estarían intentando reventar una manifestación cuyos reclamos son fundados y justos; pero la bajeza de la condición humana no es privativa de los hombres. También puede ser que muchas de ellas sean feministas radicales o, simplemente, legítimas manifestantes que al estar en el alboroto callejero también ejercieron la agresión, y de ser así sería la reacción lógica de un movimiento que busca una reivindicación social, que pelea la supervivencia de muchas de sus integrantes.

Es en parte debido a la violencia de las manifestaciones de la semana pasada, que la terrible situación de las mujeres mexicanas ha sido visibilizada nacionalmente y a nivel mundial, y eso deberá provocar que la autoridades tomen acciones efectivas para solventar sus legítimos reclamos. Desafortunadamente, la violencia desbordada genera otros daños, incluso a las mismas mujeres. El llanto de una mujer ante la impotencia de ver destrozado el vehículo en el que se trasladaron ella y su colectivo desde el estado de Guerrero, con el propósito de apoyar la marcha feminista, da cuenta de cómo la violencia ejercida por muchas de las manifestantes incluso afecta a sus compañeras.

También hubo mujeres que agredieron a mujeres reporteras, a mujeres policías y a bomberos. La violencia no es la ruta deseable para solventar las abismales diferencias entre los géneros, las injusticias, ni los crímenes; pero a veces parece que no hay otra salida; aunque también ha habido otros movimientos y otras manifestaciones que no han tenido que desbordar la violencia para conseguir sus metas.

La violencia no puede ser la única manera de detener la violencia. Tan sólo imaginen que el gremio periodístico, ese sí, una minoría en el país, saliera a golpear transeúntes y vandalizar cada que uno de sus miembros es agredido o asesinado; o que los luchadores sociales y ambientales hicieran los mismo, y que cada grupo que reclama algo siguiera ese camino; la sociedad sería caótica. Y el que no vea que la violencia nos desborda ya, es que no habita nuestra realidad.

Los cambios que requiere nuestra sociedad para lograr la integración de hombres y mujeres desde una perspectiva de igualdad y de equidad no se van a dar tan rápido como queremos, por desgracia, en el proceso se van a dar manifestaciones feministas violentas, y lo peor de todo es que hay quienes alientan esa canalización de la furia de las mujeres, cuando lo que deben buscarse son canales de comunicación con las autoridades. No se ha mencionado el actuar de contención de los grupos policiales de la Ciudad de México, de las agentes que participaron en los operativos; y se debe resaltar que no agredieron, o se llevaron a alguien, como sí se hizo en muchas otras manifestaciones de protesta durante otras administraciones capitalinas.

Ya se oyen voces diciendo, sin pruebas y estúpidamente, que es el mismo gobierno quien mandó a los infiltrados; no creo que a los gobiernos morenistas les convenga una ciudad inmersa en disturbios y protestas. En ese sentido será indispensable que se identifique a los agresores infiltrados, a todos, y a los que los mandaron. Además, tenemos que tener claro que los grupos opositores a los gobiernos capitalino y federal intentarán desacreditar y tergiversar sus acciones.

Pero queda una pregunta por responder ¿Qué van a hacer las autoridades con las feministas que rompieron cristales, que pintaron monumentos, que causaron incendios, que dañaron propiedad privada, que golpearon incluso a adultos mayores? En el tamaño y en el rigor de la respuesta se verá si el gobierno de Claudia Sheinbaum es como el de muchas de las administraciones pasadas, represor y autoritario. Aunque debería seguir las carpetas de investigación y castigar a todos los que infringieron la ley, incluidas las mujeres que participaron de la violencia, pues nadie debería quedar impune, pero no procederá contra las infractoras, pues sería topar de frente con un movimiento amplio y cada vez más grande y eso sólo agravaría el conflicto; aún a riesgo de que en las siguientes manifestaciones se desborde más la violencia; por lo que les tocará a los grupos feministas prever la participación de infiltrados y contener la furia de sus manifestantes, si es que quieren entablar un diálogo con las autoridades.

La realidad para las mujeres mexicanas es terrible, tan sólo en el primer cuatrimestre de este año, se contabilizaron 1199 feminicidios; y ellas no representan a un grupo minoritario, constituyen más del 50% de la población, y aún así son vulneradas y asesinadas en una sociedad históricamente machista, pero en la que, contradictoriamente, muchas mujeres reproducen el machismo desde el núcleo familiar. En nuestro país la mayoría de las víctimas femeninas permanecen anónimas, sin acceso a procesos legales válidos y a la impartición de justicia, eso cuando denuncian las agresiones; en muchos otros casos las víctimas ni siquiera llegan a esas instancias.

En este sentido, el esclarecimiento a cabalidad de la supuesta violación de la menor por parte de los uniformados será indispensable, pues uno de los reclamos de las mujeres es la aplicación de las leyes y la impartición de justicia. Si hay culpables deberán ser castigados, el crimen de comprobarse no deberá quedar impune, para eso es imperante que la joven que acusó a los policías se presente, acompañada de sus padres, a continuar el proceso legal, más aún cuando el país entero está al pendiente, pues eso garantizará que su denuncia, de corroborarse, no quede sin una respuesta efectiva.

Y aunque en México la realidad para muchas mujeres es atroz, eso no avala que de la diamantina pasen a los chingadazos generalizados, pues no todos los hombres son agresores, no todos son violadores y muchos apoyamos su lucha; y aunque no concordemos con su violencia, a veces el fin justifica los medios.

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