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El virus que está amenazando a Dios

FOTO: Archivo

Colaboración Especial

Por Pablo Chiw

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En este mundo que usted y yo habitamos, Dios se llama dinero. Hablamos del Dios neoliberal, aquel que decide el futuro de las naciones, que quita y pone gobiernos a voluntad. Ayer Haití, antier Nicaragua, anteayer Chile, y así continua en la cronología histórica de las democracias aniquiladas. Dios se llama dinero y el virus le ha desafiado.

El poder de Dios no ha podido

Los países más poderosos, los laboratorios más sofisticados, las supercomputadoras, los millones de dólares, las mentes más brillantes, vacunas, medicamentos y respiradores han sido insuficientes para derrotar al virus. El poder de Dios no ha podido comprar la cura, y el virus amenaza seriamente con volverse El Alfa y El Omega. Dios está en peligro.

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Son malas noticias

Somos, prácticamente, esclavos del poder. Hemos soñado apasionadamente la caída de uno de los dioses más mezquinos que la humanidad se ha inventado; ver a ese Dios caer debería ser motivo de celebración, pero son malas noticias.

Las tribus mundiales del precariado moriremos primero

Somos cuerpos desnutridos, infancias que bebieron más Coca-cola que leche materna, bolsillos que alcanzaron para dos hates callejeros, pulmones expuestos a emisiones prohibidas por normas internacionales, somos carnes predispuestas a la diabetes, la hipertensión y el cáncer. Sistemas inmunes tan deprimidos como los niños que nos quedamos completamente solos mientras papá y mamá trabajaron turnos de doce o catorce horas para traer al hogar la mirada caída y un salario mínimo dictaminado por la miserable voluntad de Dios. ¿Qué esperanza tiene tu sistema inmune frente a un organismo que ni Dios dinero ha podido detener?

Nuestro enemigo, el virus

Hablamos de una criatura infecciosa, insidiosa y hasta ahora indetenible. El virus penetra en el territorio más íntimo, se alimenta de nuestras entrañas, de nuestros tejidos. Aquí adentro confabula, se esconde y se transforma para seguir conquistando al estilo inglés nuestros territorios. Un ente que muta, tal como el T-1000 en la historia del Terminator, un exterminador implacable vestido de policía de Los Ángeles que se vuelve líquido como el mercurio y desarrolla dentro de sí, nuevas armas para asesinar.

De la misma manera, el virus cambia sus formas, hace con su materia instrumentos precisos para aumentar la velocidad de su propagación, proteínas que le sirven de picos, va aferrado, escalando, avanzando sobre la cajuela de un vehículo que acelera con la esperanza de escapar.

Nuestras armas no funcionan

Históricamente, hemos confiado en nuestros sentidos para protegernos. ¿Cuántas veces hemos visto de reojo aquel coche que estuvo a punto de arrebatarnos la vida? ¿Cuántas veces hemos olido el gas que nos hizo cerrar el tanque y abrir las ventanas? ¿Cuántas veces hemos recibido el disparo de adrenalina que nos hizo saltar la barda o pelear cual animal salvaje? En esta ocasión, no tenemos vista, olfato, tacto, gusto, ni audición para protegernos. Nuestros sentidos no son defensa frente al coronavirus, quien piense lo contrario avanza entre la suerte y la muerte, de hecho, quien piense lo contrario, en realidad no está pensando.

Si nuestra única defensa es pensar, estamos perdidos

De hecho, existe una rama de la psicología que se llama Psicología de la Irracionalidad, en resumen, estudia los motivos por los cuales, las personas tenemos esa marcada tendencia a tomar decisiones absurdas. Voy a simplificar al máximo la explicación con una analogía. El tanque de gasolina de un Sedán, generalmente, tiene la capacidad de contener unos mil pesos de gasolina, o sea, 50 litros: ¿cuánto le pones regularmente?

Pensar es cansado y lo evitamos a veces, a toda costa. Ser racional implica seleccionar las fuentes más confiables de información, asimilarla y actuar en correspondencia. Vamos, significa atreverse a ser impopular.

El terror a la impopularidad

Dentro de nosotros, alguien observa, evalúa que tan cool somos, hacemos o nos vemos. Estar en gracia frente a los demás es más importante que estar vivos. No exagero. Sabemos que los cascos salvan vidas, aún así, galopan galanes en sus potros de hierro, sin casco, sin protecciones y en chanclas: irracionalidades a exceso de velocidad.

Si a nuestra cotidiana irracionalidad, le agregamos nuestra emocionalidad, entonces estamos fritos. Algunos estudios señalan que nuestra inteligencia cae entre diez y 15 puntos cuando experimentamos emociones intensas, para las personas con inteligencia promedio significaría pasar a la categoría inferior.

El miedo a ser impopular, también es una emoción, dejarse el cubrebocas cuando todo el mundo lo ha desechado, nos arroja al abismo de lo impopular, de los inadaptados. Yo nunca quise ser el pendejito con casco cuando andaba en la bicicleta, ni la única que no tomaba cuando entré a la Universidad. Pero, una descalabrada o una resaca de aquellas, no se compara con perder la funcionalidad de los pulmones. Se trata de pensar, no de imitar, recordemos: el enemigo es el virus y es mortal.

Cuando te toca, te toca

Aunque no lo creas, las frases preelaboradas juegan un rol importantísimo en la vida de las personas a la hora de tomar decisiones complicadas. Mejor dicho, las frases preelaboradas sustituyen el proceso racional para tomar decisiones. ¿Cuántas veces has visto a alguien resolver un dilema con alguna de las siguientes frases?

“De algo nos vamos a morir”

“Cuando te toca, ni aunque te quites, cuando no te toca, ni aunque te pongas”

“Sale peor si te preocupas”

“No pasa nada…”

Nuestras mentes odian asumir la responsabilidad de los actos propios, cuando el deseo quiere lo que el yo consciente rechaza, entonces las frases preelaboradas se convierten en un bastón que sostiene y legítima al deseo, brincándose la determinación responsable del yo y con ello, la culpa.

Mi consejo: se impopular si quieres vivir

Toma una decisión racional basada en fuentes legítimas, si decidiste asistir a un lugar define lo que harás y lo que no harás, si decidiste no quitarte el cubrebocas mantén tu decisión, aunque nadie más lo haga. Si notas que hay demasiadas personas en un espacio y no se puede respetar la sana distancia, entonces retírate. Si vas a un encuentro donde habrá personas que desatarán en ti una respuesta emocional, entonces recuerda que tu inteligencia pudiera reducirse, mantente firme en tus protocolos. Si vas a tomar alcohol recuerda que será mucho más difícil mantenerte y mucho más fácil mandar tu seguridad al carajo abrazándote de un “cuando te toca te toca weeeey…”

Si estás en el trabajo, invierte en un cubrebocas de buena calidad, determina cuales son las principales actividades que implican mayor riesgo y busca una forma para anularlo. Si el cliente deja la propina en la mesa, se consciente que puede estar infectada, mejor deja un botecito y que allí se contengan las propinas, para luego desinfectar apropiadamente.

El Dios Mezquino

El Señor del Capital es mezquino, ya se dijo dispuesto a sacrificar nuestras vidas con tal de salvar la economía, su economía. Ninguno de estos señores te donará un pulmón, de la misma manera en la que nunca te han repartido las ganancias al final del año. Sólo quiero que sepas, que tú vales más que el sueldo miserable que ni siquiera te alcanza para consumir holgadamente en su negocio. No le debes lealtad a una empresa que no cuida el aforo, que te paga un salario mínimo, que te pide que arriesgues tu vida cuando ni siquiera te tiene en el Seguro Social. Si algo se va a perder, que sean ganancias, pero no más vidas.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Ciencia y religiones ¿Son compatibles? (II)

FOTOS: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El que Dios sea algo opcional, es decir, una entre muchas creencias y no el primer móvil es lo que rechazan los religiosos. ¿Qué dios? Un aspecto demencial es que las religiones teístas parten de la adoración a Dios. ¿Qué Dios? ¿Es lo mismo Alá que Cristo o que Shiva? ¿Por qué la creencia en alguno de estos tendría que chocar contra el conocimiento científico?

No podemos demostrar que Dios (cualquiera) no existe. En todo caso, el que defiende su existencia debe demostrarla, pero las argumentaciones lógicas al estilo de Tomás de Aquino o racionales como la de Descartes, no demuestran su existencia como ente físico sino tan sólo como una idea. Bertrand Russell es muy claro al respecto: no porque algo se defina entonces existe.

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La noción de Dios es semejante a la de alma, un modelo, una intuición o una teoría sobre la conciencia o el cosmos. Este vocablo Dios (Theos, Zeus) o God en inglés (Wotan, Odín) tiene tantas definiciones e interpretaciones que su uso se vuelve absurdo si el que lo utiliza no lo define con anterioridad.

¿Es lo mismo Jehová que Alá que Atón? Para muchos antropólogos y mitólogos claro que es lo mismo. Pero Robert Graves plantea que Yahvé o Jehová es una transliteración de una diosa de Palestina: Evohé, y Alá una derivación de la diosa árabe Alalita. Entonces el sentido cambia, lo cambia radicalmente.

¿Por qué el biólogo Morgan dijo que la fuente de los emergentes es una actividad inmanente a lo real llamada Dios? ¿Es lo mismo el Primer móvil aristotélico que el Demiurgo platónico? ¿El Arquetipo de Malebranche que la Inteligencia? ¿El Dios de Algazali que es la noción del hombre religioso y no el primer móvil natural? ¿El Dios de Malebranche que es lo infinitamente infinito que contiene en su esencia todas las finitudes?  ¿El de Leibniz como Mónada Suprema? ¿Una persona como sostienen los católicos o una fuerza como defienden algunos rabinos? Así, Dios puede ser la Voluntad, el Espíritu, el Ser, el dinero, el Orden, el Bien, el Uno, un carpintero judío, un dictador celestial, un furibundo con relámpagos, una Fuerza, una partícula, la luz, el rey de los fantasmas, un soplo impersonal, una realidad impersonal, lo incognoscible, un noúmeno, etc.

Escribir una historia sobre la idea de Dios sería relatar la historia de la humanidad. Parafraseando a un jesuita si todo es Dios entonces Dios es nada. Apelar a Dios nada significa pues puede ser cualquier cosa. De pronto tengo la ingenua y grosera idea de que a veces es fácil ser filósofo, mezclo palabras y escribo, luego pongo a Dios como causa, lo defino como quiera y lavo mis manos ignorantes. Además, ¿por qué no Diosa? ¿Qué acaso es macho?

La creencia en los dioses o en Dios como principio implica que él explique todo. El problema es que Dios no es perceptible, no es distinguible para nuestros sentidos. Lo que ciertas teorías científicas destacan es que la noción de Dios es prescindible. Si existe o no, no afecta a las hipótesis. Es más, quitar a Dios como hipótesis es mejor, pues se soslaya el problema de un fin último y la teoría se enmarca en un ámbito materialista. Como menciona el filósofo argentino José Pablo Feinmann, si Dios existe no tiene caso pensar pues ya todo está pensado. O mejor, la máxima de Epicuro: o los dioses no existen o, si existen, no se ocupan de nosotros.

Los dogmas religiosos pueden refutarse con investigación antropológica si estudiamos cuándo y en qué contexto histórico fueron inventados, pero esos dogmas son defendidos como verdades absolutas por los sacerdotes. La diferencia es que en la ciencia, los modelos de la realidad son falseables y cambian continuamente, mientras que las religiones teístas conservan sus mitos como verdad anquilosada. En una época en donde la embriología y la genética han demostrado que ciertos cromosomas determinan el sexo del embrión humano, conservar la leyenda de la virginidad de María resulta hilarante.

El científico rechaza el milagro divino y lo sobrenatural, el religioso creyente los acepta como revelación de un dios no inventado por él mismo sino dado ya por una educación que le ha enajenado. Irónicamente, piensa Anne Fagot-Largeault, la pérdida del punto de vista en Dios en el siglo XX significó la pérdida del absoluto en el universo, lo que sembró la duda sobre la verdad científica pues significó la pérdida de todo privilegio humano para enunciar lo verdadero. A mí me parece esto excelente. El científico debe dudar de la propia ciencia.

Lo que algunas doctrinas religiosas condenan es el escepticismo y que exista una ética no basada en la divinidad. Las religiones teístas son las que más han condenado algunas teorías científicas, especialmente ciertos mecanismos de evolución biológica y algunos modelos cosmológicos.

Las religiones ateas como el Jainismo y el Budismo no han tenido problemas con la ciencia actual, incluso el último Dalai Lama envió a un grupo de monjes a que meditaran mientras eran examinados por neurólogos de la Universidad de Chicago, y en sus escritos se ha mostrado abierto al conocimiento de las últimas teorías de física cuántica.  El hinduismo, tradicionalmente no ha mostrado rechazo con el conocimiento científico, debido quizá a que su postura es que la realidad es sólo una ilusión incognoscible (Maya).

Pero el Cristianismo —en todas sus sectas—, el Islam contemporáneo y, en menor medida, el Judaísmo, son hostiles a ciertas teorías y conocimientos científicos. La hostilidad tiene su base en la conservación del poder. Incontables personas fueron torturadas y asesinadas como herejes[1] debido a que no profesaban la fe imperante. Tanto la condena a Giordano Bruno como la acusación contra Galileo fueron porque sus tesis de la infinitud del universo, el que el espíritu estuviese hecho de átomos y el modelo copernicano, podían hacer tambalear los dogmas del cristianismo imperante. La condena de los rabinos de Ámsterdam a Spinoza por negar la inmortalidad del alma, era en realidad por defender el hedonismo, y eso que en ese momento el filósofo no había publicado aún nada y tenía 23 años.

La Carta al personal de la salud del Vaticano condena la experimentación con el embrión, las fecundaciones in vitro y la transferencia embrionaria; también la procreación asistida médicamente para las parejas no casadas u homosexuales, la clonación terapéutica y la eutanasia.

En el mismo Génesis se condena el conocimiento, Iahvé prohíbe comer el fruto de la sabiduría pues los humanos serían como dioses y el castigo es la muerte. Poéticamente es un símbolo poderoso, el que la lucidez total destruye al estilo de Rimbaud es el mismo principio de la Esfinge edípica. Pero si como mito es sabio, como dogma es nefasto pues prohíbe la curiosidad y la investigación, el anhelo de ser dioses en lugar de prosternarse ante ellos.

El Génesis es una obra probablemente escrita en el siglo VI a.NE en la corte del rey Josías. Ni siquiera es un texto original, sino que toma mitos egipcios y sumerios en un sincretismo propio de la época. La condena al conocimiento se explica en que sólo los nobles y los colegios sacerdotales tenían acceso al conocimiento, la coerción es el arma predilecta de los poderosos.

En 1340, Nicolás d’Autrecourt propuso que la luz era un corpúsculo y por lo tanto su teoría era atómica. La Iglesia Católica lo obligó a abjurar y quemó sus escritos. Quemar escritos y personas, condenar, prohibir ideas, coaccionar, vigilar, castigar, imponer dogmas parecen acciones propias de criminales. Eso es lo que las iglesias cristianas, y algunas islámicas, han hecho sistemáticamente por más de 1500 años de poder.

Las opiniones de líderes religiosos son tomadas como guías morales y, si alguien piensa que ya han pasado los excesos de tiempos en que una turba de cristianos instigados por el obispo de Alejandría linchó a Hipatia, considere algunos ejemplos recientes: el Cardenal Alfonso López de Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la familia del Vaticano, aseguró que los condones se fabrican con agujeros microscópicos para que pase el virus del SIDA, mientras que el Cardenal Wamala de Uganda escupió que las mujeres que mueren de SIDA deben considerarse mártires cristianas.

Timothy Dwight, rector de Yale, se opuso a la vacunación  pues  la consideraba una injerencia contra la voluntad de Dios.

¿Sigue usted creyendo que la religión y la ciencia son compatibles? No tanto desde la estética religiosa. Algunas lindezas del Concilio Vaticano I en 1968 bajo la autoridad del Papa Pío IX anatemiza a “quien diga que la ciencia humana debe proseguirse con tal espíritu de libertad, que puedan considerarse sus afirmaciones como verdaderas, aun cuando se opongan a la verdad revelada” y a “quien diga que la revelación divina no puede hacerse creíble por pruebas exteriores”.

 

Continuará…

[1] Hereje es una palabra hermosa, significa él que decide por sí mismo, o sea, él que piensa.

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La Profecía de Prometeo. El umbral del hombre como un nuevo dios

Detalle del mural “Hombre en llamas” de José Clemente Orozco.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando Zeus emasculó a Cronos, éste le maldijo. Algún día perdería su divino reino. Prometeo sabía la manera de cómo Zeus perdería su potestad; sería derrocado por un hijo más poderoso. “Nada podrá evitar que caiga la ignominia con caída insufrible. Un adversario tal se está preparando por sí mismo invencible prodigio, que una llama inventará que el rayo más potente y una explosión que ha de vencer al trueno…”, profetiza el titán en la tragedia de Esquilo, Prometeo encadenado.

Diversos comentaristas han interpretado quién o cuál podría ser tal llamarada. Para algunos era Heracles; para los primeros cristianos: Jesucristo. Me aventuro a interpretar la profecía. Prometeo no ser refiere al uno ni al otro. Él que derrocará a Zeus es el hombre. La humanidad por medio del poder que su creador –Prometeo, el filántropo[1]— les concedió: el conocimiento que lleva a la técnica.

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Según el mito, el titán creó al hombre con agua y arcilla. La humanidad horrorizada ante la muerte, vivía en cavernas, así que Prometeo nos regaló el olvido. Pero no era suficiente así que nos transmitió la arquitectura, la astronomía, las matemáticas, la navegación, la medicina y la metalurgia. Robó el fuego del carro ígneo del Sol y se lo dio a los hombres para que comenzara su aventura tecnológica.

Enfurecido, Zeus ordenó encadenar al titán a una montaña del Cáucaso donde devoraba su hígado a diario en forma de águila. Pero, en medio de la borrasca, encadenado, Prometo sabe que Zeus-Dios- sucumbirá al regalar a sus hijos el secreto para derrocarle. Ahora el hombre desea elevarse y sustituir a Dios[2]; ser él mismo un nuevo Dios.

En el umbral de nuestro destino prometeico, el ascenso hacia el Olimpo se ha configurado como desarrollo científico. Sin embargo, ese ascenso también puede significar la caída, el ocaso del hombre como un nuevo dios que no sabe cómo detener la pesadilla que ha disparado, tal como un doctor Frankenstein [3].

El nuevo Zeus indaga y cambia. Es un mago que intenta predecir los fenómenos sustituyendo el laurel y el hongo alucinógeno por la teoría. El nuevo lenguaje mítico ya no habla de quimeras o gorgonas sino de partículas, genes, ondas electromagnéticas y probabilidades cuánticas. Sustituye a Eros por neurotransmisores y la teleología innecesaria en la selección natural o la epigénesis. Este lenguaje también se hace viejo, mejor pensemos en los micro agujeros negros y las partículas supersimétricas.

Pero no es el significado que le damos al universo lo que nos impele a sustituir a Dios sino la transformación de la materia y la consolidación del mundo —y de los mundos posibles— por hacer. El fuego de Prometeo es nuestra inteligencia, no nuestra conciencia. Nuestra capacidad o ceguera, nuestra facultad gracias al pulgar y nuestra mente. Tal fuego nos ha servido y de él nos serviremos. Desde curtir pieles hasta construir aceleradores de hadrones ese fuego interior se exterioriza.

El hombre ya no sueña con modificar la vida, lo ha logrado. Cuando Niu en 2014 dio a conocer la técnica de la edición genética en su trabajo “Generation of Gene-Modified Cynomolgus Monkey via Cas9/RNA-Mediated Gene Targeting in One-Cell Embryos”; la historia de la humanidad cambió. La pesadilla de Mary Shelley es ya línea de investigación común. El desarrollo de la edición genética por medio del CRISPR ha logrado ya bebés modificados para lograr inmunidad hacia ciertas enfermedades como el SIDA. Los ejemplos de increíbles animales transgénicos son ejemplos puntuales de que aun no sabiendo qué es la vida podemos jugar con lo vivo. Los chinos ya han seleccionado perros transgénicos sin la miostatina que inhibe el crecimiento muscular. Tales caninos son hipertrofiados, perros “hulk” listos para el servicio militar y policial. Cabras con genes de araña que pueden dar seda en vez de leche y conejos con genes de medusa para ser bioluminiscentes son el parteaguas de cualquier posibilidad den el futuro.

Gato transgénico con genes de medusa que le permiten brillar en la oscuridad. FOTO: Clínica Mayo.

¿Qué nuevos dilemas bioéticos emergerán de estos procesos? Ya surgieron con la experimentación con células madre, la clonación de diversas especies incluyendo al humano, manipulación de estados mentales a través de fármacos, experimentación animal, etcétera.

Prometeo clama sobre el usurpador de Zeus, el nuevo dios dominará un rayo más potente y detonará una explosión que acabará con el trueno. Bien, ahora pensamos en bombas arcoiris; armas generadoras de energía electromagnética que pueden destruir total o parcialmente el equipamiento eléctrico y electrónico dentro de su radio de acción. Desde 1962, las potencias nucleares han incorporado a su arsenal armas capaces de producir un ataque de pulso electromagnético.

Bombas N, bombas H, bombas A y demás lindezas representan el arsenal bélico con el cuál se pueden destrozar ciudades y asesinar a millones de personas. No sólo eso, en el siglo XXI ya se tienen robots de guerra, los SWORD (Special Weapons Observation Remote Direct-Ation System) que han entrado en batalla.

Hoy mismo la innovación tecnológica se aboca a mejorar ambulancias robots, vehículos de combate de alta velocidad, bombarderos, tanques no tripulados y minas inteligentes (¿inteligentes?). Ahora mismo, los drones sirven tanto para cartografiar terrenos como para asesinar personas.

¿Inteligentes? Vuelvo a preguntar. En el siglo XXI ya hay ordenadores que vencen al campeón mundial de ajedrez, así como sistemas terapéuticos que permiten detectar emociones para interactuar con niños autistas. Nuestra existencia ligada a sistemas automatizados puede continuar en la pesadilla del golem cibenético.

“La terminación del momento en que el ábaco se transformó en un ente dotado de raciocinio consciente es tan ardua como la tarea de señalar el momento en que el simio se transformó en hombre.” Esta es una de las frases más geniales de la literatura y lo que Stanislav Lem plantea en su novela Golem XIV, el enamoramiento del hombre de sí mismo al crear espejos de su conciencia. Pero esos espejos podrán a su vez encontrar un camino autónomo, aunque, según Lem, lo construido sea más imperfecto que el constructor. La ignorancia del humano es –según Lem— ver el progreso precisamente en la pérdida de la perfección inicial.

Aún la humanidad requiere de Dios, de cualquier dios, no lo hemos derribado pues no hemos vencido a la muerte. La profecía de Atenea: El hombre algún día alcanzará a Urano, a Poseidón y vencerá al Hades, está en proceso. Pero ya comenzamos, minúsculos satélites, transbordadores espaciales, quizá un viaje lunar, batiscafos que otean un miserable porcentaje del océano y medicamentos avanzados, terapias génicas, trasplantes. Vamos en camino.

Somos protodioses jugando a Dios, la clonación y la creación de conciencias artificiales. Hemos endiosado al cerebro como si este fuera el parangón del polvo. Cómo dice Golem XIV, ¿salvaremos al hombre rechazando todo lo humano?

Quizá el sueño teleológico de los estoicos al considerar la razón que penetra como pneuma la materia, consiste en que el hombre podrá ser un dios mediante el uso de tal razón al homologar el cosmos. Esa razón fue la base de los iluminados que fundaron las sectas empíricas.  Las tecnociencias actuales en su delirio racional parecen consagrar el camino que los iluminados abrieron en el siglo XVI.

Los nuevos dioses jugando con sus criaturas extenderán la profecía de Prometeo, imaginemos a una supercomputadora encadenada, a una conciencia abstracta y virtual encadenada a un Cáucaso de sílice y micro sensores, a un ciborg clonado, todos ellos blasfemando contra el nuevo Zeus.

La pregunta fundamental de su nuevo alegato será: ¿Quién destronará al hombre?

NOTAS:

[1] Philan Thrópos: amar al carácter de los hombres.

[2] ¿Qué otra cosa representa el mito en el Génesis. La serpiente al otorgarle el fruto del conocimiento a Eva y Adán les promete: Seréis como Él.

[3] No en balde, Mary Shelley subtituló a su novela: El moderno Prometeo.

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