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Explorador, Cartógrafo y Misionero: El Legado de Juan de Ugarte en Baja California

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el corazón de la rica historia de Baja California, la figura de Juan de Ugarte emerge como un pilar de exploración, cartografía y devoción misionera. Nacido el 22 de julio de 1662 en el Reino de Guatemala, y fallecido el 29 de diciembre de 1730 en la Misión de San Francisco Xavier, California, México, Juan de Ugarte dejó una huella indeleble en la península.

Hijo de Juan de Ugarte y María Vargas, Juan fue uno de los 14 hijos de este prolífico matrimonio. Su compromiso con la Compañía de Jesús comenzó en 1679 en Tepotzotlán, México, donde ingresó a la orden. Su camino se entrelaza con los padres misioneros Eusebio Francisco Kino y Juan María de Salvatierra, quienes lo llevaron consigo en la labor misionera que marcaría el destino de Baja California.

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Desempeñando un papel fundamental en la creación del Fondo Piadoso de las Californias, Ugarte recolectó fondos y abastecimientos para la misión. Su llegada a las Californias en 1700 marcó el inicio de una trayectoria ejemplar. No solo se dedicó a la construcción del asentamiento misional de San Francisco Xavier, sino que también introdujo técnicas agrícolas, hilado y tejido de lana, enseñando estos oficios a los cochimíes.

Con la muerte de Salvatierra en 1717, Juan de Ugarte se convirtió en el sucesor al frente de las misiones jesuitas en California. Su liderazgo se vio desafiado por adversidades como un huracán en el mismo año, pero su compromiso inquebrantable llevó a la consolidación y expansión de las misiones, incluyendo la fundación de San José de Comondú en 1708.

Apodado El Atlante de las Californias por Salvatierra, Ugarte demostró su espíritu explorador al aventurarse por la costa occidental de la península en 1703. Su deseo de entender la geografía de la región lo llevó a liderar una expedición en mayo de 1721 hacia el Golfo de California. A bordo del navío El Triunfo de la Cruz, Ugarte exploró las costas, confirmó la conexión terrestre entre la península y el continente y contribuyó significativamente a la cartografía de la zona.

El “Triunfo de la Cruz”, construido bajo la dirección de Ugarte en 1719, se convirtió en una pieza clave para viajes a lo largo de varios años en las costas de la península de California. El Padre Ugarte continuó trabajando incansablemente hasta su muerte a los 68 años, siendo sepultado en la Misión de San Francisco Xavier de Viggé-Biaundó.

En la memoria de Baja California, Juan de Ugarte perdura como un visionario y misionero cuyo legado se extiende más allá de las páginas de la historia, dejando una impronta imborrable en la tierra que exploró y amó.

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Estoy aquí, aún vivo; extractivismo cultural de Minera El Boleo al pueblo Cochimí

FOTO: Mexicali686 /Interior: Internet

El Desierto Crece

Por Rodrigo Rebolledo

 

 

Estoy aquí

Aún vivo sangre mía

Vivo en tí hermano

Vivo en tí hijo mío

En tí vivo porque existes

¡Estoy aquí! En las piedras

en las montañas, en el volcán

En las cuevas, en el fuego

 -María de la Luz Villa Poblano

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  La apropiación cultural, es la adopción o uso de elementos culturales por parte de miembros de otra cultura sin permiso. ​ También se conoce como apropiación cultural indebida, y a menudo es retratada como dañina. En la cultura mediática de la post verdad, la propiedad cultural es un concepto problemático, porque al mismo tiempo que se dan estos procesos de apropiación contra la voluntad de grupos humanos históricamente discriminados, se dan igualmente otro tipo de manejo de los elementos culturales que tiene que ver con la asimilación o aculturación entre dos o más grupos humanos en continuo contacto e interrelación. Pero, cuando el uso de las prácticas e imágenes de una cultura se da sin el consentimiento de una cultura de origen, ello se considera un acto colonial -una violación-, de los derechos a la propiedad intelectual, a la identidad y a tener una cultura propia de estos grupos humanos. Un ejemplo de ello, lo encontramos en la propia sociedad sudcaliforniana, que sin duda, es el caso más reciente en el ámbito.

Se podría decir que Baja California Sur y el noroeste del país, en general es la región más colonizada del país. Además de ser parte de la colonia española, él extremo sur de la península fue durante las primeras décadas de la democracia mexicana un territorio controlado de manera centralizada hasta la segunda mitad del siglo pasado. Luego de un exterminio de los pueblos locales que jamás pudieron asimilar la cultura occidental. Para poblar la región sur de la península, se procedió a introducir mano de obra para explotar la riqueza minera y el potencial agrícola del territorio. Desde luego, esta mano de obra, fue en muchos casos constituida por integrantes de diferentes pueblos indígenas oprimidos del centro del país.

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Juan Manuel Romero Gil, menciona en su trabajo sobre la minería en Santa Rosalía que, la compañía El Boleo, entonces de capital francés, sumó a su fuerza de trabajo miles de indios yaquis como los primeros trabajadores en el mineral. Confinados al trabajo subterráneo, desde 1885 siempre hubo una población que oscilaba entre setecientos y mil indios yaquis. Menciona que es muy probable, que su arribo al mineral se haya dado en medio de la guerra de exterminio que llevó a cabo el Gobierno de México contra su raza. Aunque, los Yaqui trasladaron a Mulegé sus costumbres y creencias. Las tradiciones, aún bajo prohibición de la empresa, de celebrar la Semana Santa con cantos y danzas, ahora forman parte del atractivo cultural de la cabecera municipal que busca certificarse como un pueblo mágico, para impulsar el turismo cultural al norte del Estado. Fueron de los grupos, sin un lugar estable en el mineral. Al parecer, en la política habitacional de la empresa europea no estaba prevista la casa tipo de los mineros de origen yaqui. Estos tuvieron que construir sus casas con materiales sobrantes en las barrancas del pueblo.

Durante el verano, que resulta siempre abrasador en aquellos lugares, la neumonía, la bronconeumonía y la tuberculosis eran la causa de cientos de muertes entre los trabajadores; pues las jornadas que realizaban en el socavón estaban sujetas a climas que oscilaban entre el frío interior y el calor sofocante del exterior. A ello se sumaba un violento proceso de trabajo que consumía un promedio de diez vidas por año en accidentes menciona Romero Gil sobre las condiciones de trabajo.

En total, en esta década fallecieron 4,801 personas lo que corresponde a 436.45 defunciones por año; 36.37 muertes por mes y a 1.25 por día. En especial el trimestre julio-septiembre, de 1906 fue fatal para los habitantes, se sepultaban 2.27 personas por día. Esto obligó a establecer dos nuevos campos mortuorios a los que sobraba clientela. Sin desenterrar ese pasado, el pasado 21 de febrero, la empresa Minera El Boleo, compartió en sus redes sociales una imagen de María de la Luz Villa Poblano, integrante y líder del menguado pueblo Cochimí, y una importante promotora del reconocimiento de su cultura como una en riesgo de desaparición.

La publicación alusiva al Día Internacional de la Lengua Materna menciona a la cultura Cochimí a la cual considera en proceso de revitalización: En el municipio de Mulegé contamos con la presencia de la cultura Cochimí, la cual se encuentra en un proceso de revitalización, en rescate de su lengua y sus tradiciones.  La diversidad lingüística se encuentra cada vez más amenazada con un mayor número de lenguas que desaparecen, llevándose consigo su desaparición todo un patrimonio cultural e intelectual, publicaron. El Día Internacional de la Lengua Materna, subraya la importancia de los idiomas en la diversidad cultural, la formación del pensamiento y modalidades únicas de expresión, además de promover el multilingüismo y la preservación de las lenguas en peligro de extinción, aseguraron.

La publicación venía acompañada de una copia no autorizada del rostro de Juanita Tana Villa Poblano, capturada por el reconocido artista visual Miguel Ángel de la Cueva, sin dar crédito ni mencionar al artista o al personaje retratado. Al no ser autorizada, el autor advirtió tener derechos sobre la fotografía. Pero, además, advirtió que al ser de una agente de la cultura Cochimí como lo es Talita Villa Poblano, debía ser utilizada sólo para los fines que ella dio consentimiento. Al advertirlo, sin dar mayor explicación, la empresa minera retiró la imagen. Pero procedió a repetir la publicación palabra por palabra, ahora, usando la fotografía de las manos de una mujer de edad avanzada que parece estar preparando tortillas de harina. Una búsqueda de la imagen a través de herramientas digitales, permite saber que se trata de las manos de una mujer Rabari. Los Rabari (también conocidos como Raikas, o Dewasi) son un grupo étnico de la región Kutch de Gujarat, al este de la India.

El extractivismo es un modelo que se encarga de explotar la riqueza natural para exportarla a otros países, sin ningún tipo de valor agregado. Ese es el modelo de la minería metálica, como la que opera en Santa Rosalía, por parte de la minera El Boleo.

Los pueblos indígenas deben exigir el derecho a la consulta libre, previa e informada antes de que la cultura tangible e intangible sea usada comercialmente por foráneos o usada públicamente por el Estado. Un ejemplo es la promoción de la cultura indígena como la cultura o el atractivo regional o local, cuando los pueblos indígenas han sido sistemáticamente oprimidos y excluidos en esos mismos estados.

La apropiación cultural procede a cosificar la expresión cultural de un pueblo, que la cultura dominante oferta dentro del mercado, mientras que el extractivismo cultural es la sustracción de un saber, conocimiento o arte de un pueblo oprimido para destruirlo. Cabe preguntarse si aquí no solo se está apropiando sin permiso el rostro cochimí de Villa Poblano como uno de los últimos vestigios de esa cultura, pues además de ello, al asegurarse de presentar la cultura en un riesgo auténtico de desaparición como en una falsa revitalización, se está buscando oprimir y destruir su verdadera expresión.

Cabe recordar que, Minera El Boleo, no es la misma compañía francesa que aniquiló a miles de yaquis luego de explotarlos en sus tajos de extracción durante décadas y ahora se trata de una empresa de capital coreano, que recientemente consiguió una ampliación en sus permisos para el área de extracción a través de un proceso de consulta pública anómalo que llevó a la empresa a iniciar una campaña de posicionamiento mediático que continúa desde hace meses.

Las acciones hacia la señora Villa Poblano por parte de Minera El Boleo, se dan en un contexto muy delicado. Cuando en las tierras al norte de este proyecto minero avanzan los planes de otra iniciativa para extraer minerales en tierra Cochimí. Los productores agrícolas del Valle del Vizcaíno en Mulegé, saben de la posibilidad inminente del inicio de operaciones en el sitio por parte de Grupo México con su proyecto conocido como El Arco, en la frontera de las dos californias de la península.

Recientemente, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), dividió en dos al acuífero de Vizcaíno para formar otro al que se le puso el nombre de Llanos del Berrendo, al que se le asignó una disponibilidad de poco más de 9 millones de metros cúbicos de agua. Estas acciones, ya son vistas como una preparación para la operación de un proyecto que busca extraer minerales como oro, plata, cobre y molibdeno. En este contexto, el gobernador sudcaliforniano, Víctor Castro Cosío, pidió públicamente a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda que no autorice el cambio de uso de suelo a la minera El Arco ,por considerar que las acciones de CONAGUA deben ser revisadas antes de que inicie sus operaciones el proyecto minero.

Pero cabe exponer si acaso la proposición del gobernante es suficiente, el territorio en donde conviven las últimas comunidades Cochimíes en Santa Gertrudis, El Arco y Campo Alemán, debería ser considerado el reducto de esa revitalización que informa una empresa minera, mientras otra la amenaza con la desaparición de su forma de vida a través de la agricultura y el arte en una de las zonas más áridas y de difícil acceso del país.

El desierto crece.

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De jesuitas y zorrillos en la Antigua California

Foto ilustrativa de Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Al llegar a la California, los jesuitas descubrieron una gran cantidad de flora y fauna, lo cual hizo que inmediatamente su espíritu inquisidor e ilustrado tratara de hallar referentes en animales y plantas que ya eran conocidas en otras partes del mundo. Fue por ello que casi siempre en sus observaciones hacían comparaciones por lo general acertadas, y otras no tanto, en donde trataban de ejemplificar que tal o cual animal o planta “era como” tal o cual otra ya conocida. A los ignacianos y sus portentosos escritos se debe que nuestra biodiversidad haya sido conocida muy bien en diversos lugares de Europa antes que, incluso, en la misma Nueva España.

El caso que hoy nos ocupa es la forma en que Miguel del Barco insigne jesuita español que misionó por más de 32 años en la California, 30 de ellos en la misión de San Francisco Xavier de Vigge Biaundó, describe al tristemente célebre zorrillo californiano. Este sacerdote lo describe como “un animalito bastante peludo, lleno de listas blancas y negras en el lomo y costados. Muchos, en lugar de las listas negras, las tienen pardas. Son muy hermosos a la vista, especialmente los primeros”.

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No tardó mucho tiempo en encontrar el mecanismo de defensa de este animalito: “cuando se asustan o tienen miedo, levantan derechamente en lo alto la cola, cuyos largos pelos, saliendo en su principio juntos, se esparcen en lo más alto vistosamente hacia todos lados, formando la figura de una garzota, pero más abierta y extendida en lo alto. Su principal arma para defenderse de sus enemigos, y aun para ofenderlos, es un fetor intensísimo, que despiden de sí, cuando se ven en los mayores aprietos”. Con su carácter curioso y su mente siempre dispuesta a realizar un análisis escolástico profundo de todos los sucesos que presenciaba, del Barco ejemplificaba los efectos que producía este “fetor” en diferentes circunstancias:

a) “Si un zorrillo se ve muy acosado de un perro, cuando éste va ya a echarle sus dientes, despide el zorrillo oportunamente su arma; y es tan fuerte que el perro como aturdido con ese fetor infernal, prontamente se retira, sacudiendo el hocico y respirando fuerte en ademán de quien dice: ¡esto no se puede aguantar!”

b) “Si el indio, al disparar la flecha le acierta tan bien que al primer golpe le deja muerto de repente, no hecha hedor; mas si se siente herido, sin quedar luego muerto, entonces suelta un fetor intolerable, como si quisiera vengarse de quien le hirió y deja la pieza inficionada para mucho tiempo. Para evitar este inconveniente se experimentó ser mejor sacarlos vivos, tomados por la cola, lo cual es fácil, porque como el zorrillo la levanta en alto cuando tiene miedo, como antes dije, y se mete detrás de cualquiera cosa para esconderse, se le coge de la cola y se levanta en alto, quedando con la cabeza abajo sin poder morder. Si prontamente le sacan fuera y llevan algo lejos, el que le lleva asido de la cola le da una fuerte sacudida contra una piedra, queda muerto sin fetor. Más si después de cogido, se hace mucho ruido y algazara, como suelen los muchachos cuando han cogido la presa, sucede que el desventurado, con el gran miedo, despide su arma, como delante de mí sucedió algunas veces”.

El padre Miguel pudo determinar los hábitos de vida del zorrillo. Nos dice que por lo general acostumbra comer huevos de gallina, y en caso de lograr atrapar a alguna de estas aves solamente las degüella y bebe su sangre, comiendo muy poco de su carne. Suele esconderse en los corrales de estos animales e irlos devorando poco a poco hasta que acaba con todos ellos. También, se alimenta de insectos como el ciempiés. Sus hábitos son nocturnos por lo que en el día es raro que se vea alguno merodeando. Observó que, las temporadas en que es más común observarlos es a finales del otoño y principios del invierno. Son animalitos asustadizos que prefieren esconderse y rehuir la pelea, solamente cuando se ven acorralados y en peligro inminente es cuando hacen uso de su “arma pestilente”.

El sacerdote del Barco comenta que apreció la duración del hedor que producía esta arma del zorrillo en varias ocasiones las cuales ejemplifica: “una de ellas, cerca de la puerta, al sacarle de mi aposento colgado de la cola; lo cual fue bastante para que la madera de la puerta recibiese la impresión tan fuertemente que, por muchos días y aun semanas, se percibía al entrar y salir el hedor del zorrillo, no obstante, que la puerta caía al aire libre”.

Otra oportunidad fue esta: “en una ocasión despidió su arma junto a cierta vasija de metal de China y por el lado en que recibió la impresión la conservó tan tenazmente que, después de muchos días, la mano que tocaba aquella vasija quedaba infeccionada del mismo fetor. Traté de fregar y frotar despacio para que le perdiera y trayéndomela después, advertí que, aunque ya menos que antes, aún se percibía el hedor. Volvieron a repetir la operación fuerte, hasta que en fin le perdió”.

Con su mente analítica, el sacerdote da una explicación de cuál es el origen de esta extraña arma del zorrillo, que es tan efectiva para ahuyentar a todo aquel que intente provocar su ira. No olvidemos que los jesuitas durante sus estudios en los colegios recibían materias y leían libros sobre botánica y zoología lo que les ayudaba mucho cuando tenían que hacer sus informes sobre estos aspectos de la región donde les tocaba ejercer su ministerio.

La explicación que desarrolló el ignaciano fue la siguiente: “comúnmente se cree que este fetor proviene de la orina de este animalito. A mí me parece que no nace, sino de un flato que despide, de un aire espesísimo, el cual difundiéndose y mezclándose con el aire común que respiramos, no sólo le comunica su fetor, sino que experimenta que dentro de la circunferencia de algunos pasos, verbi gratia seis o más hacia todos lados en distancia de su origen, todo el aire se espesa y se engruesa, de suerte que aun por sólo este título parece que dificulta la respiración y casi se puede palpar”.

Durante su discurso sobre este tema Del Barco niega que el olor tan fétido provenga de la orina del animalito, ya que él no ha observado que cuando este animal lanza su “arma” queden gotas de orina en el suelo, además que para él es imposible que la orina líquida pueda transmitir ese fetor hacia el aire cercano al animal, por lo que concluye: “si esto fuera así, debía ser en tal cantidad —la orina— que a una ojeada, no pudiera escaparse a la vista, pero ésta nunca lo ha descubierto y así concluyo que no la orina, sino un flato causa el fetor del zorrillo”.

En la actualidad se ha podido comprobar que lo que produce el fuerte olor que secretan los zorrillos (mofetas) es un líquido producido por unas glándulas anales. Este líquido es expulsado con tal fuerza que logra llegar hasta dos metros de distancia, es por ello que en ocasiones sale “pulverizado” en pequeñas gotas que son difíciles de percibir a simple vista —y menos cuando es en la noche—. La sustancia activa de este olor tan desagradable (fetor) es el azufre.

Como apunte final les comento que Miguel del barco dejó asentado que el nombre que los cochimíes daban a este animal era “yijú”.

Bibliografía:

Historia natural y crónica de la Antigua California – Miguel del Barco.

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Fragmentos del culto mortuorio de los Antiguos Californios

IMAGEN: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Nuestra media península austral está llena de secretos, de historia, de tradición, sólo es cuestión que nos adentremos un poco en los libros que nos dejaron las personas que convivieron con los primeros pobladores para que desentrañemos este pasado increíble del cual nos debemos sentir orgullosos.

De acuerdo a textos escritos en el siglo XVIII, por personas que convivieron, algunos por más de 30 años, con los grupos primarios que poblaron la California, es que podemos conocer de primera mano sus tradiciones, creencias, mitos y aquello que los antropólogos conceptualizan como “Cosmovisión”.

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Me refiero a los textos escritos por los sacerdotes jesuitas que implantaron el régimen misional en estas tierras y que en la actualidad son libros valiosísimos: “Historia de la Antigua ó Baja California” de Francisco Javier Clavijero, “Historia natural y crónica de la Antigua California” de Miguel del Barco,Noticias de la península americana de California” de Juan Jacobo Baegert,Noticia de la California y de su conquista temporal y espiritual hasta el tiempo presente” (3 Tomos) de Miguel Venegas, “Informe del estado de la nueva cristiandad de California” de Francisco María Píccolo y otros más.

En sus páginas podemos encontrar muchas referencias al intrincado sistema de conceptos que formaban la cultura de los Californios y, aunque cada uno de estos jesuitas desde su personalidad y óptica particular hace referencias a ellas, podemos obtener conclusiones sumamente valiosas para comprender ese mundo en el que vivían los primeros pobladores. En estos días en que en nuestro país se conmemora el Día de Muertos he querido exponer algunos de los resultados de mis investigaciones sobre la cultura mortuoria de los Antiguos Californios.

En primer lugar, he de mencionar que los antiguos pobladores creían que había una “vida” después de la muerte, esto es, que ellos habían construido unas interesantes creencias sobre lo que pasaba con el espíritu de la persona que moría. El sacerdote Miguel Venegas, en su obra, menciona que los Pericúes creían que existía un dios supremo de nombre “Niparaya”, este dios había concebido a 3 hijos y uno de ellos, de nombre “Quayaayp” estuvo entre estos, (indios del sur) y los enseñó. Era poderoso, y tenía mucha gente: porque se metía dentro de la tierra, y sacaba gente. Enojáronse con él, y lo mataron; y cuando lo mataron lo pusieron una toquilla de espinas. Esta hasta hoy muerto; pero muy hermoso, sin corrupción alguna, echando continuamente sangre: no habla por estar difunto; pero tiene un tecolote (o búho) que le habla.  También como parte de sus creencias, los Pericúes le mencionaban que “el gran señor Niparaya no quiere que la gente pelee, porque todos los que mueren flechados no van al cielo: por el contrario, Wac-Tuparán quiere, que la gente pelee, porque mueran flechados, y vayan donde él está”.

Miguel del Barco, jesuita que vivió por más de 30 años entre los Cochimíes de la misión de San Francisco Javier Vigge Biaundó, dejó escrito lo siguiente: “Creían los Californios en la inmortalidad del alma porque unos decían que las almas de los buenos iban al norte por creer que por allá siempre había abundancia de pitahayas. Y las de los malos iban al sur, teniéndola por tierra más desdichada. Otros creían (como los de Loreto y sus cercanías) que los que mueren van al Carmen, isla desierta situada en frente de Loreto y a poca distancia. Por eso a los muertos, cuando no los quemaban, los enterraban sentados con los instrumentos propios de su sexo; a los hombres con sus zapatos, o guaraches, arco y flechas en la mano, etcétera. A las mujeres con guarachas y su red, o aparejo en que suelen cargar mezcales y lo demás que recogen del monte.

De singular importancia es la siguiente anotación que nos dejó este mismo sacerdote de acuerdo a lo que pudo presenciar: “Después de unos días, hacía la gente sus exequias o fiestas al muerto, y estas se reducían a ciertos cantos y bailes de noche (en los bailes había licencia general para que, al concluirse se retirase cada uno con la mujer que quería). El hechicero daba alguna carrera lejos y después volvía diciendo que ya había hablado con el muerto, con que dejaba a todos consolados. Y la gente era tan simple que creía estos y otros embustes de los hechiceros. Estos decían, cuando llovía y aguardaban de resulta abundancia de sus comidas, que ellos habían subido allá arriba a las nubes, que habían llamado al agua, y que por eso llovía”. Finalmente, citaré una creencia muy interesante que tenían los Cochimíes. “Entre sus instrucciones supersticiosas enseñaban que no debía matarse un león, porque el león muerto haría morir al que le mataba”.

Estos y otros interesantes textos que he podido analizar, nos dicen que nuestros antiguos Californios eran seres inteligentes y que se preocupaban no sólo por hallar explicaciones a los sucesos que observaban cotidianamente, sino también de encontrar una explicación, aunque fuera de índole sobrenatural, para sucesos como la muerte y lo que pasaba posteriormente con su esencia. Espero que esta breve información sirva de motivación para que más personas incursionemos en este mundo maravilloso de la historia de nuestra Sudcalifornia ancestral.

 

Bibliografía:

“Historia de la Antigua ó Baja California” – Francisco Javier Clavijero

“Historia natural y crónica de la Antigua California” – Miguel del Barco

“Noticia de la California y de su conquista temporal y espiritual hasta el tiempo presente” (3 Tomos) – Miguel Venegas

 

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