Las imágenes sagradas en las Misiones Californianas

IMÁGENES: Cortesía

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuántas veces al visitar los pocos templos ex misionales que aún subsisten en nuestra parte austral de la península de Baja California, nos sorprende la mirada las decenas de retablos, óleos, esculturas y en general todas las imágenes que decoran el espacio sacro.

Ante este soberbio espectáculo uno  no deja de hacerse preguntas como ¿Cuál fue el propósito de traer desde cientos de kilómetros de distancia estas imágenes? ¿Su uso sólo fue decorativo u ornamental, o tuvieron otra función? Fue así como inicié una búsqueda de información que pudiera satisfacer mi curiosidad a este respecto.

También te podría interesar: El culto a la Virgen de Loreto. Una tradición jesuítica en la California

Las imágenes, al igual que el lenguaje humano, escrito u oral, tienen como función el transmitir un mensaje. En el caso del lenguaje oral y la escritura, el mensaje se transmite con una mayor precisión puesto que poseen un código, fonético o gráfico, que hace que esta función se cumpla más o menos a cabalidad. En el caso de las pinturas o esculturas, el mensaje se transmite de manera simbólica, es más interpretativo y depende en gran medida de la pericia de la persona que lo trasmite así como de los “significados” que posee quien lo recibe. Sin embargo, para ser justo, en todos los tipos de mensajes que se transmiten entre los seres humanos siempre cabe un nivel de subjetividad, ya que como se dice coloquialmente “una cosa es lo que se dice y otra es lo que se interpreta”.

Regresando al asunto que nos ocupa, a la llegada de los Misioneros a tierras en donde les era desconocida la cultura y el lenguaje de las etnias que las habitaban, se les presentó una gran dificultad para poder entablar una comunicación. El principal objetivo que buscaban estos religiosos era evangelizar, esto es, convertir a su religión a todos los naturales que pudieran por medio de la enseñanza del catecismo así como de los “misterios” de la fe. Como podemos imaginarnos, el lograr concretar este propósito se presentaba muy difícil.

En el caso de los Misioneros que llegaron a la California —desde el año de 1683 cuando acompañaron a la expedición del explorador Isidro Atondo y Antillón—, los cuales fueron Eusebio Francisco Kino, Juan Bautista Copart y Matías Goñi, la primer estrategia que emplearon para evangelizar a los Californios fue aprendiendo la lengua que se utilizaba en cada uno de los lugares donde estuvieron (La Paz, San Bruno y Londó). Posteriormente, la evangelización se dio traduciendo los rezos y toda la doctrina básica de la iglesia católica para que posteriormente fuera memorizada por los catecúmenos a través de largas jornadas de repetición. Lamentablemente, esta experiencia de conversión fue de muy corta duración, escasos 2 años, además de que no se contó con los recursos y el tiempo necesario para ello: los misioneros compartían su tiempo de catequizar con largas exploraciones hacia diferentes partes de la península, además de que no contaban con recursos económicos suficientes como para construir un templo y ornamentarlo de forma adecuada. Sin embargo, esto no obstó para que aplicaran la primer estrategia iconográfica en sus neófitos, la cual consistía en entregares un collar del cual pendía un pequeño crucifijo, posteriormente a ser bautizados. Este collar simbolizaba, por un lado, su pertenencia como siervos y creyentes de la Iglesia Católica y por otro, una clara distinción de quiénes ya estaban bautizados y los que no.

Posteriormente al establecimiento de la Misión y Real Presidio de Loreto en el año de 1697, en donde ya se estableció de manera formal la incursión permanente de la colonización de la península, la cual correspondió estar bajo el mando de la iglesia católica y de la mano de los sacerdotes de la Compañía, previo acuerdo entre la Corona Española y los religiosos; los sacerdotes iniciaron una etapa permanente de evangelización de los miles de Californios que fueron encontrando a su paso. Lo anterior lo realizaron basándose en algunos diccionarios elaborados por Kino y Copart en su anterior estadía en la península, sin embargo, a lo largo de los 70 años que duró la labor misionera de los ignacianos, continuaron creando más obras de este tipo.

Por lo general a los jesuitas que iban llegando a la península se le enviaba por un año o más a algunas misiones, para que aprendieran la lengua de los naturales y, posteriormente, los destinaban a fundar nuevos enclaves o a sustituir a sacerdotes que por enfermedad o muerte ya no podían desempeñarse en su ministerio. El lenguaje oral fue la primer herramienta que tuvieron para hacer que los naturales aprendieran el Evangelio, los rezos y en general toda la doctrina católica. Conforme pasó el tiempo y tuvieron recursos económicos suficientes para adquirir pinturas o imágenes religiosas, empezaron a utilizarlos como “materiales didácticos” a fin de que fuera más fácil el aprendizaje de ciertos pasajes bíblicos o doctrinales, al tiempo que causaban un mayor impacto en la mente de los catecúmenos.

Este tipo de enseñanza basada en el aprendizaje de la lengua de los naturales así como el uso de iconografía no fue inventada en la California ni mucho menos dejada a la casualidad, al contrario, era un sistema que se había perfeccionado en los 157 años previos a la llegada de los Ignacianos a la península (la Sociedad de Jesús fue fundada en 1540). En las incontables misiones que se realizaron en Asia, Europa y muchas partes de América, antes de llegar a la California, tuvieron la oportunidad de ensayar muchas técnicas y métodos de enseñanza, concluyendo que la mejor forma de lograrlo era de la forma en que ya describimos. Estos adelantos eran reportados en largos informes a sus superiores en Roma, los cuales los destinaban a grupos de estudiosos que sistematizaban su uso y lo convertían en guías de enseñanza para que los misioneros las estudiaran durante su noviciado e, incluso, las llevaban consigo al iniciar su labor misionera.

Algo que muy poca gente conoce, es que los Jesuitas durante su formación en los Colegios estudiaban en su Ratio Studiorum: interpretación de  jeroglíficos, símbolos pitagóricos, apotegmas, adagios, emblemas y enigmas, incluso, se les incentivaba a agregar a los temas estudiados, pinturas que respondan al emblema o argumento propuesto, esto es, “tenían así una educación proclive al uso, la creación y la interpretación de signos y emblemas como a la relación entre textos e imágenes y a la lectura «figurada» o metafórica”. Lo anterior los preparaba para que, al llegar a un determinado sitio donde emprenderían su obra misionera, fueran percibiendo aquellos símbolos o alegorías tallados en piedras, dibujados en códices o pinturas rupestres, esculpidas en ídolos u objetos de este tipo, para poco a poco buscar una semejanza o interpretación pero que estuviera directamente relacionada con la doctrina católica. Con ello garantizaban que los naturales fueran comprendiendo los misterios de la religión que se les estaba enseñando —o imponiendo— basado en los “significados” que ellos ya poseían y que manifestaban en sus ídolos o pinturas.

Es por lo anterior que los templos que fueron erigiendo los Jesuitas en toda la península de Baja California poseían una gran cantidad de óleos, retablos, esculturas religiosas, pinturas de cruces y símbolos relacionados con la cosmovisión católica, mismos que aún podemos apreciar en los pocos templos que aún se encuentran en pie. Lamentablemente, desde la expulsión de los Jesuitas de la península, ocurrida en el año de 1768, se han ido perdiendo —no puedo decir robando, ya que no tengo pruebas de ello— una gran cantidad de pinturas y esculturas, dejándonos sin la posibilidad de admirarlas y de poder estudiarlas para conocer aún más sobre su uso en la doctrina católica.

 

Bibliografía:

Los jesuitas y la imagen—signo — Ricardo González Marchetti

Historia natural y crónica de la antigua California – Miguel del Barco.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Decreto 374 de la Constitución de Baja California Sur. 38 años de letra muerta

IMÁGENES: Cortesía

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hace unos días leía distraídamente una de esas revistas muy populares en donde se exhiben fotografías de eventos de moda y que viene con una gran cantidad de publicidad. Ante mi sorpresa, fui descubriendo poco a poco cómo la palabra baja aparecía en los nombres de varios negocios así como en eventos a los que se estaba convocando. El adjetivo baja era utilizado como una sustitución, ya sea del nombre de nuestro estado o de la península.

Qué lejos parece estar aquel tiempo en que decir en su totalidad el nombre de este Estado, sin omitir la palabra California, era motivo para henchir el pecho de orgullo. ¿Qué es lo que nos ha llevado a caer en esta insana costumbre? ¿Qué es lo que ganamos al sustituir el nombre de nuestro Estado y península por un adjetivo? En las siguientes líneas pretendo dar una respuesta.

También te podría interesar: El culto a la Virgen de Loreto. Una tradición jesuítica en la California

Gracias a los buenos oficios de los historiadores como Carlos Lazcano Sahagún, Miguel León-Portilla, Eligio Moisés Coronado, Leonardo Reyes Silva y muchos más, ahora sabemos que el origen de la palabra California es incierto, así como su significado. Muchas personas siguen especulando con aquella idea de que esta palabra tiene su origen en la frase en latín Cálida Fornax que según pronunció Hernán Cortés durante su estancia en esta península; con ella, según dicen, quiso poner en realce el calor insoportable que sintió y al cual comparó con un “horno caliente”, pero por alguna extraña razón, en lugar de decirlo en su idioma nativo, el castellano, prefirió decirlo en latín. Esta explicación del significado de la palabra California ya ha sido desechada desde hace varios años por los historiadores que han profundizado en este tema, y en la actualidad se acepta solamente que su referencia más remota se encuentra en el poema “El cantar (o canción) de Roldán (o Rolando)” escrito a finales del siglo XI, en donde aparece la palabra Califerne. Posteriormente en otro libro denominado “Las sergas de Esplandián” escrito por Garcí Rodríguez de Montalvo en el año de 1496 o 1510; en este libro aparece el siguiente párrafo: Sabed que a la diestra mano de las Indias hubo una isla llamada California, muy llegada a la parte del Paraíso terrenal. Este libro era muy popular entre los conquistadores militares que llegaron a América y posteriormente a nuestra península, quienes le impusieron el nombre de California, porque seguramente creyeron haber hallado a esta mítica isla y las riquezas que entrañaba. En la actualidad, siguen existiendo más hipótesis al respecto y seguramente algún día sabremos la verdad histórica.

El anterior preámbulo es lo que da significado al sentimiento de orgullo y beneplácito que tenían todos aquellos nacidos en esta hermosa península, quienes día a día luchaban a brazo partido para obtener el alimento para sus familias e ir forjando su futuro en esta tierra. Muchos hombres y mujeres valiosos sentían latir en sus corazones el amor por esta tierra, el darse cuenta que poseían una identidad que los aglutinaba con el sólo escuchar la frase “¿Eres de Baja California?”. Cuántas personas que llegamos de otras partes del mundo fuimos seducidos por el embrujo de esta bella tierra, por su nombre y por sus memorables atardeceres en donde el mar y el cielo daban fruto a una coloración que es envidiada en todas partes del orbe, y decidimos quedarnos en alguno de los bellos pueblos o ciudades de la península para forjar nuestro futuro y formar nuestras familias.

Precisamente fue ese amor por la identidad Sudcaliforniana lo que impulsó a los diputados del Congreso de Baja California Sur para que el 15 de diciembre de 1982 acordaran el decreto No. 374 que se tituló: “LEY PARA QUE EN LO SUCESIVO SE UTILICE EL NOMBRE COMPLETO DE «BAJA CALIFORNIA SUR» AL EJERCITARSE EL DERECHO DE PETICION ANTE CUALQUIER AUTORIDAD QUE RESIDA EN LA COMPRENSION POLITICO-GEOGRAFICA EN ESTA ENTIDAD Y AL MISMO TIEMPO QUE SE SUPRIMA EL CALIFICATIVO «BAJA» CONFORME AL TEXTO DE LA PRESENTE LEY”. En ese entonces el Presidente del cuerpo legislativo era el diputado Alfonso Ledesma Alcántar y el secretario el Profr. León Cota Collins.

En este documento, se fijaba de manera enérgica y contundente el reclamo por contrarrestar la malsana costumbre que estaba cundiendo en nuestro Estado de denominarlo como baja, la creciente propagación de comercios que sustituyeran el nombre del Estado con este adjetivo y, peor aún, el que muchos eventos deportivos y sociales también tuvieran en su denominación este limitado y despectivo título de “baja”. Esta deplorable postura tuvo su origen en los turistas extranjeros, en su mayoría estadounidenses, los cuales a partir de los años cincuentas empezaron a venir con mayor frecuencia a disfrutar de las playas y pueblos casi vírgenes de nuestra península, y como para ellos la única California que existe en el universo es el Estado que se encuentra geográficamente en su país, pues empezaron a utilizar el término baja o lower para denominar a nuestra bella tierra.

Culpables también de esta pérdida de una parte de nuestra identidad (el nombre de un lugar conlleva no sólo la ubicación geográfica sino que es un símbolo que define y aglutina a todos sus habitantes, da sentido a sus creencias y cultura e incluso sirve como lazo de hermandad) son una buena parte de la gente que trabaja en el sector del comercio y servicio enfocado al turismo. En su deseo de congraciarse con los extranjeros y buscando verse beneficiados con su dinero, no dudan un segundo en imitar la denominación de baja para usarla en sustitución del nombre de nuestro Estado e incluso, pomposamente, la colocan en los nombres de sus negocios o los eventos que organizan.

Es para tratar de combatir esta desafortunada y muy triste realidad que se promulgó este decreto y cobró fuerza de ley al ser publicado en el Boletín Oficial del Gobierno del Estado, el cual en ese entonces presidía el gobernador Alberto Andrés Alvarado Arámburo. En esta ley, se prohibía utilizar la palabra “baja” como sustituto del nombre de nuestro Estado en oficios enviados a cualquiera de las instancias del gobierno. También en su Artículo cuarto menciona Los giros comerciales, industriales, turísticos, sociales, los que realicen actividades culturales y en general los de cualquiera otra índole que ya están operando en el Estado de Baja California Sur y los que en lo sucesivo se establezcan, deberán suprimir de su correspondencia publicitaria, periodística, radiofónica y televisiva, el calificativo «BAJA» como identificación del Estado de Baja California Sur”.

Finalmente el Artículo quinto menciona lo siguiente Quienes continúen utilizando solamente calificativo «BAJA» para designar a nuestra Entidad, serán acreedores a las siguientes sanciones:

a).- Amonestación, apercibimiento o multa hasta de $ 25,000.00 (VEINTICINCO MIL PESOS 00/100 M.N.)

b).- Cancelación, de la autorización que hayan otorgado las autoridades del Estado, para el funcionamiento del comercio, industria o asociación que siga en franca desobedencia (sic) a este mandato y persista en la utilización del calificativo «BAJA«, para designar a nuestra Entidad”.

Así mismo, esta ley menciona a la instancia de gobierno encargada de hacer que esta legislación se cumpla: Compete a la Secretaría General de Gobierno vigilar el cumplimiento de esta Ley. En esa función serán sus auxiliares todas las Autoridades del Estado y Municipio, inclusive.

Cuántos desatinos, que actualmente se están convirtiendo en “vox pópuli”, se hubieran evitado si desde un principio se hubiese aplicado esta ley a todos los comercios y eventos que por ignorancia, seguramente, violentan esta ley y sobre todo el espíritu de los Sudcalifornianos que amamos nuestra denominación y que sabemos de la importancia de su respeto y perpetuación. Actualmente, en las redes sociales el hecho de que alguien defienda el nombre de este Estado o de la península es motivo de ataques, e incluso insultos, por parte de muchas personas que nacieron bajo esta permisividad e indolencia por cuidar nuestro legado centenario del nombre de Baja California Sur. Ya es momento de que se corrija el rumbo y se arreglen tantos equívocos que ha provocado la falta de aplicación del marco legal vigente. No necesitamos seguir perpetuando generaciones de sudcalifornianos que ignoren hasta su propio nombre y de dónde proviene. Lo anterior los está haciendo presa fácil de aquellos siniestros personajes que, a sabiendas de lo débil de su formación identitaria, se aprovechan para comprar lugares, monumentos, etc. que forman parte de la cultura de su Estado y que, lamentablemente, poco a poco se va perdiendo ante estas acciones ya descritas.

Baja California Sur, la extraordinaria isla de California, seguirá vigente mientras resuenen las palabras de aquellos hombres y mujeres que no claudicaron ni claudicarán en su esfuerzo por garantizar que esta península conserve su nombre así como nuestro bello estado.

 

Bibliografía

“LEY PARA QUE EN LO SUCESIVO SE UTILICE EL NOMBRE COMPLETO DE «BAJA CALIFORNIA SUR» AL EJERCITARSE EL DERECHO DE PETICION ANTE CUALQUIER AUTORIDAD QUE RESIDA EN LA COMPRENSION POLITICO-GEOGRAFICA EN ESTA ENTIDAD Y AL MISMO TIEMPO QUE SE SUPRIMA EL CALIFICATIVO «BAJA» CONFORME AL TEXTO DE LA PRESENTE LEY” – Constitución Política de Baja California Sur.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Invitan al conversatorio virtual “California. Defensa de un nombre”

IMAGEN: Cortesía

La Paz, Baja California Sur (BCS). El jueves 28 de enero del presente año se llevará a cabo la transmisión del Coloquio Virtual “California. Defensa de un nombre”, el cual es promovido por el gran Historiador Carlos Lazcano Sahagún. El mencionado evento contará con la participación del destacado cronista del Municipio de Los Cabos, Gabriel Fonseca Verdugo así como del Mtro. Sealtiel Enciso Pérez, investigador y difusor de historia de la Baja California.

El propósito de este evento, que será transmitido a través de la página de Facebook “Día de la Californidad”, es ofrecer una semblanza sobre la importancia de preservar el nombre histórico de California para nuestra península, y exponer el abuso en que se ha incurrido en la actualidad al designarla solamente como Baja y utilizando este adjetivo para representar a nuestra milenaria tierra en los nombres de negocios, eventos e incluso en propaganda de instituciones de gobierno.

El Historiador Carlos Lazcano Sahagún, autor de más de medio centenar de libros, entre los que destacan sus más recientes obras “California. Biografía de una palabra” y “Sobre el nombre de California”, desde hace muchos años ha hecho una gran defensa de la “Californidad” expresando que todos los nacidos en esta tierra así como avecindados, debemos demostrar un gran amor por nuestra identidad, la cual fue construida desde hace miles de años con la llegada de los primeros habitantes de la península y que, al ser bautizada como “California” en la primera mitad del siglo XVI, hicimos nuestra esta palabra la cual nos identifica y diferencia del resto de los pueblos del mundo. Es lamentable que desde hace unos 60 años, los extranjeros hayan adoptado la denominación Baja para referirse a nuestra península, y más triste y lastimoso es ver cómo muchos de los mismos bajacalifornianos han aceptado, por conveniencia o por indolencia, este adjetivo y aceptan que así se nos conozca y hasta lo colocan en sus eventos y negocios, aceptando con ello que no son “Californios” sino “bajeños”.

El Cronista Gabriel Fonseca Verdugo y el Historiador Sealtiel Enciso Pérez comparten estas inquietudes, por lo que se suman a este evento con el objetivo de exponer la importancia de dar a conocer a todo el público, pero principalmente a los jóvenes, el nombre “California” del cual somos herederos y que debemos portar con orgullo, ya que nuestra península fue el primer sitio al cual se le dio esta denominación, e incluso Cabo San Lucas fue conocido durante muchísimos años como “Cabo California”, lugar de donde posteriormente se irradió este nombre a toda la península. Otro de los objetivos es exponer los peligros de que cundan los malos ejemplos, en donde a los estados que formamos esta península se nos llame como “baja” o “baja sur” y peor aún, que se vuelva parte del vocabulario de sus habitantes. Cabe mencionar que esta defensa del nombre de California para nuestra península la han enarbolado grandes figuras como Pablo L. Martínez, Miguel León Portilla, Ignacio del Río Chávez, Eligio Moisés Coronado, Leonardo Reyes Silva, Rosa María Mendoza Salgado, Gilberto Ibarra Rivera y una larga lista.

Finalmente, este Coloquio virtual que se llevará a cabo a las 20:00 hrs. (hora de La Paz, B.C.S.) es una invitación a que el público en general y las autoridades, inicien con más información sobre la importancia de no perder nuestra identidad de “la California mexicana” como nos nombró el Dr. Miguel León Portilla, de grata memoria. Este debate no finaliza con el coloquio, al contrario, esperamos que sea el punto de partida para que esta temática sea analizada públicamente y se corrija paulatinamente el mal uso que se hace de nuestra denominación.

Invitamos a toda la ciudadanía que nos acompañe y participe con sus dudas y comentarios en el transcurso del Coloquio.

 

 




Trascendiendo el tiempo y el espacio: el Día de la Californidad

IMÁGENES: Cortesía

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). A nombre de quienes tenemos la convicción, la certeza y el orgullo en la legitimidad del nombre de California para esta península, la California Mexicana, la original, auténtica y primera California de todas, y particularmente del Cabo de San Lucas, hoy Ciudad de San Lucas en el municipio de Los Cabos México, me permito declarar a este día 14 de noviembre de 2020 Día de la Californidad, tales fueron las palabras con las cuales el emérito Maestro en Historia Eligio Moisés Coronado, hizo la declaratoria ciudadana de este importante evento que será el preámbulo de muchos más.

Para todos aquellos que amamos profundamente esta península, su historia y tradiciones, vemos con profundo regocijo que se haya podido cristalizar esta tan añorada empresa. En diferentes foros y durante muchos años, diversos investigadores y divulgadores de la historia han alzado su voz para protestar ante la eliminación del nombre de California para denominar a nuestro estado, dejando simplemente para su uso cotidiano el adjetivo de baja. Los sudcalifornianos, nativos y avecindados, que han dado por utilizar este adjetivo como sustituto de nuestro nombre, no tienen la menor idea del grave daño que causan a la historia de nuestra península, y quizás motivados por su deseo de congraciarse con los turistas estadounidenses, acceden a llamar a nuestra península de la forma que usualmente ellos lo hacen: Baja.

También te podría interesar: La famosa Escuela Industrial y Artística de La Paz, B.C.S

Esta fue la principal razón del evento, el conjuntar grandes esfuerzos de asociaciones civiles, cronistas e historiadores, así como la presidenta municipal de Los Cabos y el secretario de Cultura de Baja California, para levantar de nuevo nuestra voz al unísono y hacer patente que estamos orgullosos de llevar el nombre de California, y que fue precisamente en un punto geográfico de nuestra península, el sitio que en primer instancia llevó este eufónico nombre, el famoso “Cabo California”, el cual actualmente se denomina como Cabo San Lucas. Dejar patentado con firmeza que jamás permitiremos que este nombre sea eliminado de la denominación de este brazo de la patria y que, en lugar de ello, se promueve el que se cambie nuestro nombre oficial a “California”, eliminando los adjetivos que la acompañan en la actualidad.

Este evento fue de tal trascendencia que se contó con presencia internacional, ya que participaron el alcalde de Medellín, España, así como el cronista de este importante lugar. El motivo de su presencia estaba más que justificado, ya que fue en Medellín el sitio en donde nació Hernán Cortés en el año de 1485, siendo este mismo personaje el que 50 años después vino a nuestra península, y propició, a través de las exploraciones de sus soldados, el que adjudicaran al punto más austral de la península el hermoso nombre de “Cabo California”.

Don Valentín Pozo Torre, alcalde de Medellín, en su intervención mencionó que Sin lugar a dudas, este evento que iniciáis este año tiene un gran significado, ya no solo para la propia Baja California, sino también para el pueblo de Medellín. Es indudable que nos unen lazos de historia que no se pueden borrar y que la figura de Hernán Cortés, vecino ilustre de Medellín, es el eje vertebrador de esos lazos de unión que cada día debemos seguir fortaleciendo.

Por su parte, don Tomás García Muñoz, cronista del municipio de Medellín, mencionó en su intervención Creemos que tenéis una ardua y a la vez apasionante tarea a desarrollar durante los próximos años; desde esta orilla del océano apoyamos decididamente vuestro empeño por varias razones: en primer lugar porque fueron soldados de nuestro ilustre paisano, enviados a iniciativa suya, los que exploraron, fundaron, cartografiaron y eligieron el nombre de California para esta hermosa tierra, y porque el mismo Cortés se pusiera al frente de la siguiente expedición exploradora, porque es un derecho irrenunciable de los ciudadanos de Baja California conocer cómo llegó este nombre allá, convirtiéndose en seña de identidad de vuestra comunidad, porque el nombre del espacio físico que compartís, California, conservado a lo largo de 500 años forma parte inherente e inseparable de vuestro acerbo cultural, yo diría más, constituye la esencia de identidad como pueblo, el eje vertebrador que cohesiona vuestra comunidad, y no debéis permitir que intereses foráneos, directrices políticas nacionales dudosas o la injuria que acompaña a la ignorancia os lo arrebaten.

Dentro del concierto de importantes participaciones resaltaron comentarios como el siguiente de la alcaldesa del municipio de Los Cabos: 14 de noviembre, para nosotros los cabeños, para los Californianos, es un día a conmemorar, un día porque se ha organizado la sociedad. Agradezco al grupo “Raíces”, al Grupo “CAHEL”, al grupo “Yenekamú” que hayan hecho posible el consolidar este día y contar la historia de esta forma en la cual se ha ido haciendo el paso con lo que conocemos como el territorio de las tres Californias. El profesor Ángel René Olmos Montaño, presidente del grupo de historiadores “Raíces” A.C. de San José del Cabo expresó: hay hechos que permanecen estáticos en el tiempo, lo sabemos pero que siguen siendo el origen de nuestras raíces. Al respecto todos sabemos que existe un pasado que dio forma y vida, es una generación de hombre y mujeres con decisión de buscar nuevos horizontes.

El profesor Felipe Marrón Rosas, presidente de la Asociación “Yenekamú” nos comentó en una parte de su alocución lo siguiente: para lograr en todos los que aquí vivimos, los que vivimos en este paraíso un gran orgullo de ser cabeños, de ser dignamente Californios, esa es y será nuestra Misión como lo ha sido desde siempre. Por su parte, el ingeniero Gilberto Enrique Amador Soto, presidente de la Asociación “CAHEL” de La Paz, señaló que: nuestra asociación se siente complacida con nuestra participación en este acto de justicia histórica que nos llena de orgullo por tener el legado en nuestro nombre de la California Original, que por justicia nos pertenece por ser nuestra península, y en particular el Municipio de Los Cabos, el primer indicio cartográfico del nombre de “Cabo California”.

A continuación, el secretario de Cultura de Baja California, licenciado Pedro Arath Ochoa Palacios dijo lo siguiente: el día de la Californidad es una fecha que no puede pasar desapercibida en la historia común de los territorios de Baja California Sur y Baja California, más tarde California. La fecha que celebramos hoy es cuando se le da el nombre de California a “Cabo California”. Este nombre de California viene envuelto en muchos misterios y leyendas, la hipótesis más aceptada es que está tomada de una novela, y he llegado a una conclusión “Nombre es destino”, y si esto es cierto, la palabra California que está envuelta en este mito, en esta leyenda tomada de un libro de caballería de la Edad Media española del escritor Garcí Rodríguez de Montalvo y que llega hasta nuestros días.

El director del Museo de Historia de Ensenada, Carlos Lazcano Sahagún refirió que Nosotros, los habitantes de esta península, somos los Californios, no Californianos, que heredamos ese nombre de los grupos indígenas. Junto con nuestro verdadero nombre que es California, y este es el nombre de toda la península. Es un nombre mexicano, no es un nombre estadounidense, aunque muchos piensan así, y hay que seguir en la lucha por dejar el “baja” y usemos este nombre de California que es el nuestro. Debemos convencer al resto de los Californios, tanto del sur como del norte, que no lo dejemos y que aboguemos por conservar, cuidar y sentirnos orgullosos de esa herencia hispana tan importante que es nuestro nombre y nos da identidad.

Finalmente, el licenciado Gabriel Salvador Fonseca Verdugo, cronista municipal de Los Cabos, concluyó esta agradable y conmemorativa jornada con este mensaje agradezco el esfuerzo de quienes apoyaron este logro en esta conmemoración histórica que sin duda despierta en nuestro espíritu y conciencia en hacer un esfuerzo para lograr una sociedad más justa, un planeta más sano y limpio a través de la nueva generación de californios buscando el progreso con fe en sus ideales, esperanza en su realización y teniendo como fin superior el amor por la humanidad.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Tres años de piratería en la antigua California

IMÁGENES: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Nuestra península ha tenido un papel muy importante en la historia marina de la humanidad. Su principal salto a este escenario lo tuvo con el inicio de los viajes del Galeón de Manila (o Nao de China), que en su viaje de vuelta de aquellas lejanas islas (conocido como tornaviaje) el último mes lo realizaban bordeando toda la península, e incluso algunas veces atracaron para descansar y reponer agua y alimentos así como curar a los exhaustos y enfermos viajeros. Los sitios seleccionados para este arribo fueron lo que se conoció como San Bernabé (hoy San José del Cabo) y el Cabo California (hoy Cabo San Lucas).

Sin embargo, siempre tiene que haber un “pintito” en el arroz. La fama que tenía el Galeón de Manila, que al regresar de este viaje de las tierras asiáticas, venía cargado de grandes riquezas, entre las que se contaba oro, plata y especias (que en aquel entonces su valor era equivalente al oro), se extendió por todo el orbe conocido y muchas potencias navales buscaron la forma de hacerse de estos tesoros a como diera lugar. Recordemos que en el periodo comprendido del siglo XVII y hasta muy avanzado el siglo XVIII, algunos de los imperios más importantes de Europa (Inglaterra, Francia, Holanda, Finlandia, etc.) utilizaban a los famosos piratas para que realizaran acciones de saqueo y bandidaje, tanto en los barcos como en los puertos importantes. Lo anterior les redituaba a estos imperios una ganancia rápida y con un mínimo de esfuerzo e inversión. Fue así como inició la era dorada de los corsarios, filibusteros y bucaneros (todos ellos ramificaciones del gran árbol de los piratas).

También te podría interesar: Mario Benedetti, en el primer centenario de su nacimiento

En el caso que aquí nos ocupa, daremos cuenta de un pasaje muy poco conocido de un grupo de 80 piratas (filibusteros y bucaneros franceses) que fundaron y mantuvieron una base de operaciones en los puertos de Pichilingue y La Paz a finales del siglo XVII. La información de este suceso llegó a nuestras manos a través de un “Diario de abordo”, que de forma anónima fue elaborando uno de los rufianes integrantes de esta banda. Algo sumamente raro, ya que la mayoría de estos forajidos eran analfabetas y, además de ello, poco afectos a dejar evidencia de sus hazañas. Pero afortunadamente para nosotros, fue un hallazgo de primera línea. Este diario ha perdurado en la historia al ser convertido en libro en la obra “Journal de bord d`un flibustier (1686 á 1693)” elaborado por Edouard Ducere, impreso en el año de 1894. A su vez este diario fue consultado por Peter Gerhard en su ya famoso libro “Pirates of the Pacific, 1575-1742”.

Los bucaneros y filibusteros eran grupos de piratas que circunscribían sus acciones a las islas del Caribe, sin embargo, se aventuraron a introducirse hacia el continente americano (Centro y Sudamérica) debido a las constantes incursiones militares que realizaba en su contra la marina y ejército Español. Muchos de estos piratas ya conocían las rutas de navegación en el Océano Pacífico, así como los puertos más importantes, por lo que una vez que llegaron a las costas de este Océano empezaron a construir piraguas y barcos pequeños, con los cuales iniciaron acciones de saqueo tanto en alta mar como en los puertos. Debido a su ferocidad y entrenamiento en la pelea cuerpo a cuerpo y con armas, lograron victorias significativas que les permitieron apoderarse de barcos más grandes y con ellos iniciar acciones cada vez más audaces, en donde obtenían grandes botines.

 

En el año de 1686 se constituyó una gran alianza entre diversas flotas de bucaneros para atacar los barcos y puertos Españoles en América. La alianza estaba formada por los conocidos piratas Francis Townley, Edward Davis, Charles Swan, Peter Harris y Francois Groginet. Al principio tuvieron varias victorias, sin embargo, con el paso del tiempo los recelos y la desconfianza vino desbaratando esta unión y la armada se disgregó. En el caso de Francois Groginet, un grupo de aproximadamente 55 de sus hombres lo abandonaron y decidieron probar suerte “a bordo de 2 piraguas y una corteza podrida” (Ducere, E. (1894). Journal de bord d`un flibustier 1686 á 1693) y navegar hasta las costas de la Nueva España donde emprenderían acciones de saqueo.

Al finalizar su travesía llegaron a la isla más norteña del conjunto conocido como “Las islas Marías” y ahí fundaron una base que les permitió descansar, reponer fuerzas e iniciar la construcción de varias pequeñas naves para iniciar sus correrías. Durante ese año, 1687, realizaron incursiones a pequeños poblados como Mazatlán y la Bahía de Navidad (Barra de Navidad y Melaque), en donde secuestraban a un grupo numeroso de habitantes para posteriormente pedir rescate, el cual, por lo general, se pagaba con alimentos y metales preciosos. Para el año de 1688 un contingente de 40 filibusteros franceses se les une, convirtiéndose en una fuerza de casi 100 piratas, una de las más grandes que merodeaban la zona del noroeste novohispano.

En el mes de junio los piratas, preocupados por encontrar un mejor lugar para poder pasar los meses del invierno, que en breve se avecinarían, deciden viajar hacia la península de California. Durante varios días siguen la ruta noreste, bordeando la península, hasta que el día 26 de junio de 1688 localizan un puerto bastante protegido de los vientos y tormentas y con abundante cantidad de peces, mariscos y tortugas. A este puerto se le conoce en la actualidad como “Pichilingue” y, a decir de Gerhard, el nombre se le impuso para conmemorar la estancia de estos forajidos en el lugar. Los piratas le imponen el nombre de “Lillet de carenache”. En este punto existe un poco de confusión por parte de Peter Gerhard, ya que menciona que en el puerto de “Pichilingue” fue donde también desembarcó Cortés y años después Atondo y Kino; en la actualidad sabemos que los personajes mencionados desembarcaron en el puerto de La Paz y no en Pichilingue.

En una anotación del diario de abordo aparece una descripción de lo que percibieron los piratas en su estancia: un buen puerto… protegido de todos los vientos. Es un excelente lugar para carenar barcos, con madera y agua dulce. Hay indios salvajes que deambulan como bestias, completamente desnudos… Hay cantidades de ostras de perlas y minas de oro y plata que no se explotan. Permanecieron en este lugar durante tres meses, mismos en los que se alimentaron de la caza de las abundantes tortugas. También dejaron registrado que los Californios gustaban de alimentarse de las madre perlas, pero omiten comentar si establecieron algún tipo de comercio sobre las perlas. Interesantes son las descripciones que realizan de las embarcaciones de los naturales, las cuales dicen hechas de tres o cuatro troncos de madera muy suave [cardón] unidos por estacas de madera dura que son puntiagudas y empujadas a través de los troncos.

Los piratas también se dedican a explorar las costas del Golfo de California durante el mes de septiembre y octubre, registrando su entrada hasta llegar a lo que probablemente es la actual Isla Tiburón. Al final del viaje se les acabó el bastimento, por lo que tuvieron que cazar a un lobo marino del cual se alimentaron durante cuatro o cinco días, completando la dieta con aves marinas. Las semanas siguientes se dedican a reponer fuerzas y a planear su próximo golpe, el cual se llevó a cabo el 10 de diciembre de 1688 cuando atacan el poblado de Acaponeta y se apoderan de 50 cargas de plata y secuestran a 50 lugareños. Una vez lograda su fechoría, dejaron establecido que exigían de rescate cien mil piezas de oro y provisiones a cambio de regresar sanas y salvas a las personas secuestradas. La respuesta del virrey en turno, Gaspar de la Cerda, no fue nada pacífica. De inmediato ordena que partiera un barco de guerra comandado por Antonio de Mendoza, el cual iba armado con 20 cañones y 143 hombres para batir a los piratas.

Los filibusteros, cansados de esperar el pago del rescate, se embarcaron llevando consigo a los secuestrados y pusieron rumbo a su base en las Islas Marías. Sin embargo, el destino les tenía preparada una sorpresa. Cuando iban saliendo a mar abierto se encontraron de frente con el barco de guerra español que acudía a su encuentro y se entabló una batalla naval en la que los piratas llevaron la peor parte. Murieron 2 piratas y 18 más resultaron heridos. Afortunadamente para los piratas y gracias a un fuerte golpe de viento, lograron poner buena distancia entre ellos y la nave española, logrando huir y refugiarse en su guarida en la isla mencionada. Durante los siguientes meses se estableció una dura negociación entre ellos y las fuerzas militares españolas, que exigían la liberación de los cautivos. Los piratas, haciendo gala de su característica crueldad, iniciaron con la decapitación de varios de los secuestrados con lo que rápidamente lograron que las fuerzas españolas aceptaran pagar un rescate (nada de dinero, sólo provisiones) y, finalmente, los cautivos restantes fueron liberados.

Durante los meses siguientes, los piratas continúan construyendo pequeños barcos para continuar su rapiña y en el mes de mayo de 1689 zarpan con destino a Sudamérica, en donde realizan varios atracos a puertos que les redituaron grandes ganancias. Al año siguiente, en 1690, los piratas regresan a los puertos de Pichilingue y La Paz, a donde arriban el 22 de agosto. Durante su permanencia renuevan su amistad con los nativos y se hicieron cargo de sus barcos (Gerhard, P. (1990) “Pirates of the Pacific, 1575-1742”). Finalmente, a principios del mes de noviembre parten de nuestra península para reencontrarse con sus compañeros en las Islas Marías. La última incursión de este grupo de piratas en nuestra península se realizó a finales del mes de febrero del año de 1691. Esta vez, su llegada fue en el puerto de Cabo de San Lucas (hoy cabo San Lucas) a donde llegaron sabiendo que cerca de ese lugar había una “aguada segura” donde podrían surtirse del vital líquido. Permanecieron en el lugar por 3 o 4 semanas hasta que deciden partir el día 6 de marzo de dicho año.  Esa fue la última vez que se les vio por estas tierras de la California, ya que un mes después parten hacia Perú en su viaje de retorno a Europa.                                                                                   

Como un epílogo del viaje de estos filibusteros se sabe, por el diario de abordo que hemos citado, que continuaron sus aventuras en Sudamérica y que su barco naufragó cuando intentaron cruzar el estrecho de Magallanes (septiembre de 1694). Los sobrevivientes construyeron un nuevo barco y en él se trasladaron hasta el pueblo de Cayenne, en lo que actualmente es la Guayana Francesa.

Muy interesantes y dignos de relatar son estos sucesos que se vivieron antaño en nuestra península. Las nuevas generaciones deben conocerlos y preservarlos ya que ello constituye parte de su cultura y de la evolución de estas hermosas tierras Californianas.

 

Bibliografía:

 

Ducere, E. (1894 ). “Journal de bord d`un flibustier (1686 á 1693)”. Francia. P. 88

Gerhard, P. (1990). “Pirates of the Pacific, 1575-1742”. EUA. P. 274

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.