Primeras exploraciones arqueológicas en Baja California: los pioneros del descubrimiento

FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la península de Baja California comenzó a atraer la atención de algunos de los primeros exploradores arqueológicos y antropológicos. Esta vasta y enigmática región, con su terreno áspero y desértico, escondía secretos de antiguas civilizaciones que vivieron en estas tierras mucho antes de la llegada de los europeos. Las primeras investigaciones realizadas en la región del Cabo, en la parte Sur de la península, revelaron aspectos fascinantes de las prácticas funerarias y las características físicas de los habitantes originarios. Figuras como el holandés Herman ten Kate, el francés León Diguet, y el naturalista estadounidense L. Belding, lideraron estas investigaciones iniciales, documentando hallazgos que han dejado una huella indeleble en la arqueología y la antropología de Baja California.

El holandés Herman ten Kate, reconocido como uno de los pioneros en la exploración arqueológica de Baja California, llevó a cabo sus primeras investigaciones en la Región del Cabo en 1883. La investigación de ten Kate se centró en la exploración de cuevas funerarias a lo largo de la costa, incluyendo la isla Espíritu Santo. En estas cuevas, ten Kate descubrió entierros secundarios en los que los huesos estaban envueltos en fibras o hojas de palma, atados con cordeles y pintados de ocre rojo. Notablemente, los entierros no contenían ofrendas, un hecho que intrigó al explorador.

También te podría interesar: Baja California jura su adhesión a la Independencia Nacional: una crónica de valentía 

Los análisis de los esqueletos permitieron a ten Kate llegar a conclusiones reveladoras sobre la población indígena de la región. Observó una variabilidad en la forma craneal, desde la dolicocefalia (cráneo alargado) hasta la hipsistenocefalia (cráneo de bóveda alta), lo que sugirió una posible similitud con los melanesios y los habitantes de Lagoa Santa en Brasil. Estas conclusiones abrieron un debate en la comunidad científica, ya que sugerían la existencia de una conexión transcontinental entre grupos humanos que, hasta ese momento, se creía que no tenían relación alguna. Además, ten Kate observó que los habitantes originales de la región del Cabo eran de una talla ligeramente mayor que la media, con una estatura aproximada de 1.65 metros, y que no guardaban parentesco anatómico o en sus costumbres funerarias con los Yumas, un grupo indígena del Norte de Baja California.

L. Belding y la cueva El Zorrillo

El trabajo de ten Kate en Baja California no fue solitario. En colaboración con el naturalista estadounidense L. Belding, exploró la cueva El Zorrillo, ubicada en la parte Sur de la Sierra de La Laguna. En esta cueva, ambos investigadores hicieron un hallazgo notable: un entierro que contenía dos osamentas. Una de ellas era el esqueleto de un hombre adulto, cuidadosamente envuelto en corteza de palma y atado con cordeles, mientras que la segunda osamenta parecía pertenecer a una niña de aproximadamente 12 años. Lo más intrigante de este hallazgo fue la presencia de dos conchas pulidas de madreperla, finamente aserradas y con orificios, que se interpretaron como un pectoral. Este descubrimiento añadió un nuevo elemento al estudio de las prácticas funerarias de los antiguos habitantes de la península, sugiriendo un posible uso ritual o simbólico de las conchas en los entierros.

De las cuevas funerarias a las pinturas rupestres

En 1905, el francés León Diguet se unió a las filas de los primeros exploradores de Baja California, aportando un enfoque meticuloso y documentado a sus investigaciones. Diguet descubrió una cueva muy grande en la isla Espíritu Santo, donde halló entierros primarios alineados dentro de un pequeño cerco de piedras. Esta disposición funeraria contrastaba con los entierros secundarios previamente estudiados por ten Kate, lo que indicaba una diversidad en las prácticas mortuorias de los grupos indígenas de la región.

Además, Diguet exploró abrigos naturales en Punta Pescadero, en la bahía de Las Palmas, donde identificó más entierros secundarios. En estos lugares, los huesos largos estaban amarrados con fibra de yuca, y los huesos pequeños de las manos y pies se encontraban cuidadosamente guardados dentro del cráneo. Asociados a estos entierros se encontraron artefactos de hueso que posiblemente eran punzones, mangos de madera y cordeles de fibras de palma o agave, lo que sugiere un uso cotidiano o ritual de estos objetos.

Cerca de la población de Santiago, Diguet también documentó una cueva con pequeñas tablillas y bastones de madera, además de una prenda de fibra que se asemejaba a los delantales utilizados por las mujeres pericúes. Este hallazgo proporcionó una conexión tangible con las tradiciones culturales de los grupos indígenas locales.

En 1894, Diguet llevó a cabo otro descubrimiento significativo: numerosas pinturas rupestres en diversos puntos de la península. Estas pinturas, que representan una de las manifestaciones artísticas más antiguas de Baja California, capturaron la imaginación del público y de la comunidad científica. Las imágenes, con sus formas abstractas y figuras humanas y animales estilizadas, abrieron un nuevo campo de estudio en la arqueología de la región, proporcionando evidencia de una rica tradición artística prehistórica.

En 1909, el antropólogo francés Paul Rivet analizó los esqueletos humanos descubiertos por ten Kate, Belding y Diguet, corroborando las conclusiones del investigador holandés sobre las características físicas de los antiguos habitantes de Baja California. Rivet coincidió en que estos pobladores mostraban similitudes con los melanesios y los habitantes de Lagoa Santa en Brasil, lo que fortaleció la hipótesis de una posible conexión transcontinental de poblaciones prehistóricas. Sus análisis confirmaron la diversidad cultural y biológica de los pueblos que habitaron la península, desafiando las nociones predominantes sobre el aislamiento y la homogeneidad de los grupos humanos en esta región.

El legado de los primeros exploradores

Las primeras investigaciones arqueológicas y antropológicas en la península de Baja California, llevadas a cabo por pioneros como Herman ten Kate, L. Belding, León Diguet y Paul Rivet, sentaron las bases para la comprensión de la historia prehispánica de esta región. Sus hallazgos revelaron no solo la diversidad y riqueza cultural de los antiguos habitantes, sino también la complejidad de sus prácticas funerarias, sus conexiones transcontinentales y sus manifestaciones artísticas.

Estos investigadores, a través de su dedicación y pasión por el descubrimiento, desafiaron las percepciones establecidas y abrieron nuevas puertas al conocimiento sobre los orígenes de los pueblos de Baja California. Hoy en día, sus trabajos siguen siendo una fuente de inspiración para arqueólogos y antropólogos que continúan explorando y estudiando esta fascinante región. Su legado perdura en cada hallazgo y en cada nueva teoría que busca desentrañar los misterios de las antiguas civilizaciones que una vez habitaron estas tierras.

Referencia bibliográfica:

Harumi Fujita – Covacha Babisuri 12 mil años de prehistoria en la isla Espíritu Santo, B.C.S.




Baja California jura su adhesión a la Independencia Nacional: una crónica de valentía

IMÁGENES: IA.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En los albores de 1822, el espíritu de independencia que recorría América Latina llegaba finalmente a las costas de la península de Baja California. La región, hasta entonces alejada de los principales escenarios de la lucha independentista, se vio de repente inmersa en una serie de acontecimientos que marcarían su destino. El hombre que se encontraba en el centro de esta turbulenta escena era Fernando de la Toba, quien, como Comandante de Armas de la Jurisdicción del Sur, tendría la responsabilidad de defender la región ante un inesperado giro de los acontecimientos.

De la Toba había sido asignado a comandar las defensas de los poblados estratégicos de Todos Santos, San Antonio y San José del Cabo, donde las aguas cristalinas del Mar de Cortés se entrelazan con la tierra desértica. Sin embargo, lo que empezó como una rutina de vigilancia y protección de la región pronto se transformó en una confrontación directa con la armada chilena, encabezada por el comandante Thomas Cochrane. Este líder de renombre había convertido a su flota en un símbolo de emancipación en el Pacífico, aunque sus métodos distaban de ser pacíficos o justos.

También te podría interesar: Los Cabos, pieza clave de una teoría sobre el poblamiento de América 

El 17 de febrero de 1822, Fernando de la Toba recibió noticias alarmantes: dos barcos de la temida flota de Cochrane, con tripulación chilena, habían atracado en el puerto de San José del Cabo. Aunque su propósito declarado era emancipar a estos territorios del dominio de la Corona Española, sus acciones eran muy diferentes. La tripulación rápidamente comenzó a cometer actos de pillaje y saqueo, sembrando el caos y la incertidumbre entre los habitantes locales. Esta expedición chilena, que presumía de llevar la bandera de la libertad, no era más que una banda de saqueadores, al menos, en los ojos de los californianos.

Resistencia en Todos Santos: un pueblo se defiende

No conformes con la toma del puerto, los invasores dirigieron su atención hacia el poblado de Todos Santos, donde intentaron hundir un Galeón de Manila que estaba fondeado frente al puerto. Este galeón, cargado con mercancías valiosas, se convirtió en el objetivo de los chilenos. Sin embargo, la determinación de los habitantes de Todos Santos pronto los detuvo. Enfrentándose a los invasores con armas rudimentarias y el coraje de quien defiende su hogar, los residentes lograron repeler a las tropas chilenas, causando numerosas bajas entre los atacantes. Fue una muestra de valentía que reflejó el carácter indomable de los californianos.

Mientras tanto, Fernando de la Toba se apresuró a llegar a San José del Cabo, consciente de que la situación era crítica. Pero al llegar, se encontró con una situación inesperada. Fue interceptado por el comandante del barco chileno, William Wilkinson, quien le informó del supuesto propósito de su expedición y lo instó a jurar de inmediato la adhesión al Acta de Independencia Nacional. Aunque el propósito oficial de los chilenos era la liberación de estas tierras, el trasfondo real parecía más complejo. Algunos, como el escritor y antropólogo Fernando Jordán Juárez, han especulado que la verdadera intención de los invasores era anexar la península californiana al recientemente independiente Chile, aunque esta teoría nunca ha sido confirmada.

El juramento de adhesión: un acto de valentía política

Pese a la ambigüedad de las intenciones chilenas, el 25 de febrero de 1822, Fernando de la Toba tomó una decisión crucial: declaró la libertad de la península en San Antonio y juró la adhesión al nuevo gobierno independiente de México. Este acto no sólo marcó la primera declaración oficial de independencia en Baja California, sino que también consolidó a De la Toba como una figura clave en la historia de la independencia de la región. Su decisión fue recibida con entusiasmo y esperanza por muchos, aunque también suscitó preocupaciones sobre las represalias de los invasores.

Los acontecimientos, sin embargo, no se detuvieron ahí. Días después de la declaración de De la Toba, otro barco de la escuadra chilena, El Araucano, se dirigió hacia el norte, rumbo a Loreto, el centro administrativo de la región. Aparentemente, su objetivo era reabastecer sus bodegas con carne y harina, pero al llegar a puerto, la tripulación comenzó nuevamente con acciones de pillaje. Esta vez, el gobernador de la región, Argüello, optó por huir hacia el poblado de San José de Comondú, dejando a Loreto vulnerable y bajo el mando del joven alférez José María Mata.

La defensa de Loreto: un acto de heroísmo inesperado

Con muy pocos soldados a su mando, Mata se vio forzado a improvisar. A pesar de contar con escasos recursos y de estar en clara desventaja numérica, decidió enfrentar a los invasores con audacia. Los californianos, liderados por Mata, se defendieron valientemente, logrando capturar a varios de los atacantes y recuperar los bienes robados a los habitantes locales. Este triunfo inesperado demostró que la determinación y la unión podían superar incluso a fuerzas más grandes y mejor armadas.

Tras haber repelido a los invasores, José María Mata proclamó la Independencia de California el 7 de marzo de 1822, en un acto de gran simbolismo y coraje. Este pronunciamiento, aunque limitado geográficamente a Loreto, reflejaba el creciente fervor independentista que se extendía por la península. Inspirado por este acto, Fernando de la Toba ratificó la adhesión a la independencia en el puerto de San José del Cabo el 18 de marzo del mismo año, consolidando así la voluntad de la región de unirse a la causa del nuevo México independiente.

Un legado de libertad y resistencia

La jura de adhesión de Baja California a la Independencia Nacional no fue simplemente un acto político; fue una declaración de identidad, autonomía y valentía de sus habitantes. Enfrentando desafíos externos e internos, desde invasores extranjeros hasta incertidumbres políticas, la región demostró que, a pesar de su aislamiento geográfico, compartía el mismo espíritu de libertad y autodeterminación que recorría todo el continente.

La historia de este capítulo en Baja California no se limita a las acciones de unos pocos hombres; es, ante todo, una historia de resistencia comunitaria, de ciudadanos ordinarios que se convirtieron en héroes, y de un pueblo que, a pesar de las adversidades, eligió ser dueño de su propio destino. A través de estos eventos, Baja California no sólo se unió al México independiente, sino que también dejó claro que la libertad, una vez anhelada, no puede ser contenida por las olas del mar ni las armas de los invasores.

Referencias bibliográficas

Fernando Jordán – El otro México. Biografía de Baja California.

Marco Antonio Samaniego – Breve historia de Baja California.

Ulises Urbano Lassépas  – Historia de la colonización de la Baja California y decreto del 10 de marzo.

Marco Antonio Samaniego López (coordinador) – Breve historia de Baja California.

Fernando Jordán – El Mar Roxo de Cortés: Biografía de un golfo.

Francisco Holmos Montaño – Apuntes Cronológicos de Baja California Sur y Los Cabos.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.



La noche en que las láminas volaron. Crónica del huracán Jimena

FOTOS: Internet.

Colaboración Especial

Karla Malibé Amaya Bravo

Ciudad Constitución, Baja California Sur (BCS). Las láminas azotaban contra la barda a medida que se desprendían. Las ventanas temblaban. Toda la familia reunida en una habitación, permanecíamos juntos, en la oscuridad. Este 2024, se cumplen 15 años del devastador huracán Jimena que arrasó con los municipios de Comondú, Loreto y Mulegé en Baja California Sur; y Guaymas en Sonora del 2 al 4 de septiembre del 2009. A su paso dejó cinco fallecimientos, miles de damnificados y cientos de millones de pesos en daños materiales según las autoridades.

En Baja California Sur, es normal, cada año escuchar sobre ciclones y huracanes. Creces familiarizado con eso, pero no todos se quedan grabados en la memoria. En 2003 recuerdo los huracanes Ignacio y Marty, en 2006 fue el huracán Jhon, por lo que conoces el protocolo: 1) comprar mandado, 2) tener agua purificada, 3) comprar lámparas o veladoras y 4) tener gas suficiente. En mi casa, estábamos listos.

Láminas voladoras, vidrios temblorosos

En la madrugada del 2 de septiembre del 2009 —por ese entonces yo sólo tenía 12 años— me despierta el ruido de las láminas de un techo exterior chocando contra la barda, a medida que la intensidad del viento las levantaba provocando un estruendo constante. “¡Taz, taz, taz!”, una lámina voló. “¡Taz, taz, taz!”, otra lámina está por irse. Para este punto de la madrugada, toda la familia estábamos despiertos, reunidos en una habitación acompañados con la oscuridad de la noche, con un radio que a veces permitía escuchar reportes y un profundo olor a humedad.

También te podría interesar: Bacheo de la carretera transpeninsular: una solución temporal a un grave problema

Aviso No. 20 del Archivo Histórico del National Hurricane Center. 2 de septiembre a las 7:00 am, el centro de Jimena esta sobre tierra en la desembocadura del Río Comondú al SW de Puerto San Andresito, BCS. vientos máximos sostenidos de 160 km/hr. Avanzando a 20.9 km/hr.

Transcurrieron las horas, la incertidumbre aumentaba a medida que el viento continuaba rugiendo con ferocidad y el vidrio de la ventana temblaba al mismo tiempo que las láminas desaparecían. De pronto, el vidrio fue el que continuó en la lucha, temblando, pero valiente, porque las láminas se habían volado. No recuerdo la hora, aún no amanecía completamente y el viento había disminuido. Ahora entiendo que, quizá, en ese momento, el centro del huracán estaba sobre nosotros.

La puerta principal de casa de mis papás está orientada hacia el Este y está protegida por una barda lateral, ésto y la dirección de los vientos de Jimena, no permitían que las ráfagas impactaran la casa de frente. Por lo que, en ese momento de aparente tranquilidad, nos acercamos a la ventana frontal, y por pocos minutos pudimos apreciar cómo pasaban grandes pedazos blancos, como de hielo seco, por la calle, en dirección al Norte, siendo arrastrados por el viento, al igual que tapas de tinacos, entre otros objetos. También, alcanzamos a ver como el árbol de pirul que estaba frente a mi casa había sido derribado. Más tarde sabríamos que esos pedazos blancos eran de la tienda Súper Ley, porque con Jimena, hubo un antes y después.

Mis recuerdos posteriores son pocos, lo más probable es que una vez que el viento disminuyó, decidiéramos dormir. Por la tarde del mismo 2 de septiembre fuimos de las primeras colonias en recuperar la energía eléctrica, al vivir cerca de un hospital. Una vez que ya era seguro salir, una calle enlodada, un olor a tierra mojada, un aire fresco, un cielo grisáceo, un árbol caído y una banqueta levantada, adornaban la escena. En ese entonces, solía jugar, con una vecina, a balancearnos de una de las ramas del árbol que ahora se encontraba en el suelo. Era uno de nuestros juegos preferidos, brincar del carro hasta el árbol, balancearnos y soltarnos. Ese día terminó el juego.

Una ciudad sin Ley

Las láminas del techo exterior no estaban en su sitio, pero, al menos sí en el patio trasero, junto a otra lámina de domicilio desconocido. “Busco la tapa de mi Rotoplas” decía un vecino, “en mi casa está una lámina azul”, aseguraba la vecina; “ya vieron la Ley, quedó destruida, creo que va a cerrar”, murmuraban las personas. Súper Ley estaba irreconocible, y al ver su devastación repartió sus productos perecederos a las personas. Aquí no hubo rapiña. Los pedazos blancos que veíamos pasar: eran pedazos de la tienda Ley.

Dos o tres días más tarde, con reparaciones improvisadas con madera y mucha voluntad, esa tienda reabrió sus puertas —y nosotros pensando en que iban a cerrarlo. Años mas tarde, en 2015, Juan Manuel Ley López, presidente del Consejo de Casa Ley para el NOROESTE mencionaría que conel huracán Jimena la tienda ley de Ciudad Constitución afrontaría la devastación y se reconstruiría. Desde ese día, apenas hay amenaza de ciclón y en este negocio, inmediatamente, se observan maderas cubriendo los vidrios de la entrada.

FOTO: Enrique Borbón.

FOTO: Enrique Borbón.

Recorrer las calles fue toda una experiencia, puesto que la avenida principal, el Boulevard Agustín Olachea Avilés se convirtió en la zona de los cuatro altos adornados por semáforos. Jimena, molesta de tanto semáforo en la carretera —ese boulevard es parte de la carretera transpeninsular— decidió jubilarlos haciendo que esta principal vía de la ciudad estuviera con semáforos descompuestos por casi 15 años. Hasta este año, 2024, el semáforo de la calle Francisco I. Madero comenzó a funcionar. Aún hay muchos semáforos “adornando” nuestro boulevard.

Hubo bardas caídas, árboles, casas, postes, y hasta el estadio Vázquez Rubio tuvo grandes daños estructurales y se cayó gran parte de la barda. En la zona agrícola, hubo transformadores que cayeron al suelo y postería derribada. Algunas personas comentaban que, por la cantidad de estructuras caídas y daños materiales, quizás había ocurrido un temblor al mismo tiempo que el huracán, sin embargo, nunca se confirmó. Otros creen que Jimena, al impactar, era de categoría 3, debido a la fuerza de sus vientos; no obstante, los registros señalan que el centro de Jimena cuando toco tierra firme era categoría I, pero los vientos se comenzaron a sentir en Comondú cuando este huracán era categoría II.

La presencia del “Sur” en el nombre de nuestro Estado, no nos quita lo norteños, y al igual que con otros sucesos relevantes, Jimena pasa a formar parte de la música con el corrido “Huracán Jimena” interpretado por «El Chacal de la Sierra»: … Dicen que Jimena, no podía avanzar / Porque por el centro de Constitución, por el boulevard le dio por pasar / De tantos semáforos que se encontró, pues todos en rojo se vino a topar… Por otra parte, «Reflejo Norteño» tiene otra canción con el mismo título “Huracán Jimena” donde menciona la devastación de Múgele tras su paso …Mulegé se encuentra en ruinas, lo tenemos que aceptar…

Lo que el viento se llevó

CONAGUA informó que a las 7:30 horas del 2 de septiembre del 2009 el centro del huracán Jimena tocó tierra desembocadura del Río San Gregorio, siendo huracán de categoría I en escala Saffir-Simpson, con vientos máximos sostenidos de 140 km/hr y rachas de 165 km/hr. Tras su paso, Jimena dejó cinco pérdidas humanas (cuatro en Sonora, una en Baja California Sur). WRadio publicó que el entonces secretario general de gobierno, Luis Armando Díaz, mencionaba que Jimena ocasionó daños materiales por 301 millones de pesos, sólo en BCS. El periódico La Jornada menciona que en Guaymas las cifras de daños ascendieron a 200 mil damnificados, 8 mil desplazamientos y 10 mil hogares dañados, además de las vidas humanas.

En cuanto a lluvias, CONAGUA informa que en Ciudad Constitución, entre el 2 y 3 de septiembre de ese 2009, se registraron 345.6 mm de precipitación, casi el doble de lo que se registra en promedio al año. Por otro lado, en Guaymas, Sonora, del 3 al 4 de septiembre se acumularon 514.9 mm cifra que rompe el récord de lluvia por efectos de un huracán en tierra firme en 24 horas impuesto por Gilbert en 1988.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Los Cabos, pieza clave de una teoría sobre el poblamiento de América

IMÁGENES: Internet.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El poblamiento de América es un tema de gran interés en la arqueología, y las teorías sobre cuándo se inició este proceso son variadas. Es probable que ocurriera en múltiples oleadas y a través de diversas rutas, incluidas migraciones terrestres y marítimas. La comprensión de este proceso sigue evolucionando a medida que se descubren nuevas evidencias arqueológicas.

La teoría más aceptada sobre el poblamiento de América sugiere que los primeros habitantes llegaron desde Asia a través de un puente de tierra conocido como Beringia durante la glaciación Wisconsin. Este puente se formó cuando el nivel del mar descendió más de 60 metros, permitiendo la conexión entre Asia y América del Norte. Posteriormente, los pobladores se desplazaron a través de un corredor libre de hielo que se formó entre los glaciares de Laurentio y la Cordillera Costera, una vez que éstos comenzaron a deshelarse.

También te podría interesar: La revelación arqueológica en la Isla Espíritu Santo. Un viaje a la prehistoria en la península de Baja California

Detalles clave de la teoría

  1. Puente de Beringia: Se formó durante la glaciación Wisconsin, permitiendo el cruce de personas y animales.
  2. Corredor libre de hielo: Existió entre los glaciares, facilitando la migración hacia el Sur.
  3. Cronología: Se estima que este proceso ocurrió entre 13,500 y 11,000 años a.P. (antes del presente).
  4. Desarrollo tecnológico: Se sugiere que la tecnología marítima ya estaba desarrollada, lo que permitió migraciones costeras.
  5. Evidencias arqueológicas: Sitios como el de Monte Verde en Chile, que datan de 12,500 años a.P., proporcionan indicios de ocupación temprana.
  6. Migración costera: Además de la ruta terrestre, se apoya la idea de que algunos grupos pudieron haber llegado por rutas marítimas siguiendo la costa del Pacífico utilizando embarcaciones.
  7. Recursos disponibles: Las zonas costeras ofrecían abundantes recursos marinos y terrestres, favoreciendo la migración y asentamiento.
  8. Diversidad de modelos: Aunque la teoría del Clovis primero fue predominante, se han encontrado evidencias que apoyan un modelo de migración más complejo y diverso.

Esta teoría ha sido apoyada por avances en investigaciones arqueológicas, lingüísticas y genéticas que respaldan la idea de migraciones múltiples y complejas hacia el continente americano.

Nuevas teorías sobre el Poblamiento de América

Modelos de la costa del Pacífico

Los modelos de la costa del Pacífico explican cómo las primeras poblaciones humanas pudieron haber llegado a América a través de migraciones marítimas, siguiendo las líneas costeras desde elNoreste de Asia. Estos modelos sugieren que las áreas costeras proporcionaban abundantes recursos de flora y fauna, lo cual era crucial para la subsistencia de estas comunidades.

Principales propuestas del modelo:

  1. Migración marítima: Se propone que las personas viajaron en embarcaciones aprovechando las costas del Pacífico, lo que les permitió acceder a recursos marinos y terrestres.
  2. Condiciones ambientales: Las costas eran hospitalarias y ofrecían un entorno rico en recursos antes de la última glaciación, lo que facilitó la migración.
  3. Desarrollo de tecnología marítima: Existen evidencias de que las técnicas para la construcción de botes y la navegación estaban desarrolladas antes del Pleistoceno, permitiendo la explotación de recursos marinos.
  4. Corredores ecológicos: Se menciona la existencia de «carreteras de algas», que habrían proporcionado hábitats adecuados a lo largo de la costa desde Japón hasta la costa andina de Sudamérica.
  5. Evidencias arqueológicas: Aunque hay escasez de restos arqueológicos anteriores a 12,500 años a.P., se han encontrado artefactos en sitios que sugieren la explotación de recursos marinos.

Críticas y debates

A pesar de las propuestas, existen críticas al modelo:

  1. Navegación difícil: Las condiciones glaciares en algunas áreas pudieron haber complicado la navegación.
  2. Evidencia insuficiente: La falta de restos de embarcaciones en sitios costeros tempranos ha llevado a cuestionar la viabilidad de estas rutas marítimas.
  3. Desarrollo tecnológico: Algunos críticos argumentan que la tecnología marítima no era lo suficientemente avanzada durante el período propuesto para tales migraciones.

Evidencias de apoyo

Recientes investigaciones en arqueología, lingüística, antropología y genética han comenzado a proporcionar datos que avalan la posibilidad de estas migraciones costeras, sugiriendo que la costa no estaba completamente cubierta de glaciares y que ofrecía recursos vitales para los humanos de la época.

Este modelo ha ganado atención en el ámbito académico y continúa siendo objeto de estudio y debate, mientras se exploran nuevas evidencias que puedan corroborar estas teorías sobre el poblamiento temprano de América.

Teoría del poblamiento Trans-Pacífico Sur

La teoría del poblamiento Trans-Pacífico Sur propone que la región del Cabo, en Baja California Sur, fue poblada desde el Pacífico Sur. Esta hipótesis se basa en análisis craneométricos que sugieren que los habitantes de esta área comparten un ancestro común con otros nativos americanos, aunque se diversificaron debido a factores de aislamiento y variaciones genéticas aleatorias.

Se han encontrado materiales culturales, como un ornamento de perlas acanaladas, que datan del Pleistoceno Terminal y el Holoceno Temprano (hace entre 13,000 y 8,000 años). Estos hallazgos sugieren una continuidad cultural en la región, aunque los estudios craneométricos no prueban de manera concluyente el poblamiento temprano.

Existen distintos modelos que apoyan la llegada de grupos humanos a América a través de rutas marítimas:

  1. Navegación costera: Se argumenta que los humanos pudieron haber llegado a América navegando por las costas desde el Noreste de Asia, aprovechando los recursos de los ecosistemas marinos y terrestres.
  2. Corredor de algas: Esta hipótesis sugiere que los bosques de algas podrían haber proporcionado un corredor de migración entre Japón y Sudamérica, facilitando la colonización de la costa.
  3. Recursos marinos: La abundancia de recursos marinos podría haber incentivado y facilitado la migración hacia Sudamérica.

Desafíos de la teoría

– Dificultades de navegación: Las condiciones glaciares podrían haber complicado la navegación a lo largo de las costas.

– Tecnología marítima: Se cuestiona si la tecnología marítima era suficientemente avanzada para viajes largos en ese periodo.

– Evidencia arqueológica: La escasez de evidencia arqueológica en sitios costeros anteriores a 500 años a.P. plantea dudas sobre la viabilidad de este modelo.

La teoría del poblamiento Trans-Pacífico Sur es una de las múltiples hipótesis sobre cómo se pobló América. Aunque propone una conexión marítima entre el Pacífico Sur y la región del Cabo, sigue siendo objeto de debate y requiere más evidencia para respaldar sus afirmaciones. La combinación de hallazgos arqueológicos y análisis genéticos es crucial para comprender mejor las rutas de migración de los primeros pobladores de América.

Referencias nibliográficas

  • Bryan, Alan L., y Ruth Gruhn (1989), “The evolutionary significance of the American Lower Paleolithic”, Homenaje a José Luis Lorenzo, pp. 81-123, Colección Científica, 183, inah, México.
  • Fladmark, Knut R. (1975), “A Paleoecological Mode for Northwest Coast Prehistory”, Archaeological Survey of Canada Paper, 43, National Museum of Man, Mercury Series, Ottawa.
  • Fujita, H. (2023). Covacha Babisuri Doce mil años de prehistoria en la Isla Espíritu Santo, B.C.S. INAH
  • González-José, Rolando, Antonio González-Martín, Miquel Hernández, Héctor M. Pucciarelli, Marina Sardi, Alfonso Rosales y Silvina van der Molen (2003), “Craniometric Evidence for Paleoamerican Survival in Baja California”, Nature, 425: 62-65.
  • Kowta, Makoto (1969), An Archaeological Survey in the Region of La Paz Bay, Baja California and Problems of Guaicurian Prehistory, informe presentado a la National Science Foundation.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.



La revelación arqueológica en la Isla Espíritu Santo. Un viaje a la prehistoria en la península de Baja California

FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La historia de Baja California Sur se enriquece con el reciente descubrimiento de la arqueóloga e investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Harumi Fujita, quien en su libro Covacha Babisuri: Doce mil años de prehistoria en la Isla Espíritu Santo, BCS, hace una revelación que ha causado gran impacto en la comunidad científica y en la población en general.

En su obra, Fujita explora en detalle la antigua línea de costa de todos los continentes, situándose entre 47,500 y 35,000 años atrás, cuando el nivel del mar descendió entre 68 y 79 metros por debajo del nivel actual. Esta información, sustentada en las investigaciones de un grupo de científicos liderados por Bard, Jouannic, Hamelin, Pirazzoli, Arnold, Faure, Sumosusastro y Syaefudin, fue publicada en 1996 en el estudio titulado Pleistocene sea levels and tectonic uplift based on dating of corals from Sumba Island, Indonesia en la revista Geophysical Research Letters.

También te podría interesar: El valor y la abnegación del Padre Juan de Ugarte

La hipótesis de Fujita es que durante ese periodo, las islas Espíritu Santo y La Partida estuvieron unidas a la península de Baja California, formando un corredor terrestre que permitió la migración y el asentamiento de fauna y flora, así como de los primeros habitantes humanos en la región. Este hallazgo no sólo reconfigura la comprensión geológica y biológica del área, sino que también abre nuevas perspectivas sobre la interacción de las primeras comunidades humanas con su entorno.

El descenso del nivel del mar —detallado en el estudio de Bard y sus colegas—, explica cómo las masas de hielo durante el Pleistoceno afectaron los niveles del mar a escala global. Las fluctuaciones climáticas y tectónicas jugaron un papel crucial en la configuración de las costas tal y como las conocemos hoy en día. Estas investigaciones se basaron en la datación de corales en la isla de Sumba, Indonesia, proporcionando un modelo que Fujita aplicó al contexto de Baja California Sur.

La Covacha Babisuri —ubicada en la Isla Espíritu Santo— ha sido el sitio central de las excavaciones arqueológicas lideradas por Fujita. Este refugio natural ha preservado restos que datan de hace 12 mil años, ofreciendo una ventana invaluable a la vida prehistórica en la región. Entre los hallazgos más destacados se encuentran herramientas de piedra, restos de fogatas y evidencias de prácticas de subsistencia que sugieren una ocupación humana prolongada y adaptativa.

Fujita argumenta que estos primeros habitantes no sólo se beneficiaron del corredor terrestre que unía las islas a la península, sino que también desarrollaron una cultura marítima temprana. La proximidad al mar les permitió explotar recursos marinos y terrestres de manera eficiente, demostrando una notable adaptabilidad y conocimiento del medio ambiente.

La investigación de Harumi Fujita no sólo desafía las nociones tradicionales sobre la prehistoria de Baja California Sur, sino que también destaca la importancia de las conexiones entre diferentes áreas geográficas durante el Pleistoceno. Las implicaciones de este estudio son vastas, proporcionando una nueva comprensión de cómo los cambios climáticos y geológicos afectaron la distribución y evolución de las especies, incluidos los seres humanos.

Además, su trabajo subraya la necesidad de proteger y preservar estos sitios arqueológicos, que son testigos silenciosos de la historia antigua de la humanidad. La Covacha Babisuri, en particular, se plantea como un recordatorio de la adaptabilidad de nuestros antepasados, quienes lograron prosperar en un entorno cambiante y a menudo desafiante.

El libro Covacha Babisuri: Doce mil años de prehistoria en la isla Espíritu Santo, BCS de Harumi Fujita es una contribución monumental a la arqueología y la historia de Baja California Sur. Sus descubrimientos no sólo enriquecen el conocimiento científico, sino que también inspiran un sentido de asombro y curiosidad sobre nuestro pasado compartido.

Mientras continuamos explorando y descubriendo más sobre estos antiguos habitantes y sus vidas, es esencial recordar la importancia de la investigación y la preservación arqueológica. Cada nuevo hallazgo nos acerca un poco más a comprender la complejidad y la riqueza de la historia humana, y nos recuerda que, aunque separados por milenios, estamos profundamente vinculados con aquellos que caminaron por estas tierras mucho antes que nosotros.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.