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Temporada de Desafíos: el imposible reto de adaptar al cine Temporada de Huracanes

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). La adaptación a la pantalla grande de Temporada de Huracanes, basada en la exitosa novela de Fernanda Melchor, se presenta como un audaz experimento en la narrativa cinematográfica mexicana. Publicada en 2017, la novela se ganó el corazón de la crítica y los lectores por su estilo único, reminiscente de grandes como Faulkner y Rulfo. Melchor tejió una historia cruda ambientada en La Matosa, un pueblo ficticio donde la selva, la pobreza y el crimen se entrelazan en un lienzo de realismo crudo sobre lo que se vive en el sur de México tras la guerra contra el narco. Aclamada y traducida a múltiples idiomas, la obra se consagró rápidamente como una pieza fundamental de la literatura contemporánea.

La adaptación de esta compleja narrativa al séptimo arte, liderada por Elisa Miller, supone una tarea desafiante. Miller, una cineasta con un historial de triunfos, incluyendo la Palma Dorada en Cannes en 2017 por su cortometraje Ver llover, abordó este proyecto con la colaboración de Melchor en el guion. Juntas, se enfrentaron al desafío de convertir una novela de estructura compleja y lenguaje intrincado, en la cual cada capítulo se despliega como un extenso monólogo, en una experiencia narrativa audiovisual. Un reto mayor dado que en la novela Melchor entrelaza magistralmente el lenguaje coloquial propio de la oralidad mexicana con una trama que se va revelando a través de diversas perspectivas.

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La película, sin embargo, se diferencia significativamente del libro. El relato de la bruja, esencial en la novela, es omitido, lo que resulta desconcertante para los conocedores de la obra original. Esta decisión es comparable a entrar en una casa familiar, solo para encontrar todos los muebles cambiados de lugar: una experiencia inicialmente desorientadora, pero a la que uno puede acostumbrarse con el tiempo.

A medida que la película avanza, los personajes emblemáticos de Yesenia, Luismi, Brando, Norma y Munra cobran vida de manera más palpable que en la novela, a pesar de las inconsistencias en los acentos de diferentes regiones del sur de México. Sin embargo, el tono frenético y casi hipnótico de la novela, reminiscente de películas como “Solo contra todos” (1998) de Gaspár Noe, se pierde por completo en la adaptación. La película, aunque visualmente impactante, carece del ritmo y la tensión narrativa de la novela.

La historia, centrada en el asesinato de una bruja y narrada desde múltiples perspectivas, se revela como un relato queer fascinante, otorgando voz y visibilidad a experiencias divergentes de la masculinidad mexicana. Sin embargo, a pesar de su enfoque intrigante, la película no alcanza la profundidad y riqueza de la novela original. Tal vez lo más decepcionante es su falta de interés en retener el tono vanguardista que define a la obra literaria, resultando en una adaptación que, lamentablemente, se diluye en el panorama cinematográfico como una película más.

Sin embargo, la película destaca en áreas como el casting, resaltando especialmente la actuación de Kat Rigoni, quien interpreta de manera conmovedora a Norma, una joven enfrentando un embarazo no deseado. La cinematografía ofrece una representación visual impactante de México y su entorno natural, reflejando hábilmente la atmósfera violenta que envuelve a los personajes. Aunque la banda sonora pueda resultar algo repetitiva, complementa eficientemente la narrativa de la historia.

La adaptación de Temporada de Huracanes ilustra las complejidades y los riesgos inherentes a transformar una obra literaria en una película. Aunque no logra capturar completamente la esencia de la novela, sí es un testimonio de la capacidad narrativa femenina en el cine mexicano. Además de que este proyecto sienta un precedente para futuras adaptaciones de la literatura mexicana, anticipando con interés el estreno de dos películas recientes basadas en grandes novelas: “No pediré a nadie que me crea” de Juan Pablo Villalobos (a estrenarse el 20 de noviembre en Netflix) y Recursos Humanos de Antonio Ortuño. Estas obras, con sus propias complejidades narrativas y temáticas, prometen enriquecer el panorama cinematográfico mexicano, demostrando que hay un vasto mundo literario nacional aún por explorar en el cine.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Radical, Derbez rompe esquemas en un drama conmovedor

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). Para ser honestos, acudí al cine con la sospecha de encontrarme frente a una obra más de Eugenio Derbez que me dejaría con el sabor amargo de sus anteriores incursiones. ¿Quién podría culparme? El tráiler insinuaba otro drama educacionista trillado, con el típico Derbez televiso en el papel del maestro moralista. Pero, como en la vida, el cine suele sorprendernos, y Radical no fue la excepción.

Basada en el artículo de Joshua Davis publicado en Wired en 2013, Radical rescata la verdadera historia de la primaria José Urbina López, situada al lado de un basurero en Matamoros, Tamaulipas. En medio de una violencia rampante en el México calderonista del 2011, surge el profesor Sergio Juárez Correa con un enfoque pedagógico revolucionario: permitir que los estudiantes dicten el ritmo y contenido de las clases. De esta manera, el maestro no solo cautiva a sus alumnos, sino que también descubre el talento innato de Paloma Noyola Bueno, interpretada por la joven Jennifer Trejo; quien, a pesar de vivir al lado de un basurero, no abandona su pasión por las matemáticas, demostrando una mente brillante y un futuro prometedor.

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Es así como la cinta nos lleva por una montaña rusa de emociones para mostrar la realidad cruda del México marginado y de un sistema educativo caduco. Derbez se transforma, dejando atrás sus actuaciones caricaturescas, revelando el potencial latente que este junior televiso tiene para ofrecer cuando se combina con un guion sólido y un director que lo sabe guiar.

La dirección de Christopher Zalla, reconocido por su trabajo en La ley y el Orden, brilla con luz propia, manejando a la perfección el balance entre comedia y drama, y sacando lo mejor de un elenco que, sorprendentemente, logra que los jóvenes actores roben la pantalla. Y para los amantes del talento sudcaliforniano, la presencia de Enoc Leaño como el villano de la cinta es simplemente un regalo. Además, cabe destacar cómo la banda sonora, impecablemente seleccionada, te mantiene al filo del asiento, envuelto en un torbellino de emociones, mediante ritmos y sonidos que no se sienten ajenos al universo de la cinta.

Sin embargo, no todo es perfecto en Radical. Algunos personajes secundarios se sienten estereotipados y ciertas tramas podrían haberse pulido más. A pesar de ello, es una película fresca y necesaria, que invita a la reflexión sobre nuestro sistema educativo y la sociedad que lo rodea sin evadir temas que incomodan, pero de los que es necesario hablar: la incertidumbre económica de las nuevas generaciones, la atracción de los jóvenes hacia el crimen organizado, o la imperante necesidad de garantizar el acceso seguro al aborto para todas las mujeres.

Radical se alzó como la Película Favorita del Público en la última edición del festival de cine de Sundance, y no es difícil ver por qué. Es una llamada de atención para aquellos que creen que el cine mexicano más comercial sólo aspira a ser comedias vacías y narco-dramas.

Si estás buscando una película que sea entretenida pero que al mismo tiempo te deje pensando, no busques más: Radical es esa cinta palomera que necesitábamos en la cartelera nacional.

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Más Allá del Uniforme: Cadetes, Tortura y Cine. Heroico, la nueva cinta de David Zonana

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). En Heroico, aclamada cinta de David Zonana premiada en el Festival de Cine de Guadalajara y el Festival de Cine de Berlín, se nos sumerge en la controvertida institución del ejército mexicano. Mediante la historia de Luis, un joven con raíces indígenas, la trama descubre las adversidades que un cadete experimenta al enfrentar a las filas del Heroico Colegio Militar.

El sistema jerárquico del ejército sirve como escenario para una historia que se sumerge en las sombrías realidades enfrentadas por los nuevos cadetes. Estos jóvenes son sometidos a rituales de iniciación que evocan perturbadoras técnicas de tortura. Aunque se argumenta que estas prácticas pretenden desensibilizar y fortalecer al individuo para las exigencias del servicio militar, no tienen reconocimiento oficial y contrastan enormemente con la imagen que el ejército muestra al público.

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No obstante, pese a su audacia temática, Heroico no está exenta de críticas. La cinta parece estar en deuda con una narrativa más consistente. Aunque está cargada de mensajes potentes y escenas de impacto, tiende a perderse en la ejecución y en ocasiones carece de ritmo. En cuanto a su representación, se percibe un tono condescendiente al tratar temas sensibles, lo que podría deberse a una falta de empatía hacia los personajes. Esta perspectiva superficial puede llevar a la estigmatización y perpetuación de estereotipos.

Por otro lado, hay aspectos que rescatar. La actuación de Fernando Cuautle, quien interpreta el papel antagónico, es notable. Su entrega y matices desafían el cliché y auguran un futuro prometedor en el cine mexicano. Además, la aparición en pantalla del Centro Ceremonial Otomí, utilizado como escenario para representar al Heroico Colegio Militar, otorga una riqueza visual y temática al filme. Esta elección crea un diálogo enriquecido entre el México contemporáneo y su herencia prehispánica.

Sin embargo, tras el aplauso cosechado por Mano de Obra, la ópera prima de Zonana, las expectativas para su nueva cinta eran altas. Aunque Heroico brinda una perspectiva inédita acerca del ejército mexicano, especialmente en un contexto donde la militarización del país se intensifica, persiste la impresión de que la narrativa y desarrollo podrían haberse explorado con mayor profundidad. Heroico actúa como un toque de atención, un espejo que despliega una realidad que muchos preferirían obviar. Representa un paso valiente para Zonana y a pesar de sus imperfecciones, es incuestionable que estamos ante una película que suscita reflexión y un muy necesario debate.

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Premios Ariel: Una Ventana Al Contraste y Controversia del Cine Mexicano

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando el foco rojo del Teatro Degollado en Guadalajara, Jalisco, se iluminó para señalar el inicio de la 65ª entrega de los Premios Ariel, estábamos ya ante un escenario histórico. No es una elección baladí que la ceremonia abandonara por primera vez su guarida en la Ciudad de México. Debido a una crisis económica que asoló a la Academia Mexicana de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, el gobierno de Guadalajara emergió como un patrocinador providencial, ofreciendo el teatro y otros apoyos logísticos para que el evento pudiera celebrarse.

Sin embargo, es un secreto a voces que los Arieles, a diferencia de sus contrapartes internacionales, raramente incitan a la audiencia a correr a las salas. La Academia trata de paliar este fenómeno con iniciativas como Rumbo al Ariel, funciones diseñadas para acercar las obras nominadas al público, aunque los resultados dejan mucho que desear.

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Las Directoras y las Historias Reales Dominan la Noche

Las nominaciones de este año fueron particularmente llamativas por la predominancia de directoras talentosas con obras que optan por una aproximación honesta y descarnada a la realidad mexicana: Michelle Garza Cervera (Huesera), Alejandra Márquez Abella (El Norte sobre el Vacío), Teodora Mihai (La Civil) y Lucía Puenzo (La Caída). Estás últimas tres cintas están basadas en hechos reales y abordan con valentía cuestiones de machismo, abuso sexual y desapariciones forzadas.

Las Grandes Ganadoras y las Contradicciones

Alejandro González Iñárritu marcó su regreso al cine mexicano con “Bardo”, una obra que, aunque teñida de narcisismo, impresionó con su impecable producción y dirección, haciéndose con ocho premios Ariel, incluidos mejor director y mejor actor. En este escenario, la actuación genuina y apasionada de Daniel Giménez Cacho, galardonado con el Ariel, añadió autenticidad a un relato que a veces oscilaba entre la parábola y la crónica.

Por otro lado, Huesera de Michelle Garza Cervera no defraudó. Nominada a 17 categorías, se alzó con cuatro premios: mejor guion original, mejor maquillaje, mejores efectos especiales y mejor ópera prima. La película es una aguda reflexión sobre la maternidad y las expectativas de género, con actuaciones memorables, particularmente de Natalia Solián.

Sin embargo, fue “El Norte sobre el Vacío”, de Alejandra Márquez Abella, la que se llevó el Ariel a Mejor Película, un trabajo contradictorio pero inquisitivo sobre la resistencia de un terrateniente a los cárteles de la droga inspirada por la historia real de Alejo Garza Tamez,

Los Documentales

Dioses de México de Helmut Dosantos y “Teorema del Tiempo” de Andrés Kaiser empataron en la categoría de Mejor Documental, dejando fuera la favorita “Cartas a Distancia” de Juan Carlos Rulfo, que exploraba la pandemia con un toque humano y humorístico.

Controversias y Reflexiones

Esta edición no estuvo exenta de controversias. Películas como La Civil y Bardo obtuvieron premios pese a no cumplir en su inscripción con los tiempos y formalidades exigidos por el reglamento de la Academia, un reflejo de los métodos de votación cuestionables y de los problemas crónicos del cine mexicano: desde la desconexión con el público y la falta de apoyo hasta los ya eternos dilemas de su distribución.

En Resumen

La 65ª entrega de los Premios Ariel es un microcosmos de la industria cinematográfica mexicana: plagada de talento y posibilidad, pero también de contradicciones y desafíos. Con todos los obstáculos, los cineastas continúan trabajando con los recursos y oportunidades que tienen. Casi la mayoría de estas películas están disponibles en plataformas de streaming, así que, querido lector, le invito a sumergirse en estos títulos que, a pesar de sus imperfecciones, representan un importante hito en la historia del cine mexicano.

 

— *Un brindis al cine que nos duele, pero también al que nos da esperanzas.*

 

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El sonido de la libertad: la denuncia en la era del postcine

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). El cine es ese campo de batalla donde lo bueno y lo malo se miden en términos más complejos que solo calidad técnica. En este sentido El Sonido de la Libertad es una película que, aunque técnicamente imperfecta, se convierte en un acto de resistencia y denuncia. 

Basada en la historia real de Tim Ballard, un exagente del gobierno estadounidense que en 2013 decidió dejarlo todo para fundar una organización que rescata niños víctimas de tráfico sexual, la película es un viaje a los infiernos más oscuros de la humanidad y la luz que se necesita para combatirlos. Dirigida por Alejandro Monteverde, producida por Eduardo Verástegui y protagonizada por Jim Caviezel—quien muchos recordarán por sus roles en La delgada línea roja y La Pasión de Cristo—, El Sonido de la Libertad es un relato desgarrador y perturbador que, aunque imperfecto, tiene la potencia de un grito de guerra.

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Sin embargo, lo que realmente cautiva es cómo la película trasciende la mera experiencia cinematográfica para convertirse en una especie de epopeya moderna, un enfrentamiento al estilo de David contra Goliat. Con un presupuesto relativamente modesto de 14 millones de dólares, especialmente cuando se le compara con titanes de la industria, dirigida y producida por dos mexicanos, esta cinta se erige como la tercera película más taquillera del año en Estados Unidos, superada únicamente por Barbie y Oppenheimer. Más sorprendente aún es que ha logrado eclipsar a colosos de la industria con presupuestos astronómicos, como Indiana Jones 5 y Spider-Man: A través del Spider-Verso

Para explicar este insospechado triunfo en taquilla es indispensable hablar del postcine, un concepto acuñado por el crítico mexicano Gerardo Herrera que refleja la evolución del cine en la era de la información. Las películas, influenciadas por el exceso de datos y tecnología, ya no se centran en ser obras de arte originales, sino en productos calculados para maximizar la atención y rentabilidad. Esta tendencia, similar a los cambios en el fútbol, donde lo más importante pasa fuera de las canchas, como la famosa botella de cocacola de Cristiano Ronaldo, señala una disminución de la autenticidad y la conexión emocional, convirtiendo al cine en una manifestación de nuestra obsesión por la información en lugar de un medio para explorar la complejidad humana.

En el contexto del postcine, la película Sonido de la Libertad se convierte en un fascinante caso de estudio sobre cómo la información y la desinformación pueden ser manipuladas no sólo como narrativa, sino también como herramienta de marketing. Con un productor como Eduardo Verástegui, conocido por sus posturas ultraconservadoras, y un protagonista como Jim Caviezel, quien sigue teorías de conspiración relacionadas con QAnon; teoría que asegura la existencia de una trama secreta contra Donald Trump, acusando a actores de Hollywood y a políticos del Partido Demócrata de participar en redes de tráfico sexual, y que ha sido vinculada a teorías de conspiración anteriores, como el Pizzagate. 

En 2018, El sonido de la libertad estaba destinada a ser distribuida por Fox, pero la adquisición del estudio por parte de Disney alteró esos planes. Bajo la dirección de Disney, el proyecto fue descartado. Luego de un año de litigios sobre sus derechos, ningún otro estudio la adoptó. Estos hechos la posicionaron como víctima de censura indirecta. Esta imagen se acentuó cuando, tras su estreno, una campaña que incentivaba la compra de boletos vía una app para respaldar a quienes no podían costear la entrada reportó salas con todas las localidades vendidas, pero sorprendentemente vacías.

Estos hechos, sumados en última instancia a las teorías de la conspiración de la extrema derecha en Estados Unidos han servido como impulso adicional, contribuyendo a que esta película sea mucho más que un mero producto de entretenimiento. Es un espejo de una cultura cada vez más sumida en la postverdad y la desinformación.

A pesar de su mérito por llevar a la pantalla grande un tema como el tráfico infantil, la cinta, lamentablemente, cae en la trampa de emplear diálogos superficialmente construidos y actores de la talla de Gustavo Sánchez Parra son relegados a interpretar personajes unidimensionales. Estos personajes parecen diseñados específicamente para perpetuar estereotipos, como el cliché del antagonista latino: el hombre malo. Además, la película refuerza una narrativa problemática al centrarse en Tim Ballard como el arquetipo del hombre blanco salvador, lo que evidencia una falta de profundidad y una visión limitada en su enfoque narrativo.

Además, elude toda reflexión a la raíz del problema: el capitalismo actual, impulsado por la acumulación por desposesión, ha perfeccionado y universalizado la esclavitud económica, llevando a la mercantilización de la existencia humana. Los más lucrativos negocios en este sistema son el tráfico de personas, drogas y armas. El individuo común se enfrenta a una explotación sistemática o a la inanición, en un contexto de escasez artificial debido a la sobreexplotación laboral. En este contexto la trata infantil, y de personas en general, no es aislado y se manifiesta con mayor crudeza en el sur global.

En conclusión, El Sonido de la Libertad se configura como un experimento cinematográfico atrapado en su propia paradoja: un filme que denuncia una de las formas más brutales de deshumanización, pero que al mismo tiempo parece estar siendo moldeado por la cultura de la desinformación y la postverdad en la que vivimos. Es una película que, a pesar de sus fallas, no podemos permitirnos ignorar, por todo lo que implica dentro y fuera de la pantalla. 

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