Premios Ariel: Una Ventana Al Contraste y Controversia del Cine Mexicano

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando el foco rojo del Teatro Degollado en Guadalajara, Jalisco, se iluminó para señalar el inicio de la 65ª entrega de los Premios Ariel, estábamos ya ante un escenario histórico. No es una elección baladí que la ceremonia abandonara por primera vez su guarida en la Ciudad de México. Debido a una crisis económica que asoló a la Academia Mexicana de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, el gobierno de Guadalajara emergió como un patrocinador providencial, ofreciendo el teatro y otros apoyos logísticos para que el evento pudiera celebrarse.

Sin embargo, es un secreto a voces que los Arieles, a diferencia de sus contrapartes internacionales, raramente incitan a la audiencia a correr a las salas. La Academia trata de paliar este fenómeno con iniciativas como Rumbo al Ariel, funciones diseñadas para acercar las obras nominadas al público, aunque los resultados dejan mucho que desear.

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FOTOS: Internet

Las Directoras y las Historias Reales Dominan la Noche

Las nominaciones de este año fueron particularmente llamativas por la predominancia de directoras talentosas con obras que optan por una aproximación honesta y descarnada a la realidad mexicana: Michelle Garza Cervera (Huesera), Alejandra Márquez Abella (El Norte sobre el Vacío), Teodora Mihai (La Civil) y Lucía Puenzo (La Caída). Estás últimas tres cintas están basadas en hechos reales y abordan con valentía cuestiones de machismo, abuso sexual y desapariciones forzadas.

Las Grandes Ganadoras y las Contradicciones

Alejandro González Iñárritu marcó su regreso al cine mexicano con “Bardo”, una obra que, aunque teñida de narcisismo, impresionó con su impecable producción y dirección, haciéndose con ocho premios Ariel, incluidos mejor director y mejor actor. En este escenario, la actuación genuina y apasionada de Daniel Giménez Cacho, galardonado con el Ariel, añadió autenticidad a un relato que a veces oscilaba entre la parábola y la crónica.

Por otro lado, Huesera de Michelle Garza Cervera no defraudó. Nominada a 17 categorías, se alzó con cuatro premios: mejor guion original, mejor maquillaje, mejores efectos especiales y mejor ópera prima. La película es una aguda reflexión sobre la maternidad y las expectativas de género, con actuaciones memorables, particularmente de Natalia Solián.

Sin embargo, fue “El Norte sobre el Vacío”, de Alejandra Márquez Abella, la que se llevó el Ariel a Mejor Película, un trabajo contradictorio pero inquisitivo sobre la resistencia de un terrateniente a los cárteles de la droga inspirada por la historia real de Alejo Garza Tamez,

Los Documentales

Dioses de México de Helmut Dosantos y “Teorema del Tiempo” de Andrés Kaiser empataron en la categoría de Mejor Documental, dejando fuera la favorita “Cartas a Distancia” de Juan Carlos Rulfo, que exploraba la pandemia con un toque humano y humorístico.

Controversias y Reflexiones

Esta edición no estuvo exenta de controversias. Películas como La Civil y Bardo obtuvieron premios pese a no cumplir en su inscripción con los tiempos y formalidades exigidos por el reglamento de la Academia, un reflejo de los métodos de votación cuestionables y de los problemas crónicos del cine mexicano: desde la desconexión con el público y la falta de apoyo hasta los ya eternos dilemas de su distribución.

En Resumen

La 65ª entrega de los Premios Ariel es un microcosmos de la industria cinematográfica mexicana: plagada de talento y posibilidad, pero también de contradicciones y desafíos. Con todos los obstáculos, los cineastas continúan trabajando con los recursos y oportunidades que tienen. Casi la mayoría de estas películas están disponibles en plataformas de streaming, así que, querido lector, le invito a sumergirse en estos títulos que, a pesar de sus imperfecciones, representan un importante hito en la historia del cine mexicano.

 

— *Un brindis al cine que nos duele, pero también al que nos da esperanzas.*

 

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

 

Originario de la Ciudad de México (30 de junio de 1985),  cursó la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESO (2004-2008). Durante ese periodo ganó el premio al Mejor Documental en la Semana Municipal de Video de Guadalajara, obtuvo el primer lugar en la categoría Fotografía del Festival Universitario de la Comunicación y dirigió un corto experimental seleccionado por el Festival de Arte Chroma y el Tijuana Freakfilm Festival. Al egresar trabajó como videoasta y fotógrafo hasta que una enfermedad autoinmune devoró la superficie de sus ojos obligándolo a volcar su creatividad en la literatura. Ganador del Premio Estatal de Cuento Ciudad de La Paz 2015 y finalista del Primer Torneo de Guión organizado por Escribe Cine A. C. Egresado del Diplomado de Literatura Europea Contemporánea organizado por Bellas Artes, del Seminario de Dramaturgia (Instituto Sudcaliforniano de Cultura) impartido por Jaime Chabaud y de la Segunda Residencia para Guionistas en Sonora bajo la tutela de  Maria Gabriela Vidal, Ximena Escalante y Gibrán Portela. Ha cursado diferentes cursos y talleres de escritura creativa con maestros como Martín Solares, Antonio Parra, Luis Felipe Lomelí, María Barandas, Alberto Chimal y Ana Clavel. Su narrativa se distingue por una honestidad descarnada, un ritmo trepidante y personajes que rayan entre la tragedia y la comedia existencialista. Sus influencias son Pedro Juan Gutiérrez, Raymond Carver, Mariana Enriquez, Samanta Schweblin y Etgar Keret. Actualmente dirige el Taller de Guión cinematográfico impartido en la biblioteca Justo Sierra por parte del Instituto Sudcaliforniano de Cultura.

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