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Genes satánicos

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Estimado lector, estamos en la Edad Media.

Usted puede pensar que exagero en tiempos de edición genética, descubrimiento de cuásares, pulsares, ondas gravitacionales, desarrollo de computadoras cuánticas y bases espaciales; sin embargo, analice su entorno. Nunca antes, las religiones organizadas tuvieron mayor número de fieles en el orbe (esto es un sesgo debido a la sobrepoblación, pero no deja de ser cierto); y aunque desde que Galileo y Newton y luego Einstein desplazaron el primer móvil aristotélico como explicación del movimiento, la resurge victoriosa en videos de Youtube.

Pero, ya no es una escolástica que busca probar lo espiritual en la lógica, sino que se ha transformado en una escolástica ladrona. Roba hipótesis y conceptos científicos.

Los fanáticos son legión y la disonancia cognitiva reina con salud envidiable. La moda es robar conceptos y teorías para adecuarlos en groseras falacias ad hoc para justificar dogmas irracionales y milenarios.

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A veces, la falacia de ligar hechos a un principio general hace pensar en que la realidad depende de una explicación. Eso causa sandeces de todo tipo cuando se ligan hechos a supuestos principios científicos.

Un ejemplo que puede encontrar en la página web llamada Ciencia e Islam, donde se relaciona el giro de los fieles musulmanes en sentido contrario a las manecillas del reloj alrededor de la Kaaba, tal como enseño el profeta Mohamed con la rotación de los electrones en sus órbitas alrededor del protón. ¡Vaya analogía!

En el mismo tenor el rabino Iosef Bittón clama en su libro Big Bang y Judaísmo (¡desde el título ya prevemos la falacia!): “a teoría del Big Bang, abre las puertas para la idea de un Creador. Lejos, muy lejos de que el Big Bang sea una teoría de exclusión de Dios, es una teoría que confirma el Génesis. ¿Sabrá el rabino diferenciar modelos matemáticos basados en teorías como la de relatividad y la mecánica cuántica de mitos consignados en un libro del siglo VII a. C?

Ejemplos sobran, y parece que estamos entre la estupidez, la ignorancia y la malicia. ¿Qué hacer? Estudiar, ir a las fuentes, entender el rigor que exigen las ciencias, separar la paja del diamante, entender los principios epistemológicos, metodológicos y filosóficos de cada ciencia, describir lo más preciso que se pueda los resultados de las investigaciones y no inferir más allá de lo que se registra en ellas. Puede ser arduo para los mediocres, gris para los tontos e insuficiente para los fanáticos, pero es la única manera de ser congruentes y honrados en una época donde lo fácil nos tiene sumidos en un medioevo contemporáneo.

Sueño. Eso no pasará.

El colmo es mezclar la herencia genética con demonología. ¿No me cree?

El pastor cristiano Armando Alducín clama en una ponencia que titula La genética de Satanás que Dios (será el suyo) ¡tiene DNA!

El pastor se pregunta porque la penicilina, el motor de gasolina (sic), los satélites, la fisión nuclear, etc.… no se descubrieron o inventaron en milenios de historia sino hasta el siglo XX. ¿Sabrá este pastor que el humano lleva evolucionando más de un millón de años? Según él, Dios había sellado las profecías tal como lo dice El libro de Daniel (???) y el Espíritu Santo las abrió hasta el siglo XX.

No, pues vaya lógica.

En una sala atiborrada de fieles que le escuchan atentamente (¿Cuánta pasta habrá ganado aquella noche? ¿Dios requiere dinero?) promete explicar la semilla de Satanás.

Y ahí mete la baza del código genético, según él, Dios introdujo su código genético en las células humanas como si fuese un software… ¿y en una arqueobacteria no? Yo nunca he entendido porque un simio sí tiene alma, pero una bacteria no…tremendas dudas teológicas me asaltan.

Luego el pastor habla de maremotos y de Satanás, espeta a los ignorantes de no entender la palabra de Cristo, pero él si la entiende por supuesto, bendita sea que lo tenemos para que nos ilumine. Luego dice que la Biblia contradice a Carlos (sic) Darwin. Cita el Génesis en español. Más tarde clama que el hombre es superior a los animales y entonces acepta que los animales tienen alma, (menos mal) ¿y las bacterias? ¿Y los hongos?

¡Ay, nunca los menciona! Bueno, los caballos y los delfines tienen un alma limitada -dice-; recuerda a sus propios caballos (vaya, la religión si deja dinero para criar) pero el ser humano tiene espíritu. Ya salió Hegel, pienso, o Anaxímenes con el pneuma. Sigo sin entender. Somos seres espirituales pero un ornitorrinco no.

Pero Adán desobedeció, porque comió un fruto (¿el fruto tendría DNA?) y Eva decidió…y Alducín dice que eso es relativismo y luego habla de adulterio y marihuana (delicioso) y mete a los nazis. En una discusión suficientemente larga, alguien sacara a los nazis. ¿Sabrá que Hitler fue cristiano?

Bueno, al grano, después de 28 minutos de confundir la gimnasia con la magnesia habla de la palabra zera (simiente= semen = esperma = descendencia = relaciones sexuales = alianza), que aparece en el Génesis. ¡Vaya hermenéutica etimológica adecuada como falacia de petición de principio!

Pondré enemistad, entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente dijo el dios del jardín a la serpiente. ¡WTF! (¿Sabrá el pastor que las serpientes son reptiles y son vertebrados y compartimos un buen porcentaje de código genético?)

El pastor cita con alegría el Levítico, Números y Daniel y dice que un hombre lanza 500 millones de espermatozoides (gran relación). Luego intenta dar clases de embriología de preescolar y explica las leyes de Mendel. Tal vez no se dé cuenta de que son modelos del siglo XIX.

En el minuto 35 el pastor concluye algo digno del Nobel: Dios traspasó su DNA a Cristo. Si José hubiera heredado su cromosoma Y a María (sic), Jesús hubiera sido un pecador (no se ría). El pecado se transmite por el cromosoma del varón (las femisoviets adorarían este argumento, pero ¡ay! son enemigas de los pastores- harían tan buena alianza-).

Los hombres somos malvados genéticamente, es más, ¡pecadores! Las mujeres no, sus óvulos son santos, tan puras ellas. Pero…el Espíritu preñó a María y de la chistera se cita el Levítico 17:11 Porque la vida de la carne está en la sangre …aplausos.

Por cierto, ¿cómo preñan los espíritus?

Dios puso su esperma en María, dice él. Pues muy virgen no sería… ¿no? Aquí el pastor parece contradecirse pues dice que Cristo tenía genes de Adán, de David, de Jacob…bueno, le vendrían de parte de la madre…yo ya no entiendo nada. Reprobado en embriología.

¿Y Satanás? Ahí viene lo bueno…también el diablo tiene esperma, embaraza a gusto. El Anticristo nacerá de la alteración genética de una mujer humana. Según Alducín, el diablo odia a la mujer y por eso no debemos hablar mal de las suegras (los borregos aplauden).

Satanás intenta pervertir la semilla de las mujeres, y para eso se ha convertido en hacker genético (ni los chinos), y los demonios controlan nuestras neuronas (posesión neurológica, el medioevo avanza) y preñan mujeres y las hacen parir gigantes de catorce dedos. Luego cita el Deuteronomio y vuelve a la genética.

¡La conferencia dura siete horas! Los fieles sudan, se rascan, su cabeza poseída está frita; el pastor habla de misticismo, espíritu renovado que manda mensajes al alma (¿será el espíritu un RNA mensajero?), dice que las células de Adán no tenían mutaciones, pero Set ya tenía distorsión en el DNA, luego cita a Kant y a Nietzsche y termina de nuevo con la Biblia…el libro más manoseado para justificar cualquier barrabasada.

La tesis del pastor en suma es que el conocimiento de Dios estaba en el DNA solo en Adán, pero desde que desobedeció, Satanás mutó el código genético.

A estas alturas yo ya no podría pasar un examen de bioquímica. Al final no supe si las arqueobacterias tenían alma o solo los caballos.

Por cierto… ¿qué genes regulan el espíritu?

 

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

 




Educación ambiental ¿Qué es?

Colaboración Especial

Ariadna Esmeralda Ávila García

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Ayer se celebró el Día Mundial de la Educación Ambiental con el objetivo de enfatizar la importancia de generar conciencia sobre el cuidado del ambiente. De acuerdo a Infobae, este día se originó con la Declaración de Estocolmo, en 1972, en la Conferencia sobre el Medioambiente Humano, la cual fue organizada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En la misma, se estableció la Educación Ambiental como una prioridad. Como resultado, tres años después se firmó un acuerdo entre países llamada la Carta de Belgrado, estableciendo un marco general para la educación ambiental– donde se establecieron metas ambientales, y objetivos, metas y principios de su educación.

Puntualmente, la UNESCO, establece que, es importante empoderar mediante los conocimientos, las competencias y los valores con miras a proteger el planeta. La Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) es la respuesta del sector educativo de la UNESCO a los desafíos urgentes y dramáticos a los que el planeta está confrontado. Las actividades colectivas de los seres humanos han modificado los ecosistemas de la Tierra de tal manera que nuestra propia supervivencia parece estar en peligro debido a los cambios que, cada día, resultan más difíciles de revertir. Para detener el calentamiento global antes de que alcance niveles catastróficos es necesario abordar los problemas ambientales, sociales y económicos de manera holística. La EDS para la Agenda 2030 de Educación de la UNESCO tiene como objetivo lograr la transformación personal y social necesaria para cambiar de rumbo.

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Sumado a lo anterior, la Comisión Mundial para el Desarrollo y el Medio Ambiente creó el término sostenible en 1987; en 1992 la Conferencia de Río lo redefinió como una forma de coevolución de la sociedad y la naturaleza que consigna asegurar la supervivencia y el desarrollo seguro de la civilización y la biósfera. Por tanto, la sostenibilidad ambiental es el equilibrio social, económico y medioambiental que garantiza una continuidad para las siguientes generaciones.

¿Por qué nosotros y nosotras debemos preocuparnos por el ambiente? Es claro que, existe una crisis ambiental que, aunque no lo parezca está cada vez más cerca de nosotros, al no tener un cuidado del ambiente de forma integral, es decir, tener cuidado del agua, de no generar contaminación y otras cosas más, nos expone a no tener los recursos suficientes para nuestra sobrevivencia en el planeta. Ni siquiera pensando en las siguientes generaciones, sino nosotras y nosotros mismos en unos años.

Lo notamos de diferentes formas, en los diferentes estados de nuestro país y en todo el mundo. La falta de agua, la contaminación de mantos acuíferos, los organismos de tallas más pequeñas en el ambiente o la presencia de organismos que son fauna nociva o intrusiva en zonas que se consideraban prístinas o en las mismas ciudades o donde somos testigos de las grandes olas de calor, variación climatológica y la aparición de hambruna que ya se ha dado en algunos países como Madagascar.

Todo esto, nos hace pensar, ¿aún estamos a tiempo? Debemos tener claro dos cosas, una es que este problema no es reciente, la degradación del ambiente ha dado inicio de la fase crítica y que este planeta, por el momento, es nuestra única fuente de recursos tanto renovables como no renovables.

Por lo que, es fundamental cobrar consciencia, en lo básico, mirar a nuestro alrededor y verlo, no normalizar el descuido del ambiente y sobre todo ver el impacto que nosotras y nosotros mismos provocamos. Revisar nuestras huellas por el planeta y ver que desde nuestro interior podemos hacer para mejorar, pues, aunque no se trata de romantizar, el cambio que uno produce se magnifica en el otro y en la otra. Con ello, se puede lograr un cambio colectivo y usar los recursos actuales y la tecnología a nuestro favor en pro de todos y todas. La educación ambiental debe ser un proceso continuo y permanente que se debe ir adaptando a las necesidades de cada época dando respuesta a las crisis que afectan al planeta.

Es así como la educación ambiental se vuelve clave en toda la sociedad, siguiendo principalmente los objetivos de la Educación Ambiental que se encuentran dentro de la Declaración de Tbilisi:

  •  Consciencia y conocimiento: adquirir mayor sensibilidad, conciencia y comprensión básica del medio ambiente, además de los problemas conexos, además de la presencia y función de la humanidad en él.
  • Actitudes y aptitudes: Ayudar a desarrollar valores, actitudes, compromiso y habilidades para proteger y mejorar el medio ambiente.
  • Acción y participación: Crear nuevos patrones de comportamiento desde la responsabilidad que ayuden al individuo y comunidad a cuidar de su entorno.

Otro punto importante a considerar es que de acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos es que, la educación ambiental no es solo tener y dar a conocer la información sobre el ambiente, es aumentar la conciencia y el conocimiento sobre temáticas ambientales, enseñar a los individuos a pensar de manera crítica, mejorar las habilidades para resolver problemas y tomar decisiones y no definirla solamente desde una opinión particular.

Finalmente, te dejo algunos consejos de la página de ecología verde que podemos hacer desde casa:

  • Ahorrar agua, reducir su consumo y reutilizarla.

  • Apagar luces y aparatos electrónicos cuando no los estemos utilizando para ahorrar así energía.

  • Apostar por las energías renovables.

  • Usar medios de transporte públicos de bajo nivel de contaminación.

  • Reducir, reutilizar y reciclar.

  • Consumir de forma responsable.

  • Realizar actividades en la naturaleza y turismo sostenible para conocer, respetar y conservar la biodiversidad y los ecosistemas.

 

 

Cuando uno tira de una sola cosa en la naturaleza, se encuentra que está agarrada del resto del mundo.

 

 

Referencias

INFOBAE. 2023. Día Mundial de la Educación Ambiental: un llamado urgente para cuidar el planeta – Infobae.  Consulta 26 de enero de 2023.

UNESCO. 2023. Educación para el Desarrollo Sostenible. Consulta 26 de enero de 2023.

Gobierno de México. 26 de enero: Día Mundial de la Educación Ambiental  | Procuraduria Federal de Proteccion al Ambiente | Gobierno | gob.mx (www.gob.mx) Consulta 26 de enero de 2023.

Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. 2023. La importancia de la educación ambiental | US EPA  Consulta 26 de enero de 2023.

Gaceta CCH. La educación ambiental en la enseñanza | UNAM Global Consulta 26 de enero de 2023.

Ecología verde. Cómo cuidar la naturaleza: 13 consejos y acciones (ecologiaverde.com). Consulta 26 de enero de 2023.

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Jaws no fue la culpable

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Desde hace tiempo se ha satanizado la película Jaws de Steven Spielberg como si fuera responsable de haber satanizado a los tiburones, un despropósito. El objetivo del arte no es moralizar ni educar, sino sublimar y mitificar, todo en el arte es símbolo -mimesi- re-presentación de lo real por medio de la ficción. El fenómeno masivo que implicó la película no fue el origen de la satanización de los tiburones sino su culmen.

La novela de Peter Benchley no inventó un género nuevo, no fue original en la base del horror, sino que retomó un terror atávico desde que los homínidos aparecieron en la Tierra, el miedo a ser devorado. 

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FOTO: UABCS

Benchley conocía a los tiburones por su experiencia desde niño cuando pescaba con su padre en Nantucket. En 1964 leyó una noticia que le llamó la atención. Un legendario pescador llamado Frank Mundus había capturado un tiburón blanco de dos toneladas y lo exhibía en la costa de Montauk. En 1971, el agente literario de Benchley consiguió que el editor Thomas Congdon le pagase $ 1000 dólares por cien páginas de una novela atractiva. Benchley ya desde hacía años escribía una historia sobre un tiburón que ataca gente y se queda rondando en la zona. La trama no es nada nuevo, durante siglos ha sido una creencia de los pescadores llamada tiburón cebado. Hace una referencia antropocéntrica a que cuando un tiburón prueba carne humana se queda en el área y ya no desea probar algo más. 

Ese mismo año se estrenó un documental dirigido por Peter Gimbel y el matrimonio Taylor, buzos que filmaron tiburones blancos en Sudáfrica y Australia dentro de jaulas. El título del filme es Blue Water, White Death y el slogan rezó: La más aterradora y fascinante aventura marina

Muerte y Terror.

Benchley vio el documental y junto con la célebre historia de los ataques de Nueva Jersey en 1916, acabó la novela en 1973. Aún no había sido publicada cuando el editor les comentó a los productores Richard Zanuck y David Brown acerca de ella. Zanuck y su compañero habían ya financiado el célebre filme El golpe y buscaban otro gran éxito. Se reunieron en Francia con un joven director, Steven Spielberg.

El resto es historia del arte, el filme fue un ícono en la historia del cine y los negocios. Fue el primer blockbuster masivo, generó pasión, histeria, neurosis y fanatismo. Es, tanto una película de terror como de aventuras y le debe gran porcentaje de su éxito a la música de John Williams. La película costó 9 millones de dólares y consiguió recaudar 471 millones.

Generó vasos comunicantes entre el comportamiento del tiburón y la sobrepesca. Su protagonista es un tiburón blanco casi mecánico. El personaje Hooper repite a lo largo de la trama que se enfrentan a una máquina prefecta, una máquina de comer. Además, la historia que cuenta el personaje Quint sobre el USS Indianapolis, liga la profanación del hombre al cosmos debido al transporte de las bombas atómicas con el castigo que los animales infligen a los marinos. 

Fidel Castro interpretó el filme como un reflejo de la codicia capitalista en aras de sacrificar la vida de las personas para proteger sus inversiones. El tiburón es visto por fuerzas económicas desde tierra, que intentan velar los ataques para proteger la fama de un lugar turístico.

Quizá ayudó a difundir la leyenda negra sobre estos peces que estaba circunscrita a los hombres de mar, pescadores y marineros principalmente, y la llevó a masas de poblaciones urbanas muy ignorantes respecto a los animales marinos. 

Después de Jaws se realizaron numerosas películas de baja calidad que plagiaban la misma trama y se concentraban en el pánico que generaban los ataques exagerados. Una pléyade de bazofias ha inundado las pantallas. Yo le llamo pornografía de tiburones.  Los protagonistas son tiburones desproporcionados, mutantes, con tentáculos de calamar y de pulpo, dientes de piraña, escualos gigantes que se meten a pantanos, que viven en la arena del desierto, híbridos de dinosaurios y tiburones que se deshielan; tiburones que atacan góndolas en Venecia, incluso megalodones redivivos que saltan y se llevan a un avión de pasajeros entre sus fauces. Representados por muñecos de goma, títeres, gráficos de animación digital, juguetes robotizados; a todos se les elimina matándolos de los modos más nefastos: con cargas explosivas, quemándolos con lanzallamas, electrocutándolos, volándolos con lanzamisiles y como ya he escrito, también asesinando tiburones reales. 

El filósofo Luke White incorpora la noción de tecnonaturaleza. Implica las ansiedades crecientes sobre un aparente cosmos que el hombre no puede controlar, sobre todo a principios del siglo XX, mezclada con la tecno ciencia derivada del capitalismo que desea transformar la naturaleza. Esta noción genera una visión de la vida como una fuerza que responde a la intromisión del hombre.

Lo cierto es que tanto la fobia como el odio a los tiburones y particularmente contra el tiburón blanco llevaba milenios fermentándose.

Ya en la antigüedad, algunos autores clásicos los llamaron monstruos. Bestias malvadas y Plagas son epítetos que Plinio el viejo utilizó para referirse a estos peces. Opiano, poeta griego de Cilicia, que nació a finales del reinado de Marco Aurelio, escribió su poema didáctico Haliéutica (De la pesca). Cito:

En cuanto a los monstruos marinos de potentes y enormes miembros, maravillas del mar, cargados de fuerza invencible, cuya contemplación causa terror, siempre armados de mortífera rabia, muchos de ellos andan errantes por los inmensos mares en donde están los desconocidos laboratorios de Poseidón.

Note el lector la afirmación: causa terror.

Pero es durante los últimos 400 años que el tiburón adquirió su configuración conceptual moderna como símbolo del terror, del shock y el castigo. Los vocablos modernos que se refieren a los tiburones surgen de los viajes de conquista como palabras insultantes. ¿Cómo nació esta concepción? Debido a los testimonios y crónicas de conquistadores, mercaderes y esclavistas europeos en sus viajes transoceánicos. 

Algunos capitanes utilizaban restos humanos para atraer tiburones. En papeles del Parlamento inglés referente a las bitácoras de barcos negreros en 1791, el capitán Thomas Bolton testifica que:

Nuestra forma de atraerlos era arrojando por la borda un negro muerto al que podían seguir hasta comérselo.

Desde el siglo XVII los marineros europeos que navegaban rumbo a América, África y Asia contaban anécdotas de tiburones enormes que, al abrirles la tripa, brotaban miembros humanos. El origen no es tanto legendario como conductual. Al arrojar basura por la borda, restos de cerdos, gallinas, cabras, sobras, despojos orgánicos, y por supuesto, cadáveres humanos envueltos en lonas. 

La mayoría de los marineros eran envueltos en una lona y arrojado a las aguas en cuanto morían. Un horror para sus compañeros era observar cómo sus cuerpos eran devorados por los tiburones que rodeaban el barco. Los negreros también arrojaban los esclavos enfermos o asesinados al océano donde los esperaban los inhumanos monstruos ansiosos por cebarse con su carne. 

Las crónicas de los viajes de la Compañía Jan hacia la Indias Orientales de los Países Bajos nos ilustran de cómo los marineros capturaban tiburones con bicheros y al hacerlo se enardecían. La tripulación de un retourschip se divertía vengándose de un escualo. Cuando el animal agonizaba en cubierta le arrancaban los ojos, le rebanaban las aletas pectorales, amarraban un barril a su cola y lo devolvían al océano.

Los buques negreros encontraron grandes tiburones alrededor de las islas Canarias, Madeira, Cabo Verde, Congo y Angola. 

Lo cierto es que entre mayor fuese la mortalidad a bordo, más tiburones se congregaban junto al barco. Los reportes registraban que los tiburones aumentaban al llegar a América, en las costas de Brasil, del Caribe y del Sur de Virginia. Los barcos llevaban tras ellos gran número de tiburones que alarmaban a los pueblos costeros como lo demuestra una noticia publicada en un periódico de Kingston de 1785:

Los hombres de Guinea que acaban de arribar han introducido tal número de ingentes tiburones que bañarse en el río se ha vuelto extremadamente peligroso. Uno muy largo fue capturado el domingo al lado de los Hibberts, Capitán Boyd

Los capitanes utilizaban a los tiburones para evitar deserciones. En un barco negrero un africano experto en matar tiburones se arrojó al agua cuchillo en mano para matarles y que la tripulación pudiese bañarse en alta mar a gusto. En lugar de recompensarlo el capitán ordenó azotarle por la hazaña. 

Algunos capitanes utilizaban restos humanos para atraer tiburones. En papeles del Parlamento inglés referente a las bitácoras de barcos negreros en 1791, el capitán Thomas Bolton testifica que:

Nuestra forma de atraerlos era arrojando por la borda un negro muerto al que podían seguir hasta comérselo. 

Samuel Robinson recuerda en sus Memorias escritas en 1867 cuando navegó en buques de esclavos durante su niñez. Según él los tiburones seguían al barco debido a la cantidad de basura y desechos arrojados por la borda. Describe al tiburón como “un monstruo feo, largo y negro” y el sentimiento de terror que provocaba su presencia. Con su “aleta negra dos pies encima de la superficie, su morro ancho y ojos pequeños con una mirada de villano que hace temblar al que lo mira aún a la distancia”. 

En 1716 un marinero anónimo escribió en su diario: 

El tiburón es un pez muy voraz y algunos de ellos son muy vastos…con sus enormes mandíbulas podrían devorar fácilmente el cuerpo del marinero más robusto que tenemos a bordo…son grandes amantes de la carne humana…sus dientes son puntiagudos como sierras. 

La noción de que los tiburones aman la carne humana fue muy común en aquellas épocas donde el hombre era el centro del universo. El naturalista británico Thomas Pennant se basó en un reporte de un capitán esclavista para describir al tiburón blanco en su tratado Zoología Británica (1768 — 1770): 

Un tiburón blanco como la ceniza que mide 20 pies y pesa 4000 libras y tiene una vasta codicia por la carne humana.

El tiburón era el horror de los marineros y ladrón codicioso en espera de cualquier hombre que caiga por la borda. En 1744 un oficial de la Compañía Real Africana de Inglaterra, William Smith escribió:

Los tiburones bullían alrededor nuestro y esperaban con impaciencia a que el fondo de nuestra canoa se volteara. Estos voraces animales frecuentemente siguen a las canoas hacia las rompientes en espera de una presa. 

El siglo XX potenció la mala publicidad de los escualos.

 A partir de 1939 los hombres de todo el mundo volvieron a masacrarse en todos los rincones posibles. La Segunda Guerra Mundial estalló. La nueva tecnología naval permitió morir y matar en lugares donde antes no había tantos incidentes; el mar abierto.

Los constantes naufragios debido a las batallas navales multiplicaron los encuentros con los tiburones. Trágicos ataques masivos a los náufragos como el de las fragatas Nova Scotia, Empress of Canada, los japoneses frente al Golfo de Huon, el buque cubano de carga Libertad, el buque japonés Arisan Maru, del USS Hoel DD 533, el buque Cape San Juan, el buque hospital Centaur, el barco brasileño Alfonso Penna, el City of Cairo el buque inglés Empire Avocet y el celebérrimo USS Indianapolis que transportó la bomba atómica; provocaron un pánico tremendo.  Miles de hombres murieron en el mar y un porcentaje de ellos gracias a las mordidas de los tiburones. 

Incluso en la película, el pescador Quint es un superviviente del USS Indianapolis, lo que justifica su odio contra estos animales. 

De hecho, la investigación científica sobre los tiburones comenzó de manera sistemática justo acabando la guerra -no por la curiosidad biológica hacia estos seres- sino para minimizar las bajas en los futuros conflictos. 

Ahora bien, el tiburón blanco desde tiempos de Aristóteles se convirtió en el epítome del devorador de hombres. 

En 1776 Pennat describió al tiburón blanco en estos términos: 

Crecen hasta llegar a ser un gran bloque. Gillius dice que en su estómago se encontró un cadáver entero, lo cual no es increíble, considerando su vasta codicia por la carne humana. Son el pavor de los marineros del trópico, donde siguen a los barcos esperando alimento arrojado por la borda.  Un hombre que sufrió esta desgracia murió sin redención. Los nadadores frecuentemente son muertos por ellos. A veces pierden un brazo o una pierna, a veces son partidos en dos sirviendo como bocados de este hambriento animal.

El interés principal por este tiburón se debe a su fama de antropófago. Junto con el tiburón toro, Carcharhinus leucas y el tiburón tigre, Galeocerdo cuvier, es el tiburón que más humanos ha atacado. En la mayoría de estos ataques no han devorado a la víctima, aunque existen casos reportados donde el tiburón engulló al humano, como el de  Shirley Ann Durdin en 1985 y algunos ataques a buceadores chilenos.

Paradójicamente, en el siglo XXI los tiburones han pasado de verdugos a víctimas y hasta banderas de movimientos contra lo industrial. Quizá eso proviene del triste hecho de la disminución de poblaciones y la destrucción de hábitats, la contaminación de ecosistemas en un mundo cada vez más tecnificado e industrializado. Los animales poco a poco se van idealizando positivamente, porque cada vez son más raros. 

En las últimas décadas han surgido un sin fin de documentales que intentan desmitificar la visión aberrante sobre los tiburones. Otros subrayan la belleza de estos animales y su relación con un aparente equilibrio natural. Los documentales se enfocan en la defensa por la conservación y en la denuncia contra la destrucción del océano. 

Otra falsa concepción es que la película acrecentó las pesquería y matanzas.  Bastante exagerado. Para 1975 las poblaciones de tiburón blanco ya habían decaído casi al borde la extinción. 

Los tiburones blancos desaparecieron de aguas donde antes habían sido comunes como Perú en el Pacífico. Mientras que en la costa Atlántica donde hoy los registros del gran blanco son casi nulos, debajo de Brasil y las costas de Argentina exhibían áreas de reproducción de pinnípedos que fueron casi exterminados a finales del siglo XIX por la caza. Esto, aunado con la pesca indiscriminada de cetáceos en estas áreas ha hecho que los tiburones blancos no hayan regresado.

Frank Mundus fue la inspiración de Benchley para su personaje de Quint, el asesino de tiburones, en la novela.  Se consideraba a sí mismo como el pescador supremo de tiburones. Tenía su negocio en Long Island, costa del Atlántico. En 1958 empezó su pesca de monstruos donde mataba ballenas y delfines para atraer grandes blancos. Su cebo preferido era la carne de los calderones, animales muy dañinos según él porque eran destructores de peces comerciales. A bordo de su Cricket II, el capitán llevaba a sus clientes — sus idiotas según él— a capturar makos, tiburones azules, grises y zorros. Pero su objetivo dorado era el blanco. 

En 1960 encontró a cinco alimentándose del cadáver de una ballena y logró arponear a uno de 4 m y 1500 kg. En 1988, Mundus entró al libro de récords de la Asociación de Pesca gracias a un blanco de más de dos toneladas. 

Capturó en 1964 a Big Daddy; un gran blanco de 2041 kg y 5.3 m. Para arponearlo colgó a los lados de su embarcación una línea con tiburones azules y roció el mar con trozos de ballena. Cuando los desembarcó en Montauk, el animal todavía coleteaba así que Mundus le disparó quince veces con su arma. Tipos como este, dedicados al asesinato sistemático de tiburones blancos para vender sus mandíbulas como trofeos deportivos contribuyeron a su disminución poblacional. Todo esto sucedió antes de la película. 

En 1989 un equipo de filmación de la Cousteau Society viajó al sur de Australia para filmar tiburones blancos. Durante un mes, la tripulación arrojó cebos entre Dangerous Reef y las islas Neptune. Durante este periodo lograron atisbar tres tiburones pequeños que se alejaron con rapidez. Nicolas Dourassoff dijo: — Según van las cosas, el tiburón blanco estará extinto en 20 años.

Han pasado décadas y el tiburón blanco sigue en el planeta. ¿Por qué? Leonard Compagno — uno de los más reconocidos científicos que estudian tiburones en la actualidad— comenzó una campaña para proteger al tiburón blanco en Sudáfrica a la vera de las nuevas reformas políticas en los 90. Cientos de países se han unido a su protección desde entonces. Hoy ya no está en peligro de extinción, aunque sigue amenazado. 

Muy escasos ya en el Mediterráneo donde eran comunes, sus poblaciones se recuperan en Australia, California, la costa Atlántica de los Estados Unidos y Sudáfrica. Aun así, verlo es como encontrar a un tigre siberiano. Los siguen cazando de manera ilegal y en la mayoría de los casos no se registra el delito. Sin embargo, sus poblaciones se recuperan. 

Hay evidencias esperanzadoras. Desde 2004 se ha incrementado el número de avistamientos en la costa de Massachusetts especialmente cerca de la isla de Monomoy en donde se han registrado ataques a las focas grises Halichoerus grypus. Desde que se protegieron en 1972, las focas aumentaron y recolonizaron playas e islas de Cape Cod. El tiburón blanco ha vuelto para depredar sobre su alimento favorito. 

Las pesquerías de tiburones se industrializaron durante los años 40 gracias al boom del aceite de tiburón. Se instituyeron nuevas compañías en el Atlántico y se descubrió que todos los tiburones tenían vitamina A. Palangres, líneas, redes, boyas, arpones; todos los artefactos posibles. En Florida un bote capturó 1972 tiburones en un día. Sólo en Estados Unidos se alcanzó el pico en 1944: ¡24 000 toneladas de cazón! La pesquería comenzó a colapsar. En Massachusetts, una compañía ganó 2 millones de dólares al año vendiendo aceite de tiburón. Se abrieron factorías en Cuba, México, Jamaica y las islas del Caribe. A principios de la década de los cincuentas la pesquería colapsó; a mediados volvió a estabilizarse.

Nuevamente, a finales del siglo XX la presión pesquera sobre los tiburones a nivel mundial aumentó, pero las causas no tienen nada que ver con películas. Las poblaciones más afectadas no fueron los grandes blancos sino las especies de carcharhínidos (tiburones grises). 

La industria aumentó debido a la demanda de aletas para la sopa china desde los años 90. Cuando el gobierno chino abolió la prohibición comunista de la sopa de aleta como fineza burguesa, el comercio de aletas creció un 5% anualmente entre 1995 y el 2000. La gran demanda de aletas propició la práctica del finning o aleteo. Los pescadores rebanan las aletas de los tiburones vivos y los arrojan al mar donde mueren miserablemente. 

La demanda de cartílago para productos supuestamente anticancerígenos se exponenció desde mediados de los 70. Eso coincidió con la moda de la película, pero no hay correlación entre tales fenómenos.  

Entonces, la película de Spielberg no inauguró la visión negativa del tiburón blanco en particular y los tiburones en general, sino que la sintetizó. Logró capturar la esencia y la tesis de un horror atávico que fue potenciándose en la modernidad. 

Creemos que nuestros vicios e iniquidades brotan de lo natural como un espejo de nuestra impotencia. Nada más falso. Será difícil que el hombre como especie comprenda que somos uno más del torbellino de la evolución, que los fenómenos naturales pueden ser crueles y agresivos, que podemos ser víctimas de inteligencias que no entendemos, pero nunca de injusticia y maldad porque esos son adjetivos meramente humanos. 

 

Referencias

Dash, M. (2011). Batavia’s graveyard. Hachette UK.

Domeier ML. 2012. Global Perspectives on the Biology and Life History of the White Shark. CRC Press. Taylor and Francis Group, Boca Raton, Fl.

Jaime-Rivera M. (2021). Tiburones: supervivientes en el tiempo. Fondo de Cultura Económica.

Klimley A. P. 1996 Great White Sharks. The biology of Carcharodon carcharias. Academic Press. USA.

Midway, S. R., Wagner, T., & Burgess, G. H. (2019). Trends in global shark attacks. PloS one, 14(2), e0211049.

Mundus, F. 1976. Monster Man. Master hunter of the deep. USA.

Plinio Segundo, Cayo. Siglo I. Historia natural. Obra completa. Madrid. 2010. Editorial Gredos. 4 volúmenes.

Pratt H, Gruber S, Taniuchi T. 1990. Elasmobranchs as Living Resources; Advances in the Biology, Ecology, Systematics, and the status of Fisheries. NOAA Technical Report.

White L. 2010. Damien Hirst’s Shark: Nature, Capitalism and the Sublime. The Contemporary sublime. Tate Britain Symposium.

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Plástico en el cerebro

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS)Querido lector, usted y yo podríamos tener partículas de plástico en nuestro cerebro.

En el siglo XX ocurrió un hecho sin precedentes en la historia humana. El desarrollo industrial y la demanda de los consumidores permitieron y acuciaron el reemplazo de materiales naturales por aquellos sintetizados en laboratorios. Poco a poco nos hemos habituado a vivir en la era del plástico. Mira, lector a tu alrededor. A menos que te encuentres en una selva virgen o en una cabaña apartada entre los bosques y desnudo o vestido con piel de jabalí, la mayoría de las cosas que te rodean han sido fabricados con materiales químicos sintéticos: plásticos, gomas, polímeros…es casi imposible ya habitar un mundo ajeno a la industria tecnoquímica. Y el petróleo es dios.

El sueño de los alquimistas se materializa. Miro a mi alrededor mientras escribo este mamotreto. Escribo en un teclado con una carcasa de aluminio cubierta con poliuretano y un termoplástico conocido como acrilonitrilo-butadieno-estireno. La pantalla de mi computadora es un cristal líquido con semiconductores, fósforo, plomo y mercurio. A mi lado yace una lata de refresco de aluminio y una botella vacía de polietileno tereftalato.

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Apenas hace unos minutos que bebí una porquería deliciosa: 600 ml de agua carbonatada con ácido fosfórico, edulcorantes como caramelo IV (un potencial cancerígeno), 60 mg de sodio, 36 mg de sucralosa, aspartame y acesulfame K que pueden afectar mi páncreas y ocasionarme diabetes y cafeína, un neuroexcitador. ¿No se te antoja? Sé que te encanta.

Hay dos pastas de dientes deprimidas sobre mi mesa fabricados con polietileno de alta densidad. La pasta es una mezcla de compuestos abrasivos y detergentes como fluoruro sódico, sorbitol, hidróxido sódico, sílica hidratada, laurilsulfato de sodio y otros. Visto una chamarra compuesta por una resina plástica formada sintéticamente con etilenglicol y tereftalato de dimetilo. Mis zapatos deportivos fueron confeccionados en una fábrica de China en donde se funden miles de botellas de plástico para convertirlas en hebras, tienen caucho alterado con agentes acelerantes, cuero sintético, una espuma de etileno acetato de vinilo y algodón.

Una amiga ha dejado su cigarrillo apagado en un plato. Ese miserable tubo de menos de 8 cm contiene más de 7 mil compuestos tóxicos entre los que destacan venenos como ácido cianhídrico, aldehído fórmico, arsénico y amoniaco y otros cancerígenos como plomo, nitrosaminas, formol, bencenos, butadieno, acroleína y más de cien hidrocarburos poliaromáticos. Ella fuma de cinco a siete cigarrillos diarios.

De puro coraje aromaticé la peste que ha dejado el humo. El aromatizante contiene compuestos como ésteres arílicos y alquílicos, formol, terpenos orgánicos y naftalenos (más cancerígenos).

Se estima que la tasa media de ingesta diaria de microplásticos de un adulto es de 883 partículas por persona, equivalente a 583 ng de plástico. Algunos estudios estiman 21 g por mes o 250 g al año. Cox (2019) evaluó el consumo anual de microplásticos en estadounidenses, que varió entre las 39 mil a 52 mil partículas al año. La estimación se incrementa de 74 mil a 121 mil cuando se toma en cuenta la inhalación. Además, los individuos que beben agua solo de botellas plásticas incorporan hasta 90 mil partículas adicionales al año.

En el siglo XXI una pléyade de estudios ha brotado como hongos en pos de dilucidar la toxicidad de la acumulación de plásticos en los animales, incluidos los humanos. Se ha inferido una regla general: entre más pequeña sea la partícula plástica es más tóxica. Esto es debido a que los nanoplásticos pueden cruzar barreras que los microplásticos no. Por ejemplo, los nanoplásticos pueden destruir las membranas de óvulos y espermatozoides y causar toxicidad en la descendencia como hipoxia en los embriones (Yin et al. 2021).

No sólo eso, las nanopartículas de plástico (≤100 nm) pueden impactar en la propagación de genes resistentes a antibióticos (ARGs) al perturbar la transferencia horizontal de genes. Hu et al. (2022) realizaron pruebas de propagación de genes de diversos plásmidos (pequeños fragmentos de DNA) a bacterias Escherichia coli. Encontraron que nanopartículas de poliestireno interfirieron en la replicación de los plásmidos dentro de la bacteria ralentizando su evolución genética.

Sí eso sucede, no es aventurado inferir que pequeñísimas partículas plásticas pueden afectar el material genético de cualquier célula. Hay evidencia que las partículas de plástico dañan el microbiota, el epitelio de la mucosa y destruyen la barrera intestinal, además de provocar desordenes metabólicos (Fackelmann and Sommer, 2019; Li et al., 2020; Qiao et al., 2019).

Aún más impactante puede ser la evidencia de que los microplásticos pueden causar neurotoxicidad, conductas aberrantes y depresión en varios animales. Incluso, al acumularse en el cerebro pueden interferir en la actividad del acetil colinesterasa, una enzima que cataliza la acción de la acetilcolina, nuestro neurotransmisor más importante. Es el compuesto que liberan las neuronas para la actividad muscular. Esto implica la atrofia de fibras nerviosas (Mak et al., 2019; Yang et al., 2020). Aunque estos efectos se han observado en peces óseos (peces dorados, peces cebra, tilapias rojas, pez gato africano, entro otros); el sistema nervioso central de los vertebrados y sobre todo las neuronas, siguen el mismo patrón histológico y funcional por lo que puede inferirse un peligro potencial para los mamíferos y los humanos en particular.

Figura 1. Esquema que representa los peligros de micro y nanoplásticos cuando penetran la piel y la barrera cerebral.

La interacción de los plásticos con otros compuestos en el ambiente incrementa el peligro de toxicidad. Las partículas pueden transportar, acumular o absorber metales pesados, retardantes de flamas, colorantes o antibióticos.

Chen (2017) observó que las nanopartículas incrementan la biodosponiblidad de bifenoles causando daños severos en nervios de peces cebras. Además, los bifenoles actúan como disruptores endócrinos y provocan efectos similares a lo que causan los estrógenos.

Luis (2015) observó que retardantes de flama organofosfatados combinados con microplásticos causaron daños neuronales en ratones. Mientras que la combinación de microplásticos y cobre causó cambios morfológicos en el cerebro y retina en lubinas (Santos et al., 2020).

Apenas estamos concibiendo un panorama que parece ser inconmensurable. Así como en la Antigüedad miles de personas jamás supieron el peligro de beber en vasijas recubiertas de plomo y murieron por ello, poco entendemos las casusas detrás de nuestras conductas actuales.

Lector, quizá tus recientes lesiones, o tu tristeza latente se ven reforzadas por partículas diminutas de plástico que han entrado en tus neuronas. Las comodidades tecnológicas de hoy tienen un precio. Las metamorfosis materiales no pueden evadir la entropía y el principio de conservación. Vivimos un mundo tan fascinante y espantoso a la vez, que nuestros papeles de dioses alquímicos se confunden con demonios ignotos.

Referencias

Chen, Q., Yin, D., Jia, Y., Schiwy, S., Legradi, J., Yang, S., Hollert, H., 2017b. Enhanced uptake of BPA in the presence of nanoplastics can lead to neurotoxic effects in adult zebrafish. Sci. Total Environ. 609, 1312–1321.

Cox, K. D., Covernton, G. A., Davies, H. L., Dower, J. F., Juanes, F., & Dudas, S. E. (2019). Human consumption of microplastics. Environmental science & technology, 53(12), 7068-7074.

Fackelmann, G., Sommer, S., 2019.Microplastics and the gutmicrobiome: howchronically exposed species may suffer from gut dysbiosis. Mar. Pollut. Bull. 143, 193– 203.

Hu, X., Waigi, M. G., Yang, B., & Gao, Y. (2022). Impact of Plastic Particles on the Horizontal Transfer of Antibiotic Resistance Genes to Bacterium: Dependent on Particle Sizes and Antibiotic Resistance Gene Vector Replication Capacities. Environmental Science & Technology.

Li, B.Q., Ding, Y.F., Cheng, X., Sheng, D.D., Xu, Z., Rong, Q.Y., … Zhang, Y., 2020b. Polyethylene microplastics affect the distribution of gut microbiota and inflammation development in mice. Chemosphere 244, 10.

Luis, L.G., Ferreira, P., Fonte, E., Oliveira, M., Guilhermino, L., 2015. Does the presence of microplastics influence the acute toxicity of chromium (VI) to early juveniles of the common goby (Pomatoschistus microps)? A study with juveniles from two wild estuarine populations. Aquat. Toxicol. 164, 163–174.

Mak, C.W., Yeung, K.C.F., Chan, K.M., 2019a. Acute toxic effects of polyethylene microplastic on adult zebrafish. Ecotoxicol. Environ. Saf. 182.

Qiao, R.X., Deng, Y.F., Zhang, S.H., Wolosker, M.B., Zhu, Q.D., Ren, H.Q., Zhang, Y., 2019a. Accumulation of different shapes of microplastics initiates intestinal injury and gut microbiota dysbiosis in the gut of zebrafish. Chemosphere 236, 12.

​Santos, D., Felix, L., Luzio, A., Parra, S., Cabecinha, E., Bellas, J., Monteiro,S.M., 2020.Toxicological effects induced on early life stages of zebrafish (Danio rerio) after an acuteexposure to microplastics alone or co-exposed with copper. Chemosphere 261,127748.

Yang, H., Xiong, H., Mi, K., Xue, W., Wei, W., Zhang, Y., 2020. Toxicitycomparison ofnano-sized and micron-sized microplastics to goldfish Carassius auratuslarvae. J. Hazard. Mater., 388.

Yin, K., Wang, Y., Zhao, H., Wang, D., Guo, M., Mu, M., … & Xing, M. (2021). Acomparative review of microplastics and nanoplastics: Toxicity hazards ondigestive, reproductive and nervous system. Science of The Total Environment, 774, 145758.

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Los dioses seguirán viviendo en Marte

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Si usted, lectorpe, cree que la virgencita se le apareció al indio Coromoto, que la burra le habló a Balaam, que Eva habló con una serpiente, que una niña está poseída por el diablo o que Mahoma subió a los cielos montado en el caballo Buraq seguramente es un psicótico.

La mayoría de los humanos los somos, confundimos la ficción con la realidad, confundimos los mitos con hechos y los modelos con fenómenos. 

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No solo eso, sino que miles de personas tienen alucinaciones producto de diversos procesos neurológicos y alcaloides externos. Después, alguien cree o confunde la alucinación con revelación y la fe se erige como una razón poética. 

Hay grados de psicosis, por supuesto, y estos pueden estar determinado por nuestra configuración neuronal y los múltiples factores en que la imaginación descuella como epifenómeno corporal. 

En 1988 Dean Hamer realizó estudios sobre adicción al tabaco en el Instituto Nacional de Cáncer. En los test psicológicos de 240 preguntas para analizar la personalidad descolló la trascendencia o espiritualidad que asumían tener individuos con fanáticas creencias religiosas o acendradas convicciones sobre Dios. Hamer realizó una escala de espiritualidad y encontró una relación entre un gen (VMAT2) y la escala. 

El gen VMAT2 codifica vesículas donde neurotransmisores como la serotonina y la dopamina se transportan entre las neuronas.  Una variación de la citosina en este gen determina que la neurotransmisión sea de una manera distinta respecto a los cerebros que tienen otro aminoácido en dicho gen. 

¿Es la variante de este VMAT2 una de las causas de la psicosis religiosa

En 2003, un grupo de investigación sueco relacionó el grado de creencia religiosa con la poca actividad de un receptor de serotonina (5-TH1A) mediante imágenes del cerebro. Es decir, entre más crédulo sea un individuo tendrá menos actividad este receptor. 

Ahora, hay pocos estudios que respalden estos hallazgos, sobre todo porque parece ser una falacia de correlación. El problema es el examen de personalidad y la fe, algo demasiado subjetivo como para partir de ahí. 

Lo relevante de estas investigaciones es una aproximación materialista a fenómenos que se han considerado durante milenios como espirituales. Aunque se han hablado de los genes de Dios o los neurotransmisores divinos, quizá no es un grupo de genes en específico sino un cúmulo de procesos intricados relacionados con el ambiente y los hechos que afectan nuestra conducta los que nos orilla a creen en ideales inexistentes. 

Se valora la función de las neuronas dopaminérgicas en las visiones místicas. Actualmente se relaciona la esquizofrenia con la actividad desenfrenada de la dopamina. La enfermedad de Parkinson se asocia a la degeneración de las neuronas dopaminérgicas. Algunos neurofisiólogos como Diego Golombek esperan que fármacos como el L-DOPA aumenten la espiritualidad de los pacientes. ¿Fueron San Pablo, Juana de Arco y Joseph Smith esquizofrénicos? 

Patrick McNamara de la Universidad de Boston describió que los pacientes de Parkinson eran menos religiosos que un grupo control debido a la disminución de las funciones en la corteza prefrontal. 

El papa Juan Pablo II tenía la enfermedad de Parkinson ¿fue perdiendo su fe? ¿era un hipócrita?

Sea como sea el Homo sapiens es más bien un Homo religiosus o un Homo mendacem. No solo hay una tendencia sino casi una necesidad de adorar algo o a alguien.  

En una lectura en Guanajuato un joven me preguntó si algún día los humanos dejarían de creer en dioses o ser religiosos. Es una pregunta incontestable, pero lo dudo. 

En su delirio o anhelo, Auguste Comte pensó a mitad del siglo XX que los humanos se volverían al ateísmo mientras lo tecnocientífico progresara. Lo llamó el estadio positivo histórico en contraposición del estadio teológico. Nada más falso. 

Nunca se han tenido tantos conocimientos sobre lo natural como hoy, sin embargo, la mayoría de la población mundial es religiosa. Se estima que 2400 millones de personas siguen los distintos cristianismos, 1900 millones las denominaciones islámicas, 1200 millones el Hinduismo, 535 millones los diferentes tipos de budismo, 407 millones el Taoísmo y unos 14 millones del Judaísmo sin contar a otras religiones menores.  En Estados Unidos, el país con más institutos de investigación científica y más estudios publicados al año, el 80 % de la población cree en un dios trascendental y el 74 % es cristiana.

Mientras que las alucinaciones sean parte de nuestra naturaleza mental (como actividad cerebral) y la medicina sea incapaz de derrotar a la muerte, los humanos seguirán creyendo en entes inexistentes como una esperanza irracional. Quizá esta psicosis sea benéfica para poder sobrevivir en una realidad sin sentido. No importan los avances tecnológicos o los conocimientos certeros, los dioses no se irán, las mitificaciones ni los espíritus. El ideal ilustrado de burlarse del mundo invisible es una quimera, los hombres seguimos matándonos por creencias absurdas. Las creencias en dioses y demonios soportan las disonancias cognitivas incluso de los mismos científicos. 

Si en un mundo con armas nucleares y medicina genética seguimos creyendo en fantasmas de hace milenios: ¿podemos esperar algo distinto en el futuro? 

Aunque los humanos conquisten otros cuerpos celestes, la religión brotará allí como un hongo. Es parte de nuestro cerebro, es parte de nuestra corteza prefrontal. En cierto sentido, los ateos son una rareza, una minoría que va en contra de la naturaleza humana. ¿Pero, realmente hay ateos? ¿Existe alguien que no idolatre o idealice incluso a otro humano como para divinizarlo?

Preveo colonias lunares o en Marte, ciudades terraformadas en naves gigantescas o asteroides. Aún allí habrá templos y rituales y los no terrícolas seguirán creyendo en los dioses antiguos y los nuevos dioses.

Es más fácil que las ciencias se colapsen a que las creencias se colapsen.

Lo que se llama secta mañana será respetado como una ideología política. Las pseudoterapias del Reiki basadas en energías universales incapaces de ser identificadas por la Física, el movimiento Wicca (una brujería light y benéfica), el zuismo (una mezcla neopagana de creencias sumerias) considerado como tecnología espiritual o la creencia en reptilianos comienzan su ascenso en el siglo XXI. 

El ecologismo o el feminismo woke amenazan en evolucionar hacia sectas religiosas en las próximas décadas como lo ha mostrado el llamado movimiento de la Diosa. 

Incluso payasadas como la iglesia Maradoniana en Argentina o el Templo Jedi (Jediismo) en Reino Unido y Estados Unidos pueden evolucionar hacia creencias más serias (si es que esto es serio).

¿Qué Mesías reptiles o espíritus cósmicos conquistarán el Sistema Solar?  

En lugar de borrar las doctrinas, los conocimientos científicos parecen enriquecer los delirios. Por ejemplo, descaradamente L. Ron Hubbard convirtió sus historias de ciencia ficción en una religión para salir de la bancarrota. En su doctrina hay una Confederación Galáctica, que hace 75 millones de años trajo miles de millones de personas a la Tierra en naves espaciales y conceptos como Incidente II o Muro de fuego. Otro ejemplo, es el mito contemporáneo de los Annunaki (dioses mesopotamios) redivivos como ingenieros genéticos que crearon a los humanos modificando el DNA de simios. Miles de personas que no saben un ápice de genética ni de paleontología ni de historia creen estas majaderías. 

Pero toda majadería se convierte en una doctrina seria que tendrá herejías y pugnará por conquistar un poder político y económico, mientras trata de aniquilar a creencias rivales. 

¿Qué guerras de religión verán nuestros descendientes? ¿Por qué creencias morirán?

Es una pregunta que ni tú ni yo, lector, podemos contestar, pero considerando lo que ha sido el humano no hay mucha posibilidad de pensar que cambiará en lo sustancial. 

La psicosis no es locura, es simplemente parte de nuestra naturaleza. 

Referencias

Golombek, D. (2019). Las neuronas de Dios: una neurociencia de la religión, la espiritualidad y la luz al final del túnel. Siglo XXI Editores.

McNamara, P. (Ed.). (2006). Where God and Science Meet [Three Volumes]. Greenwood Publishing Group.

Hamer, D. H. (2005). The God gene: How faith is hardwired into our genes. Anchor.

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