Los hongos y el horror

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Un hombre se inyecta extracto de hongos alucinógenos y poco después es internado en un hospital pues el hongo lo ha parasitado y se reproduce nutriéndose de su sangre. A veces el horror es parte de la realidad ciega y amoral, en donde los sistemas vivos interactúan.

Este hombre sufría un desorden bipolar tipo I según su psiquiatra y buscaba tratar su adicción a los opiáceos. El caso es que el alcaloide psilocibina de los hongos alucinógenos ha sido usado como tratamiento de diversas condiciones psiquiátricas, como el desorden obsesivo compulsivo, el abuso de sustancias, la ansiedad y la depresión. El hombre ya consumía risperidona y ácido valproico, como anticonvulsivos y antipsicóticos. Al leer que microdosis de sustancias alucinógenas podían usarse como terapia, el hombre hirvió un grupo de carpos de psilocybe, filtró el líquido con un hisopo de algodón y luego se lo inyectó en la vena. ¿Qué podría salir mal? Quizá pensó que la sustancia inyectada era sólo el alcaloide, pero no contaba con las hifas.

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Los hongos catalogados en el Reino Fungi son eucariontes muy primitivos que evolucionaron en los mares hace cerca de 2 mil millones de años a partir de protozoarios parásitos que desarrollaron paredes celulares de quitina. Parece que colonizaron la tierra firme hace 630 millones de años. En la actualidad su presencia es abrumadora; Schmit y Müeller consideran que las 700 mil especies clasificadas de hongos sólo podrían representar el 10 % de su diversidad real.

Una de las características diagnósticas del hongo es la hifa: filamento que se origina a partir de las esporas.​; las hifas son redes de células alargadas y cilíndricas envueltas por una pared celular de quitina. La quitina es un carbohidrato nitrogenado muy resistente que forma parte de paredes bacterianas, piel de nematodos y dermoesqueletos de artrópodos, lo que hace a los hongos organismos tenaces. Así pues, después de inyectarse, el hombre comenzó a sufrir ictericia, letargo, náuseas, diarrea y vomitó sangre.

Sus familiares lo llevaron a un hospital de Arizona donde le hicieron diversos análisis, el paciente no podía contestar una simple entrevista. Los estudios revelaron que el hombre padecía taquicardia, alto niveles de enzimas cardiacas, trombocitopenia (niveles bajos de plaquetas), hipercalcemia (niveles altos de calcio en la sangre), hipocloremia (niveles bajos de cloro), insuficiencia renal y daño severo en el hígado. Al segundo día en el hospital sufrió un choque séptico y tuvo que ser intubado.

Cuando se analizaron cultivos de su sangre, se descubrieron infecciones fúngicas, hongos nutriéndose de su sangre, redes celulares con paredes de quitina. El análisis de ADN reveló que el hongo era Psilocybe cubensis, justo la especie que había hervido.

Historias de horror con hongos parásitos son legión, una ninfa una vez me relató que a su tía le empezaron a crecer redes filamentosas bajo la piel… al principio mi incredulidad delató mi ignorancia, pero luego leí sobre casos parecidos de estas infecciones graves e inusuales. Por ejemplo, los dermatofitos del género Arthrodermataceae se especializan en degradar queratinas, proteínas que estructuran la piel de los vertebrados. En regiones tropicales crecen entomoftoromicotas; hongos patógenos de insectos que pueden infectar a humanos como Basidiobolus y Conidiobolus. Estos pueden causar formas subcutáneas de zigomicosis.

Basidiobolus ranarum infecta las extremidades de los niños al ser picados por insectos o arácnidos. También se propaga mediante heces de reptiles y anfibios que han devorado insectos y quedan sobre espinas de plantas. Los humanos, al arañarse con las espinas, se infectan.

Conidiobolus infecta las áreas faciales de los adultos desfigurándolos y provocando sinusitis. Este hongo posee enzimas que paralizan y matan a los artrópodos y digieren los tejidos humanos.

Lacazi es un hongo encontrado en infecciones subcutáneas en humanos y delfines en el área amazónica, aunque se ha documentado desde México y Centroamérica y hasta en Holanda.

Inhalar conidios asexuales de Emmonsia crescens (Chrysosporim) puede causar adiaspirosis, una rara infección pulmonar.

El oomiceto o pseudohongo Pythium insidiosum infecta a los humanos que se exponen descalzos a los campos inundados de arroz o en lo pantanos. Causa enfermedades oculares, cutáneas y arteriales. En Tailandia, hay un grupo importante de campesinos que sufre talasemia -enfermedad genética que causa bajos niveles de hemoglobina-. Estos hombres cuando se infectan con el oomiceto desarrollan una enfermedad arterial muy grave caracterizada por úlceras crónicas en las piernas seguida por necrosis, trombosis, aneurismas y gangrena. El 41 % de los infectados muere por hemorragia.

Uno de los hongos más famosos es Histoplasma, que puede infectar a los mamíferos y los humanos lo inhalan a través de los excrementos de aves y murciélagos. Los micelios se propagan profusamente en madera húmeda y en camas de excrementos de murciélago en cuevas y cavernas. Al inhalarse puede causar graves daños pulmonares e incluso propagarse a otros órganos.

Paracoccidioides es un hongo que infecta armadillos y co evolucionó con estos mamíferos. En los humanos infecta casi sólo a los hombres, en un radio de 13: 1 respecto a las mujeres. Esto es debido a que los estrógenos bloquean la conversión de artroconidios (esporas desarrolladas) en levadura invasiva de tejidos.

Los ejemplos son innumerables, gracias a nuestro sistema inmune, en guerra perpetua dentro de nuestra sangre, los hongos son destruidos a diario. Un humano sano posee robustas defensas contra los hongos debido a que son casi omnipresentes en el aire, el agua, la flora y el suelo. Sin embargo, en pacientes inmunodeprimidos, múltiples hongos causan infecciones; como Candida, Aspergillus, Cryptococcus, Malassezia, Trichosporon, Rhizopus entre otros.

Hemos evolucionado en un mundo de posibilidades bioquímicas, somos sistemas que compartimos rutas metabólicas comunes y en el afán por perpetuarse y sobrevivir, hongos y humanos convivimos y pagamos un precio sin adjetivos. A veces hay luz y potencia (incluso hay hipótesis de que la creencia en Dios o los dioses se la debemos a los hongos alucinógenos); pero a veces hay pozos de Calcuta que nos sumergen hacia el horror.

Así lo habrá pensado acaso H.P. Lovecraft cuando tituló su libro de poemas de horror cósmico Los hongos de Yuggoth, que, aunque traten de pesadillas sobre paisajes oníricos y mundos ajenos, el título remite a ese miedo de algo cercano y lejano al mismo tiempo. Mas certero en evocar ese horror es el cuento La isla de hongos de Philip M. Fisher en forma de vapores soporíferos, cálidos, húmedos, insinuantes, manchas de colores malsano, excrecencias, ávidas, lujuriosas, fieles a sus necesidades de una vida voluptuosa.

 

Referencias:

Giancola NB, Korson CJ, Caplan JP, et al. (2021) A ‘trip’ to the ICU: Intravenous injection of psilocybin. Journal of the Academy of Consultation-Liaison Psychiatry 62: 370–371.

Johnson MW, Griffiths RR: Potential therapeutic effects of psilocybin. Neurotherapeutics

2017; 14:734–740.

Köhler, J. R., Casadevall, A., & Perfect, J. (2015). The spectrum of fungi that infects humans. Cold Spring Harbor perspectives in medicine, 5(1), a019273.

Pfaller, M. A., & Diekema, D. J. (2005). Unusual fungal and pseudofungal infections of humans. Journal of clinical microbiology, 43(4), 1495-1504.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

 

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

Doctor en Ciencias Marinas. Recibió el Premio Internacional de Divulgación Científica “Ruy Pérez Tamayo” en 2012. Entre sus libros sobre temas científicos destacan “Tiburones, supervivientes en el tiempo” y “Ensayos en Filosofía Científica” en coautoría con David Siqueiros.

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