Amor de Delfín Pasiones carnales entre humanos y cetáceos

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los delfines son hirvientes; llevan sus pasiones al límite interespecífico. Los humanos son criaturas potenciales, pervertidas e incongruentes. Juntos han protagonizado historias truculentas y carnales. Se infiere que las relaciones sexuales son sumamente placenteras para mamíferos que copulan durante periodos en donde las hembras no pueden concebir -todo el año-. Tal conducta es común en primates como humanos y bonobos…y cetáceos como delfines y orcas. Los delfines no solo copulan todo el año, sino que lo hacen para establecer y mantener vínculos sociales.

Los que conocemos como homosexualidad, lesbianismo, violación, infanticidio, adicción y zoofilia, son conductas comunes en delfínidos. Los humanos sublimamos esos aspectos de comportamiento como erotismo y defendemos el amor. Los delfines, pues, se enamoran. Se ha documentado a hembras de delfines que frotan sus clítoris entre ellas con sus aletas u hocicos. Los clítoris funcionales son estructuras eréctiles que responden a la estimulación.

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También se ha observado a grupos de dos, tres o más machos matar a las crías para que las hembras vuelvan al celo o secuestrar hembras y violarlas. Las hembras jóvenes sufren más agresiones que las viejas. Machos y hembras se unen en consorcios sexuales desde una hora hasta diez semanas. ¿Romances? ¿Aventuras de faldas?

Se ha documentado que machos de delfín nariz de botella Tursiops truncatus han montado y penetrado a machos de delfín manchado del Atlántico Stenella frontalis. Homosexualidad interespecífica. Pero también se han observado cópulas entre machos y hembras de diferentes especies, oportunidades de hibridación.

En delfines en cautiverio, se han documentado conductas de cortejo que incluyen golpearse con los hocicos, frotarse entre sí, saltos, persecuciones, cabezazos, gañidos, silbidos, llamados, entre otros.  Cuando las hembras están en celo, algunas caen en una inmovilidad propicia para que los machos puedan acceder a ellas.

                                                           Tácticas amorosas

 

Los cetáceos evolucionaron de ancestros artiodáctilos -ungulados- (filogenéticamente están más cerca de las jirafas y las vacas) así que algunos procesos reproductivos terrestres se han conservado, pero con un cerebro sumamente desarrollado. El cerebro de un Tursiops adulto es 25 % más pesado que el cerebro de un adulto humano. Su corteza cerebral tiene un alto nivel de plegamiento y un área superficial que excede la de los humanos, aunque su profundidad (grosor) es menor, en los delfines va de 1.3 a 1.8 mm mientras que en el hombre es de 3 mm. Su cerebelo es significativamente más largo.

Según Herman y Humphrey, las presiones de la vida social son una fuerza de selección mayor para los cetáceos pues ayuda a desarrollar nuevas conductas y tradiciones a través de mecanismos de transmisión cultural. Los delfines nariz de botella viven en unidades sociales complejas. Para poder formarlas, desde joven el delfín debe aprender las reglas, convenciones y cooperación de su grupo, así como identificar a los individuos con los que va a convivir.

Así fue que el doctor Lilly, pionero en comunicación interespecífica y uno de los científicos más revolucionarios que los estudió; declaró: el delfín es nuestro igual cognitivo. Muy temprano los encuentros humano-delfín se proyectaron en mitos, leyendas y poemas al respecto. Los delfines fueron adquiriendo una fama de seres amistosos que llegaron hasta el suicidio por amor.

Recordemos a Arión, mítico músico de Lesbos que recorría el Mediterráneo cantando y tocando la lira. Dormía en su camarote de regreso a Corinto cuando soñó a Apolo que prometía su ayuda en caso de emergencia. Muy a tiempo pues los marineros urdieron un plan para robar el dinero a Arión asesinándole. Al día siguiente lo iban a linchar en cubierta cuando Arión pidió una última gracia, cantar. Tañó la lira e invocó a una manada de delfines -favoritos de Apolo- que rodearon el barco. Arión se lanzó al mar, un delfín lo recogió y lo condujo, montado en su lomo, hasta cabo Ténaro.

A salvo en tierra, Arión dedicó un ex voto a Apolo, los marinos traidores fueron empalados y el dios transformó en constelaciones a la lira de Arión y al compasivo delfín. En el imaginario poético el delfín se enamoró del efebo.

                                                   Arión y el delfín. Alberto Durero 1514

Otro mito relata el amor entre Melanto, una princesa nieta de Prometeo que se bañaba en el mar cuando se unió sexualmente a un delfín que en realidad era Poseidón transformado. Ella parió al héroe Delfo que dio nombre al célebre oráculo. La palabra delfín proviene de delfine, dragón que sustituyó a Pitón para guardar la fuente cerca del oráculo.

Hubo otro delfine, dragón mitad mujer, mitad serpiente encargada por el monstruo Tifón de vigilar los tendones y músculos de Zeus encerrados en una gruta. Recordemos que la serpiente dragón es un arquetipo de sabiduría. Aulo Gelio, en sus célebres Noches Áticas consigna que los delfines son venéreos y enamorados. También Pedro Mexía, humanista del Renacimiento español asegura: Pues de los peces delfines / Todos afirman que se enamoran de los hombres.

Respecto a sus suicidios amorosos ya una endecha de Canarias de 1554 reza los siguientes versos: Si los delfines mueren de amores / Triste de mí / ¡Qué harán los hombres que tienen tristes los corazones!.

Entre los nativos de la amazonia corre la leyenda de que los delfines del río:  el boto, delfín rosado Inia geoffrensis, y el delfín prieto tucuxi Sotalia fluviatilis preñan mujeres. Se transforman en galantes jóvenes al atardecer que seducen a las muchachas que se bañan en las orillas. En las fiestas católicas del verano en honor a San Pedro y San Joao, el boto se cuela revestido de humano y embaraza a las chicas. Pululan en cientos de pueblos a lo largo del río, hijos de delfín y humana -normalmente de madres solteras que aseguran una paternidad mítica-. Estas leyendas son más bien proyecciones que justifican conductas que van contra los tabúes morales de las comunidades y a los pobres delfines les echan culpas sin deberlas ni temerlas. Sin embargo, tras el chivo expiatorio hay una base de culpar a animales que ciertamente tienen compulsiones eróticas directas.

Ante tal abanico de conductas sexuales no es tan sorprendente que cuando los humanos y los delfines se encuentren a veces surjan comportamientos considerados como aberrantes desde una moral determinada. Pululan noticias de intentos e interacciones. Aquí un titular de El Universal en abril de 2010: Delfín intenta violar a bella mujer. Redactó alguien: La peculiar escena se dio cuando el mamífero marino quiso emparentar con la atractiva mujer, quien al darse cuenta de las intenciones del animal quiso huir lo más rápido posible, escapatoria que pudo lograr gracias a su compañero de aventuras.

O esta de El País en agosto de 2018: Un delfín en celo obliga a prohibir el baño durante una semana en una playa de Francia. ¿Estaría en celo? ¿O sólo quería un placer total?

Aquí otro título sugerente en Youtube, en febrero de 2019: Delfín se emociona con visitante y en su descripción reza, una mujer fue víctima de la emoción de un delfín en un parque acuático.

Esta de El Perfil en 2021: Delfines agresivos sexualmente alertan y espantan a nadadores en Reino Unido.

Y así ad nauseam. Destacan dos incidentes históricos en el siglo XX que involucren pasiones desenfrenadas hasta la muerte.

En la década de 1960 el genial John C. Lilly contrató a Margaret Howe Lovatt de 19 años para realizar un experimento financiado por la NASA en el laboratorio Dolphin Point en la isla caribeña de St. Thomas, Islas Vírgenes. Margaret debía vivir en un tanque con tres delfines nariz de botella: Peter, Pamela y Sissy. El objetivo era…enseñarles inglés.

Durante diez semanas Margaret trabajó personalmente con Peter. Convivían en una casa construida especialmente. El piso cubierto con agua hasta una altura de 22 cm para que Peter pudiera nadar; los muebles suspendidos del techo o colgados en la pared. Margaret y Peter comían, jugaban, chapoteaban y dormían juntos.

En los registros decía que Peter tenía 6 años – la mayoría de los estudios reportan que los delfines nariz de botella maduran a las 11-12 años-. Pero, sea como sea, Peter comenzó a encenderse. A las tres semanas ella escribió en su diario: Peter llora continuamente. Estoy muy deprimida. Le grité a Peter. Me saca de quicio. Peter comienza a tener erecciones…las tiene frecuentemente cuando juego con él. Me cuesta trabajo evadir sus intenciones. Se frota contra mis piernas y me da de topes.  Ha llegado al mordisco y tengo cardenales.

Las clases de inglés cada vez eran más difíciles. Peter evaginaba su pene y Margaret tomó una decisión, masturbarlo para calmar sus ansias. La táctica funcionó, ella lo interpretó como algo técnico: …como un picor, sólo hacia falta rascar para quitárselo de encima y salir adelante. Según las fuentes que usted consulte, lector, ella accedió a tener relaciones carnales con Peter o solamente le ayudó a calmar sus impulsos.

El experimento se fue al carajo. La NASA dejó financiar a Lilly que se obsesionó con inyectar LSD a los delfines y comunicarse telepáticamente con extraterrestres. Margaret sufrió un descrédito por un artículo donde la retrataban de zoofílica en la revista Hustler. Ella terminó casándose con el fotógrafo del proyecto (quizá se enamoró de ella al documentar sus escarceos con el delfín – ¿zoovouyerista?).

Sin financiamiento, Lilly se llevó a los delfines a un banco abandonado de Miami donde los tanques eran precarios y pequeñísimos. Deprimido y sin su amada, Peter se suicidó dejando de respirar de manera voluntaria.

                                                             Margaret y Peter 1967

El segundo caso es abiertamente erótico -parece que por ambas partes-. En 1970 Malcolm Brenner trabajaba como fotógrafo. A pesar de ser un joven vital, cargaba sus demonios del pasado: a los 11 años ya había tenido sexo con su perro. El caso es que fue contratado para fotografiar un parque de atracciones en Sarasota. Una de las más atractivas era el nado con delfines. Nueve meses, Brenner fotografió dentro de un tanque a una hembra de delfín nariz de botella llamada Dolly.

Conforme se conocían, Dolly se frotaba contra el hombre, se ladeaba y le mostraba su enorme vulva. Brenner dedujo las intenciones de la hembra y una noche se metió al tanque para vivir su sueño erótico. Tuvieron que probar distintas posiciones hasta encontrar la adecuada: él de pie, vertical en el agua, sosteniéndola con una mano de lado.

Según él -relata su historia en el libro La diosa húmeda– mantuvieron una relación amorosa durante seis meses. Malcolm describe los encuentros como espirituales, físicos y cósmicos. Le excitaba fornicar con un animal muy fuerte capaz de matarlo si quería, según sus palabras era como hacer el amor con un tigre.

Acusado posteriormente de abusar de una bestia inocente, Brenner asegura que los delfines tienen libre albedrío y Dolly no sólo fue la que se le insinuó, sino que lo enamoró fundiéndose en una sola criatura después de acariciarse por treinta minutos. Malcolm nunca sintió una experiencia trascendente con sus dos esposas posteriores cuando Dolly alcanzó un orgasmo y lo abrazó con sus aletas tiernamente mientras se miraban a los ojos.

El parque de Sarasota cerró en 1971, Malcolm no vio más a Dolly y nueve meses después ella se suicidó; él hombre sufrió una depresión durante años y aún hoy llora cuando recuerda su romance. Quedan los hechos, haga usted -lectorpe- sus interpretaciones. Lo cierto es que el mar es lugar de prodigios.

                                                       Malcolm y Dolly 1970

Referencias

Brennan, P. L., Cowart, J. R., & Orbach, D. N. (2022). Evidence of a functional clitoris in dolphins. Current Biology, 32(1), R24-R26.

Clarke, B. (2014). John Lilly, the mind of the dolphin, and communication out of bounds. communication+ 1, 3(1), 1-20.

Herzing, D. L., & Elliser, C. R. (2013). Directionality of sexual activities during mixed-species encounters between Atlantic spotted dolphins (Stenella frontalis) and bottlenose dolphins (Tursiops truncatus). International Journal of Comparative Psychology, 26(2).

Holmes, B. J., & Neil, D. T. (2012). “Gift Giving” by Wild Bottle nose Dolphins (Tursiops sp.) to Humans at a Wild Dolphin Provisioning Program, Tangalooma, Australia. Anthrozoös, 25(4), 397-413.

Lilly, J. C. (2021). The Dolphin in History. Prabhat Prakashan.

McGeorge, Alistair (2014). “Dolphin Sex: Everything you need to know about The Girl Who Talked to Dolphins”. The Daily Mirror

Muraco, H., & Kuczaj, S. A. (2015). II. (2015). Conceptive estrus behavior in three bottlenose dolphins (Tursiops truncatus). Animal Behavior and Cognition, 2(1), 30-48.

Watson, J. J. (2005). Female mating behavior in the context of sexual coercion and female ranging behavior of bottlenose dolphins (Tursiops sp.) in Shark Bay, Western Australia. Georgetown University.

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

Doctor en Ciencias Marinas. Recibió el Premio Internacional de Divulgación Científica “Ruy Pérez Tamayo” en 2012. Entre sus libros sobre temas científicos destacan “Tiburones, supervivientes en el tiempo” y “Ensayos en Filosofía Científica” en coautoría con David Siqueiros.

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