La risa no es propia del hombre (únicamente)

image_pdf

 

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La risa es una afección, pensó Kant; es decir una emoción, una cualidad de una acción que modifica o influencia. Teólogos medievales aseguraban que la risa era propia del hombre, basándose en una frase de Aristóteles que aseguró que sólo el hombre ríe y es capaz de ello. Paradójicamente otros teólogos afirmaban que la risa nos acercaba a la animalidad. Toda la trama de El nombre de la Rosa de Umberto Eco gira en torno a esta ironía que de religiosa se trastoca en política.

En el siglo XX, Bergson -jesuita al fin y al cabo- volvió a subrayar que la risa era especifica y prueba de humanidad. El prejuicio no es propio de la Antigüedad ni de los cristianos, ya Nietzsche aseguró que el animal más sufriente de la tierra se vio obligado a inventar la risa.

También te podría interesar: Discutir por la sombra de un asno

Desde entonces varios filósofos repiten como un mantra que sólo los humanos reímos como otra característica de superioridad casi mística. Isidoro de Sevilla afirmó que el Hombre es animal racional, mortal, terrenal bípedo y capaz de reír (… solo el hombre puede reír). Pues ni el hombre inventó la risa ni es el único animal que ríe. Según la definición de Isidoro, los orangutanes, los chimpancés, los gorilas, los bonobos, muchos monos, y hasta un loro serían hombres. Pues también razonan.

¿Cómo es posible que hayamos vivido junto a otros seres vivos durante más de un millón de años y sólo en el último siglo nos interesen de forma más o menos objetiva? ¿Es parte de una disonancia cognitiva o de las herramientas técnicas actuales las cuáles permiten conocer las neuronas? ¿O más bien sólo es propio de una ideología dominante actual porque seguramente los hombres del pleistoceno sabían más sobre la conducta animal? Dejo esta pregunta para un próximo ensayo.

Cualquier persona que haya tenido un perro o un mono sabe que estos ríen. Y los humanos sabemos eso desde hace milenios. Quizá la estética del mecanicismo cartesiano ha influido el pensamiento común en la modernidad, también mezclado con un idealismo religiosos en el que los animales no tienen emociones profundas, sino que son más bien máquinas determinadas, ¡Ah, pero el hombre no! El hombre es la quintaescencia, imagen y semejanza de Dios, bla, bla, bla… Idealismos, fantasmas que justifican un antropocentrismo exagerado. Es hora de borrar idealismos incompatibles con la realidad. Nada tiene sentido si no se estudia a la luz de la evolución.

Ya Charles Darwin teorizó sobre la risa en el capítulo 8 de su libro La expresión de las emociones en el hombre y los animales y describe como los simios antropoides ríen al sentir cosquillas en las axilas. Para Darwin no había diferencias fundamentales en las facultades mentales entre el hombre y los mamíferos superiores. Mariska Kret y otros investigadores describieron como los bebés humanos ríen como los chimpancés y esta risa cambia con el crecimiento individual. Los humanos adultos reímos exhalando mientras que tanto chimpancés como bebés humanos ríen inhalando y exhalando. Somos primates y con otros primates hay que compararnos.

Los biólogos consideran que la risa animal es una vocalización de juego. Winkler y Bryant (2021) acumularon evidencia empírica de vocalizaciones de juego en 65 especies, principalmente primates, carnívoros sociales como cánidos y mustélidos, roedores, felinos, cetáceos, elefantes, canguros y hasta vacas. Entres las aves se reconocen vocalizaciones específicas en loros, pericos y cuervos. Hay científicos que se dedican a la zooacústica y describen tonos, frecuencias, amplitudes de onda, duración de los gañidos, gruñidos, barritos, ladridos, chillidos, graznidos, trinos, clics, y demás vocalizaciones de juego. La evolución de la risa tiene que ver con la empatía.

Knutson et al. (1998) documentaron vocalizaciones ultrasónicas (USVs ~50 kHz) en las ratas juveniles Rattus norvegicus mientras jugaban y se asociaban con afecto positivo. Burke et al. 2018 identificaron diferentes llamadas que corresponden a maniobras tácticas especificas mientras juegan a luchar. La hipótesis es que la risa evolucionó de las vocalizaciones que a su vez evolucionaron de la respiración trabajada. Entre muchos monos del Nuevo Mundo -los platirrinos- las vocalizaciones de juego se describen como chirridos altos y silbidos (Cleveland and Snowdon 1982; Biben and Symmes 1986; Masataka and Kohda 1988). Los barritos nasales del elefante africano parecen coincidir con esta hipótesis. Los elefantes expelen estallidos de aire a través de la trompa durante el esfuerzo físico que realizan mientras juegan (Soltis 2010; Poole 2011). Sin embargo, Masataka y Kohda (1988) piensan que esas vocalizaciones evolucionaron de llamadas de juveniles o infantes hacia sus madres durante la alomaternidad o el cuidado parental. En estas especies, la convergencia evolutiva podría explicar una evolución independiente de las vocalizaciones.

En cuanto a las aves como los loros Nestor notabilis que ríen a carcajadas, aún faltan estudios para trazar hipótesis sobre la evolución de sus risas. ¿Habrán reídos los dinosaurios? Me imagino que sí. No todas las vocalizaciones de juego se deben interpretar como risas. Se han descrito tres diferentes vocalizaciones de juego en los titíes Callithrix jacchus. Entre los perros se han catalogado distintos jadeos, gruñidos y ladridos juguetones que hacen los animales según su estado de ánimo (Bekoff 1995; Simonet et al. 2005; Faragó et al. 2010). La naturaleza no sólo es dolor y supervivencia sino tiene visos de alegría y diversión gracias a ciertas capas cerebrales. ¿Reirán los pulpos por la piel, a colores?

Referencias

Biben, M., Symmes, D., Bernhards, D. (1989). Vigilance during play in squirrel monkeys. Am J Primatol. 17(1):41–49. doi:10.1002/ajp.1350170105.

Burke, C.J., Kisko, T.M., Euston ,D.R., Pellis, S.M. (2018). Do juvenile rats use specific ultrasonic calls to coordinate their social play? Anim Behav. 140:81–92. doi:10.1016/j.anbehav.2018.03.019

Cleveland, J., Snowdon, C.T. (1982). The complex vocal repertoire of the adult cotton-top tamarin (Saguinus oedipus oedipus). Zeitschrift Für Tierpsychologie. 58(3):231–270. doi:10.1111/j.1439- 0310.1982.tb00320.x.

Darwin, CR. (1872). The expression of the emotions in man and animals. New York: D. Appleto

Knutson, B., Burgdorf, J, Panksepp, J. (1998). Anticipation of play elicits high-frequency ultrasonic vocalizations in young rats. J Comp Psychol. 112(1):65–73. doi:10.1037/0735-7036.112.1.65.

Mariska, E., Kret, et al. (2021). The ontogeny of human laughter, Biology Letters.

Masataka, N., Kohda, M. (1988). Primate play vocalizations and their functional significance. Folia Primatologica. 50(1–2):152–156. doi:10.1159/000156341.

Poole JH. (2011). Behavioral contexts of elephant acoustic communication. In: Moss C, Croze H, Lee PC, editors. The amboseli elephants: a long-term perspective on a long-lived mammal. Chicago: University of Chicago Press; p. 125–161

Soltis, J. (2010). Vocal communication in African elephants (Loxodonta africana). Zoo Biol. 29 (2):192–209. doi:10.1002/zoo.20251.

Winkler, S. L., & Bryant, G. A. (2021). Play vocalisations and human laughter: a comparative review. Bioacoustics, 30(5), 499-526.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

Compartir en
Descargar
   Veces compartida: 15

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

Doctor en Ciencias Marinas. Recibió el Premio Internacional de Divulgación Científica “Ruy Pérez Tamayo” en 2012. Entre sus libros sobre temas científicos destacan “Tiburones, supervivientes en el tiempo” y “Ensayos en Filosofía Científica” en coautoría con David Siqueiros.

Compartir
Compartir