La pandemia que casi acabó con la ciudad de La Paz

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Fotos: Internet

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hablar de la fiebre amarilla quizás no suene tan aterrador, pero para la gente más longeva de nuestra tierra o sus historiadores, su paso por Baja California Sur sí fue uno de los episodios más aterradores en la historia de Sudcalifornia.

La fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. Sus síntomas son fiebre, cefaleas, ictericia, dolores musculares, náuseas, vómitos y cansancio. El virus es endémico en las zonas tropicales de África, y de América Central y Sudamérica. Aunque únicamente una pequeña proporción de pacientes infectados presentan síntomas graves, lo cierto es que aproximadamente la mitad de estos fallecen en un plazo de 7 a 10 días.

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Fue aproximadamente en el año 1883, cuando la ciudad de La Paz sufrió la epidemia de la fiebre amarilla, una de las más terribles enfermedades que azotó estas tierras, dejando un saldo de más de 1500 personas fallecidas, muchas de las cuales fueron enterrados en el terreno que ocupa hoy el estadio Arturo C.Nahl.

La experiencia fue realmente apocalíptica, ya que la falta de médicos y la poca información crearon tal pánico, que incluso algunos enfermos caminaban moribundos por el camposanto, para, con sus últimos esfuerzos, dejarse caer sobre las zanjas ya cavadas y así asegurarse de ser enterrados.

Este pánico permaneció en el ánimo de la población aún cuando ya se consideraba terminada la pandemia, al grado tal que, al mudar el antiguo cementerio, sólo se realizó la remoción de tumbas dejando los cadáveres en su lugar, por miedo a que el antiguo virus regresara de ultratumba para atacar de nuevo a los paceños.

En realidad, las grandes epidemias de fiebre amarilla se producen cuando el virus es introducido por personas infectadas en zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados transmiten el virus de una persona a otra.

El remedio, peor que la enfermedad

La fiebre amarilla puede prevenirse con una vacuna muy eficaz, segura y asequible. Una sola dosis es suficiente para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de recuerdo. Un buen tratamiento de apoyo en el hospital aumenta la tasa de supervivencia. No hay tratamiento antivírico específico para la fiebre amarilla.

Sin embargo, en La Paz sucedió lo opuesto. El jefe político de ese entonces, mandó traer la vacuna para evitar más contagios de la misma —durante los momentos más álgidos de la epidemia—, pero un mal manejo del medicamento provocó que aquellos en recibir la vacuna comenzaran a desarrollar la enfermedad y muchos de ellos murieran; al correrse la voz de esto, varias personas huyeron al monte para evitar que se les obligara a tomarla. Irónicamente, muchas de las personas que se salvaron fueron estas que huyeron al monte, o aquellos que desarrollaron la enfermedad y se curaron de manera natural.

Otro dato curioso de esta pandemia, fue que en esa época un barco lleno de enfermos de la misma enfermedad llegó a al puerto de La Paz, al cual las autoridades les negó el atraco. En respuesta, los tripulantes fueron a tirar a los moribundos a la playa llamada “Ensenada de Muertos”, ahora “Bahía de los sueños”, siendo este el lugar donde también muchas personas murieron sin atención médica.

¿Una pandemia?

Por definición pandemia es una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.

Las muertes fueron muchas, y éramos una población pequeña, por eso realmente fue un escenario bastante escalofriante. Aún se habla que los alrededores del estadioArturo C. Nahl” rondan los fantasmas de aquella gente que murió entre el terror y el desconocimiento de lo que estaba pasando.

Según los más ancianos, en aquel entonces esa enfermedad fue introducida a Baja California Sur por un visitante del continente asiático; pero más que alarmarnos por quien entra o sale de nuestro territorio, lo mejor es prepararnos, la historia siempre nos enseña los que errores cometimos, para que no volvamos a repetirlos.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Gilberto Manuel Ortega Avilés

Nació en 1981. Estudió Filosofía en la UABCS, y actualmente se dedica a la investigación paranormal, leyendas y hechos curiosos de Baja California Sur y el mundo. Se declara un fanático de los cómics, anime, ciencia ficción y temas sobrenaturales.

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