La fundación de San Francisco Xavier de Vigge Biaundó

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FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Baja California Sur es una tierra pletórica de bellezas. Algunas son naturales como su gente, la flora y la fauna, pero otras son artificiales y han sido creadas por la mano del hombre.

En este segundo caso se encuentran las bellas edificaciones que datan del siglo XVIII y que se construyeron en el periodo colonial de nuestra California ancestral. Uno de estos sitios, el cual resguarda uno de los templos más hermosos de nuestra tierra es San Francisco Javier de Vigge Biaundó.

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Antes de iniciar con la mención de datos históricos sobre la fundación de este sitio, es importante recalcar que dependiendo de la fuente en la que uno se base para hacer este apartado, así variará la fecha que se anote de su fundación, de tal manera que existe una heterogeneidad en cuanto a este punto, e incluso algunas no tienen fundamento documental alguno y aún así se toman como válidas. En mi caso tomaré dos fuentes: una primaria, correspondiente a uno de los sacerdotes jesuitas que durante más de 30 años habitó y sirvió en aquel sitio, me refiero al sacerdote Miguel del Barco, y la segunda fuente es uno de los historiadores más destacados y con mayor credibilidad en el campo de la historia colonial de la California, el Dr. W. Michael Mathes.

Miguel del Barco en su libro “Historia Natural y Crónica de la Antigua California” menciona lo siguiente: El año de 1699, en el mes de mayo, año y medio después que el nuestro padre Juan María de Salvatierra fundó la Misión que es la de Nuestra Señora de Loreto, penetró las sierras el padre Francisco María Píccolo, siciliano, y fundó esta Misión comenzando en ella el día 11 de dicho mes y año los bautismos de párvulos mientras se daba lugar a la instrucción necesaria en los adultos que querían entrar en el gremio de la Iglesia. Diósele la advocación de San Francisco Javier y los años siguientes fue el mismo padre Píccolo prosiguiendo los bautismos de párvulos y adultos que estaban instruidos, y los descubrimientos de nuevas rancherías de indios en  que también comenzó felizmente la predicación del Evangelio y los bautismos.”

Ahora bien, el Dr. Mathes concluye lo siguiente sobre esta Misión en su libro “Las Misiones de Baja California – 1683 – 1849”: “El sitio de la Misión San Francisco Javier y Viggé Biaundó, localizado en el ojo de agua de Biaundó, a treinta y un kilómetros al sudoeste de la Misión Nuestra Señora de Loreto, fue descubierto el 11 de Mayo de 1699 por el padre Francisco María Píccolo quien, en octubre de aquel año, comenzó la construcción de una capilla, dotada por Don Juan Caballero y Ocio. Esta capilla fue dedicada bajo el nombre de Todos Santos el 1o. de Noviembre del mismo año, pero, debido a los ataques hechos por indios hostiles, fue abandonada el año siguiente. En 1701 la Misión fue restablecida en su sitio actual por el padre Juan de Ugarte, quien comenzó el cultivo de trigo, maíz, frijol, azúcar, uva y árboles frutales por medio de la construcción de canales de riego y dos estanques hechos de piedra.

La razón por la que se hubiera dedicado esta misión a la memoria de San Francisco Javier fue en primer lugar porque fue una de las condiciones del mecenas que financió el establecimiento de este sitio, que como nos menciona Mathes fue el potentado Don Juan Caballero y Ocio, el cual destinó una fuerte suma de dinero para sostener al sacerdote y sus labores evangelizadoras, así como la construcción y dotación de todos los objetos para construir una iglesia así como realizar la liturgia correspondiente. Sin embargo, también otro poderoso influjo motivó esta nominación y fue el dejar patente la presencia de la Compañía de Jesús en estas tierras inexploradas del septentrión novohispano, a través del nombre de uno de los amigos más cercanos del líder y fundador de la Compañía, San Ignacio de Loyola.

San Francisco Javier (el cual también fue conocido como Francisco de Jaso y Azpilicueta, Francisco Javier, Francisco Xavier, Francisco de Javier o Francés de Jaso) nació en el año de 1506 y tras ser ordenado sacerdote pide ser enviado a las tierras de Asia para predicar el evangelio. Tuvo una vida corta pero muy intensa, siendo considerado como pionero de las Misiones y de la evangelización en aquellos sitios. Falleció el año de 1552 contando con tan sólo 46 años de edad. Fue canonizado el año de 1622 por el papa Gregorio XV.

Regresando al surgimiento de este poblado misional, Miguel del Barco nos comenta los motivos por los cuales decidieron que este fuera el 3er asentamiento en la California. Está situada esta Misión en las serranías de la California a los 25 grados de altura con poca diferencia. Confina por el oriente con la Misión y Real Presidio de Nuestra Señora de Loreto a distancia de 9 leguas de dicha misión. Por la parte del norte con la de San Joseph de Comondú, de que dista por lo menos 12 leguas. Por el poniente tiene al Mar del Sur a distancia de cosa de 20 leguas: y por el medio día o sur tampoco se halla Misión alguna hasta la de San Luis con la que no hay hasta ahora comunicación por tierra ni camino abierto; pero, según informes, distará dicha misión de San Luis de esta de San Francisco Javier más de 30 o 35 leguas. Su clima es bastante saludable y benigno: ni el frío es en invierno tan intenso que llegue a helarse el agua ( sino que fuera una cosa muy extraordinaria), aunque sí caen a veces algo ligeras escarchas; ni el calor en el estío tan grande que no refresque por la tarde o por la noche algún tanto ordinariamente. Más no por eso quiero decir que no se experimenten recios calores desde abril hasta todo septiembre.

Está cercada casi por todas partes esta Misión de naciones de diversa lengua. Sólo por el norte confina con gente de la misma lengua que, en su raíz, es la misma que se usa en todas las gentes descubiertas hasta ahora por aquella parte del norte. Y digo ser en su raíz la misma, porque actualmente está muy variada y, según es mayor o menor la distancia de las tierras que habitan, así es mayor o menor la variación en la lengua; y aun dentro de una misma Misión se experimenta variedad bastamente notable como aquí sucede.

Al poniente, en la playa del mar, habitan algunas pocas familias de la nación guaycura, las que se agregarán a la nueva Misión que se intenta fundar entre otra gente de su misma lengua casi en medio día de esta misión y en la medianía de ella y de la de San Luis; muchas veces para poder administrar y acabar de reducir aquella pobre gente, lo que en tan grandes distancias, como al presente tienen de las Misiones, es imposible, y más estando todas estas gentes de la California esparcidas por los campos en tan diversos y distantes parajes sin ser posible que se reduzcan a formar algún gran pueblo ni aun mediano por ser necesario que los pobres se dividan a buscar por los montes estériles sus comidillas, que se reducen a algunas semillas insípidas de árboles o de yerbas o algunas raíces de que tienen algunas muy dulces; solamente por espacio de dos o tres meses al año tienen en mucha abundancia una fruta suave y deliciosa que llaman los españoles de estas tierras de Nueva España pitahaya. Como podemos apreciar debido al clima, la abundancia de agua pero sobre todo la gran cantidad de naturales para ser convertidos a la nueva religión es que se decide fundar este asentamiento en este sitio.

En el año de 1703 el sacerdote Píccolo es relevado del mando de esta Misión y queda en manos del sacerdote Juan de Ugarte. El mencionado sacerdote emprende esta labor con grandes bríos, de tal manera que algunos de sus logros también son relatados por el sacerdote Del Barco: prosiguió dicho padre Juan de Ugarte la conquista evangélica con mucho fervor y celo, por el cual no sólo se aplicó con diligencia a los ministerios que eran inmediatamente propios de su oficio por el bien de las almas y a lo que se requiere para ejercitarlos bien; sino que por el mismo celo de las almas de estos pobres californios, se aplicó también con un especial esmero a lo temporal. Ponderaba el padre en su gran capacidad cuántas veces la conquista intentada de estas tierras, después de muchos gastos de la Real Hacienda, había sido en efecto por faltar en ella casi todo lo necesario para vivir los conquistadores.

Y así le parecía, con razón, que tanto menos expuesta quedaría a ser desamparada otra vez y perdida su fe, cuanto menos fuese necesario traer de otras partes y cuanto más pudiese producirse en ella de lo necesario y aun de lo conveniente para la vida. Por eso, y por ser en tierra tan pobre necesario que el padre misionero tenga algo y aun mucho que dar a sus indios, trabajó incansablemente e hizo cuanto pudo para sacar el agua de algunos cortos aguajes y regar las tierras a que alcanzase, después de desmontadas o allanadas en gran parte por sus propias manos, en que sembraban algún maíz o trigo.

Hizo traer de la otra parte del mar de Californias cría de ganado mayor y menor de lana y cerda y caballada, de donde, habiéndose aumentado, dio también a otras Misiones por el mismo santo fin para que su reverencia lo había adquirido. Trajo también todas las especies de árboles frutales que pudo agenciar, de los cuales (ya que todos no se han dado), quedan muchos en toda esta tierra que dan muy sazonados frutos. Con todo este su trabajo (y con el que después, a su imitación, han puesto de su parte los padres en otras Misiones), ha conseguido que, ya que no se puede excusar el traer bastimentos por mar de otras partes para el Real Presidio y para las Misiones que tienen o muy poca o ninguna siembra, ahora se excusa por lo menos mucho de lo que fuera necesario al no haber precedido esta diligencia, pues fuera de tener algunas Misiones lo necesario para su gasto hay también recurso a ellas, aunque sea difícil de parte del Real Presidio y otras Misiones necesitadas en tiempo de carestía, como varias veces se experimenta; si bien es necesario que después les vuelvan lo que prestaron por necesitarlo para sí propias.

De acuerdo a Michael Mathes, los sacerdotes que continuaron la obra de Ugarte, a su muerte, fueron los siguientes: Miguel Barco (1744), Fray Francisco Palóu (1768), Fray Juan Escudero (1769), Fray Ramón Usón, Fray Fernando Parrón (1770-1773), Fray Gerónimo Soldevilla (1790-1798) y Fray Romantino de la Cruz (1812). La población indígena -de la Misión, sujeta a la epidemia de la peste de 1708, fue calculada en 485 personas en 1745 y 1768, 169 en 1782 y 111 en 1800. La iglesia de piedra, preservada en su estado original, contiene un retablo dorado con cinco óleos, traído de México en treinta y dos cajas, estatuas de San Francisco Xavier y Nuestra Señora de Guadalupe y un crucifijo, todos del siglo XVIII. Dos de las campanas llevan la fecha de 1761 y la tercera la de 1803. Aunque abandonada en 1817 debido a la decadencia de la población indígena, ha sido ocasionalmente utilizada la iglesia desde aquel año.

En la actualidad este poblado es uno de los más publicitados para ser visitado por propios y extraños. Su hermoso templo ha sido considerada como La Joya de las Misiones de Baja California, tanto por su estilo arquitectónico como por su estado de conservación en la actualidad. Sus muros y ornamentos fueron construidos con piedras extraídas del arroyo de Santo Domingo.

Cuando el sacerdote Del Barco llega a este sitio en 1744 para hacerse cargo de su ministerio encontró el anterior templo, el cual había sido elaborado con adobes y techo de palma, en estado muy deteriorado, por lo que decide iniciar la construcción de otro templo pero de material mucho más resistente y que soportara el clima y el paso del tiempo. Es así como inicia una obra de gran envergadura e inusitada para estas latitudes en aquellos tiempos. Para la elaboración de los planos del templo, así como la construcción de diversas etapas del templo, mandó traer maestros constructores expertos del interior de la Nueva España, utilizando como mano de obra a los miles de neófitos que desfilaron por este sitio durante los 30 años que habitó en él, así como algunos peones mestizos que llegaban al sitio pidiendo empleo. El templo fue finalizado y bendecido en el año de 1758, aproximadamente.

Famosa y muy concurrida son las fiestas del santo patrono San Francisco Javier, que año tras año se celebran el día 3 de diciembre. Miles de personas se dan cita en el lugar y es todo un fandango en donde la comida, la bebida y la solemnidad de los festejos litúrgicos están por doquier. Dentro de los eventos que se realizan están los bailes populares, misas, cabalgatas, conciertos de música norteña, carreras de caballos, peleas de gallos, etc.

Hoy se celebran 320 años de la fundación del sitio que lleva por nombre San Francisco Javier de Vigge Biaundó, un lugar de tradición y de gente trabajadora y alegre. En sus festejos debería de retomarse no sólo la parte religiosa y del esparcimiento popular sino el rememorar su nacimiento y conformación en una de las etapas más trascendentales en su vida: la época colonial y los primeros años de la república. Historia que da vida y es fuente de la fuerza para avanzar hacia el futuro.

 

Bibliografía:

“Historia Natural y Crónica de la Antigua California” – SJ Miguel del Barco.

“Las Misiones de Baja California – 1683 – 1849” – W. Michael Mathes

Wikipedia

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

Profesor de Educación Primaria, Licenciado en Educación Especial y Maestro en Ciencias de la Educación. Labora en la Secretaría de Educación Pública y comparte su tiempo con su pasión por la historia de la California del Sur. Administra el grupo de Facebook “Conociendo Baja California Sur”. Nació el 22 de septiembre de 1969 en Puerto Vallarta, Jalisco, pero radica en Sudcalifornia desde hace 44 años. Actualmente es Director de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular No. 17 y Maestro de Comunicación del Centro de Atención Múltiple “Gilberto Vega Martínez” en La Paz. Escribió la antología (Ebook) “Piratas, Corsarios y Filibusteros en la Antigua California”.

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