La Ciencia no existe

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Tal título es sólo para atrapar y escandalizar al lector, en realidad este texto debe nombrarse “El cientismo y la falacia de generalización apresurada” pero con tal nombre ninguno de  ustedes lo hubiese leído.

De cualquier manera, la idea de que la Ciencia no existe como fenómeno es defendible desde un punto de vista kantiano. Asimismo, afirmo que la Ciencia no existe como un corpus unificado, o como un concepto universal. Lo que hay son ciencias– con minúscula- como actividades y oficios, como estudios y conocimientos sobre numerosos aspectos de la realidad.

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Desde el idealismo trascendental de Kant, los noúmenos son objetos no fenoménicos opuestos a la precepción sensible.  El concepto “universal” de ciencia solo pertenece a la intuición intelectual pero no es un fenómeno. El fenómeno es el laboratorio, el microscopio, la computadora o el científico pero no “la ciencia”.

Además hay muchas nociones de ciencia diferentes entre sí y que cambian según la época.

Los marxistas entienden la ciencia de manera distinta a los positivistas, y en el siglo XVIII alemán, la noción de ciencia organicista no tendría nada que ver con el concepto de episteme de un neoplatónico del siglo I.

Sirva de ejemplo la definición de Mario Bunge: “La ciencia es el conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por ende falible”.

Para Auguste Comte las ciencias se limitan a establecer relaciones entre los fenómenos observables y como el método es el mismo para todas las ciencias, las diversas disciplinas se diferencian sólo por la mayor o menor complejidad de su objeto específico. Aquí se encuentra una noción de “Ciencia” unificada.

Aristóteles concibe la ciencia como el conocimiento de las causas

Ahora compárelo con la definición de Gustavo Bueno: “Una ciencia es una construcción operatoria racional en donde varios investigadores compiten tratando de encontrar predicados universales. No es una construcción formal, no se reduce a formas o a meras ideas, sino que está compuesta de elementos materiales (equipo de laboratorio, sujetos experimentales, elementos químicos, etc.). Es operatoria, es decir que el científico construye, experimenta, modela y a partir de los resultados de tales operaciones emergen los conocimientos.”

A veces, los filósofos que no son científicos plantean definiciones muy técnicas, a veces los propios científicos ni siquiera saben definir su propia actividad.

Louis Althusser afirmaba que cuando alguien alude a la Ciencia su discurso es ideológico, no científico.

A diario aparecen noticias cuyos titulares son falacias de generalización apresurada cuando no supremos idiotismos. Sirva de ejemplo los siguientes:

La ciencia descubre la clave de la felicidad (El País, 2008).

La ciencia descubre el lado bueno de Frankenstein (redibinforma.com 2020).

Seis meses de coronavirus, lo que la ciencia ya sabe (NIUS 2020).

“Dark” cuando la ciencia y el ocultismo se unen (Proceso 2020).

Los niños se portan mal cuando está la mamá, lo confirma la ciencia (El Diario 2020).

Y así, ad infinitum…

Bien, lo que se entiende como actividad científica, por lo menos en cuanto referente a las ciencias naturales, tiene que ver directamente con la experimentación y con la discusión de datos empíricos. La mayoría de las noticias antes citadas son difusión de un artículo que describe un estudio en donde se discute cierto experimento. Pero la redacción final lo divulga como una ley o una verdad autorizada. Tal cosa cae tanto en el cientismo como en la falacia de generalización apresurada.

El cientismo consiste en que añadir la palabra “científico” a la evidencia personal le otorga a un argumento un peso especial. La falacia de generalización es un error inductivo, consiste inferir una conclusión general a partir de una prueba insuficiente, deficiente o incompleta. El problema es que en la experimentación, los datos serán incompletos, sesgados o deficientes por qué el empirismo es contingente y no eterno ni determinado.

Entonces, cualquier resultado científico debe restringirse a sus propios resultados y métodos, no dar un salto hacia legislar universalmente su discusión. Es por eso que los estudios científicos no tendrán fin.

Inferir entonces una ley universal a partir de estudios particulares y contingentes podría no ser sólo por el analfabetismo funcional del que lo interpreta sino también por una postura cientificista, consciente o no.

 

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

Doctor en Ciencias Marinas. Recibió el Premio Internacional de Divulgación Científica “Ruy Pérez Tamayo” en 2012. Entre sus libros sobre temas científicos destacan “Tiburones, supervivientes en el tiempo” y “Ensayos en Filosofía Científica” en coautoría con David Siqueiros.

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