El tiburón boreal

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FOTO: Internet

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el sempiterno frío del Ártico; entre icebergs, seracs y  bajo las capas de hielo marino habita el Skalugsuak.

El tiburón boreal o de Groenlandia Somniosus microcephalus es uno de los depredadores más grandes de las aguas polares. Alcanza tallas de hasta 7 metros y en su estómago se han encontrado restos de calamares gigantes, pulpos, crustáceos, erizos, focas, toninas, caribús, rayas, tiburones, bolsas de plástico, caballos, morsas y osos polares. Ha devorados narvales enmallados y una gran cantidad de peces de aguas heladas.

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Junto con su especie hermana S. pacificus es el tiburón con el bulbo olfativo más grande de todos: ¡hasta un 30 % de su masa cerebral! Sin embargo, sus áreas cognitivas se han reducido evolutivamente. Un ejemplar de 280 kg tiene un cerebro de solo 10 g, por lo que puede ser un bobalicón que detecta el olor de sus presas a grandes distancias.

Mediante telemetría satelital se han estudiado sus movimientos geográficos y verticales. Cada día, este depredador realiza grandes inmersiones en el día y se acerca a la superficie por las noches. En julio y agosto se le encuentra rondando las colonias de focas de steller Eumetopias jubatus en el Golfo de Alaska. Es en esta época cuando las focas juveniles entran al agua a emprender la aventura de la vida. El depredador las embosca ayudado por su coloración oscura que evita la detección inmediata por parte de su presa.

En 1995, Herdendorf registró a un tiburón boreal a 2 200 m de profundidad cerca de un pecio hundido en 1857 en aguas de Savannah a orillas del Atlántico. Pero en latitudes más altas cerca del Polo Norte, el pez se desplaza cerca de la superficie durante el día.

Multitud de copépodos parasitan sus ojos. Principalmente la especie Ommatokoita elongata que se aferra a la córnea por medio de filamentos de anclaje llamados bullas. Aunque algunos científicos aseguran que no dañan a su hospedero e incluso podría representar una simbiosis benéfica, un estudio de Borucinska en 1998 reportó que los copépodos ocasionaron ulceraciones epiteliales, queratitis, mineralización y fibrosis de la córnea en 6 tiburones boreales.  Los copépodos son bioluminiscentes y le dan una apariencia fantasmal al escualo casi ciego que navega con ellos.

Tiene gran cantidad de ácido úrico en el músculo y también óxido de trimetilamina. Esto hace suponer que su carne es sumamente tóxica, varios perros tiradores de trineo no pueden levantarse después de haberla comido. Sin embargo, a la gente de los hielos le fascina. Por ejemplo, en Islandia se pesca este tiburón y, después de decapitarlo, eviscerarlo y despedazarlo, se entierran los restos en el hielo por un mes durante el verano o tres meses en invierno. Se le entierra lejos de los lugares habitados para que la fetidez no moleste. Luego se saca y se deja secar por cuatro meses dentro de una covacha oscura. A este proceso se le llama curación. Una vez curada, se consume en trocitos con un fuerte olor a orina estancada. El efecto al comer esta carne es similar a la embriaguez.

Este platillo se conoce como kæstur hákarl y para los islandeses es una delicadeza. El chef internacional “Tony” Bourdain lo describió como la cosa más asquerosa y horrible que había probado jamás.

En la medicina popular de los escandinavos, el aceite de su hígado es un poderoso anti cancerígeno mezclado con cenizas de aves marinas.

Si consideramos que la última gran glaciación fue de hace 100 000 a 10 000 años y en ella se congelaron el Polo Norte y las zonas árticas, entonces el tiburón boreal es un organismo muy reciente desde una óptica evolutiva.

Sin embargo, parece ser el vertebrado más longevo que existe. La longevidad de Matusalén  parece estar ligada al frío polar. Se estima que su tasa de crecimiento es menor a 1 cm al año. Para conocer su edad, Nielsen y su equipo en 2016 usaron técnicas de radiocarbono sobre las proteínas cristalinas del ojo.  El centro de la córnea se forma durante el desarrollo embrionario y el tejido retiene proteínas sintetizadas en el año 0 del organismo, a partir de ahí se puede calcular la edad de cada individuo. Pues resulta que el tiburón boreal vive un promedio de 272 años. ¡Casi tres siglos! Supera la longevidad de la ballena de Groenlandia Balaena mysticetus que vive 210 años.  

De 28 tiburones analizados sólo un tiburón pequeño de 2 m mostró marcas de radiocarbono de los años 60 del siglo XX. Los demás tenían más de un siglo. La edad de madurez sexual de estos tiburones es de 156 años y un tiburón boreal de 5 m podría tener cerca de 400 años.

Así pues, lector, si usted navega por el ártico y observa a un tiburón boreal de 5 m, puede pensar que aquel pez lentísimo y peligroso nació en la época en que Cervantes y Shakespeare envejecían, y tuvo sus primeros amores cuando Napoleón III le declaró la guerra a la Prusia de Bismarck y Paraguay se rendía ante Argentina y Brasil.

 

Nota: Este es un extracto de mi libro Tiburones, supervivientes en el tiempo.

 

Referencias:

Jaime-Rivera M. (2012) Tiburones, supervivientes en el tiempo. Fondo de Cultura Económica. México.

Klimley, A. P. 2013. The biology of sharks and rays. University of Chicago Press.

Nielsen, J., Hedeholm, R. B., Heinemeier, J., Bushnell, P. G., Christiansen, J. S., Olsen, J., & Steffensen, J. F. 2016. Eye lens radiocarbon reveals centuries of longevity in the Greenland shark (Somniosus microcephalus). Science, 353(6300), 702-704.

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

Doctor en Ciencias Marinas. Recibió el Premio Internacional de Divulgación Científica “Ruy Pérez Tamayo” en 2012. Entre sus libros sobre temas científicos destacan “Tiburones, supervivientes en el tiempo” y “Ensayos en Filosofía Científica” en coautoría con David Siqueiros.

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