Colaboración Especial
Karla Malibé Amaya Bravo
Ciudad Constitución, Baja California Sur (BCS). Las láminas azotaban contra la barda a medida que se desprendían. Las ventanas temblaban. Toda la familia reunida en una habitación, permanecíamos juntos, en la oscuridad. Este 2024, se cumplen 15 años del devastador huracán Jimena que arrasó con los municipios de Comondú, Loreto y Mulegé en Baja California Sur; y Guaymas en Sonora del 2 al 4 de septiembre del 2009. A su paso dejó cinco fallecimientos, miles de damnificados y cientos de millones de pesos en daños materiales según las autoridades.
En Baja California Sur, es normal, cada año escuchar sobre ciclones y huracanes. Creces familiarizado con eso, pero no todos se quedan grabados en la memoria. En 2003 recuerdo los huracanes Ignacio y Marty, en 2006 fue el huracán Jhon, por lo que conoces el protocolo: 1) comprar mandado, 2) tener agua purificada, 3) comprar lámparas o veladoras y 4) tener gas suficiente. En mi casa, estábamos listos.
Láminas voladoras, vidrios temblorosos
En la madrugada del 2 de septiembre del 2009 —por ese entonces yo sólo tenía 12 años— me despierta el ruido de las láminas de un techo exterior chocando contra la barda, a medida que la intensidad del viento las levantaba provocando un estruendo constante. “¡Taz, taz, taz!”, una lámina voló. “¡Taz, taz, taz!”, otra lámina está por irse. Para este punto de la madrugada, toda la familia estábamos despiertos, reunidos en una habitación acompañados con la oscuridad de la noche, con un radio que a veces permitía escuchar reportes y un profundo olor a humedad.
También te podría interesar: Bacheo de la carretera transpeninsular: una solución temporal a un grave problema
Transcurrieron las horas, la incertidumbre aumentaba a medida que el viento continuaba rugiendo con ferocidad y el vidrio de la ventana temblaba al mismo tiempo que las láminas desaparecían. De pronto, el vidrio fue el que continuó en la lucha, temblando, pero valiente, porque las láminas se habían volado. No recuerdo la hora, aún no amanecía completamente y el viento había disminuido. Ahora entiendo que, quizá, en ese momento, el centro del huracán estaba sobre nosotros.
La puerta principal de casa de mis papás está orientada hacia el Este y está protegida por una barda lateral, ésto y la dirección de los vientos de Jimena, no permitían que las ráfagas impactaran la casa de frente. Por lo que, en ese momento de aparente tranquilidad, nos acercamos a la ventana frontal, y por pocos minutos pudimos apreciar cómo pasaban grandes pedazos blancos, como de hielo seco, por la calle, en dirección al Norte, siendo arrastrados por el viento, al igual que tapas de tinacos, entre otros objetos. También, alcanzamos a ver como el árbol de pirul que estaba frente a mi casa había sido derribado. Más tarde sabríamos que esos pedazos blancos eran de la tienda Súper Ley, porque con Jimena, hubo un antes y después.
Mis recuerdos posteriores son pocos, lo más probable es que una vez que el viento disminuyó, decidiéramos dormir. Por la tarde del mismo 2 de septiembre fuimos de las primeras colonias en recuperar la energía eléctrica, al vivir cerca de un hospital. Una vez que ya era seguro salir, una calle enlodada, un olor a tierra mojada, un aire fresco, un cielo grisáceo, un árbol caído y una banqueta levantada, adornaban la escena. En ese entonces, solía jugar, con una vecina, a balancearnos de una de las ramas del árbol que ahora se encontraba en el suelo. Era uno de nuestros juegos preferidos, brincar del carro hasta el árbol, balancearnos y soltarnos. Ese día terminó el juego.
Una ciudad sin Ley
Las láminas del techo exterior no estaban en su sitio, pero, al menos sí en el patio trasero, junto a otra lámina de domicilio desconocido. “Busco la tapa de mi Rotoplas” decía un vecino, “en mi casa está una lámina azul”, aseguraba la vecina; “ya vieron la Ley, quedó destruida, creo que va a cerrar”, murmuraban las personas. Súper Ley estaba irreconocible, y al ver su devastación repartió sus productos perecederos a las personas. Aquí no hubo rapiña. Los pedazos blancos que veíamos pasar: eran pedazos de la tienda Ley.
Dos o tres días más tarde, con reparaciones improvisadas con madera y mucha voluntad, esa tienda reabrió sus puertas —y nosotros pensando en que iban a cerrarlo. Años mas tarde, en 2015, Juan Manuel Ley López, presidente del Consejo de Casa Ley para el NOROESTE mencionaría que conel huracán Jimena la tienda ley de Ciudad Constitución afrontaría la devastación y se reconstruiría. Desde ese día, apenas hay amenaza de ciclón y en este negocio, inmediatamente, se observan maderas cubriendo los vidrios de la entrada.
Recorrer las calles fue toda una experiencia, puesto que la avenida principal, el Boulevard Agustín Olachea Avilés se convirtió en la zona de los cuatro altos adornados por semáforos. Jimena, molesta de tanto semáforo en la carretera —ese boulevard es parte de la carretera transpeninsular— decidió jubilarlos haciendo que esta principal vía de la ciudad estuviera con semáforos descompuestos por casi 15 años. Hasta este año, 2024, el semáforo de la calle Francisco I. Madero comenzó a funcionar. Aún hay muchos semáforos “adornando” nuestro boulevard.
Hubo bardas caídas, árboles, casas, postes, y hasta el estadio Vázquez Rubio tuvo grandes daños estructurales y se cayó gran parte de la barda. En la zona agrícola, hubo transformadores que cayeron al suelo y postería derribada. Algunas personas comentaban que, por la cantidad de estructuras caídas y daños materiales, quizás había ocurrido un temblor al mismo tiempo que el huracán, sin embargo, nunca se confirmó. Otros creen que Jimena, al impactar, era de categoría 3, debido a la fuerza de sus vientos; no obstante, los registros señalan que el centro de Jimena cuando toco tierra firme era categoría I, pero los vientos se comenzaron a sentir en Comondú cuando este huracán era categoría II.
La presencia del “Sur” en el nombre de nuestro Estado, no nos quita lo norteños, y al igual que con otros sucesos relevantes, Jimena pasa a formar parte de la música con el corrido “Huracán Jimena” interpretado por “El Chacal de la Sierra”: … Dicen que Jimena, no podía avanzar / Porque por el centro de Constitución, por el boulevard le dio por pasar / De tantos semáforos que se encontró, pues todos en rojo se vino a topar… Por otra parte, “Reflejo Norteño” tiene otra canción con el mismo título “Huracán Jimena” donde menciona la devastación de Múgele tras su paso …Mulegé se encuentra en ruinas, lo tenemos que aceptar…
Lo que el viento se llevó
CONAGUA informó que a las 7:30 horas del 2 de septiembre del 2009 el centro del huracán Jimena tocó tierra desembocadura del Río San Gregorio, siendo huracán de categoría I en escala Saffir-Simpson, con vientos máximos sostenidos de 140 km/hr y rachas de 165 km/hr. Tras su paso, Jimena dejó cinco pérdidas humanas (cuatro en Sonora, una en Baja California Sur). WRadio publicó que el entonces secretario general de gobierno, Luis Armando Díaz, mencionaba que Jimena ocasionó daños materiales por 301 millones de pesos, sólo en BCS. El periódico La Jornada menciona que en Guaymas las cifras de daños ascendieron a 200 mil damnificados, 8 mil desplazamientos y 10 mil hogares dañados, además de las vidas humanas.
En cuanto a lluvias, CONAGUA informa que en Ciudad Constitución, entre el 2 y 3 de septiembre de ese 2009, se registraron 345.6 mm de precipitación, casi el doble de lo que se registra en promedio al año. Por otro lado, en Guaymas, Sonora, del 3 al 4 de septiembre se acumularon 514.9 mm cifra que rompe el récord de lluvia por efectos de un huracán en tierra firme en 24 horas impuesto por Gilbert en 1988.
—–
AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.