Sequestrum, de Graciela Sui-Quí

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El librero

Ramón Cuéllar Márquez

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La llegada del nuevo siglo y nuevo milenio supuso un cambio en nuestra manera de ver el mundo. Creímos que el futuro nos había alcanzado sin la visión apocalíptica de aquella vieja película de ciencia ficción de los setenta, Soylent Green o como la conocimos en México, Cuando el destino nos alcance, de 1973, dirigida por Richard Fleischer (EUA 1916-2006) con la memorable actuación de Charlton Heston (EUA, 1923-2008), que por cierto estuvo inspirada en la novela de Harry Harrison, ¡Hagan sitio, hagan sitio!, de 1966. Y sí, estábamos inspirados, la televisión se había encargado de que el cambio de fechas fuera un espectáculo y un alimento comercial y morbo para los nuevos televidentes, sin olvidar que muchos grupos anunciaban el fin del mundo y tecnológicamente el Y2K amenazaba con acabar con la naciente red debido al cambio de dígitos, que también se le conoció como problema del año 2000 o error informático que tenía al borde de la histeria a la humanidad ligada al mundo de las tecnologías digitales. Eso nunca sucedió.

Sin embargo, lejos de esas histerias colectivas más apegadas al imaginario y la fantasía, en la vida cotidiana no previmos que sucederían cosas que habrían de rebasarnos. También, la llegada de los nuevos tiempos vino aparejada con el cambio de gobierno, pues el PRI perdía por primera vez el poder y se daba la llamada alternancia con el PAN. Todos sabemos cómo acabó eso. Jamás hubo un cambio sino que solo se armó un gran show televisivo para hacernos creer que la democracia ya era un hecho. El gatopardismo evidente pronto comenzó a dar muestras de la simulación y en menos de dos años Vicente Fox ya había dejado claro que nada iba a cambiar y que lejos de eso terminaría aliándose aún más con el PRI, la ahora oposición.

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Pronto la esperanza y alegría vendidas en televisión hizo aguas. La violencia inició por ser el signo distintivo de esa época y que prevalece hasta nuestros días. Durante los 90 se habló de que México se estaba colombizando y aunque fue negado una y otra vez por el gobierno de Salinas y luego de Zedillo, finalmente nos convirtieron en Colombia, y con ello llegó la cultura del narco. Poetas, escritores, artistas, directores de cine, guionistas dieron auge a esta nueva modalidad de vida, unos por darle voz a los sucesos y otros aprovechando el filón comercial que significaba todo aquello.

Con la cultura del narco llegaron las extorsiones telefónicas, nuevas formas de fraudes digitales, robos, ejecuciones a mansalva y los secuestros. Era como una próspera industria criminal que parecía no tener fin y que habría de radicalizarse en el sexenio de Felipe Calderón, quien le declaró la guerra al narco. El respecto por la vida se redujo a cenizas y todos entramos en pánico con el temor de ser asesinados en cualquier momento. Ahora sabemos que aquello no fue una guerra contra nada, sino más bien una asociación delincuencial entre gobierno y grupos del crimen organizado, como se ha ido descubriendo poco a poco y más con la detención en Estados Unidos de Genaro García Luna.

Les cuento todo esto porque he leído una novela breve llamada Sequestrum (2021), de la escritora Graciela Sui-Quí (México, 1978). No pude evitar el recuerdo toda esa época, de cómo fuimos metidos en una olla poco a poco hasta acostumbrarnos a la violencia y al nulo respeto por la vida, donde el sálvese el que pueda es el centro mismo de la corriente económica denominada neoliberalismo. Esta historia, que desde su título nos anuncia de lo que trata, nos presenta la vida de una familia que fue sometida al estrés de un secuestro. La manera en que Sui-Quí nos va presentando su crónica, los sentimientos a flor de piel, las emociones desbordadas y el miedo imperante, nos hace entender que con estas pequeñas obras la vida de las personas fue trastocada a todos los niveles sin que a nadie le importara porque estábamos más ocupados en sobrevivir.

Se trata de Aurora, una mujer que lleva una vida de familia normal, que vive sus días solucionando cosas laborales, junto a sus hijas y su esposo, hasta que ocurre el secuestro que habría de trastornarlo todo. Los momentos vividos por el personaje nos harán tomar noción de lo que significó haber vivido circunstancias político-económicas que nadie esperó, que esos nuevos tiempos dieron un giro devastador. La capacidad narrativa de Graciela Sui-Quí es notoria, logra con recursos literarios darnos un relato fuerte, detallado y una fotografía de lo que fueron esos tiempos. Su obra es testimonio, pero también un modo de exorcizar un acontecimiento tan terrible como un secuestro. Escribir es liberador siempre y seguro que quienes lean esta historia podrán atestiguar no solo que se puede traer a la memoria la desgracia nacional de lo que fueron esos sexenios, sino que también las personas tenían vida propia, pero interrumpida por las ambiciones de poder y dinero.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña en Comunicación del Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.

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