Más Allá del Dr. Dolittle: La Ciencia de Hablar con Animales a través de la Inteligencia Artificial

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Dr. John Dolittle, imaginado por Hugh Lofting a través de cartas escritas e ilustradas desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial, es un médico que, dada su habilidad para comunicarse con los animales, elige atenderlos sobre sus propios pares humanos. Sin embargo, su relato va más allá de la simple narrativa: Dolittle representa valores universales, arraigados en diversas culturas, tales como el respeto, la comunicación, la apreciación de la diversidad y un vínculo profundo con la naturaleza.

Pero, ¿qué pasaría si pudiéramos llevar esos valores un paso más allá y realmente comunicarnos con el mundo no humano que nos rodea? No es una idea nueva. La tradición nos habla de figuras arquetípicas como San Francisco de Asís, quien comunicó su amor y arrepentimiento a los lobos y aves. Y más allá de la tradición cristiana, las leyendas sobre comunicarse con animales son tan antiguas como la historia misma: desde las leyendas mexicas, hasta las tradiciones orales aborígenes de Australia, las aventuras del héroe filipino Lam-Ang o las historias indígenas del cuervo Txeemsim en el Pacífico Noroeste, todas ellas ilustran la esencia humana de querer comprender nuestro lugar en el mundo y conectarnos unos con otros.

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En la era moderna, la tecnología, a menudo etiquetada como alienante, ha abierto una puerta sorprendente a este anhelo ancestral. Entra la bioacústica digital, una disciplina que combina una nueva generación de pequeños micrófonos de alta calidad con la Inteligencia Artificial, creando un mundo donde la barrera entre humanos y no humanos es más permeable que nunca.

En The Sounds of Life, Karen Bakker equipara la revolución de la bioacústica digital a la llegada del microscopio, describiéndola como el audífono del planeta, una vanguardista herramienta que nos impulsa desde el antropocentrismo hacia un profundo biocentrismo.

Las implicaciones de este avance son revolucionarias. La inteligencia artificial, con algoritmos similares a los de Google Translate, se está utilizando para detectar patrones en la comunicación no humana. El rango de especies que se comunican a través de sonidos, anteriormente insospechados para el oído humano, es asombroso.

Descubrimientos recientes han revelado un vasto repertorio sonoro en la naturaleza: delfines que nombran, crías de murciélagos que balbucean, tortugas que coordinan su nacimiento y minúsculos peces y larvas de coral que reconocen las acústicas únicas de sus lugares de origen. Incluso las plantas emiten ultrasonid deos en situaciones de estrés. El planeta no para de hablar, y gracias a la inteligencia artificial, finalmente estamos sintonizando.

Lo más intrigante es que también estamos comenzando a hablar de vuelta. Un experimento, aunque todavía en una etapa temprana, demostró que un robot, RoboBee, puede comunicar información a las abejas melíferas y que éstas responden a sus instrucciones. Aunque este resultado se logró solo una vez, apunta a un futuro donde podríamos comunicarnos más íntimamente con otras especies.

Sin embargo, este poder recién adquirido lleva a cuestionamientos filosóficos y éticos. Durante siglos, muchos en Occidente han creído que solo los humanos poseen el don del lenguaje y, por ende, de la razón. Esta perspectiva, que nos coloca en un pedestal separado del resto de la naturaleza, está siendo desafiada. ¿Somos realmente únicos? ¿O somos simplemente una parte del vasto tejido de la comunicación en la Tierra?

Si bien la tecnología nos da el poder de hablar y escuchar, también corre el riesgo de ser mal utilizada. Sin una reflexión ética, podríamos usar nuestras herramientas digitales para explotar y domesticar en lugar de proteger y conectarnos.

La bioacústica es, en esencia, un estetoscopio que nos permite escuchar el pulso del planeta. A medida que sintonizamos con las voces no humanas, también es imperativo recordar las antiguas tradiciones de escucha profunda, practicadas por culturas indígenas. Estas tradiciones, que resuenan con el respeto y la conexión que el Doctor Dolittle ejemplifica, nos recuerdan la importancia de la sintonía y la reciprocidad.

En conclusión, estamos en un punto de inflexión. La combinación de escucha digital y profunda tiene el potencial de revelar no sólo el lenguaje en los no humanos, sino también de redefinir nuestra relación con el mundo natural. Tal vez, en esta nueva era de comunicación, encontraremos la armonía que tanto anhelamos. Y quizás, al igual que el Doctor Dolittle, aprenderemos a escuchar.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

 

Originario de la Ciudad de México (30 de junio de 1985),  cursó la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESO (2004-2008). Durante ese periodo ganó el premio al Mejor Documental en la Semana Municipal de Video de Guadalajara, obtuvo el primer lugar en la categoría Fotografía del Festival Universitario de la Comunicación y dirigió un corto experimental seleccionado por el Festival de Arte Chroma y el Tijuana Freakfilm Festival. Al egresar trabajó como videoasta y fotógrafo hasta que una enfermedad autoinmune devoró la superficie de sus ojos obligándolo a volcar su creatividad en la literatura. Ganador del Premio Estatal de Cuento Ciudad de La Paz 2015 y finalista del Primer Torneo de Guión organizado por Escribe Cine A. C. Egresado del Diplomado de Literatura Europea Contemporánea organizado por Bellas Artes, del Seminario de Dramaturgia (Instituto Sudcaliforniano de Cultura) impartido por Jaime Chabaud y de la Segunda Residencia para Guionistas en Sonora bajo la tutela de  Maria Gabriela Vidal, Ximena Escalante y Gibrán Portela. Ha cursado diferentes cursos y talleres de escritura creativa con maestros como Martín Solares, Antonio Parra, Luis Felipe Lomelí, María Barandas, Alberto Chimal y Ana Clavel. Su narrativa se distingue por una honestidad descarnada, un ritmo trepidante y personajes que rayan entre la tragedia y la comedia existencialista. Sus influencias son Pedro Juan Gutiérrez, Raymond Carver, Mariana Enriquez, Samanta Schweblin y Etgar Keret. Actualmente dirige el Taller de Guión cinematográfico impartido en la biblioteca Justo Sierra por parte del Instituto Sudcaliforniano de Cultura.

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