El camino: el bueno, el malo y Jesse Pinkman

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FOTOS: Internet

Colaboración Especial

Por Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Camino es un western moderno que no ofrece nada nuevo o revelador para el mundo de Breaking Bad, aunque esto no tiene por qué ser algo negativo. Se trata del esperado epílogo de uno de los fenómenos televisivos más emblemáticos de los últimos años, y como tal, mantiene el mismo tono a manera de extensión de la serie tanto en su estilo visual, como por su manera de mantener al espectador entre la sorpresa y el suspenso.

Esta película original de Netflix, funciona como un episodio de dos horas que rescata los mejores elementos del programa para dar conclusión a uno de sus principales cabos sueltos: el destino de Jesse Pinkman.

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Aaron Paul regresa a la piel del socio traicionado por Walter White, quien tras ser rescatado de la tortura y el encierro del que fue víctima por parte de un violento grupo de neonazis, debe abrirse paso entre los escombros de su vida como narcotraficante, para escapar de la cárcel a cualquier precio.

Así, a través de una narrativa que juega entre el pasado y el presente —pretexto que da pie a la breve aparición de los personajes más entrañables de la serie—, recordamos qué hizo grande a Breaking Bad: su narrativa original y descarnada, la mezcla de humor negro con episodios de gran tensión dramática, su llamativa propuesta audiovisual y esa manera de presentarnos el mundo criminal más allá del cliché y el lugar común.

Con esta película Vince Gilligan, creador de la serie, deja de lado la ambición por hacer de El Camino una película de grandes revelaciones o elaboradas vueltas de tuerca, para otorgarnos la conclusión de una serie clave para entender el Estados Unidos de las últimas décadas.

Walter White, como el profesor de química diagnosticado con cáncer, que decide incursionar en el narcotráfico para salvar a su familia de la ruina, es la metáfora perfecta de una clase media norteamericana resentida por la crisis económica del 2008 ante un estado corrupto e hipócrita. Mientras que Jesse Pinkman podría representar a un amplio sector de la juventud gringa, desencantada con el sistema y que, ante un futuro incierto, dan la espalda a toda ambición a favor del presente más efímero: la fiesta, la droga y la vida sin compromisos ni obligaciones.

Así, El Camino aparece a seis años del último capítulo de Breaking Bad para recordarnos que el narco, la drogadicción y el tráfico de armas son válvulas de escape de una avanzada descomposición social.

Breaking Bad es la saga del sueño americano roto: un salvaje oeste distópico donde el hombre blanco, acorralado y sin futuro, hace su ley a punta de pistola, imitando a los vaqueros entre cocaína y dólares robados.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

Originario de la Ciudad de México (30 de junio de 1985). Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el ITESO. Ganó el premio al Mejor Documental en la Semana Municipal de Video de Guadalajara, obtuvo el primer lugar en la categoría Fotografía del Festival Universitario de la Comunicación y dirigió un corto experimental seleccionado por el Festival de Arte Chroma y el Tijuana Freakfilm Festival. Al egresar trabajó como videoasta y fotógrafo hasta que una enfermedad autoinmune devoró la superficie de sus ojos obligándolo a volcar su creatividad en la literatura. Premio Estatal de Cuento Ciudad de La Paz 2015 y finalista del Primer Torneo de Guión de Escribe Cine A. C. Actualmente dirige el taller de guión cinematográfico del Instituto Sudcaliforniano de Cultura.

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