Californios y Naturaleza. Relación de los grupos étnicos nativos de la Antigua California con su entorno

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando nos ponemos a meditar sobre la destrucción que hemos realizado los seres humanos en el medio natural en que nos encontramos coexistiendo, nos escandalizamos y horrorizamos antes las casi nulas posibilidades de retroceder en este camino. El ser humano en la actualidad ha demostrado tener un gran avance en las ciencias, las artes, deportes y en general en todo lo que se considera como cultura, sin embargo, de forma paradójica, hay que aceptar que hace miles de años los habitantes de la Antigua California vivían en un equilibrio inigualable con la naturaleza.

La península de Baja California inició su proceso de poblamiento hace aproximadamente unos 10 mil años. De acuerdo a los antropólogos, esta migración se fue dando en oleadas sucesivas de grupos humanos que pasaron del continente asiático al americano a través del estrecho de Bering, y paulatinamente fueron descendiendo hacia el Sur del continente en la búsqueda de mejores sitios de caza y recolección, hasta que finalmente algunos de estos grupos se internaron por la parte Norte de la península, quedando aprisionados en nuestra estrecha península de forma indefinida. Se sabe que el clima en aquellos años era más frío y húmedo que en la actualidad, lo que permitió la existencia de fauna como mamuts, bisontes, camellos, osos hormigueros gigantes y caballos, entre otros. Los grupos humanos se dedicaron a cazar estos animales y a recorrer por temporadas extensos territorios en su búsqueda. Conforme el clima cambió y empezó a aumentar la temperatura y desertificarse las tierras, los seres humanos adaptaron su dieta a la caza de animales pequeños así como introducir el consumo de plantas y semillas para complementar la ingesta calórica necesaria para sus organismos.

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Cuando los primeros colonos europeos arribaron a la península encontraron grupos humanos perfectamente adaptados a la vida en esta tierra, la cual a ellos se les presentaba como inhóspita e incluso “la peor que se haya descubierto”. Los grupos humanos nativos se podían dividir entre los que vivían en las costas y litorales, y los que vivían en las sierras y llanos. Los primeros habían desarrollado un modo de subsistencia basado en la recolección de moluscos y caza de peces, tortugas, focas, delfines, etcétera. Este tipo de recursos eran prácticamente ilimitados y permanentes en todo el año, por lo general sus asentamientos los realizaban cerca de aguajes con lo cual tenían garantizada su dieta. El segundo grupo, el de los serranos, se habían adaptado a la caza de pequeños animales (víboras, cachoras, conejos, ratas, aves, gato montés, berrendo) así como a la recolección de frutos de plantas (ciruela, higo, agave, pitahaya, medesa). Incluso, la coexistencia entre ambos grupos les permitía a unos y otros incursionar en diferentes puntos de la península en caso de que el alimento escaseara.

A pesar de lo que muchas personas piensan, el que estos grupos deambularan constantemente por la península en búsqueda de alimento y agua (actividades de apropiación), sí les permitió desarrollar una cultura. Lo anterior lo sustento en la existencia de maravillosos murales o pinturas rupestres las cuales dan cuenta de una gran cantidad de seres con los que convivían como son: otros seres humanos, venados, tortugas, etcétera. El tallado de petroglifos y la elaboración de diversas herramientas líticas así como otras de hojas y corteza de árboles nos da cuenta de su nivel de evolución. Además de lo anterior, en los diarios que escribieron diferentes exploradores así como los jesuitas, que fue la orden eclesiástica que convivió de forma permanente durante 70 años con los diferentes grupos que poblaban la península, nos narran el complejo nivel de especialización que tenían para desempeñar los diferentes roles ya sea entre los diferentes grupos como entre los integrantes de los mismos: rituales de encuentro entre los grupos, ceremonias anuales, roles del hombre y la mujer, rituales funerarios, etcétera.

Continuando con el nivel de adaptación californio-naturaleza que desarrollaron, se puede mencionar como un gran avance, el que adaptaran la cantidad de elementos que conformaban sus “bandas” o “rancherías” a las características de la zona en la que vivían o a los factores ambientales que reinaban en cada temporada. Con lo anterior, quiero decir que entre más árido e inhóspito era el sitio donde vivían y escaseaba más el alimento o el agua, las bandas se fragmentaban más en pequeños grupos con el propósito de abarcar mayor terreno y tener mayor facilidad de poder conseguir alimento para sus escasos integrantes. Además de lo anterior, cuando las lluvias empezaban a espaciarse, y por consiguiente era más difícil encontrar semillas, plantas comestibles o animales suficientes para alimentar al grupo, las bandas se fraccionaban en unidades pequeñas y se distribuían en diferentes territorios, con el mismo propósito que ya se describió anteriormente.

Los grupos humanos que habitaron la península de Baja California tuvieron que desarrollar rituales para convivir en un ecosistema con una limitada cantidad de alimento y agua. Es por ello que en las crónicas de exploradores y misioneros del siglo XVI, XVII y XVIII nos narran cómo las diferentes rancherías se saludaban y convivían cuando se encontraban en los mismos territorios. Sin embargo, también ha quedado constancia que había momentos en que dicha interacción no era tersa ni mucho menos pacífica por lo que había constantes enfrentamientos atribuidos a la lucha por conseguir o defender alimento suficiente para sus integrantes. Finalmente, es importante mencionar que dentro de los grupos también se desarrollaron prácticas que permitieron maximizar el aprovechamiento de los escasos recursos tales como: consumir de forma rápida y hasta el exceso el alimento que momentáneamente se les presentaba, o bien la práctica de la “segunda cosecha” (alimentarse de semillas previamente expulsadas del cuerpo) o masticar de forma grupal un pedazo de carne. Este tipo de prácticas alimentarias jamás fueron comprendidas por los colonos europeos y en la mayoría de los casos fueron elementos que utilizaron para demostrar el nivel de bestialismo y atraso en que vivían estos grupos.

Quisiera finalizar con este ejemplo del nivel de adaptación de los californios a su ecosistema para fundamentar mi concusión: “cuando los misioneros jesuitas comenzaron a trabajar en el desierto central, su registro llegó al impresionante número de 1 600 almas para la jurisdicción de la Misión de San Francisco de Borja, sitio que en la actualidad (2002) se encuentra escasamente poblado” (La economía de los Aborígenes de Baja California. Rosa E. Rodríguez T.). Ni con todos los avances tecnológicos con los que se cuenta en la actualidad, los seres humanos contemporáneos lograremos en nivel de armonía que tenían nuestros hermanos californios con esta tierra y este mar. Tal vez la respuesta para controlar y revertir el deterioro ambiental y la destrucción de la raza humana la encontremos no en el presente, sino en el pasado, y con ello, saber si todavía tenemos futuro.

Bibliografía:

Trejo Barajas, D. (Coordinación general). González Cruz, E. (Editora del volumen), Historia General de Baja California Sur. I. La economía regional.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

Profesor de Educación Primaria, Licenciado en Educación Especial y Maestro en Ciencias de la Educación. Labora en la Secretaría de Educación Pública y comparte su tiempo con su pasión por la historia de la California del Sur. Administra el grupo de Facebook “Conociendo Baja California Sur”. Nació el 22 de septiembre de 1969 en Puerto Vallarta, Jalisco, pero radica en Sudcalifornia desde hace 44 años. Actualmente, es Director de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular No. 17 y Maestro de Comunicación del Centro de Atención Múltiple “Gilberto Vega Martínez” en La Paz. Escribió la antología (Ebook) “Piratas, Corsarios y Filibusteros en la Antigua California”. Mención Honorífica en el VII Premio Estatal de Periodismo “Jesús Chávez Jiménez”, en Entrevista, por su trabajo “Graciela Tiburcio Pintos, la leyenda de la biología de las tortugas”. 

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