¿De regreso al rojo? En BCS falló la estrategia de contención

image_pdf
FOTO PORTADA: SSA BCS

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sudcalifornia inicia el año con una tasa de contagios de la COVID-19 superior a la que presentó durante la etapa más crítica de la pandemia del año pasado, que se dio entre julio y agosto, cuando estuvimos en semáforo rojo; poco después del confinamiento y cuando sólo se permitían las actividades socioeconómicas denominadas como esenciales.

En la primera quincena de enero la propagación de la enfermedad se aceleró, y aunque el gobierno estatal elevó a los municipios de La Paz, Comondú y Loreto a nivel naranja 5 y Los Cabos y Mulegé a naranja nivel 4, todo parece indicar que en breve será irremediable el regreso al confinamiento casi total del nivel rojo 6. Esto no es un planteamiento nuevo, lo expuse en diciembre pasado en esta columna tras un análisis de los datos que provee la Secretaría de Salud Estatal sobre la pandemia.

También te podría interesar: Pruebas, valemadrismo sudcaliforniano y más pruebas

Que fallara la estrategia del gobierno en la contención del virus era previsible desde finales de octubre, cuando tras alcanzar el nivel más bajo de contagios y decesos que hasta ahora ha presentado Sudcalifornia, se dio paso a un incremento en el número de infectados, que aumentó durante noviembre  y diciembre. El 25 de octubre, cuando la federación nos ubicó en nivel naranja, el gobernador Carlos Mendoza rechazó tal acción y mantuvo a la entidad en semáforo amarillo; y a pesar del aumento sostenido en el número de pacientes infectados con el coronavirus, las autoridades prolongaron la relajación de las normas de sana distancia hasta la tercera semana de diciembre, cuando selectivamente elevaron del nivel amarillo 3 al naranja 4 a La Paz y a Comondú, dejando a los otros municipios en semáforo amarillo. Sin embargo, continuaron con el discurso basado en la tasa de letalidad; repitieron por radio, televisión y en redes sociales que en Baja California Sur mueren menos personas por la COVID-19 que en el resto del país, pero omitiendo el hecho de que es la segunda entidad con más contagiados por cada cien mil habitantes, sólo detrás de la Ciudad de México.

Así mismo, hay otra similitud entre Baja California Sur y la capital del país: la Ciudad de México es la segunda entidad con la menor tasa de letalidad con un 4.9%, en tanto que Sudcalifornia tiene un 4.6%, porcentajes que rondan la mitad de la media nacional que se ubica en 8.5%. Cabe resaltar que la capital del país tiene el mayor número de muertes ocasionadas por el nuevo coronavirus, su tasa de mortalidad es de 214 decesos por cada cien mil habitantes. La explicación a la similitud entre ambas entidades referente a la tasa de letalidad es sencilla: son las que más pruebas para detección del coronavirus realizan en el país, y a mayor número de pruebas se detectan más contagiados, incluidos los asintomáticos o los que presentan síntomas leves de la enfermedad; con lo que la letalidad disminuye, pues significa el número de fallecimientos directamente relacionados con el número de infectados. Y como ya vimos, con respecto a la Ciudad de México, una menor tasa de letalidad no refleja la gravedad de la situación por la que atraviesa, ésta sólo puede ser valorada cuando el daño causado por el coronavirus se explica a partir de las defunciones en relación a la población total.

Es cierto que Sudcalifornia es una de las entidades con menos muertes causadas por coronavirus, al 17 de enero acumulaba 915 casos y se encontraba en condiciones muy similares a Colima (839) y Campeche (988). Si nos conformamos con este referente, perdemos de vista un enfoque global que puede explicar lo verdaderamente crítica que es la pandemia en nuestra entidad. Si tomamos en cuenta la tasa de mortalidad que sufre Baja California Sur —dato que no aparece en la página COVID BCS—, y que hasta la fecha el gobierno estatal no ha mencionado, tenemos que con una población de 804,708 individuos se dan 113.70 muertes por cada cien mil habitantes, lo que nos ubica por encima de la media nacional que es de 108.20 y muy lejos de Chiapas, que con más de 5 millones de habitantes presenta una tasa de mortalidad de 21.95.                                                             

Lo anterior deja en claro que la estrategia del gobierno panista para la contención del virus ha fallado, y no es sólo culpa de las autoridades, aquí tiene que ver mucho el comportamiento de la sociedad, que relajó aún más las ya distendidas normas de nuestro gobierno estatal, que en varias ocasiones ha sobreseído el semáforo Covid federal que es más estricto. Si como autoridad le dices a tu gobernado, por todos los medios posibles, que en Baja California Sur tiene el doble de posibilidades de no morir por la COVID-19 que en el resto del país, enfatizando el dato de la menor letalidad y omitiendo el de la mortalidad, se le genera al ciudadano una falsa percepción de seguridad que es muy grave, pues como ya vimos abonó a la relajación de los protocolos de convivencia establecidos para evitar la propagación de la enfermedad y por ende a elevar una de las tasas de contagios más alta del país, así como a incrementar la ya de por si elevada tasa de mortalidad en Sudcalifornia, y esto, como ya vimos, a pesar del particularizado semáforo de seis colores y de que “se hagan pruebas y más pruebas” para la detección del coronavirus.

Si la anterior modificación en los niveles del semáforo, llevada a cabo en diciembre, no dio resultados positivos, no deberíamos esperar que la aplicada en enero cumpla su cometido. Ojalá me equivoque, y la tardía reacción de las autoridades se conjuntara con una mayor sensatez de los ciudadanos, con una mayor observancia de las normas de distanciamiento social y que, en consecuencia, sea posible disminuir el número de contagios y muertes, pero hasta ahora todo indica que la situación se agravará lo que resta de enero y gran parte de febrero.

Polilla política

En la guerra contra la COVID-19, omitir información y privilegiar discursos triunfalistas tendrá un costo político para cualquier autoridad, pues los muertos no se pueden ocultar.

 

*Los datos se recabaron de las páginas: https://datos.covid-19.conacyt.mx/#COMNac y https://coronavirus.bcs.gob.mx/casos-covid-19/ con corte al 17/01/21. Los gráficos presentados son de la autoría de Luis Eduardo Chávez Gamboa, realizados con base en los datos de nuevos contagios y decesos que proporciona la Secretaría de Salud Estatal; en éstos se puede apreciar claramente la trayectoria de la curva que promedia contagios y defunciones a nivel estatal y municipal durante todo el periodo que abarca la pandemia.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital

Compartir en
Descargar
   Veces compartida: 67

La Última Trinchera

Roberto E. Galindo Domínguez

Sudcaliforniano por decisión. Escritor. Maestro en Apreciación y Creación Literaria (Casa Lamm) y en Ciencias en Exploración y Geofísica Marina (Instituto de Geofísica-UNAM). Licenciado en Diseño Gráfico (Facultad de Artes Plásticas-UNAM), en Arqueología (ENAH) y en Letras Hispánicas (UAM). Investigó barcos hundidos y restos culturales sumergidos (INAH). Fue profesor en la ENAH y la UnADM. Tiene un libro y ensayos científicos en publicaciones nacionales e internacionales. Escribe en “Contralínea” y “El Organismo”. Ha colaborado en “Gatopardo”, “M Magazine” y otras revistas. Red Voltaire Internacional (París) seleccionó y publicó 29 de sus textos. Doctorante en Investigación y Creación de Novela (Casa Lamm). Miembro del Taller de la Serpiente y Mar Libre.

Compartir
Compartir