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Biología cuántica ¿los átomos vivientes?

 

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Muchas ocasiones en las que he mirado pedazos de carne en un laboratorio: cerebros humanos gelatinosos, músculos de tiburones apestosos, huesos de aves secos, me asalta una duda angustiosa y horrible. ¿Cómo es posible que estas cosas hayan palpitado según ese misterio que llamamos vida? ¿Puede la mecánica cuántica explicar el funcionamiento de los sistemas vivientes y las biomoléculas a escalas atómicas?

Durante la conflagración de la guerra brutal, Erwin Schrödinger escribía ensimismado en Dublín, esperanzado en la derrota nazi. Faltaba un año para la bomba atómica y el suicidio de Hitler. Edwin tenía un premio nobel en su carpeta, un experimento mental con un gato fantasma y era uno de los físicos más reconocidos -su contribución al modelo atómico cuántico sigue vigente hasta hoy-; pero sus pensamientos estaban dirigidos a resolver un problema más allá de la física. El problema irresoluble de la vida. Tras él, miles de años de preguntas biológicas flotaban como espectros. Schrödinger abordó la cuestión como físico, desde un punto de vista energético, con los lentes de las leyes termodinámicas para intentar comprender cómo pedazos de carne comían, bebían y tenían conciencia.

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¿Qué es la vida? Se preguntó y así tituló un pequeño libro publicado en 1944 donde expone su respuesta anticipando una ciencia que parece fantástica: la biología cuántica. La tesis de Schrödinger es simple, hermosa y elegante: la finalidad de la vida se explica termodinámicamente por medio de la mecánica cuántica.  Nada de ideas esotéricas como el elán vital, nada de mecanicismos groseros impulsados por almas o idealismos románticos que hablan de voluntad; sólo una explicación biofísica, energética y metabólica. Ahora, se podría reprochar que la energía tampoco existe de forma óntica o realista. Pero es una relación que puede ser cuantificable, algo que no lo es el alma ni la voluntad.

Revisemos el manual de termodinámica de Abbot y Van Ness; leemos: La energía es una abstracción matemática que no tiene existencia aparte de su relación funcional con otras variables o coordenadas que tienen una interpretación física y que pueden medirse.

En 1927 Heitler y London desarrollaron los principios generales de la teoría cuántica del enlace químico. A partir de eso Schrödinger deduce que la mecánica cuántica es el primer aspecto teórico que, a partir de principios primordiales, explica toda clase de agregados de átomos que se encuentran en la naturaleza. Schrödinger anticipa un factor de herencia -germen de un sólido- que llama cristal aperiódico o sustancia hereditaria, clave de la reproducción celular y vital.

Ya en 1891 Walter Sutton y Theodor Boveri acuñaron la Teoría cromosómica de la herencia, la cual postula que los factores responsables de la herencia -genes- se encuentran en los cromosomas y que el comportamiento de los cromosomas durante la meiosis puede explicar las leyes de la herencia descritas por Mendel; hipótesis confirmada por los trabajos de Morgan con la mosca de la fruta. Así pues, Schrödinger identifica que los cromosomas constituyen su cristal aperiódico. Hoy, consideramos que es la molécula del ADN la cual puede identificarse con este.

¿Cuál es el rasgo característico de la vida? La principal respuesta del padre del gato, es que la materia viva elude la degradación hacia el equilibrio por medio de los procesos metabólicos. Ahora bien, todo proceso, suceso o acontecimiento (todo lo que ocurre en la realidad) significa un aumento en la entropía de aquella parte del mundo en donde ocurre. Al ser un sistema físico -ligado a las leyes físicas- un organismo produce entropía positiva (aumenta su entropía, pierde energía) y se aproxima al estado de entropía máxima (muerte). Sólo puede mantenerse vivo extrayendo continuamente entropía negativa de su medio. Al final, la física gana y moriremos (¿Cómo individuos?) pero la materia viva retarda lo fatal.

La mejor definición de muerte que he leído es la de Schrödinger: la degradación al equilibrio termodinámico. Lo vivo se organiza extrayendo orden del entorno. Orden dentro del orden, nos alimentamos de entropía negativa.

Describe la ecuación de Boltzmann así:      – (entropía) = k log (1/D)

Si D es una medida del orden, su recíproco 1/D es una medida directa del orden.

Así, Schrödinger infiere joyas como estás:

  • La sucesión de acontecimientos en el ciclo vital de un organismo está controlada por un grupo de átomos muy bien ordenados, que representan tan sólo una pequeñísima fracción del conjunto total de cada célula.
  • La dislocación de tan sólo unos pocos átomos del grupo de los átomos gobernantes de la célula germen basta para producir un cambio bien definido en las características hereditarias de un organismo. O sea, una mutación.
  • La asombrosa propiedad de los organismos de concentrar una corriente de orden y luchar contra la entropía se relaciona con el cristal aperiódico (para él, los cromosomas, hoy el ADN) que representa el grado molecular más alto que conocemos.
  • Un solo grupo de átomos produce acontecimientos ordenadamente armonizados entre sí y con el ambiente siguiendo las leyes más sutiles.

En los grados de organización superiores las copias se multiplican: 10 14 en un mamífero adulto. Pero esto es una millonésima parte de moléculas encontradas en una pulgada cúbica de aire. Schrödinger piensa que, aunque son comparativamente voluminosas, esas copias no formarían, por coalescencia más que una minúscula gota de líquido. Nótese que el autor está hablando de cromosomas- en su época aún no se tenía claro el ADN-.

Nos enfrentemos a sucesos cuyo desarrollo regular está dirigido por mecanismos completamente diferentes a los mecanismos físicos estadísticos descritos por Boltzmann. El fisicoquímico nunca se había enfrentado a tal problema por lo que el biólogo tendrá que encontrar nuevas bioleyes. Estás deben surgir no de un nuevo tipo de ley física, sino que el nuevo principio es la misma mecánica cuántica que explique porque el ADN está protegido del desorden que proviene del movimiento térmico.

Han pasado ya casi 80 años de este clásico de la ciencia. Schrödinger ha alcanzado su entropía máxima pero seguro algunos de sus átomos integran tu cuerpo, lector. Han pasado ya décadas; ahora existen aceleradores de partículas que buscan bosones, se ha encontrado agua en Marte, se desarrolló la reprogramación celular, se infirieron ondas gravitacionales y se han fotografiado los efectos de los agujeros negros. La nueva ciencia que Schrödinger anticipó ha echado raíces y ya se notan sus frutos. No es más simplemente teórica, avanza hacia lo empírico.

En 1966 Lödwin teorizó sobre la genética cuántica discutiendo las implicaciones biológicas de la tunelización de los protones en el ADN. La tunelización cuántica es el fenómeno en el que una función de onda puede propagarse a través de una barrera potencial. Se ha inferido que juega un papel central en biomoléculas como enzimas. En el Reino Unido se ha establecido el Leverhulme Quantum Biology Doctoral Training Centre en Surrey, donde varios científicos desarrollan modelos de dinámicas cuánticas sobre biomoléculas.

Cómo Schrödinger teorizó, una de las cuestiones más importantes por dilucidar es la estabilidad del cristal aperiódico, es decir, el ADN. Un de las amenazas más conspicuas contra tal estabilidad es la transferencia de protones a través de los enlaces de hidrógeno del ADN que podría llevar a la tautomerización, dando como resultado mutaciones puntuales. Estas mutaciones casi siempre destruyen la biomolécula o pueden provocar cosas terribles como tumores. La tautomerización es una reacción química que da lugar a tautómeros, isómeros que se diferencian solo en la posición de un grupo funcional. Entre las dos formas existe un equilibrio químico.

En 2022 Louie Slocombe, Marco Sacchi y Jim Al-Khalili publicaron un modelo de la estructura de pares de bases del ADN, la dinámica cuántica de los protones en el enlace de hidrogeno y la influencia del ambiente celular disipativo. En suma, un análisis teórico de los enlaces de hidrógeno entre el nucleótido guanina-citosina (G-C). Este modelo contempla la probabilidad de 1.73 x 10-4 en lo que respecta a la ocupación teutomérica; lo que sugiere que la transferencia de protones tiene un papel esencial en las mutaciones del ADN.

La biología cuántica es ya una realidad.

La fotosíntesis se ha definido como la cosecha de la luz mediante redes de cromóforos. Ahora hay exhaustivos estudios de biología cuántica que se enfocan en la transferencia de energía excitativa. Hay organismos que funcionan como modelos cuánticos; por ejemplo, ciertas halobacterias poseen rodopsinas retinales que funcionan bombeando protones a través de la membrana mientras absorben un fotón.

También, se han descubierto paramagnetos, moléculas altamente reactivas con espines de electrones no pareados que contribuyen a los sistemas biológicos en reacciones enzimáticas, respuestas inmunes, señalización y respiración mitocondrial. Hay estudios sobre propiedades anómalas de proteínas fluorescentes, fluorescencia en homodímeros, coherencia cuántica en canales iónicos neuronales, etc.

Esta última ha generado una polémica filosófica. Fue Roger Pernose y Stuart Hameroff quienes propusieron que esta coherencia cuántica en los microtúbulos de las neuronas es el sustrato de la conciencia al ser capaz de realizar computaciones cuánticas. Conocida como teoría Orch Or o reducción objetiva orquestada, imbrica argumentos lógico matemáticos, físicos y neurológicos. Según Penrose algunos humanos son capaces de conocer la verdad matemática de las declaraciones no demostrables de Gödel (paradójicamente que no podemos demostrar esa verdad), por lo tanto el pensamiento humano necesariamente es no computable. Según Hameroff estos procesos no computables ocurren en los microtúbulos neuronales.

Más allá de los aspectos técnicos y matemáticos que se contemplan, asistimos ya en el siglo XXI al advenimiento de una escala cuántica, de ángstrom, de reinos diminutos que debemos de tomar en cuenta para entender el fenómeno maravilloso de la vida. En pocos años asistiremos a la fusión de la bioquímica con la física y poco a poco las neblinas del misterio darán paso a nuevos portentos.

Imagino en alguno estrato onírico a Haeckel, Epicuro, Demócrito y Lucrecio brindando con un hedonismo materialista por la derrota de Descartes, Platón y de San Pablo en una victoria más de lo material contra lo espiritual.

Referencias:

Hameroff, S.R.; Penrose, R. Consciousness in the universe an updated review of the” Orch OR” theory. In Biophysics of Consciousness: A Foundational Approach; World Scientific Publishing Co. Pte. Ltd.: Singapore, 2016; pp. 517–599.

Kim, Y. et al. Quantum biology: an update and perspective. Quantum Reports 3, 80–126 (2021).

Löwdin, P.-O. Quantum genetics and the aperiodic solid. In Advances in Quantum Chemistry (ed. Löwdin, P.-O.) Vol. 2 (Academic Press, 1966).

Schrödinger, E. What Is Life; Cambridge University Press: Cambridge, UK, 1944

Slocombe, L., Sacchi, M., & Al-Khalili, J. (2021). An Open Quantum Systems approach to proton tunnelling in DNA. arXiv preprint arXiv:2110.00113.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




El lenguaje instrumental en las nociones sobre la vida y lo viviente (II)

Daniel Smith Paredes / Dr. Bhart-Anjan S. Bhullar / Nikon Small World 2019

FOTO: Daniel Smith Paredes / Dr. Bhart-Anjan S. Bhullar / Nikon Small World 2019

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La organización de lo vivo fue evolucionando de una idea molecular de la vida a mediados del siglo XIX hacia un regreso a las regulaciones orgánicas. No es banal el que J.D Watson —quien descifrara con Crick la estructura del ADN— cambiara el título de su obra de Biología molecular a Biología molecular de la célula.

Por otro lado, el concepto de Ciberciencia de Keller en 1948 abrió nuevas perspectivas. La telegrafía o tele transportación de mensajes entre los seres vivos permearon como metáforas biológicas provenientes de las teorías de la información.

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Para François Jacob, el organismo vivo es una máquina cibernética. De ahí se filtraron conceptos como mensaje genético o programación genética hacia la biología del desarrollo. Las células se comparan a computadoras que intercambian información entre sí. Sin embargo, como piensa Anne Fagot-Largeault, ni la nutrición, ni la reproducción, ni la defensa contra la depredación son problemas que se plantean las computadoras.

Lovelock, en 1979 hizo una analogía del planeta como un super organismo: Gaia, lo que derivó en una metafísica totalitaria de su unidad en las teorías sistémicas.

FOTO: Mario Wong

Otros no están de acuerdo con que la Naturaleza sea un Ser debido a sus creencias religiosas. Lamark y Buffon, desde su cristianismo, consideraban a la Naturaleza como un sistema de leyes establecidas por el Creador. Según ellos, la Naturaleza no es un Ser sino una potencia viva, inmensa, que abarca todo pero se subordina a Dios.

Como la vida se resiste a clasificaciones rígidas —pues la evolución es un hecho, hay muchos tipos de reproducción y en algunos organismos sus estrategias reproductivas pueden cambiar, las células forman tumores, hay mutaciones, etc. — algunos pensadores tienden a usar conceptos plásticos. Como François Jacob que usó el término bricolaje (tinkening) para expresar el carácter oportunista de la evolución. Según Cournot la aparición de formas nuevas es un desafío para la racionalidad nomológica.

La inasibilidad de la vida a los conceptos lleva a los filósofos y científicos a rozar la poesía. Por ejemplo Anton Danchin escribe que “los organismos vivos son sistemas materiales que están construidos para construir lo imprevisto”. Ciertas metáforas se consideran hipótesis irrefutables pues, epistemológicamente no pueden confirmar que el objetivo es a lo que se apunta. Estas son teleológicas como: los virus realizan una estrategia de invasión celular.

En el Mundo como Voluntad y Representación, Schopenhauer lo llama asombro teleológico. 

Adorno y Hockheimer realizaron una crítica de la razón instrumental preguntándose sobre el fracaso del Iluminismo constatado por las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. Según la Escuela de Frankfort, en el siglo XX  la técnica fue la esencia de saber. (positivismo lógico). Lo que los hombres quieren aprender de la naturaleza es la forma de utilizarla para lograr su dominio integral. Ninguna otra cosa cuenta. Sin miramientos hacia sí mismo, el Iluminismo quemó el último resto de su propia autoconciencia. Así, la naturaleza se transforma de un en sí, en un para él, esto es, en sustrato de dominación, de apropiación por parte del hombre. El sujeto, a su vez, siendo el dominador en cuanto tal, para serlo determina una relación consigo mismo de sojuzgamiento.

Muchos científicos dejan de ser sabios para convertir su trabajo en un oficio al servicio de lo inmediato. El pensamiento de muchas investigaciones se reduce a reproducir regularidades. Expresa el predominio de un pensamiento que se detiene en los datos inmediatos, en el nomen, nombre, dato como número sin un concepto desarrollado. De esta forma “lo pensado”, ya no es lo nuevo sino lo que ha sido decidido de antemano en su estructura.

FOTO: Donald Gutoski

Ya no son las matemáticas de Pitágoras ni Galileo sino una estadística ramplona. Según Adorno y Hockheimer el número se convierte en el canon del iluminismo positivista, reduciendo a priori lo heterogéneo a lo abstracto. El mundo como gigantesco juicio analítico pierde la dimensión de lo nuevo y del misterio.

Recordemos que la palabra riqueza en la antigüedad significaba lo que no tiene precio como la luz solar. Actualmente es sinónimo de dinero y producción material. La naturaleza devino en recursos naturales. Concepto ligado a la economía; la vida adquiere un valor monetario y se incorpora al mercado. La alienación total es supeditar absolutamente lo interno a la lógica del dominio, al dominio de la naturaleza y de otros seres, la adaptación absoluta al mercado, o al consumo.

Así, la vida se calcula, no se aprecia. Por ejemplo, en 1991 se filtró públicamente un memorándum del Banco Mundial en donde su economista en jefe de investigación apoyaba la exportación de residuos a países subdesarrollados.

El argumento detrás de esta decisión se sustentaba en que la esperanza de vida en estas naciones es menor que en las desarrolladas y las rentas percibidas son más bajas; así que, económicamente, es más acertado exportar contaminación ya que se cuantifica el precio de las vidas de los pobladores de países pobres en una décima parte de la vida de los de países ricos.

En un reporte del gobierno japonés defendiendo la caza de las ballenas se puede leer que los cetáceos consumen tal cantidad de recursos pesqueros que se han vuelto una plaga[1].

El uso de nombres de animales como epítetos peyorativos es un claro ejemplo del pensamiento de superioridad. Cerdo, zorra, cabeza de chorlito, cucaracha, insecto o la misma palabra animal pueden operar como insultos. Otra vez la tradición religiosa nos guiña en la base de estas nociones. En el Evangelio de Mateo, el autor compara a los cristianos no judíos (circuncidados) con cerdos y perros. San Cipriano, obispo del siglo III, los herejes son bestias con forma humana y dragones venenosos. Las compara con machos persiguiendo a muchas cabras o con garañones que relinchan al olfatear la yegua, y también  con cerdos gruñidores y verriondos: a sus creencias las tacha de balidos, aullidos bestiales y ladridos.

El santísimo doctor de la Iglesia Católica y traductor de la biblia, San Jerónimo decía que los herejes eran reses para el matadero del infierno.

En el Corán los que se han separado del camino recto, es decir, los infieles, son: “aquellos a quienes Alá ha maldecido, aquellos contra los cuales está irritado, a quienes ha transformado en monos y en cerdos”.

Históricamente, también se han aplicado insultos humanos ligados a características de un animal. Por ejemplo, el caló español del siglo XVI incorporó el vocablo marrajo— matarife perdonavidas y bravucón— como sinónimo de un tiburón grande. También el lenguaje de esta época se refiere a los tiburones como cobardes y estúpidos; y en el siglo XX como máquinas perfectas de matar.

También hay un lenguaje exagerado que opera en sentido contrario. Después de la publicación en 1976 de Liberación animal de Peter Singer, ciertas ideologías exploran la homologación de los individuos humanos con los individuos animales y surgen conceptos como especismo antropocéntrico. Incluso la noción filosófica de persona tiende a extenderse hacia perros, delfines y otros primates

Cierto lenguaje tiende a antropomorfizar a los animales. Eso conlleva a cambiar la percepción sobre ellos, que a veces tiene consecuencias fatales. Werner Herzog explora esta tesis en su documental Grizzly man sobre la muerte de Timothy Treadwell, hombre que pasaba meses junto a los osos en Alaska.

Treadwell comenzó a alienarse y en su lenguaje llamaba a los osos hermanos o hablaba sobre la necesidad que tienen los osos de nuestro amor. Quién sabe qué tanto este lenguaje reflejaba una perspectiva torcida, el caso es que Timothy murió devorado por un oso grizzli.

FOTO: Mark Davies

Ahora, para los estudiantes de ciencias biológicas ¿qué lenguaje es el adecuado para referirnos a los fenómenos de la vida? ¿Cuáles son los argumentos detrás de nuestras decisiones?

Quedan ciertas cuestiones para el lector que desea filosofar:

¿Nuestras nociones sobre la vida son objetivas? ¿Es congruente el fenómeno de la vida con nuestras nociones de los seres vivos? ¿Podemos tener conceptos objetivos sobre un fenómeno en constante evolución como es la vida? ¿Inciden los vocablos en la percepción de los fenómenos vitales? ¿El lenguaje sobre los seres depende de los intereses y el entorno social e histórico o del conocimiento científico?

FOTO: Julia Gimmerlin

Considerando que el uso del lenguaje nos define y establece nuestras relaciones con el medio, no es banal pensar sobre el tema.

 

[1] Nótese el uso de los vocablos. Las ballenas no comen: consumen.  No comen animales o presas sino recursos pesqueros y en lugar de ser animales que hacen lo que hacen por sobrevivir se vuelven una plaga en perjuicio de los humanos.

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El lenguaje instrumental en las nociones sobre la vida y lo viviente (I)

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el pensamiento de Nietzsche si no hay fundamentos últimos no existe un lenguaje privilegiado sino muchos lenguajes que reclaman sus propios derechos.

Si todo es lenguaje nada puede escapar al dominio de lo simbólico. Según el loco genial, no hay hechos sino interpretación de los hechos. El lenguaje crea el objeto, no lo expresa nada más. El sistema de poder (sea cual sea) señala qué hay que entender y cómo entenderlo, ya sean los medios de comunicación, los padres de familia, las autoridades religiosas o los profesores y académicos. El lenguaje se vuelve un instrumento de poder y los conceptos herramientas al servicio de ideas o ideologías imperantes.

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¿La palabra es la cosa o evoca la cosa? ¿La palabra Nilo cabe en el Nilo como escribe Borges en su poema? Este problema filosófico irresoluble que Platón trata en su Cratilo es básico para abordar las relaciones de la posible realidad con la concepción humana. La verdad deviene en una construcción social surgida en un momento histórico dado que se vuelve dominante. Esta verdad incide sobre las ideas de muchas personas que son pensadas bajo ella en lugar de pensar sobre ella.

Michel Foucault plantea que en toda sociedad, el discurso es seleccionado y redistribuido por procedimientos que tienen como función conjurar el peligro. ¿Peligro de qué? ¿De qué el discurso haga tambalear el poder de los que lo detentan? ¿Algo así sucede en el ámbito científico cuando se someten artículos o trabajos ante el escrutinio de un comité?

Respecto a la vida, las palabras y los conceptos han evolucionado hasta adquirir una configuración propia del momento histórico en que se utilizan.

El conocimiento no es un asunto desinteresado. Su uso reditúa y ayuda a establecer jerarquías. Es por eso que el predominio de ciertas palabras sobre otras en el discurso biológico tenga una base nada inocente. El uso de metáforas, eufemismos y conceptos condiciona la relación entre el pensamiento y la cosa.

Así por ejemplo, el uso de justificaciones en los informes científicos se condiciona a un interés político o económico. ¿Por qué se tiene que justificar una investigación? ¿No basta con la pretensión de conocer la naturaleza?

El concepto de vida ha cambiado con los siglos. La palabra no significa hoy lo que significaba hace mil años. Pero el significado que se le de puede determinar las relaciones de aquellos que la utilizan con sus fines específicos. Según Foucault, la vida no existía antes del siglo XIX pues la noción entre ser vivo y ser no vivo no operaba claramente. La misma palabra biología fue usada en sentido moderno por Lamarck en 1802, antes de él se hablaba de una filosofía natural o de “historia natural”.

En la actualidad se utilizan eufemismos para referirse a los seres vivos y sus relaciones con nosotros como si fuéramos seres aparte. Por ejemplo, no se masacran tiburones o atunes, se capturan. Tampoco se asesinan ratas en el laboratorio sino que se sacrifican. A veces no se habla de monos o ratas sino de agentes control.

La separación del humano (hombre) de los demás seres vivos es una noción de poder. Para Descartes, por ejemplo, el hombre tiene una sustancia pensante y otra extensa o física mientras que los animales y las plantas sólo tienen sustancia extensa y por lo tanto carecen de alma y de raciocinio.

Negarle el alma o la razón a lo no humano ayuda a justificar la crueldad y la matanza. Despojar al otro de lo que nos hace humanos, contribuye a minimizar la responsabilidad de nuestros actos y a engrandecernos como si fuésemos los dueños y señores del planeta. Por ejemplo, entre los pescadores y marineros aún pervive la idea de que los tiburones no sienten dolor. Algunos fanáticos a la tauromaquia tienen la misma idea respecto a los toros de lidia. La filosofía judeo-cristiana y en general, la mediterránea de la antigüedad. le niega el alma a los no humanos e incluso a las mujeres.

En el Génesis 1: 27-28 podemos leer:

“Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo Creó; hombre y mujer los Creó. Dios los bendijo y les dijo: ´Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra´” (Las cursivas son mías).

Esta noción es mucho más antigua que el Génesis, escrito en tiempos del rey Josías. En el texto egipcio La Enseñanza para Merikare, del 2 200 a.NE se ilustra la relación de la divinidad con el hombre:

“Bien cuidada está la humanidad, el ganado de dios.

Él hizo el cielo y la tierra para ellos

Él dominó al monstruo marino,

Él creó el aliento para que pudieran respirar.

Ellos son sus imágenes, que surgieron de su cuerpo,

Él brilla en el cielo para ellos;

Para ellos él hizo las plantas y el ganado, las aves

y los peces para alimentarlos.”

Este dios creador es Ptha o Atum, principios divinos. Los mitos subrayan el carácter antropocéntrico. La tierra está creada para que nosotros la explotemos, nos nutramos de ella, la sojuzguemos.

En el Corán podemos leer: “Entre los animales, unos están hechos para llevar fardos y otros para ser degollados.” El dualismo alma-cuerpo se justifica en pos de un idealismo que busca la inmortalidad y la Gracia Divina como destino del hombre, pensamiento que en el siglo XIX se trocaría en un dualismo Naturaleza-Cultura, en la que los animales seguirían siendo servidores del hombre sin posibilidad de trascendencia.

¿De dónde viene el eufemismo sacrificio que se usa para justificar la investigación invasiva sobre otros seres vivos? Los sacrificios han sido una constante en casi todas las religiones. Derramar sangre y ofrecer la vida de otros para alimentar a los dioses es una actividad persistente de los ritos mágicos. Pero cuando se han disuelto esos vínculos entre el más allá y nuestra realidad, queda sólo la violencia. Entonces se cosifica al otro para minimizar el acto.

 

Una de las pocas religiones que se apartó de esta práctica es el Jainismo. Según la tradición, el Jainismo se escindió del Hinduismo por estar en contra de los sacrificios de animales. Así, el ahimsa, o la no violencia se extiende hacia todos los seres vivos. Los jainistas no consideran que los seres seamos iguales pero sí que el alma es material y por lo tanto atómica. La materia está llena de almas y al ser material cambia de tamaño, así el alma de un mosquito es pequeña mientras que la de un rinoceronte es muy grande. Según Juan Miguel de Mora, el Jainismo hace depender la ecología de la metafísica. Lo viviente es Jiva y es sinónimo de alma. El jiva siente y actúa por lo que la abstención de matar a cualquier viviente es la máxima virtud jaina.

En otro plano, que Mircea Eliade denominó religión de grado cero, el chamanismo, crea su lenguaje, crea las palabras que pueden designar lo que carece de nombre. Según Sergio Espinosa es porque el lenguaje nace de la noche y es temporal y único. El delirio provoca un lenguaje sin idioma, primitivo o místico según se desee parecido a la improvisación musical. Este lenguaje tiene como objetivo la curación mediante la conciencia de que ni el cielo ni el infierno son para nosotros. En el trance el cuerpo y el lenguaje se funden, lo desconocido es la fuente del saber y lo que se vive no es comunicable en el sentido de los conceptos.

La ciencia, por otro lado, tiende a clasificar a la naturaleza nombrándola y encasillándola. ¿Cómo clasificar lo que cambia, lo que evoluciona? A diferencia del chamán que entiende que el hombre no está escindido de lo natural, el científico separa a los otros de sí.

 

Ciertas doctrinas metafísicas piensan que el hombre participa de la autoconciencia de sí mismo y de sus acciones, evaluando las consecuencias mientras que los animales tienen sólo una conciencia inmediata que le impiden los actos reflexivos. Según esta doctrina pensada por Heidegger el hombre es la conciencia libre de la vida, mientras que el animal tan sólo vive.

No todos los filósofos occidentales han defendido la separación del hombre y los otros seres vivos. Boerhaave y La Mettrie redujeron el alma a un sentido interno basado en el movimiento corpóreo. Ligar los animales al hombre en este sentido no era nuevo, ya lo habían pensado los discípulos de Aristóteles: Estratón y Dicearco.

Para La Mettrie los animales y los hombres son máquinas orgánicas y más que máquinas pues alcanzan un lenguaje. La Mettrie en pleno siglo XVIII plantea una teoría de  la evolución orgánica, pues el hombre es un mono que ha adquirido un lenguaje especial.

En el siglo XIX Luis Büchner escribió  La Vida Psíquica de las Bestias donde señaló la importancia que presenta el estudio del alma animal.

Alfred North Whitehead pensaba en el orden de la vida en términos de una organización poética, con relaciones orgánicas:

“Así, un electrón dentro de un cuerpo vivo es diferente de uno fuera de él, a causa del sistema total del cuerpo. El electrón corre ciegamente tanto dentro como fuera del cuerpo, pero corre dentro del cuerpo, y este proyecto incluye el estado mental. Sin embargo, el principio de modificación es perfectamente general en toda la naturaleza y no representa ninguna característica peculiar de los cuerpos vivos.”

Continuará…

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¿Qué es la vida? Si ya sabes, no leas este artículo

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La Paz, Baja California Sur (BCS). La vida, la vida, la vida, ¿qué es la vida? En tratar de entenderla, se nos va la propia vida… dice El Gran Silencio en su famosa canción de 1998, Dormir soñando. Y tienen razón. El periodo de vida de muchos científicos se ha agotado tan sólo en el intento por definirla; desafortunadamente, aún no existe una definición ampliamente aceptada. De hecho, algunos aseguran que existen más de 100 definiciones y casi todas están erradas.

La vida se puede definir desde muchos y variados enfoques, entre los que generalmente se incluyen: los religiosos, morales, jurídicos, filosóficos y científicos. Dentro de los enfoques científicos, parecería perfectamente lógico que fuera la Biología la encargada de darnos la deseada respuesta. Sin embargo, del mismo modo que comprendemos que la ciencia no puede estudiar a la ciencia, la primera consideración que hay que anotar es que la definición de vida, debería construirse desde afuera de la Biología, pues lo que esta ciencia es deberá corresponder a dicho concepto. Entonces, definir el concepto de vida concierne a la Epistemología que es la rama de la Filosofía que estudia las ciencias y más precisamente a la Filosofía de la Biología.

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Sin embargo, no es pretensión de quien escribe, incursionar en los densos territorios filosóficos y decide continuar el camino bajo la luz que arrojan las ciencias biológicas. Una vez establecido que no analizaremos ni favoreceremos a ninguno de los múltiples conceptos, podemos continuar con algo que la Biología sí puede hacer: definir las características de los seres vivos. De hecho, algunas de estas características son tan intuitivas que incluso los niños pequeños sin conocimientos científicos formales, pueden basarse en ellas para distinguir que un gato es un ser vivo y una roca no lo es. Asimismo, estas características también están sujetas a cierto nivel de controversia y se modifican cuando se hacen nuevos descubrimientos, como es común en la ciencia.

Checklist de un ser vivo

Los seres vivos tienen propiedades que los distinguen de la materia inerte (no viva) y que, generalmente, se engloban en las siguientes:

Organización. Las unidades básicas de un organismo son las células. Un organismo puede estar compuesto de una sola célula (unicelular) o por muchas (pluricelular).

Homeostasis. Los organismos mantienen un equilibrio interno.

Irritabilidad. Es una reacción ante estímulos externos.

Metabolismo. Los organismos o seres vivos consumen energía para convertir los nutrientes en componentes celulares (anabolismo) y liberan energía al descomponer la materia orgánica (catabolismo).

Desarrollo. Los organismos aumentan de tamaño al adquirir y procesar los nutrientes. Muchas veces este proceso no se limita a la acumulación de materia sino que implica cambios mayores.

Reproducción. Es la habilidad de producir copias similares de sí mismos, tanto asexualmente a partir de un único progenitor, como sexualmente a partir de al menos dos progenitores.

Adaptación. Las especies evolucionan (cambian) y se adaptan al ambiente.

Una vida diferente: la vida humana

El dilema se vuelve particularmente complejo cuando hablamos de vida humana. Sin lugar a dudas, aquí aparecen con más fuerza y determinación los enfoques legales, morales, éticos, y demás, concernientes a nuestra especie. En este sentido, el momento que define el inicio de la vida en los seres humanos es crucial para abordar un tema de actual controversia en diversos países, incluido México: el aborto.

Carl Sagan, reconocido científico y divulgador de este tipo de conocimiento, escribió en 1998 un artículo titulado: Aborto: ¿es posible tomar al mismo tiempo partido por «la vida» y «la elección»? Donde describe cuidadosamente los argumentos en contra y a favor de la interrupción del embarazo que ofrecen los defensores de ambas posturas y analiza conceptos biológicos aplicables para ambos casos. Algunos de los aspectos clave de su análisis incluyen la vida de las células reproductoras (espermatozoide y óvulo), el momento de la fecundación y el desarrollo embrionario.

Asimismo, el médico José Halabe Cherem hace algunas apreciaciones médicas que coquetean un poco con la Filosofía, y analiza la presencia de la molécula de la vida, el ADN (ácido desoxirribonucleico), en los seres humanos y la noción de persona en un óvulo fecundado y en un feto.

Finalmente, en este sentido, es muy interesante comentar el trabajo del investigador argentino Eduardo Rivera-López, quien este año publicó en una revista científica especializada en Bioética y derecho sobre “El papel de las ciencias empíricas en el derecho: el estatus del embrión humano”. Aquí, Eduardo plantea que, en muchas circunstancias, las ciencias naturales pueden ayudar a realizar buenos argumentos normativos, morales o jurídicos. Un argumento normativo suele tener componentes fácticos y es relevante que esas premisas fácticas estén bien corroboradas por la ciencia respectiva. Sin embargo, existen situaciones en las que los jueces o la doctrina utilizan el conocimiento científico de modo abusivo, inadecuado. Dado que la ciencia posee un prestigio y una autoridad superior a la del sentido común, la apelación a la ciencia suele revestir a los argumentos de una fuerza aparente, de un poder de convicción mayor que el que realmente tienen. Esta tendencia es particularmente frecuente en aquellas discusiones en las que se trata de cuestiones relacionadas con la Bioética, es decir, la ética aplicada a las ciencias biomédicas.

El propósito del trabajo de Eduardo es mostrar de qué modo opera este abuso a través del análisis de dos sentencias judiciales en lo que respecta al estatus jurídico del embrión humano. Ambas decisiones poseen un contenido normativo o ideológico diametralmente opuesto: una de ellas sostiene que los embriones humanos son, antes de la implantación, personas con un derecho a la vida, mientras que la otra sostiene que no poseen dicha protección. Sin embargo, ambas cometen, en opinión del autor, el mismo error. Por lo cual, se pretende mostrar y explicar este uso inadecuado de la ciencia en la argumentación jurídica y Bioética en este caso específico puede también ser útil para detectar el mismo tipo de error en casos referidos a problemas diferentes.

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