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La Reina Calafia ¿Mito o realidad?

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El encuentro de nuestra península, por parte de los exploradores europeos, fue un suceso natural y mus buscado, por ellos. Podemos sintetizar que el viaje de Colón hacia el occidente, y el posterior encuentro con esta tierra, la cual él no esperaba encontrar, fue por la encomienda de los reyes de la naciente España, para encontrar una ruta hacia las tierras chinas, y principalmente al encuentro con las famosas islas de especierías. En esta búsqueda sin fin, la fantasía y la realidad se entretejieron de tal forma, teniendo como desenlace nuestro mítico y maravilloso nombre de California, para nuestra milenaria península.

Posterior a la llegada de Cristóbal Colón a esta nueva tierra que encontró en medio del Mare tenebrosum, como se le conocía al Océano Atlántico en aquellos tiempos, se sucedieron una serie de viajes de exploración por una gran cantidad de militares y aventureros, los cuales tenían la doble misión de explorar estas tierras recién descubiertas, y continuar en el empeño de encontrar un viaje hacia las Molucas o Islas de especiería. Uno de estos grandes militares y exploradores fue Hernán Cortés, quien, al poco tiempo de lograr la hazaña de apoderarse de la gran Tenochtitlán, envío a algunos de sus capitanes más cercanos a que exploraran las tierras hacia el Occidente (lo que hoy son las costas de Michoacán Jalisco, Colima y Nayarit), con el propósito de conocer las riquezas que ahí se encontraban, así como la existencia de una posible ruta hacia las islas de especiería. Como respuesta a sus pretensiones, en poco tiempo regresaron sus capitanes informándole que se habían enterado, por boca de los naturales de estos sitios, de la existencia de una leyenda que ubicaban a una isla al noroeste, la cual estaba habitada sólo por mujeres, y en las que abundaban los metales preciosos como el oro y la plata, que tanto codiciaban estos extranjeros. A este sitio le llamaban Cihuatán o Cihuatlán, que en español significa Lugar de mujeres.

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Seguramente al conocer sobre esta leyenda, Hernán Cortés, así como a algunos de sus capitanes, se les vino a la mente la leyenda de Las amazonas, la cual era ya conocida desde hacía más de 1500 años, proveniente de la mitología de la civilización griega, así como la mención de un sitio de estas características, el cual aparecía en un libro de hazañas caballerescas el cual tenía muy poco tiempo de haberse impreso (1510), y que era de gran circulación en toda Europa, me refiero a Las sergas de Esplandián o Las hazañas de Esplandián. Esta obra fue escrita por un español de nombre Garci Rodríguez de Montalvo, la cual formaba el quinto libro de una serie que llevó por título Amadís de Gaula, en su primer tomo. Esta obra nos narra precisamente, las hazañas del príncipe Esplandián, hijo del rey Amadís de Gaula, y los innumerables combates que sostuvo contra los persas y musulmanes que buscaban sitiar y apoderarse de Constantinopla. Al final, los adversarios son vencidos, y Esplandián se casa con la hija del rey de Constantinopla, y paulatinamente llega al trono de este imperio.

Pero regresando a la relación existente entre este libro y la leyenda de Cihuatlán, en la obra en comento se menciona de la existencia de la reina Calafia, la cual era ama y señora de una legendaria isla conocida como California. Sobre el particular se menciona: Sabed que a la diestra mano de las Indias hubo una isla llamada California, muy llegada al Paraíso Terrenal, la cual fue poblada de mujeres negras, sin que algún varón entre ellas hubiese, que casi como las Amazonas era su modo de vivir […]. De las características de la reina se dice: […] la reina Calafia, salida del mar, armada ella y sus mujeres de aquellas armas de oro, sembradas de piedras muy preciosas que en la ínsula como piedras del campo se hallaban […]. En el transcurso de la novela se dice que la reina Calafia abandonó su isla al lado de sus guerreras para ponerse del lado de las huestes musulmanas, sin embargo, en el transcurso de las batallas se enamoró de Esplandián, y decide dejar las armas para unirse al ejército cristiano. Finalmente, Calafia termina casada con Talanque, primo de Esplandián. En este punto hago la acotación, que a la reina Calafia se le describe, de raza negra, bello y robusto cuerpo, fogoso valor y gran fuerza.

Es importante mencionar, que, en el siglo XVI, la realidad y la fantasía estaban sumamente mezcladas, así que era común que los navegantes hablaran de la existencia de dragones y monstruos marinos, los exploradores buscaran ciudades hechas de oro y gemas preciosas, etc. Tomando en cuenta lo anterior, no es de extrañarnos que Cortés y sus capitanes, creyeran firmemente en la posible existencia de esta isla en aquellas partes de la tierra que estaban por descubrir, y transmitieran estas ideas a sus soldados, los cuales, si bien en su mayoría eran analfabetas, compartían con sus comandantes, una imaginación viva y muy prolífica. Fue tanto el interés de Cortés por buscar esta isla que durante los años de 1532 a 1533, envió tres expediciones, por mar, hacia el noroeste de lo que ya se estaba llamando Nueva España, sin embargo, sólo en la 3er. expedición, la de Becerra-Jiménez, pudo obtener algo de información que parcialmente le confirmó lo que suponía. Fue entonces que Cortés decide formar una nueva expedición la cual encabezó, llegando el 3 de mayo de 1535 al sitio en donde habían dado muerte los naturales al infortunado Fortún Jiménez. Durante 11 meses, Cortés y sus hombres realizaron exploraciones hacia diferentes puntos de la tierra recién encontrada, y no pudieron encontrar ni a la reina Calafia ni a sus guerreras, así como tampoco las riquezas de las que tanto hablaba la leyenda. Finalmente, a mediados de abril de 1536, Cortés abandona la colonia que había formado en este sitio, al cual denominó Santa Cruz, derrotado y sin siquiera haber podido confirmar si era tierra firme o una isla. Debido a lo anterior no existe evidencia de que el Marqués del Valle de Oaxaca le haya impuesto oficialmente un nombre a toda esta tierra. 

Al poco tiempo, los deseos por continuar explorando esta tierra se extendieron, y hubo necesidad de denominarla de alguna manera. Y fue ahí que de forma no oficial empezó a generalizarse el uso del nombre de CALIFORNIA, para aplicarlo a toda esta gran extensión de tierra. Durante muchos años los historiadores trataron de responder cómo fue que este nombre mítico pasó de una novela de caballería a aplicarse a esta tierra, y algunas explicaciones fueron: Que algunos de los soldados que acompañaron a Cortés, al volver de la expedición de 1535-1536, sin las recompensas prometidas de oro y piedras preciosas, empezaron a decir a manera de resentimiento y coraje: Ahí está la famosa California (N. van de Grift). Otros historiadores, como Francisco Javier Clavijero, mencionan que el nombre se deriva de una frase en latín que mencionó Cortés durante su estancia en la Santa Cruz, donde según aseguran mencionó: Calida Fornax, lo cual se puede traducir al español como Horno caliente, debido al calor que sitió durante su estancia. Sin embargo, todas estas versiones fueron desplazadas por la explicación que realizó el Dr. Edward Everett Hale, expuesta en 1862, en donde tras hacer una traducción del libro Las sergas de Esplandián al inglés, descubre la existencia de este nombre en esta popular novela del siglo XVI. Como una acotación breve, mencionaré que en el libro El cantar de Roldán o La Canción de Rolando escrito 1060-1065, se lee el nombre de Califerne para denominar una isla. Muy probablemente 500 años después, Garcí Rodríguez de Moltalvo lo retoma en su novela, pero deformándolo, hasta quedar en California.

La primera mención del nombre California para denominar a la península, la realiza Francisco Preciado en su diario de navegación, en noviembre de 1539, durante la exploración que envía Hernán Cortés para demarcar las costas de esta tierra, al mando de Francisco de Ulloa.

Nuestra península, fue el primer lugar en el orbe, en llevar el nombre de California, y particularmente la parte sur de esta península, sitio que actualmente ocupa nuestro estado, fue al que se le impuso esta denominación. Paulatinamente la parte norte de la península recibió, por extensión, este nombre, y finalmente en el siglo XVIII, se le adjuntó el adjetivo baja a la denominación de California. Ojalá que en no mucho tiempo, podamos regresar, exclusiva y oficialmente, a denominarnos por nuestro toponímico primario, CALIFORNIA.

Referencia

EL ENCUENTRO DE UNA PENÍNSULA. La navegación de Francisco de Ulloa. 1539-1540. Julio César Montané Martí y Carlos Lazcano Sahagún. Fundación Barca. Museo de Historia de Ensenada. Archivo Histórico de Ensenada.

 

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Las leyendas que impulsaron la exploración de las Californias

FOTO: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Uno de los grandes militares que destacaron en las acciones de exploración y conquista de las etnias que ya poblaban estas vastas tierras de lo que hoy es México, fue un extremeño de nombre Hernán Cortés Pizarro, el cual había sobresalido por su astucia y gran liderazgo, lo que durante tres años (1519 a 1521) le permitió establecer acuerdos y alianzas con los principales grupos que dominaban el sur y centro de lo que hoy es la República Mexicana, y vencer a la Triple Alianza —el núcleo más poderoso que mantenía la hegemonía del poder en una parte muy importante del territorio, además era la llave para tener acceso a la parte sur y norte de esta vasta región. Con la caída de México-Tenochtitlán, Hernán Cortés se ganó el reconocimiento del rey de España, Carlos I, y una serie de honores, así como beneficios económicos que aprovechó para continuar con las exploraciones de estas tierras y la búsqueda de una ruta para llegar a China e India.

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Fundó un astillero en un sitio cercano al río Balsas, Zacatula, y con miles de dificultades inicia la construcción de varios navíos que le permitirán iniciar la exploración las costas de la Mar del SurCómo ya lo menciona Cortés, para iniciar las exportaciones de la Mar del Sur había mandado construir cuatro embarcaciones en un astillero que habilitó en Zacatula, en la margen izquierda del río Balsas, cerca de su desembocadura, en la actual frontera entre los estados de Guerrero y Michoacán. Cortés tuvo muchas dificultades para construir estas naves, debido a lo poco comunicado de la zona, falta de materiales y personal instruido en ello.

Además de esto tuvo un fuerte contratiempo cuando se incendió todo el astillero junto con las naves, lo que representó una fuerte pérdida para el conquistador. Sin embargo pronto se repuso y reinició la construcción de las naves con materiales que había mandado traer directamente desde España (Carlos Lazcano S., El descubrimiento de California. Las expediciones de Becerra y Grijalva a la Mar del Sur 1533-1534, Ensenada, Fundación Barca A.C., 2004, pág. 23).

Entre los años de 1521 a 1528, realizó una serie de expediciones con el fin de ir dominando nuevas tierras y haciendo un recuento de las potenciales materias primas que pudieran ser explotadas por el imperio español. A cargo de estas acciones estuvieron sus capitanes Martín Cortés (su padre), Juan de Valle, Cristóbal de Olid, Pedro Álvarez Chico, Gonzalo de Sandoval, Francisco Cortés, entre otros. Al mismo tiempo que realizaba estas acciones, Cortés jamás dejó de perder de vista su propósito de explorar una ruta marítima hacia China, así como descubrir si en el trayecto podía encontrar algunas de las míticas tierras fabulosas descritas en una gran cantidad de leyendas de esos tiempos, nos referimos a la Isla California, las Siete Ciudades, y el estrecho de Anián, las cuales describiremos a continuación.

La leyenda de la Isla California se remonta a los fantasiosos hechos descritos en una novela de caballería llamada Las sergas de Esplandián. En esta obra, escrita por Garci Rodríguez de Montalvo a principios del siglo XVI, se narran las hazañas de Esplandián —un caballero de origen noble—, durante la lucha que sostuvieron los cristianos para evitar la caída de Constantinopla a manos de los persas y musulmanes. En un capítulo del libro se describe a una de las guerreras que se suma junto con sus huestes al ejército de Esplandián, se trataba de la reina Calafia, quien habitaba una isla llamada California y era poblada sólo por mujeres que portaban armaduras de oro, ya que en esta ínsula no había otro metal (para más información consultar Garci Rodríguez de Montalvo, Las Sergas de Esplandián, Madrid, Editorial‎ Doce Calles, 1998, págs. 313).

En relación a la leyenda de las Siete Ciudades, se cuenta que durante el inicio de la invasión árabe a la Península Ibérica, un arzobispo y seis obispos huyeron por mar acompañados por integrantes de su grey y se asentaron en una porción de tierra ubicada al oeste, cruzando el mar —la mítica isla de Antilia que quedaba en un lugar indeterminado en el Océano Atlántico. En este sitio cada obispo fundó su propia ciudad a la que pusieron los nombres de Marata, Acus, Totonteac, Quivira, Cibola, Tiguex y Tusayán. En estas ciudades resguardaban grandes tesoros que trajeron consigo, además de que las construcciones de estos lugares eran de oro, así como los utensilios que usaban para comer entre otras muchas cosas (una información más completa encontrarán en Marcos de Niza, Antonio de Mendoza, Francisco Vázquez de Coronado, Descubrimiento de las siete ciudades de Cíbola y Quivira, Culiacán, UAS, 2011, págs. 60.).

El estrecho de Anián fue una fantasiosa idea surgida de la conceptualización de nuestro planeta desde los postulados Ptolemaicos. Se consideraba que existía una simetría en cada hemisferio en los que se dividía la tierra. Cuando en el año 1520, la expedición de Magallanes-El Cano encuentran un paso desde el Océano Atlántico al Pacífico, de inmediato los científicos empezaron a asegurar que de igual forma debía existir un “paso del norte”, en el extremo septentrional, por lo que esta idea empezó a convertirse en un argumento sólido e incuestionable a pesar de que nadie había podido llegar a estas latitudes. El nombre de Anián se retomó de las narraciones que dejó escritas Marco Polo, en las que relata que en China existía un reino de Anián que estaba lleno de riquezas (pueden encontrar más información en Carlos L. Mazzoni, El estrecho de Anián, Buenos Aires, IPN Editores, 2019, págs. 264).

Estas leyendas y los libros de las que partían eran conocidas por Cortés y sus principales lugartenientes, por lo que encontrar estos sitios era un aliciente para ellos así como para el Rey de España, ya que de ser ciertas y poder llegar a ellas les abriría la posibilidad de convertirse en los hombres más ricos del mundo, posibilidad que, en aquellos tiempos, como ahora, es el motor que impulsa a casi toda la humanidad a realizar obras colosales que se figuran casi imposibles.

Bibliografía:

Carlos Lazcano S., El descubrimiento de California. Las expediciones de Becerra y Grijalva a la Mar del Sur 1533-1534, Ensenada, Fundación Barca A.C., 2004.

Carlos L. Mazzoni, El estrecho de Anián, Buenos Aires, IPN Editores, 2019.

Marcos de Niza, Antonio de Mendoza, Francisco Vázquez de Coronado, Descubrimiento de las siete ciudades de Cíbola y Quivira, Culiacán, UAS, 2011.

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