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Jaime Molina, un comundeño con dedos de tiza y de pinceles

FOTOS: Cortesía.

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Jaime Molina tiene 50 años y prácticamente toda su vida ha estado dedicada al dibujo y la pintura. Nació en Ciudad Constitución el 25 de agosto de 1970, al poco tiempo de que su familia llegara a “El Valle” a la pisca de algodón. Hasta la fecha, es uno de los artistas plásticos más representativos de Comondú, muy activo hasta la fecha, conocido por sus desnudos femeninos a lápiz y algunas creaciones a la vista de cualquier persona en La Paz —donde vive desde hace más de 20 años. ¿Cómo fue el camino para descubrir sus talentos? ¿Cuáles son sus obras más representativas? ¿Cuál es ese proyecto de centro de artes y artesanías que pretenden erigir en Constitución?

Para Jaime, no hay un punto exacto que marque el comienzo de su trayectoria. “Puedo recordar que un león y un barco fueron mis primeros dibujos a la edad de 4 años, producto de haber sido cautivado por las imágenes que venían en los libros de mi hermana mayor, quien ya estaba en la primaria”, dijo. Recuerda que a pesar de unas condiciones precarias, su inquietud por las artes pronto fue descubierta por sus primeros maestros en la primaria “Felipe Ángeles” como los maestros Elías Medina, Raymundo Agúndez y Fernando de La Toba, quienes le consiguieron sus primeros materiales para dibujar y pintar.

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Has incursionado en diferentes técnicas de artes plásticas, ¿con cuáles te sientes más cómodo y con cuál te gustaría experimentar? Creo que mi fuerte es el dibujo, específicamente a lápiz blanco sobre fondos oscuros. Me resulta muy cómodo a la vista, pues siento que no me provoca mucho esfuerzo por el descanso que dan los fondos. En segundo lugar puedo mencionar la acuarela, pues tiene un efecto muy fresco y permite ir paso a paso, dando un ambiente de trabajo intelectual interesante. El óleo es la técnica menos explorada de las que practico. Nunca he pretendido darle sentido ideológico o conceptual a lo que hago, no puedo evitar buscar la belleza. Me sigue costando mucho trabajo encontrar temas o pretextos, no soy de los pintores de inspiración, sino de concentración, de esa que te absorbe los sentidos y te aísla de tu alrededor, lo cual me causa mucha distracción mientras hago mis cosas de persona normal en mi vida cotidiana. No me considero un referente en las artes plásticas de mi Estado, pero nunca me ha sido negado un espacio para exponer ni una intervención en algún medio de comunicación. Siento que estoy en deuda con la expectativa de las personas que admiran mi trabajo, pues no produzco al ritmo de la cantidad de entrevistas y exposiciones a las que he sido invitado. No he logrado la transición definitiva de la actividad principal de artesano publicitario a artista, eso también me lo debo.

Es notable en tus dibujos y pinturas el desnudo femenino, ¿de dónde y cómo nace esa obsesión? La figura humana me resulta un lenguaje que tiene mucho por explorar. Durante mis estudios trabajé con modelo desnudo por casi 500 horas, lo cual es un privilegio. Como practicábamos sólo con modelos humanos es natural que se me facilite comprender el cuerpo humano a través de trazos a mano alzada con singular soltura, así que, cuando no encuentro un tema para representar, recurro al cuerpo, a los músculos, a los rostros, a los pies y manos. Actualmente trabajo mediante imagen impresa, debido a mi problema de vista que se me ha ido acentuando y que no me permite estar sometido al esfuerzo visual de ver al modelo y regresar al lienzo por la cantidad de veces que eso requiere. He sido instructor de club de dibujo con modelo, pero no puedo estar en el lugar de los alumnos forzando mi vista. Imagínate, en el primer semestre entramos al salón de dibujo y se presenta el maestro, luego llega una persona que se para encima de un entarimado y se quita la bata mostrando el 100% de su anatomía y nos dicen “Comiencen a trazar”. A las 2 semanas, luego de 8 horas ya ves el cuerpo desnudo en su naturaleza bruta y ya es un objeto de arte, luego eso evoluciona con el paso del tiempo y se aprende a ver el desnudo de otra manera, libre de cualquier connotación y prejuicio. Hay muchas personas que quisieran posar para artistas, pero les cuesta dar el paso por diversas situaciones, principalmente el pudor, que con la experiencia queda abolido.

¿Cuáles son algunas de las obras que tienen más significado o más importancia para ti? ¿Dónde y cuándo te ha tocado exponer galerías de tu autoría? La primera podría ser el primer mural, que aunque era de pequeña dimensión elaboré sin tener una instrucción previa sobre lenguaje y técnica mural. El tema fue la historia de la organización juvenil a la que pertenecí, en la que destacaba el decálogo de Jesús Reyes Heroles y diversas escenas de la participación de los jóvenes en el campo político, social y cultural, además de la transformación de dicho sector a través del tiempo. Fue inaugurado por el Presidente Municipal y su esposa. Lamentablemente fue removido por una remodelación del edificio. Otra pieza de gran significado es el casquete del Congreso del Estado, en el cual está representada una versión del arte rupestre basada en la cueva La Pintada. Ese geomural tiene 475 m2 de superficie total y tomó tres meses de planeación y ejecución en pleno verano, justo cuando se da la transición de la XIV a la XV Legislatura. Afortunadamente, conté con la colaboración de un artista experimentado de otro joven que se adaptó perfectamente al requerimiento de la obra. No puedo descartar una serie de colaboraciones con el Museo de Antropología en BCS, que me permitió dejar plasmado en sus muros mis propuestas de personajes de la historia regional, así como de un retablo fabricado en piezas de PVC representando a los elementos de la cueva de la serpiente. Este retablo es que da la bienvenida a los visitantes. Una pieza efímera que recuerdo con alegría es un retrato que hice de Benito Juárez mediante café espolvoreado sobre un lienzo gigante en el piso. Esa experiencia me hizo reconocerme artista de manera definitiva. Hay una dibujo que se llama “Educación contra balas” que hace referencia a la lucha de Malala Youzafsai emprendió por el derecho de las niñas pakistaníes a la educación. Este cuadro pretende recabar firmas a manera de autógrafo sobre el mismo lienzo de los promotores culturales más reconocidos en la entidad. Dicha obra se encuentra custodiada por el Instituto Municipal de Cultura de La Paz.

Sobre mis exposiciones individuales es preciso mencionar que la primera fue de caricatura política “Historia del PRI” que hacía un recuento desde la convención del 4 de marzo de 1928 hasta el periodo de Ignacio Pichardo Pagaza. Dos exposiciones en el ITSCC, una más en la Casa Amarilla, otra en la Sala “Kumutú” de Loreto, BCS, una más en el Centro Cultural La Paz, otra en la UABCS, una en el Vestíbulo del Teatro de la Ciudad, una intervención en el edificio del IMC de La Paz y dos muestras en la Expo Comondú, además de cerca de 20 exposiciones colectivas.

Un Centro de Artes para El Valle

Hasta la fecha, Jaime Molina recuerda sus primeros acercamientos al dibujo y la pintura, y otras manifestaciones artísticas en Comondú, por lo cual, no quita el dedo del renglón para promover un centro de artes y/o sala de exhibición —al parecer, todavía no hay un nombre concreto. El primer contacto que tuvo con un taller de pintura en Ciudad Constitución —recuerda— fue a través de Menelio Morales hijo, arriba de Foto-Estudio “Karla”. En sus años de primaria también exploró en la declamación, el teatro y la danza.

En secundaria y preparatoria siguió la cosecha de premios en concursos de pintura y dibujo, corrido revolucionario, caricatura política, escenografía y utilería para eventos. Años más tarde, estudió en la Ciudad de México la carrera de diseño gráfico. En 1998 se estableció en La Paz. Ha sido promotor cultural independiente, pero en colaboración con diversas instituciones. Me gusta transmitir mis experiencias dando talleres y me encanta el entorno que se dibuja, consecuencia de la actividad cultural.

Platícanos del proyecto que está involucrando a artistas y artesanos de Comondú. Este proyecto es la conjunción de iniciativas de Antonio Rodríguez, de Adolfo Landín y, por supuesto, es algo en lo que ha estado insistiendo de manera persistente José Soto. Se trata de una propuesta de creación de una sala de exhibición de arte y artesanía, dado que el municipio está generando un semillero interesante en el tema de las artes plásticas y esta disciplina no tiene un foro adecuado para el disfrute de los ciudadanos. Es una manera de reconocimiento a la labor de enseñanza en este ramo que durante muchos años emprendieron Jesús Camberos y Magdalena Ramírez y que actualmente le dan seguimiento Isaac Eloa, Valeria Hernández, el propio Antonio Rodríguez, Jesús Saucedo, Damián Mayoral (Puerto San Carlos) y Beatriz Burgoin (San Juanico), que son, hasta el momento, los actores culturales ubicados. A este proyecto se sumaría el trabajo de los artesanos de la región, quienes son los auténticos preservadores de las costumbres locales. La idea ya fue presentada a las autoridades locales y estamos en espera de que el Cabildo someta a consideración la propuesta para dar el siguiente paso: el proyecto ejecutivo. Esto se logrará tarde o temprano con o sin el apoyo de las autoridades.

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Carlos César Díaz Castro. Los colores del desierto que viajaron a Europa

Carlos Díaz Castro. FOTOS: Modesto Peralta Delgado, excepto donde se indica.

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La acuarela de una muñequera mazahua y cuatro lienzos más, son las obras del artista plástico Carlos César Díaz Castro que consiguieron quedarse a exponer en Francia, luego de una invitación para mostrar sus cuadros en el Art Capital 2019. Con más de 30 años de trayectoria, el pintor brindó una entrevista exclusiva a este medio en el taller de su Escuela de Artes Visuales Índigo, donde conversamos sobre sus experiencias, sus obsesiones y sus proyectos en puerta.

El artista visual —originario de La Paz— recuerda que desde los 13 ó 14 años ya se dedicaba al diseño gráfico. Luego trabajó en oficinas de gobierno, y actualmente, ya ha forjado una carrera destacada y una escuela de enseñanza. “Me desarrolle en el mundo de la cultura y la promotoría cultural desde el Teatro de la Ciudad, donde empecé a trabajar a los 17 años. Después trabajé en otras áreas de cultura de los gobiernos, y pues ahora soy un artista independiente, tengo mi galería y una escuela”.

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Fue del 12 al 19 de febrero de este año que el paceño, junto con otros doce artistas plásticos mexicanos —cinco de ellos, residentes en Baja California Sur— expuso sus obras en el Art Capital 2019 en el Grand Palais Des Beaux Artes, en París. El evento tuvo una afluencia de más 40 mil visitantes entre los espectadores, entre invitados especiales, galeristas, promotores culturales y coleccionistas. Según la prensa local, entre los asistentes estuvieron Emmanuel Macron, presidente de Francia, y la ex Primera Dama de Estados Unidos, Michelle Obama.

“Fue hace ya más de un año que me invitaron, el año pasado, cuando la promotora cultural Lucy Cruz —que es la representante de la Delegación Mexicana—, vio mi obra y pensó que iba a aportar algo al Art Capital, ya que de todos los artistas yo era un poco diferente a lo que llevaban los ya invitados. La experiencia fue verdaderamente increíble, fue muy enriquecedora. No hubo grandes ventas, pero me quedo con la experiencia, con la vivencia y con lo que aporté a mi carrera en esa visita al conocer las obras, el tener en vivo a más de 2 mil 500 artistas exponiendo, y que no sé si lo retuve, pero seguramente en mi trazo, en mi trabajo, más adelante, voy a tener alguna influencia de lo que vi”.

Carlos Díaz Castro expuso en una sala Dessin Peinteure A’ Leau dedicada al dibujo y acuarela, en el Grand Palais des Beaux-Arts. Este  edificio metálico —contó el mismo pintor— es el equivalente al Palacio de Bellas Artes de México. En esa ocasión también expusieron grupos que eran de los Artistas Independientes, grupo que fundaron hace muchísimo tiempo Claude Monet, Vincent Van Gogh y Paul Cézanne, pintores que son referencia del arte universal.

La invitación había surgido porque estos cuadros estuvieron en el Centro de Artes, Tradiciones y Culturas Populares, en La Paz, en una exposición sobre juguetes tradicionales mexicanos, donde Carlos participó con cuadros sobre el trompo, el yoyo, la resortera, los luchadores y otros. Ahí estaba también una muñeca mazahua, y a los organizadores de la Delegación Mexicana les gustó esa propuesta. “Nos pidieron que lleváramos algo mexicano, que nos representara, específicamente, nuestro lugar de origen, pero a mí me pareció interesante el tema que elegí por el colorido y por lo que representa la muñequera mazahua. En el momento de estarla elaborando, he visto trabajar algunas señoras en algunas ferias de aquí de Baja California Sur, y lo cierto es que nuestro Estado está conformado por indígenas migrantes, por grupos étnicos que vienen de otras partes a vivir aquí, a vivir del campo, a vivir, de alguna manera, en nuestra tierra sudcaliforniana y me pareció interesante presentárserlo al mundo.

La muñequera mazahua es una señora haciendo sus muñecas y está en un mar… de trapos de colores convertidos en muñecas. “En un campo de muñecas, miles y miles de muñecas, haciendo mención de la incansable labor de este tipo de personas, que no saben siquiera cuántas muñecas hacen, nada más las hacen, con cariño, muchas veces no se les paga lo que debería de ser por ese trabajo, pero ella entrega cariño, entrega arrullos, así le pusimos a la serie de la muñequera mazahua (…) Son seis pinturas de las muñequeras mazahua, que se llaman:La despedida, que es una señora, la misma muñequera pero despidiéndose de una muñeca; otra es un charro en una escena de arreo de ganado, en acuarela, también esas dos; y tengo un óleo que es mi primer trabajo de fantasía, de un poco de surrealismo, y habla del paso de este mundo al otro, la transición que hay de la vida a la muerte”.

“La despedida” de Carlos Díaz Castro. FOTO: Cortesía.

“Muñequera mazahua” de Carlos Díaz Castro. FOTO: Cortesía.

Los colores de la tierra sudcaliforniana

En su haber, Carlos César Castro Díaz posee alrededor de 700 obras de diversas técnicas. Era obligado preguntar por los temas que más le inspiran, y respondió que es un apasionado de los paisajes de Baja California Sur. “El rancho, los caballos, la flores  y la fauna del paisaje, los colores del desierto. Hemos ido a recolección de imágenes, levantamiento de imágenes, simplemente a observar la naturaleza, y vemos que un solo camino de un kilómetro, a diferentes horas del día, es totalmente diferente el paisaje, entonces hay mucho material aquí para pintores, para el impresionismo. El tema que más me apasiona es el de los caballos, el ranchero y del vaquero sudcaliforniano, las tradiciones de esta tierra”. De su madre —aseguró—, aprendió a amar los colores de su tierra, en especial de la vida rural de San Antonio. “Ella nos ha enseñado su amor a la tierra, los arroyos, el campo, el ganado, a las chivas, a la comida, al habla, a la herbolaria y todo eso las tradiciones, ir a cortar pitahayas a las 3 ó 4 de la mañana… Todo eso nos inculcaron mis padres”.

¿Y las técnicas? Dijo que con las que más se ha identificado es con el óleo, y últimamente la acuarela, que fue justamente la que llevó a Europa. “Plasmo lo que tome de la academia del realismo, del figurativo, trato de combinar un poco, todavía no me atrevo a soltarlo porque de cada cuadro a mí me gusta aprender; todos los días aprendo de los alumnos, aprendo del que va pasando por la calle, aprendo de todos, y cada cuadro que hago es una escuela para mí, una enseñanza”.

“Botete” de Carlos Díaz Castro. FOTO: Cortesía.

En su Escuela de Arte Índigo, Carlos, junto con otros instructores dan clases de dibujo, óleo, acuarela y técnicas mixtas, además de contar con actividades para niños. Su taller, ubicado a unos metros del Jardín Velasco, en La Paz, abre de lunes a sábado y con diferentes horarios. “Aparte tenemos es un espacio con los muros para galería, en determinados momentos hacemos exposiciones de artistas locales e internacionales, así como también hacemos una exposición anual de los trabajos de los estudiantes, los cuales han hecho muy buen trabajo con muy buen nivel”.

Pintores en lienzos y en vivo

La estancia en Francia y otros países europeos, para Carlos, fue una experiencia grandiosa, porque además de participar en dicha exposición, se dio el lujo de conocer ciudades, museos y recintos clave en la historia del arte universal; por supuesto, también obras de los autores más reconocidos a nivel mundial. “Hicimos recorridos en Amsterdam, en la casa de Rembrandt, el Museo Van Gogh, estuvimos en la Galería de los Burgueses, en El Vaticano, en Barcelona conocimos el Templo de la Sagrada Familia, fuimos a muchos lugares. Fue una experiencia muy muy enriquecedora, de ver en vivo, en directo, las cosas que solamente había conocido en películas y en libros y en revistas, ¡estar enfrente de una obra de arte! Si ya de por sí, ver en una galería una obra de arte o una reproducción, ahora verla en vivo un Auguste Rodin, un Leonardo da Vinci, Caravaggio, un Rembrandt…”

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A 33 años de la muerte de Carlos Olachea. Una semblanza de Aníbal Angulo.

Carlos Olachea. FOTOS: Aníbal Angulo.

Colaboración Especial

Por Aníbal Angulo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Desde niño supe que sabía dibujar. Más bien, oía que los maestros decían “ese niño dibuja muy bien”. Cuando terminé la Secundaria le dije a mi padre “quiero irme a estudiar pintura a México”, y me contestó “primero estudia algo de lo que puedas vivir”. Así que entré a la Escuela Normal Urbana de la Paz. Un poco frustrado me dediqué al teatro como director y actor, en la sala Ibo —ya desaparecida— y en la Casa de la Juventud, hoy CREE.

No recuerdo exactamente como se cruzaron en mi camino Manuel Ojeda y Carlos Olachea. Ellos estudiaban en México y venían de vacaciones. Sin duda, estos dos personajes fueron quienes —sin ellos saberlo— acentuaron en mí la pasión por el arte. Carlos siempre venía acompañado con amigos y maestros de San Carlos, donde estudiaba. Los repartía en casa de sus amigos. Así compartí mi casa con Javier Arévalo, Francisco Moreno Capdevila, Santos Balmori, Zalathiel Vargas, Fernando Curiel y otros. La sobremesa en casa y los ratos bajo una palapa con todos ellos me orillaron a tomar una decisión: tenía que irme a México a estudiar pintura.

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Carlos vivía en un departamento-estudio en la colonia Hipódromo Condesa, en la Ciudad de México, casado con Susana Campos, su compañera en San Carlos. En 1968 obtuvieron una beca para estudiar en Francia, y poco antes de partir, me dijo frente a un cuadro colgado en su sala “este lo voy a conservar para mí”. Era un óleo con el estilo expresionista, muy del estilo de su maestro Rodríguez Luna. A su regreso de Europa, el primer día me llamó y dijo “¿quieres el cuadro? Te lo regalo, ya no me gusta”. Temiendo que se arrepintiera, en segundos llegué al estudio. Era un cuadro de 140 x 110 que no cabía en ningún transporte, así que me lo llevé sobre mi cabeza hasta mi casa. En varias ocasiones estuvieron a punto de atropellarme al cruzar las calles.

Su recorrido por el viejo continente lo había cambiado. El contacto con la obra de artistas contemporáneos le habían abierto un nuevo horizonte. Sin embargo, Carlos era generoso, nunca se preocupó por hacer un nombre en galerías comerciales y consolidar un mercado. Su primera exposición a su regreso fue un rompimiento con la obra de sus maestros. La tituló Monocromática. Era una serie de acrílicos con mucha materia y de un solo color: amarillo.

A Carlos se le dificultaba iniciar un nuevo proyecto. Con frecuencia teníamos que empujarlo, y casi casi, ponerle los pinceles en la mano. Ésta no fue la excepción, y dos días antes de la inauguración, Gerardo Ruiz y yo le aplicábamos la textura y él le hacía el diseño. La expo sorprendió a todos por su propuesta novedosa. En otra ocasión, hizo una exposición en la galería de San Carlos utilizando puro cartón corrugado y algunas manchas de colores. Sus texturas las hacía utilizando arena blanca que recogía en la playa de Balandra cada vez que venía. En esa época los controles aduaneros eran más estrictos, y en más de una ocasión los oficiales se preguntaban si no había algún truco oculto, algo ilegal, pues no concebían que alguien llevara a México un saco de arena.

Vi nacer a sus hijos , atestigué sus cambios de pareja, y compartimos muchos proyectos de grabado y pintura. Fue él quien me enseñó a grabar en metal. Cosas del destino, a su muerte accidental, me nombraron Director del Taller de Experimentación Gráfica, que el había fundado en la ENAP. El mismo taller que ahora lleva su nombre.

Llevaba una amistad muy cercana con Alberto Alvarado, en ese entonces delegado de la Álvaro Obregón. Se reunían en una cantina de la avenida Revolución a jugar dominó, tomar tequila y comer carne tártara. Carlos murió meses antes de que Alberto, ya como gobernador de Baja california Sur, inaugurara la Unidad Cultural Jesús Castro Agúndez y decidió ponerle el nombre de Carlos Olachea Bouciéguez a la galería de arte de la Unidad Cultural.

Cuando el Instituto Sudcaliforniano de Cultura decidió publicar un libro para rescatar su obra, el principal problema fue conseguir las imágenes: su generosidad provocó una dispersión de su obra y no sabíamos dónde estaba, quién la tenía ni cuanta era. Busqué en mis archivos y me llevó mucho tiempo escanear los negativos de 35 milímetros en blanco y negro con imágenes cotidianas con su familia y de obra que documenté durante 20 años. Nunca pensé que esos registros, sin ningún valor, en ese entonces se convertirían en un documento valioso para rescatar su memoria.

Sin duda, Carlos fue uno de mis mejores amigos. En México pensaban que éramos parientes cercanos al ver nuestra amistad y empatía en el trabajo creativo. Murió en un accidente en su casa la misma noche de su regreso de Oaxaca a donde había ido a recibir el premio obtenido en la Bienal Rufino Tamayo, el encuentro de artes visuales más importante de México. No alcanzó a cobrar el cheque. Pero su obra no ha perdido vigencia, todo lo contrario, es actual y propositiva, un horizonte inagotable de ideas plásticas para todos los creadores de Sudcalifornia.

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Carlos Olachea, el célebre artista plástico de BCS, a 31 años de su muerte

FOTOS: Aníbal Angulo.

La Paz, Baja California Sur (BCS). José Carlos Olachea Boucsiéguez, cuyo nombre lleva la principal galería de arte del Estado —ubicada en la Unidad Cultural “Prof. Jesús Castro Agúndez”, exactamente frente al Teatro de la Ciudad— es, quizá, el artista plástico más trascendente de Baja California Sur. Murió el 21 de julio de 1986, por lo que este día se cumple su 31 aniversario luctuoso.

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El artista nació en Santa Rosalía, municipio de Mulegé, el 4 de noviembre de 1940. En fuentes consultadas en Internet, se señala que estudió Artes Plásticas en la Escuela de San Carlos de la UNAM, de 1960-1966; ese último año fue becario del gobierno francés y de la UNAM, realizando cursos de diseño gráfico en París.

Carlos Olachea Bouciéguez fue también consejero técnico y recientemente había representado a la ENAP en Cracovia, Polonia, con motivo de un Congreso Mundial de Artistas Plásticos. Hombre de mundo, el pintor logró tener —de forma individual— más de 30 exposiciones, siendo invitado a mostrar su obra en México, Cuba, Argentina, Francia, Estados Unidos y Canadá.

En 1986, año de su muerte, fue jurado del Premio Nacional de Grabado, y un grupo de importantes coleccionistas argentinos le habían propuesto la compra de buena parte de su producción.

Eligio Moisés Coronado escribió que “Tres días antes de su fallecimiento el 21 de julio de ese mismo año, ocurrido en el mejor momento de su brillante carrera, expuso parte de su obra en el Palacio de Bellas Artes, de la capital mexicana, y en los dos días previos había obtenido segundo lugar en el certamen de nacional de pintura efectuado en Oaxaca“.

Sobre él, Aníbal Angulo escribió “El 22 de Julio de 1986 murió Carlos Olachea en su casa de la Ciudad de México, en un trágico accidente. La noche anterior había llegado de ciudad de Oaxaca a donde había ido recoger su premio de la Bienal Rufino tamayo. No alcanzó a cobrar su cheque que quedó arriba de su sofá donde murió. Carlos es sin duda un gran pintor y tenía mucho que dar todavía. Estas son las últimas imágenes que le tomé en su estudio poco antes de morir. Descanse en paz”.

En Baja California Sur se cuenta con tres de sus obras, las cuales se exhiben en el Centro Cultural “Prof. Néstor Agúndez Martínez”, en Todos Santos.

Recientemente, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura dio a conocer que se realiza una edición de colección con más de 100 fotografías con la obra del artista; se prevé que antes de concluir el año se presentará y dispondrá del material.