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El Tiburón Megalodón. Súper depredador de los mares

IMÁGENES: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 1843, Louis Rodolphe Agassiz describió un diente fósil enorme. La similitud morfológica de este diente –forma triangular con bordes aserrados— hizo que el naturalista suizo le clasificara como un tiburón blanco gigantesco del género Carcharodon, dándole su nombre icónico: Megalodón (“Diente gigante”).

En una riña de locos, los palentólogos discuten aún su género. Para unos es pariente del gran blanco, un Carcharodon, para otros un género específico llamado Carcharocles y recientemente le han adjudicado el género Otodus. Es el tiburón fósil más popular entre el público no especializado.

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A su lado, el tiburón blanco actual es un menudo animalillo. No conocemos su anatomía, sólo se han encontrado dientes fósiles. Tal vez fue un gigante masivo con un morro redondeado parecido al tiburón tigre, le dibujan como a un lámnido, Martin le compara a un tiburón blanco que se inyectó esteroides.

Surcó los océanos desde el Mioceno temprano hasta el Plioceno, un periodo comprendido entre los 20 y los 2.5 millones de años.

Buceemos en estas aguas temibles. Hago una paráfrasis de una reconstrucción ficticia  que hizo el paleontólogo Jorge Ortiz: El Cetoterium, una pequeña ballena de 6 metros en la superficie. Un Carcharocles megalodon la atisba desde el fondo. La ballena se sumerge y emerge ajena a su destino. De pronto se percata de un cambio en la corriente, trata de virar. Muy tarde. Los cuchillos sagitales de 18 centímetros  hacen mella en su carne, súbitamente todo cae en la cruenta realidad para el Cetoterium, todo es tan rápido. Su  aleta caudal ha sido cortada de  tajo. Ubica a su verdugo y le mira a los ojos, pero en los ojos del megalodón se percibe una  mirada vacía, siniestra, de cierta manera; sus negras lentes no muestran expresión  alguna. Sólo el reflejo del cetáceo herido. El tiburón abre la boca proyectando y expandiendo sus implacables mandíbulas. Los gigantescos dientes apuntan para el frente, atrapando a la ballena por el vientre. Tras un brutal impacto, el megalodon sacude violentamente a la ballena, los dientes penetran aún más. El Cetoterium es sacudido cual piltrafa. Las entrañas aún palpitantes son arrancadas de su cuerpo. La ballena entra en shock debido al terrible ataque. Su corazón emite un latido largo y pausado para finalmente dejar de latir.

He ahí un momento en la vida de Carcharocles megalodon.

El diente más largo del megalodón que se ha encontrado mide 18.15 centímetros. Las estimaciones de biomasa indican que un individuo de unos 15 m pesaba cerca de 47 toneladas, uno de 17 m pesaba 59 toneladas y uno de 20 m pesaba 103 toneladas. Ha sido el pez más grande que ha existido. Cooper, en 2020, mediante modelos matemáticos, calculó un promedio de 16 metros de longitud total, con una cabeza de 4.6 m, la altura de la aleta dorsal de 1.6 m y la cola de 3.8 m.

Mediante estudios con vertebras fosilizadas se ha estimado que tenía un promedio de vida de unos 30 años.  También se han encontrado fósiles de vértebras de delfines y ballenas, cráneos de focas y cetáceos con mordidas de este mega depredador.

En el 2008, Wroe calculó la fuerza de su mordida utilizando mandíbulas reconstruidas. Un megalodón de 16 metros ejercía una presión de 108 514 newtons u 11 toneladas. Uno de 20 metros habría ejercido una presión de 182 201 newtons o 18 toneladas.

Para que tengamos una idea de que significa esto, el megalodón tenía una presión de mordida 10 veces más fuerte que el moderno tiburón blanco que alcanza hasta 1.8 toneladas, una presión cinco veces más grande que la del tiranosaurio que alcanzaba hasta 3.1 toneladas e incluso más fuerte que la del Liopleurodon  que teóricamente  alcanzó una presión de 15 toneladas.

Súper depredador entre los super depredadores se han encontrado huesos fósiles de cetáceos y pinnípedos con marcas de dientes atribuidas a megalodón por la presencia de márgenes aserrados en las incisiones.

Godfrey y Altman (2005) describieron registros de vértebras caudales de ballenas con evidencias de haber sido mordidas por este gigante. Una vértebra estaba fracturada posiblemente como consecuencia de un fuerte impacto desde la parte inferior del cuerpo. El cetáceo logró cicatrizar y sobrevivir al brutal ataque. ¿Acaso los megalodones impactaban a las ballenas proyectándolas fuera del agua como hoy hacen los grandes blancos con las focas?

También se han hallado vertebras caudales del delfín gigante Xiphiacetus y dientes de cachalotes con marcas de dientes de megalodón. Estas son evidencias de que nuestro megatiburón era un depredador sumamente activo.

Ferrón (2017) y Neumann (2018) han sugerido que los megatiburones poseían endotermia como los actuales lámnidos, lo que explicaría su crecimiento brutal.

El regular la temperatura corporal para ser más cálidos que el mar circundante y alcanzar grandes tallas se le llama gigantotermia. Según Neumann el megalodón presentaba un tamaño corporal, un grado de endotermia y una temperatura interna equivalentes a las orcas actuales.

El megalodón reinó todavía hasta el Plioceno, hace 5 millones de años. En esos tiempos Sudamérica y Norteamérica se unieron formando el istmo. La solidez de esta frontera cerró el paso al flujo de las corrientes cálidas, esto ocasionó un nuevo cambio climático. Los marsupiales americanos se extinguieron, con excepción de las sarihueyas (Didelphis). El océano Atlántico se enfrió mientras que África colisionaba con Europa formando el Mediterráneo. El mar Ártico comenzó a congelarse y la Antártica continuó su enfriamiento. Las selvas quedaron confinadas al Ecuador. Europa se volvió selva fría extinguiendo a sus cocodrilos. Los hielos bajaron del Polo Norte hasta Alemania. Los Andes, los Alpes y el Himalaya se congelaron.  Los camellos cruzaron Asia y penetraron en Norteamérica por un puente de roca que había emergido en el estrecho de Bering. Los australopitecos caminaban en los pastizales del centro de África. El tiburón blanco ya cazaba focas desde hacía unos 7 millones de años. Ciertas regiones de España estaban sumergidas y sobre sus fondos cazaban los makos, los tiburones grises, el recién aparecido tiburón blanco y el Carcharocles megalodon.

Hace 2  millones de años, se extinguieron muchos depredadores marinos gigantes. Las glaciaciones imperaron, el frío aceleró la presión evolutiva. El megalodón no soportó la época. Sin presas adecuadas, actuó contra él un nuevo súper depredador: un delfín enorme que nadaba en manadas y podía perseguir sin descanso a las ballenas hasta los polos helados: la orca, Orcinus orca. El megalodón desapareció para siempre y la orca se afianzó como el máximo carnívoro en los mares.

Referencias:

Cooper, J.A., Pimiento, C., Ferrón, H.G. et al. Body dimensions of the extinct giant shark Otodus megalodon: a 2D reconstruction. Sci Rep 10, 14596 (2020).

Godfrey, S.J., Altman, J., 2005. A Miocene Cetacean Vertebra Showing a Partially Healed Compression Fracture, the Result of Convulsions Or Failed Predation by the Giant White Shark, Carcharodon megalodon. Jeffersoniana, 16, 1–12.

Shimada, K.; Chandler, R. E.; Lam, O. L. T.; Tanaka, T.; Ward, D. J. (2016). «A new elusive otodontid shark (Lamniformes: Otodontidae) from the lower Miocene, and comments on the taxonomy of otodontid genera, including the ‘megatoothed’ clade». Historical Biology: 1-11.




Los misterios del mar sudcaliforniano

Foto: Internet

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El mar contiene misterios tan extensos como su misma profundidad; el mar es inmenso, al grado que el ser humano aún no ha explorado ni el 10% del fondo marino, por lo que no es de extrañarse que cada día encontremos nuevas especies, increíbles y casi míticas, todo esto alimenta nuestra imaginación y curiosidad.

Los antiguos escandinavos temían al enorme Kraken, que era un gigantesco pulpo que destruía embarcaciones sin piedad; los griegos huían de las encantadoras sirenas, que atrapaban a los marineros con sus cantos y engaños para devorarlos; incluso, existe gente que asegura que un dinosaurio del Pleistoceno aún habita nuestro planeta, el célebre Plesiosaurio en el lago Ness en Escocia, al cual los habitantes llaman Nessie.

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Quizá este querido dinosaurio sea el más polémico debido a la enorme cantidad de evidencias y testimonios -muchos de ellos refutados- que de su existencia se han presentado, lo cierto es que la investigación sobre el famoso monstruo del lago Ness sigue abierta; considerando que se han descubierto especies que han sobrevivido más de 65 millones de años como, por ejemplo, el celacanto (pez abisal que sobrevive desde la época de los dinosaurios), entonces su existencia podría no ser tan descabellada.

El acuario del mundo

Jacques Cousteau denominó acertadamente al mar de Cortés el acuario del mundo, debido a que contiene el 40% de las especies del planeta, además de muchas endémicas de nuestra región; por lo que no es extraño que, si se quiere iniciar una búsqueda de criaturas marinas fantásticas, el punto de partida sean los mares sudcalifornianos.

Quizás el primer avistamiento de una criatura marina fantástica fue el reportado por Hernando de Grijalva. El 9 de noviembre de 1533, el explorador español describió en su viaje por la península a un hombre marino que “se regocijaba de la misma manera que un mono, zambulléndose y bañándose con las manos, y mirando a la gente como si tuviera sentido” (José Luis Martínez, “Hernán Cortés”)

Entre los seres marinos de los que se guarda registro de su aparición en aguas sudcalifornianas destaca el pez mujer, encontrado por el sacerdote jesuita Ignacio Tirsh en la entonces llamada Bahía de Palmas en el año 1764. Tirsh fue un curioso observador de la naturaleza y criaturas en Baja California, de la cual destaca la trascendencia de sus ilustraciones,  que actualmente se encuentran exhibidas en un museo de Checoslovaquia.

El padre Victoriano Arnés también contribuyó al mito del pez mujer o pez mulier, al realizar la descripción en base a un espécimen seco encontrado por él. La descripción que transcribe de Miguel del Barco es la siguiente: “El Pez Mulier (mujer) tenía la figura de una mujer de medio cuerpo para arriba; y de pescado común de medio para abajo.  Como lo hallamos seco y aplastado como un bacalao, no se pudo hacer mucha anatomía. No obstante parecía una cara, un cuello y hombros y pecho blanco como si llevara una costilla, y tuviera descubierto los pechos; aunque no recuerdo si se distinguían pezones. Lo demás estaba cubierto de escamas, y remataba en cola como otros peces. Su grandor seria de dos palmos, y de a proporción de ancho, a semejanza de un bacalao no se descubrían brazos ni cabellos. Lo hallamos en la playa en el diámetro opuesto a mi misión de Santa María, en el mar del sur, en una ensenada que se forma al fin del arroyo llamado catabiña. ”(Gilberto Ibarra Rivera “Escritos y escritores de temas sudcalifornianos”, disponible para su consulta en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez.)

Monstruos marinos sudcalifornianos

Si retomamos las leyendas de viajes y expediciones marinas en la antigüedad, estarán plagadas de historias de calamares gigantes devoradores de hombres y destructores de barcos; suena a ficción, pero estos últimos años se han encontrado especímenes bastante grandes de calamar que, aunque no se ha comprobado que sean capaces de destruir barcos, son temibles depredadores que seguro despertarían el terror de los marineros, ya que cuando se enojan cambian su piel a colores amenazantes, y en su ataque furioso bien podrían ocasionar serios daños a algún buzo desprevenido.

Los calamares son considerados los invertebrados más veloces que existen en el mar; son carnívoros que consumen desde pequeñas larvas localizadas en el plancton, hasta peces como la sardina. Entre sus depredadores están tiburones, lobos marinos y delfines. La pesquería del calamar va desde la frontera de México y Estados Unidos de América hasta Chile; sin embargo, las regiones de la península de Baja California y Pacífico Norte son los mayores productores de calamar gigante.

La especie más impresionante -y que aún sigue siendo un misterio- es el calamar colosal (Mesonychoteuthis hamiltoni), cuya especie es considerada la más grande  y el único miembro del género Mesonychoteuthis. Según los cálculos actuales, se estima que podría alcanzar un tamaño máximo de entre 12 y 14 metros, basándose en el análisis de especímenes juveniles y pequeños; el ejemplar más largo que se ha capturado tiene unos 4,2 m.2 El peso máximo estimado ronda los 750 kg, basándose en restos parciales que se encontraron en 1925 en el estómago de un cachalote. Muchos de estos metros están compuestos por sus dos largos tentáculos prensiles.

La dificultad de encontrarlos radica que pueden vivir a más de 2000 metros de profundidad, haciendo la tarea casi imposible a los investigadores de esta fascinante criatura. Su hábitat se extiende miles de kilómetros desde norte de la Antártida hasta el sur de América del Sur, el sur de África, y el sur de Nueva Zelanda, es decir, su principal hábitat sería el Océano Glacial Antártico. Criaturas de tan difícil avistamiento, sólo son captados gracias a restos encontrados en varamientos o en restos dentro de otros animales.

Por otro lado y siguiendo el tema de especies gigantes marinas, recordemos que en el año 2014 se dio el caso en la ciudad de La Paz el varamiento de 2 peces remo, criaturas que, aun sin ser míticas, causan intriga e incluso temor, ya que se les relaciona con grandes terremotos. Estas criaturas de más de 5 metros de longitud habitan a más 500 metros de profundidad y se presume que el cambio de la temperatura (ligado al calentamiento global) sea el responsable de que aparezcan muertos en la bahía.

Desde el 2002 no se tenía registro del llamado ángel de los mares, la mantarraya gigante, pero en 2016 tuvimos la fortuna que unos turistas observaron al amigable gigante de 8 metros en la Isla Cerralvo, la cual permaneció con ellos por más de 5 minutos (hay que recordar que son animales que no tienen problema para interactuar con el ser humano.).

Ese mismo año, en junio, las redes sociales se sorprendieron con el hallazgo de un extraño animal también en la Isla Cerralvo, en el video -que aún circula por las redes sociales- podemos escuchar al sorprendido testigo decir “¿El diablo o la sirena? Tiene cola, tiene pelo, tiene boca como la gente, y dos cuernos, tiene orejas, es un animal raro ¿Quién sabe qué será?.” Finalmente, el espécimen fue identificado por el personal del Museo de la Ballena que se dio a la tarea de investigarlo y llegaron a la conclusión que se trataba de un poco común zifio de cuvier (ziphius cavirostris).

También en 2016 se viralizó un video donde pescadores de Mulegé atrapan un enorme e impresionante Pez Luna, el cual es uno de los peces más pesados del mundo, con una media de 1000 kg de peso y con ejemplares que alcanzan más de 3 metros de longitud y superan las 2 toneladas; es un pez extremadamente difícil de ver. El video incluso salió en noticieros nacionales, y también está disponible en internet.

Entre los monstruos prehistóricos con registro fósil en Baja California Sur podemos encontrar ballenas dentadas y el famoso megalodon, siendo nuestro territorio el número uno a nivel mundial en cuestión de hallazgos fósiles del terrible ancestro de los tiburones.

Hablando de fósiles, debemos mencionar otra criatura prehistórica marina encontrada en nuestros mares, el Plesiosaurio, cuyo esqueleto fue rescatado muy cerca de Isla Guadalupe, poco antes de ser extraído por un extranjero y llevado fuera del país, según lo relatan periódicos resguardados en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez.

Hoy en día, debido a la cuarentena y confinamiento mundial, no podemos acudir a las playas, pero en algunas semanas podremos regresar y observar el atardecer mientras recordamos estas criaturas que viven en la fantasía o en la memoria de los mares sudcalifornianos.

 

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




El megalodón: monstruo prehistórico que habitó los mares sudcalifornianos

FOTOS: Internet

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

La Paz, Baja California Sur (BCS). El megalodón o megalodonte —llamado científicamente como Carcharodon megalodon o Carcharocles megalodon, y cuyo nombre que significa “Diente grande”—, es una especie extinta de tiburón que vivió, aproximadamente, hace entre 19.8 y 2.6 millones de años, durante el periodo Cenozoico.

El megalodón fue uno de los mayores y más poderosos depredadores en la historia de los vertebrados. Era una versión corpulenta del gran tiburón blanco actual, llegando a alcanzar los 18 metros de longitud total máxima. Los restos fósiles indican que este tiburón gigante tuvo una distribución cosmopolita, con áreas de cría en zonas costeras cálidas y probablemente tuvo una influencia muy importante en la estructura de las comunidades marinas.

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En la península de Baja California se carece de hallazgos de fósiles terrestres impresionantes —a excepción del mamut y el tigre dientes de sable—, pero nuestro océano ofrece gran cantidad de fósiles que han maravillado a investigadores nacionales e internacionales.

La Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), contiene la colección más grande de dientes de megalodón de todo el mundo, lo cual demuestra que nuestras aguas eran comúnmente habitadas por esta criatura marina. En nuestro estado se han encontrado restos de este inmenso ejemplar en San José del Cabo, San Isidro, y en El Vizcaíno. Los más grandes son de Guerrero Negro, en la salinera. Otros estados en donde existen fósiles del megalodón son Baja California, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Michoacán y Yucatán.

¿Qué transformó a este extinto ser en un “críptido” moderno? La criptozoología es una pseudociencia que se ocupa de la búsqueda de animales cuya existencia no ha sido probada; los animales de interés criptozoológico son llamados “críptidos”, término acuñado por John Wall en 1983.​ Esto incluye a especímenes vivos de especies extintas, dinosaurios no aviares, animales que carecen de evidencia pero aparecen en mitos, leyendas o reportes oculares, tal como Pie Grande, el Chupacabras o el Monstruo del lago Ness,​ y otros animales salvajes lejos de sus zonas geográficas.

Las declaraciones de varios pescadores alrededor del mundo, quienes aseguraban haber visto tiburones de enormes proporciones, alimentan la idea de la supervivencia del megalodón, aunado a que, como todos sabemos, el mar es inmenso y puede contener especies que aún no conocemos o algunas que ya creíamos extintas.

¿Qué opina la ciencia?

Oficialmente, el megalodón está extinto, lo que convierte la búsqueda de los entusiastas de esta criatura, en la búsqueda de un críptido. Pero no toda la esperanza está perdida, algunos científicos no descartan en su totalidad la posible existencia actual del enorme tiburón;en 1940 Gilbert Witley, el ultimo curador de peces en el Museo de Historia Natural de Sidney, Australia, escribió que a pesar de no existir registros del megalodón, si se habían descubierto fósiles del mismo relativamente recientes, y esto sumado a que ya han existido especies que vivieron hace 65 millones de años y siguen existiendo como el celacanto, esto abre la posibilidad que en algún lugar del océano siga existiendo el asombroso megalodón.

Y esto sin hablar de las fantásticas historias de pescadores que afirman en algunas ocasiones lograron ver tiburones, incluso más grandes que el impresionante tiburón blanco. La posibilidad de que exista algún megalodón en nuestras aguas es mínima, sin embargo, es fascinante imaginar los mares sudcalifornianos habitados por este ser; además debemos  crear conciencia y olvidar ese viejo temor a los tiburones, al cual han contribuido muchas de las películas de Hollywood, ya que no es un ser “malvado”, sólo se alimenta como cualquier otro animal.

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