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AMLO y sus símbolos. A un año de su triunfo (I)

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Colaboración Especial

Por Raúl Carrillo Arciniega

 

Cómo se lee un logotipo

Charleston, Carolina del Sur (EE.UU.). Las democracias están en peligro. La sociedad actual apenas si recuerda los vicios de las dictaduras que asolaron a millones de personas en los países subdesarrollados. En México, en donde se había simulado todo, ha terminado por construirse algo que aquellos que se llaman de izquierda, han visto como la oportunidad para que haya una cuarta transformación (4T). López Obrador ha ganado la elección en lo que los analistas califican de la más abrumadora victoria desde las mejores épocas priístas, donde no había un solo voto en contra. AMLO ha ganado con un número elevado de votos y ahora argumenta es tiempo para la 4T.

Como la política mexicana es rica en símbolos ha mandado hacer un logo, que pretende dar una revisión histórica del paso del colonialismo a la vida independiente de México, es decir, su transformación, de ser un mero remedo de país a uno verdadero. En su emblema vemos en primer plano y al centro a Benito Juárez asido a una bandera, a su derecha a Miguel Hidalgo y a la derecha de éste a José María Morelos. A la izquierda de Juárez vemos la imagen de Madero y por último la figura de Cárdenas. Entendemos que en ellos se basa el proyecto simbólico de AMLO.

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Le ha llamado la Cuarta transformación porque arguye que han pasado tres antes que él, a saber por el dibujo, la primera La Independencia de México, representada por Hidalgo como el iniciador del movimiento, aunque no haya sido en contra de la Corona Española como bien se sabe, y un Morelos que lo único que sabemos de él es que usaba una pañoleta en la cabeza. Así el discurso que plantea la 4T es el de la heroicidad.

Visto en términos heroicos, La Independencia es la primera etapa después de la muerte del padre, aunque no haya sido consolidada ni establecida por ninguno de los dos próceres que se muestran en el logotipo del nuevo gobierno. Pero dentro del país de la simulación, la imagen icónica es más que suficiente. El gobierno en turno, que emana de una tradición de rico presidencialismo tlatoánico priísta, sabe perfectamente que la simulación es más importante que la verdadera transformación. En ese sentido, AMLO ha puesto el dedo en la llaga de toda una tradición que icónicamente se malentiende. La Independencia fue el proyecto de invención de un México que no podía ser como el que se tenía.

Al centro del logo, construyendo el proyecto de nación, está Juárez como reformista. Su política de reformador no importa mucho, porque desde el punto de vista simbólico sólo se atiende a su fenotipo, a sus facciones y a su extracción indígena; es decir, es el triunfo de La Independencia, aunque haya sido el único caso de un presidente que haya venido desde una base indígena oaxaqueña. AMLO ha dicho admirarlo porque vivió en Palacio Nacional y porque practicaba la honrosa medianía, además de haber separado La Iglesia del Estado, aunque sólo de manera simbólica porque no fue eso, sabemos, lo que aconteció con su supuesta separación entre La Iglesia y El Estado. Además, la imagen de Juárez opera muy bien en la proyección de un movimiento racial, de un movimiento que va hacia la reivindicación del indígena que puede llegar a ser todo lo que se proponga, gracias al esfuerzo personal y una serie de aciertos cósmicos y de buenas relaciones, como casarse con Margarita Maza, dando un braguetazo histórico.

Así, esa idea icónica de lucha por la igualdad es la que domina el paradigma simbólico de su logo. Ésta, entendemos, es la segunda transformación: La Reforma. El ciudadano común no comprende en realidad cuál ha sido la grandeza de Juárez más que por una frase que se encuentra en la Alameda central de la capital del país: Entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz, previamente usada por Kant. Así la operación es más simbólica que otra cosa. El propio AMLO ha dicho que Juárez es su modelo a seguir, aunque no sepamos a qué se refiere específicamente. Su proyección obedece a un modelo de identificación con el que se quiere equiparar, para entrar dentro de la historia que está dispuesto a dictar.

A la izquierda de Juárez vemos a quien parece ser Madero, mismo que fue el autor intelectual de La Revolución Mexicana, cuando menos con la consigna de Sufragio efectivo. No reelección. Escribió La sucesión presidencial y era espiritista. Aparentemente los espíritus le dictaron el libro y lo impulsaron a asumir su rol como presidente, antes de ser asesinado por el general Huerta en una emboscada mientras salía de Palacio Nacional, donde fue secuestrado para su bien por el mismo Huerta. En la película de Kazans es mostrado como un pusilánime que no entiende el verdadero sentir del pueblo y de lo que representaba la consigna de Tierra y libertad esforzada por El Zapatismo y El Villismo.

Ninguno de ellos logró consolidar nada, porque a ambos les gusta echar bala y temieron convertirse en una figura dictatorial como Díaz, contra quien pelearon con gallardía y mesianismo. Por tanto la visión de Madero se entendería en la voluntad de que el voto cuente, del sufragio efectivo. La visión del sufragio no se entiende muy bien. Sufragar no es el verbo que se use para ejercer la democracia; sufragar es ayudar o apoyar en algo en las primeras acepciones. Creo que cuando la gente que vota, aquella sin que pueda razonar su voto, cuando alguna vez se le presenta con esa frase, no comprende qué es lo que le están diciendo, sólo ponderan la necesidad de votar por aquel que le haya dado más beneficios reales.

Bajo ese esquema de pensamiento las huestes de AMLO podrían argumentar que les gusta el respeto al voto, hacerlo efectivo siempre y cuando se vean favorecidos en el número de sufragios. Por otro lado, el voto efectivo se consolida como la voz de una masa amorfa que pide y sabe. Ya sabemos por las múltiples afirmaciones de AMLO que el pueblo es sabio. Se refiere a la masa amorfa que lo vitorea y quien votó de acuerdo a los intereses que AMLO proyecta. La reelección entonces parece ser parte de un discurso que se aventura, una especie de grupo de enfoque donde se van midiendo las posibilidades en la sociedad para asestar el golpe de la imposición de los candidatos.

Por último, en el logo de la 4T aparece Lázaro Cárdenas. Éste se nos revela como un epítome de la reciedumbre gubernamental, quien luchó para privatizar el petróleo y devolvérselo a los mexicanos. Emanado del PRI pero opositor del gobierno despótico, Cárdenas inaugura la bonanza de México al reapoderarse de petróleo mexicano. Aquí habría que hacer una matización. La reposesión del petróleo ha sido muy mal entendida por la población mexicana. La consigna de que el petróleo es de los mexicanos ha generado una serie de denuestos y agravios entre todos los partidos políticos y sus simpatizantes. El petróleo nunca ha sido ni será de los mexicanos. Para decirlo concretamente: el petróleo es del gobierno en turno. PEMEX es un transnacional que explota el petróleo de México y cuyo ingreso y ganancias van directamente a las arcas gubernamentales, desde donde se utiliza para financiar costos de urbanización y, sobre todo, salarios y prestaciones burocráticas.

PEMEX paga el salario de todos aquellos que han encontrado en el gobierno una forma de vida. Nunca ha sido la recaudación fiscal, puesto que los esfuerzos por renovarla no han dado ningún fruto. La austeridad republicana que clama AMLO es, al final, una buena intención en el mar de las desgracias gubernamentales.

Así, el logo de la 4T enuncia un discurso falaz en todo sentido. Sin embargo, sí pretende establecer una narrativa que integre una serie de buenas intenciones históricas, para tratar de cambiarla. Por años ha quedado como una expresión del despotismo del Gobierno priista en turno. Ahora, el área del petróleo se ha convertido en un proyecto estratégico tanto de facto como simbólico. El nuevo gobierno pretende reestructurar PEMEX y otorgarle el centro de su proyecto, como el principal medio para hacerse de recurso y reestablecer esa bonanza que el propio Cárdenas trazó en su nacionalización. Ahora AMLO ha lanzado la iniciativa de construir una refinería, que a todas luces tiene un valor simbólico más que económico.

Sin embargo, desde la trinchera en la cual ha decidido estructurar su discurso, esto es bastante coherente. Pretende construir un país mental, un país discursivo que muestre cualquier configuración faraónica desde la cual pueda edificar su proyecto, una prueba fehaciente de que el Gobierno invierte recursos en un bienestar imaginado. Así, la 4T es una puesta en escena de la representación de un poder ancestral que busca consolidar sus instrumentos simbólicos, porque la política mexicana, dado que está corrompida y podrida desde sus adentros, no es más que una posición desde donde se puede improvisar y una tribuna desde la cual se puede decir cualquier cosa.

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‘La Cuarta Transformación’. Esperar sin esperanza

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Agenda Comunitaria

Por Frank Aguirre

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Son 30 años desde aquella noche en la que se “cayó” el sistema, la del fraude electoral. Unos días antes, dos miembros de alto rango en el Frente Democrático Nacional (PFCRN, PMS, PARM y PPS) fueron asesinados a balazos, uno de ellos, Francisco Javier Ovando Hernández —a quien le correspondía recoger los resultados de la elección de 1988— había construído una red para acceder a información inmediata después de los comicios, pero con su muerte se cerró la posibilidad de que se conociera cómo se dio la elección. A pesar de las marchas masivas, de múltiples denuncias con pruebas contundentes —duplicación de credenciales electorales y reparto de boletas electorales de forma anticipada, cruzadas a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI)— “ganó” el PRI.

Esperanza traicionada

Tuvimos una transición inesperada y prolongada —de 12 años para ser precisos—, tras un partido de Estado que nos llevó de “la gloria” por el milagro económico, hasta la histeria por la matanza del 68, el halconazo del 71, las devaluaciones del peso con Echeverría, López Portillo, De La Madrid, los quinientos perredistas asesinados durante el gobierno de Salinas, la venta de Teléfonos de México, el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el asesinato de Colosio, la detención del hermano de Gortari, la matanza de Aguas Blancas y la masacre de Acteal, para llegar a tener el primer Presidente de oposición electo en la historia de este país: Vicente Fox Quesada.

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De ésta primer transición, con Fox como Presidente de México, obtuvimos la represión en Atenco; escándalos y acusaciones de enriquecimiento ilícito; la firma de contratos que beneficiaron a familias de servidores públicos; la “Ley Televisa”; y una presidencia omisa que nos dio seis años de ficción, de oportunidades desperdiciadas, con un pésimo uso de la institución presidencial que no quiso desterrar los vicios del sistema. Elegimos a alguien que no pudo encarar a los peores demonios del PRI y exorcizarlos. Alguien que se negó a entender que en el año 2000 tenía ante sí la posibilidad de transformar y no sólo de preservar. Prefirió vender, antes que gobernar. Dejando atrás un México con más crédito pero con más crimen, como bien dice Dresser.

Domingo 2 de julio del 2006. Elecciones presidenciales. Los análisis que utilizaron con la Ley de Benford —una distribución estadística que describe con precisión, y brinda información sobre posibles alteraciones numéricas en los conteos de votos en procesos electorales—, concluyeron que hubo anomalías y problemas numéricos serios, recomendando necesario un conteo voto por voto para disipar las dudas generadas. Cinco días después, a pesar de las múltiples denuncias de irregularidades en las casillas, y de encontrarse un margen de diferencia entre los dos punteros de tan solo 0.62%, se dio por ganador a Felipe Calderón; años después su directora de campaña declararía que el Director del Instituto Federal Electoral (IFE), aquella noche le informó directamente vía telefónica que el Partido Acción Nacional (PAN) había ganado los comicios aún cuando no se realizaba el conteo oficial.

Un Presidente sin credibilidad electoral nos dejó: más de 121 mil muertos, una guerra contra el narcotráfico fallida y que hasta la fecha continúa. Una deuda ante el Banco Mundial de 4 mil 300 millones de dólares; impunidad tras el incendio en la Guardería ABC; la suspensión de Mexicana de Aviación; el atentado en casino Royale en Monterrey; la acusación infundada de “pandilleros” ante el asesinato de 17 jóvenes que únicamente celebraban una fiesta en Ciudad Juárez; y el anuncio de la muerte de dos supuestos sicarios “armados hasta los dientes”, que en realidad se trataba de dos alumnos de excelencia del Tecnológico de Monterrey  —uno de ellos, sudcaliforniano— quienes fueron torturados y asesinados por militares.

De esto pasamos a una pesadilla peor: Enrique Peña Nieto. Imposible olvidar Ayotzinapa, la devaluación el peso, la casa blanca, Odebrecht, la fuga del Chapo Guzman, los desfalcos de Borge, Javier y César Duarte, el escándalo de espionaje destapado por Carmen Aristegui y el aumento de la inseguridad que superó la de Calderón. Así como la reforma energética y la alza a cifras históricas del costo de la luz, la gasolina y la canasta básica.

¿Cuarta Transformación?

Ahora hemos cruzado hacia la historia. Tras el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad México (NAICM), el Tren Maya y el terrible Plan Nacional de Seguridad, este sexenio ya empezó. Para unos miles no es la transición con la que soñábamos, para algunos —millones cegados ante el infierno en el que vivimos— es una pesadilla, sin embargo, otros cientos, miles quizá, no tenemos esperanza para los siguientes años. No la tenemos porque ésta transición arrastra vicios del pasado: Ricardo Salinas Pliego y la incertidumbre que genera su afinidad por el neoextractivismo, sus intereses económicos en promover la minería a cielo abierto, pone en alerta máxima a quienes han sufrido el despojo violento de sus tierras, a quienes en el desierto dependemos de una única fuente de agua, de un Área Natural Protegida en peligro por la amenaza de la minería tóxicapromovida por Salinas Pliego , la cual busca instalarse en dicha zona —la Sierra de la Laguna.

No hay elementos en  la biografía de Manuel Barlett que nos de certeza que enfrentará con modernidad y eficiencia al encabezar a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Escucharle halagos a la reforma energética cuando en el Senado se opuso, y posterior al anuncio a su designación en la CFE, afirmó no buscará echar abajo la reforma energética de Peña Nieto; significa que en nuestro país continuará un retroceso, una política que atenta contra los derechos humanos, el derecho a la propiedad y la libertad de trabajo, que genera fuga de capital, y que en vez de proteger respalda los daños ambientales y de salud pública.

Ricardo Monreal ha vivido del presupuesto público por 32 años, brincando de un puesto a otro como regidor, diputado, senador, gobernador, jefe de delegación, ya sea del PRI, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), del Partido del Trabajo (PT), de Movimiento Ciudadano o de Morena, con una actuación política plagada de escándalos: en 2009 el Gobierno de Zacatecas decomisó más de 14 toneladas de mariguana de una bodega propiedad de uno de sus hermanos, Cándido Monreal; su directora de Desarrollo Social fue detenida en 2015 en el aeropuerto de Tapachula cuando se disponía a abordar un vuelo privado a Toluca, con 1 millón de pesos en efectivo; y en 2016 a su director Jurídico de Gobierno de su Delegación, le encontraron en su auto una caja con 600 mil pesos en efectivo.

Hace un mes, Monreal acaba de presentar una iniciativa de Ley Agraria, lo que en palabras de la Red de Afectados por la Minería es “una regresión y nueva amenaza para los derechos de los pueblos campesinos que lucharon por sus tierras”. Por esto, y por una larga lista de personajes que vulneran o han vulnerado nuestra democracia, es difícil esperanzarse, pero a pesar de ello esperamos algo del siguiente sexenio; se espera resultados de individuos, a los cuales vale la pena no perderles la pista:

Alejandro Encinas, dirigente político de la izquierda mexicana, ahora Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración; por sus antecedentes como líder estudiantil, catedrático de la Universidad Autónoma de México (UNAM), senador, diputado, jefe de gobierno, y por la sensatez de su trayectoria se espera con gran expectativa los logros de la Comisión de la Verdad para el caso de Ayotzinapa, para dar con la verdad y la justicia. Se espera también que profesionalice con equipamiento, habilidades, y recurso humano capacitado la búsqueda institucionalizada de las miles de desapariciones forzadas alrededor del país.

Román Meyer Falcón. Titular de la Secretaría Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), arquitecto por el Tecnológico de Monterrey, posgrado en Gestión Urbana en Barcelona, catedrático en la Universidad Iberoamericana, con experiencia en proyectos enfocados en el rescate del espacio público, la movilidad y las políticas públicas. De su chamba espero que el gobierno recupere la capacidad de planeación urbana alejada de los intereses empresariales buscando replantear una política pública de vivienda social en México, pues existe una generación de millones de mexicanos que actualmente no pueden acceder ni costear el financiamiento de una vivienda. Lo mismo en materia de traslado, con ciudades desarticuladas pensadas únicamente para el 30% de la población mexicana que tiene un auto, el desarrollo urbano en el país deberá a aspirar a construir seguridad para los usuarios vulnerables, ampliar las oportunidades para transportarse en otros medios más eficientes al coche y fijar una postura clara ante la gentrificación por la especulación inmobiliaria que genera anillos periféricos de miseria y desplazo.

Luisa María Alcalde, secretaria de Trabajo y Previsión Social (STPS), es egresada de la UNAM de la carrera de Derecho, con posgrado en políticas públicas en Berkeley, fue  diputada federal por Movimiento Ciudadano, y participó activamente en 2005 en el movimiento contra el desafuero de López Obrador. Habrá que poner atención si su Secretaría comienza a regular el outsurcing; implementar medidas de justicia laboral —los contratos en varias transnacionales están dejando en desamparo a cientos de miles de personas—; evaluar que en los procesos de aumento de salario mínimo tenga congruencia dicha política en colaboración con la Secretaría de Hacienda para aminorar los impuestos a las medianas y pequeñas empresas, que con medidas como el aumento de salario no les orille a trabajar en la irregularidad.

María Luisa Albores, titular de la Secretaría de Bienestar, antes Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), líder estatal de Morena en Puebla, defensora de los pueblos indígenas, parlante en náhuatl y totonaca, integrante de la cooperativa campesina Tosepan Titataniske —de impulso al campo, productos locales, y defensor de los recursos naturales de los pueblos originarios—, ingeniero agrónomo, Maestra en Pedagogía del Sujeto y Práctica Educativa, especialista en economía social y solidaria. De su trabajo, primeramente debería esperarse que esta Secretaría deje de ser la caja chica para las campañas locales y escaparate político para futuros candidatos; que a los beneficiarios de los 17 programas que maneja Sedesol incluya financiamiento para capacitación y asistencia técnica en el desarrollo de oficios de su interés; la consolidación de diversas cooperativas para el fortalecimiento del poder social; y transitar a una política institucional que permita a la población más vulnerable la soberanía alimentaria.

Olga Sánchez Cordero, actual Secretaria de Gobernación, con un doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Morelos (UAEM) y por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), profesora de la UNAM. Es la novena mujer que ocupa una silla en el Tribunal Superior de Justicia y la primer mujer Notaría Pública en la Ciudad de México; es indispensable saber sus antecedentes como abogada, como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y magistrada del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, considerada una de las ministras más liberales de la corte.

De la ministra del interior, del primer gobierno de izquierda en el país, se espera que al despenalizar el consumo de cannabis proteja su reproducción limitada en individuos por encima del mercado y la privatización para su producción y venta pública, de igual forma el proceso de pacificación del país, del cual es indispensable que nunca rayé en la impunidad y que sea un contrapeso contra el Plan Nacional de Seguridad que sólo ampliará esta guerra innecesaria en el país que ha costado miles de vidas inocentes, así como se esperan políticas a favor del fortalecimiento de los derechos civiles para mujeres —el derecho a decidir sobre sus cuerpos— y parejas homosexuales.

Armando Ishikawa, comunicólogo y politólogo por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y la UNAM, renombrado activista de la movilidad peatonal y ciclista en Puebla, formó parte de la generación del YoSoy132, miembro fundador de Wikipolítica Puebla, aspirante a candidato independiente a diputado en las pasadas pre-campañas. Ahora es director de Cultura Vial y Promoción de la Movilidad Urbana Sustentable en el municipio de Puebla, su chamba es  la construcción de un imaginario generalizado en donde los poblanos deberán reflexionar, adaptar y hasta formar parte en la exigencia del concepto de desarrollo urbano sustentable, sin duda será algo digno de admirar, estudiar y recrear, en caso de éxito.

Andrés Lajous, sociólogo por Princeton y Maestro en Planeación Urbana por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) De él, se espera que amplié la cobertura de acceso a movilidad segura en bicicleta, fortalecer el transporte público (ampliación de rutas, disminuir el tiempo de traslado, mejorar la eficiencia para captar  mayor número de usuarios dueño de autos particulares) y mejorar las condiciones de interconexión entre los diversos sistemas de transporte público para reducir las horas de viaje y mejorar la seguridad durante los traslados.

Patricia Ahumada. Es arquitecta por la Universidad de Guadalajara (UdeG), con Maestría en Desarrollo Urbano; trabajó en el Laboratorio Experimental de Materiales y Procesos (Lempro) de la misma UdeG; fue asesora técnica para la Deutsche Gesellschaft Internationale Zusammenarbeit; fue coordinadora de Vinculación y Participación Ciudadana en el Instituto Municipal de Planeación Urbana de La Paz (Implan), instituto al que actualmente dirige por completo. Por su formación profesional y basto conocimiento en materia de desarrollo urbano sustentable, de tener un respaldo de la actual administración municipal morenista, pudiera comenzar a darle un giro de 180º al caos urbano y vial que se vive en la ciudad con más autos per cápita del país.

Janneth Murillo, bióloga marina, Maestra en Ciencias con Especialidad en Manejo de Recursos Marinos, Doctora en Ciencias con Especialidad en Manejo de los Recursos Naturales; lleva casi una década luchando contra la contaminación de la minería a cielo abierto, en protección del agua y la vida de la Reserva de la Biósfera y Área Natural Protegida Sierra La Laguna,fuente principal de agua para habitantes de La Paz y Los Cabos. En las pasadas elecciones, se hizo un convenio entre las organizaciones en resistencia contra la mina y el candidato a la alcaldía de Morena; quedando éste electo, Janneth Murillo pasó a ser elegida como Directora de Ecología, Educación y Gestión Ambiental.

Seguramente, a lo largo del todo el país, en diversos municipios y curules, existen perfiles idóneos para el puesto al que han sido elegidos, pero el acercamiento del Presidente con personajes con antecedentes e intereses dañinos para la sociedad mexicana borra para muchos toda esperanza de un “cambio”. Forma es fondo dicen. Las circunstancias deben de ocuparnos, nos obliga a involucrarnos en disputar la lógica común como diría un buen amigo: tejer una pléyade para abrazar la política. Nos vemos en las calles.

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