Loreto, la Virgen que dio nombre a la California jesuita

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Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 1697, un puñado de jesuitas y soldados desembarcó en la ensenada de Conchó, en la península entonces llamada “California”. Al frente iba el padre Juan María de Salvatierra. Pocos días después, el 25 de octubre, llevaron en procesión la imagen de Nuestra Señora de Loreto y, bajo su amparo, quedó fundada la Misión que sería la “cabeza y madre” de todas las misiones de las Californias. Aquel asentamiento —hoy ciudad de Loreto, Baja California Sur— se convirtió en el primer enclave permanente de la colonización peninsular y el punto de irradiación del sistema misional hacia el norte.

¿Por qué los jesuitas eran tan “loretanos”? La devoción a la Virgen de Loreto venía cargada de símbolos potentes para la espiritualidad católica de la época: la “Santa Casa” de Nazaret, asociada al misterio de La Encarnación, y una narrativa de protección y movilidad que conectaba santuarios y fronteras. En el Noroeste Novohispano, los jesuitas impulsaron de manera sistemática la piedad mariana —incluida la advocación loretana— como estrategia central de su misión: imágenes, réplicas de la Santa Casa, novenas y fiestas patronales que cohesionaban a comunidades indígenas y mestizas en contextos de frontera.

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La especial devoción de Salvatierra

En el caso de Salvatierra, la relación con la Virgen de Loreto fue personal y programática. Ya en México, antes de cruzar a California, promovió la construcción de réplicas de la Santa Casa en colegios jesuitas (San Gregorio, Tepotzotlán, Querétaro, Guadalajara), y en sus cartas desde la península llamó a la Virgen “la gran conquistadora”, atribuyéndole su éxito inicial. En un pasaje célebre, relata cómo, “invocando a Nuestra Señora de Loreto”, se libraron de un peligro de mar que juzgaron evidente. Esa devoción explica en buena medida decisiones, gestos y símbolos del proyecto californiano.

¿Por qué la primera Misión se llamó Loreto?

El nombre fue una consecuencia natural de ese fervor. Tras el desembarco en Conchó, los jesuitas instalaron una capilla provisional y, el 25 de octubre de 1697, condujeron en procesión solemne la imagen de Nuestra Señora de Loreto; desde ese acto fundacional, el sitio se conoció como Real de Nuestra Señora de Loreto y, pronto, Misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó. Desde allí partieron hombres, recursos e ideas para fundar las demás misiones de la península y, más tarde, las de la Alta California.

El culto loretano en Baja California Sur

Más de tres siglos después, el rastro de aquella devoción sigue vivo. La antigua Misión alberga hoy el Museo de las Misiones Jesuíticas, que resguarda arte y objetos sacros vinculados a la evangelización peninsular. La ciudad mantiene celebraciones religiosas y cívicas en torno a su fundación de octubre y a la memoria litúrgica universal de la Virgen de Loreto cada 10 de diciembre, instaurada en el calendario romano por decreto del papa Francisco en 2019. En el imaginario regional, la Virgen de Loreto conserva el título afectivo de “Patrona de las Californias”, y su fiesta reúne a fieles locales y visitantes en templos y plazas.

Una herencia que nombra y ordena el territorio

Nombrar fue un modo de fundar. Al llamar “Loreto” a su primera misión, los jesuitas trasladaron a la California novohispana un lenguaje espiritual que unía casa, camino y promesa. La imagen loretana marcó ritmos de fiesta, legitimó alianzas y sirvió de paraguas simbólico para una empresa que combinó catequesis, disciplina y organización social. Esa “madre de las misiones” quedó como capital de las Californias durante décadas, y su huella —arquitectónica, devocional e histórica— explica por qué la Virgen de Loreto no es solo un nombre antiguo en una fachada: es una memoria compartida que aún estructura la identidad loretana y sudcaliforniana.

Referencias:

Archivo Histórico de las Misiones de Baja California. Fundación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó (1697). Disponible en sitios de divulgación histórica regional.

Ortega Noriega, Sergio. El sistema misional jesuita en el Noroeste de México. Estudios sobre la religiosidad mariana y las advocaciones promovidas por la Compañía de Jesús en los siglos XVII-XVIII.

Cartas del Padre Juan María de Salvatierra. Testimonios recogidos en crónicas jesuitas sobre la fundación de la misión y su especial devoción a la Virgen de Loreto.

Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Museo de las Misiones Jesuíticas de Loreto. Información institucional sobre la devoción mariana y el patrimonio material en Baja California Sur.

Vatican News. El Papa Francisco inscribe la memoria de la Virgen de Loreto en el Calendario Romano (2019). Referencia sobre la fiesta universal de la Virgen de Loreto.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




367 Aniversario del natalicio de Juan María de Salvatierra. Un misionero visionario

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Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El padre Juan María de Salvatierra fue una de las figuras más notables en la historia de la evangelización y la fundación de misiones en las Californias. Nació el 15 de noviembre de 1648 en Milán, Italia, en el seno de una familia hispano-italiana. Era el menor de cinco hermanos, fruto de la unión entre Juan de Salvatierra, quien descendía de una rica familia de Andújar en Andalucía, y Beatrice Visconti, emparentada con los Duques de Milán. Desde joven mostró una gran inclinación hacia el estudio y el conocimiento, pero fue en su adolescencia cuando experimentó un despertar espiritual que lo llevaría a una vida de entrega y sacrificio en tierras lejanas.

Desde temprana edad, Salvatierra recibió una educación de élite en el Colegio de Nobles en Parma, donde estudió materias como letras, música y esgrima, además de aprender latín y francés. Durante esta etapa, comenzó a gestarse en él una vocación misionera, inspirada por las lecturas sobre las misiones en China que escuchó en el refectorio. Con el tiempo, su deseo de servir como misionero se consolidó.

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En 1666 inició sus estudios de filosofía y en 1668 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Génova, Italia, pasando posteriormente a Chieri. En 1675, fue enviado a México para continuar su formación en el Colegio Mayor de Tepotzotlán —actual Estado de México. Durante varios años enseñó retórica en el Colegio de Puebla, demostrando sus habilidades tanto académicas como pedagógicas.

Misiones en el Norte de México

Hacia 1680, Salvatierra fue asignado a una nueva misión en la región Noroeste, específicamente en la sierra de Chínipas, en lo que hoy es Chihuahua. Pasó una década en esta región, trabajando incansablemente para pacificar y “civilizar” a los pueblos indígenas, fundando diversas misiones en la zona. En estas tierras aisladas y hostiles, Salvatierra ganó experiencia en el trato con las comunidades locales, y se fortaleció en él el ideal misionero de lograr la conversión espiritual de los nativos sin el uso de la fuerza.

Posteriormente, fue nombrado Visitador de Misiones en Sonora y Sinaloa, donde conoció al padre Eusebio Francisco Kino, otro notable misionero jesuita. Durante su recorrido por las misiones a cargo de Kino, escuchó sobre las difíciles condiciones en que vivían los indígenas en las Californias. Ambos religiosos compartieron la aspiración de llevar la fe cristiana a estas tierras, que no habían sido conquistadas por la fuerza militar. Así, concibieron el plan de emprender la evangelización de las Californias, comprometidos a fundar misiones en una región que aún no había sido sometida.

Camino hacia las Californias: obstáculos y desafíos

Con el fervor misionero como motor, Salvatierra comenzó los preparativos para su ambicioso proyecto de establecer misiones en las Californias. A finales de 1696, recibió el llamado del Provincial de la Compañía de Jesús en la Ciudad de México, quien le otorgó la autorización para proceder con la evangelización. Sin embargo, la Corona Española, escéptica ante los fracasos anteriores en la colonización de la región y el elevado costo de las expediciones previas, decidió no financiar la misión. Este obstáculo no detuvo a Salvatierra, quien se comprometió a reunir los fondos necesarios por sus propios medios.

Con la ayuda de donaciones de benefactores como el conde de Miravalle y el marqués de Buena Vista, Salvatierra logró recaudar 15 mil pesos para la empresa. Además, recibió el apoyo de la Congregación de los Dolores y de don Juan Caballero y Ocio, prebístero de Querétaro, quien se comprometió a cubrir cualquier gasto adicional que surgiera. Este respaldo permitió a Salvatierra reunir los recursos necesarios para la travesía y la manutención de la misión.

El 6 de febrero de 1697, después de sortear las objeciones del fiscal del rey, quien se oponía a cualquier tipo de colonización en California, Salvatierra obtuvo finalmente la licencia para su expedición.

Llegada a Baja California y fundación de la primera misión

El 10 de octubre de 1697, Salvatierra y su equipo zarparon en una embarcación rumbo a las costas de California. En sus escritos, relata las vicisitudes de su viaje y los desafíos que enfrentaron para desembarcar en las tierras que soñaba evangelizar. Finalmente, el 12 de octubre de 1697, divisaron la península y se adentraron en una gran bahía conocida como la Concepción. Fue allí donde, el 16 de octubre, Salvatierra y su equipo desembarcaron, estableciendo un campamento en el antiguo Real de San Bruno, que había sido fundado por una expedición anterior y estaba en ruinas.

Los conquistadores se sintieron desanimados por la falta de agua potable y las dificultades para desembarcar en el sitio inicial, cargando suministros por largas distancias hasta el campamento. Ante estos problemas, el capitán Juan Antonio Romero sugirió explorar una ensenada cercana donde, años antes, había encontrado agua dulce, llamada la Ensenada de San Dionisio. Tras decidirlo por sorteo, la expedición partió hacia el nuevo destino el 17 de octubre, pasando la noche cerca de la isleta de Coronados. Al día siguiente, desembarcaron en una costa de forma semicircular que se extendía unos cinco kilómetros y parecía verde y fértil desde el barco. Aunque los marineros tuvieron dudas sobre si este era el sitio exacto donde se había encontrado agua anteriormente, decidieron explorar aún más al Sur. Al llegar a una zona con vegetación y un cañaveral, encontraron un entorno más ameno y con más habitantes indígenas, aunque los manantiales no eran tan favorables. Finalmente, tras evaluar los recursos, determinaron que la Ensenada de San Dionisio, también conocida como Conchó por los nativos cochimíes, era el mejor lugar para establecer la misión. En los días siguientes, desembarcaron provisiones, herramientas y artículos litúrgicos, incluyendo una imagen de la Virgen de Loreto y un crucifijo. El 25 de octubre de 1697, con una solemne misa, se realizó la fundación oficial de la Misión de Nuestra Señora de Loreto y Real Presidio, marcando así el inicio de una serie de misiones que serían claves para la evangelización en la península de Baja California.

La misión de Nuestra Señora de Loreto, fundada por Salvatierra, se convirtió en el centro de operaciones para la evangelización de las Californias y es conocida hoy como la «Cabeza y Madre de las Misiones de la Alta y Baja California». A partir de este punto estratégico, en los siguientes siete años, los jesuitas lograron establecer seis misiones más a lo largo de la costa del Golfo de California. Estos asentamientos no ólo sirvieron como centros religiosos, sino también como puntos de organización económica y social, que fortalecieron la presencia jesuita en la región.

Su regreso a la Ciudad de México últimos años

En 1704, Salvatierra fue nombrado Padre Provincial de la Compañía de Jesús, lo que lo obligó a trasladarse a la Ciudad de México. Durante este tiempo, continuó supervisando las actividades en Baja California desde la distancia. Una vez concluida su gestión, regresó a las misiones en la península, donde reanudó sus labores con el mismo fervor que había tenido desde el inicio.

En 1717, el virrey Marqués de Valero le solicitó a Salvatierra información para un libro sobre la «Historia de California», ordenado por el rey Felipe V. A pesar de su delicado estado de salud, obedeció la orden y emprendió el viaje hacia Guadalajara. Lamentablemente, en el trayecto su condición se agravó, lo que lo obligó a ser transportado en camilla. Falleció el 17 de julio de 1717 en Guadalajara, donde fue sepultado en la Capilla de la Virgen de Loreto, en la que había trabajado años atrás.

Juan María de Salvatierra dejó un legado de compromiso y entrega. Su vida fue un testimonio de sacrificio y fe, y su labor misionera transformó profundamente la península de Baja California. Su enfoque basado en la evangelización, en lugar de la conquista, permitió un contacto pacífico y duradero con los indígenas. A lo largo de su vida, Salvatierra demostró que la fe y el entendimiento mutuo podían ser herramientas más poderosas que la espada. Hoy, su nombre y su obra siguen siendo recordados como un símbolo de perseverancia y dedicación en la historia de las misiones en México y las Californias.

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327 Aniversario de la Misión de Nuestra Señora de Loreto. Un viaje de fe y perseverancia

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Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En los últimos años del siglo XVII, la región de California, con su vasto y desolado paisaje, se convirtió en el escenario de una de las empresas más ambiciosas de la Corona Española: la fundación de misiones. Estos proyectos no sólo pretendían evangelizar a los pueblos indígenas, sino también establecer una presencia permanente en una zona poco explorada y de difícil acceso. La historia de las misiones en Baja California es un testimonio de la perseverancia, la fe y los desafíos enfrentados por un grupo de hombres que, liderados por el padre Juan María de Salvatierra, se embarcaron en una travesía espiritual y territorial.

Entre los años 1683 y 1685, el padre Eusebio Francisco Kino, reconocido por su labor evangelizadora en las regiones de Sonora y Sinaloa, acompañó al almirante Isidro Atondo y Antillón en una expedición a la California. El objetivo era claro: fundar misiones permanentes que sirvieran como bases para la evangelización de los pueblos indígenas y la consolidación de la presencia española en la región. Sin embargo, la empresa se encontró con dificultades insalvables. La escasez de recursos, el terreno inhóspito y la resistencia local llevaron al abandono del proyecto. Las misiones soñadas en la California se desvanecieron, al menos temporalmente.

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A pesar de los fracasos iniciales, la llama de la evangelización no se apagó. En 1686, el padre Juan María de Salvatierra, un ferviente jesuita que había sido designado visitador de las misiones de Sinaloa y Sonora, se encontró con Kino. Fue en ese encuentro donde Salvatierra se vio profundamente inspirado por la labor que Kino había comenzado y, convencido de la importancia de continuar la obra en la California, decidió embarcarse en esta misión. Salvatierra no estaba solo en su convicción. El legado espiritual del padre Juan Bautista Zappa, fallecido en 1694, también influyó en la decisión de Salvatierra. Zappa, antes de morir, había alentado a Salvatierra a continuar con la misión y a enfrentar los desafíos con la esperanza de la recompensa celestial.

Para emprender una empresa de tal magnitud, era necesario contar con el respaldo tanto de la Iglesia como de la Corona. El padre Salvatierra, consciente de ello, buscó la autorización del general de los jesuitas, el padre Tirso González de Santa-Ella. Aunque la licencia no fue inmediata, finalmente, el 5 de febrero de 1697, el excelentísimo señor don Joseph de Sarmiento y Valladares, Conde de Moctezuma, concedió el permiso oficial para fundar la misión en California. Este apoyo no sólo validaba la labor espiritual de los jesuitas, sino que también garantizaba cierto respaldo material y logístico por parte del virreinato de la Nueva España.

Viaje hacia lo desconocido

Con la licencia en mano, Salvatierra partió desde el puerto del Yaqui el 10 de octubre de 1697. Lo acompañaba una tripulación compuesta por hombres de diversas partes del mundo, cada uno con su propia historia y motivaciones, pero todos unidos por un mismo objetivo. Entre ellos se encontraban don Esteban Rodríguez Lorenzo, un portugués que posteriormente serviría como capitán durante muchos años, Bartolomé de Robles Figueroa, un criollo originario de la provincia de Guadalajara, y Juan Carabaña, un marinero maltés. También formaban parte de la expedición Nicolás Márquez, un marinero siciliano, y Juan Mulato, un hombre del Perú. A este grupo se unieron tres indígenas: Francisco de Tepahui, Alonso de Guayavas y Sebastián de Guadalajara, quienes servirían como guías y colaboradores en la misión.

El viaje no estuvo exento de desafíos. El trayecto marítimo desde el Yaqui hasta las costas de la Baja California fue largo y peligroso. Finalmente, el 13 de octubre de 1697, la expedición llegó a la Bahía de la Concepción, donde desembarcaron para iniciar su travesía hacia el Norte. Sin embargo, la calidad del agua en esa región resultó ser deficiente, lo que obligó a la tripulación a buscar un lugar más adecuado para establecerse.

La expedición continuó su búsqueda, liderada por el capitán Juan Antonio Romero de la Sierpe, quien recordaba un sitio más prometedor al que había llegado durante una expedición anterior con el almirante Atondo. Fue así como la expedición se dirigió hacia la Ensenada de San Dionisio, conocida como Conchó por los indígenas cochimíes. Este lugar, ubicado en una zona estratégica y con acceso a mejores recursos, parecía el sitio ideal para fundar la primera misión jesuita en Baja California.

Encuentro con los indígenas

El 19 de octubre de 1697, la expedición llegó a Conchó, donde fueron recibidos por más de cincuenta indígenas de la vecina ranchería, así como por otros provenientes de San Bruno. Los indígenas, curiosos y respetuosos, se acercaron a la tripulación, muchos de ellos hincándose de rodillas y besando las imágenes del crucifijo y de la Virgen María. Este encuentro pacífico marcó el inicio de una relación que, aunque no exenta de dificultades, permitió a los jesuitas comenzar su labor evangelizadora en la región.

El acto más simbólico de la jornada fue la procesión en la que se trajo desde la embarcación la imagen de Nuestra Señora de Loreto, patrona de la conquista. Con solemnidad y devoción, los misioneros colocaron la imagen en el centro de lo que sería la primera misión en California. El 25 de octubre de 1697, se tomó posesión oficial de la tierra en nombre del rey de España, marcando el inicio formal de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, el primer bastión jesuita en la península.

Un legado que perdura

La fundación de la Misión de Loreto no sólo fue el inicio de la evangelización de Baja California, sino también el comienzo de un proceso de transformación cultural y social que moldearía el futuro de la región. A pesar de los desafíos geográficos, la escasez de recursos y la resistencia ocasional de los pueblos indígenas, los jesuitas, liderados por hombres como Salvatierra, lograron establecer una red de misiones que perduraría durante décadas.

Hoy, la Misión de Loreto es un testimonio vivo de la perseverancia de aquellos hombres que, impulsados por su fe y dedicación, se embarcaron en una de las empresas más audaces de su tiempo. La historia de la misión no solo es parte del patrimonio cultural de Baja California, sino también un recordatorio de los sacrificios y logros de quienes, con esperanza y devoción, buscaron expandir las fronteras de su mundo.

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Festejan 132 aniversario de fundación del Benemérito Hospital Juan María de Salvatierra

FOTO: Gobierno del Estado

La Paz, Baja California Sur (BCS). De acuerdo con un comunicado de prensa del Gobierno del Estado se informó que, al encabezar el festejo por el 132 aniversario de fundación del Benemérito Hospital General con Especialidades Juan María de Salvatierra, el gobernador Víctor Castro Cosío, dijo que la historia viva de esta institución está en la mística y entrega de quienes ahí trabajan por el cuidado de la salud de las y los sudcalifornianos.

Acompañado por la secretaria de Salud, Zazil Flores Aldape y por el director del nosocomio, Bogdan Arriaga Benis, Castro Cosío subrayó que a nueve meses de  iniciar gestiones, su administración ya canalizó una inversión superior a los seis millones de pesos para rehabilitar áreas estratégicas del edificio que hoy alberga al hospital que protagoniza la historia de la salud en nuestra entidad y que se mantiene a la fecha como el establecimiento médico con mayor capacidad resolutiva de la geografía sudcaliforniana.

En este encuentro con las y los profesionales de la medicina, enfermería, química, radiología, trabajo social, psicología, personal administrativo, camilleros, entre otras compañeras y compañeros trabajadores, el mandatario estatal manifestó que recuperar las condiciones de funcionalidad del hospital es una de las mejores formas de celebrar su 132 aniversario de creación, pero es además un acto de justicia social, ya que en esas instalaciones se brindan tratamientos  a las y los pacientes que no tienen seguridad social, ni recursos para atenderse en el medio privado.

Al hacer entrega de reconocimientos a personal que durante muchos años brindó sus servicios en las diferentes etapas e instalaciones del nosocomio, dijo que don este acto se evoca la memoria de quienes dedicaron gran parte de su vida para crear y dar operatividad a esta institución que desde hace más de un siglo asiste a gente vulnerada en su salud, pero que además ha sido formadora de generaciones de médicos y enfermeros que con un alto sentido humanista velan por el bienestar del pueblo, abundó el Gobernador.

Se destacó además que tan solo de septiembre de 2021 a la fecha, en este hospital se han brindado más de 23 mil consultas, se han desarrollado más de 2800 cirugías y se han realizado más de 5,100 egresos.

Finalmente, el Gobernador del Estado puntualizó, Mediante la suma de esfuerzos con el Gobierno de México hemos iniciado un proceso para federalizar los servicios estatales de salud, de tal manera que unidades como este emblemático hospital cuenten con recursos anuales para su conservación, reciban medicamentos e insumos suficientes y laboren con mayor personal operativo a fin de que garanticen el derecho a la salud gratuita y de calidad para las y los sudcalifornianos, todo esto con pleno respeto de las y los trabajadores de la  Secretaría de Salud, concluyó el comunicado de prensa.




323 Aniversario de la fundación de Loreto, la primer capital de las Californias

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Loreto no solo fue el sitio en el que se estableció el primer poblado permanente en la California, su importancia fue tal que se convirtió en la punta de lanza de la colonización de toda la península así como territorios más al norte, los que hoy conforman 3 estados: Baja California, Baja California Sur, y California en otro país. Su nacimiento fue toda una hazaña en donde convergieron muchos factores, incluso sobrenaturales, ya que como dijo el gran Juan María de Salvatierra “California era inconquistable para los hombres… pero no para Dios”, así que tal vez la influencia divina jugó un papel importante para que esta gran obra se lograra.

La planeación de la conquista de la California por parte de los Jesuitas inició en el año de 1691. En ese entonces, el Padre Salvatierra y el Padre Eusebio Francisco Kino se conocieron en las Misiones de Sonora. El sacerdote Kino invitó a Salvatierra a recorrer, durante un mes, las Misiones que había establecido en aquellas tierras, y durante el viaje le fue contando sobre la expedición donde participó en los años de 1683 a 1685 a la California, le platicó de la gran cantidad de Californios que encontró y de la gran obra de evangelización que se ofrecía frente a ellos. Salvatierra sucumbió ante la fuerza y apasionados argumentos de Kino y ambos pactaron conseguir los medios y permisos para viajar a la California e iniciar la labor de conversión de los naturales.

 

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Durante los siguientes 6 años (1691-1697), Salvatierra, ayudado por Kino, Ugarte y otros sacerdotes, se dirigieron a sus autoridades religiosas como a las pertenecientes al Virreinato pidiendo se les concediera el permiso para trasladarse a la California, sin embargo, el recuerdo del gran fracaso con el que terminó la expedición del almirante Isidro Atondo y Antillón, hicieron imaginar esta hazaña como imposible. Afortunadamente, una serie de factores venturosos (algunos dicen milagrosos) hicieron que, de repente, todas las circunstancias cambiaran; de tal manera que, en el mes de febrero de 1697 el virrey José Sarmiento y Valladares expidiera la licencia para la conquista de la California a Kino y Salvatierra.  Vencido este obstáculo, se procedió a pedir donativos a las personas ricas de la Ciudad de México para que sufragaran los costos de esta expedición así como la formación de las primeras Misiones.

El mes pactado para hacerse a la mar rumbo a California fue en octubre de ese año. Salvatierra llegó al puerto (desembocadura del río Yaqui) donde se embarcaría junto con 11 o 12 personas más, entre soldados y marineros. Lamentablemente, Eusebio F. Kino no pudo acompañarlo debido a una gran insurrección que se dio entre las etnias del norte de Sonora, donde se solicitó la mediación del sacerdote. Salvatierra inicia su viaje el 10 de octubre y llega cerca de la Bahía de San Dionisio, en la California, el 12. Debido a varias dificultades climatológicas no pudieron desembarcar hasta el día 16 de octubre. Durante varios días estuvieron explorando los lugares cercanos a donde desembarcaron, para encontrar el sitio con la mejor fuente de agua y las tierras más adecuadas para sembrar y criar ganado. El sitio designado fue uno al que los Cochimíes, naturales que vivían en este sitio, denominan “Conchó” y que significa mangle rojo. Durante los siguientes 4 o 5 días, Salvatierra ordena a sus hombres que realicen un desmonte de una gran área de este sitio con el propósito de establecerse en el lugar. Construyen varias cabañas para habitaciones de los soldados, el sacerdote y como almacén de los productos que traían, también realizaron un corral para proteger a los animales.

Finalmente, el día 25 de octubre de 1697, teniendo todo preparado, el padre Juan María de Salvatierra inicia una magna ceremonia religiosa para declarar formalmente fundada esta Misión. A continuación, transcribimos parte del relato que hizo el sacerdote sobre el evento: …Dieron señas de mucho gozo los indios e indias con la venida de la santa imagen [de Nuestra Señora de Loreto], que llegó aquí el viernes en la tarde, y el sábado siguiente se le celebró la misa, en 25 de octubre, y dos días después habíamos plantado la santa cruz con muchas flores, instándome todos los españoles [y] después muchos indios para besarla.

Con este evento sencillo pero solemne, queda fundada la primer capital de las Californias. Aún hubo muchas barreras y obstáculos qué sortear, pero, afortunadamente, la perseverancia de los sacerdotes y posteriormente de los colonos europeos y mestizos que habitaron el lugar, lograron que el sitio permaneciera y que hasta el día de hoy sea baluarte del progreso y amor a la tierra Sudcaliforniana.

 

Bibliografía:

 

“Misiones de las Californias III: Nuestra Señora de Loreto Conchó” – Carlos Lazcano Sahagún

«Cartas sobre la conquista espiritual de Californias» – Juan María de Salvatiera.

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