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Melitón Albáñez Domínguez, un patriota sudcaliforniano

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El pasado día 10 de febrero se conmemoró el 134 aniversario del natalicio de uno de los Generales más jóvenes que dio Baja California Sur a la patria, un hombre que pese a que fue sacrificado en cumplimiento de su deber militar a una edad muy temprana, siempre tuvo claro los principios y valores que enarbolaría durante su vida y a los cuales defendería ante cualquier trance, incluso ante la muerte.

Albáñez Domínguez nació en el poblado de El Pescadero, en el Territorio Sur de la Baja California el 10 de febrero de 1886 (en una de sus biografías referencia el año de 1880). Sus padres eran muy humildes por lo que tuvo una infancia llena de limitaciones económicas. En la reseña que escribió el Maestro Eligio Moisés Coronado sobre este patriota, nos menciona que en busca de un mejor porvenir su familia se trasladó al puerto de Guaymas, Sonora, en donde empezaron otra etapa de su vida, la cual siempre se caracterizó por el trabajo y el empeño que ponía en todas las actividades que realizaba.

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En cuanto cumplió la mayoría de edad decide probar suerte enganchándose como trabajador de una de las empresas mineras del poblado de Cananea, Sonora. Durante el tiempo que laboró pudo darse cuenta de las inhumanas condiciones de trabajo en las que tenían a los obreros mexicanos, los tratos injustos y despiadados que daban a aquellos hombres que se atrevían a alzar la voz exigiendo un horario justo y mejores condiciones para realizar sus labores. Los sueldos de miseria que percibían, que distaban en gran medida de los que le daban a los empleados extranjeros, fue también otro motivo que exaltara sus deseos de liberarse del yugo nefasto al que los sometían los dueños de esas empresas, contando con la complacencia e indolencia del gobierno mexicano.

De forma paulatina Melitón fue participando en los grupos de obreros que se reunían en juntas clandestinas y en las que leían los manifiestos de Madero y Flores Magón, a través de los cuales se sintieron llamados a iniciar acciones organizadas para exigir a sus patrones mejores condiciones de trabajo y salarios justos. Durante estos eventos tuvo la oportunidad de conocer a otro gran sudcaliforniano, Agustín Olachea Avilés, el cual también había nacido en el territorio sur de la Baja California, en San Venancio, un rancho cercano al Pescadero. Ambos trabajaban como obreros en las minas y coincidían en ideales y deseos de emancipación de estas condiciones tan lamentables en que vivían así como miles de sus compatriotas.

Fue en el año de 1906 que estalla la huelga en la compañía minera “Cananea Consolidated Copper Company” (CCCC), propiedad de un coronel estadounidense llamado William C. Greene. En un principio, este movimiento fue pacífico y los obreros mexicanos se dedicaron a suspender actividades y concentrarse frente a las oficinas de la Compañía. Sin embargo, el dueño de la minera decide armar a los trabajadores estadounidenses que laboraban con él y abren fuego contra los manifestantes, asesinando a dos de ellos. De inmediato se inicia una gresca desigual entre los trabajadores mexicanos y los extranjeros, los primeros lanzando piedras y lo que tenían a la mano, y los segundos armados con rifles y pistolas; sin embargo, aún ante esta desventaja, varios agresores extranjeros fueron heridos y murieron a consecuencia de ello. Lamentablemente la superioridad numérica hizo huir a los aguerridos mexicanos fuera del pueblo. Con el paso de los días y ante la represora acción del ejército mexicano, apoyado por los rangers estadounidenses, sometieron a los inconformes y encarcelaron a los cabecillas.

Pero la llama estaba encendida. Después de presenciar estos hechos tan humillantes e injustos hacia la gente humilde y ante la imposibilidad de tener vías legales y justas para canalizar sus demandas, tanto Melitón Albáñez como  Agustín Olachea se unen a las fuerzas militares que posteriormente se denominarían Revolucionarias y que encabezarían un gran movimiento político, social y militar, que desembocó en la expulsión del dictador Porfirio Díaz Mori de la Presidencia de la República y el fin de esa tiranía.

Melitón Albáñez se distinguió en los hechos de armas como un hombre de gran valor, astuto en las artes de la guerra y, sobre todo, de una perseverancia y pundonor que lo hicieron sobresalir en todas las batallas que peleó. Tuvo destacadas participaciones siendo ya Jefe de Batallón, en los llamados “combates de Santa Rosa y Santa María”, por lo que fue reconocido por el General Manuel M. Diéguez, antiguo compañero y participante de la Huelga de Cananea, y que en esas fechas ya era General de la División de Occidente, como su brazo derecho y segundo al mando. Tras el suceso de la tristemente célebre Decena Trágica, en donde fueron asesinados el Presidente Madero y el Vicepresidente Pino Suárez, por órdenes del sátrapa y usurpador Victoriano Huerta, se une a las fuerzas militares que repudiaron este hecho y de inmediato inicia acciones militares contra el ejército que secundó a Huerta. Su valor e inteligencia militar lo hicieron acreedor del grado de General del Ejército Revolucionario y, como justa retribución a sus capacidades, se desempeñó al mando del 13º batallón del Estado de Sonora. Con el derrocamiento de Huerta pasó a formar parte del ejército comandado por el General Álvaro Obregón Salido.

Tras fallar el intento de unificar las fuerzas revolucionarias en la Convención de Aguascalientes, convocada por Venustiano Carranza, en los meses de octubre y noviembre de 1914, y donde las fuerzas Villistas, Zapatistas y Carrancistas no pudieron consensar una idea sobre lo que pretendían que fuera el futuro de la República Mexicana, Melitón Albáñez se declara leal al ejército encabezado por Obregón y Carranza y es enviado a combatir a los fuerzas villistas. Tras el triunfo de las fuerzas carrancistas y el gobierno de facto que encabezó este líder revolucionario hasta el año de 1917, Albáñez Domínguez permaneció fiel a esta causa por lo que fue reconocido y mantenido en la jefatura del batallón que comandaba. Se le comisionó a acciones de pacificación de los distintos grupos de ex militares y salteadores que abundaban en los estados de Jalisco y Michoacán.

Tras llevarse a cabo las elecciones presidenciales, de senadores y diputados, en el mes de abril de 1917, resulta electo Venustiano Carranza Garza, siendo ahora presidente legítimo y constitucional de México. Al iniciar esta nueva época de legalidad legislativa en el país, una de las principales acciones del presidente fue continuar con el desarme de los grupos que se dedicaban a aterrorizar y asaltar en los caminos, empleando para ello a todas las fuerzas militares de que disponía. Fue durante una de estas acciones comandadas por el General Melitón Albáñez Domínguez contra el conocido asesino y salteador José Inés García Chávez, llamado por el apodo de El Atila de Michoacán, Jalisco y Guanajuato, en que pierde la vida. Se dice que García Sánchez llegó a comandar una gavilla de casi dos mil asesinos y bandidos los cuales eran conocidos como “los leopardos pintados”. Reconocidos por su crueldad y salvajismo, que no respetaba la vida de mujeres, niños o ancianos y que destacaban por la crueldad con la que torturaban y asesinaban a aquellas personas que no congeniaran con ellos o se les resistieran ante sus actos de saqueo.

Fue un 2 de octubre del año de 1917 en que Albáñez Domínguez realizaba un recorrido muy de mañana, serían las 5:30 a.m., por las cercanías de un  poblado en el estado de Michoacán, que fue emboscado y abatido por las huestes de José Inés García. Contaba en ese entonces con 32 años de edad.

Baja california Sur, como en casi toda la República Mexicana, rinde homenaje a la vida y obra de este noble patriota. Se ha impuesto su nombre a un ejido cercano a la ciudad de La Paz (dista unos 78 kilómetros), calles, jardines de niños, escuelas primarias y secundarias en esta ciudad capital así como en el poblado de Todos Santos. Es menester de las autoridades y de aquellos que tenemos la oportunidad, el tiempo y la motivación de atisbar en la historia sudcaliforniana, de difundir la vida de estos grandes hombres, que en tiempos de graves pruebas y peligros fueron punta de lanza, ejemplo y actores de sucesos que culminaron con darnos una patria en mejores condiciones y circunstancias de aquella en la que vivieron.

 

Bibliografía:

NARANJO, Francisco (1935). Diccionario biográfico Revolucionario (Imprenta Editorial “Cosmos” edición). México. ISBN 968-805-293-0

cronicassudcalifornianas.blogspot.com  Mtro. Eligio Moisés Coronado

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Francisco Cardoza Carballo, un luchador infatigable

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Las generaciones de adultos jóvenes, menores de 40 años, han disfrutado de los logros que los valientes sudcalifornianos de antaño nos legaron: un Estado libre y soberano; servicios médicos como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE); así como la reducción significativa de epidemias como la tuberculosis y el paludismo. Sin embargo, pocas son las personas que recuerdan a aquellos que lucharon de forma persistente, e incluso que pusieron en riesgo su propia vida con tal de sembrar la semilla de un futuro promisorio, muchos de esos luchadores no pudieron ver cristalizados sus sueños, pero su meta no era otra más que luchar para que las bases quedaran cimentadas. Tal fue el caso del profesor y doctor Francisco Cardoza Carballo.

Cardoza Carballo nació en este puerto de La Paz el 4 de mayo de 1913. En ese mismo año, en el interior del República acababa de ocurrir la Decena Trágica, episodio que concluyó con el asesinato del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez. Este suceso marcó el derrotero de los siguientes 8 años que se vivieron en el país, ya que el territorio quedó sumido en una gran revuelta que fue denominada “Revolución Mexicana”. En nuestro Estado también se dieron enfrentamientos entre los grupos armados, esto a favor del restablecimiento del Gobierno Legal y Legítimo y las fuerzas del Gobierno, leales en ese entonces al traidor Victoriano Huerta. En aquel tiempo, el doctor Cardoza iniciaba su vida en este mundo, bajo el signo del cambio y de la rebeldía ante las imposiciones de la dictadura.

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Durante su educación primaria se distinguió por ser un alumno destacado y de buenas calificaciones, es por ello que sus padres lo apoyaron para que ingresara a la Escuela Normal de Profesores, ubicada en esta ciudad capital, la cual después se convertiría en la Escuela Normal Regional. Posteriormente, el joven estudiante se trasladó a la Ciudad de México para estudiar en la Escuela Nacional de Maestros, de donde se graduó en 1933 con la especialidad de maestro de Enseñanza Superior. Sin tregua ni descanso, cursó el bachillerato y la carrera de Medicina, de la cual se graduó con honores en el año de 1940. Con 37 años cumplidos y con toda la vitalidad a cuestas, Cardoza Carballo decidió regresar a su tierra natal, territorio gobernado en ese entonces por el general Francisco J. Múgica Velázquez, quien de inmediato lo contrató para atender el grave problema de tuberculosis que aquejaba Baja California Sur, ya que existían cientos de personas contagiadas con esta enfermedad. Cabe señalar que la tuberculosis es altamente contagiosa, puesto que se dispersa de forma aeróbica a través de las partículas de saliva que expelen los enfermos; dicha plaga estaba muy diseminada en aquellos años, sobre todo en las rancherías y comunidades aisladas de la geografía peninsular.

Es así como Francisco Cardoza —conocido cariñosamente como “Lico” Cardoza, su mote de infancia— inicia la construcción del famoso Sanatorio Antituberculosis “Roberto Koch”, el cual se situó en la esquina de las calles Nicolás Bravo y  Primo Verdad. En este sitio se ofrecía diagnóstico y atención médica a todas las personas que estaban contagiadas de dicho padecimiento, así como el internamiento de aquellos pacientes que por lo avanzado de su enfermedad requerían de cuidados permanentes. Algo que caracterizó a Cardoza Carballo fue su gran espíritu humanista, lo que se puso de manifiesto cuando se dio cuenta de que los hijos de las personas contagiadas por la mortal tuberculosis, quedaban en el desamparo por carecer de familiares que pudieran o quisieran hacerse cargo de ellos mientras sus padres estaban siendo atendidos en el sanatorio. Debido a lo anterior fue que promovió la creación del “Preventorio de Familiares de Pacientes Tuberculosos” en el cual se atendían a estas personas mientras sus padres eran sometidos a tratamientos médicos. Este sitio estuvo ubicado en la esquina de 5 de mayo e Ignacio Ramírez, donde actualmente es el Jardín de Niños “Rosaura Zapata Cano” en esta ciudad de La Paz. La cruzada de salubridad fue sumamente exitosa, con lo que se incrementó la cantidad de personas que se curaban y se disminuyó el riesgo de contagio de la enfermedad.

Dentro de su vasta obra profesional, el doctor Cardoza Carballo fue también el promotor y fundador de la Sociedad de Médicos en la Entidad; posteriormente fue fundador y director de los servicios médicos del IMSS y del ISSSTE en Baja California Sur. Algunos años antes contrajo matrimonio con María Asunción Macías Pérez, en cuya unión procrearon cuatro hijos, de los cuales Francisco y Rubén Cardoza Macías se dedicaron a la profesión médica, haciendo honor con su trabajo y entrega al legado que sus padres les heredaron.

Hablar de Francisco Cardoza Carballo es hablar también de su papel dentro de los movimientos políticos del territorio. Desde los años 30´s se formó en el Estado el famoso Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS), el cual buscaba que el Gobierno Federal volteara su mirada hacia esta parte de la geografía mexicana y diera los apoyos necesarios que Baja California Sur merecía. Aunado a lo anterior y como consecuencia de lo mismo, se pugnaba por que los sudcalifornianos decidiéramos de forma libre y directa a nuestro gobernante territorial y como requisitos necesarios se pedía que fuera nativo de sudcalifornia, asimismo, que hubiera vivido por varios años en estas latitudes, es decir, con arraigo.

En los años en que los Cardoza Carballo se integró con fuerza al FUS, el general Francisco J. Múgica fue designado como gobernador y jefe político del Territorio, quien siendo de espíritu liberal y convencido plenamente de la legitimidad y honorabilidad de este sentimiento “nativista”, a finales de 1945 puso su renuncia en manos de los integrantes del FUS, entre ellos Francisco Cardoza; con la intención de que acudieran ante el presidente Manuel Ávila Camacho y externaran sus peticiones tan anheladas. Y es así como esta pléyade de nobles hijos de la tierra californiana se dirigió a las oficinas del Presidente de la República en Palacio Nacional, para entregar el documento ya citado y plantear sus pretensiones. Al día siguiente, los miembros del FUS obtuvieron la respuesta favorable del mandatario, quien designó al general José Agustín Olachea Avilés como nuevo gobernador y jefe político del Territorio. Es importante mencionar que Olachea Avilés era nativo de sudcalifornia, y que a principios de 1930 ya había sido gobernador de esta region.

Para Francisco Cardoza Carballo, hombre de honor y de ideales bien definidos, la llegada del general Agustín Olachea a la dirigencia del Territorio daba por cumplida las peticiones que el FUS planteaba, por lo que se negó a formar parte del Gabinete Territorial, puesto que él no buscaba nada para sí mismo, y se retiró a desempeñar sus funciones como galeno reconocido y prestigiado. Lamentablemente, con la salida de Olachea Avilés de la jefatura política en 1956, los encargados del despacho así como los nuevos gobernadores eran para personas no nacidas en Baja California Sur, y tampoco estaban enterados de las necesidades de los habitantes de estas tierras, por lo que se fueron “al caño” las conquistas cívicas obtenidas. Por tal motivo, a partir de 1958, Cardoza Carballo reactivó su participación dentro del FUS, teniendo un papel destacado en mítines multitudinarios, marchas, reportajes en radio, televisión y prensa escrita. Durante el gobierno del general Bonifacio Salinas Leal, Cardoza y otros destacados miembros del FUS sufrieron represalias y acoso por parte de personas ampliamente reconocidas como “golpeadores y matones”, quienes eran leales al gobernador Salinas. No obstante, las amenazas no restaron el valor y arrojo de este gran sudcaliforniano.

En 1970, Franciso Cardoza tuvo un papel preponderante en el movimiento celebrado en Loreto, la primera capital de Las Californias, y a partir de este evento se redefinió la política del Gobierno Federal hacia nuestro Estado, designándose a un gobernador que cumplía con los deseos planteados por el FUS, en este caso fue Félix Agramont Cota. Finalmente, en 1975 nuestro territorio se convirtió en Estado libre y soberano, y se eligió por sufragio efectivo al primer gobernador, Angel César Mendoza Arámburo. También es importante mencionar que el doctor Cardoza fundó la clínica “Nuestra Señora de La Paz”, donde ejerció de forma privada su profesión aún después de su haberse jubilado de las diversas instituciones de gobierno en donde laboró.

El 12 de abril del 2009, a la edad de 96 años, Francisco Cardoza Carballo falleció tranquilamente y en paz, rodeado por sus seres queridos. Hombres y Mujeres del temple ya descrito son los que se necesitarán en todos los momentos de nuestra historia. Que la memoria de todos los sudcalifornianos tenga siempre presente la vida y obra de sus hijos más destacados, para que en los momentos de tribulación recordemos su ejemplo y sea estandarte y brújula para salir avante de cualquier suceso.

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