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Aquaman y el Reino Perdido: en el mar no toda la mierda flota

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el mar toda la mierda flota pero ni siquiera eso logra Aquaman y el Reino Perdido: la segunda entrega del superhéroe acuático es un pedazo de cerote que se hunde más rápido que el ancla de un crucero. Dirigida por James Wan, mejor conocido por las sagas de Saw y El Conjuro, esta vez pasa de ser el maestro del terror a ser el terror de taquilla. Con un presupuesto de 215 millones de dólares estamos ante una de las películas más caras de la historia de la humanidad y aún así, ¿no pudieron comprar un guion decente? Porque claro: ¿quién necesita un guión cuando tienes efectos especiales?

Martin Scorsese ya nos lo había advertido al expresar su postura ante las películas de superhéroes: “eso no es cine. Son como un parque temático”. Una frase que recalca la manera en que los grandes estudios gringos detrás de estos bodrios tratan a su público: como adultos infantilizados capaces de consumir cualquier cosa que se les pongan enfrente. ¿Trama? ¿Sentimientos? ¿Para qué? Tenemos explosiones y capas. O en este caso mallas verdes y tridentes.

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Dejémoslo claro: Aquaman es más un meme que un superhéroe. El gran contrasentido es su postura especista y utilitaria hacia la misma vida marina que pretende defender. No obstante, la revisión que hace Wan del mismo no parece abarcar el más mínimo atisbo de autocrítica. Al contrario, expande la narrativa tóxica tan característica en las grandes sagas norteamericanas: Aquaman es otro hombre blanco salvador, pero esta vez, de peces. Porque, obviamente, los delfines y los tiburones necesitaban un líder humano… blanco y hermoso. Y carismático. Tan hermoso y carismático como puede ser Jason Momoa (eso no lo vamos a negar). Pero ni siquiera esto logra sacar a flote este titánico fracaso.

Aquaman y el Reino Perdido, al igual que la mayoría de las películas de superhéroes, con algunas excepciones (te estamos viendo a ti Logan), recurre a un lenguaje audiovisual superficial y cacofónico. No obstante, en esta ocasión se torna aún más cringeoso al ser básicamente Thor pero con un título diferente: un heredero (Aquaman/Thor) de un reino mágico oculto (Atlantis/Asgard) enfrentando un peligro inminente (Black Manta/Destroyer) con la ayuda de un hermano conflictivo (Orm/Loki). Mientras tanto, el interés amoroso (Mera/Jane Foster) oscila entre una figura pasiva y una mujer empoderada.

En pocas palabras, la trama de esta cinta está basada en la función Ctrl+C y Ctrl+V. El resultado son dos horas de diálogos intentan ser humorísticos pero provocan más bostezos que risas. Aunque quizás lo peor son los efectos especiales cuya estética se asemeja a un videojuego de los años noventa. Las escenas de acción son tan cutres que más de un espectador desprevenido podría dudar si la calidad en declive de la experiencia Cinépolis ahora incluye copias piratas.

Lo más lamentable es ver actores de renombre esforzándose por formar parte de estas lamentables producciones en un intento desesperado por ser chidos y estas en la “onda” de los superhéroes. En la última película de DC, Blue Beetle, vimos a Susan Sarandon y Damián Alcazar haciendo el ridículo. Y ahora, es Nicole Kidman quien se encuentra en esa situación, sin una verdadera necesidad más allá del generoso cheque que probablemente recibió por su papel robado de La Sirenita.

 

Aquaman y el Reino Perdido es un gran letrero de bienvenida al nuevo Hollywood post SAG-AFTRA donde actuar es solo un filtro de Instagram. Si es que se puede llamar actuación a una serie de personajes y tramas que parecen escritos por una desalmada inteligencia artificial.

La película a pesar de su presupuesto da la impresión de que no se realizó con un auténtico interés creativo. Su existencia parece estar motivada únicamente por consideraciones comerciales, careciendo de una verdadera visión artística. La segunda entrega de Aquaman ejemplifica a la perfección como el cine de superhéroes se ha vuelto repetitivo y carente de originalidad. Aunque quizás, en un esfuerzo por ver el vaso medio lleno, podríamos decir que la cinta funciona como un acertado test para diagnosticar individuos con tendencias esquizoides: si alguien te dice que le gustó Aquamany el Reino Perdido, ¡alerta roja!, estás ante una víctima de lobotomía cultural. Consejo: mantén distancia, puede ser contagioso.

@Alex_Escribe

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Aquaman: La producción no se hunde de milagro

FOTOS: Internet

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ****Entretiene

La Paz, Baja California Sur (BCS). El universo cinematográfico de DC no ha podido consolidarse. Sólo tiene un personaje y un filme que puede catalogarse como su piedra angular y que mantiene en pie a este maltrecho proyecto, Wonder Woman, y con el estreno de Aquaman se esperaba que lograra un poquito más de solidez para enfrentar el futuro. Y aunque el filme entretiene y cuenta con una de las mejores secuencias de acción de la saga, es una mescolanza irregular de secuencias muy bien logradas, escenas sin sentido, efectos sorprendentes, CGI (Imagen generada por computadora) mal hecho, actores sobreactuados, Jason Momoa en plan grande, Amber Heard como una revelación, y el peor soundtrack que yo recuerde de cualquier película vista en los últimos 10 años.

En resumen, Aquaman es una muestra fiel de lo que todo el universo DC ha sido, irregularidad absoluta, donde se notan muchas manos metidas en el proceso creativo del filme, situación que se desencadena en una historia que entretiene y que nos entrega a un divertido y carismático Aquaman encarnado por Jason Momoa, sumergido en un mundo submarino abigarrado de colores y criaturas que más allá de sorprender, cansan por el exceso de parafernalia bestiaria que vemos en la película.

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Vaya, aquí se sirvieron con la cuchara grande y bajo una premisa muy a la fast food nation, si tu ibas por un combo mediano de con papas y refresco, terminaste comiéndote una hamburguesa doble, con papas grandes con extra chili y queso, con refresco jumbo y además un postre que raya en lo empalagoso. Te gustó, pero quedaste tan lleno que no sabes en cuanto tiempo quieras volver a repetir la experiencia, a menos que seas un goloso sin remedio.

Volviendo a terrenos fílmicos, el director, James Wan, deja claro que sabe su oficio en las escenas de acción, recordando muchas de ellas con el estilo que imprimió a la saga de Rápidos y Furiosos, donde la exageración es bienvenida, sin embargo en Aquaman, demostró incompetencia para profundizar en los personajes y en la historia. Se nota una dirección torpe en las secuencias que requieren cierto rango que le den peso a la trama y más empatía o conexión con los personajes. Al final, es el carisma de Momoa el que logra salvar la historia y es la caracterización de Black Manta la rendija que hace esperable una segunda parte. Porque si bien el villano principal es Ocean Master, al final tiene más peso e importancia el desarrollo de la manta negra, lo cual pareciera que se da casi sin quererlo.

Finalmente, Aquaman apostó por la exageración y el desparpajo y apenas sale a flote. Se alejan de aquella malograda oscuridad impuesta por Zack Snyder en sus películas de Superman, misma que quizás con el tiempo nos hubiera dado un universo más rico e interesante, pero que los ejecutivos decidieron cortar de tajo pues no estaba dando los resultados financieros esperados. Y al final la apuesta sale mediadamente bien, lo suficiente para mantener el negocio y esperar que la Mujer Maravilla dé otra vez el salto de calidad, o mejor de una vez hundir este barco y zarpar de nuevo.

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

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