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El orgasmo

FOTOS: Internet.

Sexo y psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando se habla del placer y de su goce, es común pensar en el placer sexual, tema tabú, que se habla en susurros, pero que no pasa desapercibido. Reprimido por la religión, estudiado por todos los investigadores sexuales, hasta el día de hoy no se han develado todos sus secretos, pero, ¿qué es lo que sabemos de él?

Definir lo que es un orgasmo siempre ha sido un proceso complejo, en su origen lingüístico, la palabra griega orgasmos se define como “hincharse de humedad, estar excitado o deseoso”, también se puede encontrar una definición más técnica, como en el Informe Kinsey: “La descarga explosiva de tensiones neuromusculares en el máximo de la respuesta sexual”. Desde la parte psicológica, se trata de la percepción subjetiva del pico de reacción física al estímulo sexual. Suele ser una experiencia de muy corta duración, apenas unos segundos y sin embargo, en las búsquedas de Google, es de las más populares, de hecho, al entrar en Google Trends, en Baja California Sur, se mantiene en 77/100 la frecuencia de búsqueda de esta palabra.

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Pero, ¿por qué genera tanta curiosidad?, pese a ser una reacción natural del cuerpo, existe un alto porcentaje de personas que no logran desencadenar esta respuesta, en su mayoría mujeres. Y, aunque se han escrito múltiples libros y artículos detallando técnicas para alcanzar el orgasmo femenino, hay mujeres que simplemente parecen no encontrarlo. De hecho, la incapacidad de alcanzar el orgasmo durante el coito, constituye la queja más común de las mujeres que buscan ayuda de los terapeutas sexuales, y es aquí, donde el bloqueo psicológico aparece como responsable de tal dificultad.

Y es que el orgasmo no es solo una reacción del cuerpo, es su respuesta última a un proceso complejo de excitación, deseo, estimulación psicológica, emocional y física, por lo que solo estimular como loco el clítoris no hará que una mujer se venga. A diferencia de los hombres en quienes es más sencillo estimular el pene para que alcancen el orgasmo.

No es que sea más difícil — biológicamente hablando — que una mujer alcance el orgasmo, el detalle es que se nos ha enseñado a genitalizar el placer, esto implica que la mayoría de las personas piensa que el placer sexual solo se consigue estimulando los órganos sexuales pélvicos — vulva, vagina, pene, testículos y, con suerte, las mamas — y listo, cuando en realidad, todo nuestro cuerpo puede ser estimulado y por ende desencadenar en un orgasmo.

Ahora, la cualidad de un orgasmo, es decir, la intensidad, duración y placer total pueden variar de un coito a otro. Los factores tales como la ansiedad, culpa, depresión, ira, indiferencia hacia la pareja sexual o el desagrado por el escenario que los rodea, pueden afectar la calidad del orgasmo y si son lo suficientemente intensos, bloquear la respuesta del todo. Es más frecuente que el hombre ignore estas percepciones con mayor facilidad que la mujer, lo que le permite alcanzar el orgasmo sin tantos problemas.

Otra diferencia encontrada entre la vivencia del orgasmo entre los sexos, es el multiorgasmo. Los hombres no tienen la capacidad de experimentar orgasmos múltiples. Solo alrededor del 6 al 8% de los hombres puede tener más de un orgasmo durante cada experiencia sexual —considerando que no ha tenido ningún tipo de entrenamiento — , y por lo general, este porcentaje se encuentra entre los más jóvenes.

Por otro lado, las mujeres, pueden tener múltiples orgasmos en una sola actividad sexual; Kinsey y colaboradores informaron que el 14% de las mujeres tienen orgasmos múltiples de manera regular, y Masters y Jhonson demostraron que, si el estímulo sexual que provocó el primer orgasmo en la mujer continúa, pueden surgir un segundo, tercer y hasta más orgasmos.

La duración del orgasmo también es variable, mientras que en lo hombres tiene una duración de 4 a 8 segundos, en la mujer puede durar hasta 15 segundos y algunas mujeres experimentan el orgasmo prolongado. Otra curiosidad del orgasmo femenino es que se ha encontrado que existen mujeres que se desmayan en el momento de sentirlo — los poetas franceses de cierta época se referían a ello como petite mort, o pequeña muerte—, la experiencia no es desagradable, pero podría resultar desconcertante para la pareja no acostumbrada al fenómeno.

Si bien en condiciones normales el orgasmo es producido por estimulación genital, se han reportado personas que lo han alcanzado con la estimulación de distintas partes del cuerpo o con diferentes estímulos, tal es el caso de los orgasmos con el pensamiento, producidos mediante imágenes mentales y en ausencia de estimulación física; los hay también por medio de la meditación, orgasmos durante el parto, en algunos casos durante ataques epilépticos, en los más extremos, se han reportado personas con lesiones en la médula espinal que sienten orgasmos genitales mientras duermen, a pesar de que la lesión bloquea las sensaciones genitales conscientes.

Ya que cada parte del cuerpo puede ser sensible y receptiva al placer, es muy importante que aprendamos a conocer el mapa erótico de nuestro cuerpo, que no se reduce ni a zonas ni a prácticas concretas, sino que incluye varios elementos como el ritmo, el grado de presión, extensión, textura, entre otras. Este autoconocimiento ayuda al encuentro y la comunicación cuando se comparte el erotismo con otra u otras personas.

Si bien es importante la búsqueda del orgasmo, es necesario tomar conciencia de nuestro cuerpo y de la importancia de conocer qué nos gusta, cómo nos gusta y en dónde nos gusta, para poder autoestimularnos o pedirle a nuestra pareja sexual que nos estimule de la forma adecuada.

 

 

Bibliografía

  • Basson R, Berman J, Burnett A, Derogatis L, Ferguson D, Foucroy J, et al. Report of the international consensus development conference on female sexual dysfunction: Definitions and classifications. J Urol. 2000;163:888—93.
  • McCar, J, P. McCary, S, Álvarez-Gayou, J, Del Rio, C, Suárez, J. (1996). Sexualidad humana de McCary. Manual Moderno.
  • Komisaruk, B, Whipple, B, Nasserzadeh, S, Beyer-Flores, C. (2011). Orgasmo: Todo lo que siempre quiso saber y nunca se atrevió a preguntar. Ebook.
  • Parra, N. (2018). Deseo, Placer y satisfacción. Colección Derechos Sexuales y Reproductivos de las Mujeres Jóvenes. Vol. 2. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/324983855_Deseo_Placer_y_satisfaccion_Coleccion_Derechos_Sexuales_y_Reproductivos_de_las_Mujeres_Jovenes_Vol_2

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Sexo en solitario: el tabú de la masturbación

FOTO: Stephanie Sarley

Sexo y psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿De dónde nace el miedo al placer? Desde pequeños nos han enseñado que las conductas recatadas, la inocencia y falta de deseo sexual son cualidades que se deben de enaltecer, sin embargo, ¿por qué el goce sexual tendría que ser un defecto?, esto aplica tanto para mantener relaciones sexuales como para la autoestimulación, más conocida como masturbación.

La masturbación ha sido considerada como un tabú para muchas personas históricamente, incluso la religión la ha tachado de ser un pecado por separarse de lo que ellos creen es el objetivo central de la sexualidad humana: la procreación.

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Si bien la biblia no tiene un pasaje específico en contra de la masturbación, se suele asociar con la historia de Onán — Génesis 38:9-10—, donde él se niega a cumplir con su deber de proveer un heredero para su hermano fallecido vertiendo en la tierra su esperma. El pasaje está más asociado al coitus interruptus que a la masturbación, pero se ha utilizado como referente.

Sin embargo, en la historia de la humanidad no estuvo siempre prohibida, en la antigua Grecia, en el siglo II d.C. el médico Galeno consideraba la masturbación como una manera de liberarse del exceso de esperma, lo que conllevaba a mantener la salud del cuerpo, o sea predicaba la masturbación terapéutica; por aquel entonces, se defendía la masturbación, pero no en exceso sino conforme a la necesidad que dictara la propia naturaleza y se consideraba que era más eficaz para la salud que el coito, ya que este tampoco era adecuado en cualquier momento ni para todos los hombres.

Conforme la Iglesia Católica fue expandiendo su influencia y poder, fueron prohibiendo cosas y acciones que consideraban paganas, esto dio como resultado que para el siglo IX, Agustín de Hipona enseñara que la masturbación y otras prácticas sexuales sin penetración eran pecados peores que la fornicación, la violación, el incesto o el adulterio.

Profesaba que, al ser actividades sexuales no reproductivas eran pecados antinaturales, porque eran anticonceptivos. Al contrario de las otras que podían conducir al embarazo, considerados pecados naturales, y por esto eran menos graves que los pecados antinaturales. Además, a esto se le suma que al llegar a la Edad Media, se agudizó su prohibición cuando la Iglesia Católica comenzó con Las Cruzadas, en donde se necesitaban más soldados para recuperar el territorio santo, lo que llevo a que la masturbación se ratificara como pecado.

Al mismo tiempo, el teólogo y filósofo Alberto Magno — siglo XII— concluyó que el semen provenía del cerebro debido a la similitud entre ambos —por la materia gris, por lo que si un hombre se masturbaba quedaría mentalmente perturbado. Por lo que la masturbación además de ser pecado pasa a ser una enfermedad. Esto da pie a que se le comience a estudiar desde otra perspectiva.

A finales del siglo XVI y durante el siglo XVII se publicaron diversos panfletos que exponían los daños físicos y mentales que traía la masturbación. Para mediados del siglo XVII, en 1758 un médico suizo llamado Tissot llegó a afirmar que la masturbación era la más mortífera y siniestra de las prácticas sexuales y que al daño físico y psíquico se le aunaba un daño moral, con el castigo divino consiguiente. También afirmaba que la pérdida de una onza de semen por vía masturbatoria era tan debilitante como la pérdida de 40 onzas de sangre. Estas ideas fueron seguidas por el psiquiatra alemán Krafft-Ebbing, que en 1886 difundió la idea de que, en la base de ciertos cuadros psicóticos, estaba la práctica masturbatoria.

Desde el siglo XIX la medicina y la psiquiatría culparon a la masturbación de ser el origen de la depresión y la psicosis delirante. Sin embargo, el problema era cuando la persona se auto proporcionaba el placer, ya que cuando Sigmund Freud inventa la histeria como enfermedad mental, las mujeres de la época victoriana acudían al médico a tratarse la histeria por medio de masajes clitoreideos, ya que se creía que el orgasmo — conocido como paroxismo histérico— curaba la histeria, debido a que se consideraba que el deseo sexual reprimido era una enfermedad. Esto dio pie a que se inventara el vibrador y que gran parte del siglo XX se vendieran junto con las secadoras para cabello o planchas para el hogar.

Es hasta mediados del siglo XX donde los vibradores adquieren mala fama, básicamente por dos razones, la primera se debe a que la Asociación Psiquiátrica Americana quita a la histeria como enfermedad mental, y que la industria de las películas pornográficas mostraban a actrices utilizando el vibrador como juguete sexual. Los vibradores, que se vendían como utensilios de terapia, cayeron en desuso al descubrirse que la histeria ya no era una enfermedad, estas terapias se volvieron solo sesiones de masturbación, esto va de la mano con verlos reflejados en la pantalla grande del cine porno, lo que causo que las personas vieran a los vibradores como objetos de perversión sexual y fueran retirados del mercado.

Para 1948, el científico Alfred Kinsey publica los resultados de más de 15 años de investigaciones sobre la conducta sexual humana. Una de las contribuciones más importantes de ese trabajo fue precisamente considerar a la masturbación como algo normal y debilitar el estigma que la rodeaba.

Los resultados eran reveladores: el 97% de los hombres y el 62% de las mujeres se habían masturbado alguna vez en su vida y habían alcanzado el orgasmo. Lo curioso, es que la sociedad norteamericana acepto fácilmente que los hombres en su mayoría se masturbaran, pero no perdonó que mencionara que lo hacían también las mujeres.

Como se ha visto, la guerra contra la masturbación es amplia y en muchas ocasiones sin sentido. Tenemos el ejemplo de John Harvey Kellogg, que inventó su famoso cereal para evitar que los hombres se masturbaran, pensaba que una comida simple y sana era capaz de reprimir los impulsos. Otro ejemplo son los mamelucos o pijamas de cuerpo entero, en donde se dejaba el cierre por la parte de la espalda para que los niños no tuvieran acceso a la zona genital. O de manera más drástica, los aparatos que no permitían al pene erectarse, se colocaban por las noches a manera de cinturón y eran sumamente dolorosos.

En la historia de la sexualidad humana, del goce y del placer, no podemos obviar que las religiones han jugado un papel muy importante para satanizar la mayoría de las prácticas sexuales y, si tomamos en cuenta que el Estado y la religión tienen relativamente poco tiempo de estar separados, no es de extrañar que muchos políticos de derecha sigan navegando con valores morales impuestos por determinada religión y quieran gobernar a un pueblo multicultural, solo con su visión del mundo.

Es por esto que en la actualidad se busca reivindicar a la masturbación, para empezar desde la forma de nombrarla: la palabra masturbación provendría del vocablo latino manus stuprare, algo así como cometer estupro contra uno mismo utilizando las manos, por lo que desde su origen tiene una connotación negativa. Es por esto que se propone nombrarla como autoerotismo, y se busca que cada persona aprenda a conocer su cuerpo tal como es, sin tabúes o miedos irracionales.

Hoy sabemos que el autoerotismo tiene múltiples ventajas, como ayudar a inducir el sueño, previene los cólicos menstruales, ayuda al sistema inmunitario, ayuda a reducir el estrés, genera sensaciones de bienestar, entre otras. Pero lo más importante es que, a medida que una persona conozca su propio placer y las formas de llegar a él, podrá verbalizar con seguridad qué le gusta y qué no, además de no ser dependiente de otro para darse placer.

 

Bibliografía

  • Burgos, G. (2012). La masturbación. De Vecchi Ediciones. México
  • Espitia, J. y Torres, Y. (2017). La masturbación, una práctica común en adolescentes. Psicología y Sexualidad.

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