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Enoc Leaño, el misionero Californiano del siglo XXI

FOTOS. Cortesía

Rutas de Sudcalifornia

Por Arturo González Canseco

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Enoc Leaño regresó al terruño y con proyecto bajo el brazo. Lo que busca hacer es, a mi modo de ver, la mayor reivindicación de Fernando de la Toba, desde el llamado que hiciera en los años cincuenta el también Fernando, pero de apellido Jordán. En El otro México, Jordán llamó la atención sobre la importancia de este personaje histórico en la península. Muchas décadas después, el actor Enoc Leaño quiere llevar al cine la historia de este personaje quien fue el primero en enarbolar la independencia nacional en esta región.

Nosotros llegamos después, dijo el actor en conferencia de prensa al referirse a las particularidades de la Independencia en la Baja California, un año después tuvimos nuestra propia Independencia, en 1822. Y fue Fernando de la Toba el hombre clave.

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Pregunto a Enoc sobre este proyecto y las rutas sudcalifornianas: Justamente este proyecto está completamente vinculado con las rutas de la California porque es cómo Fernando de la Toba bajó de Monterrey (ahora California, Estados Unidos), todo el periplo para poder llegar hasta Loreto y desde ahí ejercer cargos administrativos, militares, de gobierno y caminar por todas las rutas de los viejos caminos reales a caballo, a mula, para venir a aplicar la ley en San Antonio o, incluso, defender a la península de ataque de filibusteros.

En este año de conmemoraciones, Enoc Leaño presentará su proyecto a la Comisión Nacional de Festejos del Bicentenario y al IMCINE. La intención es rescatar el valor de las acciones de Fernando de la Toba así como colocarlo en los anales de la historia nacional.

La tarea no es nada sencilla. De antemano sabemos de la centralización de los discursos histórico-nacionalistas, lo mismo que de las producciones culturales. Todo se centra, valga la redundancia, en el centro y los nombres que nunca cambian.

De todo esto es consciente el actor pero nadar a contracorriente no es algo que lo detenga. Así ha logrado forjarse un nombre y tener una carrera sólida en el complicado mundo de la actuación. Desde sus comienzos tuvo que salir a buscarse la vida: Yo me fui de aquí por una cuestión de necesidad, falta de oportunidades de estudios profesionales, no los había. No había condiciones en el estado. De hecho, hasta el día de hoy sigue sin haber una escuela de artes, sigue sin haber una Secretaría de Cultura. Por esa razón me tuve que ir, no por gusto. Ahora regreso después de haber acumulado un caudal de experiencia, de conocimiento y de relaciones que me permiten tratar, una vez más, como todos los misioneros en este estado, de levantar un proyecto que permita exportar historias sudcalifornianas al mundo.

La historia es cíclica, de eso no hay duda. Alguna vez fueron los jesuitas con una cruz, hoy es Enoc con cámara en mano. En este regreso no estuvo solo. Trajo a su equipo de producción para plantar los cimientos de su obra. No había manera de contarlo, tenían que verlo, declara Enoc. La incapacidad de explicar Baja California Sur a quien nunca la ha visto con sus propios ojos.

Durante 10 días siguieron los pasos de Fernando de la Toba. Lograron palpar la inaccesible Misión de Dolores, recorrieron la sierra, de la Purísima a los Comondú, de San Javier hasta Guerrero Negro. El calor en los ojos y la piedra volcánica sobre los pies. Ya saben un poco de lo que fue recorrer estas tierras para los hombres del XVIII. El reto es convertir esto en lenguaje cinematográfico. Capturar en el cuadro la vastedad de los paisajes, la inclemencia, las incomunicaciones, el descargo espiritual.

Este recorrido fue también para Enoc un reencuentro con su memoria. Aquellas sensaciones únicas de la región de los cardones y los oasis: Lo que más me recuerda es el polvo del camino, el cansancio de la vista que no llega a concluir dónde termina esa vastedad. La esperanza que siempre me dio y el regocijo espiritual cuando descubrías unas palmas que sabías que ahí había agua fresca.

Y los recuerdos son muchos pero hay momentos especiales que permanecen tatuados a pesar del tiempo: En una ocasión nos quedamos tirados en la sierra con mi abuelo Pancho, mi abuelo materno. Caminamos hasta llegar a una ranchería y nos ofrecieron llegando café de talega, caliente, a mediodía. Después nos dieron agua y nos ofrecieron de comer. Es una de las comidas que tengo más en la memoria, nos dieron dátiles, queso de cabra y café de talega. Créeme que ha sido una de mis comidas más extraordinarias y que sigo teniendo presente como algo maravilloso, un manjar que comí.

Es quizá su proyecto más personal hasta la fecha. Se considera un tobeño de nacimiento al haber crecido en la colonia Fernando de la Toba. Se podría decir que lleva toda la vida preparando esta película. Es un homenaje a los héroes que nos dieron Patria, sentencia Enoc.

Enoc Leaño, el hijo sudcaliforniano que regresó, o mejor dicho, que nunca se ha ido: Como diría Juan Rulfo, “uno es del lugar de donde son sus muertos”. Mis muertos están aquí. Mi origen está aquí, mi principio y fin está en mi estado que es Baja California Sur.  

Nota al pie: Las fotografías que acompañan este artículo fueron cordialmente brindadas por Enoc Leaño, son producto de esos diez días en la búsqueda de locaciones por parte del equipo de producción de la película. Los creadores hacen un llamado a toda la comunidad sudcaliforniana para abrazar este proyecto y ponen a disposición el siguiente correo de contacto: fernandodelatoba@contrabajofilms.com

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Fernando Jordán Juárez, el viajero indómito

FOTO: Barbro Dahlgren / Interior: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Se dice que aquel visitante de la península sudcaliforniana, que tiene la ventura de alimentarse de las deliciosas ciruelas del monte, ya jamás deja estas tierras, y si por motivos de fuerza mayor lo tiene qué hacer, jamás deja de pensar en esta tierra y sueña con el día de regresar a ella. Ignoro si el escritor, periodista y poeta Fernando Jordán comió de este dulce natural de las Californias, pero lo que sí puso de manifiesto fue que amó entrañablemente estas tierras a las cuales ofrendó tres de sus mejores libros, un hermoso poema y su vida misma.

Jordán Juárez nació en la Ciudad de México un 26 de abril de 1920. Durante su educación primaria y secundaria fue un alumno destacado e inquieto del cual se cuenta que gustaba de salir a caminar por la ciudad y no pocas veces se vio en vuelto en problemas por su carácter firme y decidido. Egresado de la Escuela Vocacional decide inscribirse en la carrera de Arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional , sin embargo, al poco tiempo la abandona e ingresa en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Durante el tiempo que estudió esta carrera tuvo la oportunidad de escribir varios artículos en periódicos del instituto con lo cual descubre su vocación periodística.

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A la edad de 25 años, egresa como antropólogo y empieza a trabajar en un importante periódico de la capital el cual se llamaba La Prensa, posteriormente en las revistas Mañana y Novedades. Se distinguió siempre por sus artículos agudos e incisivos en los cuales denunciaba las inequidades en México, y por ello recibió varias represalias y regaños los cuales sólo sirvieron para estimular su deseo de continuar por este camino. Su gran oportunidad llega en el año de 1949, cuando decide unirse a quien fuera su principal promotor y amigo, Regino Hernández Llergó, quien funda la revista Impacto, nombrándolo su corresponsal viajero y que así pudiera combinar sus dotes de periodista y antropólogo visitando diferentes lugares de la República Mexicana y enviando sus profundos reportajes para esta revista.

Su primer trabajo fue acompañar a la Marina Mexicana en una expedición al Archipiélago de Revillagigedo en donde da cuenta de este sitio tan singular el cual debería ser un orgullo el tenerlo en nuestro país; su segunda misión fue una expedición a Chiapas donde escribió sobre las etnias del lugar; siguieron Coahuila y la rara población de raza negra que habita ahí; Chihuahua y los albinos menonitas para terminar con visitas a la afrancesada Nautla, Veracruz y Chipilo; Puebla con su notable migración italiana, mas no paró ahí, regresa a la Ciudad de México y parte a la selva lacandona para rematar con una visita a la zona arqueológica de Yucatán, en sus reportajes denuncia la destrucción de ruinas prehispánicas de parte de los contratistas que abren caminos en la selva. Era tanta la pasión y entrega que ponía el autor durante sus visitas a estos sitios que contrajo diversas enfermedades endémicas de estos sitios por consumir alimentos y agua de la misma que se alimentaban los pobladores, pero que él siendo extraño al sitio y no teniendo las defensas ni una naturaleza acostumbrada a ellas, le ocasionó fuertes infecciones estomacales e intestinales que lo tuvieron enfermo de gravedad en varias ocasiones.

Conocido era el gusto que tenía Fernando Jordán por las mujeres. Eran frecuentes sus amoríos y excesos en donde cambiaba de amante frecuentemente. En el año de 1944, contrae nupcias con una condiscípula de la carrera de Antropología, la sueca Bárbara Dahlgren, sin embargo sus romances con otras mujeres jamás desaparecieron lo cual ocasionó que al final de la vida del autor éste se encontrara separado de su esposa y su relación prácticamente acabada.

Fue en el año de 1950, que Fernando Jordán inicia su aventura por la península de Baja California, recorriéndola palmo a palmo desde Mexicali hasta Cabo San Lucas. Durante su transitar por estas tierras tuvo contacto directo con sus gobernantes como fueron el Gral. de División José Agustín Olachea Avilés y Braulio Maldonado Sández, los cuales le abrieron las puertas de estos dos territorios. Aquí hizo gala de toda su vitalidad y su gran carisma para granjearse el cariño de cuantas personas conocía: pescadores, agricultores, comerciantes, taberneros, rancheros, gente de los pueblos y de las ciudades, etcétera. Realizó recorridos en un viejo jeep el cual lo llevó a través de las Sierras de Guadalupe, San Pedro Mártir, San Francisco, La Giganta y la Laguna. En un barco de nombre Neptuno realizó un interesante viaje, el cual se antojaba como imposible por las condiciones tan lamentables del bajel, por las islas de la Península. Se cuenta que en sus travesías se hacía acompañar de varios muñecos de trapo con los cuales conversaba y los que hacían más llevaderas sus andanzas por estas tierras.

Producto de los viajes por la California, pudo escribir una gran cantidad de artículos que eran publicados por la revista Impacto y posteriormente se compendiaron en los libros El otro México. Biografía de Baja California; Baja California. Tierra incógnita y El Mar Roxo de Cortés. Biografía de un golfo. Es autor, además, del poema Calafia, triunfador en los Juegos Florales de La Paz en el año de 1955, y que se cuenta que lo elaboró veinticuatro antes de cerrarse el certamen; recibió por ello flor natural y quinientos pesos en efectivo.

En el año de 1956, Fernando Jordán atravesaba por momentos muy oscuros en su carrera de periodismo. Había dado por terminada de una manera violenta y para siempre su relación con el que fuera su mentor y guía, el periodista Hernández Llergó. Durante la acalorada discusión que tuvieron, Jordán acusaba a Llergó de corrupto, sucio y desleal tras haberse negado a publicarle un reportaje en el cual acusaba a un importante empresario mexicano de actos de corrupción. A Jordán le sobraban los enemigos poderosos, sus múltiples reportajes habían incomodado a gentes con mucho poder, desde políticos y gobernantes hasta empresarios de mucho capital, los cuales le hacían casi imposible el que pudiera seguir publicando. Debido a lo anterior Fernando Jordán decide fincar su residencia en La Paz, y posteriormente se traslada al poblado pesquero de San Juan de la Costa en donde construye una pequeña casa y empieza un proyecto para hacer un pequeño sembradío que le diera paz y cosas en que distraer su mente.

El día 13 de mayo de 1956 decide viajar a la ciudad de La Paz y hospedarse en la casa de uno de sus grandes amigos en el puerto, el capitán aviador Otilio Abente, ubicada en la calle Revolución entre Hidalgo y Morelos. Durante la noche, Jordán Juárez se dedica a escribir algunas cartas y también a incinerar otros escritos, probablemente algunos reportajes en los que estaba trabajando. A eso de las 3 de la madrugada del 14 de mayo se escucha una detonación y al entrar a su habitación encuentran el cuerpo de Fernando Jordán cubierto con una sábana blanca y con un disparo directo al corazón. La bala fue disparada por una pistola calibre .44 a una corta distancia. En ese entonces, Jordán contaba con 36 años de edad.

Mucho se ha especulado sobre la razón de su muerte. La versión oficial dice que fue suicidio, sin embargo por la forma en que se encontró el cadáver (no se entiende cómo se dio tiempo para taparse con la sábana antes de suicidarse) da pie a muchas especulaciones. Se han acuñado versiones de que un ex Presidente de la República lo mandó asesinar contando con la complicidad de un importante político de aquel entonces en el territorio. También se dice que el motivo de su muerte fue por problemas económicos o por sentimientos de culpabilidad ya que Jordán Juárez había tenido amoríos con una mujer casada y que al enterarse el marido había asesinado a la esposa infiel. Una declaración del periodista Fernando Gálvez durante una charla con el historiador Jesús Vargas, añadió: “Jordán era un suicida en potencia. Me lo confirmó su hermano Raúl. Además, hay muchos testimonios al respecto. La interpretación de que lo mataron surgió entre sus amigos de la Ciudad de México”.

Los restos de Fernando Jordán Juárez yacen en el panteón de Los San Juanes, a un lado de donde reposa su gran amigo Otilio Abente. Todavía algunos paceños mayores de 80 años le recuerdan cuando paseaba por el centro de la ciudad e iba al cine “Juárez” a ver una película de moda o a la nevería “La Flor de La Paz” a disfrutar de una deliciosa nieve. La memoria de Fernando Jordán permanecerá en su obra escrita, en sus novelas y en su poema “Calafia”, los cuales han sido deleite para aquellos que deseamos conocer a esta península de la California Mexicana desde sus entrañas, con todo su barbarismo y belleza. Mientras la California siga siendo incógnita y su Golfo sea “Roxo”, las palabras de Jordán seguirán escuchándose… Tuya es la costa mágica de perlas y de arena, los bosques de cardones, la sierra que se eleva para mirar el mar, las fuentes que recortan esmeraldas sobre la tierra seca, los valles donde el sol duerme la siesta.

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El fantasma de la isla San José; el enigma de ‘El loco’ extranjero

FOTO: Internet.

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Más que una leyenda de fantasmas es una historia real, ésta es un relato que toma por referencia el libro Mar Roxo de Cortés, Biografía de un Golfo de Fernando Jordán, escrito entre 1950 y 1951, temporada en la que probablemente se sitúe la siguiente narración.

Su nombre era Wilhem Winkle, originario de Alemania. Estudió Ingeniería en Minas y después de nacionalizarse estadounidense, se vino a la isla San José a trabajar.

Después de terminar con sus labores mineras, todos los trabajadores se fueron en un barco enviado por los jefes (cien obreros y familia). Todos menos Winkle.

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Los habitantes de la isla aseguran que este personaje estaba cuerdo cuando sus compañeros dejaron la isla, que incluso después del último pago que se hizo les dio ánimos y se miraba sonriente.

Fueron inútiles los esfuerzos de sus amigos para convencerlo que se fuera con ellos, y fueron los primeros en llamarlo Loco, como ya habían levantado el campamento; se quedaría solo en la isla desértica, sin hogar, sin ropa y sin víveres. Winkle sólo alzo los hombros y dijo: “Me quedo.”

Los pescadores que tenían su campamento cerca, lo observaban de lejos, y vigilaban sus movimientos, como cuando se quedaba fijamente mirando la cumbre de la montaña, cuando se quedaba sentado en la playa. O cuando deambulaba por las orillas.

Los pescadores llegaron asegurar que no dormía ni comía nada, que sólo se la pasaba mirando al horizonte como si nada más importara.

Por las noches observaban cómo desde la cueva que vivía, encendía una fogata, la cual alimentaba los temores de los pescadores; sin embargo, ellos jamás le dirigieron la palabra ya que estaban demasiado sugestionados por las historias que se contaba respecto a él.

Otros pescadores aseguraban que se la pasaba recorriendo la isla buscando pepitas de oro y madre perla. Pero esto no lo pudieron comprobar porque jamás le hablaron.

Tiempo después los pescadores encuentran el cuerpo, el cual llevaba muerto varios días, y había comenzado a ser comido por los animales.

Fue enterrado por los pescadores, y la leyenda comenzó a crecer más porque ahora decían que se aparecía el fantasma del loco y que incluso en las noches se miraba el fuego encendido desde el interior de la cueva donde él vivió.

Wilhem no dejó nada que pudiera dejar pistas de sus acciones, sólo una intrigante frase grabada en la pared de la cueva, en su idioma natal Freihiet durch Einsamkeit que en  español significaba “la soledad como vía a la libertad”.




La leyenda de El Mechudo y su posible origen histórico

La imagen más popular de “El Mechudo” viene desde los libros de primaria. FOTO: Internet.

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Si existe una leyenda de BCS —además de la de los gigantes—, que la define perfectamente y le ha dado muchísima fama es, sin lugar a dudas, la leyenda de El Mechudo. La leímos desde la primaria y hoy en día la seguimos escuchando. Y es muy nuestra porque involucra símbolos claves que nos identifican: el mar y las perlas.

Como lo menciona Fernando Jordán en su libro El otro México, La Paz ya no tiene el auge de las perlas de antaño, de ella quedan apenas unas cuantas que no se asemejan a aquellas enormes; y de la madre perla sólo quedan de recuerdos una leyenda y un punto en el mapa.

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“Al norte de La Paz penetra en el mar una península que se llama El Mechudo. El sitio, a fines del siglo, era placer de perlas, y en él se reunían cientos de buzos todos los años. Al final de cada temporada, antes que el frío y los vientos del noreste hicieran imposibles las maniobras de buceo, los pescadores acostumbraban sacar una última perla “para la virgen”. En cierta ocasión, un buzo se dispuso a tirarse por última vez al mar. Alguien, advirtiendo el intento, le gritó: ‘No bucees más, ya tenemos la perla de la Virgen’. El pescador, irónico, hizo un gesto de desdén y respondió con burla: ‘Yo no voy por la perla de la Virgen, yo voy a buscar una perla para El Diablo. Y se lanzó al agua. Satanás le tomó la palabra y el pescador no reapareció más, ni nunca las olas devolvieron su cadáver. El lugar ahora es tabú y nadie va allá a buscar perlas. Quienes lo han hecho encontraron en el fondo el fantasma del buzo blasfemo, a quien le ha crecido una enorme cabellera y una luenga barba. Parece vivo y en sus manos sostiene una enorme concha de madreperla. Es la perla de El Diablo, dicen. Y como el fantasma lleva cabellos largos, se le ha dado el nombre de El Mechudo”.

Y es una leyenda que sigue erizando los vellos de los sudcalifornianos cada vez que lo escuchan. Al hablar de esta leyenda es inevitable recordar la obra The Pearl de John Steinbeck, donde relata la historia de un pescador de perlas en un pueblo del Pacífico, y como encuentra una perla enorme, la cual piensa que le solucionara la vida, pero su esposa acertadamente piensa que traerá tragedias incluida la muerte de su hijo. Steinbeck vino a México en los años 40’s y muy probablemente se haya inspirado en el folkclor de los pescadores y sus leyendas para escribir su obra.

Bahía de La Paz. FOTO: Modesto Peralta Delgado.

Posible origen

Muchas leyendas son fomentadas o creadas con el fin de evitar que las personas hagan cosas “peligrosas o indebidas”. La Llorona, por ejemplo, fue divulgada con el objetivo de prevenir a las jóvenes madres que al no cuidar a sus hijos podría caerles pena eterna, tal como a los niños se les advertía con el “coco”, que si no se dormían se los llevaría.

¿Cuál es la lección o advertencia detrás de El Mechudo? La respuesta es muy clara. La leyenda probablemente fue creada a partir de buzos murieron por la avaricia de seguir buceando en la temporada que las marejadas eran peligrosas, y por las mismas corrientes quizás tampoco nunca se encontraron los cuerpos.

El tributo a la iglesia era algo real. Cierto número de perlas eran donados con fines de cooperar con las construcciones eclesiásticas y como agradecimiento por tener una buena temporada de buceo de perlas, o por evitar accidentes y muertes en la misma. También de los impuestos generados por las perlas se apoyaba al Ejército y a causas públicas.

Como lo relata la leyenda, el principal problema es la avaricia, que va contra los preceptos morales y espirituales, y te puede ocasionar un castigo divino y hasta la muerte. Pero en la vida real, el robo de perlas sí era algo muy tangible. Un caso curioso que podríamos relacionar con esta leyenda fue el proceso legal que se llevó contra José María Salgado por el robo de dos hilos de perlas de la Virgen de Loreto, como lo respalda el documento del 11 de noviembre de 1811 en el Archivo Histórico Pablo L. Martinez.