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Mina El Boleo: crónica de una muerte anunciada

Instalaciones antiguas de El Boleo en Santa Rosalía. FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

Explicaciones Constructivas

Por Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Con un gran impacto por parte de la oposición de grupos ambientalistas y, siendo el sector minero, uno de los más contaminantes del planeta, la industria de la minería en la región está prácticamente destinada al fracaso en un futuro. La emblemática mina El Boleo de Santa Rosalía no es la excepción.

En noticias recientes a nivel local y nacional, el Presidente de México anunció que se les negaban los permisos que estaba solicitando para una ampliación en la explotación diversos metales como manganeso y cobre, principalmente. El impacto de la noticia a nivel nacional fue mínimo, pero a nivel local cayó como una bomba, ya que hablar de la mina El Boleo, es hablar de la principal fuente de ingresos y de empleo del bello puerto de Santa Rosalía, en el lejano municipio de Mulegé.

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La piedra de la abundancia

Para entender el nacimiento de Santa Rosalía y la mina El Boleo, debemos de hacer un poco historia, y saber que desde el inicio de la explotación minera, se sabía con gran certeza que no iba haber cobre que durara tantos años de explotación, por lo que en sus inicios las compañías extranjeras aprovecharon las “fáciles” concesiones otorgadas por el Gobierno Mexicano para exprimir todo el cobre posible de las entrañas de la serranía aledaña a Santa Rosalía, y claro, también haremos una breve reseña del supuesto renacimiento reciente de la mina, ya de la mano de las empresas coreanas y canadienses.

Como se cuenta en la mayoría de los libros de historia regional —y un poco a manera de mito—, se dice que corría el año de 1868 cuando el señor José Rosas Villavicencio (en otras fuentes se menciona el apellido “Rosa”), oriundo del pueblo de Santa Águeda, descubrió por casualidad una piedra color azul prusia, y la llevó a un marinero de la región, quien a su vez la llevó al puerto de Guaymas para su estudio y análisis. Don José desconocía que la piedra tan llamativa que se había encontrado en alguna parte de la sierra era una roca que después bautizarían  como “boleita” los geólogos —esto, por su origen— y que contenía grandes cantidades de cobre y de muy buena calidad, únicamente equiparables con la región minera chilena de Chuquicamata, en el desierto de Atacama —y que aún en la actualidad posee las más grandes reservas de cobre del mundo.

Una vez que los especialistas descubrieron que dicha piedra contenía cobre y era factible de explotación corrió la noticia por el mundo sobre su posible explotación a gran escala desde los Estados Unidos hasta Europa, pero el ingeniero francés Georges Alfred de la Bouglise quien, como principal representante de la empresa minera Societé Anonyme des Mines de Lexington, adquirió del presidente Porfirio Díaz todos los permisos de explotación por 100 años. Cabe destacar que el magnate norteamericano, James Rothscild, también ofreció al Gobierno de México la solicitud; pensamos que don Porfirio se decantó por los franceses por la admiración que este tenía hacia la cultura francesa, y según se dice, para mantener una buena relación con Francia después del asesinato del emperador Maximiliano de Habsburgo.

El contrato para inicio de los trabajos de la compañía denominada: Compagnie Du Boleo, fue el día 7 de julio de 1885, donde se firmó un contrato por un millón de pesos en oro (desconocemos a donde fue a dar el recurso) y por un tiempo inicial de 50 años prorrogables a más tiempo, dependiendo de la extracción; también la empresa extranjera se comprometía a fundar un pueblo con los servicios básicos y dar empleo a la comunidad nativa, que al estar escasa se mandó traer a indígenas yaquis del vecino estado de Sonora para poder satisfacer la demanda de mano de la recién creada empresa.

El inicio fue alentador para la región, y más para el empresa minera, que consiguió por parte del gobierno una exención del pago de impuestos por concepto de aduanas. Los geólogos de la empresa hicieron estudios corroborando la buena calidad del cobre que estaba incrustado el recién nombrada piedra boleita, y ya desde ese momento se especulaba que la producción total sería de 900 mil toneladas. En un lapso de 50 años, era muy redituables económicamente, y como se dice en lenguaje empresarial: negocio redondo.

Después de la bonanza de la extracción, donde aparentemente el movimiento revolucionario no afectó en gran medida su extracción y el recién creado pueblo de Santa Rosalía siguió su crecimiento y su auge económico entre los pobladores, la empresa minera se fue acabando poco a poco el preciado metal hasta llegar al año de 1935, cuando los geólogos avisaron a la empresa minera sobre la existencia de más mineral. Se recomendó ampliar el contrato por otros 50 años o hasta que el metal se acabe —lo que sucediera primero.

Llegando hasta 1954 se tiene que la extracción de cobre tiene su nivel más bajo. La compañía francesa inicia con su recorte de personal y su ya inevitable quiebra ante la falta de cobre suficiente. Entonces fue cuando, al fin, el Gobierno Mexicano entra al rescate de la mina y del poblado de Santa Rosalía con la creación de un fondo minero de rescate, que terminó de plano en el año de 1972, con el agotamiento total del cobre. A partir de este año el pueblo entra en un bache económico en donde, entre sus reservados atractivos turísticos y algunas temporadas de pesca de calamar, hace que su población opte por quedarse y no emigrar, y convertir en pueblo fantasma la otrora ciudad de desarrollo.

El nuevo amanecer llega a inicios de la segunda década del nuevo milenio, con el descubrimiento en menor escala, pero al fin y al cabo, de yacimientos de manganeso, cobalto y un poco de cobre. Fue la empresa coreana Korea Resources Corporation (KORES) la que en 2012 inició con la larga burocracia de los permisos para la obtención de la concesión para explotar el manganeso y, que según estimaciones, la producción con las superficies en estudio era para 15 años y se ocuparía una ampliación en el futuro…. Y es justo lo que se está solicitando en estos tiempos. El pueblo de Santa Rosalía revivió a partir del 2015 con el inicio de la explotación de manganeso, ya que la extracción de cobre, cobalto y zinc, tuvo muchas complicaciones técnicas y se valora si vale la pena invertirle dinero en su pobre extracción.

La piedra en el zapato

Según reportes de la página de la industria minera en México, la mina emplea mil 283 trabajadores y 478 empleos indirectos, también tiene una relación con alrededor de 4 mil proveedores, y crea una derrama económica sobre la población de Santa Rosalía, haciendo que se vea el “movimiento” de recurso humano y económico. Hasta el momento la empresa minera ha demostrado que es amigable con el entorno y no se ha sabido de contaminaciones ambientales, tal vez por la poca extracción o por tener un adecuado procedimiento de extracción; pero lo que sí es cierto, es que ya no hay las grandes cantidades de metal por extraerse y que sea redituable para los empresarios, a tal grado que la Korea Resources Corporation, cedió un 7.3% de las acciones a la canadiense Camrova Resources Inc, quedándose con el 92.7% restante.

La razón de la solicitud para ampliar el terreno para la extracción del mineral hacia una superficie de 300 a 400 hectáreas, es por la sencilla razón de que con la extracción actual no van a durar los años que hagan valer la pena la inversión, es por eso que se están “poniendo el huarache” y están solicitando expansión de terreno. Hasta donde se sabe, el procedimiento está bien elaborado y ha cumplido con las normas de impacto ambiental; pero el Presidente del país negó —aunque de manera un tanto informal: en la “conferencia mañanera”—, el permiso de la ampliación, argumentando que no se puede seguir entregando concesiones a empresas extranjeras.

El tema es muy delicado, en primera porque las informalidades en las decisiones del Presidente, ya sabemos que se cumplen más tarde que temprano; recordemos la rifa del avión, por lo que los empresarios se preocuparon y con mucha razón; en segunda, porque para tomar dicha decisión se debe de hacer una análisis objetivo de las consecuencias entre la población que no está preparada para este tipo de eventualidad.

Creemos que, en el supuesto caso de que se autorice a la empresa seguir ampliando la superficie de extracción, va a llegar el día que el metal se acabe; entonces, la población deberá buscar otras fuentes de ingreso o definitivamente abandonar Santa Rosalía como sucedió en los 60. En Chile se vivió algo parecido con la mina ya mencionada de Chuquicamata, donde se nacionalizó, y tras un largo conflicto con los dueños originales, se creó la empresa paraestatal CODELCO —acrónimo de Corporación Nacional del Cobre de Chile—, y que el día de hoy es un referente de cómo el gobierno puede ser buen administrador de una mina. Tal vez sea una solución, pero se ha comprobado que el Gobierno de México lo que toca lo lleva al fracaso como, por ejemplo, la salinera de Guerrero Negro y el lejano caso del parque solar Sonntlan en Las Barrancas.

Sin duda, la decisión de cancelar la ampliación de la concesión es un tema controversial, que puede tener argumentos válidos, pero castigar a la población de tajo es irresponsable. No debe suceder; al contrario se le debe ir preparando con otras opciones. Por lo pronto, el socio minero canadiense se declaró en pasivos y puso en venta sus acciones, lo que con mucha seguridad harán sus pares coreanos en corto plazo.

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