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La fecha de fundación de la Misión de La Paz. Un enigma a desentrañar

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En nuestra tierra californiana, la influencia del periodo jesuita fue definitiva para la consolidación del dominio de la Corona Española y la entrada de la cultura de esta nación en nuestras tierras. Sólo la fe inquebrantable y la obstinación propia de los misioneros de la Compañía pudieron ser rivales contra la aridez de nuestra península y la hostilidad de sus lugareños. Poco a poco, a partir de 1697, se fueron internando los misioneros en las entrañas de la California milenaria y fundando las famosas misiones, por medio de las cuales se planeaba la conversión de los californios en la religión que ellos ostentaban así como el cambio de toda su forma de vida.

Sin embargo, no siempre fue tarea fácil el poder datar con exactitud la fecha en la que se fueron fundando estos enclaves misionales, como ahora lo vamos a poder conocer en el caso que nos ocupa, que es el enigma de la fecha de fundación de la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz.

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Sin lugar a dudas, todos los historiadores de la California han tenido que remitirse a los textos que nos han heredado los misioneros jesuitas para poder tener una referencia de los diferentes sucesos que se dieron durante los 70 años que permanecieron en esta península (1697- 1768). Afortunadamente, existen repositorios en nuestro país en donde se han concentrado una gran cantidad de informes que rendían de forma constante y permanente los ignacianos a sus jerarquías dentro de la Compañía.  Estos repositorios son el Archivo General de la Nación, Fondo Antiguo de la Biblioteca Franciscana, Fondo Franciscano y la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, etcétera. También a nivel internacional se cuenta con el Archivo General de Indias (Sevilla, España), Fondo Jesuita (Roma, Italia), y la Biblioteca Bancroft en Berkeley, California, entre otras.

Antes de continuar con este derrotero en la búsqueda de la fecha exacta del establecimiento de la Misión de La Paz, es importante contextualizar al lector. Para definir la fundación de una misión, se llevaba a cabo todo un proceso que involucraba presupuestos, personal que se destinaría para su funcionamiento e incluso hasta el nombre que llevaría el mencionado establecimiento. Como bien sabemos, los jesuitas concertaron una autorización virreinal con el  marqués José Sarmiento y Valladares para poder trasladarse a la California e iniciar la conversión de los naturales. La mencionada autorización no fue fácil de conseguir, pero dado que los Ignacianos se ofrecieron a realizar esta conquista espiritual sin pedir un solo quinto a la Corona Española, esto fue lo que inclinó el fiel de la balanza a su favor. Sin embargo, este ofrecimiento representó, durante todo el tiempo que permanecieron en la California, un gran reto ya que tenían que ingeniárselas para conseguir el dinero suficiente para sostener a las misiones. Desde un principio esto lo consiguieron solicitando “donaciones” a las caritativas almas piadosas entre los ciudadanos más ricos de la Nueva España. No sin grandes dificultades pudieron poco a poco conseguir el dinero suficiente para iniciar y expandir su odisea en las Californias.

Una vez que se contaba con el dinero que garantizara el sostenimiento de una misión, se planeaba cuidadosamente el lugar en el que se iba a establecer procurando que fuera una ranchería muy poblada, con abundante agua y tierra para practicar la agricultura, aunque fuera de forma modesta. Posteriormente, se definía a qué sacerdote le correspondería el alto honor de realizar el recorrido hacia el paraje seleccionado y construir los incipientes edificios (templo, barracas, plaza de armas, almacenes, vivienda para el sacerdote y los soldados, etctérea) que darían pie a este nuevo enclave misional. Finalmente, se acordaba la fecha de partida, las personas que acompañarían al sacerdote en su travesía así como la mejor ruta para llegar al lugar marcado. Casi siempre los sitios seleccionados ya eran conocidos con antelación (dos o tres años anteriores), pero se esperaba hasta tener el suficiente sostenimiento económico y el personal necesario para iniciar la fundación de estos centros, lo anterior garantizaba que su permanencia en el tiempo fuera exitosa.

En el sitio del puerto de La Paz, ya este lugar había sido explorado desde el año de 1533 con la fallida y desastrosa expedición de Fortún Jiménez, dos años después arriba al lugar Hernán Cortés, el cual por casi 12 meses estuvo porfiando el lograr establecerse de forma permanente pero al final tuvo que retirarse sin haberlo logrado. En el año de 1683 también se había intentado fundar una nueva misión, la cual llevaría el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe de las Californias, y a pesar de que durante dos meses una fuerza comandada en lo militar por Isidro Atondo y Antillón, y en lo espiritual por Eusebio Francisco Kino, permanecieron en el sitio, tuvieron que abandonarla abruptamente. En el año de 1716, el sacerdote Juan María de Salvatierra había organizado una expedición por la “Nación Guaycura” buscando un paso para llegar al puerto de La Paz y fundar una Misión, pero el carácter belicoso de los Californios de ese sitio se lo impidió.

Fue hasta el primer día del mes de noviembre de 1720 que los sacerdotes Jaime Bravo y Juan de Ugarte, a bordo de la balandra “El Triunfo de la Santa Cruz”, deciden emprender el establecimiento definitivo de una Misión en el puerto de La Paz. A ellos se les sumaría diez días después el sacerdote Clemente Guillén, el cual por tierra realizaría la travesía para encontrar a sus hermanos de Orden.

En estas fechas de salida de la expedición coinciden todos los historiadores, los cuales como ya mencioné, se han basado en los escritos que heredaron los misioneros jesuitas, tanto los tres que participaron, como sus hermanos ignacianos que estuvieron enterados de esta aventura. Sin embargo las discrepancias sobre la fecha de fundación de la misión ha sido motivo de diferencias, las cuales expondré a continuación.

El historiador y profesor Pablo L. Martínez, en su libro Historia de la Baja California menciona lo siguiente sobre este particular: La misión de La Paz fue fundada el 4 de noviembre de 1720, si por fecha de la fundación debe tomarse el día de la llegada de los fundadores, los PP. Ugarte y Bravo, quienes habían salido de Loreto en la balandra “El Triunfo de la Cruz” el día 1º. del referido mes de noviembre. Escogido el lugar apropiado “en una loma alta que domina las playas, a tiro de escopeta corta de aguaje, y de suelo duro y llano, con una mesa muy espaciosa”, se dio principio al desmonte, el cual estuvo terminado en cuatro días. En otro de sus libros titulado Efemérides Californianas: 1533-1933, nuestro autor reafirma esta misma fecha como el aniversario de fundación de la Misión de La Paz. Como podemos apreciar, Martínez es categórico en la fecha de la fundación, sin embargo, tengo que hacer la siguiente consideración: casi ninguna de las misiones que se fundaron en la California toma como el día de este importante acto cuando arriban a un sitio. Según tengo entendido, la única Misión fundada el mismo día de la llegada a un lugar fue la misión establecida por E. F. Kino en el puerto de La Paz en 1683. Por lo general, el primer día de la llegada, los colonos se dedicaban a descansar, a reconocer el sitio para escoger el mejor lugar para construir la iglesia, las barracas, almacenes e incluso establos para los animales que les acompañaban. El desmontar el terreno y levantar todos estos inmuebles, por más frágiles y sencillos que fueran, les llevaba varios días, así que declarar el día de la llegada de la expedición a un paraje como el día de la fundación de la misión era un excepción rarísima.

Otro de los doctos investigadores que expresó la fecha de la fundación de la Misión de La Paz fue el Dr. Michael W. Mathes, el cual en su libro Las Misiones de Baja California  1683 – 1849 dice lo siguiente: La Bahía de La Paz, descubierta por Femando Cortés en 1535 y nombrada como tal por Sebastián Vizcaíno en 1596, fue explorada por el Almirante Isidro de Atondo y Antillón en 1683 y el Padre Juan María de Salvatierra en 1716, ambos en busca de un sitio apropiado para una misión. El sitio de la Misión Nuestra Señora del Pilar de La Paz fue escogido por los Padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo el 13 de Noviembre de 1720, quienes habían salido de la Misión Nuestra Señora de Loreto, doscientos treinta y tres kilómetros al norte, abordo de El Triunfo de la Cruz. Dotada por el Marqués de Villapuente, la misión fue fundada el 3 de diciembre por los Padres Ugarte y Bravo, y tres días después la llegada del Padre Clemente Guillén contribuyó al éxito de la fundación. Aunque muy dependiente del servicio de El Triunfo de la Cruz para abastecerse, la Misión se extendió para incorporar las visitas de San Blas, Angel de la Guarda y San Hilario. Aquí podemos darnos cuenta de la discrepancia tan grande, de casi un mes, entre la fecha establecida por Pablo L. Martínez y el Dr. Mathes, sin embargo hay elementos de peso, que en breve describiré, para que el Dr. William Michael concluyera esta fecha de diciembre.

También el historiador y cartógrafo Carlos Lazcano Sahagún, en un artículo publicado en el diario El Vigía y titulado Misiones de las Californias X: Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airipí expresó lo siguiente sobre esta importante fecha: El 13 de noviembre de 1720, los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo salieron en barco de Loreto hacia la bahía de La Paz con el fin de hacer un nuevo intento por establecer una misión la bahía. La navegación la hicieron en “El Triunfo de la Cruz”, el primer barco construido en California.  Así, gracias al patrocinio del Marqués de Villapuente y a la mejor disposición de los guaycura, el 3 de diciembre de dicho año, los padres Bravo y Ugarte pudieron fundar la misión de Nuestra Señora de la Paz, en un paraje que los indios llamaban Airipí. A los pocos días del establecimiento, llegó por tierra a la misión el padre Clemente Guillén, quien abrió el primer camino terrestre entre las misiones de Loreto y La Paz, lo que mucho ayudó a consolidar esta naciente misión”. Como se puede percibir, tanto Mathes como Lazcano coinciden en la misma fecha sobre la fundación de esta misión.

El profesor e historiador Leonardo Reyes Silva nos deja la siguiente información en su libro Tres hombres ilustres de Sudcalifornia, sobre la fundación de la misión en comento: Del establecimiento de la misión de La Paz en 1720 existen tres valiosos documentos escritos por los padres Jaime Bravo, Juan de Ugarte y Clemente Guillén rescatados por el doctor Miguel León Portilla, mismos que aparecieron en un libro editado por el gobierno de Baja California Sur en el año de 1989 con el título de “Testimonios sudcalifornianos”. En la introducción, el doctor León-Portilla dice: El padre Juan de Ugarte, que ejercía por ese tiempo el cargo de visitador, encomendó la empresa al recién ordenado sacerdote, pero ya veterano en estas misiones, padre Jaime Bravo. Salieron así ambos del puerto de Loreto el 1º de noviembre de 1720, estrenando la balandra construida en la península, “El Triunfo de la Santa Cruz”. En sólo dos días y medio llegaron a la gran bahía. El 3 de noviembre desembarcaron y al día siguiente, sin concederse reposo alguno, levantadas las primeras barracas, formalmente quedó fundada la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz.

El profesor e historiador Jaime Holmos Montaño relata en su libro Apuntes cronológicos de Baja California Sur y los Cabos esta información: Noviembre 4 Se funda en La Paz, la Misión Nuestra Señora del Pilar de La Paz, Airapí, por los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo, este último duró ocho años al frente de la Misión ya que fue llamado a Loreto para que ayudase al padre Píccolo, debido a que estaba muy viejo y enfermo.

El emérito profesor e historiador Gilberto Ibarra Rivera en su libro La Paz, ciudad y puerto mexicano. Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos, comenta lo siguiente sobre este asunto: Después de la fundación de Loreto hubo de pasar dos décadas y tres años para que fuese posible el avance de los jesuitas hacia el sur y lograr, al término de ese tiempo, la fundación de la Misión de La Paz, lo que sucedió hasta el 3 de noviembre de 1720, con la advocación a Nuestra Señora del Pilar de La Paz, patrona del puerto, establecida entre los callejúes, una rama del grupo guaycura.

Ahora bien, toca el momento de analizar fuentes primarias de la historia, los escritos de los jesuitas que participaron en este evento multicitado. Afortunadamente, los tres sacerdotes que tuvieron el papel protagónico en esta aventura de fundar la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz escribieron relaciones en donde contaban cómo se llevó a cabo este suceso.

El padre Juan de Ugarte narra este acontecimiento en la Carta del padre visitador Juan de Ugarte al excelentísimo señor Marqués de Valero, Virrey. Fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar, en el puerto de La Paz. Marzo 15 de 1721. En este documento no se consignan fechas y simplemente es un relato general de lo que realizaron los sacerdotes desde el día que partieron de Loreto hasta el mes de marzo de 1721.

El padre Clemente Guillén también dejó una relación la cual se titula Expedición por tierra desde la Misión de San Juan Malibat a la Misión de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén y aunque es un documento muy detallado en fecha y sucesos es de poca ayuda para establecer la fecha de la fundación de la misión ya que cuando él arriba a La Paz, el 6 de diciembre, es muy probable que la misión ya estuviera fundada.

Finalmente, el sacerdote Jaime Bravo nos ofrece la relación más completa y al parecer es en la que se han basado todos los historiadores del siglo XX para concluir las fechas en que probablemente se funda la Misión de La Paz. El documento del sacerdote Bravo se titula ¿Razón de la entrada al puerto de La Paz: conquista de la Nación guaycura y fundación de la Misión de Nuestra Señora del Pilar en California, año de 1720, por el padre Jaime Bravo. En el mencionado documento el ignaciano comenta que efectivamente, en la tarde del día 3 de noviembre de 1720 llegaron al puerto de La Paz y que a partir de ese día hasta el 6, se dedicaron a desmontar un terreno cercano a la playa, sin embargo también precisa que encontraron un paraje muy a propósito para fundar la Misión, arriba de una loma. Los demás días los dedican a construir algunas barracas y almacén así como para realizar exploraciones a lugares cercanos por tierra y visitando las islas Cerralvo, San José y Espíritu Santo en busca de naturales que acudieran para ser catequizados.

El sacerdote Bravo menciona que, al mismo tiempo que una parte de sus hombres van a explorar, otra parte empieza a desmontar la “loma alta que habían encontrado” y finalmente concluye lo siguiente: Al mismo tiempo que llegó la canoa, estábamos mudando todo el tren de barracas y demás cosas a la loma que se había despejado. Y todo quedó en ese día compuesto, y en el siguiente día del glorioso Apóstol de las Indias, San Xavier, armadas las tres barracas dentro de una trinchera de estantería de mezquites, con su plaza de armas y a los alrededores sus casillas que hizo la gente de mar, cocina, y corral, todo junto dominando toda la bahía, palmar y dilatados llanos, con admirable vista.

Este mismo día, después de las misas, se enarboló el estandarte de nuestra redención, la Santa Cruz, hecha de dos palmas muy derechas y fuertes, y la principal quedó de once varas de alto, con lo que le corresponde de brazos, hechura de un buen carpintero, y con aparejos reales y cabrias, en que son Inteligentes los marineros, se plantó en un hoyo de estado de hondo, y como está en alto y despejado, se ve desde muchas leguas a la mar.

El día en que se celebra al “glorioso Apóstol de las Indias, San Xavier” es el día 3 de diciembre, por lo que es muy probable que todos los actos que relata Bravo que se llevaron a cabo ese día, hayan hecho concluir al Dr. W. M. Mathes, que no fue el 3 de noviembre, sino el 3 de diciembre de 1720, el día en que “formalmente” se fundó la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airapí.

Aquí abro un paréntesis para aclarar lo siguiente. En diversos sitios de Internet y documentos que circulan dentro y fuera de nuestro Estado, se dice que la actual Catedral de la Ciudad de La Paz (ubicada en la calle Revolución de 1910 entre Independencia y 5 de mayo) corresponde al templo de la “Misión” que fundó Jaime Bravo y Juan de Ugarte en 1720. Esto es totalmente falso. Este templo, el que ahora vemos en el centro histórico de la ciudad, inició su construcción en el año de 1861 y en su fase primaria se culminó cuatro años después. El sitio donde se erigió tampoco es el lugar donde se cree que estuvo la Misión de Nuestra Señora del Pilar. De todo esto hay constancia en el Archivo Histórico de Baja California Sur “Pablo L. Martínez”.

Como conclusión general podemos decir que, de acuerdo a los documentos que se conocen en la actualidad sobre los sucesos que ocurrieron en las fechas en que llegaron a este puerto de La Paz los sacerdotes Bravo, Ugarte y Guillén, no definen explícitamente una fecha específica para decretar la fundación de la misión del sitio, tal como sí aparece, por ejemplo, en la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto. A la mejor conclusión que podemos llegar es que fue el día 3 de noviembre (no el 4, como asegura Pablo L. Martínez) la fecha de la llegada del contingente de colonos que venían a fundar una Misión en este puerto de La Paz.

Bibliografía:

Pablo L. Martínez. “Historia de la Baja California”

Dr. Michael W. Mathes. “Las Misiones de Baja California  1683 – 1849”

Carlos Lazcano Sahagún. “Misiones de las Californias X: Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airipí”

Leonardo Reyes Silva. “3 hombres ilustres de sudcalifornia”

Jaime Holmos Montaño. “Apuntes cronológicos de Baja California Sur y los Cabos”

Gilberto Ibarra Rivera. “La Paz, ciudad y puerto mexicano. Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos”

Juan de Ugarte. “Carta del padre visitador Juan de Ugarte al excelentísimo seño Marqués de Valero, Virrey. Fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar, en el puerto de La Paz. Marzo 15 de 1721”.

Clemente Guillén. “Expedición por tierra desde la Misión de San Juan Malibat a la Misión de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”

Jaime Bravo. “Razón de la entrada al puerto de La Paz: conquista de la Nación guaycura y fundación de la Misión de Nuestra Señora del Pilar en California, año de 1720, por el padre Jaime Bravo”.

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San Luis Gonzaga Chiriyaqui. El rostro de la belleza, el abandono y la indolencia

FOTOS: Sealtiel Enciso Pérez

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El sistema misional que se implementó en las Californias a partir del año de 1697 y finalizó en 1840 (perduró durante 143 años), se constituyó en una compleja vía de poblados cuyo objetivo primordial era el extender la fe a todos los naturales que habitaran la parte conocida de la península (hasta ese entonces sólo era la región austral de la misma) e implantar un sistema de colonización, en donde los californios convertidos a la nueva fe cristiana paulatinamente abandonaran su hábitos nómadas y se integraran a la vida sedentaria, así como adquirieran la cultura europea. Una de estas Misiones fue la bautizada con el nombre de San Luis Gonzaga Chiriyaqui, la cual estuvo en funcionamiento desde el año de 1721 hasta su abandono en 1768.

El poblado de San Luis Gonzaga Chiriyaqui (no hay que olvidar que, en casi todos los casos, al finalizar el régimen misional en las Californias, los poblados que se formaron alrededor de las iglesias adoptaron el nombre), se encuentra ubicado a 195 kilómetros de la ciudad de La Paz y se tiene que acceder a él por un camino de terracería que dista de la carretera unos 37.2 kilómetros. El pasado 1 de febrero tuve la oportunidad de viajar a este sitio y constaté que el camino se encuentra en buenas condiciones. Aunado a ello, pude tomar las fotografías que se apreciarán en este reportaje y obtener las conclusiones a través de las apreciaciones que realicé en el sitio.

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Haciendo un poco de historia, les comentaré que este sitio fue descubierto en uno de los viajes de exploración que emprendió el incansable sacerdote jesuita Clemente Guillén, en el año de 1719. El mencionado sacerdote, había sido comisionado por el provincial de aquellos tiempos para que encontrara un camino hacia las costas occidentales de la península y registrara si había un sitio donde se pudiera establecer una Misión, con el fin de surtir de alimentos y dar cobijo a los exhaustos viajeros que venían en el Galeón de Manila, de retorno de Las Filipinas. Tras su exploración por el sitio que hoy se conoce como Bahía Magdalena y al no encontrar un lugar que, a su parecer, fuera pertinente para establecer un poblado, decide regresar a Loreto y en su camino explora un gran valle, al cual los nativos denominaban con el vocablo “Chiriyaqui”, del cual se desconoce su significado. Como era costumbre en esos tiempos, el sacerdote Guillén lo bautiza con el nombre del santoral cristiano de “San Damián”.

Dos años después, cuando ya se habían extendido las exploraciones hasta establecer una Misión en el puerto de La Paz, el sacerdote Guillén procede a fundar la Misión de Nuestra Señora de los Dolores del Sur, como un punto intermedio entre las Misiones de La Paz y Loreto, para que sirviera de descanso y apoyo a los viajantes entre ambos puntos. En ese tiempo se establece una “visita”, o capilla, en Chiriyaqui o San Damián.

FOTO: El Vigía

Con el paso del tiempo y debido a la gran cantidad de naturales que habitaban en las ranchería de Chiriyaqui, se decide fundar una Misión, tocándole al sacerdote Lamberto Hostell tener este gran honor en el año de 1740. La iglesia provisional que se estableció se consagró al santo jesuita San Luis Gonzaga y esto pudo ser posible debido a las donaciones que realizó Don Luis de Velasco, Conde de Santiago. En ese entonces, se calculaba el número de naturales que habitaban en sus alrededores de 310, cantidad que incrementó en 12 años para ser 380, y en el año de 1768 decreció a 310 nuevamente. Uno de los incentivos que se tuvo para establecer la Misión en este sitio es que a unos 200 metros de ella había un pequeño manantial, que era suficiente para crear un estanque del cual el sacerdote Hostell supo sacar provecho. Con ayuda de los naturales ya conversos en los 6 años que estuvo en el lugar, creó un sistema de acequias, a través de las cuales irrigó un pequeño campo que preparó; al poco tiempo tuvo sembrados y dando excelentes frutos árboles de olivos, parras, palmeras de dátil y caña de azúcar.

El padre Hostell fue sustituido por el también sacerdote Johan Bischoff, quien permaneció en el lugar hasta el año de 1760, cuando también fue relevado del cargo por el Alsaciano Johann Jakob Baegert. Este sacerdote permaneció en esta Misión durante 17 años, hasta que los jesuitas fueron expulsados de todos los territorios de la Corona Española. Era un hombre de gran preparación académica, puesto que fue maestro de humanidades en varios colegios europeos. En su estancia en este sitio, se propuso la tarea de construir una iglesia de piedra buscando con ello que perdurara por muchísimos años. No fue una tarea sencilla, ya que a pesar de que el sitio contiene una gran cantidad de material pétreo y cal para formar la argamasa y unirlo, la mano de obra conformada por los naturales, aunque relativamente abundante, no estaban impuestos a realizar actividades que eran valoradas por el mundo europeo, como lo es el caso de la construcción. En los escritos que nos dejó el sacerdote Baegert, llena de improperios y adjetivos peyorativos a los Californios al considerarlos no solo haraganes sino carentes de inteligencia, siendo para él, semejantes en gran medida con los animales.

A pesar de todas estas adversidades, el padre Johann Jakob pudo concluir la iglesia, la cual fue consagrada, como ya se mencionó, a San Luis Gonzaga, uno de los grandes santos venerados por la Orden Jesuita. El mencionado santo es considerado como el “Patrono de la Juventud”, puesto que según se relata sobre su vida, estuvo dedicada al sacrificio por el bienestar de los demás, lo que lo llevó a fallecer a una edad muy temprana. Se cuenta que este sacerdote, el cual nació en 1568, a pesar de haber llegado a la vida en el seno de la nobleza italiana, abandonó su vida de comodidades y se ordenó misionero jesuita. Cuando recién iniciaba su ministerio, se desató una gran epidemia de “peste negra” en toda Italia y él, a riesgo de su propia vida, se dedicó a cuidar de los enfermos. Lamentablemente se contagió de la enfermedad y muere en el año de 1591, contando con tan solo 21 años. Fue canonizado en 1726.

FOTO: Wikipedia

Este hermoso templo, erigido por Baegert como ya se mencionó, consta de una sola planta con forma de una “I latina”. Al frente, sobresale su enorme puerta así como dos torres, en una de las cuales se encuentra la campaña original que data del siglo XVIII. Caminando al interior del templo, podemos apreciar la carencia de imágenes o relieves, lo que revela la gran sobriedad y carencia de recursos económicos para revestirlo de estos detalles. Al fondo, en el altar, encontramos 2 reproducciones de San Luis Gonzaga. La mayor de ellas, se dice que es la imagen original que se colocó en este sitio cuando se concluyó la iglesia, pero que fue robada en el año de 1914 y estuvo perdida por mucho tiempo hasta que recientemente se encontró y devolvió a su sitio. En el recinto que se encuentra a la derecha del altar, dentro de un pequeño nicho descubierto, se localiza una escultura de piedra, probablemente una imagen de la Virgen de los Dolores, que posiblemente provino de la Misión de Nuestra Señora de los Dolores de Chillá al ser abandonada en 1768.

Pero regresando con el sacerdote Baegert, este iracundo y sarcástico consagrado, al ser expulsado de las Californias, llegó, tras un penoso viaje de varios meses, hasta Europa y terminó sus días en el colegio Jesuita de Neustadt an der Haardt, donde murió en 1772. Un año antes de morir, publicó sus memorias sobre el tiempo que permaneció en San Luis Gonzaga Chiriyaqui en la California, el mencionado texto lo tituló “Noticias de la península americana de California“. Un documento de un gran valor, no sólo histórico sino etnográfico.

La Misión de San Luis Gonzaga, a la expulsión de los jesuitas, fue atendida por los franciscanos (Fray Andrés Villaumbrales), sin embargo, ese mismo año (1768), el visitador José de Gálvez ordena el cierre de esta Misión, y que los pocos naturales que aún permanecían en ella fueran enviados a la Misión de Todos Santos. En el lugar sólo permanecieron algunos pocos españoles, los cuales continuaron explotando la ganadería y la siembra, y son los troncos de los que proceden las familias que aún viven en el lugar.

Si bien el poblado tiene las grandes ventajas de ser un sitio apacible, silencioso y donde se impone la tranquilidad propia de los espacios abiertos y ajenos al ajetreo de la vida citadina, su potencial turístico no se ha explotado y,  lamentablemente, se está dejando caer aquello que podría ser un detonante para la economía del sitio: la iglesia y el manantial cercano.

La iglesia, a pesar de contar con más de 250 años, se encuentra en muy buenas condiciones arquitectónicas por dentro y por fuera. Se puede apreciar que se le ha dado mantenimiento, lo que es muy bueno, aunque no en fechas recientes. No se cuenta con personal en el sitio, ni quien periódicamente visite el lugar, lo limpie y le dé el mantenimiento permanente que requiere. En el interior, todo se encuentra lleno de polvo producto del desprendimiento del emplaste y el encalado. Las paredes tienen grietas, salitre y manchas de humedad. Se introdujo un cableado eléctrico para que, durante los días y noches en que se realice alguna actividad litúrgica, se pueda iluminar el interior,  sin embargo, el trabajo fue pésimamente realizado y rompe totalmente con el estilo interno de este recinto. Se carece también de señalización o de letreros que den cuenta de la historia o mayores datos de los objetos o imágenes que se encuentran dentro de la Iglesia. En las salas de la izquierda y derecha del altar, se amontonan varios objetos litúrgicos sin que tengan una protección y, por lo mismo, quedan expuestos al robo o destrucción.

En la parte exterior de la iglesia se localiza un pequeño nicho informativo sobre la ex Misión, el cual está en regulares condiciones, aunque deteriorado por la acción de los elementos. Se carece de mayor información sobre el sitio tal como: datos de las actividades que se realizaban durante el tiempo de la época prehispánica, colonia y posterior, actividades productivas, etc. Tras la iglesia hay un pequeño panteón, el cual también está carente de letreros que indiquen más información. Finalmente, agregaré que, pegado a los muros de la iglesia, en algunas partes, crecen plantas que pudieran ser un peligro para la estructura del templo, ya que al crecer podrían desplazar cimientos y/o paredes.

Como mencionaba, la comunidad es muy hermosa, pero debería tener señalización hacia el manantial o humedal, que se encuentra totalmente oculto por las casas que están en la calle principal, y que constituye también uno de los atractivos. Como ya mencioné, en este sitio se construyeron acequias por parte del sacerdote Hostell y se plantaron diferentes tipos de árboles frutales, por lo que, si aún existen, constituyen un magnífico atractivo turístico que llamaría a muchas personas que deseen admirarlos. Así mismo, algunas construcciones que se encuentran en las calles que rodean a la iglesia, aún dejan ver una estructura arquitectónica maravillosa, propia de un pasado de opulencia, pero lamentablemente se encuentran con gran deterioro y algunas de ellas en peligro de derrumbarse, por falta de mantenimiento y la acción del tiempo. Ninguna de ellas tiene letreros o señalizaciones del uso que tuvieron y de su importancia histórica.

Como conclusión puedo decir que este sitio es maravilloso y fue una experiencia increíble estar en él y admirar su templo y el humedal cercano, así como las casas antiguas que aún están de pie, sin embargo, reitero que se necesita un esfuerzo por parte de las diferentes instancias del gobierno y de la iniciativa privada para reactivar este lugar y que recupere su antiguo esplendor, convirtiéndose en un sitio turístico donde se preserven sus antiguas edificaciones, que genere ganancias y progreso a esta región.

 

Bibliografía:

 

  • Misiones de las Californias siglo XVIII: San Luis Gonzaga Chiriyaqui – Carlos Lazcano
  • Una misión, San Luis Gonzaga, Baja California Sur – mexicotravelclub.com
  • The Lost Treasures of Baja California por el S.J. James Donald Francez. Párroco de la Misión de San Ignacio.
  • Las Misiones Jesuitas de Baja California
  • Reports of the Smithsonian Institution (Washington, 1863), 352 sqq.; (1864), 378 sqq.: (1865), 41 sqq.; de Saint-Martin, L’Anne geographique, V, 1866 (Paris, 1867), 233-39; Backer-Sommervogel, Bibliotheque (1890), I, 760, sqq. and (1898), VIII, 1724.

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23 días de muerte. La expedición de Clemente Guillén al puerto de La Paz

FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la actualidad, cuando se recorre la carretera transpeninsular que une los principales puntos de esta California del Sur, se llena de tedio y cansancio al contemplar cientos y cientos de kilómetros de desierto desde la comodidad de un automóvil o un camión de pasajeros. Sin embargo ubiquémonos 300 años atrás, 1720, en la época misional, en donde llegar a este punto de la geografía californiana, La Paz, era poco menos que retar a la muerte debido a que, después de la Misión de San Juan Malibat o Ligüí, no existía un punto tocado aún por un asentamiento permanente colonial.

Es aquí donde surge la leyenda del sacerdote Clemente Guillén, quien hizo esta travesía por inhóspitos parajes y constantes amenazas de muerte a manos de los Guaycuras.

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Hacía 3 años que había muerto el Apóstol de las Californias, el sacerdote jesuita Juan María de Salvatierra (un año antes de que esto ocurriera, en 1716, Salvatierra había intentado de forma infructuosa el llegar al puerto nombrado por Vizcaíno como La Paz. Lo difícil del terreno, pero sobre todo el carácter huraño y agresivo de los Guaycuras, hizo imposible su llegada y tuvo que regresarse con grave riesgo de un levantamiento de estos californios en contra de él y la gente que lo acompañó en la expedición), el explorar el territorio austral de la California se había convertido, de nuevo, en una petición importante de las autoridades españolas a través de las epístolas que enviaba el Virrey Don Baltasar de Zuñiga y Guzmán, duque de Arión, marqués de Valero. El motivo de ello era el encontrar y colonizar un punto en estas latitudes que sirviera para dar refresco a los pasajeros y tripulantes del Galeón de Manila, los cuales llegaban a este punto sumamente cansados y enfermos.

Fue entonces que se decidió que los sacerdotes Jaime Bravo y Juan de Ugarte realizaran una incursión por mar, utilizando para ello la Balandra “El Triunfo de la Santa Cruz”, el primer navío construido totalmente en la California, hasta llegar al puerto de La Paz. Sin embargo, esto no era suficiente, se necesitaba que otro sacerdote realizara el viaje por tierra para encontrar una ruta por la cual pudieran llevarse el bastimento y la gente necesaria para dar apoyo a la futura Misión que se estableciera. En ese tiempo los barcos eran sumamente frágiles, además de que quedaban a merced del clima, por lo que depender únicamente del apoyo por mar era sumamente arriesgado y nada prudente. El sacerdote ideal para realizar esta labor era Clemente Guillén. La razón de ello era que Guillén había realizado un recorrido desde Loreto hasta alcanzar Bahía Magdalena en el año de 1719, lo cual fue un hecho sumamente importante porque conoció por lo menos el cincuenta por ciento del camino para llegar a la ensenada de La Paz además de que dejó hechas amistades con algunas rancherías que habitaban en esos sitios, lo cual le resultó muy ventajoso.

Clemente Guillén nació en la ciudad de Zacatecas en el año de 1677. A los 29 años fue ordenado sacerdote en la ciudad de Oaxaca y, hasta el año de 1713 fue profesor en el colegio jesuítico de ese lugar. En el año de 1714 llega a la California y fue destinado a la Misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí. Realizó diversas expediciones de exploración de la California entre las que destaca la de Loreto a Bahía Magdalena, San Juan Bautista Malibat a La Paz y La Paz a Cabo de San Lucas. En el año de 1721 funda la Misión de Nuestra Señora de los Dolores y se traslada a esta una vez que se tuvo que cerrar la de San Juan Bautista Malibat o Ligüí por falta de naturales. En el año de 1732 fue nombrado visitador de las Misiones de California. En el año de 1746 se retira a Loreto ya viejo y cansado, en donde fallece en 1748 a los 71 años de edad.

El inicio de la expedición de Guillén fue el 11 de noviembre de 1720, diez días después de que partieran por mar los sacerdotes Ugarte y Bravo. Las grandes penurias y dificultades que tuvo durante su viaje se debieron a que escogió el camino más escarpado para llegar a La Paz, el cual es el que se encuentra en la parte occidental de la Sierra de La Giganta, adyacente al Golfo de California. Toda esta parte de la sierra es un terreno de gran dificultad y en la actualidad pocas personas se atreven a transitar por él, menos arriando un ato de mulas y en ellas una buena carga de bastimento para el trayecto. El sacerdote Guillén comenta que todo eran cuestas y mal camino, playas pedregosas y cerros sumamente empinados en donde era común que resbalara la carga y las mulas se desbarrancaran.

Durante las largas jornadas siempre encontraron agua, pero en la mayoría de los lugares era salobre y muy mala para tomar, tanto que incluso ni los mismos animales  la querían probar. Fue común durante estas jornadas que se avanzara unas leguas (una legua igual a 4828 metros) y se tuviera que retroceder todo ese trecho debido a que se topaba con barrancos o montañas encumbradas. En varias ocasiones el sacerdote Guillén reporta que los californios que llevaron de Loreto para que les sirvieran de guía huían a la menor oportunidad, espantados, por un lado, por las penurias de hambre, sed y cansancio, pero por otro por el miedo que les inspiraban los Guaycuras que constantemente los asediaban en el trayecto.

El día 28 de noviembre, cansado todos de tantos contratiempos, sin agua y con muy poco bastimento, hicieron una junta en donde decidirían el destino de la expedición. Después de múltiples deliberaciones decidieron proseguir hasta el punto donde ya les fuera imposible avanzar y que en ese momento regresarían a Loreto alimentándose de la carne de la caballada y de los mezcales que pudieran conseguir en el camino. Afortunadamente, a poco de andar unas 12 leguas encontraron una salida de esta sierra y dieron con terreno llano en donde a poco encontraron unas pozas de agua con las cuales satisfacer la sed que ya los venía extenuando. Fue entonces cuando los pocos Californios que los acompañaban decidieron abandonarlos aprovechando un descuido.

Es interesante leer cómo los soldados que acompañaban a Guillén eran diestros para realizar el famoso batequi. Hacer batequi es una frase que aún emplean algunos rancheros sudcalifornianos en la actualidad y se refiere a los pozos que hacen en los cauces de arroyo, en la búsqueda del agua superficial que ha quedado después de las lluvias. Muchos rancheros aseguran que en los cauces de arroyo donde abundan los árboles de mezquite, es casi seguro que hay agua a poca profundidad. Estos conocimientos fueron los que mantuvieron con vida a la expedición en más de una ocasión durante esta travesía.

Para el día 4 de diciembre llegaron a un sitio donde descubrieron un arroyo muy pequeño pero con agua suficiente para calmar su sed, además en sus orillas crecía bastante zacate el cual ayudó en mucho a sosegar el hambre que tenía la caballada. El día siguiente llegaron a una parte de la Sierra de la Giganta que cae al mar y pudieron seguir su camino hasta donde unos cantiles (acantilados) se los impidieron, sin embargo, era tanta su desesperación que decidieron sortear este obstáculo con la firme creencia que tras de él se encontraría el seno califórnico, esto es, la Bahía de La Paz.  El trasponer estos acantilados no fue tarea fácil y mucho menos empujando o jalando a las mulas las cuales estaban cansadas al igual que los exhaustos soldados.

Finalmente el día viernes 6 de diciembre de 1720 llegaron a la parte occidental de la Bahía de La Paz, probablemente donde hoy es el poblado de El Centenario y, desde allí divisaron la balandra que ya había llegado desde más de 33 días antes a este sitio (3 de noviembre). Hicieron señas y gran gritería para que los vieran sus compañeros y unas horas después pasaron en la balandra a todos los expedicionarios y una parte de la caballada, el resto la pasaron el día siguiente, para reunirse en el punto final.

El padre Clemente Guillén permaneció en La Paz hasta el día 10 de enero de 1721 en que emprende el regreso a su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí, sin embargo lo realiza por un camino diferente. Durante los días que permaneció en La Paz despachó a un grupo de soldados los cuales buscaron un camino menos penoso que el que habían tomado para trasponer la sierra y encontraron uno por el lado de a Mar del Sur (este camino es el que siguió para su trazo la carretera Transpeninsular), el cual era menos dificultoso y por lo mismo garantizaba un retorno más rápido. Si bien es cierto que durante la marcha de regreso no enfrentaron los obstáculos de la orografía que se les habían presentando anteriormente, aquí los peligros estuvieron con los californios de la ranchería de Jesús Remeraquí, los cuales se mostraron hostiles con ellos en todo momento creando una atmósfera muy tensa en buena parte del camino, con riesgo inminente de sufrir un ataque.

En uno de los encuentros con estos Guaycuras escucharon que les gritaban algunas frases que los soldados y el padre Guillén no entendieron, pasadas unas horas los intérpretes que llevaban con ellos les dijeron que les decían insultos buscando que se enojaran y se fueran a las armas. Algunos de estos insultos eran “¿Por qué no tienen arcos esos advenedizos? quizás son mujeres”, “estos tienen miedo, si tienen miedo, ¿para qué vienen a nuestras tierras?”. Afortunadamente, gracias a los llamados a la calma y a ser pacientes por parte del Padre Guillén a los soldados, a que los Guaycuras no se decidieron a lanzarse sobre los expedicionarios y a que el martes 21 de enero llegaron a la ranchería de Santa Cruz Udaré en donde el cacique era amigo del padre Clemente, pudieron desanimar cualquier ataque hacia ellos. Incluso el cacique amigo les llamó fuertemente la atención a los Guaycuras belicosos reprochándoles la forma tan vil en que habían tratado a sus amigos. Finalmente el jueves 23 de enero el sacerdote Clemente Guillén llegó a su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí y poco después, los soldados que le acompañaron al Real Presidio de Loreto.

Durante el trayecto del padre Guillén en su expedición logró bautizar algunos sitios de los cuales en algunos casos el nombre aún persiste y en otros fue sustituido. Algunos ejemplos son: San Juan Bautista Malibat (Ligüí), Catechiguajá (?), Pucá (Agua Verde), Santa Daría Acuré (Santa Marta), San Carlos Aripaquí (San Carlos), San Gregorio Asembabichi (Tembabichi), Santa Isabel Cahué (arroyo de Montalvá),  San Félix Acuí (arroyo Punta Blanca), A paté (Los Dolores), Nuestra Señora de los Dolores (Los Dolores),  Sierra del Tesoro (cuesta de los Burros), La Presentación de Devá (Kakiwi), San Martín Quaquihué (Kakiwi),  San Eugenio lchudairí (llano Mezquitito), Santa Cecilia Caembehué (arroyo San Francisco), Santa Felícitas (arroyo San Francisco), San Chrysogono Arecú (rancho El Potrero), Santa Catalina de los Miradores (arroyo La Soledad), Los Desposorios de Nuestra Señora (arroyo Santa Rita del Coyote),  San Andrés del Paredón (rancho El Caracol), San Saturnino del Pedernal (El Pilar), etc.

De lo acontecido en este viaje tenemos la suerte de que se haya consignado por el sacerdote Clemente en un diario el cual tituló: “Expedición por tierra desde la misión de San Juan Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”. El mencionado documento se conserva en la Biblioteca Nacional de México, archivo franciscano, caja 3, documento 49 .1 y se ha impreso en varias ocasiones tanto en español como en inglés.

El difundir las exploraciones de estos Misioneros, más allá de caracterizarlos en ese instinto maniqueo tan humano de lo bueno y lo malo, nos permite conocer más sobre la Antigua California y sus habitantes desde diversas perspectivas que van de lo antropológico, lo biótico, lo botánico, etnográfico, etc. Es grande la tarea de los historiadores aún ya que esta es la punta del iceberg de la gran historia de esta tierra.

 

Bibliografía:

Diario “Expedición por tierra desde la misión de San Juan Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”.

La Primera Entrada. Descubrimiento Del Interior De La Antigua California – Carlos Lazcano Sahagún.

“Tres Hombres Ilustres De Sudcalifornia, Jaime Bravo, Manuel Márquez de León y Agustín Arriola Martínez” – del Prof. Leonardo Reyes Silva

“La Paz, ciudad y puerto mexicano: Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos” del Prof. Gilberto Ibarra Rivera

Efemérides Sudcalifornianas – del Prof. Eligio Moisés Coronado

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