Llevemos al terreno político la palabra California

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El librero

Ramón Cuéllar Márquez

Lo que no se nombra, no existe.

Claudia Sheinbaum Pardo

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando México perdió más de la mitad del territorio nacional con la invasión estadounidense de 1846-1848, incluyó la pérdida de la Alta California y con ello la apropiación de la palabra California por parte de EEUU, pues una vez dueños de la tierra fue fácil tumbarle el «Alta» al nombre. Por su parte, luego de eso, México y los bajacalifornianos tuvieron que defender el territorio ante los constantes intentos bélicos y amenazas políticas estadounidenses de quedarse también con la península. El Gral. Márquez de León fue defensor cuando el comodoro Jones intentó anexarse la península por la fuerza en 1946, y luego enfrentó en 1853 al navegante filibustero William Walker, quien pretendía crear la «República de las Dos Estrellas»; asimismo, Lázaro Cárdenas en el siglo XX ordenó la colonización de Baja California con mexicanos nacionales y mexicanos provenientes de Estados Unidos en los años 1935-1939 para evitar su vulnerabilidad ante la codicia extranjera.

No obstante, al final, por otro lado, tuvimos que conformarnos con que la península se quedara con «Baja» California, es decir, no hicimos como EEUU, no eliminamos el «Baja» sino que lo conservamos y lo volvimos oficialmente parte del nombre. Ese, pienso, fue un error. Ya conocemos cómo es que «California» se volvió nombre de un territorio al que llegaron los españoles, porque por aquellos años circulaba un libro de Garci Rodríguez de Montalvo, Las sergas de Esplandián, donde se contaba de una isla California llena de oro y joyas, riquezas inmensas, esas cosas que a los españoles de la conquista volvía locos. Hernán Cortés creía que esa historia era cierta y por ello, cuando arribó, pensó que se trataba de la California de «Las sergas…» (se topó con la realidad de unas tierras desérticas).

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Y así se llamó. Por cierto, en algún momento Loreto se convirtió en la capital de las tres Californias, lo cual confirma la fortaleza nominal histórica. Luego los investigadores en su rescritura de la Historia de la península la llamaron «Antigua California» y a los indígenas originarios (hoy por completo desaparecidos) «antiguos californios» o solo «californios«. La Baja California se dividió en dos, la Sur y la Norte. Ambas fueron Distritos, Territorios y al final Estados constitucionales, donde Baja California eligió llamarse de ese modo primero, como aparece desde la promulgación de su Constitución Política desde el 16 de enero de 1952. En el caso de la Sur tardó unos años más en convertirse en estado, el 8 de octubre de 1974, y asumió el nombre de Baja California Sur, un nombre por demás largo, donde el gentilicio se antoja imposible. Sin embargo, los habitantes de BCS se autodenominan «sudcalifornianos», una manera de aferrarse y apegarse a California, un nombre no oficial que da cierta identidad.

Ciento setenta y seis años después de que se cediera más de la mitad del territorio nacional (Tratado Guadalupe-Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848, en la Villa de Guadalupe Hidalgo, Ciudad de México), los estadounidenses a la Baja California le dicen «Baja» y al Golfo de California le dicen «Mar de Cortés», donde desaparece la palabra California. Incluso en México, en el caso de BCS, dicen «Baja Sur»; de remate, muchos oriundos del Estado dicen «La Baja». En La Paz hubo un hotel que se llamó o se llamaría «Hotel Gran Baja» o la famosa carrera off-road la llaman «Baja Mil» (durante un tiempo se intentó llamarla «Baja California Mil», pero se volvió al mismo, aunque para serles franco, no sé si se sigue llamando «Baja California Mil» y le dicen «Baja Mil» por asuntos comerciales; huelga decir, «La Baja Mil» fue una hechura gringa: creada por Dave Ekins y Bill Robertson Jr. en 1962, cuando partieron de Tijuana, Baja California, en dos motocicletas Honda con destino a La Paz, BCS).

En la Constitución Política de BCS, desde el 31 de diciembre de 1982 está prohibido que oficialmente se omita California de eventos, instituciones o en giros comerciales, que en el caso de estos últimos de poca cosa ha servido porque por todos lados vemos anuncios con la palabra «Baja» y jamás se les sanciona ni se les llama la atención: «Ley para que en lo sucesivo se utilice en nombre completo de Baja California Sur y se suprima el calificativo ‘Baja’«.

Existe un cierto arraigo al nombre de BCS, porque cuando nos confunden con la Baja California, de inmediato gritamos «¡Suuuuur!» para recordar que no somos lo mismo (lo cual da una idea de separación eterna irrenunciable). He de decir que se me antoja una Baja California unida, como Vietnam y otras naciones lo hicieron, tumbarle el «Baja» y quede solo California: los californianos mexicanos en una sola pequeña patria. Pero ese es un debate intelectual que sólo se da entre historiadores, académicos, ensayistas, poetas, narradores (un círculo vicioso perenne que no lleva a ningún lado), no entre los políticos, o al menos no he escuchado que se den acalorados debates públicos al respecto o que exista una propuesta oficial al respecto (al parecer ni siquiera quieren arrancar para ponerlo en la arena pública).

Se les ha planteado a los gobernantes a través de medios escritos, de voz a voz, que se cambie la Constitución local y federal para tal efecto, pero replican que «hay cosas más importantes que atender»; me da la impresión de que no quieren tocar el asunto por razones políticas ¿por temor a EEUU?, ¿para no mover el tapete?, ¿por indiferencia? De este modo, como vemos, al momento de perder la Alta California también el nombre se ha ido difuminando poco a poco hasta que, puede ser, nos llamemos en el futuro, en efecto, Baja Norte y Baja Sur y seamos Bajeños, hasta que la ocupación e invasión territorial se complete con la apropiación cultural (y robo nominal) de la palabra California.

Estoy convencido de que California, su espíritu, su historia, su identidad deben politizarse, defenderse y ganarse en el terreno político, abrir la discusión pública, es decir, el vocablo como si se tratara del mismísimo territorio, porque, a mi parecer, estamos muy conformes y acomodados a que en la palabra vayamos perdiendo la batalla, donde sólo nos queda despotricar cada que alguien omite California, pero en la realidad nos quedamos sumisos y sin mayores aspavientos perdiendo con ello la cuestión identitaria. Siento que este alegato no ha concluido: 29 estados de la República tienen un nombre con el que se identifican de inmediato, entonces, ¿por qué no llevar al terreno político la palabra California? ¿Cómo llamarnos de tal modo que California abarque más allá de su Golfo?

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De la minería al turismo. Evolución económica y cultural de Los Cabos

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Colaboración Especial

José Luis Cortés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Baja California Sur es un estado que ha experimentado transformaciones significativas a lo largo de su historia. Desde la llegada de los colonizadores en el siglo XVI, la región ha sido moldeada por diversas actividades económicas, siendo la minería una de las más prominentes. Durante el siglo XIX, la extracción de minerales como la plata y el cobre fue un motor económico que atrajo a muchos inmigrantes en busca de nuevos horizontes. Pueblos como El Triunfo y San Antonio florecieron, convirtiéndose en centros vitales de actividad económica y cultural.

Nuestros antepasados no solo trabajaron arduamente en la minería, también innovaron en sus métodos. La construcción de ingenios y sistemas de riego ayudaron a maximizar la producción agrícola. El cultivo de algodón se desarrolló a finales del siglo XIX y, aunque efímero, permitió que muchas familias se asentaran en la región. El 40% de la población de la época se dedicó a la agricultura, estableciendo un legado que debería ser valorado por las nuevas generaciones.

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Sin embargo, a pesar de estos logros, sus esfuerzos se han visto eclipsados por la creciente desconexión de las generaciones más jóvenes con estas tradiciones. Mientras que los ancianos del lugar recuerdan con nostalgia el trabajo de la tierra y las cosechas, los jóvenes parecen más interesados en el turismo. La falta de interés en el legado agrícola y ganadero que definió durante tanto tiempo la economía ha llevado a una pérdida de identidad cultural entre los millennials.

La Era del turismo

En las últimas décadas, BCS ha visto un auge en el sector turístico, catalizado por su belleza natural y biodiversidad. Con el desarrollo de destinos turísticos como Los Cabos, la Paz y Loreto, la región se ha convertido en un imán para turistas tanto nacionales como internacionales. De acuerdo con datos de la Secretaría de Turismo, en 2020, el Estado recibió más de 3 millones de visitantes, un aumento del 25% en comparación con años anteriores.

Sin embargo, este crecimiento ha traído consigo una nueva dinámica que ha impactado la cultura y la economía local, especialmente, en el municipio de Los Cabos. Mientras que nuestros antepasados trabajaron la tierra y cultivaron la autonomía económica, muchos jóvenes millennials hoy prefieren buscar oportunidades en el turismo. Aunque este sector ha generado empleo, ha contribuido a la falta de interés en las actividades tradicionales que definieron a la región.

La dependencia del turismo ha hecho que muchos jóvenes se enfrenten a un vacío de ideas y una falta de iniciativa en la búsqueda de alternativas. Las encuestas indican que menos del 20% de los jóvenes muestra interés en involucrarse en la agricultura o la ganadería, vitales para la sostenibilidad de las comunidades locales. En su lugar, prefieren empleos en el sector turístico, que, aunque lucrativos, no ofrecen la misma conexión con su historia y cultura.

Generación Millennial y desconexión cultural

Hoy en día, muchos jóvenes millennials se encuentran en una encrucijada. Aunque viven en un entorno con múltiples oportunidades, hay una preocupante falta de ideas y actitud proactiva hacia el aprendizaje de las prácticas agrícolas y ganaderas de sus antepasados. La cultura de la inmediatez y el éxito rápido ha hecho que muchos opten por carreras en el turismo y la tecnología, dejando de lado el legado cultural y productivo que sus abuelos construyeron con tanto esfuerzo.

El testimonio de jóvenes como Javier es común: “No veo el valor en trabajar la tierra cuando hay oportunidades más fáciles en el turismo.” Esta forma de pensar resalta una desconexión que amenaza con borrar las técnicas y conocimientos que fueron fundamentales para el desarrollo de la región. Las historias de esfuerzo, innovación y dedicación de nuestros antepasados son cada vez menos escuchadas, y hay un riesgo real de que se pierdan esos saberes.

La resiliencia de la comunidad

A pesar de esta desconexión, la comunidad local continúa mostrando resiliencia. Aquellos que cultivaron la tierra y criaron ganado durante generaciones poseen un conocimiento invaluable que podría ser un faro para los jóvenes. Pero esta sabiduría corre el riesgo de perderse si no se promueven iniciativas que fomenten el interés en estas prácticas.

Las cooperativas agrícolas, por ejemplo, están comenzando a resurgir. Estas organizaciones ofrecen oportunidades a jóvenes que desean redescubrir sus raíces y aprender de las técnicas que sus antepasados perfeccionaron. En lugares como San José del Cabo, se han creado iniciativas que enseñan sobre la producción sostenible de alimentos, atrayendo a jóvenes interesados en la fusión de técnicas tradicionales con prácticas modernas.

La agricultura orgánica y sostenible está ganando terreno, lo que representa una alternativa viable en un mundo donde los consumidores buscan cada vez más productos responsables. Los datos muestran que el 30% de los jóvenes tienen interés en proyectos que combinan la agricultura con la sostenibilidad, lo que sugiere que hay un potencial si se les brinda la oportunidad adecuada.

Un futuro por descubrir

La historia de BCS —y de Los Cabos, en particular— está marcada por la capacidad de sus habitantes para adaptarse y prosperar. Desde la minería y la agricultura hasta el turismo, cada etapa ha dejado una huella en su identidad. La juventud millennial, aunque enfrenta una crisis de ideas y actitud, tiene la oportunidad de redescubrir su legado.

Integrar la herencia cultural en sus proyectos y aspiraciones puede brindar un camino hacia un futuro más sostenible y enriquecedor. Al recuperar el interés en las actividades que definieron a la región, los millennials podrían no sólo honrar a sus antepasados, sino también contribuir al desarrollo económico de la media península.

Promover iniciativas que combinen el aprendizaje de tradiciones con nuevas tecnologías puede ofrecer una visión renovada y un futuro que honre el pasado mientras se enfrenta a los retos contemporáneos. La apertura de espacios de diálogo y talleres intergeneracionales puede servir como un puente entre el conocimiento y las nuevas ideas, revitalizando así la conexión que una vez unió a la comunidad con su rica historia.

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Día Mundial de las Ciudades: las ciudades de Baja California Sur

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Explicaciones Constructivas

Por Noé Peralta Delgado

 

Ciudad Constitución, Baja California Sur (BCS). El 31 de octubre de cada año se celebra en todo el mundo el Día Mundial de las Ciudades, donde, recientemente, se ha dado más promoción y concientización a esta fecha, debido al crecimiento exponencial de la población que vive en las zonas urbanas. ¿Qué tan bueno para la humanidad es vivir en las ciudades y que tanto afecta al planeta este fenómeno urbano?

El concepto de ciudad, va muy de la mano de la definición de zona o área urbana de una región o país. Según la Real Academia de la Lengua Española, la ciudad es un conjunto de edificios y calles, cuya población densa o numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas, también es lo opuesto al término rural. En palabras mas científicas, su definición viene dado de la siguiente manera: «es un asentamiento de población con atribuciones y funciones políticas, administrativas, económicas y religiosas diferentes a la zona rural».

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El gran reto de los urbanistas y de los gobiernos es poder dar servicios públicos eficientes a toda la población que habita una ciudad y, sobre todo, tener una buena relación con el medio ambiente de su contorno; estas dos características vienen siendo una verdadera utopía en la actualidad, y principalmente en las ciudades o zonas urbanas que se forman en los países latinoamericanos, donde la carencia de buenos servicios públicos crea vialidades con mala imagen ecológica, y por ende, el medio ambiente circundante se vuelve muy contaminado.

En México, según INEGI, se considera área urbana aquella localidad que su población sobrepase los 2,500 habitantes, y de ahí en adelante se dividen según la población ascendente, por ejemplo de 2,500 hasta 5,000 habitantes se considera ciudad rural pequeña, de 5,000 a 30,000 habitantes ciudades pequeñas y más de 30,000 habitantes pasan a ser ciudades medias y que son objeto de estudio por su impacto político, social y económico para el país. También utilizando la información de INEGI en su censo reciente del año 2020, se tiene que en Baja California Sur tiene un total de cuatro ciudades para cuestión de estudio y que son de mayor a menor: La Paz con 250,141 habitantes (siendo la capital y la ciudad con más población), sigue Cabo San Lucas con 202,694 habs, luego San José del Cabo con 136,285, y por último, Ciudad Constitución, con 43,805 habs.

En el municipio de Los Cabos, es donde se tiene el porcentaje de crecimiento de población mas alto con un 4%, mientras el promedio nacional anda en 1.05% anual, esto quiere decir que el índice de crecimiento en la parte Sur del Estado está muy por encima del aumento nacional, que dicho sea de paso, en este año 2020 obtuvo el índice de crecimiento mas bajo desde el año de 1910, lo que indica que la población en México esta entrando en una etapa de relativo estancamiento poblacional con respecto a otros países del mundo.

Pero volviendo al caso de las ciudades, mas grandes de Baja California Sur, se tiene sobre todo en el municipio de Los Cabos, que dicho crecimiento va acompañado de un desorden vial, de una marcado falta de servicios básicos incluyendo el agua potable y de un aumento de la delincuencia propia de el exceso de migración hacia el lugar.

Uno de los objetivos primordiales de establecer el día 31 de octubre como el Día Mundial de las Ciudades, es hacer conciencia del espacio que ocupa el ser humano, a garantizar la vivienda y un ambiente ideal para su relación con su entorno. No olvidar que el crecimiento de la población urbana se debe sobre todo, a que los gobiernos no garantizan una vida de educación, de cultura y de servicios médicos a la población rural, razón por la cual, estos pobladores tienden a emigrar a las ciudades haciéndolas cada vez más caóticas.

Como aportación tenemos que en BCS la población en las zonas urbanas llega al 91%, mientras que el resto 9% de la población vive en zonas rurales, haciendo con esto un Estado intensamente urbano; y que a nivel nacional anda en un 79% la población urbana. También con información del INEGI, se tiene que existe en Baja California Sur, un total de 15 localidades consideradas como ciudad o zona urbana y son las siguientes:

Uno de los grandes retos del mundo, de México y de BCS va a ser de crear buenos programas de desarrollo urbano y algo muy importante que se olvidan los gobiernos, es que a la zona rural no se debe de descuidar, y hacer lo posible para que las personas no emigren a las ciudades y crean problemas. La solución se piensa muy a menudo es el de controlar el crecimiento en la zona urbana, pero también buscar apoyo a la problemática de la población rural, es como se va a hallar un mejor mundo habitable.

Escríbenos a noeperalta1972@gmail.com

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Sí al rescate del nombre original de nuestra tierra: California

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El siglo XXI es el espacio y tiempo idóneo para que se derrumben viejos y anquilosados paradigmas que se han sostenido en el tiempo, ya sea por ignorancia o por costumbre. El nombre que actualmente tiene nuestro estado: Baja California Sur, al cual muchos nativos y extranjeros han reducido al ignominioso adjetivo de baja, se le impuso bajo un esquema toponímico que ya es innoperante, para rescatar el verdadero nombre que nos corresponde y del cual fuimos los primeros en poseer: California.

Hagamos un recuento histórico. En el año de 1535, llega a nuestra península el explorador español Hernán Cortés y durante su estancia, envía diferentes contingentes a explorar esta tierra con el propósito de conocer sus recursos así como para saber si estaba en una isla o no. Nuestro personaje en comento bautizó diferentes puntos de la geografía peninsular como fueron la Bahía de Santa Cruz, Isla de Santiago, Isla de las Perlas, Sierra de San Felipe pero no llegó a bautizar toda esta larga lengua de tierra sobre la que permaneció por casi un año. El historiador Carlos Lazcano Sahagún, uno de los grandes eruditos sobre la historia peninsular con los que contamos en México, sostiene que fueron los hombres enviados por Cortés hacia el sur de la península, los cuales a mediados del mes de noviembre dieron con un sitio al cual los naturales llamaban “Yenekamú”, y en cuya bahía se encontraba un hermoso arco de piedra, el cual estaba rodeado de “bravas costas“, semejantes a las descritas por Garcí Rodríguez de Montalvo en su legendario libroLas Sergas de Esplandián, por lo que es de suponerse que ellos, los soldados y no Cortés, fueron quienes por primera vez llamaron a ese sitio California.

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¿De dónde obtuvieron la palabra California las huestes de soldados que llegaron a esta tierra peninsular? La teoría mayormente aceptada indica que el nombre proviene de una palabra que aparecía en un cantar de gesta romántica titulado La canción de Roland, la cual dice Muerto está mi sobrino que tantas tierras conquistó, contra mí se rebelarán los sajones, y los húngaros y los búlgaros y tantos otros, los romanos, los pullés y los de Palermo, y los de África y los de Califerne.

Sin embargo el término “California” aparece como tal en la novela de caballería Las Sergas de Esplandián, escrita a principios del siglo XVI y que se atribuye su autoría a Garcí Rodríguez de Montalvo. En la mencionada novela se puede leer: Sabed que a la diestra mano de las Indias hubo una isla llamada California, muy llegada al Paraíso Terrenal, la cual fue poblada de mujeres negras, sin que algún varón entre ellas hubiese, que casi como las Amazonas era su modo de vivir. Eran éstas de valientes cuerpos y esforzados y ardientes corazones y de grandes fuerzas. La ínsula en sí la más fuerte de riscos y bravas peñas que en el mundo se hallaba. Sus armas eran todas de oro y también las guarniciones de las bestias fieras en que, después de haberlas amansado, cabalgaban; que en toda la isla no había otro metal alguno. Moraban en cuevas muy bien labradas; tenían navíos, muchos, en que salían a otras partes a hacer cabalgadas, y los hombres que prendían llevábanlos consigo, dándoles la muerte que adelante oiréis. Esta novela era muy popular entre los exploradores españoles por lo que seguramente al ver las costas del Sur de nuestra península, creyeron estar frente a la famosa “isla California” y así le pusieron por nombre.

El registro más antiguo de una exploración, en donde aparece mencionado el nombre de California para aplicarlo a nuestra península, se obtuvo en el diario de navegación de Francisco Preciado en la navegación que realizara Francisco de Ulloa. La fecha de esta anotación fue en noviembre de 1539: Aquí nos encontramos a cincuenta y cuatro leguas de distancia de la California, poco más o menos, siempre de la parte de garbino, viendo por la noche tres o cuatro fuegos por los cuales se demostraba que el país estaba muy habitado y por mucha gente, porque la grandeza de la tierra así lo demuestra y pensamos que no puede ser que no haya ciudades grandes habitadas tierra adentro.

El primer mapa donde aparece el nombre de California fue el realizado por Diego Gutiérrez, titulado Americae Sive Qvartae Orbis Partis Nova et Exactisima Descriptio (Exacta Descripción de América, parte nueva del Orbe) fechado en 1562. El término no se aplica a la península, sino al Cabo San Lucas, en donde se lee C. California, es decir Cabo California. Debido a que Cortés no le dio un nombre oficial a toda la tierra descubierta, y ante la necesidad de nombrar a toda esta región con un nombre que permitiera su más fácil manejo tanto en mapas como en descripciones, se procedió a generalizar el toponímico California hacia toda esta península.

Con el paso de los siglos, el nombre de California quedó definitivamente ligado a nuestra península, siendo la media mitad sur de la misma la que por espacio de más de dos siglos tuvo el honor de llevar este toponímico. Durante el año de 1769, con la puesta en marcha del proceso expansionista de los Borbones en la península, que incluía la colonización de las tierras al norte de la California; los franciscanos se trasladan a este sitio y, por cuestiones administrativas deciden dividir este vasto territorio en dos grandes porciones: a la península le dejan el nombre de Baja o Antigua California, y a las tierras de la parte norte, que recién estaban colonizando, y a las que el pirata inglés Francis Drake las había bautizado como Nueva Albión en 1579, le colocan el de Alta o Nueva California. Como bien dice Carlos Lazcano: La California estadounidense nació y se consolidó gracias al gran apoyo que recibieron de las misiones de la California mexicana. La Nueva California recibió un amplio apoyo, material y humano, por parte de la Antigua California. Sin este apoyo la nueva provincia hubiera fracasado.

Esta denominación de Alta y Baja California continuó utilizándose posteriormente al nacimiento de nuestro país, México. En ocasiones como Departamento y en otras como Territorio. Fue durante la guerra de invasión que realizó el gobierno de Estados Unidos contra nuestro país en el año de 1847, que nos arrebató una gran porción de tierra, entre la que se incluía la Alta California. A partir de su incorporación como un nuevo estado de aquella nación, el adjetivo de Alta se hizo innecesario por lo que procedieron a eliminarlo y desde entonces utilizan sólo California para referirse a esta pujante y rica porción de tierra. Una solución igual debió seguir el gobierno mexicano, pero sumido en las constantes y encarnizadas luchas de facciones por lograr el control del poder político y económico de la joven nación mexicana, continuaron utilizando, lamentablemente, el nombre de Baja California para nuestra península. Con el paso de los años nuestro nombre ha sufrido leves variaciones hasta que en el año de 1974 se procedió a realizarse la última modificación legislativa en donde se decide apostarle a lo seguro, aunque no por ello lo mejor, de dejar inamovible el nombre de “Baja California Sur” para nuestro naciente Estado.

Como el Lector se habrá podido dar cuenta, los habitantes de esta tierra tenemos el derecho y la posibilidad de eliminar el adjetivo –baja– y el sustantivo –sur– del actual nombre que tenemos como entidad federativa, los cuales nos fueron impuestos por cuestiones administrativas que ya son inoperantes. Refrendo aquella frase de Lazcano que dice “El nombre es parte esencial de la identidad de un pueblo, del arraigo y sus raíces”, y por lo mismo debemos promover la iniciativa ante las instancias legislativas correspondientes para que se retome el nombre original que tuvimos durante más de 200 años y que jamás debimos de haber abandonado. El ignorar la historia de nuestra tierra y de nuestro mar sólo nos llevará hacia la pérdida del amor que aún le tenemos, de la identidad que ha sido avasallada una y otra vez por aquellos malos mexicanos y extranjeros ignorantes que insisten en llamar a nuestro estado como “baja”, creyendo que la única California que existe o ha existido es la que se encuentra en los Estados Unidos.

La propuesta de rescatar el nombre de California para que sea el único que tenga nuestro Estado, está respaldada por muchos hombres y mujeres que amamos profundamente esta península. El nombre tiene un grave significado ya que es parte de nuestras raíces, esencia e identidad. Nuestro compromiso es honrar, conservar y respetar este nombre que nos fue heredado desde hace más de 400 años para que las generaciones venideras continúen esta tradición, y lo veneren como se hace con una madre la cual les dio la vida y los sigue sosteniendo.

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Busca Congreso de BCS vacunación de indigentes

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La Paz, Baja California Sur (BCS). El Congreso del Estado exhortó a la delegada de Programas para el Desarrollo en Baja California Sur, Dhipna Yanssen Weichselbaum para que, previa jornada de identificación, se vacune a las personas en situación de calle que se encuentran en las diversas localidades de los cinco municipios de la entidad.

A través de un boletín de prensa emitido por el Congreso local se informó que, por mayoría de votos en la sesión de este jueves, se hizo el exhorto argumentando que este sector vulnerable no está en la estadística de aplicación de la vacuna contra Covid-19 y ninguna dependencia cuenta con un registro de cuántas personas viven en esta situación y que además, estando alejados de la tecnología no contarán con la aplicación de dicha vacuna debido a que no la solicitarán.

Esta proposición con punto de acuerdo presentada en tribuna, se basó en una reseña periodística que revela el número de personas en situación de calle y que no están previstos para ser considerados en el sistema de vacunación estatal contra la Covid-19, situación que la misma titular de Bienestar, revela en una entrevista que difunde la misma nota.

Este segmento de la población, se encuentra en franca desventaja y vulnerabilidad, por no tener acceso a una aplicación electrónica o portal de internet, ni a una llamada telefónica para solicitar folio o cita para la aplicación de la vacuna, concluye el boletín.