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Inicia Semana de Información sobre Alcoholismo en BCS

FOTO: Archivos.

La Paz, Baja California Sur (BCS). A través de la Red Estatal de Salud Mental (RESMA), la Secretaría de Salud de Baja California Sur dio inicio con la denominada Semana de Información sobre Alcoholismo Compartiendo Esfuerzos, que se lleva a cabo con el objetivo de acercar servicios terapéuticos a personas que enfrentan problemas físicos, emocionales y de carácter social a causa de este consumo.

Esta actividad se desarrolla en coordinación con la Central Mexicana de Alcohólicos Anónimos (AA), que establece módulos informativos en las Unidades Estatales de Salud Mental, para crear conciencia entre las personas sobre la importancia de acudir a los servicios terapéuticos grupales para hacer frente a esta patología, dijo la directora de RESMA, María Estela Castro Terrazas, a través de un comunicado de prensa.

Esta semana se emprende de manera anual a finales de enero para fortalecer la sensibilización de las mujeres y hombres que en el reciente periodo decembrino enfrentaron crisis personales o familiares asociadas a la ingesta descontrolada de bebidas etílicas, con la perspectiva de que se decidan a sumarse a los grupos de apoyo de Alcohólicos Anónimos para controlar y superar esta dependencia física y emocional.

Es una labor que se realiza de manera coordinada para alentar a las personas que ya están experimentando consecuencias negativas por esta causa, a que busquen asistencia para frenar el avance de la enfermedad que puede tener severas repercusiones en el organismo, pero también en el desarrollo individual y laboral, así como en el bienestar emocional de quien la padece y de su primer círculo social, detalló.

Además de ofrecerse el apoyo de los grupos de Alcohólicos Anónimos, la dependencia estatal difunde los servicios terapéuticos que de manera gratuita y ambulatoria brinda a personas que muestran señales de alerta por una adicción, de tal manera que con intervenciones oportunas se pueda evitar su progresión.

En Baja California Sur, se cuenta con dos unidades de especialidades médicas (UNEME) en salud mental, en San José del Cabo y La Paz, así como con seis centros de atención primaria en adicciones (CAPA), uno en Cabo San Lucas, otro en la capital del estado, en Ciudad Constitución, Loreto, Santa Rosalía y Guerrero Negro a los que pueden acudir para solicitar ayuda las y los ciudadanos que enfrenten este tipo de incidencia, concluyó.




La adicción temprana

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Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hay sustancias nocivas para la salud, legalmente permitidas, y que pese al enorme daño que ocasionan a la salud de los consumidores, no solo son permitidas, sino que son fomentadas mediante costosas campañas mediáticas, y socialmente incorporadas como elementos festivos.

Es el caso del azúcar, la grasa y el alcohol, que siempre se encuentran presentes en los festejos y celebraciones, porque se les relaciona con la alegría, la felicidad, y en abundancia, son reflejo de un estatus de triunfo, bienestar, alta estima social. Las dos primeras nos tienen en los primeros lugares mundiales de obesidad y existen programas oficiales tendientes a revertir su consumo. El alcohol es otra historia.

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El alcohol y la nicotina, son las sustancias de consumo legalmente tolerado, cuya ingesta es la puerta de acceso al consumo de las drogas fuertes. Las estadísticas las apuntan como las primeras agresoras de la salud con que se inician los consumidores que posteriormente se habituarán al consumo de marihuana, cocaína y las drogas sintéticas, que constituyen los tres rubros de sustancias de abuso que más se consumen en territorio nacional.

Si queremos evitar que nuestros jóvenes se inicien en el consumo de drogas fuertes, es imperativo mantenerlos alejados del alcohol y el tabaco, que siendo drogas permitidas, resultan de fácil acceso a los menores, pues su consumo es reiterado en los ambientes familiares y en los círculos sociales de convivencia e interacción grupal.

Si queremos mantener a nuestros jóvenes saludables, debemos mantenerlos libres de todas las adicciones, no solo de las sustancias proscritas por la ley, pues las adicciones legales también resultan altamente nocivas para la salud. De ahí la importancia de emprender una campaña seria, frontal, agresiva, contra el alcoholismo.

Tomando como referencia la ENA, Encuesta Nacional sobre Adicciones, realizada por el INEGI, el consumo de bebidas alcohólicas se ha incrementado de manera explosiva, sobre todo los fines de semana. Junto con el incremento del consumo de alcohol, sucede un fenómeno sociocultural que contribuye a minimizar el problema: por un lado se ha perdido la percepción de la gravedad del problema y por otro, ha disminuido la edad en que se inician los consumidores de alcohol

La estadística apunta a una constante reducción de la edad en que se inician en el consumo del alcohol sus adictos. Antes se hablaba de los jóvenes, posteriormente de los adolescentes. Hoy se habla de edades de iniciación inferiores a los 12 años; es decir, tenemos ya el problema de niños iniciándose en el consumo regular de alcohol, en promedio a los 11 años, lo que es gravísimo, pues esos niños están expuestos a daños neurológicos irreversibles, pues a esa edad todavía sus prefrontales no se han desarrollado y por ende pueden desarrollar adicción de por vida.

Si queremos combatir de tajo el problema, debemos exigir a nuestras autoridades de los tres órdenes, la generación de políticas públicas de cero tolerancia al consumo de alcohol en menores de edad, buscando por todos los medios disponibles, la implementación de campañas agresivas de alto contenido informativo en las que se advierta sobre los daños neurológicos que ocasiona la ingesta de alcohol en edad temprana.

Se supone que está prohibida la venta de alcohol a menores, pero en la práctica, la normatividad no se cumple, y tenemos un problema muy grande de clandestinidad en la venta de alcoholes, y una alta permisividad en materia de celebraciones festivas donde el acceso al alcohol es ilimitado, como ocurre con las barras libres, bailes, toquines y las horas felices en las que el alcohol corre sin ningún control, ni sobre la cantidad ni sobre la calidad de las bebidas.

Parte del problema administrativo se genera a partir de que el Municipio detenta la facultad para otorgar o negar licencias para la venta de alcoholes, y en la mayoría de los municipios, se privilegia la prebenda, el favoritismo, la corrupción, al momento de asignar las licencias, y en muchos casos dichas licencias son acaparadas por las grandes compañías cerveceras, que explotan dichas licencias a través de sus concesionarios y distribuidores, bajo la única expectativa de vender la mayor cantidad de alcohol posible, sin detenerse a considerar la posibilidad de que dicha sustancia incluya a menores como consumidores, pues carecemos en la República Mexicana de un código de ética, de una norma oficial que regule de manera uniforme los lineamientos para la expedición y explotación de las licencias de alcoholes.

Debemos cerrarle la puerta a las adicciones fuertes, y la llave está en detener el acceso de nuestros niños y adolescentes al alcohol y al tabaco.

LAS DROGAS MÁS CONSUMIDAS POR NUESTROS JÓVENES

Si bien no contamos con un estudio metodológicamente sistematizado que nos presente de manera completamente confiable el panorama de inicio en el consumo de drogas de abuso, contamos con el referente de dicho proceso en zonas metropolitanas. Entendemos que es un buen referente, tomando en cuenta que la tendencia nacional es el aglutinamiento poblacional en las zonas urbanas.

La información del SRID (Sistema de Registro de Información en Drogas) indica que la mariguana es la sustancia que presenta el nivel de consumo más alto (61%). Los usuarios de esta sustancia inician antes de los 11 años; sin embargo, el grupo más afectado es el de los 15 a 19 años (56.7%). Su nivel de uso más frecuente es el alto (20 días o más durante el último mes) en el 4.8% de los casos. La vía de administración más frecuente es fumada (98.7%).

En cuanto a los inhalables, estos representan el 40.4% del uso de sustancias alguna vez. El grupo más afectado es el de los 12 a 14 años de edad (45.5%). El nivel de uso más frecuente es alto (20 días o más en el último mes) en el 34.3% de los casos. El nombre genérico y popular más mencionado es el activo (73.1%).

La cocaína ocupa el tercer lugar de consumo en la prevalencia de alguna vez (34.0%). El grupo más afectado es el de los 15 a 19 años de edad (45.9%). El nivel de uso más frecuente es el leve (1 a 5 días en el último mes) en el 38.8% de los casos. Los nombres que más reportan los usuarios son cocaína (73.4%) y crack (25.9%)

CONCLUSIÓN: Podremos seguir gastando como nación los miles de millones de pesos que anualmente se invierten en la llamada lucha contra el narcotráfico, pero mientras no ataquemos la demanda, la guerra seguirá siendo coronada por la derrota. Tenemos que acotar el problema de raíz, y la demanda se inicia en el hogar, en la medida en que se permite, y en muchos casos se fomenta, el consumo de alcohol y tabaco.

El frente de batalla ciudadano es el de la prevención y el combate al alcoholismo, en el campo de acción familiar, escolar, comunitario.

Prevenir siempre será más conveniente, sencillo, funcional y económico, que tratar de remediar.

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La genética de los alcohólicos

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SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El alcoholismo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) es un término de significado variable, usado durante mucho tiempo, para referirse al consumo crónico y continuado o al consumo periódico de alcohol, que se caracteriza por un deterioro del control sobre la bebida, episodios frecuentes de intoxicación y obsesión por el alcohol y su consumo a pesar de sus consecuencias adversas.

El término alcoholismo fue acuñado originalmente en 1849 por Magnus Huss. Hasta la década de 1940 hacía referencia principalmente a las consecuencias físicas del consumo masivo y prolongado. Otro concepto más estricto es el alcoholismo considerado como enfermedad, que está marcado por la pérdida de control sobre la bebida, causado por una alteración biológica preexistente y que tiene una evolución progresiva previsible. Más adelante, se empleó el término para designar el consumo de alcohol que provoca cualquier tipo de daño (físico, psicológico, individual o social).

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En 1990 la Sociedad Americana de Medicina de las Adicciones definió el alcoholismo como una enfermedad crónica primaria en cuya evolución y manifestaciones intervienen factores genéticos, psicosociales y ambientales. La enfermedad suele ser progresiva y fatal. Se caracteriza por los siguientes rasgos, que pueden ser continuos o periódicos: deterioro del control sobre la bebida, obsesión por el alcohol, consumo de alcohol pese a sus consecuencias adversas y perturbación del pensamiento, sobre todo, negación.

El consumo excesivo de alcohol, y los trastornos por consumo de esta sustancia, cobran enormes pérdidas a individuos y sociedades. La OMS estima que 3 millones de muertes cada año (5.3% del total de muertes en el mundo) son atribuibles al uso nocivo del alcohol.

De manera local, en Baja California Sur, el consumo excesivo de alcohol entre la población femenina entre 12 y 65 años se ubica en un 25.7%, superior a la media nacional que es del 10.3%, según datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016.

Los trastornos por consumo de alcohol, incluida la dependencia (alcoholismo) y el abuso, se definen con base en las características de comportamiento, tales como patrones de su consumo que conducen a un deterioro o angustia significativos. Muchos factores se combinan para dar como resultado un trastorno por consumo de alcohol. Si bien algunos factores de riesgo se consideran derivado del ambiente (incluida la disponibilidad, el consumo por parte de amigos y familiares, y algunos factores estresantes), se ha comprobado que una parte sustancial de la diferencia de riesgo entre individuos tiene una base genética.

Aunque ninguna línea de evidencia en sí misma es concluyente, dada la naturaleza multifacética de la enfermedad, la convergencia de la evidencia indica abrumadoramente que el riesgo de alcoholismo y rasgos relacionados está influenciado en parte por las diferencias genéticas. Esto enfáticamente no quiere decir que cualquier variación genética o colección de variaciones conduzca inevitablemente al alcoholismo. No existe un gen para el alcoholismo. Más bien, el alcoholismo es un rasgo genético complejo, en el que las variaciones en muchos genes más las variaciones en el medio ambiente (incluidos los factores sociales) afectan el riesgo de la enfermedad. Esta es una razón clave por la cual la búsqueda de diferencias genéticas que afectan el riesgo de alcoholismo es difícil. La complejidad adicional surge de la posibilidad de que las variaciones genéticas puedan afectar el riesgo en un entorno particular, que puede diferir entre los grupos estudiados.

Asimismo, aunque ha habido un esfuerzo sustancial para identificar los factores genéticos, esta tarea no ha sido fácil. La primera pregunta surge al pensar en cuáles genes deberían analizarse primero. Los primeros estudios de genes candidatos se centraron en aquellos que codifican enzimas involucradas en el metabolismo del etanol (alcohol etílico). Esta era una estrategia lógica, porque los efectos de cualquier sustancia (droga o medicamento) están determinados en parte por su metabolismo y eliminación. El metabolismo del etanol sigue un camino corto: se oxida para convertirse en acetaldehído, y después se oxida de nuevo de acetaldehído a acetato. Las enzimas clave involucradas en el metabolismo del etanol son las alcohol deshidrogenasas (ADH1B), que catalizan la mayor parte de la oxidación a acetaldehído, y las aldehído deshidrogenasas (ALDH2), que oxidan el acetaldehído a acetato. La mayor parte (quizás el 90%) de la oxidación del etanol ocurre en el hígado, y el resto en el estómago.

En este sentido, se sabe que las variantes funcionales de ADH1B aumentan la velocidad a la que el etanol se metaboliza en acetaldehído (lo cual ocasiona efectos aversivos en la persona), y una variante funcional en ALDH2 esencialmente bloquea su capacidad para eliminar el acetaldehído, lo que conduce a una fuerte reacción aversiva. Estas variantes reducen el consumo excesivo de alcohol al provocar fuertes reacciones de rechazo y, por lo tanto, reducen el riesgo de trastornos por consumo de alcohol. El disulfiram, un fármaco utilizado para tratar el alcoholismo crónico, inhibe la ALDH2 y, por lo tanto, provoca una reacción aversiva que reduce en gran medida el consumo de alcohol.

Así, aunque se han estudiado otros genes, los únicos hallazgos con suficiente soporte son los relacionados a los que codifican las enzimas del metabolismo del alcohol (ADH1B y ALDH2), que tienen efectos potentes sobre la cantidad de consumo de alcohol y el riesgo de alcoholismo en varias poblaciones de personas a lo largo del mundo.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los genes no determinan por sí mismos si alguien se volverá alcohólico. Las personas con alto riesgo poligénico pueden optar por no consumir alcohol, y aquellas con bajo riesgo poligénico pueden experimentar eventos vitales graves u otras influencias ambientales que los impulsan hacia trastornos por consumo de alcohol. Incluso en esta nueva y emocionante era de descubrimiento de genes, es fundamental resaltar que el riesgo genético es solo una parte de la compleja arquitectura de factores de riesgo y protección que subyacen los trastornos por consumo de alcohol. Y, aunque algunos de estos pueden ser susceptibles de intervenciones de tratamiento, es razonable esperar que un mejor conocimiento del riesgo genético y los factores involucrados puedan acercar dicho tratamiento a la realidad clínica.

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