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Pandemia: La tormenta invisible que azota el alma; la pregunta que nadie responde

FOTOS: Freepik.

Vientos de Pueblo

José Luis Cortés M.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). Cuando la pandemia cerró las calles y prohibió los abrazos, no solo encerró cuerpos: desató un huracán silencioso en la mente de millones. “Vientos de Pueblo” sopla fuerte para contar esa otra pandemia, la que germina en la depresión, la ansiedad, las adicciones, la violencia y los conflictos familiares que crecieron en el encierro y que, aún hoy, no encuentran tregua. ¿Qué estamos haciendo realmente para detener este vendaval? ¿Estamos escuchando el clamor de quienes luchan en la sombra o preferimos mirar hacia otro lado?

La Organización Mundial de la Salud reportó un aumento del 25% en trastornos de ansiedad y depresión durante el primer año del confinamiento. En México, la Facultad de Psicología de la UNAM recibió más de 42 mil solicitudes de ayuda psicológica desde marzo de 2020. Detrás de estas cifras laten vidas quebradas, hogares convertidos en cárceles emocionales y silencios que, lejos de ser mudos, gritan con fuerza.

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Ángela, universitaria de voz temblorosa, recuerda: “Sentía que el mundo se desmoronaba y no podía salir de mi habitación. No sabía a quién acudir”. Su testimonio es el reflejo de miles atrapados en un laberinto sin salida. Y mientras tanto, la violencia doméstica explotó: las llamadas al 911 por violencia de género aumentaron un 27% según cifras oficiales. Metztli Molina, periodista y sobreviviente, revive con dolor: “El hogar se volvió un campo de batalla donde se quemaron sueños y esperanzas”.

Frente a esta crisis, surgieron iniciativas. México lanzó “Mi salud también es mental ante el COVID-19”, una colaboración entre la UNAM y la Secretaría de Salud que ofrece apoyo psicológico, junto con líneas de atención a víctimas de violencia y reformas legales para protegerlas. La OPS, en América Latina, recomienda fortalecer la salud mental comunitaria, mientras ONG y organismos internacionales intentan tapar las grietas.

Pero, ¿es suficiente? La respuesta se estrella contra la realidad: el financiamiento sigue siendo precario, el acceso en zonas rurales casi inexistente, el estigma social persiste como una muralla, y la falta de profesionales capacitados hace que la demanda supere con creces la capacidad de atención. La violencia de género, lejos de menguar, sigue en aumento. ¿Dónde quedaron las políticas integrales prometidas? ¿Por qué seguimos viendo a las víctimas como números en un reporte y no como personas que claman por una mano que las sostenga?

En comunidades rurales, el viento arrastra con más furia la soledad y la desesperanza. La brecha de acceso a servicios de salud mental es un abismo. ¿Cómo confiar en un sistema que nunca llega? ¿Cómo sanar cuando no hay oídos dispuestos ni manos tendidas? Las restricciones económicas y la inestabilidad política agravan un panorama ya en ruinas. La fragmentación de programas y la falta de coordinación entre instituciones son piedras que detienen cualquier avance real.

La pandemia dejó una herida abierta que supura cada día, y con ella una pregunta que no podemos ignorar: ¿qué estamos haciendo para que no se siga ensanchando? La salud mental no puede seguir siendo la gran olvidada. No bastan campañas ni líneas telefónicas si no hay compromiso real, recursos suficientes y una transformación cultural que destierre el estigma. No podemos permitir que el viento arrastre otra vez a quienes luchan en silencio.

La resiliencia humana es poderosa, pero necesita calor, escucha y acción. Como recuerda el experto en bienestar Lee Chambers: “La resiliencia es expresiva, no supresiva. Hablar, compartir, encontrar alguien de confianza es vital”. Ese llamado debe transformarse en un clamor colectivo que exija justicia, dignidad y atención real para sanar heridas que no se ven.

“Vientos de Pueblo” no solo trae la tormenta, sino la urgencia de mirar a los ojos a quienes sufren y construir juntos un refugio donde la mente y el alma puedan descansar. Porque sanar la mente es también sanar al pueblo. Y en esa sanación se siembra la esperanza de un mañana donde el hogar no sea un campo de batalla, sino un santuario de paz. Que el viento que hoy sopla no sea el que arrase, sino el que empuje la lucha por la justicia, la dignidad y la vida.

Fuentes:

Organización Mundial de la Salud (OMS), Informe sobre aumento del 25% en ansiedad y depresión durante la pandemia, 2022.

Facultad de Psicología de la UNAM, plataforma Mi salud también es mental ante el COVID-19, 2020.

Organización Panamericana de la Salud (OPS), Una Nueva Agenda para la Salud Mental en las Américas, 2025.

Metztli Molina, testimonio en Corriente Alterna, Sobre violencia de género durante la pandemia, 2021.

Datos oficiales de llamadas al 911 por violencia de género, México, 2020-2022.

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